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Entonces comprend que el hombre es sagrado,

que ese gran pobre, que ese mendigo era sagrado.


Fue como un relmpago en el fondo del corazn,
como una explosin en una mina
como un rio desbordndose dentro de m
hacia la golpeada patria del alma.

Descubr que l era en verdad el Hombre,


el esperado, el redentor de s mismo, su liberador y su hroe;
que era sagrado. Que en verdad era un dios
que siempre floreca su carne en el pan.
y en el vino, su sangre perseguida.
Comprend que el hombre era sagrado. Que su sed era sagrada,
que sus manos creadoras podan acariciar a la mujer
o sealar el universo; que su boca poda cantar
poda crear; poda guardar silencio
o mentir magnficamente en la poesa,
que en sus ojos sagrados caba la Galaxia, y su en su corazn,
la insondable presencia de Dios,
Que era sagrada hasta su miseria,
ms profunda que la del perro, y su dolor de ngel cado,
y su pobre tarea de hormiga.

Descubr que el hombre es mortal.


Que apenas abierta su boca, la cerraba la muerte.
Que cuando la luz del astro llegaba
sus ojos estaban cerrados. Que su mano
se plegaba sobre la lnea de la vida
y volva a la tierra como una hoja marchita,
y que por ello era sagrado. Sagrado como una semilla,
como una estrella, como una columna anclada en el tiempo
hacindose polvo.

Comprend que el hombre era sagrado porque tema a la muerte,


porque a veces le faltaba el pan de cada da
porque araba en el mar; porque haba sal en su llanto,
porque su ultima casa era pequea
porque daba de comer a su perro, y cerraba los ojos a sus muertos.

Porque el mismo, solo y ciego, all en las altas torres


o en la cumbre de las montaas
levantaba los ojos al cielo como si fuera a ver las estrellas.

(Fragmento del libro "Muerte en el Bosque" 1945)


- Mauricio Gmez Mayorga

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