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LA INCOHERENCIA DIALOGICA DEL. RELATIVISMO SOCIOLOGICO C. Ulises Moutines El relativismo, como el ser, se dice de muchas maneras. Una de ellas es la manera sociologica. Y dentro del género «relativism sociolbgicor caben a su vez. varias, especies. Una de éstas consiste en lo cue podriamos denominar «relativismo socio logico epistémico» o, mas acotadamente atin, «rlatvismo sociol6gico con respecto al conocimiento cienifica». Como esta denominacién es muy engorrosa y como en fen esta ponencia voy a referirme solo a cuestiones epistemol6gicas y seménticas, voy a subsumir el objeto de mi discusién bajo el rétulo abreviado «relativismo sociolégica», con el calificativo «epistémico» sobreentendido. Creo que esta forma de relativismo es sufcientemente popular e influyente hoy en dia como para mere- ‘er, por sf sola, una critica detallada. Creo también que las objeciones que voy a presentar a esta forma de relatvismo sociol6gico pueden extenderse igualmente a tras formas anélogas, por ejemplo el relativismo sociol6gico en materia moral. Pero ‘no voy a abundar en este dltimo punto, Es un hecho generalmente aceptado que lo que la gente considera como cono- cimiento valido varia de una region espacio-temporal a otra. No hay que ser ningtin ‘clativista para aceplar esto; basta haber ledo cualquier texto introductorio de historia dela ciencia para enterarse de que no en todas las épocas ni en todos los paises la gente ha creido en la validezde la mecénica cuéntica, Otro hecho amplia- ‘mente aceptado (aunque quizés un poco menos que el anterior) es que la variacién ten lo que la gente considera como conocimiento vilido viene determinada en gran medida por factores sociales sensu strcto. Por «factores sociales» entiendo factores. ‘que, al menos hasta ahora, no son reducibles a Ia constitucién genética de los individuos en euestida nia factores ambiental fsicos de tipo climatico, geografico, ste. Por mi parte, creo firmemente ea estos dos hechos y los voy a resumir en la siguiente tesis (11) «Lo quelos seres humanos consderan como conocimiento varia y depend de la cultura en que se han formado» Esta tesis me parece verdadera, pero al mismo tiempo tan trivial, que no me voy ‘a detener a arglir en su favor. Si todo lo que el relativismo sociologico afirmara Tuera esta tesis, me pareceria una posicién perfectamente aceptable, pero también perfectamente aburtida, por trivial. El relativismo socioldgico se vuelve ms intere- Sante y también més problemético porque asevera algo mucho més fuerte. Lo que el relativismo sociologico sostiene no es meramente que lo que la gente considera 35 AGORA 10 (1991): 5-46 ‘© Univenidade de Setago de Compostela ‘como conocimiento varta segin la cultura, sino que lo que es el eonocimiento varia, segia la cultura. Es decir, la tess: (12) «Lo quesea el conocimiento varia y depende de cada cultura Bajo una consideracion superficial, (11) y (¥ 2) se parecen mucho. Pero en realidad, la diferencia es profunda y crucial para cualquier discasion epistemologica. Elconcepto de conocimiento suele caracterizase como crencia verdaderajusti- cada. Lo que la tess trivial (T 1) afirma es que las crcencias van y vienen, seg la Sociedad, lo cual no sorprende a nadie, Pero no afirma que el hecko de que certas crooncias sean verdadera yjusificadas vaya y venga segin a sociedad, Esto, en ‘cambio, sel contenido implicto de las (sis (T2) ¥ esto es el adcleo de la posicion ‘que he llamado «rclativsmo sociol6gico»: una poscion que pretende rlativizar las nociones de verdad yjusifcacioa, y por ende de argumentadin, a cada cultura o sociedad. 'A pesar del clamor de aovedad con que se ha auto-anunciado el relativismo socioldgico en ese siglo, y especialmente en la titi década, como toda doctina aque se preci, puede sefalar sus antecedents penales en la Antgiedadclisica. Ya Protigoras anuncis: «El hombre es la medida de todas las cosase, Este lema suele interpretarse en el sentido de que el hombe es la media, entre otras cosas, de la verdad, o sea, que cl hombre determina lo que sea verdadero 0 falso.Sustitid «el hhombro» por sla cultura» o sla sociedad» y obtendrés el relativism sociol6gico. LLorelativamente nuewo del relativism sociolgico no es su carder relativist, sino si sociologismo, Siguiendo la tendencia general de nuestra época a sociaizarlo todo, tambign aqu se ha tratado de socializar el reltivismo protagirco. Pero eso n0 ha hecho ala doctrina més sida, Alcontaro,segua trataré de mostrar més adelante, alos problemas clésios que aquejan sl protagorismo, el auevo relativism ba af dido ls especiions de su estrategia sociologizante. Ha ocurrio aqut To mismo que Sucle ocurti cuando se socaliza una empresa que funciona mal: a los problemas {que ya agobiaban a la empresa antes, se les aade los causadcs po la socalizacion, ¥ el resultado final es un desasre Pero, Zquignes son esos relativstassociol6gicos objeto demi critica? En primer ugar, una gran mayorsa de socilogos dela cencia (al menos de los que he conocido 40); en segundo lugar, algunos hstoriadores yfilgsofos de la eizncia; en tercer lugar, algunos fisicos «desencantados» que han abandonado su profsin. El antecedente inmediato de estos socidlogosrelatvistas y sus comparsas es Karl Mannheim, fun- dador dela Wissenssoziologe. Sin embargo, por las razones que veremos inmedia tamente, Manngelm fue mis cauto que sus sicesores actuals, y ls objeciones que voy a presentar en realidad no se aplican a su posiién (aunque probablemente se Te puedan preseatar otras) Muchos socilogos de la cienei parceen partir hoy di del elatvismo sociol6- sco como algo evidente, quo ni siquicra hay que discutir, para ells, negar la Telatvidad social de la validez del conocimiento cientific serfa simplemente la tmanifestacion de un pasado flosicoafortunadamente superado en su disciplina Fsta es la posiciou metodologica de autores recientes como Latour, Woolgar, Mul 36 kay, Knorr y muchos de los Uamades «constructivistas» (cf, Latour & Woolger <1979>; Mulklay <1979>; Knorr <1981>). La estrategia de fundamentacion que adoptan estos autores para su posicién se reduce, a mi entender, en saltar ‘legremente de la tesis aceptable, pero trivial (T’1) a la mas problematica tesis (T 2), En algunos casos sospecho que m: siquiera han captado la abismal diferencia {que hay entre (T 1) y (T 2) (Otros socidlogos de la ciencia, en cambio, han tratado de precisar conceptual- mente y findamentar argumentativamente su relativism, ¢ incluso han recibido el aval de algGn que otro filésofo, El grupo mas notable en este sentido es el de la llamada «Escuela de Edimburgo», cwyos representantes mas famosos son quizés Barnes y Bloor, quienes ademas han recibido el apoyo de una fil6sofa de la ciencia reconocida, Mary Hesse. Mi andlsis se concentrard pues en las ideas relatvistas de la roika Barnes-Bloor-Hesse, porque son las més elaboradas desde el punto de vista filos6fico, aunque quisiera subrayar que las considero representativas de un grupo ‘mucho mayor de sociélogos de la ciencia, especialmente los constructivistas» y seetoometodélogos», Afortunadaments, no hay que emprender una larga labor pre~ via de interpretacion del nicleo de ests ideas. David Bloor, en su libro Knowledge land Social Imagery, las ha presentado de manera clara y cuasi-axiomiética, cosa que hhay que agradecerle sinceramente: La socologi el conocimintocentfco debris adhere aos siguientes cunto post ") Debera ser cau et dcr, scuprse de lak condiciones que producen ceeniat stad de conoemieno, Nate, habe ore tpor de aura aemés els Soces que entaburén« produce eens 3) eberia ser marca con respi al verdad y falda aioli oferacionaiad xg rare, Arbus teminoe de eta Sicooma equenn de expiac, S) Debora er sneince em eta de egcacon. Loe mimes ios de cause expan, or ejemplo la creencasverdadersy fas |} Debera ser reins: En pinoy sos moeloe de expicain debe ser apicables sa Secoga mizmar [Cr Bloor < 6p. 43, teduri lo menos le posi) A latercera y cuarta tess las llamo Bloor, respectivamente, tesis de la «simetrian y de la areflexividad», Estas denominaciones son algo confundentes si se tiene presente la nocién de relaciones simétricas y reflexivas en logica; por mi parte, prefiero llamarlas ), esta autora pretende demostrax que dicho programa cs razonable, plausible y que su dniea alternativa es un «racionalismo exagerado» © insostenible. La relacién entre la «clésica»filésofa de la ciencia Hesse y los «sub- versivos» sociélogos Bloor, Barnes y Co. parece que deseansa en una simpatia ‘mula, pues no solo Hesse defiende a los edimburgueses freate a los ataques del «racionalismo exageradom, sino que ala inversa ellos citan elogiosamente la filosofia inductivsta de Hesse en diversas ocasiones (ef, por ejemple, Bloor <1978>, p. 270 y Barnes/Edge <1982>, p. 67) y reconocen su utlidad como marco general para su propio programa. En este sentido podemos suponer que la reconstruccién. Yydefensa que hace Hesse del programa fuerte es fel al mismo y aceptada por sus partidarios. Hesse interpreta el «programa fuerte» como un enfoque euyas raices se clavan en la leoria de la ideologia de Manheim. Sogin esta teorfa, iodas las representa: ciones que nos hacemos de la realidad social provienen de esquemas conceptuales Uoformadas y deformadores, euya naturalera puede y debe e»plicarse por las con- diciones sociales que les han dado origen. Esto lo aceptan los socidlogos efuertes», pero es demasiado poco para ellos. En efecto, en sus estudios de sociologfa del conocimiento, Mannheim pretendia mostrar que todas las teorias y enfoques que producen las llamadas «ciencias sociales» son ideologias en el mal sentido de la palabra, ¢s decir, deformaciones sistemticas ¢ imteresadas del objeto del estudio; pero sobre la naturaleza de las demés disciplinas, incuida a ttulo de excepci6n su propia sociologta del conocimiento, no quiso descolgarse. Pues bien, los socislogos, que Hesse defiende son més valientes que Manheim y estén cispuestos a meter en 1a casilla de las ideologias no s6lo a las ciencias sociales pica, sino a todo lo que producen las ciencias formales, todo lo que producen las cieacias naturales y (ioh textrema concesién!) todo lo que producea cllos mismos, La inclusion de las ciencias Formales y naturales entre las victimas del programa fuerte es consecuencia meto- dol6gica (aunque no estrictamente Idgica) del postulado de la equivalencia antes citado; la inclusion de la propia sociologis del conocimiento es consecuencia del postulado de autorreterencia. Qué significa metodolégicamente considerar a las ciencias formales y naturales, y ala propia sociologia de! conocimiento del mismo modo que Manheim consider6 alas ciencias sociales? Significa lo siguiente: que carece de sentido preguntarse en ‘general por la verdad o falsedad, por la jusificacion o falta de ella de las teorfas producidas por dichas disciplinas. Estas tcorfas son sistemas de creencia como ‘cualquier otto, que naturalmonte pretenden ser vordaderos y estar juatifieados, pero es0 €s, por asf decir, un asunto interno de dichos sistemas, no algo que el anaista deba tomar en serio. La presentacién de una teoria cientiica cualquiera como verdadera o justficada debe ser juzgads simplemente como un modo mas o menos habil de tratar de vender el producto, Por ello, la nica tarea con sentido para el analsta de la ciencia no puede ser otra que la de averiguar os intereses y condi- ciones sociales que han producido el surgimiento y evolucion de esos sistemas de creencias. Y para ello tanto da si el sistema de creencias en cuestidn es la mecénica 38 cudntica, la angeologiao la propia sociologia del conocimiento. Cualquier pregunta por su justficacin est fuera de lugar, puesto que no hay ningdn crterio de verdad © de plausibilidad externo y universalnente reconocido del que el analista pueda techar mano. Cualquier criterio propuesto de esta naturaleza es nucvamente parte dde un sistema de creencias condicionado socialmente, y como tal debe ser tratado. Eleriterio puede ser alo sumo nuestro bjeto de estudio sociol6gico, es decir, puede ser visto como una curiosa idea que se les ocurri6 a ciertos individuos en cierto ontexto social, pero que no tiene e2 s{ misma ninguna credencial que la haga superior a cualquier otta de las innumerables ideas curiosas que se le ha ocurrido fla gente a través del espacio y del tiempo; en particular, tal supuesto crterio de validacioa no puede servir para juzgar ningin sistema de creencias, excepto a lo ‘sumo el propio sistema del que forma parte ‘Que no hay ningin eriterio de verdad o de justficacién desde el cual poder juzgar diversos sistemas de creencias es un teorema central de la teoria de los sociblogos fuerte, del que ellos no sp estén muy orgullosos en términos generales, sino que tratan de aplicar en la préctica en sus estudios de casos particulares de {corias cientificas. Hesse los alaba por ello y por haber sido més consecuentes que cl timorato Mannheim, quien no se atrevi a aplicar este teorema més que a parte de nucstras ereencias. Hesse incluso reprocha a Mannheim haber sido «frivolo> (Hesse, op. cit, p. 31) al no haber puesto la picota sociologista a las ciencias exacts x la propia sociologfa del conocimiento.Es posible que Mannheim haya sido menos onsecuente que sus herederos, pero no me parece que haya sido «frivolo»: proba- Dlemente se percato a tiempo de que lo que ocurrrta si sociologizéramos todo, en particular de las consecuencias de sociologizar Iégica, mateméticas y metaciencia. De estas consecuencias, de las cuales ni Hesse ni sus amigos parecen haber sido plenamente conscientes, es de lo que voy a tratar en lo que sigue. ‘La objecién inmediata que siempre se le ocurre ala gente que trata de crticar cl relatvismo es la que esta posicién es autocontradictoria, se refuta a sf misma; es ‘deci, serfa una afirmacion p con la propiedad: ’p implica no -p Hesse considera que ésta es la objesion més seria que el «racionalismo» puede hacer al programa fuerte. Sin embargo, también considera que esta objecién carece de fundamento, Creo que tiene ra26n. Los postulados del programa fuerte, y en general de un relativismo socioldgico bien montado, no tienen la propiedad «p implica no -p» "Ya Husserl en e} primer volumen de sus /nvestigaciones logicas, donde trata del psicologismo (cf. Husser! <1900>, § § 34-36), present6 una argumentaci6n det fiada en contra de lo que él lama el «relatvismo individual», es decir, el protago- rismo, Por diversos caminos, Hussed! trat6 de demostrar que este rclativismo se refuta a sf mismo. Autores mas recientes (por ejemplo Jordan <1971> y Trigas ‘<10973> le han seguido en este empeio, tratando de precisar el argumento de la autorrefutacion, En dos excelentes articulos (cf. Meiland <1977> y <1979>), Meiland ha mostrado que estos argumentos no son concluyentes. En efecto, es posible precisar semanticamente el relativismo de tal manera que no implique au- torrefutacién. Los argumentos de los antirrelativistas parten de un supuesto que es 0 una peticign de principio: que el relatvista est4 condenado a usr ef mismo concepto de verdad absoluta como correspondencia entre enunciados y hechos que su opo- nente. Pero justamente esto no es certo. Lo que quiere el relatvista no es conservar cl concepto clisico de verdad, sino sustituislo por uno nuevo, Por «verdad» no se va a entender ya una relaci6n diddica entre enunciados y hechos, sino una relacién triddica entre enunciados, hechos y seres humanos. Se abandona un concepto por otro, ‘Aunque Hesse no cita a Meiland, su estrategia argumentatva es esencialmente li mismay me parece, en principio, correcta, slo que aqut ya nose trata de defender cl relativism individual elésico, sino el sociologico. Segdn su interpretacién de este ‘ltimo (y no ha sido desmentida por sus partidarios) en la base de este programa ‘est un cambio seméntico fundamental, La idea es que una férmula del tipo «S es verdadero», (donde S es un enunciado cualquiera) en rigor carece de sentido; alo sumo puede emplearse como una abreviacidn para la formula correcta «S es ver- dadero-en-la-cultura-C». Es decir, la palabra «verdadero» per sf sola no significa nada; s6lo puede usarse como componente del predicado «erdadero-en-C». En consecuencia, las reglas semiénticas para el uso correcto de este predicado deberdn tomar en cuenta no s6lo enunciados y hechos, sino enunciadcs, hechos y culturas. Para el mismo enunciado $, puede entonces ocurrir que sean verdaderos los dos siguientes enunciados metalingUisticos: ($1) Sesverdadero-en-Cl» intas, El antirrlatvistapertinaz puede sospechar que aqui es donde radica la contradiccién: pues para poder afirmar que (S 1) y(S 2) son ambos verdaderos, cacaso no necesitamos al menos un concepto de verdad absoluta en el metalenguaje? No, no lo necesitamos. El metalenguaje desde el cual analizamos el enunciado S y en el cual llegamos a las conclusiones (S 1) y (S 2) es también, por supuesto, rlativo a cierta cultura, digamas C3. Ea C3 son verdaderos. ($1) y (6 2}; pero claro que puede haber una C# en la que (S :) 0 (S2) sean falsos.. Y asi sucesivamente. No hay aqui ninguna contradicciéa. Todo lo que el sociblogo ‘elativsta exige es que se susttuya el eoncepto diddico de verdad como adaequatio ‘rei et imellectus por uno triédico de adaequatio rei et intellects et ribs, y que ello se haga tanto a nivel del lenguaje-objeto como del metalengusj. "Naturalmente, tanto Meiland explicitamente como Hesse implictamente, pare con ser conscientes de que esta estrategia semantica de defensa del relativismo rdavia no implica que esté claro cémo hay que construir una seméntica formal sativa basada en el nicleo del concepto de verdad. Potiblemente haya que abandonar la idea de una l6gica bivalente y modificar drdsticamente las reglas de inferencia deductiva, entre otras cosas. Es posible también que un tal programa logico se enfrente a grandes dificultades téenicas si hay que implementarlo en seri. Pero, ciertamente, una cosa es que st enfrente a dificltades y atra muy distinta que sea imposible a prior. Un nuevo Tarski podria desarrollar ura nueva teoria de la verdad en donde ésta apareciera no como una relacién difdica entre «p» y p, para ‘cualquiera proposici p, sino como una relacién trifdica entre ap», p y culturas. 0 Mutatis mutandis deberta emprendrse la reforma con respecto a los conceptos ‘pistémieos en sentido estricto, Sila verdad es un concepto relativo a cada cultura, tambien lo ban de ser conceptos anslogos como los de justificacion, confirmacién, plausibilidad, ete. Y, en general, todo b que tenga valor epistémico, En vez de decir SH sabe que ps, habré que decir «H sabe-en-C que p». 0, como lo formula Hesse en términos algo provocatives: «Knowledge is now taken 10 be what is accepted as such in our culture» (Hesse, op. cit, p. 429 -spor conocimiento se entender ahora To que se acepta como tal en nuestra eulturay-) Hasta aqui muy bien. Es cierto que esta revoluci6n seméntico-epistémica no parece levar a ninguna contradiccién logica. Pero en cambio conduce a lo que podemos caracterizar corho «incoherencia dialdgica» o, si se prefiere un término ‘ain més pedante, como «incoherencia perlocucionaria». Bs decir, leva ala conse ‘cuencia de que los relativistassocioldgicas, si son coherentes consigo mismos, deben {guardar silencio, lo cual quizas no sea una consecuencia desagradable para sus Aidversarios, pero supongo que slo es para ellos mismos. Para verlo, empecemos con un ejemplo sacado de la propia literatura de los socislogos relatsista, En su ensayo «On the Conventional Character of Knowledge and Cognition» (1981), Barry Barnes expone detalladamente como deberia proceder clandlisis de las taxonomias zooldgicas de diversas culturas segtin su punto de vista metodol6gico. Para poner de relieve el método adecuado toma como punto de partida un estudio empirico conereto de Bulmer sobre la taxonomfa animal de los Karam, un pueblo de las montaias de Nueva Guinea (cf. Bulmer <1976™). Este estudio, segin Barnes, aporta una serie de datos empiricos interesantes, pero te6> Ficamente esté realizado desde una perspectiva inadecuada por eurocentrista. En ‘efecto, la pregunta central que Bulmés trata de resolver en su estudio etnolégico es la de por qué los Karam no consideran como ave un determinado bicho, el cassowary, ue tiene todas las caracteristicas evenciales de un ave. Este hecho le parece a Bulmer extrafo y lo trata de explicar mediante una interpretacién de los mitos de parentesco entre hombres y animales que profesan los Karam. Segiin Barnes, en. ‘cambio, la pregunta de Bulmer esta de entrada mal planteada, porque presupone {que nuestro concept europeo de ave cl nico adecuado yentonces, naturalmente, la clasficaciGn de los Karam aparece como asombrosa. Pero un buen socislogo del cconocimiento, segun Barnes, no debe partir de tal supuesto. Lo nico que puede decir con sentido es que la clasficacién que hacen los Karam de los animales es, dstinta de la nuestra, y basta. Cada cultura tiene sus propias redes conceptuales para apresar los objetos; las redes son distintas, pero n0 hay ningén criterio en ‘Beneral que nos permita decidir que una red es mis adecuada que otra. En palabras del propio Barnes: sredes diferentes serelasionin con ead entorno fico de manera “quilente Lis diferentes reds sonequialentes por lo que respect a posbildad de une Sifeasion cons Todo or ssenas de altar verbal son ulmente rainaless (Barnes cisely pe 3) ‘Con respecto al ejemplo dscutido por Barnes y Bulmer, esto significa que la taxo- rnomia de los Karam es «equivalente» la de cualquier texto de Biologia uiizado en las universidades europeas,estéigualmente «jutificada» y es igualmente «racional. 4“ Ahora bien, parece que Barnes pasa por alto aqut dos cosas. En primer lugar, cl término «equivalente» que usa su argumentacion es, segin su propio enfoque, carente de seatido. Pues cuando alguien afirma que dos cosas son equivalentes, hay {que proguntarse en seguida: Lequivalentes con respecto a qué? Pero segén cl su puesto de Bares, aqui no hay ninguna unidad de medida externa en base ala cual ‘podamos juzeat la equivalencia de dos redes conceptuales de culturas distin. El recurso a una realidad 0 «entorno fisico» comtin es meramente ret6rico. Pues, para saber si es efectivamente la misma realidad a la que se refieren «equivalentemente» las dos redes concepluales comparadas, deberiamos haber categorizado previamen- te sa realidad, es deci, deberiamos haber uilizado conceptos pertenecientes a una ddoterminada red. Pero esto ebviamente-no nos saca del atolladcro, porque ex hypo- thesi, no hay por qué suponer que esa tercera red es de aplicaci6n universal. Mas cconeretamente, para poder decir que los Karam clasifican los nimales igual de bien aque los textos de Biologia de las universidades europeas, deberfamos estar previa ‘mente seguros de que los Karam disponen del mismo conceptode animal que dichos, textos. Pero segin el propio enfoque de Barnes, tenemos buenas razones para suponer que ello no es el easo, Lo mismo ocurriré,naturalmente, con cualquier otra categorizacién, El «entorno fisico», que Barnes pretende que los Karam clasifican igual de bien {que nosotros, se esfuma en la lejanta invisible de la cosaer-si kantiana y por lo tanto no sirve como medida de comparacién. No podremos nunca saber silos Karam clasfican los animales igual de bien que nuestros zo6logos, ni siquiera podremos saber si clasifican algo en absoluto, En segundo lugar, hay una incoherencia ain mds grave en la argumentacién de Barnes, que proviene de a tsis de la wzeflexividad» o autorreferencia, que defiende Ly sus eamaradas, Supongamos, @ pesar de la objeciéa anterior, que hubiera algin, sentido preciso de «equivalencis» que pudiéramos aplicar al zomparar taxonomias, dd culturas distintas. El postulado de autorreferencia del programa fuerte obl ss partidarios no sélo a aceptar la equivaleacia entre nuestras clasificaciones zoo- Tgicasy las de los Karam, sino también a aceptar la equivalercia ente la caractei zacién propuesta por Barnes y la caracterizacién propuesta por algdn otro soci6logo. dd la ciencia, Barnes caracteriza la taxonom(a de los Karam como equivalente a la nuestra, Ahora bien, supongamos que aparece otro soci6logo caracterizando nuestra taxonomia 2ooldgica como la maxima expresion del espiritu cientifico y la de los ‘Karam como la manifestacion ridfeula de una raza inferior. Cul seré la respuesta de Barnes? Segin su propio enfoque, deberia acoger sin inmuterse la caracterizacién dada por el socidlogo racista como equivalente a la suya. Sin legar a este extremo, podemos concluir que las objeciones de Barnes a Bulmer, quien al pareve toms tuna perspectiva eurocentrista, tambign carecen de sentido, nuevamente segén el tenfogue del mismo Barnes. En efecto, Bulmer pudo haber replicado a Bares (probablemente ya lo haya hecho): «mi etnologia es eurocentrista y la tuya no; Zy ‘qué? Ambas son, segin tus premisas metodolégicas, equivaletes ¢ igualmente jus- lifeadas» ‘Ante esta situacién, Barnes puede hacer solo dos cosas: aceplar la consecuencia ‘no aceptarla, Es decir, aceptar que todos los enfoques de sociologfa del cono« 2 miento son equivalentes o no aceptaro. Sino lo acepta, si cree que su enfoque es. mejor que los otros, significa que a las teorias de la sociologéa de la ciencia no se les aplica el postulado de equivalenda que se aplice a las teorias de las demés disciplinas y por tanto a sociologfa de la ciencia recibe un lugar privlegiado en la jerarquta cienifca. Esto es exactamente lo que querfa cl «frivolo» Mannheim. Pero tentonces se viola el postulado de la autorreferencia. Si, en cambio, Barnes acepta la consecuencia, es decir, si admite que su propia concepcién sociolégica de las, dlistintas taxonomias 2ooldgieas no tiene ningtin derecho especial a ser considerada ‘mas adecuada, justificada, racional, qe las demés, entonces me es dificil compren- der por qué se dio tanto trabajo en dar argumentos gencrales y ejemplos coneretos fon favor de su enfoque y en critiear, por ejemplo, el andlisis de Bulmer. Pues aqut no hay nada que argumentar. Barnes se hubiera podido limitar a un par de frases exponiendo su teoria de la «equivalencia» de redes conceptuales, y asunto termina- do, O compartimos sus ideas, y ental caso s6lo podemos alegrarmos pero no nece- sitamos argumentos, 0 20 las compartimos, y entonces, por hip6tesis, lo Gnico que podemos decir es que abi esté una concepciGn sociologicadistinta, pero equivalente, ala nuestra, que podemos contemplar con benévola indiferencia, Para ello tampoco recesitamos argumentos, ni ejemplos, Barnes se hubiera podido ahorrar mucho tiempo y papel Estas dificultades no son idiosincriticas dl estudio concreto analizado. Pueden agoncralizarse. La raiz de las dificultades estéen la nueva seméntica y epistemologia ‘que proponen los relatvistas socioligicos. Una primera dificultad metodolégica {Beneral, aunque no la més grave, os la siguiente. Ya hemos dicho que, segtin a nueva seméntica, carece de sentido afirmar «Ses verdadero»; todo lo que podemos afirmar cs «S ¢5 verdadero-en-C>; yen vee de decir «Hf sabe que p», hay que decir «ff sabe-en-C que p>. Pero, icémo instaaciamos esta variable «Cs? Es decir, Zeus son los crterios de identidad para cuturas? Necesitamos tales crterios porque de Jo contrario no podemos distinguir una cultura de otra, y por lo tanto enunciados ‘metalinghisticos del tipo «S es verdadero-en-C1 pero falso-en-C2» serfan comple~ tamente vacfos. Hesse, Baraes & Co.no nos dan ningin criterio de identidad para culturas, ni siquiera de manera tentatia. Nos lo deben,sisu programa ha de llevarse ‘a cabo, Quizas les parezca que la ideatificacibn de eulturas sea una cuestion empi- Feamente trivial o al menos del mismo grado de dificultad que el que pueda tener la identifieacion de objetos fisicos corrientes como Arboles, casas y estrellas. A mi rao me lo parece, y toda la literatura antropolégica y etnoldgica actual parece més bien reforzar mi impresidn, En cualquier caso, Hesse y sus amigos con frecuencia establecen comparaciones entre los sistemas de creencias de grupos humanos més ‘6 menos exoticos y lo que Hesse Ilana «our culturen. (Barnes eS a veces un poco mas preciso y habla de la «British cusure»). Y tratén entonces de mostrar que las pretensiones epistémicas de our culture o dela British culture no pueden tener validez ‘universal. 2Pero cudl es exactamente esta misteriosa our culture? iCuales son sus ‘ontenidos, que tratamos de comparar con los de otras tribus? {Se trata de las creencias de la clase media semi-educada de Europa Occidental, 0 s6lo de la bri- Unica, 0 s6l0 de los académicos de Edimburgo? Segin cusl sea el grupo que eseajamos, nos encontraremos con ditintos sistemas de creencias y por tanto con 8 distinos términos de comparacin, Incluso dentro del terrtorisregido por Su Gra ‘iosa Majestad nos encontraremos con sistemas de ereencias radicalmente dstintos: las de los puns sin duda son muy dstintas de las de los bobbie. Pero incluso entre los punks babré diferencias «culturales», Cada punk y cada bobby y cada académico de Edimburgo tendré su propio sistema de creencias y, en consecuencia, mientras ‘no se proporcionea criterios mas especificos, cada uno de ellos serd el portador de su propia cultura y por tanto de sus propias verdades. En sitino término, el relat vismo sociologico se reduce a su viejo antecesor, el relativism individual protagé- rico, el eval, a su vez, si se le interpreta epistemolégicamente (como pretenden ‘nuestros socislogos), no es sino la forma antigua del solipsismo moderao. ‘Naturalmente, para escapar a esta (supongo que) desagradable consecuencia, nuestros soci6logos relativstas podran introduc ciertos criterios ad fie para iden tificar culturas, que hicieran de éstas unidades que ni fueran demasiado grandes, como la Humanidad entera, ni demasiado chicas, como un solo individuo, Pero centonces habré que preguntarse de dénde vienen tales crterios. Un relatvista so- ciologico consecuente deberia considerarlos como propuestasvélidas s6lo dentro de cierta cultura. EI problema, sin embargo, es que justamente no disponemos de una nocién previa de cultura. La nocién de cultura en sf misma depende de criterios ‘que no pueden ser introducidos sin dicha noci6n, En consecuencia, no puede haber tales crterios de identificacién y separacion de culturas. Lo Gico que puede haber es un fiat completamente ar ysubjetivo por parte del socidlogo estableciendo los limites entre las eulturas de una manera y no de otra. Como las nociones de verdad y conocimiento han de depender de la nocién de cultura, y ésta a su vez de la arbitrariedad subjetiva de cada soci6logo, aterrizamos nuevamente en el solipsis- ‘mo; un solipsismo por asf decir al nivel metal6gico con respecto al anterior, pero solipsismo al fin ‘Démosle, no obstante, a nuestro relativsta una dltima oportunidad. El problema de la identficacion de culturas es ciertamente molesto, perc para que no se nos tache de formalistas cerriles, supongamos que hubiera algin método para distinguir calturas que, aunque no eateramente precisable en base a criteios claros, de todos modos no fuera arbitrario ni subjetivo, Supoagamos que hubiera algo asi como intuiciones culturales de uso universal, una extraia especie dea priori kantiano, que nos permitiera tener una idea razonablemente clara, por ejemplo de lo que es our culture y de que esta cultura es netamente diferente de la de los Karam, Aun ast, cl sociGlogo relatvisa se ve enfrentado a una dificultad irremediable, que le lleva al silencio anunciado. En efecto, por el uso de la primera persone de! plural, esté claro, que Hesse y Barnes se consideran a sf mismos y a sus amigos relatvistas como prtenecientes a ovr cure. Por el conteato de la dicension, parecerta igualmente lato que esta cultura abarca por lo menos todas las capas de la poblacién educada, ‘0 semi-educada de Europa Occidental y Norteamérica, con sus escuelas, universi- ddades, periddicos, libros de texto, etc. Si éste esol caso, entonces, Hesse y sus amigos ddeben concluir que sus propias tsis son falsas. Pues obviamente lo son en our culture. ‘La inmensa mayoria de los millones de portadores de dicha cultura, a la que Hesse yo. pertenecen, no consideran que la verdad del enunciado <2 + 2 = 4» dependa ‘ela cultura en la que uno se ha criado, de que uno sea Karam o eseoots. Es mis, “4 Ja inmenst mayoria de los representanes de our culture consideraré sin duda que Ja creendia de que la verdad de «2 + 2 ~ 4» depende de cada cultura no solo es fats, sino que es una aberracién de iatelectuales esnobs con complejo de culpabi- lidad posteolonialista, Tanto el sentide comin como toda la ciencia y tecnologia caracteristicas de ou culture dependen en gran medida justamente de la creencia én la verdad absoluta de «2 + 2 = 4. Por lo tanto, las tesis de Hesse & Co, en Gur culture son falas, Por lo tao, so falsas sin més segin sus propos eriteros. NNotese que esto todavia no es uns autorefuacion formal de los rlativsas sociolopicos, porque éstos disponen de una posible escapatoria a esta argumenta- Sion, La escapatoria consisirfaen deer que our cultwe, es decir, la cultura con 1 ‘ue ellos mismos se sentenidentficaios justamente no es lade los millones de Aburrides pequefoburgueses que puetlan Europa y Norteamérica, y que ereen en inverdad absolut de 2 + 2 ~ 4». Auncuando, debido a una serie de cireunstancias desdichadas, nuestros heroicos relativstas se vean fisiamente todeados de esa inmensa masa de ingenuos absoluistas, podran alegar que ésa no es su cultura, que si cultura es precisamente una en la que todo el mundo vea claramente que la Nerdad de «2 + 2— 4 depende de cada cultura, En esta cultura alternativa, que Iucstros héroes quizés logren encontrar oTundar alg dia, el relatvismo sociol6- fico seria la base de toda ereencia sodialmente aceptada, y asus adversatios s los tmandaria a clinicaspsigudtrieas ose is djara vegetar en algunos departamentos de sociolgiayElosia, Personalmente me alegaria que los relatvists sociobgicos podiran emigrar auna cultura at, Ahora bien, en esa cultura alternativaperderian El tempo si argumentaran en favor de sus tess. Pues de entrada estaria todo el ‘undo conveneido y ellos estarfan simplemente reptiendo lo qu todo ef mundo ‘cepta. Ast, pues, en cualquiera de as dos alterativas posibles, tanto si quedan en ta eullura bsolutsta en la que estan actualmente inmersos como si emigran a sa ahorada cultura relatvista, la nica esratepiarazonable para ls relativstas socio- logicos es lade eallase ‘Acerca del soipismo clsico dijo Witlgeastin en su Tracts: «Lo que quiere decirel solipsismo es perfectamente correo, blo que nose puede decir (ractatus togicophilvophicus, $562). Temo que lo mismo suceda con el nuevo solipsismo socal Bibliogratia Barnes, Bs «On the Conventional Character of Knowledge and Cognition». Philo- ‘Sophy ofthe Social Sciences, vo. 11 (1981). Barnes, B. & D. Edge (comps.) Science in Context. Cambridge, Mass, 1982, Bloor, D.: Knowledge and Social Imagery. Londres, 1979. Bloor, D. «Polyhedra and the Abominations of Leviticus». The British Jounal for the History of Science, vol. 11 (978). Bulmer, R.: «Why is the Cassowary not a Bird». Man, vol. 2. (1967). 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