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LA QUEJA DE DERECHO: SOLO CONTRA RESOLUCIONES

DESESTIMATORIAS DE DENUNCIAS ?

Wilgem Vidal Sotomayor


Fiscal Adjunto Superior
Huancavelica

El Artículo 12 del Decreto Legislativo 052 -Ley Orgánica del Ministerio Público
(LOMP)-, ha establecido lo siguiente, respecto a la impugnación de resoluciones
en sede pre jurisdiccional o sea, fiscal: « La denuncia a que se refiere el artículo
precedente puede presentarse ante el Fiscal Provincial o ante el Fiscal Superior.
Si éste lo estimase procedente instruirá al Fiscal Provincial para que la formalice
ante el Juez Instructor competente. Si el Fiscal ante el que ha sido presentada
no la estimase procedente, se lo hará saber por escrito al denunciante, quien
podrá recurrir en queja ante el Fiscal inmediato superior, dentro del plazo de
tres días de notificada la Resolución denegatoria. Consentida la Resolución del
Fiscal Provincial o con la decisión del Superior, en su caso, termina el
procedimiento ».

La Ley Orgánica del Ministerio Público, no ha previsto otro medio impugnatorio


más que el recurso de queja; ni otra situación, donde ejercitarla, a la descrita en
el artículo citado anteladamente. Es decir, para decirlo sencillamente, conforme
al Artículo 12 de la LOMP, solo procede interponer queja de derecho, contra la
resolución expedida por el Fiscal Provincial decidiendo no formalizar denuncia
penal y archivar la investigación preliminar.

Naturaleza jurídica de la queja de derecho


Por ello, resulta importante determinar si la queja de derecho prevista en el
Artículo 12 de la LOMP, es un recurso impugnatorio o, no.

Así pues, por ejemplo, en sede administrativa, los recursos son actos del
administrado mediante los que éste pide a la propia administración la revocación
o reforma de un acto suyo o de una disposición de carácter general de rango
inferior a la ley en base a un título jurídico específico. El Articulo 401 del Texto
Único Ordenado del Código Procesal Civil, señala, « que el recurso de queja tiene
por objeto el re examen de la resolución que declara inadmisible o improcedente
un recurso de apelación o de casación ». Ahora en vía constitucional, el Artículo
19 del Código Procesal Constitucional señala que procede el recurso de queja,
cuando se deniega el recurso de agravio constitucional. Entonces, la queja de
derecho, así, propuesta como está en el Artículo 12 de la LOMP, ha sido
desnaturalizada -para bien del derecho-, por que en las decisiones del Fiscal
Provincial que no se comparten, al no haberse contemplado un medio
impugnatorio, no cabría la interposición del recurso de queja -con esa
nomenclatura-, «[...] de manera que la esencia del recurso de queja, es atacar
aquella decisión que desestima una solicitud de re examen por el superior en
grado, no siendo en consecuencia, la decisión que efectúa el Fiscal Provincial
cuando decide archivar la denuncia, esta revisión en grado conforme a lo señalado
no puede constituir queja, sino APELACIÓN simplemente. La apelación
constituye el más importante de los recursos ordinarios, teniendo por fin la
revisión por el órgano judicial superior de la sentencia o el auto del inferior ».(1)

Significa pues, que en esencia, la queja de derecho resulta ser un recurso o


medio impugnatorio, por que su finalidad concreta es la de impugnar o cuestionar
un acto resolutivo emitido por un ente pre jurisdiccional -como el que ejecuta un
representante del Ministerio Público-, pretendiendo básicamente su revocación,
nulidad o modificación, por eso es que el denunciante, pide su revisión. Es más,
del propio texto del Artículo 12 de la LOMP se desprende esta conclusión; ya que,
dice literalmente en uno de sus párrafos: «[...] si el Fiscal ante el que ha sido
presentada no la estimase procedente, se lo hará saber por escrito al
denunciante, quien podrá recurrir en queja ante el Fiscal inmediato superior,
dentro del plazo de tres días de notificada la Resolución denegatoria [...]».
(Negrita nuestra).

Nótese pues que, ya la propia norma concede a este acto, la calidad de recurso y
si ello es así, cabe precisar que, «[...] todos los recursos persiguen siguiendo su
propia vía, la modificación o anulación de una resolución judicial, siempre con
miras a la mejor aplicación del Derecho de Justicia ».(2)

Concluyendo este tema, lo característico de los recursos es, por lo tanto, su


finalidad impugnatoria de actos o disposiciones preexistentes que se estiman
contrarias a Derecho, que, persiguen un mejor estudio por parte del superior en
grado, en relación a lo decidido por el de primera instancia.

Actuación de los representantes del Ministerio Público, debido proceso y


tutela jurídica efectiva
Ya el Tribunal Constitucional Peruano, máximo intérprete de nuestra
constitucionalidad, ha expresado que, el principio jurisdiccional contenido en el
inciso 3 del Artículo 139 de la Magna Lex, es decir la observancia del debido
proceso y de la tutela jurisdiccional efectiva, se proyectan también al ámbito de
la etapa pre jurisdiccional de los procesos penales, o sea, en aquellos cuya
dirección compete a los representantes del Ministerio Público, de tal forma que
los principios como el indicado, son aplicables a las investigaciones realizadas por
ellos y serán interpretados de conformidad con el Artículo 1 de la Constitución,
según el cual, «[...] la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad
son el fin supremo de la sociedad y del Estado ».
El Supremo Tribunal, así se ha expresado en reiterada jurisprudencia, como por
ejemplo en las sentencias recaídas en los procesos números 06167-2005-HC/TC
y 1268-2001 HC/TC.

Y, sobre el debido proceso, existe vasta legislación -nacional e internacional,


como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su Artículo 14
inciso 1; y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en el inciso 1 del
Artículo 8- y, sobretodo, extensa doctrina que delimitan claramente su contenido
e importancia. Se resumiría en que el debido proceso, «[...] es la institución del
Derecho Constitucional Procesal que identifica los principios y presupuestos
procesales mínimos que siempre debe reunir todo proceso judicial jurisdiccional
para asegurar al justiciable la certeza, justicia, razonabilidad y legitimidad de
resultado socialmente aceptable ». (3) pero se podría agregar que es un derecho
que encuentra su fundamento en la dignidad del ser humano -como todo derecho
fundamental- y en el valor justicia.

Ahora bien, la tutela jurisdiccional efectiva -o mejor la tutela jurídica efectiva


por sus alcances inclusive a nivel pre jurisdiccional-, como el rostro visible de
derechos esenciales que el Estado debe proveer a todo justiciable que participe
en un proceso judicial, considerando que este derecho lo tienen todos sólo por el
hecho de serlo, constituye también un principio constitucionalizado -el inciso 3
del Artículo 139 de nuestra Constitución Política contempla como principios
jurisdiccionales, la observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional-, que
está estrechamente vinculado al debido proceso; uno requiere de los alcances del
otro. Así pues, por ejemplo, el Artículo I del Título Preliminar del Texto Único
Ordenado del Código Procesal Civil, prescribe: « Toda persona tiene derecho a la
tutela jurisdiccional efectiva para el ejercicio o defensa de sus derechos o
intereses, con sujeción a un debido proceso » y; el Artículo 7 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, prevee: « En el ejercicio y defensa de sus derechos, toda
persona goza de la plena tutela jurisdiccional, con las garantías de un debido
proceso [...]».

Es oportuno recordar que; resulta «[...] importante reafirmar que los derechos al
debido proceso constituyen la base sobre la que se asienta la tutela judicial y no
judicial. En tal entendido se puede señalar que, en nuestro sistema constitucional
se encuentran consagradas enunciativamente las garantías de un proceso
litigioso, en función de lo cual toda persona tiene derecho a la tutela
jurisdiccional ». (4)

Establecido que el cumplimiento del debido proceso garantiza la eficacia del


derecho a la tutela jurisdiccional efectiva -jurídica en puridad-; a modo de
epílogo sobre este tema, cabe indicar que son garantías, principios procesales y
derechos númerus apertus, teniendo como parámetro a la valoración jurídica de la
justicia y la dignidad humana. El jurista español Gonzalo, concluía que, «[...]
llamamos debido proceso aquel proceso que reúna las garantías ineludibles para
que la tutela jurisdiccional sea efectiva [...]». (5)
Derecho a la doble instancia
Uno de esos principios o garantías, es el preceptuado en el inciso 6 del Artículo
139 de nuestra Magna Lex, es decir, la pluralidad de instancia, que en nuestro
ordenamiento procesal penal, contempla, el derecho a la doble instancia,
básicamente.

Este principio tiene su fundamento también en convenios internacionales de los


cuales el Perú es signatario y, forman parte de nuestro derecho nacional. Así,
tenemos que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las
Naciones Unidas, en su Artículo 14, numeral 5 contiene lo siguiente: « [...] Toda
persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo
condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal
superior, conforme a lo prescrito por la ley ». Otro de los tratados de derechos
humanos que importa revisar es la Convención Americana sobre Derechos
Humanos suscrita en la Conferencia Especializada Interamericana sobre
Derechos Humanos -más conocida como Pacto de San José-, que en su Artículo 8,
numeral 2, literal “h” nos dice: «[...] Durante el proceso, toda persona tiene
derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: [...] h) derecho de
recurrir del fallo ante juez o tribunal superior ».

Es la garantía a la doble instancia donde « [...] radica el derecho a recurrir


razonablemente de las resoluciones judiciales, ante instancias superiores de
revisión final [...]». (6)

De igual forma, el constitucionalista Bernales Ballesteros, comentando sobre


este principio garantista, afirma que; « Es sabido que no siempre las decisiones
judiciales resuelven las expectativas de quienes acuden a dichos órganos en
busca del reconocimiento de sus derechos. Es por ello que queda habilitada la vía
plural, mediante la cual, el interesado puede cuestionar una sentencia o un auto
dentro del propio organismo que administra justicia ». (7) En fin, se trata pues de
un derecho a recurrir, -ya hemos determinado que la queja de derecho es un
recurso en puridad-, que tiene por objetivo, evitar la arbitrariedad en los
magistrados a quo y revisar sus resoluciones.

Aplicación del control difuso


Dentro del capítulo de la administración de justicia, nuestra Carta Magna, ha
previsto lo siguiente, respecto al control difuso, en su Artículo 138: «[...] En todo
proceso, de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma
legal, los jueces prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre
toda otra norma de rango inferior ».

A tenor de dicha norma de rango constitucional, es de inferir que, la esencia, en


este sistema del control difuso, radica en la noción de supremacía o prevalencia
de la Constitución y en su efectiva garantía, en el sentido de que si hay actos que
colinden con ella; son simplemente nulos. Pueden y deben ser aplicados en la
instancia pre jurisdiccional -como ya se ha analizado precedentemente-, además
por que se origina a partir de un proceso existente en el cual se están dilucidando
pretensiones o cuestiones con relevancia jurídica, por lo tanto, no hay duda de
que debe ponerse en práctica en sede fiscal y también por cualquier autoridad
que administre justicia a tenor de lo dispuesto por el Artículo 51 de la Ley de
leyes que en forma clara ordena: « La Constitución prevalece sobre toda norma
legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente [...]».
Contiene pues, un mandato que debe ser acatado por todas las autoridades, sin
distinción alguna.

El profesor universitario Marcial Rubio sostiene que, para la correcta aplicación


del control difuso deben considerarse: « A) La incompatibilidad [...] la regla
inferior será diferente a la superior [...] B) El administrador de justicia tiene que
estar seguro que no existe una forma razonable de encontrar compatibilidad
entre las dos normas en conflicto [...] C) El control difuso solo puede ser aplicado
cuando existe un conflicto real y concreto de intereses en el cual se deba
discernir la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la norma inferior [...]».

Teniendo en cuenta que, el Artículo 12 de la LOMP, estima la procedencia del


recurso de queja únicamente contra las resoluciones denegatorias del ejercicio
de la acción penal pública, y no contra otras resoluciones expedidas por los
representantes del Ministerio Público, atenta indudablemente con normas
constitucionales -normas de rango superior-, expresados en los principios de la
tutela jurídica efectiva y del debido proceso, más propiamente, del principio a la
pluralidad de instancias -inciso 6 del Artículo 139 de la Constitución Política del
Estado-, que tiene primacía sobre toda otra norma de menor nivel, agregando
que, este dispositivo legal no hace distinción entre los procesos donde ha de
aplicarse y; por el contrario, como queda dicho en líneas que preceden, su
determinación esta circunscrita a todo tipo de procesos donde se discuten temas
jurídicos. Es importante traer a la memoria que, el Tribunal Constitucional ha
señalado en su sentencia Nº 1124-2001-AA/TC como uno de los presupuestos que
se debe advertir a fin de aplicar válidamente el control difuso: «[...] Que la
norma a inaplicarse -norma inferior- tenga una relación directa, principal e
indisoluble con la resolución del caso [...]».

Por todo, ello, considero que no hay inconveniente en que la Fiscalía Superior
Penal, pueda pronunciarse sobre impugnaciones contra otras resoluciones
emitidas por la Fiscalía Provincial Penal, distintas a las que desestiman denuncias.

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(1) Eduardo J. Couture, citado por Miguel Ángel Ccalla Paredes. El recurso impugnatorio en vía
preliminar del código procesal penal. ¿Recurso de queja, elevación de actuados o simplemente
apelación en etapa fiscal ?
(2) Enciclopedia Jurídica OMEBA. Tomo XXIV. Editores Libreros. P. 136.
(3) Anibal Quiroga león. El Debido Proceso Legal en el Perú y el Sistema Interamericano de
Protección de Derechos Humanos. Lima, Perú. Jurista Editores, 2003, pp. 47.
(4) César Landa. Derecho fundamental al debido proceso y a la tutela jurisdiccional.
(5) Citado por Max Beraún y Manuel Mantari en Visión tridimensional del debido proceso.
(6) César Landa. Derecho fundamental al debido proceso y a la tutela jurisdiccional.(7) Enrique
Bernales Ballesteros. La Constitución de 1993. Análisis comparado. Editora RAO. Setiembre 1993,
pp. 645.

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