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Como respuesta, abri ella los ojos levemente, con una mirada vaca... La
mirada se le fue avivando progresivamente, como la luna va encendindose por la
tarde, hasta lucir esplendorosamente en su faz.
Djame ver el tatuaje dijo, hablando como en sueos, pero con un dejo
de autoridad en la voz. Al darme tu espritu, has tenido que hacerme muy bella.
Antes tienes que baarte para que aparezcan los colores susurr
Seikichi compasivamente. Me temo que va a dolerte, pero s valiente otro poco.
Puedo soportar cualquier cosa por la belleza.
A pesar del dolor que le recorra el cuerpo, sonri.
Cmo pica el agua! Djame sola espera en la otra habitacin! No me
gusta que un hombre me vea sufrir as.
Al salir de la tina, demasiado dbil para poder secarse, la muchacha ech a
un lado la compasiva mano que Seikichi le ofreca y se dej caer al suelo en una
agona, quejndose como presa de una pesadilla. El despeinado cabello le colgaba
sobre el rostro en salvaje maraa. Las blancas plantas de sus pies se reflejaban en
el espejo que haba detrs de ella.
Seikichi estaba asombrado del cambio que haba sobrevenido a la tmida y
sumisa muchacha del da anterior, pero hizo lo que le haba dicho y se fue a esperar
en el estudio. Alrededor de una hora despus volvi, cuidadosamente vestida, con
el empapado y alisado cabello cayndole por los hombros. Apoyndose en la
barandilla del balcn, mir al cielo levemente brumoso. Le brillaban los ojos, no
haba en ellos ni una huella de dolor.
Me gustara ofrecerte tambin estas pinturas dijo Seikichi, colocando
ante ella los kakemonos. Cgelas y vete.
Todos mis antiguos temores se han desvanecido y t eres mi primera
vctima! Le lanz una mirada tan brillante como una espada. Una cancin de
triunfo sonaba en sus odos.
Djame ver de nuevo tu tatuaje suplic Seikichi.
Silenciosamente, la muchacha asinti y dej resbalar el kimono de sus
hombros. Precisamente entonces su espalda, esplendorosamente tatuada, recibi
un rayo de sol y la araa se coron en llamas.