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CAPITULO V El andlisis del discurso politico-juridico Oe eee | El discurso polftico-juridico: métodlo de ani + @Qué es el discurso?. . El discurso politico . . El discurso juridico La argumentacién. . El andlisis argumentativo. . 123 123 126 131 133 140 144 CAPITULO V EL ANALISIS DEL DISCURSO POLI{TICO-JURIDICO 1. gQué es el discurso? En los capitulos precedentes nos hemos referido con frecuencia al derecho y a lo politico como fenémenos discursivos. Pero, qué es un discurso? Esta cuestién nos introduce en el campo de un largo y enconado debate lingiiistico que esta lejos de haber Megado a su fin. Los lingitistas definieron inicialmente e! discurso en una perspectiva pura- mente formalista, como simple sinénimo de enunciado, “El discurso designa todo enunciado superior a a frase, considerado desde el punto de vista de las reglas de encadenamiento de una serie de frases.” El “discourse analysis” de Z.S, Harris por ejemplo, responde todavia plenamente a este enfoque. R. Jakobson y E. Benveniste dieron un gran paso hacia una concepcin menos formalista del discurso al integrarlo dentro de un modelo de comu nicacién.? En esta nueva éptica, el discurso serfa cualquier forma de acti- vidad lingiiistica considerada en una situacién de comunicacidn, es decir, en una determinada circunstancia de lugar y de tiempo en que un determinado sujeto de enunciacién (yo, nosotros) organiza su lenguaje en funcidn de un determinado destinatario (ti, vosotros). Ya Saussure habia definido el discurso como “lenguaje en accién”, es decir, como la lengua en cuanto asumida por el sujeto parlante.t Pese a su innegable interés, esta manera de plantear la teoria del discurso tropieza con dos graves inconvenientes. Implica, en primer témino, una concepcién puramente intersubjetiva y “situacional” del proceso comunica- tivo que conlleva necesariamente Ia ilusién empirista de un sujeto-fuente, raiz u origen del sentido.’ El discurso seria entonces 1a realizacién verbal 3 Dubois, Jean y otros, Dictionnaire de linguistique, Paris, Larousse, p. 156. 2 Harris, M. Z., “Discourse analysis”, Language, vol. 28, 1952, pp. 1-30. Traducido al francés bajo el titulo de “Analyse du discours”, Langages, mim, 13, 1969, pp. 8-45. Ver tambiin ci articulo del mismo autor: “Discourse analysis: a sample text”, Language, vol 28, ntim. 4, 1952, pp. 474 y ss. 3°"Sa frase, ‘creacién indefinida, variedad sin Imite, es la vida misma del Ienguaje en accién, Concluimos que con Ia frase se sale del dominio de ta lengua como sistema de ignos y se penetra en otro universo, ef de la lengua como instrumento de comunicacién, cuya expresiOn es et discurso.” Benveniste, Emile, Problemas de lingitistica general, M& xico, Sig'o XXI, 1973, pp. 128-129. 4 Thid., cap. xv y Xv. "Si se define Ia enunciacién como la relacién siempre necesariamente presente entre to de enunciacién y su enunciado, entonces aparece claramente, al nivel mismo el 124 GILBERTO GIMENEZ de una libertad subjetiva “que escapa al sistema de 1a lengua”.* En segundo término, no logra superar el formalismo de un anilisis meramente interno del discurso, en la medida en que sélo se propone registrar las huellas formales de la situacién de comunicacién en los enunciados (juego de pro- nombres, deicticos, etcétera) . Los trabajos de Austin,’ quien descubre bajo las regularidades del “lengua- je cotidiano” ciertas formas de institucionalidad (las “‘convenciones”) que las explican y determinan, han permitido superar el modelo puramente comunicacional y avanzar hacia una concepcién mis sociolégica del discurso. Este ha terminado concibiéndose como una préctica social institucionali- zada que remite no slo a situaciones y roles intersubjetivos en el acto de comunicacién, sino también y sobre todo a lugares objetivos en Ja trama de Jas relaciones sociales.* En esta ultima perspectiva, se entiende por discurso toda practica enun- ciativa considerada en funcién de sus condiciones sociales de produccién, que son fundamentalmente condiciones institucionales, ideolégico-culturales € historico-coyunturales.® Son estas condiciones las que determinan en wltima instancia “lo que puede y debe ser dicho (articulado bajo la forma de una arenga, de un sermén, de un pantleto, de una exposicién, de un programa, de la Tengua, una nueva forma de ilusién segin la cual el sujeto se encuentra en Ja fuente del sentido o se identifica con la fuente del sentido: el discurso.del sujeto se organiza por referencia (directa 0 diferida) o por Ja ausencia de referencia a la situacién de enunciacién (el “yo-aqui-ahora” del locutor), que el locutor experimenta subjetiva- mente como otros tantos origenes sobre diferentes ejes de orientacién (eje de las perso- nas, de los tiempos, de las localizaciones)”. Pécheux, Michel y otros, “Mises au point et perspectives A propos de analyse automatique du discours", Langages, nim. 37, marzo de 1975, p. 18. * Ibid, p. 22. 7 Austin, J. L, How to do Things with words, Oxford University Press, 1962. Tra- dluccién francesa: Quand dire, cest faire, Paris, Seuil, 1970, En la misma linea, Searle, John R,, Speech Acts, Cambridge University Press, 1969. Traduccién francesa: Les actes de langage, Paris, Hermann, 1972. Ver la reinterpretacion de esta teorfa en términos de prictica ideoldgica institucionalizada por Denis Slakta, “Essais pour Austin”, Langue francaise, ntim. 21, febrero de 1974, pp. 90-105. # La organizacién teérica de esta manera de concebir el discurso est4 inspirada en el marxismo y se debe principalmente a los trabajos de Robin, Regine y Péchcux, Michel. Cf. CL Haroche, Henry, P. y Pécheux, M. “La sémantique et la coupure saussurienne: Tangue, langage, discours”, en Langages, mim. 24, diciembre de 1971, pp. 98-106. También Pécheux, Michel, Les verités de la Palice, Paris, Maspero, 1975. En cuanto a Robin, Regine, ver Histoire et linguistique, Paris, Colin, Armand, 1978; “Discours politique et conjoncture”, en el volumen colectivo L’analyse du discours, Montréal, Centre Educatif et Culturel, 1976, pp. 187-154. Se encontraré una exposicién mds detallada de la teorla materialista del discurso en mi trabajo: “Lingiifstica, semiologia y andlisis ideoldgico dela literatura", en el volumen colectivo Literatura, ideologia y lenguaje, México, Gri- jalbo, 1976, pp. 325-838. ® “EI discurso slo existe en funcién de sus condiciones de produccién y en funcién de las coacciones que pesan sobre él”, Robin, R., “Discours politique et conjoncture”, ‘opcit,, p. 150. EL ANALISIS DEL DISCURSO POLITICO-JuRIDICO 125 etcétera) a partir de una posicién determinada en una coyuntura deter- minada”2" La concepcién del discurso como practica social significa por lo menos estas tres cosas a la yez: a) Todo discurso se inscribe dentro de un proceso social de produccién discursiva y asume una posicién determinada dentro del mismo y por refe- rencia al mismo (interdiscurso) ;** 5) Todo discurso remite implicita 0 explicitamente a una “premisa cul- tural” preexistente que se relaciona con el sistema de representaciones y de valores dominantes (0 subalternos), cuya articulacion compleja y contra- dictoria dentro de una sociedad define la formacién ideoldgica de esa sociedad; ¢) Todo discurso se presenta como una prictica socialmente ritualizada y fegulada por aparatos en el marco de una situacién coyuntural deter- minada. Dentro de esta misma perspectiva se entiende por texto la manifestacién concreta del discurso. Un texto serd entonces un discurso oral o escrito, breve o largo, con un principio y un fin. Debe notarse que el discurso textualmente manifestado ya no se presenta como proceso de produccién lingiiistica, sino como producto de la actividad linguiistica. Segiin H. Portine, el discurso desempefia, en el plano de Ia comunica- cién, tres funciones principales: Ia funcién informativa, la.funcién expresiva y la funcién argumentativa. La informacién implica reducir el margen de incertidumbre del inter- locutor con respecto a algun campo referencial; 1a expresién remite a la “autorevelacién” implicita o explicita del sujeto de enunciacién a través de su propio discurso (expresién de estados de animo, de posiciones con respecto al saber y a la realidad, etcétera); 1a argumentacién, de la que nos ocuparemos mis adelante, es un proceso de esquematizacién de la rea- lidad en vista de una intervencién sobre un auditorio. Estas tres funciones se encuentran siempre juntas cn todo discurso... Pero una de ellas domina siempre, y todos los puntos de la cadena lingiifstica (es decir, de un enunciado o de un conjunto de enunciados) no remiten forzosamente a las tres funciones a Ia vez.t# Por otra parte, debe notarse que Ja funcién informativa nunca puede ser aislada por art, 10 Haoche, Henry, Pécheux, “La semantique et la coupure saussurienne. p. 102, 1 Portine, Henri, Analyse de discours et didactique des langues, Paris, Bureau pour YEnseignement de Ia Langue et de la Civilisation frangaises, 1978, p, 34. 38 Thid., p. 49. 18 Ibid. pp. 7 ¥ ss 14 Ibid, p. 7. Segin Portine, estas tres funciones son diferentes de las de Jakobson por una razén muy simple: Jakobson se plantea el problema del andlisis lingiiistico del Tenguaje y para ello se sitia a nivel de “enunciado de base”; Portine, en cambio, se sitia a nivel de la actividad discursiva, es decir, de la actividad productora de discursos, ¥ No de los enunciados considerados aisladamente. 126 GILBERTO GIMENEZ hallarse vinculada siempre a fenémenos expresivos (respeto del cédigo formal de comunicacién, familiaridad, brutalidad, etcétera) (...). El dis- curso mAs tecnolégico no desempefia simplemente una funcién de infor- macién, sino que denota también cierto ntimero de posiciones con respecto al saber y a lo real. La concepcién del discurso que acabamos de exponer no evade, como se ve, el aspecto comunicacional de la actividad lingiifstica, sino que lo inscribe dentro de una teoria no subjetiva de la constitucién del sujeto en su situa- cién concreta de enunciador. Pero ciertamente descarta el formalismo, en la medida en que éste olvida las determinaciones sociales del discurso, es decir, los aparatos, la coyuntura, la historia y, en suma, todo lo extra-textual. Debe notarse también que este enfoque del discurso no permite resolver Ia relacién texto/extra-texto en los términos de la sociolingiiistica tradicional (que postula la covariacién entre universo social y universo discursivo) ni en los de la problemética de la “articulacién” (que supone 1a constitucién previa de ambos universos como series paralelas). La concepcién materia- lista del discurso postula la indisociabilidad entre ambos universos. Las con- diciones extra-textuales se inscriben de algin modo en el mismo texto determinando su funcionamiento lexicografico y semantico, asi como sus pecu- liaridades retérico-argumentativas. En el caso limite (que es frecuentemente el del discurso politico), todo es extra-texto en el discurso y las palabras cambian de sentido segin la posicién de quienes las profieren. Ya no se trata entonces de poner en paralelo el universo social y el uni- verso del discurso, sino de pensar lo discursivo en el seno de una formacién social concreta con un efecto especifico de coyuntura en las formaciones discursivas. Las prdcticas discursivas ... son practicas sociales que se realizan dentro de marcos institucionales que forman parte de aparatos hegemé- nicos.1* 2 El discurso politico No es facil caracterizar 1a especificidad del discurso politico. Se puede partir de su contenido y decir, por ejemplo, que el discurso politico remite a la esfera del poder y a todo lo que estd en jucgo en esa esfera. (No se trata, por supuesto, de la “microfisica del poder” a la manera de Foucault, sino del poder de Estado o de los poderes que tienen por mira al Estado.) Se puede explicitar atin més este contenido diciendo que todo discurso politico instaura objetivos o proyectos considerados valiosos para la organi- zacién de la convivencia social. En este sentido todo discurso politico com- porta un “componente axiolégico”. Pero no se limita a la sola enunciacién de valores, como los discursos filoséficos 0 morales, “En el discurso politico los enunciados axiolégicos desempefian una funcién directamente progra- 38 Ibid, p. 9. 18 Robin, Regine, iscours politique et conjoncture”, op. cit, p. 141. EL ANALISIS DEL DISCURSO POLiTICO-JURIDICO 127 matica: los valores son designados en cuanto “realizables” y su realizacién involucra a los sujetos en diferentes estrategias”.17 Puede preverse entonces una oscilacién de los discursos politicos entre dos polos no enteramente disociables: un polo mds teorizante que pondra énfasis en Ia presentacién de Jos grandes valores en funcién de una interpretacién globalizante de la situacién, y otro que pondra énfasis en los dispositivos estratégicos. Si la ideologia transmite una interpretacién globalizante de la situacién, el enunciado estratégico le sobreafiade una brutal clarificacién designando claramente los actores encargados de alcanzar los objetivos, y las tareas que deberan realizar para lograrlo, E] enunciado estratégico transforma las aspiraciones en posibilidades concretas y substituye la vaguedad de las aspi- raciones por la claridad de los medios que han de ser empleados.** Pero el discurso asi caracterizado puede ser, en realidad, cualquier clase de discurso: discurso literario, pedagdgico o religioso, por ejemplo. Porque lo politico, lo mismo que lo ideolégico, puede encontrarse en todo tipo de discurso. En otros términos, no basta definir un discurso por su contenido para poder aislarlo como género y encuadrarlo dentro de una_tipologia. Para que esto sea posible se requiere explicitar también sus marcos institu- cionales que, en nuestro caso, son los aparatos politicos. El discurso poli tico, en sentido estricto, es el discurso producido dentro de la “escena politica”, es decir, dentro de los aparatos donde se desarrolla explicitamente el juego del poder. Podrfamos precisar atin mds Ja naturaleza de estos aparatos diciendo que el discurso politico es el discurso, no de todos los apa- ratos politicos, sino de los que R. Fossaert ™ denomina “micleo” 0 dispo- sitivo central, que en cl Estado capitalista se identifica con el aparato parlamentario en sentido amplio. En esta perspectiva se consideran como discursos politicos en sentido es- tricto, por ejemplo, el discurso presidencial, ministerial o parlamentario; el discurso electoral y el de Jos partidos politicos; el discurso de Ia prensa politica especializada y el discurso transmitido en ciertos momentos por los medios electrénicos de comunicacién masiva, etcétera. También pueden con- siderarse como politicos el discurso de la magistratura y, en ciertos casos cada vez menos excepcionales, el del ejército y el de la policia.?° La conclusién es obvia: el discurso politico debe desambigiiizarse por medio de dos sintagmas. Una cosa es el discurso de la politica y otra el discurso sobre to politico (0 lo politico en todo discurso) . En el primer caso se trata de un discurso producido dentro de Ja “escena politica”, en aparatos politicos que pueden delimitarse con suficiente apro- 17 Landowski, Eric, “La mise en scene des sujets de pouvoir", Langages, mim, 48, septiembre de 1976, p. 79. 18 Ansart, Pierre, “Idéologic stratégique et strategic politiqu de Sociologie, vol. Lxut, 1977, p. 230. 19 Fossaert, R., La societé, Les Appareils, ed. cit, t. 3, pp. 223-235. 20 Las ideas que aqui desarrollamos sobre la especificidad del discurso politico son el resultado de una estimulante discusién con Robin, Regine, en agosto de 1979. , Cahiers Internationaux 128 GILBERTO GIMENEZ ximacién, y en cuanto tal puede ser aislado y es susceptible de ser integrado a una tipologia textual. En el segundo caso se trata de un discurso de contenido axiolégico-estratégico no susceptible de ser integrado a.una tipo- logia textual (porque puede encontrarse en todo tipo de textos) y no impu- table a una clase precisa de aparatos (por su naturaleza transinstitucional). En lo que sigue nos referiremos tinicamente al discurso politico en sentido estricto (El discurso de Ia politica) y trataremos de definir primero sus caracter{sticas formales y Iuego sus relaciones con la realidad extra-textual. La caracterfstica formal mas evidente del discurso de la politica es, a nuestro modo de ver, el predominio casi hasta la hipertrofia de la funcién argumentativa que, como hemos visto, es una funcién inherente a todo discurso. El discurso de la politica es ante todo un discurso argumentado que se presenta como un tejido de tesis, arguments y pruebas destinados a esquematizar y a “teatralizar” de un modo determinado el ser y el deber ser politicos ante un “publico” determinado y cn vista de una intervencién sobre este piiblico. Quizas se debe precisar que esta intervencién no se dirige tanto a “con- vencer” al adversatio, como supone la retérica tradicional, sino a reconocer, distinguir y confirmar a los partidarios, y atraer a los indecisos. Todo ocurre —lice Regine Robin— como si el enfrentamiento ideolégico en el discurso sélo tuviera por funcién el reconocimiento, es decir, una funcién de signo que permite a todos los que deficnden Ios mismos va- lores reconocerse entre si, encontrarse y confortarse en Ja comunién de un mismo grupo; pero no el conocimiento y, menos atin, la persuacién del otro.%t Si toda argumentacién es ya por lo menos implicitamente polémica, la argumentacién. politica tiende a serlo de un modo superlativo y enfatico. “EI discurso politico tiene una base esencialmente polémica. El destinatario, © bien es tomado por adversario, o bien sirve al emisor para refutar: al adversario”= De aqui Ja necesidad de tener simpre en cuenta el discurso antagonista, de anticipar sus objeciones y de desenmascarar al que lo sustenta. “Una de las teglas del discurso polémico es 1a de que se dice siempre en él Jo que son y lo que no son los demas, y no Jo que uno mismo es”.? Toda argumentacién pone en jucgo una determinada estrategia retérico- discursiva, en la medida en que selecciona y ordena determinadas operaciones légico-semanticas en funcién de un objetivo muy preciso. Puede decirse en- tonces que el discurso politico es también un discurso estratégico cuyo obje- 21 Robin, Regine, “Polémique idéologique et afrontement discursif en 1776: les grands edits de Turgot et les remontrances du Parlement de Paris", en el volumen colectivo Langage et idéologies, Paris, Les Editions Ouvritres, 1974, p. 80, 22 Guespin, L., "Problématique des travaux sur le discours politique”, Langages, mim. 23, 1971, p. 2 , J. B, “Eléments pour une analyse contrastive du discours politique”, Langages, nim, 23, 1971, pp. 46-47. EL ANALISIS DEL DISCURSO POL{TICO-JURIDICO 129 tivo es frecuentemente enmascarar las contradicciones objetivas sintagmati- zandolas discursivamente.** Finalmente, el discurso politico manifiesta propiedades performativas. Quien Jo sustenta no se limita a informar o a transmitir una conviccién, sino que también produce un acto, expresa pitblicamente un compromiso y asume una posicién. Asi se explica la fuerza cuasi-material de este tipo de discursos que por una parte reflejan y duplican la correlacién de fuerzas que los avala, y por otra pueden contribuir a modificar, en ciertas circunstancias, el estado de la correlacién de fuerzas, Es lo que J. P, Faye llamaba “efecto de narracién” 25 Por lo que toca a sus condicionamientos extra-textuales, al discurso poli- tico se aplica @ fortiori todo lo ya dicho acerca de la determinacién social del discurso en general. La tesis puede reformularse asf: el extra-texto (es decir, los aparatos ideolégico-politicos y la coyuntura o correlacién de fuerzas considerada en el breve plazo) no constituye sélo el contexto “exterior” del texto politico, sino que se inscribe en él determinado parcialmente su Iéxico, su estrategia discursiva, su género 0 tipo, su sentido preciso y sus peculiari- dades seménticas. Hasta cierto punto, todo es extra-texto en el discurso politico. “Todo es trabajo ¢ inscripcién de la coyuntura, de la relacién de fuerzas” —dice Regine Robin. Todo ¢s utilizable en el discurso politico, Nadie es propietario o admi- nistrador exclusive de los medios discursivos, Todos los enunciados circulan (...). En el caso Iimite, dos grupos politicos pueden emitir en una coyuntura dada los mismos enunciados, mds atin, si queremos exagerar a ultranza nuestro propésito y nuestro razonamiento —el mismo discur- so—, Pese a todo, dichos enunciados o dicho discurso tendrian significados diferentes u opuestos.2* Regine Robin concluye diciendo que hay que invertir el viejo axioma metodolégico: Dime lo que dices y te diré quién eres y cémo 0 dices del siguiente modo: Porque sé quign eres desde dénde hablas y cudndo hablas voy a poder analizar tu discurso, “porque tu discurso politico no es mas que la inscripcién de tu posicién de clase en el campo de las relaciones de {uerza de una formacién social 24 He aqui un ejemplo de sintagmatizacién discursiva de polos objetivamente incom- patibles entre si: “La Iglesia defiende el derecho legitimo a la propiedad privada, pero ensefia con no menor claridad que sobre toda propiedad privada pesa una hipoteca social: que los bienes sirvan a la destinacién general que Dios les ha asignado” (Juan Pablo 11). 28 Faye, Jean Pierre, La critique du langage et son economic, Auvers-sur-Oise, Editions Galilée, 1973, pp. 49-50. 26 Robin, Regine, Le fors-texte dans le discours politique (manuscrito inédito) . 130 GILBERTO GIMENEZ : en un momento determinado, en funcién de esa prosodia oscilante. de enunciados que te permite hacer creible tu argumentacidn. haciendo flecha de todo palo, es decir, utilizando todo —léxico, metaforas, sintaxis....— lo que puede servirte en este momento preciso”.* . Esta concepcién del discurso politico descarta la posibilidad de reconocer a un grupo politico por su vocabulario o su léxico, contrariamente a lo que suponen ciertos estudios de lexicografia politica.* La hipétesis de; que cada grupo politico constituye una microsociedad con un idioma propio no ha podido ser comprobada. Los anilisis demuestran mas bien que-Jas palabras y los sintagmas estereotipados circulan de grupo en grupo, segin las circuns- tancias. Més atin, grupos muy diferentes pueden emplear el mismo léxico y Jos mismos sintagmas segun las coyunturas, No existe un léxico especifica- mente burgués, pequefio-burgués, revisionista 0 proletario, No es posible, por lo tanto, etiquetar politicamente el léxico ni construir una especie de “botanica del discurso” 2 Debe descartarse, por idénticas razones, la pretensién de construir tipo- logias formales del discurso politico, Sobre todo, no puede inferirse las caracteristicas politicas u organizativas de un grupo sélo a partir de un and- isis formal de su discurso.2° La sociolingiiistica politica, que se propone investigar las variaciones con- juntas o no conjuntas entre el universo social y el universo lingitistico, queda muy cuestionada desde este punto de vista. A mi modo de ver —dice Regine Robin—, la sociolingitistica, pese a su enorme éxito en el momento actual, yerra su objeto, si este objeto es la practica discursiva politica considerada como prdctica social dentro de una formacién social, en un momento determinado. La sociolingitistica describe dos universos paralelos establecidos en funcién de problematicas hetero géneas, y posteriormente establece relaciones entre ellos. A mi modo de ver, no se trata de universos paralelos por la sencilla razén de que las practicas discursivas son elementos fundamentales de una formacién social.®* Son estas mismas razones las que excluyen la posibilidad de anilisis con- cebidos segiin el modelo de la “articulacién” entre la serie discursiva y la serie politico-social. La problemdtica de Ja articulacién supone ya constituidas Ibid, Robin, R., concluye de este modo: “En resumen, el discurso politico es un pre-texto, un sub-texto y sobre todo un extra-texto. En cuanto al texto —mas alld de todos nuestros refinamientos analiticos—, el poeta ya respondié por nosotros. Excusen 1a cita en inglés: “words—words—words!!!” 28 Como, por ejemplo, algunos trabajos del Laboratorio de Lexicologia y Textos po- liticos de Saint Cloud, Paris, 29 La expresién es de Faye, Jean Pierre. 30 Como pretende hacerlo, por ejemplo, Dominique, Labbé, en su trabajo: Le discours communiste, Paris, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, 1977. % Robin, R, Le hors-texte, loc. cit, Se encontraré una excelente presentacién de la sociolingiiistica politica en Marcellesi, J. B., Introduction @ la sociolinguistique, Paris, Larousse, 1974. EL ANALISIS DEL DISCURSO POL{TICO-JURIDICO 131 las series articulables y no puede dar cuenta de la determinacién social del discurso en su misma discursividad.** 8. El discurso juridico En los capitulos precedentes también hemos caracterizado parcialmente al derecho como discurso. Para muchos juristas, esta caracterizacién parecerd extrafia y hasta escandalosa, En efecto, el discurso supone, como se ha visto, un contexto de comunicacién y una determinacién histérico-social que remite a lugares objetivos en la trama de las relaciones sociales. Pero éste no puede ser el caso del derecho para quienes estin habituados a tratar el lenguaje de Ia regla como un lenguaje transhistérico, carente de sujeto de enuncia- cién, Ademis, atribuir un cardcter discursivo al lenguaje del derecho equivaldria a admitir que es portador de significados descifrables por métodos diferentes de los de Ja interpretacién meramente juridica. Lo que muchos juristas no estarian dispuestos a admitir.*+ Sin embargo, la naturaleza discursiva del derecho no puede ponerse en duda ni desde el punto de vista formal (como serie de proposiciones enca- denadas) ni desde el punto de vista de Ja determinacién histérico-social.°* Los documentos juridicos y parajuridicos nos suministran discursos, atin si se asume este término en el sentido comtinmente admitido en la prdc- tica de los analistas: “toda comunicacién estudiada no sélo en el nivel de sus constitutivos elementales (la palabra, por ejemplo), sino también y sobre todo en un nivel igual o superior a Ja frase (proposiciones, se- cuencias) ".35 #2 “Quedan todos aquellos que, mis allé de estos impasses, padecen lo que yo Namaria un remordimiento de articulacién. Si se tiene, por una parte, los instrumentos para analizar el texto politico, y por otra el conocimiento de las estructuras sociales 0, mejor dicho, de la formacién social y de la coyuntura, pues hay que articular, articular, Re- conozcamos que éste ha sido nuestro grito de guerra desde hace por lo menos diez afios. Hablamos de interdisciplinaridad 0 de pluridisciplinaridad. Solicitamos reuniones bilate- rales: yo te doy mis estructuras sintacticas y ti me das tu modo de produccién.” Robin, R, Le hors-texte, loc, cit, Ver también a este respecto mi trabajo: “Un nuevo enfoque de Ia semiética literaria”, en Semiosis, revista del Centro de Investigaciones Lingiiistioo- literarias de 1a Universidad Veracruzana, nim, 3, 1980. 23 “Lo juridico tiene Ja pretensién y 1 poder de pesar regularmente nuestros actos y muestras existencias en la balanza de las codificaciones... De donde el asombro y la irritacién de los juristas cuando se percatan de que el no jurista trata de comprender y de comentar su propio discurso. gInquietud ante la posibilidad de perder el terreno que les estaba reservado? ,Arrogancia de especialistas? Poco importa, Esta situacién de bloqueo de un campo por aquellos que lo ocupan constituye una de las mayores difi- cultades para quienes se arriesgan a analizar el funcionamiento de Jo juridico sin per- tencer ja la cofradia! Pero poco importa”. Vignaux, G., “Argumentation et discours de Ja norme”, Langages, ntim. 58, marzo de 1979, p. 67. 31 Ver capitulos 1m y 1v de este mismo trabajo. 85 Arnaud, A. J., “Du bon usage du discours juridique”, Langages, mim. 53, 1979, p. 119, 132 GILBERTO GIMENEZ Resulta indudable, a simple vista, el cardcter discursive de ciertas prdc- ticas juridicas (discursos sobre el derecho 0 a propésito del derecho, discursos jurisprudenciales...). Pero parece dificil admitir que un articulo de un cédigo, por ejemplo, constituya por si solo un discurso, “Pero en este caso el error constitiria en considerar aisladamente un articulo de un cédigo. Esto serfa lo mismo que ocuparse de una frase extraida de su contexto. El discurso del derecho es toda la ley”.% Sabemos que la concepcién de las normas como proposiciones que conectan predicados juridicos con sujetos juridicos, asi como la concepcién del con- junto de las normas como un ‘sistema cuasi-axiomético de proposiciones légicamente encadenadas entre si, proceden histéricamente de las preocupa- ciones légico-matematicas de Leibniz que han ejercido una enorme influencia sobre la técnica de la codificacién juridica.* Esta concepcién cuasi-axiomatica de Ja ley perdura hasta nuestros dias en aquellos juristas que estarfan dispuestos a conceder que el derecho es un discurso, pero un discurso légico-formal, como el de la ciencia. Para los légicos normativistas, por ejemplo, el discurso del derecho se caracteriza por su forma explicitamente normativa, por la univocidad de sus concep- tos** y por su organizacién textual que responde a los principios fundamen- tales de la légica formal: axioma, definicién, deduccién.* Pero las investigaciones mas recientes han demostrado, por una parte, la necesaria imprecisién 0 indeterminacién seméntica de los términos y de los sintagmas juridicos conforme se asciende en Ja jerarquia normativa (no como un “defecto”, sino como un “aspecto esencial del derecho”); #° y por otra Ia infraestructura de implicitos (paradigmaticos y discursivos) que hilvanan de modo invisible a todo el sistema normativo.* Ademds, la “ldgica juridica” en la que se complacen los juristas no se diferencia mucho de la légica de sentido comtin que gobierna nuestro len- guaje cotidiano (por oposicién a los lenguajes formales de los que se ocupan los légicos) y esta muy lejos de reducirse a la sola “Idgica deéntica”.? El jurista razona tanto sobre hechos como sobre normas, y sus razonamientos no son sdlo deductivos —a la manera de la légica deéntica—, sino también reductivos, analégicos y hasta estadisticos.** La consecuencia es clara: el discurso jurfdico no puede asimilarse al dis- 38 Thid., p. 119. 31 Tarello, Giovanni, Storia de ta cultura giuridica moderna, op. cit., vol. 1, pp. 138 y ss. 38 Septin Soler, Sebastidn, cuando las palabras del lenguaje ordinario son asumidas por Ia ley, pierden su imprecisién caracteristica y sufren modificaciones que las tornan operativas, definidas, cuantificadas, tipicas y constitutivas. Cf. Soler, 8. Las palabras de la lev. México, Fondo de Cultura Eoonémica, 1969. Ver la critica de esta concepcién en Cardoso da Cunha, Rosa Maria, O cardter retérico do principio de legalidade, Porto Alegr Editora Sintese, 1979. pp. 75 y ss. 3° Cf, Bourcier, D., “Information et signification en Droit”, en Langages, mim. 58, 1979. r. 10, 40.71, Mackay, Ejan, “Les notions floues en Droit”, Langages, niim. 58, 1979, pp. 33-50. 4 Pourcier, D., art. cit., pp. 13-15. 4 Vignaux, G., art. cit, p. 68. 43 hid. EL ANALISIS DEL DISCURSO POL{TICO-JuR{DICO 138 curso cientifico que emplea lenguajes rigurosamente formalizados, sino mas bien al discurso retérico-argumentativo del lenguaje natural (aunque éste sea un lenguaje relativamente tecnificado) . Todo discurso juridico, tratese de la elaboracién o de la interpretacion dei derecho, debe considerarse como discurso argumentado y, por lo tanto, organizado en vista de un proyecto que el discutso negocia frente a una audiencia particular o general, habida cuenta de Jos valores que le sir- ven de pretexto para fundamentar sus enunciados normativos. Lo que significa en primer lugar que este discurso debe considerarse como cons- tituido por estrategias que asumen una apariencia logica y estén destina- das a inducir y regular el juicio colectivo sobre una situacién o un objeto. (...) No se puede ignorar entonces al sujeto que articula estos discursos, ni las condiciones sociales que suscitan y aseguran su despliegue.** Este cardcter retérico-argumentativo es inmediatamente visible en los dis- cursos sobre la norma o a propésito de la aplicacién de la norma (discursos de Ia dogmatica juridica, discursos jurisprudenciales, decisiones de justicia, ordenanzas, convenciones juridicas internacionales, etcétera) ; pero puede en- contrarse también, aunque en forma implicita y con menor evidencia, en los cédigos. En todo caso, el discurso de la norma puede considerarse siempre como la cristalizacién normativa de un discurso legisferante de caracter indudablemente argumentativo. Como lo han comprendido desde hace tiempo los juristas mas dogmaticos, un discurso legal sobre una institucién juridica precisa est4 constituido por el conjunto de trabajos preparatorios cuyo resultante ¢s Ia ley, del mismo modo que la conclusién de un discurso no es mds que el resultado de la argumentacin que le precede, En los tiempos de Ia éxegesis mas pura. cuando los juristas querian indagar el sentido de Ia ley se remontaban a Ia exposicién de motivos, a las discusiones de Jos relatores y a los debates ante las asambleas parlamentarias.** 4. El discurso politico-juridico: método de andlisis Entendemos por discurso politico-juridico, en primera aproximacién, todo discurso que retina simulténeamente las condiciones propias del discurso politico y las del discurso juridico, © de una manera més precisa: el discurso politico-juridico es una clase de discursos producidos dentro de la “escena politica” que se refieren, grosso modo, a Ja estructura y a la organizacién juridica fundamental de) poder de Estado. Se trata de una clase de discursos que vehiculan “mitos estatales” y recubren el campo conceptual del que se ocupan habitualmente los cons- titucionalistas y Ios tedricos del Estado, EI discurso politico-juridico por antonomasia es el discurso constitucional. 44 Tbid., p. 69. 45 Arnaud, A. J., art. ci p. 19. 134 GILBERTO GIMENEZ ste representa, en efecto, el arquetipo del discurso del poder dominante estatalmente entronizado, y su contenido expresa la juridificacién actual de las relaciones politicas de dominacién. Pero pertenece también a este mismo género el discurso de los debates ideolégico-politicos que constituyen los precedentes mediatos o inmediatos de una codificacién constitucional. Este discurso es prenormativo y solo virtualmente juridico, en la medida en que propugna modelos de organiza: cién juridica del Estado sélo en términos de proyecto 0 programa. El método de anilisis de este tipo de discursos se desprende naturalmente de la manera en que lo hemos definido y caracterizado. Como toda constitu. cién (formal) representa la culminacién y a la vez la cristalizacién normativa (en forma de pacto o de compromiso) de un largo debate ideoldgico previo entre diferentes partidos y facciones —debate frecuentemente ligado, como hemos visto, a situaciones de crisis politica general—, el anilisis del discurso politico-juridico debe comprender las siguientes fases: 4) Fase preconstituyente: seguimiento y andlisis de las luchas ideolégico- politicas en torno a una problemética constitucional, que puedan conside- rarse como antecedentes mediatos de una determinada codificacién cons tucional. b) Fase constituyente: seguimiento y anilisis de los debates ideolégico- politicos que constituyen los antecedentes inmediatos de una determinada codificacién constitucional; ¢) Fase de codificacién constitucional: contextualizacién y analisis de los documentos formales que fijan normativamente la estructura y organizacién fundamental del poder y de los Aparatos de Estado; d) Fase de la vida constitucional: seguimiento y anélisis de las sucesivas interpretaciones del texto constitacional, asi como de sus enmiendas y adi- ciones, todo ello en funcién de las nuevas situaciones y de los nuevos des- plazamientos de Ia relacién de fuerzas sociales. E] conjunto de estas fases constituye lo que puede Iamarse un ciclo cons- titucional, La metodologia para el andlisis del discurso politico-juridico en sus dos primeras fases no ofrece, en principio, dificultades insuperables. Se trata de discursos politicos en torno a una problematica constitucional que deben analizarse de un modo congruente con el paradigma tedrico que hemos disefiado para esta clase de discursos, Una metodologia se define, precisa- mente, como la organizacién estratégica de ciertas técnicas en funcién de una teorfa y en vista de un objetivo de investigacién cientificamente perti- nente.46 En nuestro caso, la postulacién tedrica de la indisociabilidad entre el discurso politico-juridico y sus condiciones histérico-sociales de produccién impone los siguientes niveles de andlisis con sus correspondientes implica- ciones técnicas: a).Reconstruccién histérica y andlisis del sistema de aparatos ideoldgico- 4° Cf, Haroun Jamous, “Technique, méthode, épistemologie”, en Epistémologie socio- logique, ntim. 6, 1968, pp. 21-38. EL ANALISIS DEL DISCURSO POLiTICo-JuRIDICO 135 politicos que delimitan la “escena politica” dentro de la cual se inscribe el discurso; b) Reconstruccién histérica y andlisis de la coyuntura politica que deter- mina el discurso y a la vez se inscribe en él (entendiéndose por coyuntura un desplazamiento significativo de la correlacién de fuerzas sociales en el breve plazo, a raiz de un acontecimiento desencadenante que funciona fre- cuentemente’ como revelador de las contradicciones sociales hasta entonces latentes) ; c) Anilisis de la dimensién formal del discurso (en el plano lingitistico, semiético 0 argumentative) como’ producto y sintoma de las condiciones extra-textuales anteriormente sefialadas. Aunque rigurosamente indisociables, estos diferentes niveles de andlisis implican’ téthicas especificas que aqui s6lo podemos detallar someramente. En lo que se refiere al estudio de 16s aparatos, remitimos en primerisimo lugar a la magistral reformulacién tedrico-metodolégica de Robert Fossaert (cuya: sinopsis ‘hemos presentado en el capitulo IL,‘ y, quizds, a algunas de las perspectivas metodoldgicas abiertas por el llamado anilisis institucional.** Se trata, en resumen, de reconstruir minuciosamente el marco institucional det debate idcoldgico-discursivo que se quiere someter al anilisis. Veamos un ejemplo. El célebre debate entre la Audiencia y el Ayunta- miento de México en 1808 en torno al ejercicio de la soberania en la Nueva Espafia a raiz de la invasién de Ja Peninsula, adquiere plena inteligilidad s6lo si se lo refiere al sistema de aparatos caracteristicos de la sociedad novohispana hacia fines del siglo xvin: un “micleo” o dispositive central constituido por el virrey y el Real Acuerdo, dependiente, a su vez, de los aparatos coloniales de la metrépoli y monopolizado por una clase “reinante” y “servidora” constituida exclusivamente por funcionarios espafioles; una importante red: de aparatos de asuntos locales, los municipios, controlados principalmente por criollos letrados, y un aparato ideoldgico dominante, la Iglesia, que funciona como AIE a la sombra del subpatronato virreinal y detenta el monopolio de la educacién y del sistema de legitimacién poli- tica. Este wltimo aparato aparece también controlado, sobre todo en su vértice, por eclesiisticos peninsulares. La naturaleza ideologico-institucional del Ayuntamiento, considerado tra- dicionalmente como érgano representative del “pueblo” y como vocero de Jos vasallos ‘ante.el soberano, determina, entre otras cosas, el género y la “teatralidad” retérica peculiar de su discurso: la “representacién” 0 “pedi mento” ; # asi como Ia naturaleza idéoldgico-institucional de la Audiencia como suprema instancia politico-judicial, determina el tono legalista, repre- sivo € inquisitorial de sus fiscales y ‘oidores. En lo que respecta al andlisis de las coyunturas politicas, resulta indispen- 41 Fossaert, Robert, La societé, t. 8, Les Appareils, ed. cit. 48 Cf. Lapassade, Georges y Lourau, René, Clefs pour la sociologie, Paris, Seghers, 1974 (hay traduccién espafiola). 48 Cf. Miranda, José, Las ideas y las instituciones politicas mexicanas, México, U 1978, pp. 127-188. ‘AM, 136 GILBERTO GIMENEZ sable el recurso a los clisicos del marxismo,® pero sin excluir ciertas contri- buciones de la ciencia politica més reciente.* No deja de ser particular. mente sugestiva la aplicacion de ciertos instrumentos semidticos al andlisis de las relaciones de fuerzas. El modelo actancial de Greimas,*? por ejemplo, permite detectar con mayor precisién el sistema de actores sociales confron- tados en Ia escena politica, sus objetivos estratégicos y coyunturales, y sus aliados y oponentes actuales o virtuales. Hasta se podria definir semidtica- mente una coyuntura critica como 1a convergencia de las pretensiones (la quéte de Greimas) de diferentes actores sociales sobre un mismo objeto (el “objeto-valor” de Greimas) en un mismo lugar y tiempo. O como la colisién de proyectos inconciliables de diferentes actores sociales en un mismo lugar y tiempo.** E] anélisis conducido en estos términos permite construir un cuadro de compatibilidad 0 incompatibilidad de intereses que indica grosso modo la orientacién probable de las alianzas y de Jos antagonismos. He aqui, por ejemplo, el cuadro de intereses confrontados que determinaron en gran medida las estrategias discursivas en el debate politico-juridico de 1808: (La Metrépoli) (La Iglesia, la Comisionados de. ¢—————_—- Inquisicién) la junta de Sevilla La Audiencia t “ft b= El Virrey El ayuntamiento (EI Ejército) de México {Criotlos letrados) Comerciantes de México y Veracruz (E! capital mercantil) 50 Cf. de modo particular Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, vol. 1, op. city pp. 1578-1589. 1 Cf. de modo particular Joxe, Alain, Socialisme et crise nucléaire, Paris, L’Herne, 1973 y también cl ntim, 25 (1976) de la revista Communications, consagrado a la nocién de crisis, Consiiltese igualmente Revista Mexicana de Sociologta, mim. 1, enero- marzo de 1979 (ntimero especial consagrado al andlisis de coyuntura). 32 Cf. Greimas, A. J., Sémantique structurale, Paris, Larousse, 1966, pp. 172-221 (hay traduccién espafiola, Edit. Gredos); Du sens, Paris, Seuil, 1970, pp. 187-183; “Les actants, les acteurs ct les figures", en el volumen colectivo Sémiotique. narrative et (extuelle, Paris, Larousse, 1973, pp. 161-176. Se encontrari una presentacién somera del_modclo actancial de Greimas\ en mi trabajo: “Lingiiistica, semiologia y andlisis ideolégico de la literatura”, en el volumen colectivo Literatura, ideologia y lenguaje, ed. cit, pp. 291-808. 28 Cf, Delahaye, Yves, La frontiere et le texte, Paris, Payot, 1977, pp. 164-179. EL ANALISIS DEL DISCURSO POLITICO-JuRIDICO; 137 (Las lineas continuas indican la compatibilidad de intereses; las lineas discontinuas’ indican las incompatibilidades. Entre paréntesis, las fuerzas sociales de apoyo.) Pasemos ahora a los problemas que plantea el andlisis formal del discurso, previamente situado institucional y coyunturalmente del modo susodicho. Estos problemas se reducen a dos: a) gCémo construir un corpus significative, representativo y suficiente- mente homogéneo a partir de la masa de documentos producidos dentro de una fase determinada del ciclo constitucional? ) de la. Nacién” monifestada en a la ley sucesoricr IMP oe IMP c Muerte civil del i Abdicacién nula soberano: Cc c Lealtad y fide- Pedimento de la ciudad: que lidad de ta ciudad c entre en ejercicio la soberania en e! pasado, en “> residual de la “Nacién" que el presente y implica la “‘interesencia” del en el futuro. Ayuntamiento. Este diagrama ilustra bien el caracter fuertemente orientado del discurso: todo confluye,, por via de consecuencia, en la proposicién (‘“pedimento”) de un determinado modo de ejercicio de Ja soberanfa que incluya la parti- cipacién de la ciudad junto a las demas instituciones tradicionales del go- bierno virreinal, El punto de partida es Ja calificacién juridico-moral de los dos hechos principales que definen la crisis de la Peninsula: el secuestro 9 Ibid. 148 GILBERTO GIMENEZ virtual de la familia real y la abdicacién colectiva de sus miembros. Esta calificacién (secuestro = muerte civil; abdicacién involuntaria = abdicacién nula) exige movilizar un determinado repertorio juridico-doctrinal que per- mita hacer frente a la situacién asi calificada e interpretada (los “derechos de la Nacién” y Ja “voluntad de la Nacién” manifestada en la ley de mayo- razgo). Este repertorio doctrinal funciona como un referente intradiscursivo que fundamenta los juicios de valor emitidos sobre la situacién, las personas y los hechos, asi como las inferencias realizadas. cj Identificacién de las estrategias discursivas, Entendemos por estrategia discursiva la seleccién y el orden de las operaciones ligicas y modales apli- cadas a Jas series de argumentos agrupadas en funcién de sus respectivos objetivos discursivos, En realidad, la “gramdtica de argumentos” ya permite apreciar global- mente Ia estrategia Idgica y conceptual de] discurso. Pero es posible afinar atin mas el andlisis ampliando su registro (es decir, considerando también Ias operaciones modales, Jas aspectuales y las temporales), y reduciendo su escala al nivel de cada uno de los objetos discursivos. En el discurso de Azcérate, por ejemplo, la estrategia légico-conceptual con respecto al objeto “‘constitucién de la Monarquia espaiiola” consiste en interpretar Ja ley sucesoria (o de mayorargo) como expresién de la voluntad de la Nacién. La “Nacién” funda el mayorazgo, establece el orden de sucesin, Hama a una determinada dinastia, confia el mayorazgo al rey, concede el derecho sucesorio a sus descendientes, recupera provisoviamente a soberanfa en caso de “muerte civil” del soberano, y la devuelve a algunos de sus descendientes en caso de que dicha “muerte civil” sea irreversible, En algunos discursos, las estrategias a base de modalizaciones dednticas (debe ser, tener que ser, estar permitido, etcétera) desempefian un papel esencial; en otros, existe todo un juego estratégico de temporalizacién (antes, ahora, después) . En el célebre discurso de Jorge Castafieda en la XVII Reunién de Con- sulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, puede encontrarse un notable ejemplo de organizacién temporal in crescendo de los argumen- tos que componen y dan contenido al objeto: “acontecimientos de Nicara- gua”: Aver ———__—> Violacién masiva, flagrante, persistente | y sistemdtica de los derechos humanos. Hoy ———_—_—————> Situacién en deteriora: fiticidio. En los dltimos Bombardeo sistematico y destruccién masiva ——__— é tiempos de barrios pobres en las‘ciudades. Anoche ——————~=——-» Asesinato a mansalva y sin provocacién de un periodista estadounidense y su intérprete. EL ANALISIS DEL DISCURSO POL{TICO-JURIDICO 149 Esta estrategia permitié “presentificar” de una manera dramAtica, impac- tante y, vivida la barbarie somocista ante los ojos y la sensibilidad de los cancilleres_latinoamericanos. Con esto hemos terminado de resefiar los pasos fundamentales del andlisis sintagmatico. Pasemos ahora al andlisis paradigmdtico del discurso argumentativo. El objetivo de este andlisis es, como queda dicho, la identificacién y explicita- cién de las representaciones colectivas que subyacen de un modo general- mente implicito en la argumentacién. Estas representaciones sociales funcionan en el discurso como “axiomas” preconstruidos que no requieren justificacién ni estén destinados a la comu- nicacién, aunque constituyan el presupuesto necesario de 1a comunicacién. Para que una proposicién tenga valor de principio, explicaba Aristételes en los Tépicos, es suficiente que en las condiciones concretas del debate dialéctico y en el medio en que se desarrolla, ella sea reconocida como tal y que se imponga con evidencia y autoridad en virtud de su propio con- tenido.® El “efecto de verosimilitud” en el discurso depende en gran medida de esta “axiomdtica” ideolégica. Por eso su andlisis suele amarse también andlisis de lo verostmil en el discurso. Entendemos por “verosimil” de un texto todo aquello que mima la ver- dad y asume la apariencia de Ja realidad misma en dicho texto. Explicite- mos esto. El texto parece sumido en una contradiccién desde el momento mismo en que hace referencia al mundo, Por una parte, en efecto, se distingue del mundo por el hecho de constituir un sistema auténomo de signos en el que los elementos significativos se encuentran en correlacién reciproca, Pero, por otra parte, se da como representacién de lo real, como si las significaciones por 1 vehiculadas emanaran directamente de la rea- lidad_ misma. La “axiomitica de lo verosimil” se presenta generalmente en el texto bajo las siguientes modalidades: —En forma de definiciones implicitas o explicitas diseminadas en el texto y frecuentemente introducidas por medio de la relativa explicativa (v.g.: “... la potencia moderna que es, como Io sabéis muy bien, la de Ja econo- mia) ; —En forma de giros impersonales que borran Ia presencia del sujeto de enunciacién en el discurso y orientan Ja atencién hacia la “realidad objeti va" presentada como un sistema de evidencias (“se trata de...”, “ “por eso...” “es decir..”, “hay esto y aquello’, “es verdad que. ciente que...) ; % Lascoumes, Pierre y otros, art. cit., p. 128. % Fossion, André y Laurent, Jean-Paul, Pour comprende les lectures nouvelles, Paris- Glembloux, 1978, p. 98. 150 GILBERTO GIMENEZ —En forma de procedimientos de énfasis (afirmaciones tajantes subraya- das por expresiones tales como “ciertamente”, “en todo caso”, sin ninguna duda”, etcétera; o por los superlativos) ; —En forma de un sistema de normas introducidas en forma implicita 0 explicita; En forma de asertos avalados por alguna autoridad, como la sabiduria popular, el sentido comtn, la ciencia, determinados autores, etcétera (“como todos saben”, “como dijeron nuestros mayores”, cualquiera que esté en su sano juicio sabe que”, “la Iglesia siempre creyd que”, etcétera) ; En forma de preconstruidos o de presuposiciones que constituyen el “fon- do de evidencias” que se suponen compartidas por el destinatario del dis- curso. Sea la siguiente proposicién: las desigualdades naturales.” En esta proposicién, el sintagma “desigualdades naturales” funciona a la vez como un pre-construido que se asume como material de una nueva cons- truccién (son compensadas por Ia justicia), y como una presuposicién que contiene una informacién adicional implicita no destinada a la comunicacién, porque se la supone compartida por el interlocutor: “existen desigualdades naturales”. Los fenémenos de la presuposicidn y de la construccién permiten hacer pasar sin discusién alguna determinados contenidos ideoldgicos, como si fueran objeto de un consenso universal.’ Siguiendo la metafora de la axiomatica, podria distinguirse los “axiomas” (proposiciones no justificadas, que se presentan como principios natural- mente evidentes y universalmente aceptados) de los “teoremas”, que son juicios que se presentan con cierto estatuto de generalidad y como conse- cuencia © derivacién Idgica de otros principios (axiomas 0 teoremas) més generales previamente introducidos en el discurso. Asi, por ejemplo, la tesis del Ayuntamiento de México en 1808, segiin la cual la soberania retorna provisoriamente a la “Nacién” en caso de “muerte civil” del soberano, es un “teorema” derivado de un postulado constitucio- nal medieval: el pacto primigenio entre soberano y vasallo. El andlisis paradigmatico de las representaciones sociales contenidas en el discurso no se limita al registro lineal y cronoldgico de sus “axiomas” y “teoremas” ideolégicos, sino que debe comprender también un intento de formulacién de las leyes ideolégicas que en un determinado corpus hacen posible su movilizacién y funcionamiento efectivo mediante operaciones 16- “La justicia tiene por funcién compensar ®5 Sea, por ejemplo, la proposicién siguiente: “X se habia preguntado si su. mujer tenfa amantes; lo que le hubiera parecido natural”. Esta proposicién contiene implicita- mente un valor que se presenta como general: “una mujer casada no debe tener aman- tes". Y también un valor de caricter particular: “la mujer de X pertenece 2 la clase de mujeres casadas que pueden tener amantes”. (Este ejemplo ha sido tomado de Portine.) 96 A propésito de preconstruidos y presuposiciones ver, entre otros, Robin, Regine, Histoire et linguistique, ed. cit., pp. 106-107. Pero, sobre todo, Ducrot, Oswald, Dire et ne pas dire, Paris, Herman, 1972. 97 Robin, Regine, Histoire et linguistique, ed. cit., p. 107. EL ANALISIS DEL DISCURSO POLETICO-JURIDIGO 151 gicas que remiten a argumentos ya adelantados en diferentes momentos del discurso. Esta formulacién debera referirse a cada uno de los objetos dis- cursivos. He aqui, por cjemplo, algunas leyes ideolégicas espigadas por Vignaux’* en un corpus de articulos periodisticos que tratan del famoso affaire Buffet- Bontems (1971-1972) en Francia, Son articulos aparecidos a raiz del sonado proceso seguido a dos reclusos de una cércel de Clairvaux que se amotina- ron y luego asesinaron a dos funcionarios de la institucion previamente secyestrados por ellos. Objeto: La sociedad. Sl. La sociedad debe defenderse enérgicamente, de lo contrario la violencia, la delincuencia y la criminalidad acabarén por destruirla. $2. La condena ciega y pesada no constituye una verdadera proteccién para la sociedad, $8. La sociedad es la verdadera responsable de la violencia y de Ia delin- cuencia. Objeto: Violencia, criminalidad VI. Hay criminales que son en realidad bestias, monstruos perversos y de- mentes peligrosos que deben ser eliminados, porque son irrecuperables. V2. Existe un factor hereditario en el crimen y en Ia violencia. V3. Los delincuentes y criminales son seres daftinos, indiferentes a los de- mis y carentes de sensibilidad. Objeto: Pena de muerte MI. La pena de muerte tiene valor de ejemplo. M2. El crimen debe ser castigado con la muerte. M8. La no aplicacién de la pena de muerte significa su desaparicién del cédigo. Objeto: La justicia JI. La justicia funciona mal. J2. Los magistrados son muy severos. J. La justicia debe substraerse a Ia influencia de la opinién piblica. *8 Lascoumes, Pierre y otros, art. cit., pp. 149-150.

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