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No, 40 OCTUBRE-DICIEMBRE 1995 Envestigaciones arqueolégicas realizadas en distintas partes del mundo permiten identificar regiones en donde se encuen- tran los restos mas ntiguos de plantas cul- tivadas, mismas que son consideradas como probables centros de origen de la agricultura. Entre las regiones con restos ms antiguos se tienen registradas hasta el momento la zona conocida como Gre- ciente Fértil en el Medio Oriente, yMeso- américa, sobre todo en la parte central de México, Se estima que en la primera regién, la agricultura pudo haber empe- zado a.utilizarse hace alrededor de 11 000 aiios, mientras que en Mesoamérica esto pudo haber ocurrido hace 9 000.0 10 000 aiios. Otras regiones igualmente impor- tantes son la zona andina de Pera, Ecua- dor y Chile; Africa ecuatorial; la region mediterranea; el sureste asiético y algu- nas regiones del norte de China. Se sabe que la adopcién de Ia agricul- tura fue un proceso paulatino y que al parecer surgié independientemente en cada uno de los sitios mencionados. Sin embargo, existen ain muchas interrogan- tes acerca de cémo y por qué empez6 a adoptarse la agricultura como la forma principal de subsistencia humana. Algu- nos autores opinan que la escasez de los recursos obtenidos mediante la recolec- i6n, debido a cambios climaticos ol cre- co RENC AS ® Domesticacion de plantas y origen de la agricultura en Mesoamérica SO ALEJANDRO CASAS Y JAVIER CABALLERO cimiento de la poblacién humana, pudo haber sido un factor que estimulara su uso de manera cada vez més generalizada. Otrosautores consideran que su adopci6n debe verse mas bien como una etapa de ‘un proceso de desarrollo tecnolégico. En la bisqueda por comprender el ori- gen de Ta agricultura, a las investigacio- nes arqueolégicas se suman también los estudios etnograficos y etnobiolégicos que se realizan en sociedades presentes. Estos estudios, sobre todo aquellos que se llevan a cabo en grupos humanos que atin subsisten parcial o totalmente con base en la caza y la recoleccién de plan- tas silvestres, permiten representar los vierten en una opcién para resolver di- rectamente tal 0 cual requerimiento de Ja subsistencia humana 0 como materia prima para la industria. An més impresionante resulta quizés, la variabilidad que es posible encontrar dentro de cada una de estas especies, y que también ha sido usada y manejada diferencialmente por las culturas meso- americanas. Asi, a manera de ejemplo, en un estudio sobre las pitayas 0 xoco- nochtles (Stenocereus stellatus), se puede observar que los popolocas, los mixtecos y los nahuas del Valle de Tehuacén y la Mixteca Baja, reconocen y clasifican la variabilidad de esta especie con base en los rasgos de cinco caracteres de los fru- tos. Los caracteres y sus rasgos son los si- ‘guientes: 1) color, distinguen variedades rojas, rosadas, verdes, amarillas, anaran- jadas y color purpura; 2) sabor, distin ‘guen variedades dulees y agrias; 3) tama- fio, distinguen variedades pequefias y grandes; 4) céscara, gruesa o delgada; 5) frutos espinosos y no espinosos. Una combinacién de los rasgos de tinicamen- te estos cinco caracteres hace posible la cexistencia de 144 variantes posibles, cada una de ellas con un significado cultural y con un papel utilitario particular. Ast, por ejemplo, la gente considera como mejores frutas para el consumo directo las de mayor tamafio, de color verde, sa- bor dulce, cascara delgada y no espino- s0s. Sin embargo, las de sabor agrio son preferidas para la elaboracion de bebi das y mermeladas; las de frutos espino- 0s son mis resistentes a los ataques de los depredadores, las variedades de cas- cara gruesa son mas resistentes a la pu- dricién y por lo tanto resisten més las langas jornadas de transporte, etc. Toda cesta gran variedad biolégica y experien- cia tecnolégica existe tan s6lo para una especie. En las 5 000 a 7 000 especies y en su variabilidad intraespecifica existe un am- plio abanico de opciones concretas y po- tenciales para resolver problemas de alimentacién, salud, construccién, vestido, etc. Muchas de estas especies no s6lo son desconocidas por la mayor par- te de la poblacién del pais, sino que in- cluso son destruidas cotidianamente ala. | par de la destruccién de los habitats na- turales. ‘Uno de los retos mas urgentes para la ciencia ypara la sociedad contempornea ¢s la biisqueda de formas de desarrollo sustentable, que permitan mejorar la ca- lidad de la vida humana sin destruir la naturaleza. En México, esta biisqueda debe partir de considerar su inmensa ri- queza biolégica y cultural. La formu: ci6n de cualquier estrategia de manejo sustentable de los recursos naturales no s6lo debe tomar en cuenta la necesidad de conservar tan importante patrimonio, sino que ademas, debe considerarse que este reservorio de diversidad constituye ‘un punto de apoyo fundamental para el

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