You are on page 1of 1

Roberto Mateos haba imaginado muchas veces cmo morira.

Se haba preguntado si lo hara de un


infarto despus de una vida plena de ingesta de colesterol, haba pensado que a lo mejor su coche
fallara en un momento decisivo y que no podra evitar tener un accidente pero, en este caso, lo
que ms le aterraba era que no pudieran sacar su enorme cadver del amasijo de hierros , incluso
se haba imaginado que su hgado por fin se cansaba de l y decida ponerse en huelga. Por
Dios!Espero que eso no pase! pens. Lo que nunca jams haba imaginado es que la muerte
aparecera en forma de suicidio, aunque claro, despus de todo, tampoco era tan descabellado, a
Roberto Mateos siempre le haba gustado tener todo controlado, por qu no controlar su propia
muerte?
A m nadie me manda!Yo me morir cuando quiera! Esto es lo que pensaba cuando atravesaba
caminando ese puente tan esplendoroso que atravesaba la Ciudad de Arena: El puente arbolado de
metal. Se haba puesto a divagar mientras observaba las dunas entre los edificios de aquella
pintoresca ciudad, a pensar en que no iba a dejar que viniese la seora de negro con su guadaa y le
arrebatase la vida sin que l pudiera hacer nada. Aquellos fatdicos pensamientos fueron los que le
llevaron a pararse un momento a evaluar la distancia que haba desde lo alto del puente y el suelo.
S, hoy es un buen da para controlar mi muerte, por qu no? y as, salt.
La cada apenas dur un minuto, el minuto ms feliz de la vida de Roberto. De repente, todo era
negrura y entonces se supo muerto. Sin embargo, empez a ser demasiado consciente de aquella
oscuridad, crey que si se saba muerto quiz no lo estaba, y acto seguido, sinti el ms intenso de
todos los dolores que jams haba experimentado. El tiempo se le antojaba lento, muy lento. Saba
que si hubiera podido moverse hubiera deseado no hacerlo. De pronto, un aliento pestilente se
acompa de unas palabras: "Creas que podas vencerme?". Fue en ese momento cuando abri los
ojos y vio a un ser titnico encorvado encima de l, sin llegar a tocarle, vestido con un traje
impoluto. Era como ver al ms feo de los insectos perfectamente ataviado: asqueroso y absurdo.
Entonces, la criatura se abri la camisa para que pudiera apreciar la horrible visin que all dentro
contena: Una enorme cicatriz abultada que se transform en una boca de dientes rocosos que le
devor al grito de: "Yo decido!"

You might also like