Vicente Caldern regres mi anatoma a tan magno lugar. Y lo cierto es que lo encontr distinto y distante. S, ahora el equipo es ganador y antes era un atisbo de la situacin actual, ms la frialdad en el ambiente me sobrecogi. Cnticos aislados, sin continuidad y como con el volumen bajo por si despertamos a mam, durmiendo en la habitacin de al lado. El estadio ms caliente y sonoro de Espaa convertido en el teatro o la pera. Por lo dems, el espcimen tpico de todo campo de ftbol que se precie sigue ah. Esto es, el pipero compulsivo, el bebedor de sin alcohol desaforado y el de la charleta sin parar. Este ltimo debera gozar de especial trato por parte de los clubes. No se pierde uno, siempre ah bufanda al cuello y camiseta enfundada, ms no presta la ms mnima atencin al juego. No mira a lo que acontece en el csped, as lo fusilen y acobarda al compaero de asiento con su retrica hueca. En realidad, este personaje suele ser mujer, pero obviamos el decirlo por aquello de la correccin poltica y el machismo. Desde cundo sealar algo constatado y demostrado es positivo? As las cosas, el ftbol deparaba prisas y lamentos. Prisas las rojiblancas por
solventar el encuentro (a los diez
minutos ya ganaba dos a cero) y lamentos por los tardones en llegar (al menos una cuarta parte del estadio se perdi sendos tantos). El caso es que el partido muri en esos frenticos instantes iniciales. Ni el Atltico quera desgastarse ms de lo necesario, ni la Real pasaba de ser un equipete muy majo, muy pulcro y muy simptico, pero sin sangre, ni remate.
Los donostiarras tenan la pelota, la
movan de aqu para all, llegaban al rea colchonera y, entonces, se les apagaban todas las luces. Sin un delantero en el equipo inicial, fueron incapaces de generar peligro. El Atltico dorma el partido, bajaba las revoluciones y el sopor se apoderaba del estadio. La Real caa presa de Morfeo arrullada por el bamboleo de baln rojiblanco. De haber contado con butacas ms cmodas y almohadas, a buen seguro ms de uno habra pegado una cabezadita. Slo hubiera despertado con algn arren local y un saque de falta de Granero despejado por Oblak. En l, en el portero colchonero, queda reflejado el actual estado de la grada. El grito ms coreado, una chirigota con el meta rojiblanco de protagonista: Ob, Ob, cada da te quiero Oblak,!