NICASIO PERERA SAN MARTIN
ALREDEDOR DE DOS CARTAS
DE FELISBERTO HERNANDEZ
A JULES SUPERVIELLEFelisberto Hernandez encontré muy a menudo a Jules Supervielle en
Montevideo, durante Ja larga residencia del poeta en su ciudad natal
en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
De acuerdo a los testimonios que hemos recogido, Supervielle, ya cé-
lebre no cesé de prodigar su amistad y su entusiasmo a este opaco esctitor
cuya obra valoraba con sus juicios favorables.
Los dos escritores deben haberse encontrado nuevametne cuando Felis-
berto Hernéndez vivid en Paris entre (1946-2)-47-48. Es a este perfodo
que corresponden las dos presentaciones de Felisberto Hernandez hechas
por Jules Supervielle, en el Pen Club de Paris el 17 de diciembre
de 1947 y en el Anfiteatro Richelieu de la Sorbonne el 17 de abril
de 1948.
No era imposible por lo tanto suponer que pudiera existir un manus-
crito de Jules Supervielle concermiente a Felisberto Hernandez, aunque
més no fuera alguna notas redactadas en relaci6n a esas conferencias.
Es a otro poeta y diplom4tico uruguayo, Ricardo Paseyro, yerno de
Jules Supervielle, que nos hemos dirigido con Ja esperanza de encontrar
ese documento del que suponemos su existencia. Sobre este punto, Ja bis-
quda del sefior Paseyro ha sido infructuosa. La sefiora de Jules Supervielle
le permitié sin embargo facilitarnos la fotocopia de dos cartas del 28
de diciembre de 1952 y del 10 de marzo de 1955 a fin de que ellas
sean presentadas en este Seminario.
Reciban ambes el testimonio de nuestro agradecimiento.
423Felisberto Hernandez encontré muy a menudo a Jules Supervielle en
Montevideo, durante la latga tesidencia del poeta en su ciudad natal
en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
De acuerdo a los testimonios que hemos recogido, Supervielle, ya cé-
lebre no cesé de prodigar su amistad y su entusiasmo a este opaco escritor
cuya obra valoraba con sus juicios. fayorables.
Los dos escritores deben haberse encontrado nuevametne cuando Felis-
berto Herndndez vivid en Paris entre (1946-?)-47-48. Es a este periodo
que corresponden Jas dos presentaciones de Felisberto Hernandez hechas
por Jules Supervielle, en el Pen Club de Paris el 17 de diciembre
de 1947 y en el Anfiteatro Richelien de la Sorbonne el 17 de abril
de 1948.
No era imposible por lo tanto suponer que pudiera existic un manus-
crito de Jules Supervielle concerniente a Felisberto Hernéndez, aunque
més no fuera alguna notas redactadas en relacién a esas conferencias.
Es a otro poeta y diplomatico uruguayo, Ricardo Paseyro, yerno de
Jules Supervielle, que nos hemos dirigido con la esperanza de encontrar
ese documento del que suponemos su existencia. Sobre este punto, la bis-
quda del sefior Paseyro ha sido infructuosa. La sefiora de Jules Supervielle
le permitié sin embargo facilitarnos la fotocopia de dos cattas del 28
de diciembre de 1952 y del 10 de marzo de 1955 a fin de que elles
sean presentadas en este Seminario.
Reciban ambos el testimonio de nuestro agradecimiento.
423424
Montevideo, diciembre 28 de 1952
Mi querido Gigante: (recordé que no debia llamarle “mi quetido
maestro”). i
Aqui me presento a Ud. con la cola entre las piernas y con
muy poca esperanza de que Ud. venga pronto a este pais. {Yo
tengo tantas cosas que decirle, de las que no se pueden escribir!
Siempre que recibo un libro suyo y leo su dedicatoria me siento
animado para vivir mejor y para cumplir una misién para la cual
Ud. me anima; y siempre que leo sus libros encuentro lo ines-
Perado que pertenece a un mundo seguro, al que se puede ir
siempre, al que no se puede dejar de ir (por todas las razons de la
creacién, del arte y las tan obviamente sabidas); pero cuando
quiero decir como esto aunque Jo llegara a aludir bien queda
horriblemente pedante lo que simplemente alude, y més lo que
alude a ese mundo suyo. ¥ esta es la primera cosa sobre la que
me cuesta mucho escribirle. Las otras, las que las hace dificiles el
pudor, las comenté um instante con Jack y le pedi que se las
trasmitiera cuando el iba para Francia, porque siempre me és di-
ficil decicle cémo es mi afecto, mi reconocimiento y mi admiracién.
No se imagina lo que hace falta aunque sea un poco de su
Presencia en Montevideo.
Hace mucho que estoy por terminar mi cuento “La casa inua-
dada” para mandérselo; pero nunca he trabajado tanto en una
misma cosa; lo he rehecho, realmente, miles de veces.
éY cémo est4 la sefiora Pilar y sus “consecuencias”?
Mi querido Gigante, como desde el principio de nuestra amistad,
estoy en la misma dificultad para escribirle; y después que lohago me cuesta mucho no romper la carta. Le pido una vez més,
a su generosidad, que no se fije en ella. Venga pronto, como si
le pidiéramos S.0.S. y reciba el gran carifio y Ia més grande y
respetuosa admiracién de este aborigen, que también secuerda
mucho a Ia sefiora Pilar y a los muchachos y les desea tan gene-
rosas felicidades como Jas que Wds. tienen para la vida y para
el arte.
Adiés mis queridos amigos.
FELISBERTO HERNANDEZ
Petain 831
(casi Mill4n)
Montevideo.
425426
Montevideo, Marzo 10 de 1955.
Mi querido gigante:
éVerdad que Ud. sabe mi dificultad de escribir una carta, y es-
pecialisimamente a una persona que se considera y se quiere tanto
y se le debe una inmensidad, como a Vd.?
Vi a Jean y Ana Maria (estaba divina) y tuve la felicidad de
estar, al mismo tiempo muy cerca de Ud. y de Pilar.
éMe perdona que le diga que yo también encontré mi Pilar?
Es una historia en muchos tomos a pesar del poco tiempo. Es una
felicidad tan grande que ni siquiera la abandono para comentarla.
Se llama Reina Reyes. Pero ¢por qué no viene mi querido gigan-
te? con tal de que venga le prometo hablarle poco de mi Reina
y de mi. Si, ya se que no me cree.
Tengo miedo que sin su magia no pueda hacer nada nunca
mas.
iA Montevideo le hace tanta falta un poco de su creacién es-
parcida por Wd. mismo!
Siempre tengo miedo de las palabras que tienen que ir hacia Vd.
mi querido amigo. Nunca seré bastante humilde.
A su Pilar y a sus nifios y a Vd, todo el carifio, el que sea
mejor homenaje, y mucho del de Reina.
FELISBERTO HERNANDEZ
Parva Domus 2475 - Ap. 3.Estas dos cartas, que son mas que nada cartas de amistad, perte-
necen a diferentes perfodos del ciclo de produccién de la obra de
Felisberto Hernandez tal como lo ha demostrado Jean Andreu en este
Seminario y, en todo caso, a los tiltimos afios de su vida.
Felisberto Herndndez ha abandonado ya definitivamente su carrera
musical.
Para el tiempo de Ja primera carta ya ha tenido acceso a una edicién
de tipo comercial (Nadie encendia las lémbaras, Buenos Aires, Edit
Sudamericana, 1947) y su ptblico comienza lentamente a crecer.
Entre las dos cartas, Felisberto Hernandez no ha publicado practica-
mente nada. Es, probablemente, de esto mismo que él se acusaba cuando
evocaba los entusiasmos de Supervielle (“Aqui me presento a Ud. con
la cola entre las piernas...”) en Ja carta de 1952. De no producir
de modo suficiente. Pero en 1955 el silencio es pesado y se vuelve
angustiante: “Tengo miedo que sin su magia no pueda hacer nada
nunca mis.
Admitimos sin mayor problema que estas dos cartas tienen, funda-
mentalmente, un interés anecdético. Sin embargo, no es superfluo
—quizés— subrayar las principales observaciones que nos sugieren.
Para comenzar, ambas atestiguan Ja profunda estima y Ja admiracién
que Felisberto Hernéndez experimentaba por Jules Supervielle, tanto
que estaba tentado de Hamarlo “maestro”, si no temiera las exhortaciones
de éste Ultimo: (“recordé que no debe Wamarlo ‘mi querido maes-
tro’”). Se dirfa que se lo ha hecho zecordar varias veces.
El afectuoso y amistoso “gigante” que utiliza en su lugar es elocuente
del modo en que Felisberto Hernandez se visualiza en relacién a Jules
Supervielle.
Es, sin duda Ja influencia benefactora que atribuye a Ja presencia
de éste Yitimo en el ambiente cultural de Montevideo, lo que lo leva
a teclamarla con sus deseos. Pero es también la influencia de Jules
427Supervielle sobre Felisberto Hernandez escritor la que éste evoca en las
dos cartas.
Aparte de la frase ya citada de la carta de 1955, escribid en 1952:
“Siempre que recibo un libro suyo y leo su dedicatoria me siento
animado para vivir mejor y pata cumplir una misién pata Ja cual
Ud. me anima...” Este agradecimiento halagador y elegante disfraza
mal las inseguridades del autor frente a su creacién.
Sucede que esta creacién no se da por si misma. Es trabajosa. Las
paginas acumulan las tachaduras. Un ejemplo es la larga frase sobre
La Casa inundada que se termina por Ja constante de una larga insatis-
faccién: “...Lo he rehecho, realmente, miles de veces”. jY este cuento
no apatecerd en volumen més que ocho afios mas tarde! (La Casa inun-
dada, Montevideo, Alfa, 1960).
La misma inseguridad, las mismas angustias parecen invadir toda
forma de expresién: “... pero cuando quiero decir cémo es, aunque
lo Hegara a aludic bien, queda horriblemente pedante lo que simple-
mente alude...” —28-KII-1952— “jVerdad que Ud. sabe mi dificul-
tad de esctibir una carta, y especialmente...? 10-ITI-1955.
Esta ultima frase, simple recurso retérico en quien no se ocupa
regularmente de su cortespondencia, debe ser, quiz, interpretada al
pie de la letra en Felisberto Hernandez.
El resto es anécdota, pero quiz4 no sélo anécdota. Anécdota, las nu-
merosas alusiones a los diferentes miembros de la familia Supervielle.
Pero éy la admiracién que Felisberto Hernandez muestra frente al
desarrollo de esta familia?
Anécdota, el entusiasmo infantil de su reciente amor por la escritora
Reina Reyes. Pero gy esta sutil red de juegos de palabras que encubre
Jas alusiones?
En todo caso, las alusiones a las “consecuencias” —modo agradable
de Supervielle de nombrar a sus propios hijos —y el traspaso del
nombre “Pilar” —el de ia sefiora de Supervielle— vuelto casi un
nombre comtin bajo la pluma de Felisberto Hernandez, muestran bien
la complicidad de nuestros dos escritores para burlarse, para tomar en
sotna sus sentimientos mas profundos. Y la veta humoristica que los
une se vuelve entonces patente.
Universidad de Nantes, Mayo de 1973.
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