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Exvoto

Natalia Gutiérrez
Publicado en Arte y Localidad Universidad Nacional, Bogotá, 2007

El problema del tiempo en la obra de arte no es tan obvio. Lo que quiero decir es que no
siempre las obras de arte hablan del presente. O sí, pero parecerían hablar en el presente de
las permanencias del pasado. Lo que quiero decir, en pocas palabras, es que en arte hay
diferentes estrategias para enfrentar el problema del presente y del pasado.

El pasado se esconde en nosotros, aparece en detalles, cuando menos lo esperamos. A


veces, el pasado es un bajo continuo, el sonido de la campana de una iglesia –tan, tan, tan–,
que nos recuerda que nuestras costumbres, la manera como organizamos nuestra vida diaria
tiene una clave que le da forma, una clave escondida. Por ejemplo, la clave de una
religiosidad que se remonta no se sabe muy bien hasta dónde ni hasta cuándo. Así sea de
manera inconsciente, esta constante escondida aparece en el lenguaje cuando decimos:
¡Dios mío!, ¡oh, my God! (oigo las voces de las noticias del 11 de septiembre del 2001 en
Nueva York o las del huracán Katrina). Esa clave religiosa aparece también cuando

1
hacemos la señal de la cruz –“En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, amén”–,
como una forma de cubrir los cuerpos con un escudo imaginario.

Este artículo se refiere, entonces, al presente, estructurado por una clave escondida en
nuestro inconsciente. Una clave que le da forma a nuestros días y por eso y a pesar de que
nos encontremos aparentemente separados, en el 2007, de un mandato religioso, el cuerpo
recuerda, y a los signos del cuerpo hay que escucharlos.

Este artículo se refiere también a una obra: Exvoto, de José Alejandro Restrepo, un video-
objeto del 2005. Es un artículo que también pretende excederse: pretende sacar la obra de
su marco y establecer relaciones.

Pero antes de hablar de la obra –y de excederme– creo necesario hacer un rodeo acerca del
problema del pasado en el presente. En realidad, la razón para escoger una obra como
Exvoto, se debe a que pienso que la manera como se concibe el tiempo en una obra de arte
hoy es clave. Es la diferencia entre obras irreflexivas y obras que contribuyen a construir
una conciencia crítica.

Voy a referirme a algunos de tantos que han trabajado el concepto de tiempo; voy a
referirme a ellos, rápido, uno me lleva al otro, (quizá porque uno está dentro del otro como
las matriuscas rusas.) Los escogí, sobre todo, porque se citan en algunas Facultades de
Arte y un artículo como éste puede ser el espacio para compartir lecturas. Quiero empezar
por mi preferido en este momento: Jean Starobinsky1, uno de los más importantes analistas
de la modernidad, precisamente por su concepción del tiempo. ¡Nada de líneas ascendentes
y acumulativas de progreso! El tiempo es como las palabras bajo las palabras. Al enunciar
una idea, el artista a la vez, y en forma oculta, dice otra. Por eso, Lacan dirá: “El que
escucha, determina el habla”; para aquel que escucha aparece un texto en el texto; se trata

1
Jean Starobinsky nació en Ginebra, Suiza, en 1920. Estudió literatura clásica y luego medicina en la
Universidad de Ginebra; se graduó con un doctorado en letras y en medicina. Enseñó literatura francesa en la
Universidad Johns Hopkins, en la Universidad de Basel y en la misma Universidad de Ginebra, donde
también dictó historia de las ideas e historia de la medicina. Su conocimiento en medicina y psiquiatría lo
llevó a estudiar la historia de la melancolía. Fue el primer estudiante en publicar un estudio de los anagramas
de Ferdinand de Saussure (1964).

2
de un modo de leer el discurso en escucha múltiple2. Starobinsky se refiere al tiempo como
un bajo continuo, como una campana. Starobinsky habla de duraciones que están ahí como
un texto inconsciente dentro del texto consciente, (tan..., tan…, tan…)

Un amigo músico3 me contó que un bajo continuo en la orquesta es una progresión


armónica de los chelos o de las notas más graves de los teclados, que “están” o permanecen
con variaciones, pero mínimas. A partir de este sonido, las cuerdas o los instrumentos
pueden plantear sus “conversaciones” bien compuestas o salidas de tono; pueden también
improvisar.

El entrecruzamiento virtualmente infinito de destinos, actos, recuerdos, reposa sobre un


bajo continuo: las campanas en los versos de Baudelaire, la liturgia en el Ulises de Joyce4, y
entonces, una mañana cualquiera, se convierte, si escuchamos mejor, en un rito sagrado;
cada gesto de este hombre urbano, tal vez sin saberlo, es un acto litúrgico: “Me acercaré al
altar de Dios”. Escuchar:

Solemne, el gordo Buck Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un


cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa
de la mañana le sostenía levemente en alto, detrás de él, la bata amarilla desteñida. Elevó
en el aire el cuenco y entonó:

5
— Introibo al altare Dei

El bajo continuo evoca lugares y ritos significativos, presencia del pasado en el presente. A
veces, los ritos del pasado parecerían estar en segundo plano pero aparecen en el gesto del
cuerpo, en las palabras, en el sonido de las campanas en medio del tráfico. Para escuchar
ese bajo continuo no se trata de mezclar tiempos en una obra. Eso ya lo hicieron las

2
Cf. PALACIOS, Alfredo. Los anagramas.www.elclubdeanalistas.com. Además, STAROBINSKY, Jean. Las
palabras bajo las palabras. Gedisa, Barcelona, 1996. Y JAUSS, Hans Robert. “La arqueología de la
modernidad de Jean Starobinsky”. En: Las transformaciones de lo moderno. Visor, Madrid, 1995.
3
Me refiero a Pedro Gómez Egaña, violinista, exportado a las artes plásticas. Debo aclarar que lo que escribo
sobre el bajo continuo es una versión libre, menos rigurosa que la que él, muy amablemente, me envió por
correo electrónico.
4
Cf. AUGÉ, Marc. Los “no lugares”. Gedisa, Barcelona, 1995, pp. 82.
5
JOYCE, James. Ulises. Tusquets. Barcelona, 1976, p.71.

3
vanguardias. Se trata de construir una obra-máquina, que tenga la voluntad de hablar de un
aspecto del pasado porque es necesario en el presente.

Máquina: una forma de convertir las ideas en acciones efectivas en el mundo6. Para que las
ideas se conviertan en una máquina, necesitan varias características. Una, la voluntad de
memoria: traer el pasado al presente, pero no sumando eventos y recuerdos porque sí, como
en un collage. Invocamos y convocamos el pasado porque es necesario en “nuestro”
presente. Marc Augé nos cuenta que hay una diferencia entre historia y memoria: historia
es el orden que le damos a los hechos; es una representación. Memoria es un vínculo con el
pasado, un vínculo siempre actual, y por eso traemos inconscientemente no todo el pasado
en bloque, eso es una ficción, sino ciertas huellas, para volver a pasar por ellas, como si
tuviéramos preguntas sin resolver que aparecen de nuevo en el presente7.

Excavar en el pasado, sacar afuera lo enterrado: y no se trata de un retorno a una forma


anterior para alimentar las tendencias conservadoras del presente. Se vuelve para repetir. La
historia, nos dice Hal Foster8, se podría volver a contar usando el tiempo de un sujeto que
vuelve en el presente a abrir sus traumas –traumas– aquellos choques o impresiones
afectivas que dejan una huella profunda y duradera en el inconsciente. Nada de historias
lineales ni de nostalgias. Foster nos propone una historia como “acción diferida”, un
concepto psicoanalítico que los franceses traducen muy bien como Aprés cup, “después del
golpe”. Primero, la impresión afectiva, que sólo se comprende años después, cuando algo
sucede; puede ser algo insignificante que “abre” esa huella profunda.

Nada de representaciones lineales. Se escoge un aspecto del pasado para abrirlo de nuevo.
Repetir, como un giro crítico del retorno, que pone en evidencia la estructura del discurso
histórico y lo desafía. Repetir para preguntar qué lugar ocupa ese discurso en la vida de
todos los días, desenmascarar su eficacia, todavía, y su dominio.

6
Aquí exploro libremente, para tratar de convertirlo en una herramienta, el concepto de máquina. DELEUZE,
Gilles y GUATTARI, Félix. Mil Mesetas. PRE-TEXTOS, Valencia, 1988, pp. 519-522.
7
Cf. MARC, Augé. Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. Gedisa, Barcelona, 1995.p. 44.
8
En realidad El retorno de lo real de Hal Foster es un libro que propone una revisión del concepto de tiempo
para entender el arte contemporáneo. Propone, explícitamente, volver a contar la historia con dos conceptos:
el parallax, tomado de la geometría y la acción diferida tomado del psicoanálisis. Cf. FOSTER, Hal. El retorno
de lo real. Akal, Madrid, 2001, p. X.

4
Para construir una obra de arte-máquina (como Exvoto), es necesario también empezar por
construir un plano de cierta estabilidad, como un marco, pero no rígido, precario, para que
esa trabazón de partículas, de gestos concretos, se puedan transportar de un lugar a otro: del
fútbol a la catedral y al circo romano, y al campo de batalla, y a un sistema ideográfico de
señales ¿religiosas? ¿santeras? –¿Habría alguna diferencia?–. Un plano para reconocer las
estructuras atávicas del dar y el recibir; para volver a pensar en los primeros video-artistas.
Un marco que, más que separar, es un plano que vincula las relaciones del espectador con
las imágenes, ¿quién podría saberlo?, infinitas. Un plano que acoge todos esas relaciones
invisibles; un soporte. ¡Cómo es de importante el soporte en una obra de arte!, cuando se
quiere desafiar y desenmascarar la vigencia de un discurso. ¡Cómo me gustan los video-
objetos!, esos soportes de una imagen que en realidad es sólo luz9.

Máquinas: el diván es una máquina. El “paciente-paciente”, acostado en un plano de


consistencia imposible de definir: cama, sofá, ataúd, sólo él podrá reconocerlo con el
tiempo. Cuando el “paciente-paciente” vuelve al pasado, regresa, pero arrastrando las
emociones del presente, sus gozos y sus tragedias –trabazón de partículas– y al “aterrizar”
con ellas en el pasado, lo pulveriza, lo convierte en gestos sonidos, voces, olores. Pero no
se queda ahí. El “paciente-paciente” actualiza las emociones en el cuerpo. En una obra
como Exvoto, el mandato religioso, como un bajo continuo, también se actualiza en el
cuerpo. Máquina, claro, una versión libre, que conecta flujos heterogéneos, los corta y los
conecta de nuevo para “gatillar” en el espectador una conciencia crítica.

Una obra-máquina: una obra pequeñita, 50x50, un marco antiguo de terciopelo que algún
día fue rojo, viene del pasado un poco desteñido, traqueteado por el uso. Un marco
resultado del bricolaje, decoraciones añadidas –es probable–, un marco para un espacio
íntimo. Un marco sí, pero no se lo cree tanto; sólo es un marco como plano inestable que
permite fijar la atención en una pantalla de televisión, pequeñita también, con imágenes

9
Deleuze y Guattari cuando se refieren al concepto de máquina, dicen enfáticamente No a los Marcos. No
marcos rígidos que diagnostican. Por eso me refiero al marco de Exvoto como un marco que no se lo cree
mucho, como un plano que acoge. Por eso me refiero también a un diván que acoge y que evita los
diagnósticos definitivos.

5
sucesivas de futbolistas colombianos en la cancha, en el momento de meter el gol y en el
siguiente momento, desplazado, cuando hacen algún signo, la señal de la cruz o los brazos
levantados al cielo. Gracias Espíritu Santo por favores recibidos, gracias Dios mío. El
video muestra cuerpos en éxtasis, cuerpos embargados totalmente por un sentimiento de
alegría, abandonados sólo a la alegría misma, anagonía, el sonido de campanas, la liturgia,
la liturgia en los días. Las campanas se escuchan si nos acercamos. Si escuchamos con
atención el bajo continuo: tan…, tan…, tan… ¿Su nombre?, ya lo sabemos, Exvoto.

Bueno y ¿qué se entiende por exvoto? Un exvoto es un objeto que se ofrece a determinada
Virgen o santo, a cambio de algún beneficio. Ésta es la definición clásica. Pinturas, objetos
que representan el cuerpo enfermo o recuperado de su enfermedad, en cuadros, en objetos,
incluso ya hechos, que cambian su uso cuando se les añaden cintas o recuerdos, fotografías
con pedazos de pelo o de piel, que se ofrecen al santo para agradecer.

Exvotos: pinturas por fuera de la academia, ¡expinturas! Pinturas muchas veces


“exportadas”, porque sus maneras de hacer no encajaban con la norma. Se ha contado la
historia del arte latinoamericano a partir de la Academia o también a partir de pintores
anónimos de exvotos, quienes “se convirtieron” a ese oficio porque la gente podía
confiarles sus pequeños deseos y sus tristezas. Estos artesanos consideraron las minucias
humanas tan importantes, más que los temas del canon.

Los exvotos se ofrecen después de pasar por una pena, un sufrimiento, después de pasar por
la agonía. Si exploramos “las palabras detrás de las palabras”, detrás de agonía está el ansia
de un moribundo que lucha por la vida frente a la muerte. A veces construir un plano de
consistencia, un marco precario y pequeño pero soporte al fin, es la única manera de
exponer los vínculos complejos del pensamiento: el fútbol como exvoto para mostrar que
nuestra relación con el mundo es agonística, y con esta palabra quiero decir que
establecemos una relación con los otros que encubre un eterno desafío, una lucha entre
placer y pena. Andrés Dávila y Catalina Londoño analizaron los discursos de la prensa
antes y después de un partido de la Selección Colombia y escogieron frases: “Durante el
partido, el colombiano está presente y aunque goza del juego, sufre más de lo pensado y

6
siente que la clasificación es dolorosa, repite el calvario. En ese momento, se le revuelve su
sangre mestiza porque no sólo juega fútbol sino también juega una guerra contra sus
propios fantasmas y la imagen internacional”10.

Si escuchamos ese “bajo continuo”, ¿qué hay detrás de la palabra exvoto? Pues, voto es una
promesa11 y una promesa siempre liga. Se vota para elegir, para exigir, para pedir, para dar
gracias y, en este caso, se dan las gracias con el fin de quedar vinculado para volver a pedir.

Ex, significa poner afuera, sacar, exhibir. Exvoto, entonces, es una promesa que se exhibe.
Por eso un exvoto no es una intención secreta o una oración, sino una imagen o un objeto.
Podríamos ser más específicos y decir que un exvoto es la expresión del deseo de un sujeto
por conservar un vínculo, que se exhibe, que se hace tridimensional, que se encarna. Los
exvotos son hechos sociales muy importantes para leer el tejido de la psicología colectiva.

Un hilo de ese tejido por ejemplo, es la figura del donante, nítida a veces, no siempre; en
los antiguos exvotos, era importante escribir su nombre y su apellido. En el exvoto también
está representado el retrato de la divinidad −a veces detallada y otras imprecisa−, con la
cual se quiere establecer los vínculos. Hoy, la divinidad es cada vez más imprecisa. Es
mejor convertirla en emergencia y evanescencia, que en este Exvoto no son sensaciones
independientes sino que aparecen y desaparecen en un movimiento del cuerpo y se
disuelven en la luz. Tal vez, como los ídolos del fútbol que aparecen y desaparecen en una
jugada: “La Selección brilla. El país va a salir con la corona. La Selección acaba
estrellada”12.

Bajo continuo, el pasado en el presente: una obra modernista de 1924, El ensayo sobre los
dones, el libro del antropólogo Marcel Mauss13, es aún vigente. Mauss estudia el

10
DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA, Andrés (politólogo) y LONDOÑO, Catalina (antropóloga). “La nación bajo
un uniforme: la Selección Colombia 1985-2001”. En: Cuadernos de Nación. Belleza, fútbol y religiosidad
popular. Ministerio de Cultura, Bogotá, 2001. p.102.
11
Cf. MOLINER, María. Diccionario del uso del español. Gredos, Madrid, 1998.
12
DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA, Andrés y LONDOÑO, Catalina. Op cit., pp. 102, 106, 108.
13
Cf. MAUUS, Marcel. Ensayo sobre los dones. Razón y forma del intercambio en las sociedades primitivas.
Sociología y antropología. Colección de ciencias Sociales. Serie de Sociología. Semilla y surco-Tecnos,
Madrid, 1971. Este ensayo se publicó por primera vez en Année sociologique, segunda serie, 1923-1924.

7
intercambio de bienes y de dones, que está en el fondo de la naturaleza humana como un
mecanismo para sobrevivir. El intercambio prolonga las relaciones entre las personas y
establece un lazo ¿salvador? con todas las posibles definiciones de la divinidad.

Más que hablar de los ejemplos concretos del libro de Mauss, el Kula o el Potlach, lo que
me interesa rescatar aquí es la idea del intercambio como parte de la naturaleza humana y,
sobre todo, la idea de que el intercambio entre los seres humanos está marcado por el
exceso. Nos excedemos (si no fuera así, ¿sería posible el arte?). En medio de condiciones
precarias, en Venares, “salen” de las casas de piso de tierra, objetos coloridos, Parvaty, el
dios con cabeza de elefante, dios de los ornamentos, ofrendas al Ganges, ¡color!, nos dice
Anish Kapoor, un exceso, un plus por encima de las condiciones materiales.

Nos excedemos: debemos devolver más de lo que se recibe porque al excedernos


obligamos. Mauss habla de un intercambio agonístico y lo que quiere hacernos ver con esta
palabra es que es un desafío al otro, una forma de mantenerlo atado. A veces, el que recibe
queda tan obligado que puede someterse a la esclavitud o se escapa del vínculo sólo con la
muerte (el deudor se suicida). El intercambio tiene una expresión dramática igual que el
mito. Cuando el intercambio se expresa como en un exvoto, se vuelve un acto
demostrativo, tiene un valor representativo de los vínculos.

En Exvoto, las imágenes son cuerpos en éxtasis. En secuencias cortas, la pantalla habla de
la expresión del cuerpo sobre-emocionado, sobre-expuesto, excedido, disuelto. Los cuerpos
de estos hombres se arquean, se estiran, se arrodillan con las manos en alto y besan el piso
en un instante. Son imágenes que coquetean con la vida posible y con la muerte:
“¡Jugamos como nunca y perdimos como siempre!”. Las sensaciones desaparecen y
vuelven a aparecer en un movimiento continuo. “Después del partido, el país vibra en un
rapto. Tienen guayabo terciario y los días después de la derrota son para ellos los más
largos del año, son una verdadera tortura”14.

14
DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA, Andrés y LONDOÑO, Catalina. Op cit., pp. 102, 107.

8
Un exvoto desconecta y conecta, liga. Éste recuerda a los primeros video artistas
norteamericanos de los años setenta, quienes desesperados con el estructuralismo, usaron el
cuerpo como experiencia y la cámara de video, cada vez mas ágil, les permitió capturar la
vida y “gatillar” al espectador. “Gatillar”, un verbo tan efectivo para mostrar que, con el
uso de la tecnología, estos primeros video-artistas querían transformar la conciencia del
sujeto15.

Mauss habla de un acto social total, cuando las fuerzas de la sociedad, que se presentan
discontinuas, se encarnan en un sujeto. Lo histórico y lo social se expresa en la dimensión
psíquica y fisiológica16. Exvoto tiene esa misma clave que pide Mauss, el cuerpo, que es un
ex, un resto, cuando se rechaza y se fragmenta en pedazos o se excede. El cuerpo es el
último campo de batalla17, atravesado por fuerzas urbanas: teléfono, violencia, gozo,
ausencias, agotamiento, trabajos, actividades inútiles, deudas, sudor, tensión, éxtasis,
maltratos. Fuerzas sostenidas por ese bajo continuo en forma de mandato religioso, y
aparece entonces la culpa, la enfermedad psicosomática y sobre todo, el desafío, los ritos
agonísticos, que desafían permanentemente a la derrota y a la muerte que, en el cuerpo, son
espasmos, instantes de trance, ayudados por la señal de la cruz. Agonía y anagonía.

Construir un Exvoto con un video en el cual el espectador ve fuerzas, cuerpos excedidos en


un escenario. Fútbol: escenario del eterno desafío como espectáculo, emociones extremas
de gozo y sufrimiento. Los colombianos gozan: “El país logra deslumbrar con su fútbol,
destroza la historia. El país olvida la guerra: renace de la violencia con un balón en la
mano. El país es capaz de presentar otra dimensión con el fútbol, recobra la paz así sea

15
Cf. VIOLA, Bill. Reasons for Knocking at an Empty House. MIT Press. Massachussets Institute of
Technology, Cambridge, Massachussets, and Anthony d’Offay Gallery, London, 1995, p.181. Además,
gatillar es un verbo que usan también los terapeutas de la escuela de Milán refiriéndose a que el paciente se da
cuenta del funcionamiento de la mente en un momento, en un salto como de iluminación donde todas las
emociones sueltas parecen con sentido y lo encuentran. SELVINI PALAZZOLI, Mara y otros. Paradoja y
Contraparadoja. Paidos, Buenos Aires, 1988.
16
Cf. MAUSS. Op cit., p. 23.
17
VIOLA, Bil. Op cit., p. 235. Julia Kristeva analiza la partícula ex, como lo que se expulsa, lo que perturba la
identidad, el sistema el orden y se convierte en abyecto. KRISTEVA, Julia. Los poderes de la perversión.
SigloXXI, Buenos Aires, 1988, p. 11.

9
por unas horas, demuestra que no se deja apabullar por la bala, el chantaje y el
secuestro”. 18

Los colombianos sufren: “Con la derrota empiezan a desaparecer las pelucas del Pibe
Valderrama y la frustración es palpable… Se pierde, se desmorona y se derrumba la
ilusión colombiana… El país termina con una mueca de amargura, con desilusión, llanto y
tristeza. El país está en un velorio total, cubierto de una triste y doliente nube. Hay un
derrumbe anímico, se pierde la alegría y se pasa de la euforia la depresión… Chao
mundial”19.

Fútbol: escenario de la guerra. Tiro, campo, escuadra, ataque, territorio, cañonazo, flanco,
muralla, defensa, cancerbero, enemigo, palabras que exorcizan las posibles batallas del
espectador, sentado en la tribuna o viendo televisión. El público también aplaude al
descarado que se sale del libreto20; se emociona con la jugada individual, toque-toque, con
la carrera que distrae al equipo rival y con el puro goce del cuerpo. El público acompaña al
jugador excéntrico en la aventura de cumplir el desafío de la modernidad de ser único.

Pero también, el fútbol es catedral: la mano de Dios fue la que metió el gol definitivo,
según Maradona, en el Mundial de 1986. Un jugador espera entrar al campo y, justo antes
de hacerlo, mira al cielo, besa el crucifijo, dibuja la señal de la cruz y barre los malos
espíritus. Exvoto muestra el vínculo con una religiosidad popular que hoy es una expresión
autónoma de señales que se practican individualmente y para conseguir un fin.

Exvoto, como el fútbol, escenario de identificaciones colectivas. De nuevo cito a Andrés


Dávila y Catalina Londoño, quienes consideran este juego como un escenario menos
excluyente que el diseñado por la historia de nuestro país. Frente a la Selección Colombia,
la del 87, nos dicen:

18
DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA, Andrés y LONDOÑO, Catalina. Op cit., p. 103.
19
DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA, Andrés y LONDOÑO, Catalina. Op cit., pp. 103-104.
20
Cf. GALEANO, Eduardo. El fútbol a sol y a sombra. Siglo XXI, Madrid, 1995.

10
Allí había paisas, vallunos, costeños, uno que otro guajiro y uno que otro cachaco, que
sumaban a partir de sus diferencias y nos permitían, a nosotros los colombianos,
reconocernos sin pena (o con mucha vergüenza dependiendo del grupo social
21
implicado.) .

Nos recuerdan que Higuita, Leonel, El Pibe, Luis Carlos Perea, paisa de Urabá, y Freddy
Rincón, valluno de Buenaventura, permitieron construir otros ídolos a la colombiana, que
daban cuenta de la diversidad. Todos los colombianos, identificados con estos futbolistas de
los años ochenta, con esos cuerpos que evadían el cerco: “Un proceso anclado en el ganar
sin ganar, destacarse sin obtener el triunfo, quedar en la retina […]”22.

Pero también, el fútbol es escenario de identificaciones con diagnósticos demoledores,


repetidos y expuestos frente a tantos colombianos, convertidos, por esos mismos
diagnósticos, en restos, en ex de grupos de poder, “superiores” en nombre de la raza. Subir
o bajar es lo único que dibujan los diagnósticos de la prensa. Casi nunca un comentario que
permita explicar la paradoja del comportamiento humano: “Es un equipo de tercera, que
falla colectivamente y que juega a la filigrana y al fútbol improductivo”. Maturana “no
logra encontrar una explicación atinada para lo que pasó”. Explica que “faltó
colectividad y que el problema esencial es que falta raza”23.

Exvoto, una obra-ofrenda para que queden en la retina cuerpos en éxtasis, identificados con
las emociones aquí y ahora, para pensar la paradoja de la agonía-anagonía de la naturaleza
humana y de nuestro propio país.

***

21
DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA, Andrés y LONDOÑO, Catalina. Op cit., p. 96.
22
Ibíd., p. 97.
23
Ibíd., pp. 105; 110.

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