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188 EL SENTIDO DE LA BELLEZA perspectiva, el repentino escape de nuestros intereses cotidianos y nuestra identificacién con algo permanente y sobrehumano, con algo le que nuestra cambiante personali- A ener mucho més abstracto e inalienat _ dad, todo ello nos aleja de las privadas tragedias que nos acosan y nos sta una especie de éxtasis. See tal ri fe lo sublime —donde hablamos de la En los trillados ejemplos de lo su e enorme masa, de la fuerza y durabilidad de los objetos, 0 de su as- s nos conmovieran en razén de pecto siniestro como si estas cosa! al parecer este punto. Pues la su- nuestro propio peligro— olvidamos rec gerencia de nuestro propio peligro producirfa un amago de temor; se- ria una pasion prictica 0, si por azar pudiese ser, lo suficientemente objetivada para convertirse en pasion estética, se limitarfa a hacer de- testable y repulsivo el objeto, al igual que un cadaver mutilado. EI jeto es sublime cuando olvidamos nuestro peligro, cuando escapamos de nosotros por entero y vivimos por asi decirlo en el objeto, absor- ndo la energia de su movimiento.y diciendo: «jSé uno conmigo, impetuoso compaiiero!» Este pasar a ser aquello_que se nos opone, vivir su vida, es sin duda_una-caracteristica-de toda contempla- perfecta. Pero cuando en esta traslacién nuestra nos elevamos hasta la altura de un personaje superior, capaz de sentir la emocién de una vida mds libre y frenética que la nuestra, entonces saboreamos la experiencia de la sublimidad. La emocién no proviene de los acciden- tes que soportamos, sino de los poderes que imaginamos; no podemos sentir simpatfa por los atribulados marineros porque estamos dema- siado fascinados por el viento y por las olas. Y esta mistica crueldad puede extenderse incluso a nosotros mismos; podemos sentir la fasci- nacién de las fuerzas césmicas que nos arrastran hasta el punto de ex- perimentar un feroz placer en la idea de nuestra propia destruccién. Podemos eee on la més abstracta esencia de la realidad, y, Sect aioe Matasieos ae eee los accidentes humanos de Gilelconfiane ens eee e eae de vida y la imaginacién arrolla ve esuffic se diluye en Ja sensacitn ny al-entendimiento.. §61. LOCOMICO Algo andi tencie det te en otras esferas en las que al parecer la suge- en lo groteseo, penne Un Valor estético; tal es el caso en lo cémico y s aqui el traslado de nuestras simpatfas es parcial, LA EXPRESION 139 08 transportados fuera de nosotros mismos s6lo para hacernos uss uefios. La humanidad de mas amplio alcance, que no puede Forbid, permanece dispuesta a contradecir lo absurdo de nues- 2 ficcién. La excelencia de la comedia radica en la invitacion a va- = i rumbo por alguna senda descabellada de la fantasia, entre es- genas no esencialmente imposibles, pero que no se dejan representar como reales si tenemos en cuenta las circunstancias concretas de nuestras vidas. Si la pintura es agradable, nos permitimos sofiar que as verdadera. Olvidamos sus telaciones; prohibimos que la mirada gbandone el marco del escenario o las convenciones de la ficcién. Nos entregamos a una ilusidn que afina nuestro sentido de la esencial amabilidad de las cosas. Hasta aqui, nada hay en la comedia que no sea delicioso, excepto, tal yez, el momento en que acaba. Pero la ficcién, como todo error o abs- traccién, es inestable por necesidad; y el despertar no siempre esta re- servado para el decepcionante momento del final. Por todas partes, cuando estamos inmersos en la presunci6n o en el error nos topamos de fepente con una serie de inesperadas y vividas contradicciones, cam- bios de perspectiva, transformaciones de la apercepcién que son suma- mente estimulantes para la imaginacién. Ya hemos hablado de una de ellas: cuando la repentina disolucién de nuestros ordinarios habitos de Pensamiento nos eleva hasta una contemplacién mfstica aderezada con el sentido de lo sublime; cuando esta transformacién retorna al sentido comin y a la realidad y se aleja de toda ficcién, experimentamos una ‘mocion muy diferente. Nos sentiremos estafados, aliviados, consterna- dos o divertidos en la misma medida en que nuestras simpatias se incli- nen hacia el punto de vista abandonado o hacia el alcanzado. 2 nla desintegracién de las formas mentales y en su reintegracion Consiste la vida de la imaginacién. Es un proceso espiritual de naci- ae Y muerte, de nutricién y generacién. Las mas violentas ou as ‘ey acompafian a estos cambios, y éstas varian infinitamente cl SS Natiaciones de los primeros. Todas las cualidades del discurso Pane clocuencia, coherencia, disparate— son sentiments nes y este proceso que intervienen en las yo OS ie icacién tig Ssoluciones de nuestras ideas. Sin duda alguna, la eines Gue [ip 2 ©St2S Cosas seria cerebral; pero por el momento Tit 0 oe a descripciones verbales y clasificaciones que siemp! ac 2 Menos arbitrarias. : ce tuetas mas frecuentemente utilizadas para agrupir los ee "COs son quizd las de incongruencia y degradacion. 2 190 EL SENTIDO DE LA BELLEZA I ue no puede ser la esencia légica de la incongruencia o la de la a tituya a lo cémico; porque entonces la contra- radacién lo que constituya a lo c 1e entor oe yel deterioro divertirfan siempre. La diversion es una cosa mucho mas directamente fisica. Podemos divertirnos sin necesidad de ninguna idea, como cuando nos hacen cosquillas 2 nos refmos en sin- tonfa con otros por una contagiosa imitaci6n de sus gestos. Podemos divertirnos por la mera repeticién de una cosa que originariamente no era divertida. Tiene que darse, por tanto, alguna excitaci6n nerviosa de Ja que el sentimiento de diversion depende directamente, aunque esta excitacién pueda coincidir las mas de las veces con una transicién re- pentina a una imagen incongruente o mediocre. Tampoco podemos su- poner que esta particular excitacién conceptual sea enteramente dis- tinta de todas las otras; el ingenio es a menudo dificilmente distinguible de la brillantez, al igual que el humor del pathos. Hemos de contentar- nos, por tanto, con decir vagamente que el proceso de ideacién implica diversos sentimientos de movimiento y relacién: sentimientos suscep- tibles de una gradacién y complejidad infinitas, y que van de lo su- blime al tedio, de lo patético al regocijo incontrolable. Ciertas burdas y obvias instancias de lo cémico parecen consistir en poco mds que en un mero golpe de sorpresa: un chiste es una espe- cie de caja de resorte que se abre de repente en medio de nuestros la- boriosos pensamientos. La vivacidad de la interrupcién y su futilidad complacen a menudo; dulce est desipere in loco; y, sin embargo, aquellos que tienen que soportar la compajifa de bromistas invetera- dos saben cudn intolerable puede ser esta especie de cosquilleo. Hay algo de inherentemente vulgar en ello; tal vez porque la marcha de nuestro pensamiento no puede entretenerse mucho consigo misma cuando tan alegremente la interrumpimos con irrelevantes necedades. Ese ‘mismo matiz de disgusto se entremezcla con otras sorpresas di- aa ee fe Personaje encopetado se resbala y cae, 0 en oeae ete ites nti! faz a una persona, 0 se mencionan 0 descri- placer; tenemos, ee fa perme sobrevive con frecuencia al dos con cosas que no Gpleeeee desear haber sido satel imposibilidad de encontrar plausible que muses tartar pueda ise Wane que nuestra fantasfa pueda Gee burdas exageraciones deja en nosotros csagrado y un cierto resabio de necedad. a + «Dull ulee es abandonar la seriedad,» LA EXPRESION 191 La razon de esto se hard patente si nos detenemos a a1 iuacion. Tenemos un prosaico trasfondo de sentido com |ismo cotidiano; sobre este fondo una idea inesperada se perfila Tepen- tinamente. Pero el asunto es una necedad. El accidente cémico falsea ja naturaleza que tenemos ante nosotros, y provoca en la mente una errdned analogia, una sugerencia que no puede sostenerse. En una pa- Jabra, estamos en presencia de un absurdo; y el hombre, al ser animal racional, no puede amar lo absurdo més de lo que ama al hambre o al fifo. Una pizca de uno u otro puede que no sea algo tan malo, y se lo soporta con bastante buen humor si se lo compensa con abundancia de viandas calientes; de la misma manera, el recurso a una sarta de sin- sentidos que estimulen la risa, fomenten una buena camaraderia y ali- menten el cosquilleo de la fantasia con una especie de caricatura del pensamiento, puede producir placer. Pero el escriipulo subsiste, y el placer nunca es perfecto. El mismo efecto ténico podria haberse obte- nido sin esa falsificaci6n, tal como el descanso se logra con mayor fa- cilidad tras un ejercicio agradable que después de uno penoso. Lo gracioso es una buena cosa, pero s6lo cuando no arruina otra cosa mejor. El lugar més adecuado para lo absurdo esté entre lo que ya es absurdo; entonces tenemos el juego de la fantasfa sin la sensacién de ineptitud. Cosas que nos divierten en la boca de un payaso no nos divertirian en la de un caballero; un hecho que muestra cudn poco tie- nen que ver la incongruencia y la degradacién con nuestro gusto por lo cémico. En realidad, hay una especie de congruencia y método incluso enel bromear. Lo incongruente y lo degradado nos molestan incluso aqui, como por su misma naturaleza deben molestar en cualquier Parte. El choque que provocan puede a veces ser ocasion de un subsi- auiente placer, bien sea porque atraigan nuestra atencidn, 0 porque eS ‘imulen pasiones tales como la burla, la crueldad 0 el amor propio (ewes hay una buena dosis de malicia en nuestro amor por 'o eémico) Pero la incongruencia y la degradacién como tales siempre serén deS*= tidables, El placer proviene de la racionalidad interna y de los mov! as de la ficcién, no de su inconsistencia con cué eA oo fantasfa una gran pe fratamos con su estimutacién y oo ot cre eee a uzar nuestro ingenio. como a cs y con el efecto que tienen de ee aan 3] nie iar de postura o escuchar una me o eomiin es tan limitado. noe Ntido es bueno sdlo porque el sent ‘una convencion ele- © razonable no es al fin y al cabo mas que cuando con- Te mil. Nos gusta la expansion, no el desorden, ¥ nalizar la si- tin y de rea- aida ent 192 EL SENTIDO DE LA BELLEZA ‘amos Ia libertad sin incongruencias obtenemos un placer mucho a ho mas puro. La excelencia de ingenlo puede dispensar de oat of orale sobre el mismo fondo prosaico del sentido comtin fo hacer acto de presencia una novedad oe " eae baie ue estimulase Ia atencién tanto como pudiera hacerl lo lo ri al sin of be der asf a la inteligencia. Esta més pura y mas directamente leliciosa di- version viene de lo que se conoce con el nombre de ingenio. quist § 62. EL INGENIO El ingenio depende también de la transformacién y de la sustitu- cion de ideas. Se ha dicho de él que consiste en una rapida asociacién por similaridad. La sustituci6n en este caso ha de ser, sin embargo, valida, y la similaridad real aunque imprevista. El ajuste inesperado hace al ingenio, como la incongruencia repentina hace placentera a la necedad. Es caracteristico del ingenio penetrar hasta las ocultas pro- fundidades de las cosas, para extraer de allf alguna circunstancia o re- laci6n significativa que hace que el objeto se presente bajo una nueva y més clara luz. El ingenio aparece con frecuencia con un cardcter malicioso porque, al descubrir rasgos comunes y principios universa- les, el andlisis equipara cosas situadas en los extremos opuestos del ser; puede aplicar al arte culinario las f6rmulas de la teologia, y consi- derar al coraz6n humano como una especie de palanca o resorte. Co- mdnmente mantenemos separados los departamentos de la experien- cia; pensamos que en cada uno de ellos rigen principios diferentes, que la dignidad de espfritu es incongruente con la explicacién de ella por analogfa fisica, y que la mediocridad de la materia la descalifica como ilustraci6n de verdades morales. El amor no debe figurar bajo spleetea cde apetitos fisicos, ni la fe bajo el de hipnotiza- ee Be ee mente original sobrepasa estas barreras ¥ See eee plese revolviendo nuestras viejas clasifica- también confundidos, Pe i6n de que los valores de las cosas quedan més profunda, de su cai tO oe valores dependian de una relacion Todo Io que puede ser ae a necesidades y aspiraciones humanas. nuestro sentido de la ae ae ejercicio de la inteligencia es tebajar el lugar privileging an homogeneidad del mundo. Podemos otro en posicién menos im ony Sele oe be ainlent ea derivamos, © nuestra 'soria; pero los placeres que de todo esto entera felicidad y entusiasmo, diffcilmente Po- LA EXPRESION 193 arin verse disminuidos. Por esta raz6n, el Cardcter malicioso o des- tructivo de la inteligencia no debe ser considerado como fundamental. ELingenio reduce una cosa y magnifica otra; y sus comparaciones son amenudo tan lisonjeras como irénicas, El mismo proceso mental que hemos observado en el ingenio da lugar a esos efectos que calificamos de encantadores, brillantes o ins- pirados. Cuando Shakespeare dice *: Ven, pues, a besarme veinte veces, amada mfa, La juventud es un tejido que no dura, la fantasia de la frase consiste en una feliz sustitucién, en un modo festivo de decir algo a la vez verdadero y tierno. ;Y dénde podriamos encontrar una gracia mas exquisita? Asi, por tomar un ejemplo mas grave, cuando San Agustin dice que las virtudes paganas eran esplén- didos vicios, estamos —al menos si captamos su entero significado— ante una atrevida asimilacion de cosas contrarias en virtud de un prin- cipio poderoso; un triunfo de la teorfa, cuya osadfa sélo puede ser contrastada con su consistencia. De hecho, no podia darse una frase ms brillante o que mejor condensara una teologfa y dos civilizacio- nes. La mentalidad latina es particularmente capaz de esta clase de excelencia. Técito solo pudo haber suministrado un centenar de Semplos. Tal excelencia corre paralela con una capacidad de elo- Cuencia satirica y acerba, una suerte de desdefiosa aspereza de Ja in- ‘eligencia que conforma el nticleo de una pasién o de un cardcter y le fija una etiqueta mas 0 menos escandalosa. Pues en nuestro celo ana- 'itico es con frecuencia posible condensar y abstraer mis de lo de- bido, La realidad es més fluida y elusiva que la raz6n, y tiene, por asi decirlo, mas dimensiones que las que pueda conocer incluso la geo- Tettfa més actual. De aqui que el entendimiento, cuando no esti des- lumbrado por algtin destello de emocién simpatética o por algtin to- ie de misticismo, no dé més que una drida y tosca imagen del Mundo, La cualidad del ingenio despierta mds admiracion que con- ianza a : la persona "a. Un mérito que apenas echarfamos de menos en Ia pers ue amésemos <|ismo principio puede tener, sin embargo, materializaciones tcc ettimentales. Cuando nuestras sustituciones son provoca Li ee “€xcitacién de una emoci6n generosa, Ilamamos inspiracin al ings ma oche de Epifanta, acto M1, esc. Ill. 194 FL SENTIDO DE LA BELLEZA nio. Se da aqui la misma btisqueda de nuevas analogfas y la misma asimilacién de cosas dispares; estamos ante la misma transformacién de nuestra apercepcién. Pero la brillantez es en esta ocasi6n no sola- mente penetrante, sino también exultante. Por ejemplo: Calma, calma, no esta muerto, tampoco duerme, Sc ha despertado del suefio de la vida: ‘Somos nosotros los que envueltos en visiones tempestuosas mantenemos ; : 5 Con fantasmas una improductiva lucha®. He aqui Ja paradoja, y una paradoja justificada por reflexién. El poeta analiza, y analiza sin reservas. El suefio, la tempestad, los fan- tasmas y la improductividad podrian componer facilmente un cuadro " satirico. Pero el 4nimo es transmutado; la mente emprende un vuelo hacia lo alto, acompafiada de una sensaci6n de liberacién de 1a con- vencién que ella disuelve y de la conciencia de un movimiento més libre en la vaguedad del mis all4. La desintegracién de nuestro ideal conduce aqui al misticismo, y por obra de este impulso hacia la tras- cendencia, la brillantez se torna sublime. § 63. ELHUMOR Un estado de 4nimo diferente puede imprimir una direccién dife- Tente a un mismo proceso. La simpatia con la que reproducimos el sentimiento de otra persona es siempre sumamente opuesta a la acti- tud estética, para la que el mundo entero no es sino un mero estimulo de nuestra sensibilidad. Hemos visto en lo trégico que el sentimiento Fale mediante el cual es apreciado y compartido el dolor, ie a en varios placeres estéticos incidentales si s¢ a ae son resultante sea bueno en su conjunto. Hemos visto an ce de mantener al ridiculo dentro de la esfera ttitarla como aa a ae consiste en abstraerlo de sus relaciones ¥ ¥ comeazarennee imulo independiente y curioso; dejarfamos de reft cai Gnlsbearda, pe aburridos si intentéramos buscar sentido hombres, tanto mas exouisite cco ne, sinPatfa que sintamos por los delcite satitice es san q re ‘© serd nuestro goce por sus necedades; el ly afin a la crueldad. Los defectos y desgracias estimulan nuest ra fantasia, al i: —_— } al igual que la sangre y las torturas excitan 3 PB, Shelley, Adonais, LA EXPRESION 195 en nosotros las Pasiones del animal de presa, Cuanto la simpatia y a la raz6n esta inhumana actitud, tant de divertirnos se muestran la necedad yel error, Pare entonces que pudiéramos hallar placer en las flaquezas 9 exceiitric: dades de aquellos a los que amamos. ¥ de hecho no dishes ms viendo nuestra propia persona bajo una luz satirica, ni la eau quier otra que realmente amemos. Incluso en Jas farsas, el héroe y la heroina reramente Se presentan bajo un ropaje tidiculo, pues eso ce pajiarfa la simpatia que se espera que despierten en Nosotros. Sin em- bargo, la esencia de Jo que lamamos humor es que esa divertida debi- lidad debe ser combinada con una amigable humanidad. Sea por razones de ingenuidad, de excentricidad 0 de comicidad, el personaje humorfstico ha de tener un aspecto absurdo o encontrarse en una si- tuacién absurda. Y, mas que ninguna otra cosa, este aspecto cémico, en el que es necesario insistir, parece ser lo que mayores simpatfas despierta en la aceptacién del personaje. Aqut se da un caso paralelo a lo que ocurre en la tragedia, donde la profundidad del dolor con el que simpatizamos parece acrecentar nuestra satisfaccién. Y la expli- cacién de la paradoja es la misma. Lo que nos gusta no es la expre- sin del mal, sino sélo las agradables excitaciones que la acompajian; esto es, el estimulo fisico y la expresi6n del bien. En la tragedia, las desdichas contribuyen a dar la impresi6n de verdad y a poner de re- lieve las nobles cualidades del héroe, pero en sf mismas son depri- Mentes, hasta el punto de que la gente excesivamente sensible no lo- gra disfrutar de la belleza de a representacién. Lo propio ocurre con cl humor: las sugerencias penosas son sentidas como tales y nace ser compensadas con elementos agradables. Estos elementos p! Por den de dos direcciones: de la reaccién estética y de la simpatética, Pov una parte est Ja estimulacién sensitiva y meramente parently eT Novedad, el movimiento, la vivacidad del ee ae oe |ujo de la simpatia imaginativa, la asimilacién mental i "encia simpatica, la expansion en otra vida ajena. justamente esa ten- La yustaposicién de estos dos placeres produce user y si6n_y complicacién en que el humor consiste. istad imprime un Amistosos al mismo tiempo. La conciencia de ie Sidi de la sétira ‘natiz de condolencia y ternura a la sdtira, y * uote esta loco; es ‘wee la amistad un tanto humilde y triste, Por, y en todas 8081 {ei ntti y ridicule, pero es el alma del HONOF 3 or que *S aventuras lo seguimos como si fuera el esP desear x Jabros para “Yen nosotros. Nos divierten demasiado sus desca mAs se pliega a menos capaces cerfa imposible EL SENTIDO DE LA BELLEZA 196 madis; y tenemos ademés la maligna po de Amadis que pueda haber jamas nos conforta ver la intrepidez de su enio y la simplicidad de su bondad, Pero ycomo conciliar nuestra simpatfa con sus suefios y Con nuestra Beercion de su absurdo? La situacién es contradictoria. Nos vemos Fpocados a buscar algtin otro punto de vista, desde el cual puede que ; tan divertida. A medida que el humor se la comedia no parezca ya dic hace més profundo y realmente se aparta de la sdtira, se transforma en patetismo y trasciende absolutamente la esfera de lo comico. Los in- fortunios que iban a divertirnos como espectadores nos lastiman ahora como hombres, y el valor de la representaci6n dependeré de los toques de belleza y seriedad con que esté adornada. que hubiera sido un perfecto A sospecha de que éles el unico ti en este mundo. Al mismo tiempo idealismo, la ingenuidad de su ing! § 64. LO GROTESCO Algo andlogo al humor puede aparecer en formas plasticas, y en- tonces hablamos de lo grotesco. Es éste un interesante efecto produ- cido por la transformacién de un tipo ideal exagerando uno de sus elementos 0 combindndolo con otros tipos. La excelencia real de esta ficcién, como la de cualquier otra, consiste en la recreacién, en Ja for- macién de una cosa que la naturaleza no tiene, pero que es concebible que la pudiera haber ofrecido. Calificamos de cémicas y grotescas 4 todas estas invenciones cuando consideramos su divergencia de lo na- tural més que su posibilidad interna. Pero esta tiltima constituye SU encanto real; y cuanto mas la estudiamos y desarrollamos, tanto mejor ee Desaparece entonces la incongruencia con el tipo con- nal, y lo que al principio era imposible y ridfculo acaba ocu- poe su sitio entre los ideales reconocidos. El centauro y el satiro = aaa = an eeiod de ser grotescos; su tipo esta aceptado. Y naturaleza, Si nos ie ee ee ee ee ds eta nase, pee = armontfa interna, el equilibrio caracterisict clase\ en a que ‘forzadan pacaces de desgajar a este individuo de : abandonar la onpesctativa que & eee tee ae oes su fealdad,'y sOlo la reafitnetie ne ee enna entonces den hacer que lo consider irmaci6n del viejo habito y la demanda Puc Lo que aparece vome Temos extravagante de algtin modo. ss Superior a lo normal Bee, Totesco puede ser intrinsecamente inferior © ~ “Sa es una cuestién que depende de su mater! LA EXPRESION i: 7 yde su forma. Pero hasta que el nuevo objeto no imprima su forma en nuestra imaginacién, de Suerte que podamos captar su unidad y pro- porcidn, se nos aparecerd como un revoltijo y distorsién de otras for- mas. Si esta confusién es absoluta, el objeto es simplemente nulo; no existe estéticamente, excepto en virtud de sus materiales, Pero, si la confusi6n no es absoluta y logramos extraer algtin atisbo de unidad y carécter en medio de esta deformidad, entonces tendremos lo gro- tesco. Es lo formado sdlo a medias, lo que produce perplejidad, lo su- gestivamente monstruoso. Su analogia con lo cémico es muy estrecha, como facilmente puede imaginarse. En lo cémico encontramos esta misma yuxtaposi- cién de una idea nueva y otra vieja, y, si la nueva no es fitil y real- mente inconcebible, cabe que con el tiempo se establezca en el espi- ritu y deje de ser risible. Una buena agudeza es una verdad insdlita, tal como es una nueva belleza el buen espécimen grotesco. Pero exis- ten condiciones naturales de organizacién, y no debemos confundir cualquier mutilacf6n con la creacién de una nueva forma. La tenden- cia de la naturaleza a establecer especies de animales bien deslinda- das muestra cuales de entre las distintas combinaciones son mds esta- bles frente a las fuerzas fisicas; asi también hay en el espiritu una adaptacién por la supervivencia, que estd determinada por la relacién que tienen las formas con nuestro método fijo de percepcién. Las co- Sas nuevas son, pues, generalmente malas porque, como ya clara- Mente se ha dicho, se muestran incapaces de convertirse en viejas. Por una originalidad producida por un genio hay miles de originalida- des que son producto del defecto de alguna facultad. Pues en la bis- queda de la belleza, como en la de la verdad, hay un infinito nimero de caminos que conduce al fracaso, y s6lo uno que Hleva al éxito. $65. LA POSIBILIDAD DE PERFECCION FINITA ‘oe estas Observaciones tienen algtin rigor, confirmarén ee as oe que ningin valor estético esta fundado Hera eet raunela © sugerencia del mal. Esta conclusion se cam tanto més interesante si pensamos en su cei ica y en la consiguiente vindicack d Gas moral como algo esencialmente definible y aseq! auiya 4d de insistir en una analogfa con la ética, 4 “4, podemos proceder ya a establecer cel principio

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