El documento presenta un resumen de la novela "El temperamento melancólico" de Jorge Volpi. Narra la historia de 10 actores contratados para protagonizar la última película del legendario cineasta alemán Gustav Gruber. Cada actor presenta su vida a través de un resumen, exponiendo sus miedos y obsesiones. Todos parecen presas de la melancolía, habiendo perdido el alma y sin poder explicar su razón de estar. A lo largo del rodaje de la película, llamada "El juicio",
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25. Vicente F. Herrasti (El Temperamento Melancólico-Volpi)
El documento presenta un resumen de la novela "El temperamento melancólico" de Jorge Volpi. Narra la historia de 10 actores contratados para protagonizar la última película del legendario cineasta alemán Gustav Gruber. Cada actor presenta su vida a través de un resumen, exponiendo sus miedos y obsesiones. Todos parecen presas de la melancolía, habiendo perdido el alma y sin poder explicar su razón de estar. A lo largo del rodaje de la película, llamada "El juicio",
El documento presenta un resumen de la novela "El temperamento melancólico" de Jorge Volpi. Narra la historia de 10 actores contratados para protagonizar la última película del legendario cineasta alemán Gustav Gruber. Cada actor presenta su vida a través de un resumen, exponiendo sus miedos y obsesiones. Todos parecen presas de la melancolía, habiendo perdido el alma y sin poder explicar su razón de estar. A lo largo del rodaje de la película, llamada "El juicio",
mento y encend la televisin. Estuve viendo prograas de concursos.
Tiempo despus me di cuenta de que el escndalo haba cesado" (58). Pero en la novela de Yehya no todo es exceso de poder, pues las relaciones personales abarcan una buena parte de la obra. En ese senti do, cabe destaca la forma ldica en que se plantea la homosexualidad no asumida del protgonista; sus aventuras por deshacerse de un enorme consolador de plstco -l cual descubre entre la tiera de las excavacio nes del drenaje y lo l leva a su departamento-; los intentos falidos por acercarse a Birmania, personaje que fucta entre prostituta y lesbiana, y toda la serie de referencias a ritmo metablico y sexual del vecindaio aectado por las obras de modernizacin del drenaje. Obrs sanitarias es un stira de las sociedades de fnales del siglo X que sigue e! modelo satrico cultivado por Horacio: mostrar, provo cando risa, las debilidades humanas. Naief Yehya adems de mostrar, en fora alegrica, los niveles a los que se ha llegado en materia de con trol social y corpcin, pone nfasis en la actitud de indiferencia que permea a este fn de siglo -todo esto de manera cmica-, pues lejos de enfrenta en forma directa los problemas, los personajes de la novela buscan soluciones alterativa paa sobrellevar las incomodidades, pero no acaban con el problema en forma defnitiva. J. ANO PACHeO MAY Universidad Autnoma Metrpolitana-lztapalapa Jorge Volpi . El temperamento melanclico. Mxico: Eitoral Pa tria, 1 996. Un abismo se abre ente la "divina melancola" que Milton exalta en su oda I Penseoso como celebracin de! esprtu contemplativo, y la "me lanclica casa" descrita por Poe en El derrumbe de la casa de Usher. La verdad intuitiva y el teror, manifestaciones extemas de la clera negra, apenas representan una nfma fraccin del ominoso abismo que Robert Burton analiza en su obra magna, Anatoma de la melancola, publicada en 1621 bajo el pseudnimo de Demcrito Menor. A manera de intro duccin, Burton nos ofrece una suma melanclica que podemos reducir a su vez en siete eptomes fundamentales: "Nada tan dulce como la Me lancola [ . . . ] . Nada tan tiste como la Melancola [ . . . ] . Nada tan acre como la Melancola [ . . . ]. Nada tan maldito como la Melancola [ . . . ] . Nada tan cruel como l a Melancola [ . . . ] . Nada tan fero como l a Melan- 62 RESEAS cola [ . . . ] Nada tan divino como la Melancola". Estamos ante un espec to paadj ico que no encuentra solucin inteligible en las 103 pginas del tratado en cuestin. Jorge Volpi fue menos exhaustivo, ya que slo requir de 284 pgina para llegar a la misma conclusin, a saber, que l a melancola es, l isa y llanamente. No obstante, existen obvias diver genci a metodolgicas que conviene precisar. Burton emprende su taba jo como un anciano Demcrito que disecciona las entraas de la clera negra para exponerlas a la luz del entendimiento; en cambio, a Vol pi le interesa ms la viviseccin que la diseccin, y por ello se refugia bajo el manto creador de la Dama Melancola. Las consecuencias no se hacen espera: para Burton la melancola es el temperamento de la mortalidad; paa Volpi el temperamento melanclico es mortalidad. En la novela que hoy nos ocupa -milenaista o del crack, es lo d menos- la melancola se convierte en la paulatina disolucin del vnculo existente ente el cuero y el alma. As, la psique de los personaj es, sin excepcin, deambul a mutil ada en un espacio indefinible, mientras que los cueros simulan animacin. En primera instancia, pens que Volpi consta un uni verso maniqueo que admita dos principios creadores vinculados por el arte, pero al terina mi lectura ca en cuenta del engao: la dualidad de principios creadores era ilusoria pues la luz no tena cabida en ese cosmos ' decrpito que el autor estructuraba con habi lidad. Entonces record que hace un par de aos, al escrbir un ensayo sobre la segunda novela de Jorge, Das de ira, haba yo percibido esa ubicuidad de la sombra. Comprend que El temperamento melanclico tambin estaba regido por el luciferismo y el ahrimanismo, verientes complementarias de un ofcium tenebrarum. Valga esta digresin para aclara el por qu de la melancol a como disolucin y el ate como falso sucedneo del vnculo disuelto. La creacin de Volpi enfenta con la angustia perpetua que Areteo, el mdico griego de la antigedad, pro nosticaba a las vctimas de esa dolencia. Una lenta progresin narrativa emula los estadios de la compleja enferedad melanclica y las cores pondientes pasiones que la desencadenan, de acuerdo con la propuesta de Burton. La viviseccin l iteraria nos permite seguir una lnea evoluti va que va del caro, sopor profundo con insensibilidad completa, al hun dimiento terminal. l. El caro Cal Gustav Gruber, leyenda viva del cine alemn, flmar la gran pel cula, obra maestra en que el arte suprimir a la vida. Diez actores sern contatados paa el rodaje sin tomar en cuenta sus aptitudes o experien cia; la seleccin depender de un resumen escrto en que los aspirantes VOLPI: EL TEMPERMENO MELNC6UCO 625 relatn su vida, miedos y obsesiones. Renata, voz principal de est novela polifnica, es el primer cuero que Volpi anima artifcialmente. "Haca cunto que no hablaba de m, que intentaba no pensar en m?", se pregunta Renata antes de exponer la historia de su matrmonio vaci lante. Ana Balderas bailarina fustrada y actriz desencantada, nos i nfor ma: "Tengo treinta aos, nac el tres de octubre . . . Eso ya lo puse en la fcha, lo s, pero qu otra cosa puedo decir? Bueno: tengo treinta aos y me siento como una pendej a, absurdamente sola y completamente loca". Gamaliel Uribe afrma que "estamos inmersos hasta el cuello en la mierda del amor y en la mierda de la mediocridad: no hay ms reme dio que seguir nadando y emporcndonos paa intenta salvaos. " La historia de Arturo Bautista no es muy disti nt: "Mi madre muri sin reconocerme y yo estoy aqu llenando esta solicitud con l a esperanza de que en alguna parte la actuacin no sea idntica a la mentira". Luisa Galn est ha de s misma y desea triunfar en la guera que libra conta su pnico, en tanto que Ruth Heredia descubre el sinsentido de sus ltimos veinticinco aos. Javier Quezada quiere saber si existe al go autntico en su interior, Sibila Levy necesita llenase con las miradas de los dems para justificar sus actos, Gonzalo Malvido se califica como "un iluste y menospreciado acadmico" y, por ltimo, Zacaras Vera se envanece por tener muchos enemigos: "Dime cuntos enemigos tienes y te dir cun slidas son tus convicciones". Jorge Volpi nos presenta diez versiones del mismo sntoma, el cao, ese sopor i ntenso que obnubila la sensibilidad. El pasado de sus perso najes es unas veces exposicin de motivos y otras historia clnica. El autor nos convence de que sus protagonistas son las presas idneas que el perdiguero de la melancola ha de cobrar. Han perdido el alma. Nin guno sabra explicar la razn de su permanencia en el mundo, su i ntil esta ah. Su otrora unidad primigenia se ha escindido. Indudablemente, su personalidad se aviene a las mil maavillas para la realizacin de El juicio, cinta que por su desmesurada y hertica pretensin recuerda l a parbola blica de l a Torre de Babel y la monomana del capitn Ahab en Moby Dick. A lo largo de los tres prmeros libros que conforan la novela de Jorge, escucho sin cesar la adverencia de san Juan Crssto mo: "Donde hay pecado hay tormenta". 11 El vrigo "
ramos diez desconocidos dispuestos a pasar juntos, inevitablemente
juntos, cerca de tres meses; un tiempo en que nos converiramos en j uguetes de Grber, en engranajes de su maquinaia, en paiones desata das por l como si abriera una caja de Pandora; en las vctimas de su 626 RESEAS deliro artstico, los verdugos de nuesta individualidad, la familia artif cial, desgraciada y terble que l quiso inventar con nosotros; en los personajes y la matera de su ltima pelcula, su obra maesta, su testa mento y su condena, en los seres aberates e infelices de El juicio: nosotros mismos". Renata se refere al viaje en autobs desde Pachuca a Los Colorines, hacienda en que se rodar la pelcula. Con este fragmen to se desencadena la prdida del equilibrio, segunda pasin sintomtica de la clera negra. La i nsensibilidad del caro cede su lugar a una con ciencia atenuada que ya intuye el peligro; sin embargo, en las palabras de Renata detectamos ciera imposibilidad de reaccin. El vrtigo ha generado una dependencia que se torna en la aniquilacin de la volun tad; el ejecutor es Gruber. I. El ncubo "El dolor es un momento prolongado que no es posible dividir en esta ciones. Lo nico que podemos hacer es registar sus caprichos y escribir la crnica de su retoro", afr Wilde en De prfndis. Tal es el dolor que, con su patrn inmutable, coroe la soledad y el ae de Carl Gustav Gruber, ncubo que Volpi delnea magistralmente valindose del diario, la entevist, el testimonio, el ensayo, el sexo y el silencio. En la imaginera popula el ncubo ha adoptado todo tipo de formas animales y fantsticas, pero no recuerdo texto alguno en que el artista mismo y su ae encanen a la criatura sobrenatural que asalta el cuerpo y la voluntad del duiente, quien padece una invalidez tansitora de la volicin. Posesos al fn, los actores de Gruber son despojados de su derecho a la luz por las concepciones estticas del genio. Paafraseando a lean Starobinski, podemos concluir que su misera, su cul pa, est en haber dejado de perenecerse al dejar de pertenecer al da, sometidos por una fuerza ajena que precipita la perdicin. El dolor de cclico retorno ejerce su imperio sobre seres gastados de tanto representarse a s mis mos en una alegora de dolor ajeno. El "Cuadero de notas de Gruber" es contundente: "Los seres humanos -y los actores por encima de to dos- son criatura frgiles que con gusto ceden su voluntad al primero que se presenta [ . . . ]. Nada ms fcil [ . . . ] que llevarlos por el caino de sus propios instintos, hacia su destruccin". Al igual que el enigmtico "Horla" de Maupassant, el demiurgo volpiano no tadar en logra su objetivo. He aqu la i nminencia de los dos ltimos sntomas pasionales de la enferedad melancl ica. V. L apopleja y el hundimiento terinal Esta acometida violenta que priva al sujeto de sentdo y movimiento, elimina irremediablemente las fronteras que sepaan a l a realidad de l a VOLPI : EL TEMPERMENTO MELNCUCO 627 fccin. As, en el libro sptimo de la novela, todas las voces na ativas se funden en una voz innominada y lejana. El lector ya no puee asegu ra quin es el instrmento de quin. Volpi se ha converido en el de miurgo, el creador es creacin y viceversa, los dilogos son chispas de un universo enfero, la centrfuga inicial que ordena el relato es ahora una centrpeta, el movimiento es estertor, los siete esprtus del apocalip sis se encuentran con un tono vaco. Tras media hora de silencio slo queda la culpa y la certidumbre de que la melancola es, lisa y llana mente. Si pudiramos visita la Iglesia de Cristo, en Oxford, encontraraos una tumba discreta con un breve epitafo: "Robert Buron. Vivi y mu ri por la Melancola". Es probable que la lpida de Carl Gustav Grber tenga un epitafo simila. Quin sabe; tal vez algn da Jorge Volpi des mienta o confre esta especulacin. Lo ciero es que su temperamento melanclico ha proucido la novela madura e inteligente que muchos esperbamos de l. Llegado el punto fnal, acud al apocalipsis de san Juan. La memoria no me haba engaado. Despus, junto a la dedictto ria que Volpi haba escrito en la portadilla de mi ejempla, transcrb el siguiente fagento blico: "Toma, devralo; te aaga las entaa, pr en tu boca ser dulce como la miel". VICEN F. HRST