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Cariruco XXXII DERECHOS PROCESAL Y PENAL. A) Intropucci6N 8111S. Norwas covsrrrocronaces. — Bl art. 18 de la Const. nacional establece: “Ningin habitante de la Nacién puede ser pe- nado sin juicio previo fundado en Icy anterior al hecho del proce- 50, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra s{ mismo; ni arrestado sino en vir- tud de orden escrita de avtoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. EI domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y fos pa- peles privados: y una ley determinard en qué casos y con qué justi- ficatives podrd procederst a su allanamiento y ocupacién, Que- dan abolides para siempre la pena de muerte por causas politicas, toda especie de tormento y los azotes. Las cérceles de 1a Nacion serén sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a preiexto de precaucién conduzca a moriificartos més alld de lo que aquélla exija, hard res- ponsable al juez que la autorice” Esta norma incluye preceptos de derecho constitucional pro SH Gue'El cokettuyente, bot so smmotaners pars et ined pall ‘Sonetitucign) 'y de uerecho conmeinccional 856 ESTATUTO DE 105 DERECHOS tales por el constituyente y, por ello, insertados en la Constitu- cin). Dentro del derecho constitucional procesal, algunos autores -como Fix-Zamudio- incluyen también preceptos constitucionales tendientes a lograr una eficiente e imparcial accién de la judicatu- ra, ya que tedundan en un mejor sistema para los justiciables. y que hemos tratado anteriormente, bajo cl rétulo de “garantfas de actuaciGn” (ver § 601 y siguientes). § 1116. Reotas net Pacro DE Say Jost of Costa Rica.— A su vez, esta Convencién (rata més largamente el tema, en los arts, Pa 10. B) Dexeco cONsTITUCIONAL PROCESAL § 1117, Dena proceso “anyervo” ¥ “susranrivo”. ~ Cuan- do el art. 18 de la Const. nacional menciona el juicto previo como exigencia para imponer sanciones penales y (en general) a la in- violabilidad de “la defensa en juicio de la persona y de los dere- chos", esté refiriéndose al principio del debido proceso adjetivo, o sea, al que exije cumplimentar ciertos recaudos formales, de trémni- te y de procedimiento, para llegar a una definiciGn, mediante ta sentencia, de una itis. Pero tambign existe otro concepto, el del debido proceso sus- tantivo, que reliere a la necesidad de que las sentencias (y tam- bién, en general, fas normas) sean valiosas en si mismas, esto es, que sean razonables, Ello alude 4 un aspecto de fondo 0 de con- tenido de la decisién. El principio del debido proceso sustantivo es también una garantfa constitucional innominada (Linares), ubi- cable en el grupo de los derechos no enumerados (art. 33, Const, ‘racional), detectada por la jurisprudencia estadounidense y'acepta- da por la nuestra (ver § 1183) $1118. Amerro pe vausoez Det anriceto 18 pe ta Covsritex ros. ~ Cabe preguntatse si las reglas sobre defensa en juicio y de- bido proceso emergentes det art. 18 de la Const. nacional tienen aplicacién en cualquier fuero, 0 se ciscunseriben al penal. DERECHOS PROCESAL ¥ PENAL. 857 La orientaci6n genérica de la Corte es que las normas sustan- ciales de la garantie de la defensa deben ser observadas en todos los proceses, sin que quepa diferenciar causas criminales, juicios especiales, procedimientos ante tribunales administrativos, ¢ inclu- so causas.seguidas en la jurisdiccién militar ("Lopez™, Fatlos, 310:1797). Aunque deba tenerse en cuenta la naturaleza particu- lar de cada proceso ("BID", Fallos, 325:1649). A su turno, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso “Tribunal Constitucional del Pera”, ha sostenido que las reglas del art. 8° del Pacto de San José dc Costa Rica, relativas al proceso penal, rigen minimamente y. en general, en todo proceso donde se determinen derechos y. por ende, también en el orden ci- vil, laboral, administrativo, fiscal ¢ incluso en el “juicio politico”. § 1119. Funciow be cas woRwas Procesaves. ~ En principio, coresponde a éstas regiamentar y hacer efectivas las garantias constitucionales del debido proceso y defensa en juicio (“Renell Emmet", Fallos, 303:232), por lo que se presumen sancionadas en favor de los justicicbles (*Bartra Rojas", Failos, 305:913) En la tarea de reglamentacién de los principios constituciona- les, 1a ley debe compatibilizar et ejercicio de los dercchos de to- dos los intervinientes en el juicio, con el interés social que existe en la eficacia de a justicia (“Frigorifico Swift”, Fallos, 286:257). § 1120. Arucactow nvmsoraTa ne CAS Leves Pocesates, ~ Una jurisprudencia habitual de la Corte Suprema entiende que la facul- tad de cambiar las leyes procesales es un “derecho que pertenece @ la soberania” (“Astrada", Fallos, 163:231), y que nadie tiene un derecho adquirido 2 ser juzgado por un determinado procedimiento (Saint Hnos.”, Fallos, 249:343). "Por ello, no hay un derecho cons- titucional a ser juzgado segin las normas procesales vigentes al producirse el hecho que motiva un proceso, penal o civil. En re- sumen, las nuevas reglas procesales pueden ser aplicadas de inme- diato 2 las causas existentes (“Junta Nacional de Granos”, Fallos, 274:64; “Sopeiia”, Fallos, 275:459; “Fernandez”, LL, 1984-D-499, entre otros). La doctrina judicial vigente s diseutible. Es factible que la ley procesal en vigor cuando ocurrié el hecho sea para el acusado 858 ESTATUTO DE LOS DERECHOS. més provechosa que la actual (p.ej.. por concederle mis plazo para la defensa, o restringir ciertos términos 0 probanzas para la acusa- ‘ién), caso en el cual bien podria hablarse de un derecho adguir do a ser juzgado por la notma primitiva y no por la reformada § 1121. Denecno a ca seispiceion. El derecho judicial ar- Bentino ha deducido del derecho constitucional 2 la defensa en jv Gio (es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los dere chos"), el de contar con la posibilidad de ocurrir ante los tribunales de justicia y obtener de ellos una sentencia iil (“Sentos", Fatlos, 307:282; “Christou", Fatlos, 308:155; “Morifia’, Fallos, 311-682, ¥ “Esp6sito”, Fallos, 324:4135). En consecuencia ha dicho la Cone que es inconstitucional privar a alguien, compulsivamente, de Is imervenein de un tibunal de justia Marchisio". Palos, Actualmente se habla de un derecho de acceso a la justicia, que involucra, ademés de la real posibitidad de ser recibido por un tribunal, contar con los medios para asi hacerlo, incluyendo aseso- ramiento adecuado. Si no existe la posibitidad que comentamos, el habitante se halla en un supuesto (inconstitucional) de privacién de justicia ("Pero Fallos, 307:966), que puede dar lugar a la intervercién de Ja Corte Suprema (ver § 747, ¢). El tribunal de justicia al cual se puede presentar cl interesado debe sex imparcial e igual para todos (“Colombo Muna”, Fallos, 310:2342), Esta directriz, que a Corte reputa igualmente deriva: da del art. 18 de ta Const. nacional, autoriza a que el justiciable tes, dei, quien 4 presenta os convoeado por un ibunal) pueda ir ta separacién de los m: i i perl sepaccin agistrados no imparciales (procedi El ejercicio det derecho a la jurisdiccién se combina, como subraya Bidart Campos, con el principio de la tutela judicial efec diva, el que no se cumple -en particular en el fuero penal, pero con proyecciones bésicas también a otros dmbitos-- si por indigen. cia no hay posibilidad real de acudir a los tribunales, por ejem. plo, por no contar con los medios econémicos para afrontar el pro- eso jugicial. Tampoco habria tutela judicial efectiva si existe en un pais un temor generalizado por parie de los abogados de asuimit DERECHOS PROCESAL ¥ PENAL 859 determinadas causas (p.ej., concernientes a personas acusadas como subversivas). La Corte Interamericana de Derechos Huma- nos, en st opinién consultiva 11, del afio 1990, concluyé que sien tuna nacién se dan tales circunstancias negativas, el afectado po- dria ocurrir ante la jurisdiceién supranacional sin necesidad de agotar los tcémites internos, cuyo ténsito, ante ta ineficacia del sistema tribunalicio local, seria superflvo Con relacién al régimen de mediacién impuesto obligatoria mente por ley 24.573, la Corte Suprema ha concluido que no vio- lenta el dececho constitucional de acceso a ia justicia, porque, de ro resultar exitoso tal trémite, el interesado puede promover la ac- cién judicial que quiera. El mediador, por lo demés ~explicé el alto tribunal-, no ejerce funciones de naturaleza jurisdiccional ni administrativa ("Baterias Sil Dar”, Fallos, 324:3184), $1122. DERECHO 4 LA JURISOICCION ¥ JUSTICIA ADMINISTRATIVA. Con referencia a in existencia de tribunales administrativos, que han contravenido cl mandato del art. 109 de la Const. nacional (que prohibe al Poder Ejecutivo asumir papeies judiciales), cabe recordar que para la Corte Suprema Ia facultad administrativa para juzgar (y en su caso, castigar) no atenta conira la garantia de Ja defensa en juicio, en tanto se otorgue al justiciable 1a oportun dad de ocurrir ante ‘el Poder Judicial, con el fin de que cualquier decisién administrativa sea alli revisada (“César y Antonio Karam SCICA", Fallos, 310:360). Satisfecho ese recaudo, la Corte esti- ma “perfectamente compatible con la ley fundamental” fa creaci6n de Srganos y procedimientos administrativos “destinados @ hacer mis efectiva y expedita la proteccién de los intereses piblicos” (Beco. Regional det Norte Argentino”, Falles, 311:49). Sobre la constitucionalidad de los tribunales administrativos, ros remitimos al § 594. § 1123. SoMernuenro pe CIVILES 4 TRIAUNALES MILITARES. Renision. ~ Nos remitimos en este punto a lo tratado en et § 731 § 1124. Princieto De scvacoaD Procesat, ~ También estima la Corte Suprema, como elemento del derecho de defensa en juicio, que el Estado provea los medias para que el proceso, a que se re- 860 ESTATUTO DE LOS DERECHOS fiere al art. 18 de ta Const. nacional, se desarrolle en paridad de condiciones, tanto tespecto de quien ejerce fa accién piblica como de quien debe soportar la imputacién ("Salgan”, Failos, 312:1998). Cubre tanto al que reclama un derecho como al que se opone a tal postulacién (“Espésito”, Fallos, 324:4135). Como consecuencia de lo dicho, el juzgador no se puede con- vertir en intérprete de una supuesta voluntad implicita de una de Jas partes, porque asf alterarfa el equilibrio procesal de los litigan- tes. en deneficio de uno de ellos ("SRL La Florida”. Fallos, 283:213; “Caja Nacional de Ahorro y Seguro”, Fallos. 310:2709, y “Revoredo", Fallos, 325:3080). EI derecho al debido proceso se vincula aqui con el principio de igualdad del art. 16 de la Const. nacional (ver § 1007). e impo- ne el principio de contradiccidn o bilateralidad (derecho a deien- derse por la parte contra quien se pide algo) ("Sarand™, Fallos, 325:806, y “Méndez Casariego”. Fallos, 327:1240). § 1125. Pruvcirto ve “susticia reowra”.- De los principios tucionales de “afianzar la justicia”. seguridad juridica, defen- juicio y del debido proceso, la Corte ha de “lograr wna justicia répida dentro de lo razonable” (“Anderie”, Fallos, 324:1944}, to que importa conducir el proceso lo més rdpi- do posible (“Espésito”, Fatlos, 324-4135), y obtener una sentencia en tiempo propio (*Lépori". Fallos, 324:1710). Tal exigencia se acentéa en Ta esfera penal, por respeto a 12 dignidad del hombre, mediante el reconocimiento del derecho que tiene toda persona a yerarse del estado de sospecha que importa la acusacién de haber cometido un delito (“Bartra Rojas”. Fallos, 305:913), y poner fin asf a una situacién de incertidumbre y, eventualmente, de priva- cién de la libertad (“Mattei", Fatlos, 272:188; “YPE",. 306:1688: “Arrastia”, Fallos, 326:4650, y “Barra”, Fallos, 327:327). Tam: bign es de aplicacién imtensa en el orden previsional (“Fernénder”, Fatlos, 311:1604), Finalmente, de la idea de pronta justicia se desprende el derecho de toda persona a comar con una via idénea que le permita impul- sar el proceso al cual se ve sometida (“Cardozo", Failos, 310:57). El Pacto de San José de Costa Rica reconoce a los detenidos 1 derecho a ser juzgados en un plazo razonable. o ser puestos en libertad (art. 7°, ine. 5), [DERECHOS PROCESAL Y PENAL, 861 La Corte Suprema habfa puntualizado (“Firmenich”, JA, 1987- 1V-139) que dicho concepto de “plazo razonable” no era necesa- riamente fijo, ya que dependia de la gravedad de la infraccion y de fas caracterfsticas de cada caso judicial. Sin embargo, la ley 24.390 establecié que Ja prisiOn preventiva de un procesado no po- dria ser superior a dos aios (art. 1°), aunque dispone excepciones. Por otra parte, la Corte Suprema, en “Alonso” (DJ, 1996-1- 106). ensefid que la determinacién del concepto de “plazo razona ble” previsio por el Pacto de San José de Costa Rica para fijar el plazo maximo de detencién sin condena, dependia de la politica legislativa de cada Estado, dentro de pautas como, por ejemplo, Ia gravedad de la infraccién por la que un sujeto esté arrestado y el interés piblico en juego, Ademés, 1a Corte agreg6 que la distin- cién hecha por el legislador argentino, a raiz del problema del nar- cotrafico, era por ende admisible y no violaba el principio consti- tucional de igualdad. Con posterioridad, 1a Corte Suprema (“Bramajo". LL, 1996- £-409) declar6 inconstitucional el art. I? de la ley 24.390, en cuanto impuso la aplicacién automética de los plazos menciona- dos. El tribunal sefalé que Ia ley violaba el art. 7°, inc. 5, del Pacto de San José de Costa Rica, que asegura ~dijo- el principio de “justicia pronta, pero sin fijar términos concretos”. Sin embar- go, del hecho de que el Pacto no determine plazo no se despren- de que una ley reglamentaria no pueda hacerlo, siempre que ellos sean razonables. En “Egea” (Fallos, 327:4815), 1a Corte ha concluido que aun- que le duracién excesiva de un proceso no provoca por s{ mismo la extincién de la accién penal, debia compatibitizarse con el insti- tuto de Ia prescripcién, que podia definirse atin antes de la senten- cia de fond. § 1126. Base consriructowan ve tisrrruros Procesaces. ~ La ‘Corte Suprema ha considerado Ia problemética constitucional de varios dispositivos del derecho procesal, déindoles a menudo base en ta propia Constitucién, 4) Astreintes Rey”, Faltos, 291:441). b) Beneficio de litigar sin gastos ("Siderman", Fallos, 311: 1372) 862 ESTATUTO DE Los DERECHOS ©) Medidas precauiorias sin audiencia de parte ("Telerama”, Fallos, 274:127). 4) Resolucién de la queja sin or al apelado (“Todres", Fa- ios, 280:347).. 2) “Solve et repete”. La exigencia legal de pagar impuestos y moltas antes de reclamar judicialmente su devolucién, fue con- ceptuada por la Corte como constitucionalmente posible, pero siempre que se contemplen las situaciones patrimoniales concretas de los sancionados, a fin de evitar que ese pago previo produzca ‘un real menoscabo de Ia defensa en juicio ("SAIC Adelphia”, Far los, 285:302, y “Ayut”, Fallos, 322:1284). Conviene alertar que algunos tribunales y parte de fa doctrina (Valdés Costa), han entendido que el principio solve et repete col siona con el art. 8°, inc. 1°, del Pacto de San José de Costa Rica, ‘que establece el derecho de toda persona a ser ofda ante un tribu- nal “con las debidas garantias”, entre otras cosas, para la deter- minacién de sus derechos y obligaciones en materia fiscal. La Corte Suprema, en cambio, ha entendide que este precepto no es incompatible con la aplicacién del solve et repete ("Microsmnibus Barrancas de Belgrano”, Fallos, 312:2490), en tanto un litigante no alegue que, por su monto, no esté en condiciones de oblar el depésito previo de la deuda. § 1127, Punwscroap pew proceso. EL SISTEMA ACUSATORIO. Como regla, una serie de instrumentos internacionales, con jerat- quia constivucional segin el art. 75, inc. 22, de la Const. nacional, imponen el principio de la publicidad del proceso penal (p.cj.. art 8°, inc. 5, Pacto de San José de Costa Rica; art. XXVI, Declara- cién Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, etc.: ver § 1166). El art 14 del Pacto Intemacional de Derechos Civiles y Politicos, que repite 1a misma tesis, menciona una serie de supues- tos en que se exceptia su aplicacién: razones de moral, orden pi- blico, seguridad nacional en una sociedad democratica, respeto 4 {a vida privada de las partes, perjuicio para los intereses de la jus- ticia, interés de menores, etcétera, Se discute si el principio de publicidad requiere inexorable- mente que el proceso sea oral. Los documentos internaciona- les mencionados no imponen expresamente tal exigencia, como DERECHOS PROCESAL ¥ PERAL 863, apunta Edwards, aungue, desde luego. dicho proceso oral es el que mis se concilia con el requisito de la publicidad. Sin embargo, tun proceso basicamente escrito no es necesariamente violatorio del Principio de publicidad, en 1a medida que permita adecuadamente a los interesados acceder a los tramos oraies de la causa y a tas partes del juicio no desarrolladas oralmente. Ahora bien, en “Casal”, Ia mayorfa de 1a Corte Suprema ha juegado que, a raiz de las varias directrices constitucionales que impulsan al juicio por jurados (ver § 592). la ley suprema impone al respecto penal acusctorio y por jurados ("Casal", LL, 2005-F- 111; ver también, “Llerens™, Faltos, 328:1491). El primero de éstos postula un juez neutral, correspondiendo el impulso del pro- eso al Ministerio Péblico Fiscal, a quien le toca acumular las probanzas incriminatorias, antes que al juez (que, a la inversa, es lun activo protagonista ce fa causa, con amplias facultades probato- rias, en el otro sistema lamado inguisitivo). En el régimen acu- satorio, el fin del proceso penal deja de scr la busqueda de la ver- ddad, para convertirse mis bien en un mecanismo de defensa de los derechos del acusado, ‘Ya hemos dicho que les reglas constitucionales que obligaban a instrumentar el juicie por jurados pueden teputarse derogadas por derecho consuetudinario (desuetudo), ante la inacci6n legislati- va, consentida durante siglo y medio por la comunidad, en regular- lo. Por lo demés, el lanzamiento del juicio por jurados quedé, por voluntad del constituyente, sometido a le discrecion legislativa segin el mensaje det ar. 118 de la Const. nacional, ya que éste lo pregona “luego que se establezea en la Repiiblica est Finalmente, si durante més de ciento cincuenta afios la sociedad acepié el sistema inguisttivo, aunque hubiera estado alejado (por vfa de hipétesis) de un programa del constituyente, ya se habria ‘operado una s6lida mutacién constitucional admisoria de él. re- frendada por un derecho consuetudinario largamente practicado, § 1128. Derecao a tas Braras aiNiwas net proceso. — Como ingredientes det respeto a la garantia de la defensa en juicio, Ja Corte detecta la observancia de ciertas formas sustanciales, que comprendan el cumplimiento de cuatro tramos esenciales: acusa- cidn; defensa: prueba y sentencia (*Casiraghi", Fallos, 306:1705, ‘erndndez”, 308:1386), reatizados ante los jueces naturales de B64 ESTATUTO DE LOS DERECHOS Ja causa. En el Ambito penal, cada fase constituye el presupuesto necesario de la siguiente. de modo que no es posible eliminar una sin afectar ta validez de las que la suceden (*Verbeke”, Fallos, 326:1149). Con relacién a las etapas sefialadas, la Corte Suprema ha ‘cho también que deben enlazarse con los principios de progresivi- dad y de preclusién, de tal modo que en aras de la seguridad jurf- dica y de una justicia répida “dentro de lo razonable”, aquellos postulados integran el debido proceso y la defensa en juicio (art. 18, Const. nacional). por lo que no cabe retrotraer los procesos a ‘etapas ya superadas (doctrina de “Mattei”, Fatlos, 272:188, consid 9, 10 ¥ 14, y “Cacciatori”, Fallos, 323:1250). $1129, Acusactow,— La acusaci6n penal tiene que ser cla- ra, vale decir, tiene que “describir con precisién la conducta impu- tada", para que el acusado pueda desplegar con plenitud su dere- cho a ser ofdo y ofrecer prueba en su descargo (“Crudo”, Fallos. 312:540). Por tanto, se afecta la garantfs constitucional de defensa en juticio si se condena a alguien por un hecho por el cual no se lo ‘acus6 en Ia requisitoria fiscal (“Cardozo”, Fatlas, 310:396; “Weiss- rod”, Falfos, 312:597; “Pérez”, Fallos, 315:2766, y “Gonzilez”, Fallos, 315:1811, con referencia incluso a la jurisdiccin militar) En definitiva, un tribunal puede calificar los hechos de modo dis- {into al solicitade por la fiscalia, por ser esa tarea propia de los jucces de la causa, pero la condena no se puede basar en hechos distintos de los que fueron materia del debate (“Orozco”, Fallos, 280135). La doctrina de la Corte Suprema (v-gr, en “Tarifefio”, 29/12/89, LL, 1995-B-32) se incliné a sostener que si cl fiscal reclamaba la absolucién del acuerdo, no era posible dictar le sentencia condena- toria Ahora bien, en “Santitldn” (Failos, 321:2021), fa mayoria de 1a Corte Suprema de Justicia de la Nacién establecié que aunque el fiscal hubiese pedido la absolucién del imputado, es0 n0 quita isnperio al tribunal de ta causa para dictar una condena, si ella es también requerida por el querellante particular, a quien la ley pro- cesal le reconoce igualmente el derecho a formalar acusacién en sede penal DERECHOS PROCESAL Y PENAL 865 Posteriormente, en “Marcilese”, la Corte Suprema sostuvo que tu autoridad de sus fallos precedentes debfa ceder ante la compro- bacién de la inconveniencia de mantencrlos, y destacé que, si ha- bia mediado acusacién fiscal, la posterior solicitud de absolucién del Ministerio Pablico no le impedia al tribunal del caso condenar, dado que no resultaba légico que el fiscal, sin control alguno, pudie- se decidir asi la suerte del proceso ("Marcilese”, Fallos, 325:2005). ‘Sin embargo, mas tarde. en “Mostaccio” (Fatlos, 327:120), si- guiendo las directrices de “Céseres” (Fallos, 320-1893), entendi¢ que Ja demanda de absolucién por el fiscal impedia pronunciar un veredicto condenatorio a una persona acusada penalmente, En igual sentido, "Agier0", Fulloy, 327:3087. La evaluacion de esta cambiante jurisprudencia depende de la postura ideolégica del intérprete. Desde un angulo garantista in- ssuflado de fa filosofia liberal que campea en el art. 18 de 1a Const. nacional, resulta apropiado que, si hay pedido de absolucién fiscal, no es viable la condena, salvo que mediare ese requerimiento por parte del querellante. Compartimos, asi, la tesis de “Santillin”, antes seitalada. En “Quiroga” (Faltos, 327.5863), la Corte destaca que confor- ma al principio de legalidad procesal, la funcién de acuser y la de juzgar no deben estar en el mismo funcionario. § 1130. Derecuo a 14 perexsa. ~ El preceplo constitucional de que es “inviolable a defensa en juicio de Is persona y de los derechos" se ha concretado en tas pautas jurisprudenciales que ve- remos a continuacién. a) Derecno a see ofpo. Es la primera manifestacién del ejer- cicio del derecho de defensa y debe ser practicado en la oportuni- dad y forma prevista por las leyes de procedimiento ("Ibarguren de Duarte”, Fallos, 307:1487), EI derecho a ser ofdo involucra el de estar presente en el pro- ceso, lo que excluye el dictado de sentencias in absentia, 0 en re- beldia (“Fabbrocino”, Fallas, 323:3699). b) Derecno A cvecim verensor. Aunque se le offezca a un acusado un defensor oficial inteligente, diligente y recto, aquél puede escoger siempre a uno de su confianza, libremente, “porque solamente la parte interesada es duefia de las condiciones en que, 870 ESTATUTO DE LOS DERECHOS suministrar su propia sangre para aportar prueba acusatoria. Ade- ‘mds, el alto tribunal (segin el voto mayoritario) entendié que Ia extraccién de sangre por In fuerza implicaba una verdadera aberra- cién, (esis que ~proyectaba a otros casos~ podria conducit a la inadmisibilidad de ese medio probatorio ("Vazquez Ferré”, Faltos, 3263758). ma — § 1134. Paveaas wvvds104s. PROBLEMATICA DEL AGENTE ENCU- BIERTO Y DBL TESTICO DE IDENTIDAD RESERVADA. ~ Pata Ia Corte Su- prema s6lo es constitucional la prueba vélidamente incorporada al Proceso. Por ejemplo, la sentencia no se la puede fundar en un informe secreto, del cual no se he enterado cl acusado y que. por tanto, no ha podido comrolar (“Oxley", Falles, 306:370). En concreto, el Estado no puede otorgar valor procesal a una prueba obtenida mediante un delito, y apoyar en él una sentencia Judicial constituyendo a la justicia en beneficiaria del hecho ilicito (Gordon”, Fallos, 311:2045, y LL, 1989-B-446). De esta inter- pretaciGn se desprenden dos reglas. a) Docraina be tx excwwsi6x. Enunciada hace més de un si- alo por la Corte Suprema, sostiene que los medios probatorios ob- tenidos mediante procedimientos condenados por la ley son inad- misibles para fundar una condena, por més que hayan sido logrados on el propésito de descubric y perscguir un delito ("Charles Hos." Fallos, 46:36) pees ones nos" b) Docraiwa vet “Proto DEL AReoL VENENoSO” ("FRUIT OF THE Porsonous Tree”). Segén ella, son invélidas tas probanzas obteni- das, derivadas 0 que sean consecuencia de otra obtenida ilegitima- mente, en particular en violaci6n de garaniias constitucionales, En “Montenegro”, la Corte revoc6 una condena fundada en hechos probados mediante una investigacién basada en la confesin exira- Judicial del vee, lograda mediante apremios iegaes (Flos, 303 En “Francomano” (Fallos, 310:19), siguiendo la doctrina de “Rayford” (Fatios, 308:733), la Corte entendio que si en et proce- so penal hay un nico camino de investigacién, “y éste estuvo vi- ciado de ilegatidad, tal circunstancia contamina de nulidad todas las pruebas que se hubieran originado a partir de aquél” (en este DERECHOS PROCESAL ¥ PENAL a sado a raiz de una decla- caso, se trataba de un allanamicnto pra racién vieiada de nulidad) Las docitinas “de la exclusién” y del “fruto del arbol veneno- so” 0 siempre han sido aplicadas con igual intensidad por In Cor te Suprema. En “Daray”, la Corte Suprema, siguiendo los linearientos de ‘su similar estadounidense en “Nix v. Williams”, dijo que los vicios procesales previos que pudiesen invalidar una prueba, no afecta rian a ésta si hay “un curso de prueba independiente”, que de t0- ‘dos modos hubiese producide dicha prueba (DJ, 1995-2-356, com sid. 12). Por ejemplo, apuntamos, si el secucstro policial de un vehiculo se deriva de una confesiOn obtenida bajo apremios ilegs: tes, tal incautacién resultaria invdlida: pero st por dichos de test: gos también se ubica al automotor, el secuestro estaria legitimade por este otro conducto. En materia de pruebas cuestionables, el tema ha tomado un interés particular con motive del uso de agentes policiales “encv biertos” (tapos), los “provocadores”, 0 los testigos de identidad reservada, asunto incluso en parte admitido por la ley 24.424. de represidn del trifico de estupefacientes, con referencia a los ropes ‘Como se anticipé (ver § 915), la Corte Suprema, en “Fernin- dez, Victor” (DJ, 1991-2-637) admitié la validez del empleo de wgentes encubierios, “para la averiguaci6n de los delitos”, siempre ‘dentro de los principios del Estado de derecho", pero descarté tuna especie de la figura, el “agente provocador", “que sucede ‘cuando el agente encubierio se involucra de tal manera que hubie- se creado o instigado Ia ofensa criminal en la cabeza del delin- cuente”. Las dudas sobre la constitucionalidad de Ia accidn del agente encubierto erecen cuando Ia ley (art, 31 bis, ley 23.737, segin la reforma de la ley 24.424) dispuso que el mismo no seré punido cuando “como consecuencia necesaria del desarrotlo de la actus ci6n encomendada, se hubiese visto compelido a incurtir en un de lito”, fo que configura una especie de excusa absolutoria del erimen en ef que hubiese participado. Solo a través de una interpretacion ultraevolutiva de la Constitucién, muy paco principista y harto prag- iética, lindante con la visidn de una living constitution (“constitie ccidn viviente”: ver § 45), puede hallar cobertura constitucional una 972 ESTATUTO OE LOS DERECHOS disposici6n normativa como la sefialada, explicable siempre y cuan- do la necesidad de reprimir las actuales modalidades delictivas justifiquen indispensablemente su programacién y ella cuente con respaldo en las creencias sociales de la época. __._ Andlogo debate se origina con las manifestaciones de testigos “de idemidad reservada” (que deponen andnimamente, sin mani festar quienes son para Jo eal debe recutie a encase ene rimmiento de su personalidad), si ta admitir tal posibi- brim Pe ), si fa ley Mega a admitir tal posibi La manera de compatibilizar la necesidad de mantener el ano- nimato-de agentes encubiertos y testigos (si es que la tey asi los programa), por un fado, y el derecho constitucional al debido pro- eso y a la defensa en juicio de los acusados. por el otro, 10 €5 ta rea facil, Una solucién contemporizadora podria ser ta de asignar 1 aquellos testimonios un valor relative (en comparacién con los que preste un agente policial o un testigo a cara descubierta), de tipo indiciario, En otros casos habidos en el derecho comparado, quien presta declaracién a cara descubierta es, por ejemplo, un superior jerérquico del agente encubierto, que repite las mani- festaciones de éste, pero sin revelar su identidad, circunstancia que transforma la deposicién de dicho superior en una variable de testigo que transmite fo que un tercero le ha comentado. Ello no tiene, desde luego, ef mismo valor probatorio que las mani- festaciones directas de un testigo acerca de Io que él hizo 0 pre- § 1135, AcREDITACIOW DF CULPABrLINAD: FRINCIFIOS DE PRESUN- iON De IwoCENCIA “tw oURIO PRO #EO”. ~ Para la Corte Suprema el derecho no ser penado sin juicio previo comprendé que nadie sea penado sin que sea culpable de un hecho delictueso, culpabiti- dad que debe ser establecida con arreglo a las pruebas producidas y apreciadas en la forma que las leyes prescriban (“Destiterias, Bodegas y Viliedos Et Globo”, Fallos, 275:9; “Raia”, Fallos, 292: 561; “Acosta”. Fallos, 295:782, ctcétera). En cesumen, sobre la base de estas premisas es inconstitucional exigir al acusado que pruebe no ser autor 0 no ser culpable del delito que se te atribuye (Aguirre”, Fatlos, 311-444), Por ende, también resultan inconstitucionales fas presuncio- nes legales de culpabitidad que no admitan prueba en contrario DERECHOS PROCESAL ¥ PENAL 873 (dado que 1a cvlpabilidad es presupuesto de la responsabilidad penal: “Laboratorios Andrémaco”, Fallos, 328:1883; por ello, no hay responsabilidad penal meramente objetiva); aunque sf son validas las presunciones legales sobre la existencia de un delito, Siempre que fueren razonables y en tanto se acuerde al inculpado oportunidad de defensa y prueba de descargo ("Sandys”, Fallos, 313:235), En definitiva, ta Corte ha terminado por reconocer rango constitucional a fa presuncién de inocencia (“Mozzatti", Fallos, 300:1102), por lo que partiendo del estado de inocencia s6lo cabe reprimir a quien resulte culpable (°Gordon”, Fallos, 311:2045). No hay responsabilidad penal sin culpa (“Moisés Rozembaum ¢ Hijos", Fallos, 28442), El Pacto de San José de Costa Rica (art. 8°, ine. 2) dispone por su parte que toda persona tiene derecho a que se presuma su inocencia, mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. § 1136. Sewrewera, Cosa svzgana. ~ El litigante tiene dere cho a contar con una sentencia judicial firme, pues ka sentencia dictada en forma regular integra, segin reiterada jurisprudencia de Ja Corte, ef debido proceso que cl art. 18 de la Const. nacional asegura a todos los habitantes del pais. Dicho pronunciamiento Gebe contar con caréeter intangible ("Hardoy”, Fallos, 307:1289), es decir, con fuerza de cosa juzgada Cuando se niega al justiciable 1a posibilidad de obtener un pronunciamiento judicial que resuelva sus protensiones, se produce tin caso de privacién de justicia 0 de estado de indefension (“Fi- gueroa”, Fallos, 303:2063). La sentencia a que tienen derecho los litigantes ao es cual- ‘quier pronunciamiento de los tribunales, sino el que importe wna derivacién razonable del derecho vigente; es decis, un fallo no ar- bitrario (sobre los supuestos de arbitrariedad normativa y arbitra- riedad factica, nos remitimos al § 329; ver, también, § 611, 612 y 835, b). § 1137, Derecno At, CONOCIMIENTO DEL DELITO POR EL CuAt. SE conpena. En “Fiscal c/Fant6n™ (Faltos, 312:2370), la Corte Su- prema detects dentro del art, 18 de la Const. nacional un derecho Uel sentenciado en sede penal: el de saber por cud} delito se lo 874 ESTATUTO DE Los DERECHOS condend, circunstancia que obliga al juez del fuero, explica el tr bunal, a realizar en sv fallo un examen acerca de la participactén de cada uno de los procesados en los hechos ilicitos que se consi- deran probados. § 1138. Derecno a wecuenmm La swstancia puunat. — Es ju- risprudencia harto reiterada de la Corte Suprema, que la doble siitiple instancia no es una cxigencia de la Constitucién para ase ‘gurar el principio del debido proceso (ver § 590; “E] Hogar Obre- 10, Fallos, 307:696, y “Travaglio”, Faflos, 312:195), por lo cual no es inconstitucional establecer topes para conceder un recurso de apelacién, en funcién del monto de lo debatido (“Tuiz”, Fallos, 298:665, y “Juarez”, Fallos, 301:1066). Es, pues, constitucional que s6l0 haya una instancia. Abora bien, si la ley programa un négimen de doble instancta, en este caso su observancia st integra el postulado constitucional de defensa en juicio ("Loza", Fatlos, 303:1929; “Mallmann”, Fa Wos, 323:2357, y “Bonotino Pers”, Fallos, 307:966; ca este sltimo Se observa incluso que si el justiciable ha incitado la jurisdiccién de segunda instancia, se tornarfa inconstitucional inhibir su funcio- namiento, u omitirla para pasar 1a causa a una instancia superior, ‘en desmedro de la que establece la ley). La regla que indicamos regia tanto en ef Ambito civil como en l penal, No obstante, cabe formular dos correcciones a tal directriz, Una respecto de las justicias provinciales, donde segin una muy discutible jurisprudencia de 1a Corte Suprema ("Di Mascio", Fa- ios, 311:2478, consid. 14), cuando en un pleito se debatan temas de derecho federal, ¢1 litigante tiene el derecho de Megar al maxi- ‘mo tribunal provincial, aunque la ley o la jurisprudencia no hayan previsto ese camino recursivo, Paradéjicamente, esta directiva Jurisprodencial no rige para la justicia federal La segunda aclaracién es que el Pacto de San José de Costa Rica impone, para el orden penal, la instancia plural (el derecho del eondenady a apelar ante un exo inbunal superior) (art 8 inc. 2. 8 La Corte Suprema, en “Giroidi” (LL, 199S-D-461}, indicé que esa doble instancia no estaba debidamente tutelada por el mentado DERECHOS PROCESAL.¥ PENAL. 875 recurso extraordinario, y declaré inconstitucional el art. 459, ane. - del C64. Proc. Penai de ta Nacién, en cuanto vedaba al impulse do 1a admisibilidad del recurso de casacién contra Jas sentencias de los tribunales en Jo criminal, en razén del monto de la pena Actualmente subsisten varios problemas. Por un lado, en el Ambito nacional, y en et de muchas provincias. operan tribunales corales penales de instancia nica, cuyas sentencias son revisa- bles s6io en determinados aspectos, generalmente, por via de un recurso de tipo “casacién”, circunscripto a menudo a cuestiones de derecho. En rigor de verdad, para cumplir con el Pacto de San José de Costa Rica, ta instancia plural s6lo se cumplisia si el men tado recurso pudiese abarcar temas de derecho y de hecho. En “Casal” (iA, 2005-1V-734), la Corte Suprema asf to ha indicado, en lo que hace a la Cémara Nacional de Casacién Penal tra cuestién es la siguiente: como el Pacto de San José de Costa Rica y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Poli cos (art. 14, ine. 5) consagran Ja pluralidad de instancias como de echo humano, en principio, en favor del acusado y como una suerte de garantia para éste, se ha sostenido que el acceso a esa instancia superior corresponde exclusivamente al incvlpado (0 en todo caso, al ministerio fiscal, pero en favor del acusado), y no al portador de 1a accién penal, esto es, al fiscal del caso, y menos al querellante 0 actor civil (Maier, Edwards, entce ottos). Sobre este tema, la Corte Suprema ha resuelto en “Arce” (LL, 1998-A-325) que las garantias emanadas de los tratados sobre de- rechos humanos deben entenderse en funcién de la proteccidn de los derechos esenciales del ser humano, y no para beneficiar a tos Estados contratantes, por lo que la garanifa del derecho de recurric ha sido consagrada’s6lo en beneficio del inculpado. Por ello, siendo el Ministerio Pablico un érgano estatal, no esté amparado por las convenciones internacionales para apelar, “sin que ello obs- te a que el legislador, si lo considera necesario, le conceda igual derecho” (en igual sentido, “Gorriarin Merlo”, Fallos, 323:2488, y “Da Canceicao”, Fallos, 325:503) En definitiva, para la Corte, Ia ley procesal puede tanto negar como otorgar al Ministerio Piblico la facultad de apelar de una sentencia penal, y cualquiera de estas opciones, dice, no es incons- titucional ni viola las convenciones internacionales. 876 [ESTATUTO DE Los DERECHOS La cuestién de la miltiple instancia penal en la Argentina ha provocado dos discusiones. Una, ha sido el informe 17/94 de la Comisién Interamericana de Derechos Humanos, que reputé viola torio del art. 8” inc. 3, h, del Pacto de San José de Costa Rica, el sistema de encausamiento penal en instancia Gnica (por ende. sin apelacién ni revisién amptia) propiciado por ta ley 23.077 (lama- da de defensa de la democracia: ver § 820), reclamo ante el cu cl Gobierno argentino pricticamente se alland (caso “Maqueda LL. 1997-E-515). La Corte Suprema, en “Gorriarin Merlo”, re- puté en definitiva inconstitucional 1a referida disposicién legal que impedia recurrir e} fallo ante 1a Cémara Nacional de Casacién Pe- nal (Fallos, 322:2488). El otto, con motivo del atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires (1992), ha sido el enjuiciamiento penal en instancia originaria y exclusiva de la Corte Suprema, a tenor del art. 117 de a Const. nacional, y que obviamente no permite apelar ante nadie. La duda es si también en este supuesto se viola el referido Pacto de San José. El tema es opinable, pero cabe concluir que los redactores del Pacto no tuvieron especificamente en cuenta los casos penales de competencia exclusiva de una corte suprema, y que los objetivos de Ia instancia penal plural (que un “tribunal superior” revise lo decidido por uno inferior) no tienen sentido en tal caso, traténdose en la Argentina la Corte Suprema del maximo tribunal del Esta- do, hipotéticamente el més calificado para sentenciar y, a la vez, el intérprete final de la Constituci6n, § 1139. Now avs wv does. ~ Seguin la Corte Suprema, del art. 18 de la Const. nacional se desprende la prohibicién de la doble 0 miitiple persecucién penal por un mismo hecho (“Pereyra”, Fa- los, 248:232; “Belozercovsky”, Fallos, 292:202. y “César y Anto- nio Karam SCICA", Fatios, 310:360). Ello importa, asimismo, ‘una efectivizacién del principio de la cosa juzgada (ver § 1027). Estos otros fallos, ¢1 alto tribunal lo ha derivado al principio det non bis in idem como garantia no enumerada, eneapsulada en el art. 33 de la Const, nacional (“Videla", Fatlos, 326:2805; en este caso, la Corte Suprema ensefia que la prohibicién de miiltiple en- juiciamiento penal requicre identidad de persona, identidad de ob- jeto ¢ identidad de causa de tal persecucién). DERECHOS PROCESAL Y PENAL 807 Tradicionalmente ta Corte ha enseilado que el principio non bis in idem impide no solamente aplicar una segunda pena sobre tun hecho ya juzzado, “sino también la exposicién a un riesgo de que ello ocurra mediante un nuevo sometimiento a juicio de quien ya lo ha suftido por ese mismo hecho” (“Alvarez”. Fallos, 328:374, y sus citas), En otras palabras, conduce asimismo a que alguien no padezca otro proceso por la misma causa. En “Valdez” (Fattos, 311:552), el alto tribunal, después de in- sistir en la misma conclusién, estudié la constitucionalidad del art, 14 del Céd. Penal, en cuanto niega los beneficios de 1a libertad condicional a ciertos reincidentes. Segién la defensa, ello impor- taba agravar 1a segunda condena por el hecho de haber mediado tuna condena anterior; es decir, que el reo serfa sancionado dos ve- ces por el mismo hecho, ya que el primer fallo repercutia en el se- gundo. Segiin la Corte, el principio constitucional del non bis in idem prohibe Ia nueva aplicacién de pena por el mismo hecho, pero no impide al legislador tomar en cuenta la anterior condena (entendi- da ella como un dato objetivo y formal), a efectos de ajustar con mayor precisién el tratamiento penitenciario que corresponde dar al reincidente (p.cj., negéndole Ia libertad condicional), con rela- cién al segundo delito. Por lo demas. el principio del non bis in fdem tiene una ex- cepcional correciéin cuando en ciertos casos es posible reexaminar lo decidido, pero inicamente en favor del condenado. mediante el recurso de revision (ver § 747, b, 3). En “Sosa”, la Corte Suprema proyect6 la tesis de “Valdez” al tema de 13 medida de reclusign, alerando que no es inconstitucio- nal tener en cuenta una anterior condena —“entendida ésta como un dato objetivo y formal” a tos fines de ajustar el tratamiento pe- nitenciario del caso ante un nuevo fallo incriminatorio (Fatlos, 324: 2153). Reiter6 el alto tribunal que el infractor con condena pree- xistente evidencia un desprecio hacia la pena, lo que justifica una mayor severidad al sancionarse el segundo delito. La reinci- dencia operaria, de tal modo, como un “pronéstico de recaida” a tenerse en cuenta en la ejecucién de Ia pena. en este caso, con ceclusién: pero esta doctrina fue ebandonada en “Gramajo” (ver § 1162, 6) 866 PSTATUTO DE Los DRRCHOS dentro de las normas regismentarias, deben ser ategados y proba dos sus derechos, tanto mas cuanto Estos son, como en el juicio criminal, los esenciales de vide, libertad y honor” ¢"Paz", Fallos, 279:91). Por lo demas, el derecho a nombrar defensor comprende el de comunicarse libre y privadamente con él (Fabbrocino”, Fa Hos, 323:3689). Cuando no se provee la designacién de un profesional para la asistencia en un proceso, se vulnera la garantia constitucional de defensa en juicio en las causas penales e incluso ante tribunales adiministrativos. Pero si se admite -segin el procedimiento- la renuncia a la asistencia letrada, tal dimisién no sc puede presumir sino que debe resultar de un acto inequivoco de voluntad (“De Corbalén”, Fatlos, 304:830, y “Sueldo”, Fallos, 306:821), El derecho a escoger defensor rige, después de 1a sentencia dictada en “Ramén Lépez” (Corte Suprema, 6/3/07), tambien en los procesos a los que sean sometidos militares, incluso por actos cometidos en sus funciones como tales, ©) Onticarorieoan oct berenson uxTeavo. En “Avenida Inde- pendencia” (Fallos, 308:1557), ta Corte Suprema seialé que si el Estado acusa por medio de un fiscal Jetrado, el acusado debia estar también asesorado juridicamente. Surge asi fa exigencia de Ia de- fonsa obligatoria, en el ambito penal, por lo que si los procesados, al formular sus descargos, no tuvieran asistencia letrada ni se les hizo saber su derecho a contar con dicho auxilio, corresponde ab- solverlos, por aplicacién de los principios de progresividad y pre~

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