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We oe ; ; i : ? 7 i Michel Foucault EL CUERPO UTOPICO, ‘Las HETEROTOPIAS Foucault, Miche! i cuerpo utépico. Heterotopias- Nueva Visién, 2010 112 ps 20x13 em. (Caves) ISBN 978-990-802-512-7 ‘Traduecion de Victor Goldstein 1. Filosofla | Goldstein, Victor, tad. I. Tilo. cn 190 1.» Buenos Aires: ‘Titulo de los originales en francés: Le corps utopique. Les Hétérotopies. ‘Nouvelles Faditions Lignes 2009. «Des espaces autress, «Hspaco, savoir et pouvoirs, © Editions Gallimard 1994 ‘Tradueci6n de Vietor Goldstein n total o parcial de esta obra por cualquier sistema ~inclu- vendo el fotocopiado— que no haya sido expresamente autorizada por el editor constituye una infraceién alos derechos del autor y seré reprimida con ponas de hasta seis afos de prisién (art, 62 dela ley 1.723, art, 172 del Cédigo Penal). © 2010 por Ediciones Nueva Visién SAIC. Tucuman 3748, (CLIS9AAV) Buenos Aires, Republica Argentina. Queda hecho el epsito quemarcalaley 11-723. Impresoenla Argentina’ Printed in Argentina. NOTA DEL EDITOR Este libro ineluye dos conferencias de Michel Foucault pronunciadas en diciembre de 196 «El cuerpo utdpico» y «Las heterotopias», asi como el trabajo critico de Daniel Defert sobre heterotopias que forman partedelaobraeditada en Paris por Lignes en 2009. Para esta edicién castellana se han agregado otros dos trabajos de Foucault sobre espacio y poder. «Eepacios dife- rentes» es una conferencia dictada el 14 de mar- zo de 1967 en el Cercle d’études architecturales que retoma y modifica la exposicién anterior so- bre las heterotopfas y no publicada en francés hasta 1984; «Wspacio, saber y poder» es una entrevista con Paul Rabinow de 1982. i? EL CUERPO UTOPICO Apenas abro los ojos, ya no puedo escapar a ese lugar que Proust, dulcemente, ansiosamente, viene a ocupar una vez mas en cada despertar. Noes que Proust me clave en el lugar —porque después de todo puedo no sélo moverme y remo- verme, sino que puedo moverlo a él, removerlo, cambiarlo de lugar—, sino que hay un problema: no puedo desplazarme sin él; no puedo dejarlo alli donde esta para irme yo a otra parte. Puedo ir hasta el fin del mundo, puedo esconderme, de mafiana, bajomismantas, hacerme tan pequefio como pueda, puedo dejarme fundir al sol sobrela playa, pero siempre estaré alli donde yoestoy. El estd aqui, irreparablemente, nunca en otra par- te. Micuerpoes|ocontrario de una utopfa, loque nunéa esta bajo otro cielo, es el lugar absoluto, el pequeno fragmento de espacio con el cual, en sentido estricto, yo me corporizo. Ali cuerpo, fopid/despiadada. ZY si, por fortuna, spiadada oe yo viviera con él en una Suerte de familiaridad gastada, como con una sombra, como con esas cosas de todos los dfas que finalmente he dejado de verry que la vida pas6 a segundo plano, como esas chimeneas, esos techos que se amontonan_ cada tarde ante mi ventana? Pero todas las ma- jianas, lamisma herida; bajomis ojos se dibujala inevitable imagen que impone el espejo: cara delgada, hombros arqueados, mirada miope, ausencia de pelo, nada lindo, en verdad. Yes en esta fea cascara de mi cabeza, en esta jaula que no me gusta, en la que tendré que mostrarme y pasearme; a través de esta celosia tendré que hablar, mirar, ser mirado; bajo esta piel tendré que reventar|Mi cuerpo es el lugar irremediable al que estoy condenado. Después de todo, creo que es contra él y como para borrarlo por lo que se hicieron nacer todas esas utopias. El prestigio dela utopfa, la belleza, la maravilla déTa utopia, {A qué se deben? La uitopia es un lugar fuera de todos los lugares, pero es un lugar donde tendré ‘un cuerpo sin cuerpo, un cuerpo que ser bello, limpido, transparente, luminoso, veloz, colosal en su potencia, infinito en su duracién, desliga- do, invisible, protegido, siempre transfigurado; y es bien posible que la utopia primera, aquella que es la mas inextirpable en el corazén de los hombres, sea precisamente la utopia de un cuer- poincorpéres. EI pais de las hadas, el pais de los duendes, de los genios, de los magos, y bien, es el pais donde los cuerposse transportan tan rapido como la luz, es el pais donde las heridas se curan. con un balsamo maravilloso en el tiempo de un rayo, es el pais donde uno puede caer de una montaiia y levantarse vivo, es el pais donde se es 8 visible cuando se quiere, invisible cuando se lo desea. Sihay un pais magico es realmente para queen él yosea un principe encantadoy todos los lindos lechuguinos se vuelvan peludos y feos comoosos. Pero hay también una utopia que esta hecha para borrar los cuerpos. Esa utopfa es el pais de los muertos, son las grandes ciudades utépicas que nos dejé la civilizacién egipcia. Después de todo lasmomias, qué son? Bs la utopia del cuer- ponegadoy transfigurado, La momia esel gran cuerpo utépico que persiste a través del tiempo. ‘También existieron las mascaras de oro que la civilizacién mieénica ponia sobre las caras de los reyes difuntos: utopia de sus cuerpos gloriosos, poderosos, solares, terror de los ejércitos. Existie- ron las pinturas y las esculturas de las tumbas; los yacientes, que desde la Edad Media prolon- gan en la inmovilidad uma juventud que ya no tendra fin. Existen ahora, en nuestros dias, esos simples cubos de mérmol, cuerpos geometriza- dos por la piedra, figuras regulares y blancas sobre el gran cuadro negro de los cementerios. Y enesa ciudad de utopia de los muertos, hete aqui que mi cuerpo se vuelve sélido como una cosa, eterno como un dios. Perotal vez la més obstinada/la mas poderosa de esas utopfas por las cuales borramos la triste topologia del cuerpo nos la suministra el gran mito del alma, desde el fondo de la historia occi- dental. El alma funciona en mi cuerpo de una manera muy maravillosa. En él se aloja, por 9 supuesto, pero bien que sabe escaparse de él: se escapa para ver las cosas, a través de las venta- nas de mis ojos, se escapa para soar cuando duermo, parasobrevivir cuando muero. Mialma esbella, es pura, es blanca;y simi cuerpobarroso entodo casono muy limpio—viene aensuciar- Ja, seguro que habré una virtud, seguro que ha- braun poder, seguro que habré mil gestos sagra- dos que la restableceran en su pureza primige- nia. Mi alma duraré largo tiempo, y mas que largo tiempo, cuando mi viejo cuerpo vaya a pudrirse. jVivami alma! Es mi cuerpo luminoso, purificado, virtuoso, gil, mévil, tibio, fresco; es mi cuerpo liso, castrado, redondeado como una burbuja de jabon, Y hete aqui que mi cuerpo, por la virtud de todas esas utopias, ha desaparecido. Ha desapa- recido como la llama de una vela que alguien sopla, El alma, las tumbas, los geniosy las hadas se-apropiavon por la fuerza de él, lo hicieron desaparecer en un abriv’y cerrar de gjos, sopla- Yon sobre su pesadez, sobre su fealdad, y me lo restituyeron resplandeciente y perpetuo, "Pero mi cuerpo, a decir verdad, no se deja someter con tanta facilidad. Después de todo, él mismo tiene sus recursos propios de lo fantastico; también él posee lugares sin lugary lugares mas profundos, mas obstinados todavia que el alma, quela tumba, queel encanto de los magos. Tiene sus bodegas y sus desvanes, tiene sus estadias oscuras, sus playas luminosas. Mi cabeza, por ejemplo, mi cabeza: qué extrafia caverna abierta 0 sobre el mundo exterior por dos ventanas, dos aberturas, bien seguro estoy de eso, puesto que Jas veo en el espejo; y ademas, puedo cerrar una otra por separado. Y sin embargo no hay més que una sola de esas aberturas, porque delante de mf no veo mas que un solo paisaje, continuo, sin tabiques ni cortes. Y en esa cabeza, {cémo ocurren las cosas? Y bien, las cosas vienen a alojarse en ella. Entran alli—y de eso estoy muy seguro, de que las cosas entran en mi cabeza cuando miro, porque elsol, cuando es demasiado fuerte y me deslumbra, va a desgarrar hasta el fondo de mi cerebro—, y sin embargo esas cosas que entran en mi cabeza siguen estando real- mente en el exterior, puesto que las veo delante dem\y, para alcanzarlas, ami vez debo avanzar. ‘Cuerpo incomprensible, cuerpo penetrable J] opaeo, cuerpo abierto y cerrado: cuerpo utépicas Cuerpo absolutamente visible, en ido: muy bien sé lo que es ser mirado por algin otra de lacabeza alos pies, séloqueesserespiado por de- tras, vigilado por encima del hombro, sorprendi- docuandomenosme loespero, séloqueesestardes- nudo; sin embargo, ese mismo cuerpo que es tan visible, es retirado, es captado poruna suerte de invisibilidad de la que jamas puedo separarlo. Ese crdneo, ese detras de mi craneo que puedo tantear, alli, con mis dedos, pero jamds ver; esa espalda, que siento apoyada contra el empuje del colchén sobre el divan, cuando estoy acostado, pero que sélosorprenderé mediante la astucia de un espejo; y qué es ese hombro, cuyos movimien- uw tos y posiciones conozco con precisién pero que jamés podré versin retorcermeespantosamente. El cuerpo, fantasma que no aparece sino en el espejismo de losespejos,y, todavia, de unamane- ra fragmentaria. ;Acaso realmente necesito alos geniosyalashadas,y alamuertey al alma, para sera lavezindisociablemente visible einvisible? Y ademés ese cuerpo es ligero, es transparente, es imponderable; nada es menos cosa que él: corre, actiia, vive, desea, se deja atravesar sin resistencia por todas mis intenciones. Si. Pero hastael dia en que siento dolor, en quese profun- diza la caverna de mi vientre, en que se blo- quean, en que se atascan, en que se Henan de estopa mi pecho y mi garganta, Hasta el dia en que se estrella en el fondo de mi boea el dolor de muelas. Entonces, entonces ahi dejo de ser lige- 0, imponderable, etc.; me vuelvo cosa, arquitec- tura fantastica y arruinada No, realmente, no se necesita sortilegio ni magia, no se necesita un alma ni una muerte para que sea a la vez opaco y transparente, visible e invisible, vida y cosa; para que sea utopia basta que sea un cuerpo: Todas esas utopias por las cuales esquivaba mi cuerpo, simplemente tenfan su modelo y su punto pri- mero de aplicacién, tenfan su lugar de origen en mi propio cuerpo. Estaba muy equivocado hace un rato al decir que las utopias estaban vueltas contra el cuerpoy destinadas a borrar- lozellas nacieron del propio cuerpo y tal vez luego se volvier 12 ' | H En todo caso, una cosa es segura, y es que el cuerpo humano es el actor principal de todas las utopias. Después de todo, una de las mas, viejas utopias que los hombres se contaron a ellos mismos, :no es el suefio de cuerposinmen- 50s, desmesurados, que devorerian elespacioy dominarian el mundo? Es la vieja utopia de los gigantes, que se encuentra en el corazén de tantas leyendas, en Europa, en Africa, en Oce- ania, en Asia; esa vieja leyenda que durante tanto tiempo alimenté la imaginacion occiden- tal, de Prometeo a Gulliver. También el cuerpo es un gran actor utépico, cuando se trata de las mascaras, del maquillaje y del tatuaje. Enmascararse, maquillarse, ta- tiarse, noes exactamente, como uno podriaima- gindrselo, adquirir otro cuerpo, simplemente un poco mas bello, mejor decorado, mas facilmente reconocible;tatuarse, maquillarse, enmascarar- se, essin dudaalgomuy distinto, eshacerentrar al cuerpo en comunicaci6n con poderessecretosy fuierzas invisibles. La mascara, el signo tatua- do; el afeité depositan sobre el cuerpo todo un lenguaje: todo un lenguaje enigmatico, todo un lenguaje cifrado, secreto, sagrado, que lla ma sobre ese mismo cuerpo la violencia del dios, el poder sordo de lo sagrado ola vivacidad del des¢o. La mascara, el tatuaje, el afeite colo- can al cuerpo en otzo espacio, lo hacen entrar enun lugar que no tiene lugar directamente en elmundo, hacen de ese cuerpo un fragmentode universo de las divinidades o con el universo deTotro. Uno seré poseido por los dioses o porla persona que uno acaba de seducir. En todo caso laméscara, el tatuaje, el afeite son operaciones por las cuales el cuerpo es arrancado a su espacio propio y proyectado a otro espacio. Eseuchen, por ejemplo, este cuento japonés y la manera en que un tatuador hace pasar a un universo que no es el nuestro el cuerpo de la joven que él desea: B] sol disparaba sus rayos sobre el rio ineendia- ba el cuarto de las siete esteras, Sus rayos refle- jados sobre la superficie del agua formaban un dibujo de olas doradas sobre el papel de los biombos y sobre la cara de a joven profandamen- te dormida, Seikichi, tras haber corrido los tabi- ques, tom6 entre sus manos sus herramientas de tatuaje. Durante algunos instantes permanecié sumido en una suerte de éxtasis. Precisamente ahora sahoreaba plenamente la extrafia belleza de la joven. Le parecia que podia permanecer sentado ante ese rostro inmévil durante decenas y centenas de aiios sin jamas experimentar ni fatiga ni aburrimiento, Ast como el pueblo de Menfis embellecfa antafo la tierra magnifica de Egipto de pirdmides y de esfinges, asi Seikichi con todo su amor quiso embellecer con su dibujo Ja piel fresea de la joven. Le aplicé de inmediato Ja punta de sus pinceles de color sostenidos entre el pulgar,el anular y el dedo pequefio de la mano inquierda, ¥ a medida que las lineas eran dibujae das, Tas pinchaba con su aguja sostenida en Ta mano derecha. 4 Y si se piensa que la vestimenta sagrada, 0 profana, religiosa ocivil hace entrar alindividuo en el espacio cerrado de lo religioso o en la red invisible de la sociedad, entonces se ve que toda, mnto toca al cuerpo —dibujo, color, diadema, tiara, vestimenta, uniforme—, todo eso hace al- canzar su pleno desarrollo, bajé una forma sen- sible y abigarrada, las utopias selladas en el cuerpo. Pero acaso habria que descender una vez més por debajo de la vestimenta, acaso habria que alcanzar la misma carne, y entonces se verfa queen algunos casos, en su punto limite, es el propio cuerpo el que vuelve contra si su poder utépico y hace entrar todoel espacio de lo religioso y lo sagrado, todo el espacio del otro mundo, todo el espacio del contra-mundo, en el interior mismo del espacio que le esté reserva- do. Entonces, el cuerpo, en sumaterialidad, on su carne, seria como el producto de sus propias fantasias. Después de todo, {acaso el cuerpo del bailarin no es justamente un cuerpo dilatado segiin todo un espacio que le es interior y exterior ala vez? Y también los drogados, y los posefdos; los poseidos, cuyo cuerpo se vuelve infierno; los estigmatizados, cuyo cuerpo se vuelve suftimiento, redencién y salvacién, san- grante paraiso. Realmente era necio, hace un rato, de creer queeleuerponunca estaba enotra parte, queera un aqui irremediable y que se oponia a toda utopia. ty Mi cuerpo, de hecho, esta siempre en otra parte, esta ligado a todas las otras partes del mundo, yadecirverdad esté en otrapartequeen el mundo. Porque es a su alrededor donde estan spuestas las cosas, es con respecto a él —y con respecto a él como con respecto a un soberano— como hay un encima, un debajo, una derecha, una izquierda, un adelante, un atras, un cerca- no, un lejano. El cuerpo es el punto cero del ‘mundo, alli donde los caminos y los espacios vienen a cruzarse el cuerpo no esta en ninguna parte: en el corazén del mundo es ese pequeiio niicleo utépico a partir del cual suefto, hablo, expreso, imagino, percibo las cosas on su lugar y también las niego por el poder indefinido de las utopias que imagino. Mi cuerpo es como la Ciu- dad del Sol, no tiene un lugar pero de él salen e irradian todos los lugares posibles, reales 0 uté- picos. Después de todo, los nifios tardan muchotiem- po en saber que tienen un cuerpo. Durante me- ses, durante mds de un afio, no tienen mas que un cuerpo disperso, miembros, cavidades, orifi- cios, y todo esto no se organiza, todo esto no se corporiza literalmente sino en la imagen del es- pejo. De una manera mas extrafia todavia, los griegos de Homero no tenfan una palabra para designar la unidad del cuerpo. Por paradéjico que sea, delante de Troya, bajo los muros defen- didos por Héctor y sus companeros, no habia cuerpo, habfa brazos alzados, habia pechos valerosos, habia piernas dgiles, habia cascos 16 brillantes por encima de las cabezas: no habia un cuerpo. La palabra griega que signilica cuerpo no aparece en Homero sino para desig- narelcadaver. Es ese cadaver, por consiguiente, es el cadaver y es el espejo quienes nos ense- ian (en fin, quienes ensefiaron a los griegos y quienes ensefian ahora a losnitios) que tenemos un cuerpo, que ese cuerpo tiene una forma, que esa forma tiene uncontorno, que en ese contorno hay un espesor, un peso; en una palabra, que el cuerpo ocupa un lugar. Es el espejo y es el cadé- ver quienes asignan un éspacio a la experiencia profundery originariamente utdpica del cuerpo; esl espejo y es el cadaver quienes hacen callar y @paciguan y cierran sobre.un cierre —que ahora esta para nosotros sellado— esa gran ra-_ bia ut6pica que hace va cada inStante nuestro cuerpo. Es gracias a ellos, es gracias al espejo y al cadaver por lo que nuestro cuerpo no es lisa y lana utopia. Si se piensa, ‘empero, que la imagen del espejo esta alojada para nosotros en un espacio inaccesible, y que jamas podremos estar allf donde estara nuestro cadaver, si se piensa que el espejo y el cadaver estén ellos mismos en un invencible otra parte, entonces se descubre que sélo unas utopias pue- den encerrar sobre ellas mismas y ocultar un instante la utopia profunda y soberana de nues- tro cuerpo. Tal vez habria que deeir también que hacer el, amor es sentir su cuerpo que se cierra sobre si, es finalmente existir fuera de toda utopia, con toda "7 su densidad. entre las manos del otro. Bajo los, dedos del otro que te recorren, todas las partes, invisibles de tu cuerpo se ponen aexistir, contra los labios del otro los tuyos se vuelven sensibles, dolante de sus ojos semicerrados tu cara adquie- reunacertidumbre, hay una mirada finalmente paraver tus parpados cerrados. También elamor, como elespejo y como la muerte, apacigua laut pia de tu cuerpo, la hace callar, la calma, encierra comoen una caja, la clausurayla sella. Por eso es un pariente tan proximo dela ilusién del espejo y de la amenaza de la muerte; y sia pesar de esas dos figuras peligrosas que lo ro- dean a uno le gusta tanto hacer el amor es porque, en el amor, el cuerpo-esté aquet~ 18 LAS HETEROTOPIAS Asi, pues, hay paises sin lugar e historias sin cronologia; ciudades, planetas, continentes, uni- versos cuya huella seria muy imposible detectar enningiin mapanien cieloalguno, muy sencilla- mente porque no pertenecen a ninguin espacio. Sin duda esas ciudades, esos continentes, esos planetas nacieron, como se dice, en la cabeza de los hombres o, a decir verdad, en el intersticio de sus palabras, en el espesor dé sus relatos, 0 incluso en el lugar sin lugar de sus suefios, en el vacio de sus corazones; en pocas palabras, es la dulzura de las utopias. Sin embargo, creo que hay —y esto en toda sociedad— utopias que tienen un lugar preciso y real, un lugar que se puede situar en un mapa; utopias que tienen un tiempo determinado, un tiempo que se puede fijary medir segdnel calendario de todos los dias. Es muy probable que cada grupo humano, cual- quiera que sea, recorte, en el espacio que ocupa, donde realmente vive, donde trabaja, lugares utdpicosy, enel tiempoenqueseatarea, momen- fos ucrénicos. oo 19 Esto es lo que quiero decir. No se vive en un expacio neutro y blanco; no se vive, no se muere, nose amaenel rectdngulo de una hoja de papel. Se vive, se muere, se ama en un espacio cuadri- culado, recortado, abigarrado, conzonasclarasy zonas oscuras, diferencias de niveles, escalones, huecos, protuberancias, regiones duras y otras desmenuzables, penetrables, porosas. Estan las regiones de pasaje, las calles, los trenes, los me- tros;estdn las regiones abiertas del alto transito- rio, los cafés, los cines, las playas, los hoteles, y después estan las regiones cerradas del reposo y de la propia casa. Ahora bien, entre todos esos lugares que se distinguen unos de los otros, hay algunos que son absolutamente distintos: luga- Tes que se oponen a todos los otros, que estan destinadgs de algiin modo a borrarlos, aneutra- lizarlos 0 a purificarlos. Son de alguna manera ‘contraespacios, Los nifios conocen perfectamen- te esos contraespacios, esas utopias localizadas. Porsupuesto, esel fondo del jardin; porsupuesto, es el desvan o, mejor aun, la tienda de indios levantada en medio del desvan; 0 incluso es —el juevesalatarde—lagran cama de lospadres. Es sobre esa gran cama de donde se descubre el océano, porque uno puede nadar alli entre las mantas; y ademés, esa gran cama es también el cielo, ya que se puede saltar sobre los resortes; es el bosque, porque uno se esconde; es la noche, puesto que alli uno se vuelve fantasma entre las. sabanas; es el placer, portiltimo, porque, cuando vyuelvan los padres, uno va a ser castigado. Esos contraespacios, a decir verdad, no sélo son la invencién de los nifios; eso creo, muy simplemente, porque los nifios nunca inventan nada; son los hombres, por el contrario, los que inventaron alos nifios, los que les susurraronsus maravillosos secretos;y luego esos hombres, e808 adultos se sorprenden cuando esos nifios, a su vez, se los pregonan en los ofdos. La propia socie- dad adulta, y mucho antes que los nifios, organiz6 sus propios contraespacios, sus utopias situadas, esos lugares reales fuera de todos los lugares. Por ejemplo, estan los jardines, los cementerios, es- ténlosasilos, los prostibulos, las prisiones, estén los pueblos del Club Méditerranée, y muchos otros. iY bien! Yo suefio con una ciencia —bien digo, una ciencia— que tendria por objeto esos espa- cios diferentes, esos otros lugares, esas impugna- ciones miticas y reales del espacio donde vivi- mos. Esta ciencia estudiarianolas utopias, pues to que hay que reservar ese nombre a lo que no tiéne realmente ningun lugar, sino las hétero- topfas; los espacios absolutamente diferentes; y por fuerza la ciencia en cuestién se llamaria, se amaré, se llama ya, “la heterotopologia”. Hay que dar los primerisimos rudimentos de estaciencia que est naciendo. Primer principio: probablemente no hay una sociedad que no cons- tituya su heterotopia o sus heterotopias. A no dudarlo, ésta es una constante de todo grupo humano. Pero a decir verdad, esas heterotopias pueden adoptar, y siempre lo hacen, formas ex- a1 traordinariamente variadas, y tal vez no haya, en toda la superficie del globo o en toda la histo- riadel mundo, una sola forma de heterotopia que haya permanecido constante. ‘Tal vez se podrian clasificar lassociedades, por ejemplo, segiin las heterotopias que prefieren, segiin lasheterotopfas queconstituyen. Por ejem- plo, las sociedades Hamadas primitivas tienen lugares privilegiados o sagrados prohibidos—co- ‘mo nosotros mismos, por otra parte—; pero esos lugares privilegiados o sagrados estan en gene- ral reservados a los individuos “en crisis biolégi- ca”. Hay casas especiales para los adolescentes enelmomento dela pubertad; hay casas especia- les reservadas a las mujeres en la época de las reglas; otras para las mujeres en la época del parto. En nuestra sociedad, esas heterotopias para losindividuos en crisis biolégica pocomaso menos han desaparecido. Tengan en cuenta que todavia en el siglo xux estaban los colegios para los varones, estaba también el servicio militar, quesin duda desemperiaban ese papel: era nece- sario que las primeras manifestaciones de la sexualidad viril tuvieran lugar en ofra’parto. Y despuésdetodo, para las jovenes, me pregunto si elviaje de bodas no eraa la vez una suerte de he- teratopia y de heterocronia: era preciso que la des- floracién de la joven no tuviera lugar en la misma casa donde habia nacido, era preciso que esa desfloracién tuviera lugar de algin modo en ninguna parte. Pero esas heterotopfas bioldgicas, sas hete- 22 rotopias de crisis, desaparecen cada vez més, y son reemplazadas por heterotopias de desvia- cidn: es decir, que los lugares que la sociedad acondiciona en sus margenes, en Jas playas va- cfas que la rodean, son mas bien reservados alos individuos cuyo comportamiento es marginal respecto de la media 0 de la norma exigida. De ahf vienen las casas de reposo, de ahflas clinicas psiquidtricasy también, por supuesto, las prisio- nes. Sinlugaradudas, habria que agregarleslas casas de retiro, ya que después de todo el ocio en una sociedad tan atareada como la nuestra es como una desviacidn; degviacién_que por otra parte resulta ser una desviacién biologica cuan- do est ligada con la vejez, y, a fe mia, es una * desviacién constante, por lo menos para todos aquellos que no tienen la diserecin de morir de un infarto en las tres semanas que siguen a su jubilacién, _Segundo principio de la ciencia heterotopol6- n el curso de su histori puede anrentereabsorber y hacer desapa- recer una heterotopia que habia constituido an- tes, 0 incluso organizar otras que no existfan todavia. Por ejemplo, desde hace unos veinte aos, la mayoria de los paises de Europa trata- ron de hacer desaparecer las casas de prostitu- cién, con un éxito moderado, es sabido, porque el teléfono reemplazé la vieja casa a la que iban nuestros abuelos por una tela de arafia mucho mas sutil, En cambio el cementerio, que es para nosotros, en nuestra experiencia actual, el ¢jem- 23 plo mas evidente de la heterotopia (es absoluta- mente el otro lugar), no siempre representé ese papelen la civilizacién occidental. Hasta el siglo xvi el cementerio se hallaba en el corazon de la metrépoli, dispuesto ahi, en medio de la ciudad, pegado a la iglesia; y, a decir verdad, no se le adjudicaba ningwin valor solemne. Salvo para algunosindividuos, el destino comin de los cada- veres era muy sencillamente ser echadoal osario sin respeto alguno por el despojo individual, Sin embargo, de una manera muy curiosa, en el mismo momento en que nuestra eivilizacién se vuelve atea o, por lo menos, més atea, es decir, a firies del siglo xvm, se pusieron a individualizar los esqueletos, Cada uno tuvo derecho a su pe- quetia caja yasu pequeriadescomposicion perso- nales, Por otro lado, todos esos esqueletos, todas esas pequefiascajas, todos esos atatides, todasesas tumbas, todos esos cementerios fueron puestos aparte; selosllevé fuera de la ciudad, en el limite de la urbe, como si fueran al mismo tiempo un centroy un lugar de infeccién y, de alguna mane- va, de contagio de la muerte. Pero todo esto—no hay que olvidarlo— s6lo ocurris en el siglo x1x, e incluso en el curso del Segundo Imperio. En efecto, fire bajo Napoleén IIT cuando los grandes cementerios parisinos fueron organizados en el limite de las ciudades. También habria que citar —y aquitendriamos dealgin modo una sobrede- terminacién de la heterotopia—los cementerios para tuberculosos; pienso en ese maravilloso ce- menterio de Menton, en cl cual fueron deposita- dos los grandes tuberculosos que habjan venido, a fines del siglo xxx, a deseansar y mori a la Costa Azul: otra heterotopia. te “En general, la heterotopia tiene por regla yux- taponer en un lugar real varios espacios que, normalmente, serian, deberfan ser incompati- bles. El teatro, que es una heterotopia, hace suceder sobre el rectngulodelaescena toda una serie de lugares ajenos. El cine es una gran escena rectangular en cuyo fondo, Sobre un espa- cio de dos dimensiones, se proyecta un espacio nuevamente de tres dimensiones. Pero tal vez.el mis antiguo ejemplo de heterotopia es el jardin, creacion milenaria que ciertamente tenia en Oriente una significacin magica. Hl tradicional jardin persa es un rectangulo que estd dividido en cuatro partes, que representan los cuatro elementos de que est compuesto el mundo, yen cuyo medio, en el punto de unin de esos cuatro recténgulos, se encontraba un espacio sagrado: una fuente, untemplo. Y alrededor deese centro, toda la vegetacién ejemplar y perfecta del mun- do debia encontrarse reunida. Ahora bien, si se piensa que los tapices orientales eran, en el origen, reproducciones de jardines—en el senti- doestricto, “jardines deinvierno”—,secompren- deel valor legendario de los tapices voladores, de los tapices que recorrian el mundo, El jardin es un tapiz donde el mundo en su totalidaa iene a cosumar su perfeccion simbolica, y el tapiz es unjjardin mévil a través del espacio. Era parque otapiz ese jardin descrito por el narrador de Las 25 ily wna noches? Seve que todas las bellezas del mundo vienen a concentrarse en ese espejo. El jardin, desde el fondo de la Antigtiedad, es un lugar de utopfa. Tal vez se tiene la impresion de que lasnovelasse ubican facilmente en jardines: de hecho, ocurre que las novelas sin duda nacie- ron de la institucién misma de los jardines. La actividad novelesca esuna actividad dejardineria. Resulta que lasheterotopias la mayoriadelas veces estén ligadas a recortes singulares del tiempo. Son parientes, si ustedes quieren, de las heterocronfas. Por supuesto, el cementerio es el lugar de un tiempo que ya no transcurre. Deuna manera general, en una sociedad como la nues- tra, puede decirse que hay heterotopfas que son las heterotopias del tiempo cuando éste se acu- mulaalinfinito: losmuseosy las bibliotecas, por ejemplo. En los siglos xv y xv, los museos yas bibliotecas eran instituciones singulares; eran laexpresion del gusto de cada uno, En cambio, la idea de acumulario todo, la idea, de alguna ma- nera, de detener el tiempo 0, masbien, de dejarlo depositarse al infinito en cierto espacio privile- giado, la idea de constituir el archivo general de unaculftira, la voluntad dé encerrar en un lugar s los tiempos, todas las épocas, tadas las formas y todos los gustos, la idea de constituirun espacio de todos los tiempos, como si ese espacio asu vez pudiera estar definitivamente fuera del tiempo, ésa esunaidea totalmente moderna:elmu- seo y Ia biblioteca son heteratopfas propias de nuestra cultura. ~ : = ba. 4 En cambio, hay heterotopfas que estén liga- das al tiempo, noenel modo dela eternidad, sino en el de la fiesta; heterotopfas no eternizantes gino cr6nicas. El teatro, por supuesto, pero tam- pién las ferias, esos maravillosos emplazamien- to3 Vaetos en el borde de las ciudades, a veces incluso en los centros de las ciudades, y que una dos veces por afio se lenan de barracas, de muestrarios, de objetos heteréclitos, de luchado- res, de mujeres-serpiente y de echadoras de la buenaventura, Masrecientemente en la historia de nuestra civilizacién, estan los pueblos de va- caciones; pienso sobre t6do en esos maravillosos “pueblos polinesios que, sobre los bordes del Medi- terrdneo, ofrecen tres semanitas de desnudez primitiva y eterna a los habitantes de nuestras idades. Las chozas de paja de Djerba, por “ejemplo, son parientes, en un sentido, de las pibliotecas y los museos, puesto que son hete- rotopiasdeeternidad—seinvitaaloshombres a reanndar lazos con la més antigua tradicién de la humanidad—y al mismo tiempo son la nega- cign de toda biblioteca y de todo museo, porque a través de ellas nose trata de acumular el tiempo sino, por el contrario, de borrarloy de volver ala desnudez, ala inocencia del primer pecado. Tam- bién estan, estaban, mas bien, entre esas hete- rotopias de la fiesta, esas heterotopfas crénicas, lafiesta de todas las noches en los prostfbulos de antafio, la fiesta que comenzaba a las seis de la tarde, como en La ramera Elisa. Finalmente, otras heterotopias est4n ligadas, a no ala fiesta, sino al pasaje, ala transformacién, al trabajo de una regeneracién. En el siglo xIx, eran los colegios y los cuarteles, que debfan hacer de los nifios adultos, de los pucblerinos ciudadanos, asi como también despabilar a los ingenuos. Sobre todo, en nuestros dias, estén las prisiones. ) 2, Por ultimo, fomo quinto prineipig'de la hete- 7 rotopologia, me gustaria proponer este hecho: que las heterotopfas siempre tienen un sistema de apertura y de cierre que las aisla respecto del espacio circundante. En general, no se entra en una heterotopfacomoPedroporsucasa; obien uno entra porque est obligado a hacerlo (evidente- mente las prisiones), 0 bien cuando uno se ha sometidoa ritos, a una purificacién. Purificacién semi-religiosa y semi-higiénica, comoen los ham- mams de los musulmanes, como en el sauna de los escandinavos, purificacién solamente higié- nica, pero que acarrea consigo todo tipo de valo- res religiosos o naturalistas. Hay otras heterotopfas, por el contrario, que [vo estén cerradas sobre el mundo exterior sino que son lisa y lana apertura. Todo el mundo puede entrar pero, a decir verdad, una vez que unoentré, se da cuenta de que esuna ilusiényde que noentré en ninguna parte. La heterotopiaes un lugar abierto, pero que tiene esa propiedad de mantenerte afuera, Por ejemplo, en América del Sur, en Jas casas del siglo xvi, siempre habia, dispuesta al lado de la puerta de entrada, pero antes de la puerta de entrada, un pequefio cuarto que daba directamente al mundo exterior yque estaba destinadoa los visitantesde paso;es decir que cualquiera, a cualquier hora del dia y de la noche, podfa entrar en este cuarto, podia descansar, podia hacer lo que queria, podia par- tirlamagiana siguiente sin ser visto ni reconoci- do por nadie; pero en la medida en que este cuartono daba de ningiin modo ala mismacasa, el individuo que alli era recibido nunca podia penetrar en el interior de la morada familiar misma. Este cuarto era una suerte de heteroto: pia totalmente exterior. Se lo podria comparar con la heterotopia de los moteles norteamerica- nos, donde se entra con su auto y su amante, y donde la sexualidad ilegal se encuentra ala vez albergada y oculta, mantenida aparte, sin por ello ser dejada al aire libre. Por ultimo, hay heterotopias que parecen. abier-tas, pero donde s6lo entran verdadera- mente aquellos que ya estan iniciados. Uno cree que accede a lo que hay demas sencillo, de mas ofrecido, y de hecho se encuentra en el corazén del misterio; por lo menos es de esa manera como Aragon entraba antafo a los prostfbulos: ‘Todavia hoy, no es sin cierta emocién de colegial como franqueo esos umbrales de excitabilidad particular, Alli persigo el gran deseo abs-tracto que en ocasiones se desprende de las pocas earas que alguna vez amé. Un fervor se despliega. Ni por un instante pienso en el aspecto social de los 29 __ A lugares. La expresién casa de tolerancia no puede pronunciarse seriamente. Sin duda, es aqui donde uno aleanza lo que hay de mas esencial en las heterotopias. Ellas sonl@ impugnacidh de todos los otros espacios, una impugnacién que pueden ejercer de dos maneras: o bien, como en esos prostibulos de los que hablaba Aragon, creando una ilusién que denuncia todo el resto de la realidad como ilu- sién, 0 bien, por el contrario, ereando realmente otroespacio real tan perfecto, tan meticuloso, tan arreglado como el nuestro es desordenado, mal dispuesto y confuso: es asi comofuncionaron, por Jo menos en el proyecto de los hombres, durante cierto tiempo —sobre todo en el siglo xvi las colonias. Porsupuesto, estas colonias tenfanuna granutilidad econémica, pero habia valoresima- ginarios que les estaban vinculados, y sin duda stigio propio de las . Es asf comoen lossiglos xviiy xvi, lassociedades puritanasinglesas intentaronfun- dar en Norteamérica sociedades absolutamente perfectas; es asi como a fines del siglo xix y co- mienzos todavia del.xx, en las colonias francesas, Lyautey y sus sucesores sofiaron con sociedades jerarquizadas y militares. Sin lugar a dudas, la mas extraordinaria de tales tentativas fue la de los jesuitas en el Paraguay. En efecto, en el Paraguay los jesuitas habian fundado una colo- nia maravillosa, en la cual, como la vida estaba reglamentada en su totalidad, reinaba el régi- 30 nen del comunismo ms perfecto, puesto que las tierras y los rebatios pertenecian a todo el mun- do, Solo un pequefio jardin era atribuido a cada familia, las casas estaban dispuestas en hileras yegulares allo largo de dos calles que se cortaban en Angulo recto. En el fondo de la plaza central del pueblo estaba la iglesia; en uno de los lados, el-colegio; en el otro, la prisién, Los jesuitas reglamentaban de la noche a la manana y dela mafianaa la noche, meticulosamente, toda la vi- dade loscolonos. El éngelussonabaalascincode la mafiana para el despertar; luego marcaba el, inicio del trabajo; al mediodia, Ia campana lla- mabaalagente, hombres y mujeres, que habfan trabajado en los campos; a las seis se reunfan para cenar; y a medianoche la campana volvfa a sonar, era fa que llamaban la campana del “des- pertar conyugal”, porque los jesuitas, que esta- ban interesados en que los colonos se reproduje- ran, hacian sonar alegremente la campana to- das las noches para que la poblacién pudiera proliferar, cosa que por otra parte hizo, ya que de 130.000 que eran al inicio de la colonizacion jesuita, los indios habfan Iegado a 400.000 a mediados del siglo xvi. Aqui se tenfa el ejemplo deuna sociedad totalmente corvada sobre si mis- ma, que no estaba relacionada por nada al resto del mundo, salvo por el comercioy las ganancias considerables que hacia la Sociedad de Jess. Son la colonia tenemos una heterotopia quede alguna maneraes bastante ingenua para querer realizar una ilusién. Con el prostibulo, en cam- 31 sie bio, tenemos una heterotopfa que es bastante sutil o habil para querer disipar Ja realidad con lasola fuerza de lasilusiones. Y si pensamos que elbarco, el gran barco del siglo xrx, es un trozo de espacio flotante, un lugar sin lugar, que vive por s{ mismo, cerrado sobre si, libre en un sentido, pero entregado fatalmente al infinito del mar y que, de puerto en puerto, de barrio de chicas en barrio de chicas, de derrotero en derrotero, va hasta lascoloniasa buscarlo que éstas encubren de mas precioso en esos jardines orientales que evocdbamos en su momento, se comprende por qué el barco fue para nuestra civilizacin —y esto por lo menos desde el siglo x1— a la vez el mayor instrumento econémico y nuestra mayor reserva de imaginacién, La nave es la heteroto- pia por excelencia. Las civilizaciones sin barcos son como losnifios cuyos padres no tendrian una gran cama sobre la cual se pudiera jugar; sus suefios entonces se secan, el espionaje reempla- za la aventura y la horrible fealdad de los poli- cias, la belleza soleada de los corsarios. 32 “HETEROTOPIA”: ‘TRIBULACIONES DE UN CONCEPTO ENTRE VENECIA, BERLIN Y LOS ANGELES' DanteL Derert El 14 de marzo de 1967, el Circulo de Estudios Arguitecténicos de Paris invitaba a Michel Foucault a pronunciar una conferencia acerca del espacio, sobre el que proponia una nueva analitica, que bautizaba “heterotopologia”. El texto de esta conferencia tuvo una circulacién restringida, reservada a los miembros de dicho cireulo en forma de texto dactilografiado, con excepcién de algunos extractosen francés apare- cidos en 1968 en la revista italiana L’Archittetu- ra,thasta su publicacién en Berlin, en el otoio de 1984, en el marco de la exposicién “Idea, proce- sos, resultados” en el Martin Gropius Bau.’ " Otra versién de este texto aparecié en 1997 en el catélogo de Documenta X, en Kassel ?M. Foucault, «Des espaces autres», L’Archittetura, cronache e storia, vol. XIII, n° 150, 1968, pp. 822-823. MM. Foucault, «Des espaces autres», AMCS, Revue architecture, octubre de 1984, pp 16-49. Esesta version de 1984, significativamente distinta de la que reproduci- ros en él presente volumen, la que es recogida en los Dits et Berits, Paris, Gallimard, t 1V, texto n” 360 (véase mas abajo, p. 63) 33 pias as a Esta exposicién era la principal delas diecisie- te manifestaciones con las cuales la Internatio- nal Bauausstellung (IBA) presentaba al mundo elbalance desusactividades dereconstrucciény de renovacién de Berlin. Esta imaginaba la re- unificaciGn de la ciudad-capital, la que parecia ilustrar extratiamente los “espacios diferentes” del texto de Foucault de 1967. Al autorizar su publicacién; poco antes desu muerte, acaecidael 25 de junio de 1984, el filésofo la habia hecho entrar in extremis en el corpus de sus escritos autorizados. Desde entonces, este texto fue abundante- mente traducido y comentado. *{Cémo pudo per- manecer inexplorado durante veinte afios? C6mo no se comprendié lanueva importancia del espacio y de la espacialidad?”, se pregunta Edward Soja, ardiente promotor californiano de la “heterotopology™ Pero {se puede inter- pretar el intervalo entre esas dos fechas, 1967- 1984, y la historia de ese silencio, como la historia de una no-recepcién?® Las nociones de recepeién y de no-recepeidn, jofrecen un cua- “E, Soja, «Remembrance of ather spaces in the citadel LAs, Strategies, a Journal of Theory, Culture and Poli- tics, 3, 1990, pp. 1, 39. Articulo desarvollado en E. Soja, Thirdspace, Journey to Los Angeles and Other Real Invagined Places, Cambridge (Mass.), Blackwell, 1996. *P, Bourdieu, -Qu'est-ce que faire parler un auteur? A propos de Michel Foucault», en Sovistés et représenta- tions, n° especial «Surveiller et punir-vingt ans apres», n” 3, nov, 1996, pp. 13-18. 34 dro de andlisis Jo suficientemente fino para cireunseribir una serie de transformaciones tan- to de los discursos estéticos, epistemolégicos y politicos de los arquitectos y urbanistas en es mismos veinte afios como de la problematica del espacio en los escritos de Foucault? LENGUAIE Y ESPACIO {Te acuerdas de ese telegrama que tanto nos habfa hecho reir donde un arquitecto vefa una nueva concepcidn del urbanismo? Pero no era en el libro, era finalmente en una conferencia en la radio sobre la utopia. Me piden que la vuelva a dictar el 13 0 14 de marzo, Esta carta escrita por Sidi Bou Said el 2 de marzo de 1967 es el testimonio més antiguo del encuentro de Foucault con los arquitectos. E17 de diciembre de 1966, en el marco de una serie radiofénica de “Culture francaise” consagrada a la utopia, habia sido invitado a hablar de “Utopia y Literatura”.® Partiendo de una evo- cacién bachelardiana de esos espacios encan- tados para los juegos de los nifios que son los desvanes, el fondo del jardin, la tienda de in- dios 0 la cama de los padres, “verdaderas wto- ©M. Foucault, Utopie et hétérotopies, archivos sonoros de los dias 7 y 21 de diciembre de 1966, Centro Michel Foucault, Biblioteca del IMEC-Caen, reeditada en disco por e] INA en 2004. pias localizadas”, habia sofiadocon unaciencia gue tuviera por objeto esos espacios diferentes que son la impugna- cién de los espacios donde nosotros vivimos,|..J no una ciencia de las utopias sino de las hete- Totopfas, ciencia de Jos espacios absolutamente diferentes. Esta ciencia o heterotopologia que esta naciendo, que ya existe ¥ cuyos principios enuncis ese dia. Las intervenciones de Foucault sobre las on- das —donde se revelaba como un maravilloso narrador— respondian a la enorme curiosidad suscitada desde la primavera de 1966 por la aparicion de Las palabras y las cosas. El libro se abria con la deseripcién de una improbable enciclopedia china inventada por Borges donde los animales se distribufan en catorce clases de este tipo: (a) pertenecientes al Emperador, (b)embalsamados, (c) amaestrados. (k) dibujados con un pincel finisimo de pelo de camello, (I) eteétera, (m) que acaban de romper el jarrén... Foucault habia bautizado ese “desor- den que hace brillar los fragmentos de un gran ruimero de drdenes posibles” como “heterotopia” El término era lo opuesto a utopia, etimoldgica- mnente no lugar y no eu-topia, buen lugar, como M. Foucault, Les Mots et les Choses, Paris, Gallimard, 1966. [Hay versién en espaiol: Las palabras y las cosas: una arqueologia de las ciencias humanas, México, Siglo wi, 1972.) 36 setiendeacreerlo, Perosilas utopias cuentan un lugar queno existe, ellas se despliegan en un es- pacio imaginario “y de ese modo vienen en linea recta del discurso” porque desde el fondo de los tiempos el lenguaje se entrecruza con el espacio. La lista de Borges, por el contrario, detiene las palabras sobre ellas mismas puesto que Ja heterotopfa arruina no sélo la sintaxis de las frases sino aquella menos manifiesta que hace mantenerse juntas las palabras ¥ las cosas. La imposibilidad en que se halla nuestro pen- samiento de pensar eso, lo heteréclito radical de la clasificacién de Borges, testimonian un limite del pensamiento; ese limite que se experimenta todavia ante las clasificaciones propias de las culturas quenos son radicalmente ajenas. Cuan- do Victor Turner describe la manera en que los ndembu de Zambia retinen en una misma clase a los cazadores, las viudas, los enfermos y los guerreros, esto no implica ni espacio de perte- nencia concebido como territoriocomtin, ni espa- cio de pertenencia concebido como ramificacio- nes definidas por propiedades formales, como aquella en la cual nosotros distribuimos los rei- nos de la naturaleza, ni la linealidad arbitraria de un orden alfabético mediante el cual nuestros diccionarios ordenan lo heteréclito en el espacio 5M, Foucault, Les Mots pa. Tes Choses, ob. cit., prefacio, Describe unsistema de analogias, de similitudes entre propiedades simbélicascuyasinterconexio- nes nos vemos bien obligados a trazar en una pagina blanca para comprender su sistema osu “espacio de similitudes”. No se puede pensar sin el soporte de un “espacio de orden”, sin esa “zona mediana” que Foucault califica de arqueoligica, por debajo de nuestras percepciones, de nuestros discursos, de nuestros saberes donde se articu- lan lo visible y lo enunciable: el lenguaje, la mirada y el espacio. E17 de diciembre de 1966 Foucault hizo un uso muy diferente de su nocién de heterotopia. Pri- mero, no depende ya de un anélisis de los discur- sos sino de los espacios. Lugares tan heteréclitos como el espejo, el cementerio, el prostibulo o el pueblo de vacaciones polinesio en Djerba entran en una categoria especifica de espacio-tiempos, ya sea ese tiempo provisional como aquel tinico de la desfloracién en el espacio del viaje debodas, o ya sea, por el contrario, una acumulacién de temporalidades —atemporal— en el lugar de la biblioteca o el museo. Esas unidades espacio-temporales, esos espa- cio-tiempos tienen en comin ser lugares donde yo soy y no soy, como el espejo o el cementerio; 0 bien donde soy otro, como en el prostibulo, en el pueblo de vacaciones o en la fiesta, carnavaliza- ciones de la existencia ordinaria, Ellos rituali- zan escisiones, umbrales, desviaciones, y los lo- calizan. No todas lasnormas humanas son universali- 38 zables: aquellas de la disciplinarizacién del tra- bajoy aquellas de la transfiguracin por la fiesta no pueden desenvolverse en la linealidad de un mismo espacio ode un mismo tiempo:se necesita una fuerteritualizacién delasrupturas, de los um- brales, de as crisis. Pero esos contraespaciosson interpenetrados por todos los otros espacios que ellos impugnan: el espejo donde yono soy refleja elcontexto donde soy, ol cementerio esta planifi- cado como la ciudad, hay reverberacién de los espacios unos sobre los otros y sin embargo dis. continuidades y rupturas. Por iltimo, hay como un eterno retorno de esos rituales espacio-tem- porales y sino universalizacién de las mismas formas, por lo menos una universalidad de su existencia, Estén tomados en una sincronfa y una diacronia especificas que hacen de ellos un sistema significante entre los sistemas de la ar- quitectura, No reflejan la estructura social nila de la produccién, no son un sistema socio-histérico ni unaideologia sinorupturas dela vidaordinaria, imaginarios, representaciones polifénicas de la vida, de la muerte, del amor, de Eros y Ténatos, La carta de Foucault del 2 de marzo de 1967 transparenta un despecho: el arquitecto de la mirada no habia enganchado la mirada del ar- quitecto. No, no era el libro (Las palabras y las cosas) el que llevaba en germen una nueva con- cepcién del urbanismo, libro del que el filésofo teniala esperanza de que provoeara rupturasen elpensamiento. Sin embargo, esasrupturasfue- ron bastante estrepitosas, hasta el estrépito de 39 1968 en todo caso, para que Foucault legara a dojar tanto el tumulto de la gloria como el delas polémticas por la serenidad del luminoso pueblo de Sidi Bou Said, en lo alto del golfo de Cartago, ylapaz—siempre dificil—de la escritura, Hete- rotopia vivida, Lo que habia caido en la oreja del arquitecto era ese lenguaje menor, uno de esos juegos literarios que Foucault apreciaba golosa- mente, jubilo incesantemente contenido por la ascesis de la escritura, moderacién que se lee en la diddctica de la conferencia reescrita, ésta, para los arquitectos, pero esos juegos literarios son aqui finalmente retranscritos en el respeto de la integralidad sonora donde nacieron. UroriasyHereroropias El Cireulo de Estudios Arquitecténicos fue ani- mado entre 1960 y 1970 por Jean Dubuisson, su presidente, el arquitecto del Museode Artesy Tra- diciones Populares del Bois de Boulogne, y por onel Schein, que localizaba a los conferencistas que habia que invitar en el 38 del bulevar Ras- pail. Era uno de los eseasos circulos de reflexion de los arquitectos sin nada de corporativista, donde Jonel Schein gozabaen los anos cineuenta y sesenta de la halagiefia reputacién de agita- dor de ideas y de“radicalismo en arquitectura’? °MTodas estas informaciones sobre el Cireulo de Estu- dios Arquitecténieas me fueron comunicadas por P. Ri- boulet wo ' r b | b b Segtin Jean Dubuisson, fue este tiltimo el que invit6.a Foucault. Las conferencias eran toma- das en estenografia y luego dactilografiadas y remitidas a los miembros del Circulo. Pierre Riboulet—arquitecto, entre otros, del hospital Robert-Debré—conserv6 su copia. fl reeuerda as precauciones oratorias del filésofo para in- troducir sus palabras, eémo insistfa en su igno- rancia de las preocupaciones de los arquitee- tos. Las referencias estan tomadas de la histo- ria de las ciencias (Koyré, Bachelard), de la critica literaria (J.-P. Richard, Blanchot), del psicoandlisis existencial (Binswanger), todos temas a propésito de los cuales Foucault ya habia desplegadosus “obsesiones del espacia”.!” Parasefialar suentusiasmoa lasalida de esta, conferencia, Robert Auzelle, uno de los pensado- resdelareconstruccién de Francia a partir delos afios cincuenta, le entregé su historia de la ar- quitectura funeraria y de los cementerios,"' una delas heterotopfas de Foucault. En El nacimien- tode laclinica, Foucaulthabia deserito cémola andtomo-patologia habia integrado la muerte 1 Expresién utilizada por Foucault en «Questions & ‘Michel Foucault sur la géographiow, Hérodote, n° 1, 1976, pp. 71-85; retomado en Dits et Bers, t 11, n° 169, Paris, Gallimard, 1994, p. 33. "'R, Auzelle, Derniéres Demeures, Paris, edicién del autor, 13, plaza del Panteén, 1965. "M. Foucault, Naissance de la clinique, Paris, PUF, 1963, [Hay versiénen espafiol: El nacimientode la clinica: unaarqueologia dela mirada médica, Buenos Aires, Siglo xt, 1966. ‘a en el conocimiento de la vida; ofrecerle la his- toria de la integracién de los cementerios en la planificacién urbana probaba la perfecta com- plicidad entre sus auditoresy el conferencista: Ja negatividad se hallaba en el corazén de la racionalidad. Ella estaba en el corazén de los andlisis de Fou-cault, hasta Vigilar y casti- gar, en todo caso. Fue a fines de ese mismo afio 1967 cuando Jean-Luc Godard en La Chinoise hacia lanzar tomates por su heroina, estudiante prochina in- terpretada por Anne Wiazemski, contra unejem- plar de Las palabras y las cosas, libro simbolo entonces, por sus discontinuidades abruptas del pensamiento en el tiempo, de la negacién de la historia y, por lo tanto, de la negacién de la revolucién. La conferencia de 1967, gpodia tener otra circulacion que la de un texto dactilografiado entre los miembros del Circulo? El propio Cir- culo no tenia revista ni editaba ninguna de sus conferencias. Por otra parte, las concepciones que compartian entonces los arquitectos de- bian muchoa Le Corbusier y ala Bauhaus, ala racionalizacién de las formas y a la “legibili- " M, Foucault, Surveiller et punir, Paris, Gallimard, 1975. La obra presentael pandpticode Bentham como«un acontecimiento en la historia del espiritu humano» y propone un analisis del poder en términos de produceién y no de represién. {Hay versin en espaitol: Vigilar y ‘castigar, nacimiento de la prisién, México, Siglo xxi de Mexico Editores, 1976.) a2 dad” del espacio urbano, concebido como un texto puntuado de “localizaciones”, espacios 0 edificios. Francoise Choay, a quien Foucault frecuenté en los afios setenta, describe esas probleméticas en El urbanismo: utopias y rea- lidades. Un urbanismo progresista humanis- ia que se apoyaba en la carta de Atenas y en una racionalidad creciente o un urbanismo culturalista para el cual cada forma es un simbolo y que mira con nostalgia hacia la ar- monia de las ciudades pasadas: tales eran las “ideas reguladoras de la razén urbanfstica” Estas ideas reguladoras, jno recortaban ya en linea de puntos el espacio de la utopia donde iba adesplegarse, después de 1968, el discurso arquitecténico y urbano en una disolucién del objeto “ciudad”, en el seno de las relaciones sociales capitalistas? La ciudad como totalidad formal oracional, jno fue dislocada por el capi- talismo? El espacio, ino es una inmensa pagi- na en blanco donde se eseribe desde hard pron- todos siglos la meta-narracién del capital? «No es esto lo impensado general, lo no dicho de todos esos tabicamientos construidos entre las clases, los sexos y las generaciones? La fascinacién de las escuelas de arquitectura por la visita de las ciudades patronales, esas ‘utopias realizadas como el familisterio de Guisa 1B, Choay, Urbanisme, utopies et réalités, Parts, Seuil, 1965. [Hay versiin en espatiol: El urbanismo:uto pias realidades, Barcelona, Editorial Lumen, 1983.] 43 construido por Godin o la ciudad Menier de Noisiel dan fede queel discurso arquitecténico y urbanistico francés de los afios setenta se desplegaba en el espacio de la utopia. Los pro- motores de esas ciudades, ino habfan sido los primeros en inventar el consumo masivo? Uno miniaturizando la milenaria y costosa chime- nea en una estufa doméstica, el otro un medi- camento de los ejércitos napolednicos, el cacao, como complemento alimentario industrial, la tableta de chocolate. {No habian articulado de la manera mas justa la racionalizacién del consumo y la de la ocu-pacién del espacio? La racionalizacién de la ciudad patronal como la fragmentacién del espacio urbano, lo homogé- neo al igual que lo heterogéneo, remitian a un inmenso sistema de interpretacién, irrefuta- ble: Ia espacializacién del capital. El arquitec- to se volvia el técnico pasivo de la puesta en marcha de las estrategias y las normas del capital. Literatura menor, la elegante descripeiin for- mal de las heterotopias, ;podfa trazar un surco en el discurso dominante que se desplegaba en linea recta de la utopia? Resulla stil hablar indiferentemente de las utopias preurbanistas, de las ciudades obre- ras, de Haussmann, dela Bauhaus, del funcio- nalismo, de los shakers, de los grandes conjun- tos, de las ciudades nuevas: en todas partes se afirma peligrosamente una racionalizacién del 44 —— espacio inherente a la extension universal del capital, una propension de su orden de inter- cambio, del orden a secas podia leerse en la revista Traverse." GENEALOGIA, DE 1.08 EQUIPAMIENTOS COLECTIVOS Fueapartirde 1972 cuando Foucault emprende investigacionesen equipo sobre la historia delos equipamientos colectivos. Primero con el Centro de Estudios, de Investigaciones y de Formacién institucional —o CERFI—, animado por el psi- quiatra Félix Guattari, el que entonces termina con Gilles Deleuze la redaccién de su Anti-Edi- po. Creado en 1965 con investigadores en cien- cias sociales disidentes del Partido Comunista Francés (PCF), el CERFI cuestiona después de 1970 su cultura marxista, sometiéndola a una doble prueba: 1. la del desarrollo genealdgico presente en la Historia dela locura y Nacimiento de la clinica; 2. la de una clarificacion de las relaciones libidinales que todoinvestigadorman- © B, Eiaykman, «Urbanismes, Traverse, n° 4, 1976, citado por A. Thalamy en Politiques ce 'habitat, Corda, 1977, p. 14, 'G, Deleuze, F. Guattari, L'Anti-Edipe, Paris, Minuit, 1972, [Hay version en espariol: Elanti-Edipo:capitalismo y esquizofrenia, Barcelona, Ediciones Paidés Ibériea, 1998.) tiene con el objeto de su investigacién (la ambi- valencia de la reflexién urbanistica para con la racionalidad capitalista no escapaba a nadie), y gue los investigadores manticnen entre ellos como grupo social jerarquizado y sexuado. El relato de esta doble puesta a prucha publi- cado en su revista’ es probablemente uno de los més interesantes diarios de a bordo de la trave- sia ideolégica de esos aftos. Aqui asistimos como enun laboratorio al desmoronamiento del andli- sis marxista y a la emergencia de lo que pronto sera bautizado “actitud posmoderna”. Laempre- saes descrita por sus autores como “unaextrana maquina hecha de piezas y fragmentos tomados del genealogista Foucault, sustraidosdel taller del sabio bieéfalo Deleuze-Guattari”. “Bl genealogista Foucault” es de hecho una imagen social nueva del filésofo: el desarrollo genealdgico no es francamente afirmado sino desde su ensefianza en el Colegio de Francia, inaugurada en diciembre de 1970, Ademas, desde 1971 él anima con Deleuze un movi- miento militante, e Grapo de Informacién so- bre las Prisiones (GIP), arraigado en la extre- ma izquierda. Foucault discute el abordaje “genealdgico” de Généalogie du capital, . Les équipements du pou- voir», Recherches, 0? 13, diciembre de 1973. Unico ejem- plo de una recaperacién de las heterotopias por Hl. Lefe- bre, a propésito de La persée marxiste de la ville, Paris, Casterman, 1972. 16 ee los equipamientos colectivos con el CERFI, que trabaja sobre la ciudad,* y lo pone en marcha sobre todo en su seminario del Colegio de Fran- cia. El seminario esta consagrado a la emergen- cia del médico como experto en el siglo xk a través de la experticia psiquidtrica en medicina legal, por un lado, y como ingeniero que contri- buyealadefinicion de lasnormasylasformas de la arquitectura hospitalaria por el otro. Un ar- quitecto, Bruno Fortier, responsable del Centro de Estudios ¢ Investigaciones en Arquitectura (CERA), participa en adelante en los trabajos de investigacién de ese seminario. Si la expresion “equipamiento colectivo” no figura en los textos del siglo xvtti, la de“maquina de curar”, definida por el médico Tenon como ideal del hospital moderno, hacelas veces de ella. “La arquitectura hospitalaria”, escribe Tenon,"* ya no puede “ser de rutina -de tanteos”, debe responder a miiltiples preocupaciones: detener el contagio por la distribucion de las salas y las camas, la circulacién del aire, favorecer la diso- ciacién de los enfermos y las enfermedades, la vigilancia de los enfermos y el personal, mante- ner la jerarquia de la mirada médica, tener en cuenta las necesidades de la poblacién. “Lo que sirve para curar no es la regularidad © Recherches, n 13, op. cit., pp. 27-31 (Dits et Ecrits, 129,y nt 130), P JAR. Tenon, Mémoires sur les hépitause de Paris, Paris, 1788. del trazado sino lo atinado de la arquitectura.” El modelo debe ser perfecto —que ya no se pueda cambiar nada—, terminado, repetible. “Por primera vez en 1788 —escribe Bruno Fortier—se propone a los arquitectos laimita- cién como un deber”:** las tipologias normati- vas reemplazan los ejemplos ofrecidos por la historia. Lo atinado de la arquitectura nace del tratamiento de una red de cuestiones dis- tintas —climaticas, demogréficas, estadisticas, higiénicas, médicas, disciplinarias—, cada una de las cuales tiene su lugar de emergencia, su racionalidad, sus promotores, que responden a una multiplicidad de técticas —téenicas de vigilancia, de produceién de saber, de realiza- cién de poderes, de medicalizacién y de salud publica—. No pueden ser descritas como los segmentos andlogos o repetidos al infinito de un solo texto, de un escriptor tinico, mitico y unitario: el eapital. Por supuesto, estos edificios nuevosincorpo- ran tacticas de vigilaneia localizadas en otras partes, bajo otras formas arquitecténicas—co- legios, cuarteles—, tacticas y formas que pu- dieron precedery sostener la emergencia de la organizacién capitalista del trabajo y podran proliferar incluso més all de ésta, por ejemplo ® M. Foucault, B. Barret-Kriegel, A. Thalamy, F. Béguin, B. Fortier, Les Machines guérir(auxorigines de Thopital moderne), Paris, Institut de Yenvironnement, 1976; reed. Bruselas, Pierre Mardaga, 1979. 48 en los vastos archipiélagos del socialismo si- beriano, Porque fundamentalmente no se en- frenta uno ni con formas arquitecténicas ni con modos de produccién sino con tecnologias de poder. Esenla bisquedadeestas “arquitecturas méquinas” tan ajustadas a sus objetivos como Foucault debfa redescubrir lo que pronto se con- virtié en el paradigma en su obra: el pandptico de Bentham® del que Poyet” habia dibujado una interpretacién para la reconstruccién del Hospital Central. Los trabajos del seminario del Colegio de Francia sobre la arquitectura hospitalaria a fines del siglo xvii tuvieron dos ediciones, una en Paris en 1976, la otra en Bruselas en 1979: Les Machines 4 guérir.® El segundo estudio colectivo dirigido por Foucault tuvo por objeto el habitat entre 1800 y 1850. Fue piloteado por Frangois Béguin, hoy historiador del paisajey dela arquitectura 2 J, Bentham, Le Panoptique, precedido de Lieil du pouvoir, entrevista con Michel Foucault, Paris, Belfond, 1977 (facsimil de la edicin francesa de 1791),|Hay version en espaiiol de: Hl panéptico, Madrid, Las Ediciones dela Pigueta, 1979.] % B Poyet, Mémoire sur la nécessité de transférer et reconstruire UHotel-Dieu suini d'un projet de translation de cet hopital, Paris, 1785. © M. Foucault, B. Barret-Kriegel, A. Thalamy, F. Béguin, B. Fortier, Les Machines & guérin, op. cit. "1 J.-M. Alliaume, B. Barret-Kriegel, F. Béguin, D. Ranciére, A. Thalamy, Politiques de Vhabitat 1800-1850, Paris, Corda, 1977 (estudio realizado bajo la direccién de M. Foucault), 49 colonial.* La metodologia es la misma que anteriormente: en vez de partir de una histo- ria de las formas de la habitacién o de la ciu- dad, losinvestigadores hacen un inventario de las practicas discursivas que circunscribieron y codificaron el habitat como objeto de inter- vencidn administrativa y politica entre 1800 y 1850 —la enfermedad, el empleo, ladomestica- cién de equipamientos como el agua, la ilumi- nacién, la aireacién—; y el desarrollo de una jurisdiccién creciente sobre el espacio publico en cuya interseccién se construye el habitat. “Primero hay que deshacerse de la pregnancia de la casa, desmineralizarla, deconstruirla’, eseribe F. Béguin, PODER, SABER, ESPACIO Es a partir de Vigilar y castigar (1975) y de su r4pida circulacién internacional —fue répida- mente traducido a una veintena de lenguas— cuando los andlisis foucaultianos del espacio reciben una nueva visibilidad como lugar de una doble articulacién del poder sobre el cuerpo del individuo y del saber con el poder. Luego vienen varios estudios sobre fa arquitectura de vigilan- ® De F, Béguin citemos en particular; Arabisances, décor architectural, tracé urbain en Afrique du Nord 1830-1850, Paris, Dunod, 1983 y Passages, Parts, Flam- marion, 1996, 30 a cia que son publicados principalmente en Italia yen Gran Bretana.* Mas en general, socidlogos urbanosy planificadores comienzan areferirsea Foucault, A. Leaman escribe en Environment and Planning” que la obra de Foucault es de ahora en mds importante para los urbanistas planificadoresy arquitectos porsuanilisisde las cualidades normativas de las estructuras y de Jas instituciones. Sharon Zukin considera que la ciudad est en adelante incluida en los andlisis, de una economia del poder segiin el método desarvellado por Vigilar y castigar.* Tal es el contexto donde reaparecen las hete- rotopias, en la escuela de arquitectura de Vene- cia en diciembre de 1977, primer estudiosobresu uso posible en una historia de los espacios, Il dispositivo Foucault, que retine ensayos de M. Cacciati, F. Rella, M. Tafuri, G. Teyssot. Sutapa, como la de Les Machines @ guérir, reproduce un plano de arquitectura panéptica para un hospi- tal inglés. Los autores se refieren esencialmente a Vigilar y castigar y, con excepcién de Teyssot, a un compendio de textos de Foucault sobre el ® Véase sobre todo Hinterland, primer aito, "3, mayo- junio de 1978, n° trilingtie titulado Segregazione e corpo ‘sociale, consagrado a las arquitecturas de vigilancia. = A Leaman, en Environment and Planning, n® 11, , pp. 1079-1082, sh. Zukin, «A decade of the new urban sociology», Theory and Society, 9, 1980, pp. 575-601 2 M. Cacciari; F. Rella; M. Tafuris G. Teyssot, 1 dispositive Foucault, Venecia, Clava, 197 19; poder aparecido ese mismo afio en Einaudi, la Microfisica del potere;* la incidencia politica de este tiltimo compendio fue inmediata, sostenida sin demora por la traduccién de Rizoma, de De- leuze y Guattari,* libros que se han convertido enlasteferencias teérieo-politicas del movimiento Namado“Autonomia’ (sobreentendido de lo poli- tico), que incomodaba sobre su izquierda al PCI, empeiadoen laestrategia del compromiso hist6- rico. Es esta incideneia politica lo que los italia- nos habjan bautizado “Veffeto Foucault”, que es el punto de mira de I dispositivo Foucault. La introduceién al compendio, eserita por F. Rella, es perfectamente explicita; ella disfraza primero los andlisis foucaultianos de la plurali- dad de las relaciones de poder en una metafisica “del poder”, de un poder abstracto, inmaterial, supuesto en otras partes y por lo tanto politica- mente en ninguna: “La tnica historia de los poderesesuna historia delos espacios atravésde los cualesse muestrael poder.” ¥ apoyandose en elarticulo de Teyssot como tiniea fuente de eono- »M, Foucault, Microfisien del potere: interventi politi- i, editado por Fontana y Pasquino, Turin, Einaudi, 1977, retomado y completado por e} movimiento alternative berlinés: Dispusitive der Mucht, Berlin, Merve, 1978. [Hay version en espanol: Microfisica del poder, Madrid, Las Ediciones de la Piguota, 1979.) * G. Deleuze, PF. Guattari, Rhizome, Paris, Minuit, 1976; Rizonra, Parme/Lucques, Pratiche, 197. [H: sion en espaol: Rizoma: (introduccién), Valencia, Bdito- vial Pro-Textos, 197.1 cimiento de las heterotopias, prosigue: “El no lugar del poder se halla en el centro de una infinidad de localizaciones heteratspicas” En consecuencia, la heterotopia se vuelve un “dato central” en Foucault, y la heterotopologia en la fenomenologia de la dispersién andrquica del poder. La conclusién de esta interpretacién esesperad: Ya no se combate al poder, involuerado en adelante en una miriada de localizaciones [0 dispositivos), sino a la tirania de las teorias slobalizadoras, Teorfas que Rella explicita aclarando en nota “Veffeto Marz” De hecho, Teyssot®no comenta la conferencia de 1967 sino el uso taxonémico del prefacio de Las palabras y las cosas, aplicdndolo a un pro- yecto de hospital del siglo xvi deserito por el historiadord-C. Perrot.*Suplanoreparte, como una parrilla, en ocho edificios distintos ocho cla- ses de pensionistas tan heterogéneos como las categorias de animales de la enciclopedia de Borges: a) los prisioneros a pedido de sus fami- lias;b) los locos, los prisioneros por edicto real; ® G. Teyssot, «Hterotopia e storia degli epazie, I ispositivo Foucault, pp. 883-86 y Heterotopies and the history ofspaces», Architecture and Urbanism, 121, 1980, pp. 79-100. ® J.C. Perrot, Genése d'une ville modere, Caen’ aw xn siele, Paris, Mouton, 1975. 53 ©) los nifios pobres y legitimos de dos a nueve aiios, los ancianos, los mendigos, las prostitutas aquejadas de enfermedades venéreas; d) los ni- os bastardos de mas de nueve aiios, ete. Bs la incongruencia del contenido lo que designa a la arquitectura como heterotopia y no el juego de oposicién, o impugnacién, cualitativa o simbdli- ca, de los otros espacios que éste instituye por su fancién, su forma, sus rupturas. El uso que hace Teyssot de la heterotopfa no transeribe de ningiin modo la inseripeisn pro- funda de la espacialidad en la totalidad de la existencia humana: la heterogeneidad y la dis- continuidad de los tiempos vividos, los umbrales dela vida, lascrisis biolégicas (iniciacién, puber- tad, desfloracién), Eros y Ténatos. Las espaciali- zaciones de la subjetividad en todas sus formas, del prostibulo al sauna, yno solamente las gran- des funciones dela carta de Atenas, recibieronen toda cultura una inseripeién especifica en el es- pacio, en espacios, que estén entre cllos no en una relacién de distribucién como interioridad/ exterioridad, margen/eentro, pablico/privado, si- no en un juego formal de diferenciacion y de reverberacién, en suma en elregistro de la comu- nicacién, Tanto Rella, que hace del espacio foucaultiano el receptaculo neutro y continuo de las heterotopias del poder —coneepcién globali- zadora— como Teyssot, que hace de la heteroto- pia la articulacién arquitecténica de las incon- gruencias del mundo ~concepeién localista— ambos faltan alla tercera dimensin, esa propie- 54 dad del espacio déremitirse a sf mismo en el espesor de un juego formal y simbdlico de repu- dio y de reverberacién, en un fraccionamiento que no es segmentacién, ese “Thirding” que E. Soja teoriza en UCLA, en el Instituto de Urba- nismo de Los Angeles, de este modo: “the Thir: ding as othering”.® Esta primera recepeién de las “heterotopi porla escuela de arquitectura de Venecia repre- sentada por Il dispositive Foucault muestra la ambigtiedad de esta nocién de recepcidn: no se trata ni de una comprensién exacta ni de una real instrumentacidn sino de una reimplanta- cién polisémicay polémica en una red dedebates, politicos, por un lado, y de un cuestionamiento epistemologico, por el otro ‘A partir de julio de 1976, por primera vez Foucault habia vuelto a evocar su conferencia de 1967 en una entrevista sobre el pansptico de Ben- tham, publicada en 1977, por otra parte mencio- nada por Teyssot. Habria que escribir toda una historia de los espacios que al mismo tiempo serfa una historia de los pode- res, desde las grandes estrategias de la geopo- litica hasta las pequefias tacticas del habitat, de la arquitectura institucional, de la sala de clases o de la organizacién hospitalaria, pasan- do por las implantaciones econdmico-politicas. 1 E, Soja, Thirdspace, Journeys to Los Angeles and Other Real and Imagined Places, Cambridge (Mass.), Blackwell, 1996. 35 Essorprendente ver hasta qué punto el proble- ma de los espacios tardé mucho tiempo en verse como un problema histérico-politico, Recuerdo haber hablado hace unos diez afios de esos problemas de una politica de los espacios y que me respondieran que era bien reaccionario insistir tanto con el espacio, que el tiempo, el proyecto, era-la vida y el progreso...° Unahistoria foucaultiana delosespacios, mas precisamente de la espacializacion del poder, mas precisamente todavia de la inscripcién en el espaciocolonial—heterotépico—deese régimen de poder particular que se desarrollé a partir del siglo xv y que Foucault designa como biopo- der,**a partir de la cual los problemas deespacio se vuelven politicamente diferentes, es el proyecto que emprenden a comienzos de los afios ochenta el antropélogo Paul Rabinow* y la historiadora del habitat norteamericano Gwendolyn Wright. © M. Foucault, J. Bentham, Lil du pouvoir, en Le Panoptique, op. cit. “M, Foucault, La Volonté de savoir, Parts, Gallimard, 1976, cap. V: Droit de mort et pouvoir sur la vie». [Hay ‘versiin enespatiol:ervoluntad de saber, México, Sigloxxt de México Editores, 1985.1 ®°P, Rabinow, Binpower in the French Colonies, confo- rencia interdisciplinaria sobre Foucault: Knowledge, Power, History, Los Angeles, 29-31 de octubre de 1981; French Moder; Norms and Forms of the social Environ. ment, Cambridge (Mass.), MIT Press, 2989. “G. Wright, The Politics of Designs in the French Colonial Urbanism, Chicago, University Press, 1991 56 Niellos ni Frangois Béguin conocen la conferen- Gia de 1967. En una entrevista aparecida en Shyline,® re- vistanorteamericana de arquitectura, que Rabi- now y Weight realizaron con Foucaulten 1982," elfilésofo recuerda sus obsesiones por el espacio ydice: a través de esas obsesiones llegué a lo que es fundamental para mi, las relaciones que son posibles entre el poder y el saber... La arquitectura y el urbanismo, expresa, no constituyen un campo que se pueda aislar: Ellos se mezclan con miiltiples précticas y discursos, pero el espacio es el lugar privilegia- do de comprensién de cémo opera el poder. Ala inversa, destierra dela practica del arqui- tecto toda esperanza ut6pica: Los hombres sofiaron con méquinas liberado- ras. Pero por definicién no hay maquinas de libertad. Garantizar la libertad no es algo que corresponda a la estructura de las cosas. La libertad es una préctiea. Nada es funcional- © M. Foucault, Space, knowledge, power, entretien avec P. Rabinow», Skyline, marzo de 1982, pp. 16-20; retomado en Ditset Berits,t.1V,n’340, pp. 270-285 |véase as abajo, p. 89). ™P, Béguin, Arabisances, op. cit mente liberador. La libertad es lo que debe ejercitarse, Ia garantia de la libertad es la libertad. Ahora duefo de un discurso politico y episte- molégico sobre el espacio, Foucault deja enton- ces remontar su lejano concepto de heterotopia: Dicho sea entre paréntesis, recuerdo haber sido invitado por un grupo de arquitectos, en 1966, a hacer un estudio del espacio; se trataba delo que en esa época lamé las cheterotopias», esos espacios singulares que se encuentran en ciertos espacios sociales cuyas funciones son diferentes de las que tienen los otros, y hasta resueltamente opuestas. Los arquitectos tra- bajaban sobre este proyecto y, al final del estu- dio, alguien tomé la palabra —un psicdlogo sartreano—y me bombarded con que el espacio era reaccionario y capitalista, pero que la hil toria y el devenir eran revoluejonarios. En osa época este discurso absurdo no era nada des- acostumbrado. En la actualidad, cualquiera se mataria de risa al oir eso. Uno no puede sino sentirseimpactado por esta larga anamnesis en dos tiempos: primero en 1976 de la objecién politica hecha en 1967, por uiltimo en 1982 del concepto mismo de heteroto- pia; en 1984 Foucault podia acoger favorable- mente la reutilizacién de su conferencia por el IBA de Berlin. Los dos organizadores de la exposicién, el ale- mén Johannes Gachnang y el italiano Marco de Michelis, conocian este texto por su publicacién en 1968 en Archittetura.* Hste resonaba extra- jiamente con la estrategia de IBA, tal como la expuso uno de sus dos responsables, J.-P. Klei- hues: “poner en practica la idea de una ciudad por fragmentos”, hablar de arquitectura urbana sin trazar primero un plan global de urbanismo; respetar la variedad histérica y topografica ber- linesa; pensar la composicién de la ciudad por islotes ¢ incluso confiar a varios arquitectos la reconstruccién de los alojamientos de un mismo islote. Yen una reunificacién eventual, justificar la conservacién de la arquitectura estalinista Sutraducciénnorteamericana se hizoen 1986, aparecida primero en la revista interdisciplina- ria de Cornell, Diacriticis, luego en larevista de arquitectura Lotus." Ella inauguraba una nue- va carrera para la interpretacién cualitativa de los “espacios diferentes”. No se comprenderia esta carrera sin la simultaneidad de la traduc- cin de los volimenes II y III de la Historia de la sexualidad, a partir de los cuales Foucault se " Informacién comunicada por Frangoise Joly, recogi- daen su entorno. © J.-B. Kleihues; «A propos de la ville européenne, entrevista con M. Bourdeau, AMCS, octubre de 1984, pp. 95-99, M. Foucault, «Of other spaces, Diacriticis, 16, n'1, 1986, pp. 22-27 y Lotus international, 1986. ©M, Foucault, L'Usage des plaisirs, Paris, Gallimard, 1984; Le Souci de soi, Paris, Gallimard, 1984; trad. The a convierte en una referencia para lo que los nor- teamericanos ilaman las “politicas de la identi- dad”. Movimientos feministas, movimiento gay, grupos étnicos constituyen la nueva red de ins- cripeién y la nueva evaluacién de las heteroto- pias. La historia de los modos de subjetivacion emprendidos por Foucault atraviesa textos como “Phe spaces that differences make*, delurbanis- ta B. Soja,* Gendered Spaces, de la feminista Daphne Spain," The New Cultural Politics of Difforence,* de Cornel West o Geographical Ima- ginations, del gedgrafo Derek Gregory."® Lugar de emergencia de la heterotopia, el andlisis literariose lareapropiacon Brian MeHa- le, Michel de Certeau,** el anélisis filmico con Use of Pleasure, Harmondsworth, Penguin, 1985; The Care of the Self, Harmondsworth, Penguin, 1988, (Hay versiones en espaol: uso de los placeres, México, Siglo ui de México Bditores, 1986; Bl cuidaclo de sf, Mexico, Siglo mnt de México Reitores, 2005.) “s Ba, Soja, «The spaces that differences maker, en M. Keith v8. Pile, Place and the Politis of Identity, Nueva York, Routledge, 1998, pp. 183-205 "wD. Spain, Gendered Spaces, Chapel Hill, University of Carelina Press, 1992 Cornel West, The New Cultural Potties of Differen ce: Out There. The Dilemma of the Black futellectual, Ferguson, 1994. ™D. Gregory, Geographical Imaginations citado en. Soja, Thirdspace, Cambridge, Blackovell, 1994 1B, Metlalo, Post Modernist Fiction, Nueva York, Routlodye, 1988; MI. de Certeau, Hederolagies: Discourse of the Other, Manchester, Manchester University Press, 1986. 60 Giuliana Bruno.*” Foucault se convierte en e) pasaje obligadode cualquier andlisisdel espacio, comprueba Soja. . Lomismo paralas artes plisticas. Al presen- tar las obras del plastico eubano Félix Gonzé- lez-Torres, Nancy Spector describe una expe- riencia “de entorno heterotdpico” realizada en Manhattan.* De veinticuatro de los carteles publicitarios del mobiliario urbano de Man- hattan, Gonzélez-Torres fijé el contraespacio constituido por la inmensa foto en blanco ¥ negro de la intimidad de una cama abierta Despojamiento absoluto de un puro rozamien- to de sébanas, huella ligera de dos cabezasen el surco de los dos almohadones, donde cada uno puede proyectar o la interrupeién del suefo o el amor consumado, 0, més radieal, la advertencia del artista: una decision de 1986 de la Corte Suprema autoriza en adelante a la justicia, en cualquier Estado donde la sodom{a sigue siendo un crimen, a perseguirla incluso entre adultos consintientes; en suma, la intimidad del espa- cio privado de la cama acaba de entrar en el espacio publico. Esta articulacién de lo pitblicoy lo privado podria gritar, segtin Spector, una his- toria mas muda: la huella vacante del compatie- ro del artista muerto de sida. © G. Bruno, «Bodily Architectures», Assemblages, 19 de die, de 1992. *N. Spector, Filis Gonzdlez-Torres, The Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York, 1995. 6 = eS Maravillosa intuicién de los comienzos de la conferencia radiofénica de Foucault de 1966, de ese pasaje desaparecido de la conferencia a los arquitectos en 1967, donde el filésofo evocaba como primera figura dela heterotopia lacama de Jos padres, que a los nifios les gusta penetrar en un placer de transgresién y de ensofiacién de los origenes. {No podria inferirse que aqui la larga seriedelasreinscripcionesdel texto en multiples redes y estrategias, que la larga serie de las transformaciones de la figura social de su autor encuentran en ese instante de su trayectoria la forma mds acabada de recepcién? {No habfa declarado muchas veces Foucault que no desea- ba tanto lectores como usuarios? E, Suja, dHleterotopios:remembrance of other spaces in the, citadel LAAs, Strategies, a eournal of Theory, Culture and Politics, 3, 1990, pp. 1-39; Pastmetropolis Critioal Studies of Cities and Regions, Lonires, Blackwell, 2000. “En 2001, unaasociaciénculturalitalianadenominada Bterotopie publied una relectura de textos de Foucault sobre el espacio bajo el titulo Spezialtri 62 ESPACIOS DIFERENTES* La gran obsesién que atravesé el siglo xrx, como sesabe, fue la historia: temas del desarrollo y de ladetencién, temas de la crisis y del ciclo, temas de la acumulacisn del pasado, gran sobrecarga de muertos, enfriamiento amenazador del mundo. Elsigloxtxencontré en el segundo principio de la termodindmica lo esencial de sus recursos mito- légicos. La época actual serfa quizd mas bien la época del espacio, Nos hallamos en la época de lo simultdneo, nos hallamos¢n la época de la yux- taposicién, en la época de lq cercano y lo lejano, delladoa lado, de lodisperso. Noshallamosen un momento en que el mundo se experimenta, creo, notantocomouna gran vida que se desarrollaria a través del tiempo sino como una red que rela- © sDes espaces autres (conferencia en el ireulo de Estudios Arquitecténicos, 14 de marzo de 1967) ,trehitec- ture, Mouvement, Continuité, 5, octubre de 4984, pp 46-49 (en M. Foucalult, Dits et éerits, Paris, Gallimard, 1994, 1V, pp. 752-762). Foucault sélo autorizé la publica. cin de este texto escrito en Tkinez en 1967 en la primae vera de 1984. 63 ciona puntos y que entrecruza su madeja. Tal ver, podria decirse que algunos de los conflictos ideolégicos que animan las polémicas de hoy se desarrollan entre los piadosos descendientes del tiempo y los habitantes encarnizados del espa cio. Bl estructuralismo, o por lo menos lo que se agrupabajoese nombre un poquito general, es el esfuerzo porestablecer, entre elementos que pue- den haber sidorepartidos a través deltiempo, un conjunto de relaciones que los hace aparecer como yuxtapuestos, opuestos, implicados uno poreloiro, en una palabra, que los hace aparecer como una suerte de configuracién; y a decir ver- dad, nose tratade estemodo de negarel tiempo; es cierta manera de tratar lo que se lama el tiempo y lo que se llama la historia, ‘No obstante, hay que abservar que el espacio que aparece hoy en el horizonte de nuestras pre- ocupaciones, denuestra teoria, denuestrossiste- mas, no es una innovacién; el mismo espacio, en la experiencia occidental, tiene una historia, ¥ no es posible desconocer ese entrecruzamiento fatal del tiempo con el espacio. Podria decirse, para describir muy groseramente esta historia del espacio, que en la Edad Media existia un conjunto jerarquizado de lugares: lugares sagr: dos y lugares profanos, lugares protegidos y lu- gares por el contrario abiertos y sin defensa, lugares urhanos y lugares campestres (esto por loquerespectaa la vidareal delos hombres); porlo que respecta ala teoria cosmolégica, existian los lugaressupra-celestes, opuestos al lugarceleste; 6 y el lugar celeste se oponfa a su ver al lugar terreste; existian los lugares dondelascosas.se hallaban ubicadas porque habian sido despla- zadas violentamente y después los lugares, al contrario, donde las cosas encontraban suem- plazamiento y su reposo naturales. Era toda esa jerarquia, esa oposicién, ese entrecruza- miento de lugares lo que constitufa aquello que se podria llamar muy groseramente el espacio medieval: espacio de localizacion. Este espacio de localizacién se abrié con Gali- leo, porque el verdadero escandalo de la obra de Galileo no es tanto haber descubierto, haber redescubierto més bien que la Tierra giraba alrededor del Sol, como haber constituido un espacio infinito e infinitamente abierto; de tal suerte que el lugar de la Edad Media se encon- traba asi de alguna manera disuelto, el lugar de una cosa no era ya més que un punto en su movimiento, asf como el reposo de una cosa no era sinosu movimiento indefinidamente amorti- guado, En otras palabras, a partir de Galileo, a partir del siglo xvi, la extensién reemplaza la localizacién. En nuestros dias, el emplazamiento sustituye a la extensién, que a su vez reemplazaba a la localizacién. El emplazamiento es definido por las relaciones de vecindad entre puntos o ele- mentos;formalmentese lospuededeseribir como series, arboles, entramados. Porotrolado, es conocidalaimportancia delos problemas de emplazamiento en la técnica con- 65 temporanea: almacenamiento de la informacion ode losresultados parcialesdeuncéleuloenlame- moria deuna maquina, circulacién deelementos discretos, desalida aleatoria (como muy sencilla- menie los automéviles 0, después de todo, los sonidos sobre una linea telefonica), localizacién de elementos, mareados o codificados, en el inte- rior de un conjunto que esté o bien repartido al azar 0 dlasificado en una clasificacién univoca, 0 clasificado segin una clasificacién plurfvoca, eteétera. ‘De una manera todavia més conereta, el pro- blema del lugar o el emplazamiento se plantea para los hombres en términos de demografia; y este ultimo problema del emplazamiento huma- no no es simplemente, la cuestién de saber si habré suficiente sitio para el hombre en cl mun- do —probleia que después de todo es bien im- portante—, es también el problemade saber qué relaciones de vecindad, qué tipo de almacena- miento, de circulacién, de localizacién,declasifi- cacién de los elementos humanos deben ser pre- ferentemente tenidos en cuenta en tal 0 cual situacion para llegar a tal o cual fin. Nos halla- mosenuna época donde el espacio se daa nosotros ena forma de relaciones de emplazamientos. En todo caso, creo que la inquietud de hoy concierneen|o fundamental al espacio, sin duda, mucho mas que al tiempo; el tiempo no aparece probableriente sino como uno de los juegos de distribucién posibles entre los elementos que se reparten en el espacio 66 Ahorabien, apesarde todas as téenicasquelo involucran, a pesar de toda la red de saber que permite determinarlo o formalizarlo, el espacio contemporéneo no est acaso todavia totalmen- tedesacralizado—adiferenciasin dude del tiem- po que, por su parte, fue desacralizado en el siglo xnt—. Por cierto, realmente existié cierta desa- cralizacién teérica del espacio (aquella a la cual la obra de Galileo dio la seal), pero tal vez todavia no hemos accedido a una desacraliza- cin préctica del espacio. Y es posible que nues- tra vida esté todavia gobernada por cierta canti- dad de oposiciones quenose pueden tocar, quela institueion y la préctica todavianose atrevieron a afectar, oposiciones que admitimos como da- das: por ejemplo, entre el espacio privadoyel es- pacio puiblico, entre el espacio de la familia y el espaciosocial, entre el espacio culturaly el espa- cio til, entre el espacio de distracciones y el espacio de trabajo; todas estan animadas toda- via por una sorda sacralizacién, La obra —inmensa— de Bachelard, las des- cripeiones de los fenomenslogos, nos enseftaron que no vivimos en un espacio homogéneo y vacio sino, por el contrario, en un espacio que est totalmente cargado de cualidades, un espacio gue esta tal vez también frecuentado de fanta- sia;elespacio denuestra percepcidn primaria, el de nuestras ensofiaciones, el de nuestras pasio- nes poseen en s{mismos cualidades que son como intrinsecas; es un espacioligero, etéreo, transpa- rente, obienunespacio oscuro, rocalloso,repleto: esun espaciodearriba, esun espaciodelascimas 0, por el contrario, es un espacio de abajo, un espacio del barro, es un espacio que puede ser corriente como el agua viva, es un espacio que puede ser fijado, petrificado como la piedra 0 como el cristal. No obstante, estos andlisis, aunque funda- mentales para la reflexién contempordnea, con- ciernen sobre todo al espacio del adentro. De lo que me gustaria hablar ahora es del espacio del afuera, Elespacio enelcual vivimos, por el cual somos atraidos fuera de nosotros mismos, en el cual precisamente se desarrolla laerosiéndenuestra vida, de nuestro tiempoy de nuestra historia, ese espacio que nos roe y nos surca de arrugas es en si mismo también un espacio heterogéneo. En otras palabras, no vivimos en una suerte de vacio, en cuyo interior se podria situar a indivi- duos y cosas. No vivimos en el interior de un vaeio que se colorearfa de diferentes tornasoles, vivimos en el interior de un conjunto de relacio- nes que definen emplazamientos irreductibles ‘unos a otros y absolutamente no superponibles. Porsupuesto, sin dudase podria emprenderla deseripeién de esos diferentes emplazamientos buscando cus es el conjunto de relaciones por el cual se puede definir ese emplazamiento. Por ejemplo, describir el conjunto de las relaciones que definen los emplazamientos de paso, las calles, los trenes (un tren es una extraordinaria red de rolaciones, puesto que es algoa través de locual uno pasa, esigualmente algo per locual se puede pasar de un punto aotroy ademas es algo que también pasa).Se podria escribir, porlared de las relaciones que permiten definirlos, esos emplazamientos de alto transitorio que son los cafés, los cines, las playas. También se podria definir, porsured derelaciones,el emplazamien- tode reposo, cerrado 0 a medias cerrado, consti- tuido por La casa, el cuarto, la cama, ete. Pero lo que me interesa entre todos esos emplazamien- tos son algunos de ellos que tienen la curiosa propiedad de estar en relacién con todos los otros emplazamientos, pero en un modo tal que sus- penden, neutralizan o invierten el conjunto de Jasrelaciones que se encuentran por ellos desig- nados, reflejados oreverberados. Estos espacios, de alguna manera, que estén en relacién con todos los otros, que sin embargo contradicen to- doslosotrosemplazamientos, son dedosgrandes tipos. Estan primero las utopias. Las utopias son los emplazamientos sin lugarreal. Son losemplaza- mientos que mantienen con el espacio real de la sociedad una relacién general de analogia direc- taoinvertida. Eslasociedad misma perfecciona- dao es el revés de la sociedad, pero, de todos modos, esas utopias son espacios que fumdamen- talmente, esencialmente, son irreales Hay también, y esto probablemente en toda cultura, en toda civilizacién, lugares reales, lu- gares efectivos, lugares que estan dibujados en Ja institucién misma de la sociedad, y que son 89 especies de contra-emplazamientos, especies de utopias efectivamente realizadas en las cuales Josemplazamientosreales, todos los otros empla- zamientos reales que se pueden encontrar en el interior dela caltura, son ala vezrepresentados, impugnados e invertidos, especies de lugares que estan fuera de todos los lugares, aunque sin embargo sean efectivamente localizables. Estos lugares, porque son absolutamente distintos de todoslosemplazamientos que ellosreflejany delos que ellos hablan, los llamaré, por oposicién alas utopias, las heterotopfas; y eréo que entre las uto- pias y esos emplazamientos absolutamente dis- tintos, esas heterotopias, sin duda habria una suerte de experiencia mixta, intermedia, que seriacl espejo. Elespejo, después detodo, es una utopia, puesto que es un lugar sin lugar. En el espejo me veo alli donde no estoy, en un espacio irreal que virtualmente se abre detrés de la superficie; yo estoy alli, alld donde no estoy, una suerte de sombra que.me da a mi mismo mi propia visibilidad, que me permite mirarme alli donde estoy ausente: utopia del espejo. Pero es también una heterotopia, en lamedida en que el espejo existe realmente y en que tiene, sobre el si- tio que yo ocupo, una suerte de efecto de rebote; osapartirdel espejocomo yomedescubroausen- te enelsitio donde estoy, puesto queme veoalli. “Apartir de esa mirada que de alguna manera se dirige sobre mi, del fondo de ese espacio virtual qaeesti del otro lado del espejo, vuelvo hacia my comienzo otra vez a llevar mis ojos hacia mi 70 mismo y a reconstituirme alli donde estoy; el ‘espejo funciona como una heterotopia en el sen tido de que tora ese sitio que yo ocupo, en el ‘momento en que me miro en el espejo, a la vez absolutamente real, en unién con todoel espacio que lo rodea, y absolutamente irreal, puesto que std obligada, para ser percibida,a pasar por ese punto virtual que esté alli En cuanto a las heterotopias propiamente di- chas, je6mo se las podria deseribir, qué sentido tienen? Se podria suponer, no digo una ciencia porque es una palabra queesta demasiadotrilla- daahora, sinouna suertede descripeiénsistema- tiea que tendrfa por objeto, en una sociedad determinada, el estudio, el andlisis, la descrip- i6n, la “lectura’, como les gusta decir ahora, de esos espacinsdiferentes,esosotros lugares, una es- pecie de impugnacién a la vez mitica y real del espacio en que vivimos; esta descripeién podria llamarse la heterotopelogia. Ll primer principio es que probablemente no haya una sola cultura en el mundo que no constituya heterotopias. Esta esunaconstante de cualquier grupo huma- no. Pero Las heterotopfas evidentemente adop- tan formas que son muy variadas, y acaso no se encontrarfa una sola forma de heterotopia que sea absolutamente universal, Sin embargo, se las puede clasificar en dos grandes tipos. En las sociedades lamadas “primitivas” hay cierta forma de heterotopias que yo lamaria heterotopfas de crisis, es decir, que hay lugares privilegiados, osagrados, o prohibidos que estan 1 reservados a losindividuosque sehallan,respec- to de la sociedad, y del medio humano en cuyo interiorviven, en estado decrisis. Losadolescen- tes, las mujeres en la 6poca de las reglas, las ‘mujeres en época de parto, los ancianos, eteétera. Ennuestra sociedad, esas heterotopias de cri- sis estén desapareciendo, aunque todavia se en- cuentren algunos restos. Por ejemplo el colegio, en suformadel sigloxx, oel serviciomilitar para los varones, ciertamente desempefiaron seme- jante papel; las primeras manifestaciones de la sexualidad viril debian tener lugar precisamen- te “en otra parte” que en la familia. Para las chicas existia, hasta mediados del siglo xx, una tradicién que se llamaba el “viaje de bodas”; era ‘un toma ancestral, La desfloracién delajoven no podia tener lugar “en ninguna parte” y, en ese momento, el tren, el hotel del viaje de bodas, era realmente ese Ingar de ninguna parte, esa hete- rotopia sin puntos de referencia geogrsificos. Pero esas heterotopias de crisis hoy estan des- apareciendo y son reemplazadas, creo, por hete- rotopias que se podrfan Hamar de desviacién: aquellas en las cuales se instala a los individuos cuyo comportamiento es marginal respecto dela media o de la norma exigida. Son las casas de reposo, las elinicas psiquitricas; son, por su- puesto también, lasprisiones, ysinlugaradudas habria que agregarles las casas de retiro, quede algin modo se hallan en el limite de a heteroto- pia de crisis y dela heterotopfa de desviacién, ya que después de todo la vejez es una erisis, pero también una desviacién, puesto que en nuestra sociedad, donde el tiempo libre esta regulado, e] ocio constituye una suerte de desviacisn. Elsegundo principio deesta descripeién de las heterotopias es que, en el curso de su historia, una sociedad puede hacer funcionar de una ma- nera muy diferente una heterotopfa que existe y que no ha dejado de existir; en efecto, cada hete- rotopfa tiene un funcionamiento preciso y esti- pulado en el interior de la sociedad, y la misma heterotopia, segiin la sincronia de la cultura en a que se encuentra, puede tener uno u otro fancionamiento, ‘Tomaré como ejemplo Ia curiosa heterotopia del cementerio, Por cierto, el cementerio es un lugardistintorespecto de losespacios culturales ordinarios, es unespacioqueestésinembargoen uni6n con el conjunto de todos los emplazamien- tos de la ciudad o de la sociedad o del pueblo, ya que cada individuo, cada familia resulta que tiene parientes en el cementerio, En la cultura occidental, el eementerio practicamente siempre existié. Pero padecié mutaciones importantes. Hasta fines del siglo xvut, el cementerio estaba ubicado en el corazén mismo dela ciudad, al lado de la iglesia. Alli existia toda una jerarquia de sepulturas posibles. Estaba el osario, en el cual los caddveres perdian hasta la wltima traza de individualidad, habia algunas tumbas indivi- duales, y también habia tumbasenel interior de Ja iglesia. Estas tumbas eran a su vez de dos especies. Yasea simplemente losascon una mar- 3 ca 0 mausoleos con estatuas. Este cementerio, quese alojaba enel espacio sagrado dela iglesia, en Jas civilizaciones modernas adquirié un as- pecto muy distinto y, curiosamente, fue en la 6poca en que la civilizacién se volvi6, como se dice muy groseramente, “atea”, cuando la cultu- raoceidental inauguré lo que se lamael culto de los muertos. Enel fondo, era muy natural que en la época ‘en que se crefa efectivamente en la resurreccién. deloscuerposyenlainmortalidad del alma nose hubiera prestado unaimportancia capital al des- pojomortal. Porelcontrario, a partir delmomen- to en que uno ya no esté muy seguro de tener un alma, que el cuerpo habra de resucitar, tal vez hay que prestar mucha mas atencidn a ese des- pojo mortal, que finalmente es a tnicahuella de nuestra existencia entre el mundo y entre las palabras. En todo caso, es a partir del siglo xix cuando cada uno tavo derecho a su pequefiacaja para su pequefia descomposicién personal; pero por otro lado, es. partir del siglo xn solamente cuandose empezé a poner los cementerios en el limite exterior de las ciudades. En forma correlativa a esta individualizacién de la muerte y a la apro- piacién burguesa del cementerio nacié una obse- sidn de la muerte como “enfermedad”. Son los muertos, se supone, los que traen las enfermeda- des a los vivos, yes la presencia ya proximidad de los muertos al lado de las casas, pegados ala iglesia, casi en el medio de la calle, es esa proxi midad la que propaga la misma muerte. Este gran tema de la enfermedad difundida por el contagio de los comenterios persisti¢ a fines del siglo xvm yes simplemente en el curso del siglo yax cuando se empezé a proceder a los desplaza- mientos de los cementerios hacia los suburbios, Los cementerios constituyen, entonces, no ya el viento sagrado e inmortal de la ciudad, sino la “otra ciudad”, donde cada familia posee stunegra morada, ‘Tercor principio. La heterotopia tieneel poder de yuxtaponer en un solo lugar real varios espa- cios, varios emplazamientos que son en sf mis- ‘mos incompatibles. Es asi como el teatro hace suceder sobreel recténgulodelaescena toda una serie de lugares que son ajenos unos a otros; es as{ como el cine es una muy euriosa sala rectan- gular, en cuyo fondo, sobre una pantalla de dos dimensiones, se proyecta un espacio de tres di- ‘mensiones; pero tal vez el ejemplo més antiguo deesas heterotopias, en forma de emplazamien- tos contradictorios, el ejemplo més antiguo es acaso el jardin. No hay que olvidar que el jardin, sorprendente creacién ya milenaria, tenfa en Oriente significaciones muy profundas y como superpuestas, El jardin tradicional delos persas ora un espacio sagrado que debfa reunir en el interior de su rectangulo cuatro partes que re- presentan las cuatro partes del mundo, con un espacio mas sagrado todavia que los otros que era como.el ombligo, el ombligo del mundo en su parte media (es alli donde estaban la pila y el 6 chorro de agua); y toda la vegetacién del jardin debia distribuirse en ese espacio, enesasuertede miicrocosmos. En cuanto a los tapices, en el ori- generanreproducciones dejardines. El jardin es Jamas pequefia parcela del mundo y despuésesla totalidad del mundo. Hl jardin es, desde el fondo dela Antigiiedad, unasuerte de heterotopia feliz, yuniversalizante (de ahi nuestros jardines zoo- logicos). Cuarto principio. Las heterotopias estan liga- das,la mayoria de las veces, a recortes del tiem- po, es decir que ellas abren lo que se podria Tamar, por purasimetria, heterocronfas;lahete- rotopia se pone a fancionar a pleno cuando los hombres se encuentran en una suerte de ruptu- ra absoluta con su tiempo tradicional; vemos de este modo que el cementerio es realmente un lugar altamente heterot6pico, puesto que el ce- menterio comienza con esa extraiia heterocro- nia que es, para un individuo, la pérdida de la vida, y esa cuasi eternidad donde no deja de disalverse y de borrarse Deunamanera general, en una sociedad como lanuestra, heterotopia y heterocronia se organi- zany se arreglan de una manera relativamente compleja. Estén ante todo las heterotopfas del tiempo que se acumula al infinito, por ejemplo Jos museos, las bibliotecas; museos y bibliotecas son heteratopias en las euales el tiempo no deja de amontonarse y de enearamarse en la cima de simismo, mientras que enel sigloxv1l, hasta fines del siglo xvi todavia, los museos y las bibliotecas 76 eran la expresin de una eleccién individual. En cambio, Ia idea de acumularlo todo, la idea de constituir una suerte de archivo general, la vor luntad de encerraren un lugar todos los tiempos, todas las épocas, todas las formas, todos los gus- tos, la idea de eonstituir un lugar de todos los tiempos que esté a su vez fuera del tiempo, y que sea inaccesible a su roedura, el proyecto de orga- nizar asf una suerte de acumulacién perpetua e indefinida del tiempo en un lugar que no se moviera, y bien, todo eso pertenece a nuestra modernidad. E museo y Ja biblioteca son hete- rotopfas propias de la cultura occidental del siglo xk, Frente aestas heterotopfas, que estén ligadas alaacumulacién del tiempo, hay otras que estén ligadas, por eleontrario, al tiempoen lo quetiene de mas insustancial, de mas pasajero, de mas precario, y esto en el modo de Ja fiesta. Son heterotopias no ya eternizantes sino absoluta- mente crénicas. Asi son las ferias, esos maravi- osos emplazamientos vacfos al borde de las ciudades, que se pueblan, una o dos veces por afio, de barracas,demuestrarios, deobjetoshete- réclitos, de luchadores, de mujeres-serpiente, de echadoras de la buenaventura. Muy recionte- mente también se inventé una nueva heteroto- pfa crénica, que son los pueblos de vacaciones; esos pueblos polinesios que ofrecen tres semani- tas de una desnudez primitiva y eterna a los, habitantes de las ciudades;y por otra parteuste- des ven que, por las dos formas de heterotopias, se retinen la de la fiesta y la de la eternidad del tiempoque seacumula; en unsentido, las chozas de Djerba son parientes de lasbibliotecasy delos museos porque, alrecuperarla vida polinesia, se deroga el tiempo, peroesala vezel tiempoquese recupera, es toda la historia de la humanidad que remonta hastasu fuente como en unasuerte de gran saber inmediato. Quinto principio. Las heterotopfas siempre suponen un sistema de apertura y de cierre que, al mismo tiempo, las aisla y las torna penetra- bles. En general, no se accede a un emplaza- miento heterotdpico como Pedro por su casa. 0 bien uno esta obligado a hacerlo —es el caso del cuartel, el caso de la prisién—, o bien hay que someterse a ritos y a purificaciones. Sélo se pue- de entrar con cierto permiso y una vez que se ha realizado cierta cantidad de gestos. Por otra parte, hay incluso heterotopias que estan total- mente consagradas a esas actividades de purifi- cacién, purificacién semirreligiosa, semihigiéni- ca como en los hammams de los musulmanes, 0 bien purificacién en apariencia meramente hi- giénica, como en los saunas escandinavos. Existen otras, por el contrario, que tienen el aspecto de lisas y llanas aberturas pero que, en general, ocultan curiosas exclusiones; todo el mundo puede entrar en esos emplazamientos heterot6picos pero, a decir verdad, noesmés que una ilusion: uno cree penetrar y, por el hecho mismode haber entrado, unoesexcluido. Pienso, por ejemplo, en esas famosas habitaciones que 18 existian en las grandes fincas de Brasil y, en general, en América del Sur. La puerta para acceder a ellas no daba a la pieza central donde vivia la familia, y cualquier individuo que pasa- ba, cualquier viajero tenfael derecho de empujar esa puerta, entrar en la habitacién y Iuego dor- mir una noche, Pero esos cuartos estaban de tal modo acondicionados que el individuo que alli entraba jamas accedfa al corazén mismo de la familia, era absolutamente el huésped de pasa- da, no era verdaderamente el invitado. Este tipo de heterotopia, que pricticamente desaparecié ahora en nuestras civilizaciones, tal vez podria ser comparable con las famosas habitaciones de los moteles norteamericanos donde se entra con su auto y con su amante y donde la sexualidad ilegal se encuentra a la yez absolutamente al- bergada y absolutamente oculta, mantenida aparte, sin por ello ser dejada al aire libre. Finalmente, el ultimo rasgo de las heteroto- piases que tienen, respecto del espacio restante, una funcién. Esta se despliega entre dos polos extremos. O bien tienen la funcién de crear un espacio de ilusién que denuncia como més iluso- rio todavia todo el espacio real, todos los empla- zamientos en cuyo interior la vida humana esta tabicada. Tal vez sea este papel el que desempe- faron durante largo tiempo esos famosos prosti- bulos de los que ahora uno esta privado. 0 bien, por el contrario, creando otro espacio, otro espa- cio real tan perfecto, tan meticuloso, tan bien arreglado como el nuestro es desordenado, mal 79 dispuesto y confuso. Seria la heterotopia no de ilusion sino de compensacién, y me pregunto si no es un poquito de esta manera como funciona- ron algunas colonias. En ciertos casos desempefiaron, en el nivel de la organizacién general del espacio terrestre, el papel deuna heterotopia. Pienso, por ejemplo, en elmomento dela primera ola de colonizacién,enel siglo xVM, en esas sociedades puritanas que los ingleses habian fundado en Norteamérica y que eran otros lugares absolutamente perfectos. Pienso también en esas extraordinarias colo- nias dejesuitas que fueron fandadasen América del Sur; colonias maravillosas, absolutamente reguladas, en las cuales la perfeccion humana era efectivamente consumada. Los jesuitas del Paraguay habian establecido colonias en las cuales la existencia estaba reguladaen cada uno de sus puntos. El pueblo estaba distribuido se- gin una disposicién rigurosa alrededor de una plaza rectangular en cuyo fondo estaba la igle- sia; en un ladoel colegio, en el otro el cementerio, y luego, frente a la iglesia, se abria una avenida que era cruzada por otra en 4 ngulo recto; las familias tenian cada unasu pequefia cabafia alo largo de esos dos ejes, y deeste modose encontra- ba exactamente reproduecido el signo de Cristo. La cristiandad marcaba asf con su signo funda- mental el espacio y la geografia del mundo ame- ricano, La vida cotidiana de los individuos estaba regulada no por el silbato, sino por la campana. 80 : —__i— El despertar era fiiado para todo el mundo a la misma hora, el trabajo comenzaba para todo el mundoalamismahora;lascomidas al mediodia yalas cinco; después se acostaban y, a mediano- che, habia lo que se llamaba el despertar conyu- gal, vale decir que al sonar la campana del con- vento, cada uno cumplia con su deber. Prostibulos y Golonias son dos tipos extremos delaheterotopfa, ysise piensa, después de todo, que el barco es un trozo flotante de espacio, un lugar sin lugar, que vive por si mismo, que esta cerrado sobre siy que al mismo tiempo esta en- tregado al infinito del mar y que, de puerto en puerto, de derrotero en derrotero, de prostibulo en prostfbulo, va hasta las colonias a busear lo que ellas encubren de més precioso en sus jardi- nes, comprenderén por qué el barco fue para nuestra civilizacién, desdecl sigloxvthasta nues- tros dias, ala vez no s6lo, por supuesto, el mayor instrumento de desarrollo econémico (no es de es0 de lo que estoy hablando hoy), sino la mayor reserva de imaginacién. La nave es la heteroto- pia por excelencia. En las civilizaciones sin bar- cos los suetios se secan, el espionaje reemplazaa la aventura, y la poliefa a los corsarios. sh ESPACIO, SABER Y PODER* — En una entrevista que concedié a algunos gedgrafos para Hérodote, dijousted que la arqui- tectura se vuelve politica a fines del siglo xvi Sin lugar a dudas, habia sido politica antes de 0, por ejemplo bajo el Imperio romano. :Quées loqueconstituye laparticularidad del siglo xvi? —Miformulacién era un poce torpe. No quise decir, por supuesto, que la arquitectura no era politica antes del siglo xv y que solo se habia vueltotal a partir de esa época. Sélo quise decir queenel sigloxvu se puede ver como se desarro- Maunareflexién sobre la arquitectura en cuanto funcién de los objotivosy las téenicasde gobierno de las sociedades. Vemos aparecer una forma de literatura politica que se interroga sobre lo que debe'ser el orden de una sociedad, loque debeser una ciudad, teniendo en cuenta las exigencias del mantenimiento del orden; teniendo en cuen- * sSpace, Knowledge and Powers, interview with P. Rabinow, Skyline, marzo de 1982, pp. 16-20. Se publica segtin la versidn francesa: M. Foucault, Ditset Eerits, ob. cit., IV, pp. 270-286. a también que hay que evitar las epidemias, las ‘evueltas, promover una vida familiar conve~ vientey de conformidad conlamoral. Enfuncion Jetales objetivos, emo debeconesbirsealavez a organizacidn de wna ciudad yla.constraccién Jeunainfraestructuracolectiva? ZY e6modeben sonstruitse las casas? No pretendo que este tipo dorelesionsolo aparece enelsigloxemt slo digo queesenelsigloxvuten gue se pone demanifis: to una reflexién profunda y general sobre tales cuestiones. Si se consulta un informe de policia dela época —lostratados queestn consagredos alastéenicasde gobierno secomprucbaqela arquitzctoray el ubanismno oeupan af un fa gar muy importante. Eso es lo que quise deci ~-Bnire los Antiguos, en Roma o en Grecia, cual iferencia? ie ora que resecta a Roma, seve que el problema gira alrededor de Vitruvio.* A partir del sighoxs, Vitruvioes objetode unareinterei tacién, pero en el siglo —y con segura también en la Edad Media— encontramos bue- nacantidad deconsideraciones queseemparien- tan con las de Vitruvio; en la medida, por lo ‘menos, en quese las considere como “reflexiones econ, Florencia,

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