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El tabi de Ja virginidad (Contribuciones a la psicologia del amor, Ill) (1918 [1917}) Nota introductaria «Das Tabu der Virginivit (Beiteige zor Psychologie des Liebeslebens, If) » Ediciones evs alemén (1917 Comuniceciéa « le SociedadsPsicoanalitica de Vie. na, 12 de diciembre.) 1918 SKSN, 4, pigs. 229-51. («Beitrige zur Psycho- logie des Liebeslebcns», TEL.) (1922, 2° ed.) 1924 CS, 5, pips, 212-11 1924 En Bettrige zur Payhologie des Liebeslebens, Leip. 2ig, Viens y Zurich: Fatetnationaler Psychoanalyt scher Verlag, pags. 29-48, 1931 Sexualtheorie und Traumlebre, pigs. 95-115, 1947 GW, 12, pags, 161.60, 1972 SA,'5, pags, 21 Traducciones en castellano” 1929 El tabi de In viyinidad (Apoctaciones a la ps cologia de Ta vidi cnitica, LIT)», BN (17 vols), 1B, pigs, 99-118. Truduccién de Luis Ldpez Balles. teros. 1943 Igual titulo. EA, £3, pigs. 102-21, El mismo tra ductor. 1948 Igual titulo. BN (2 vols.), 1, pags, 985.93. El imisino traductor, 1953 Igual titulo. SR, 13. pags. 81-96. El mismo tha. ductor, 4967 Igual titulo. BN (5 yols.), 1, pags. 973-82. EL mismo traductor, 1974 Igual ttulo. BN (9 vols.), 7, pags, 2444.53. El mismo traductor, 7 {Ch Is aAdvertencia sobre fs edicién en castellano», supra, pl. allt ym 6) Escrito en setiembre de 1917, el presente trabajo no fue publicado hasta el afio siguiente, Pese a que trascutticton varios afios entre él y los dos que fe preceden en este vo- Jomen (19105 y 19124), nos ha parecido adecuado situarlos juntos, ya que el propio Freud Jos reunié bajo un titulo comin. Bn el interin habta apatccido Téten 9 tabd (1912- 13), y este tercer atticulo de la setie puede considerarse, desde cierto punto de vista, como un agtegado al segundo de los ensayos de que consta esa obra; aunque, por otto Jado, el examen que aqui se hace del problema clinico de la frigidez femenina convierte a este atticulo en un pendant del estudio de Ia impotencia masculina en «Sobre la més generalizada degradacién de Ja vida amorosan, el segundo de la serie (cf. supra, pigs, 169 y sigs.). James Strachey Pocos detalles de Ja vida sexual de lor pueblos primitives nos provocan un sentimiento de extrafieza tan grande como. su posicidn frente a Ja vieginidad, la doncellex de a mujer. Es que la estima por la vitginidad nos parece cosa tan esta: blecida y natural en el varén cortejante que a punto estamos de sumitnos en desconcierto cuando se nos pide fundamen. tar ese juicio. La exigencia de que 1a novia no traiga al ma- trimonio el recuerdo del comercio sexual con otto hotabre no es mds que la aplicacién consecuente del derecho de pro- piedad exclusiva sobre una mujer; es Ia esencia de Ia mo- nogamia: Ja extensién de ese monepolio hacia el pasado, Pero desde nuestras opiniones sobre la vida amorosa de la mujer no nos resulta dificil justficar lo que al comienzo perecié un prejuicio, El primero que satisface la afioranza de amor —larga y peaosamente contenide—— de la doncella, superando asi las resistencias que los influjos del medio y de la educacién le habfan eripido, es tomado por ella en una rclacién duradera cuya posibilided ya ningin otro tiene, Sobre la base de esta vivencia se establece en Ja mujer un estado de servidumbte gue garantiza su ulterior posesién sin sobresaltos y la vuelve capaz de resistic a nuevas impre- siones y tentaclones provenientes de extrafios. La expresidn «servidumbre sezual> fue escogida por Von Krafft-Ebing (1892) para designar el hecho de que una persona pueda adquitir cespecto de otra con quien mantiene comercio sexual un grado insdlitsmente alto de dependencia y heteronomifa, En ocasiones esa servidumbre puede Negar uy lejos, hasta la pérdids de toda voluntad suténoma y la admisién de los mayores sactificios del propio interés; em- pero, el mencionado autor no ha dejado de puntualizar que cierta medida de esa dependencia «resulta enteramente nece- saria si es que el vinculo ha de tener alguna permanenciay. De hecho, esa medida de servidumbre sexual es indispenss- ble para mantener el matsimonio cultural y poner diques a fas tendencias poligamas que lo amenazan; en nuestra comu- nidad social se cuenta con este factor. Un egeado inusual de enz-aoramiento y debilidad del carécrers en una de tas partes y un egofsmo irtestricto en Ja otra: he abt 1a conjuncién de la que Yoo KrafftEbing deriva Ja génesis de la cervidumbre sexual. Ahora bien, cier- tas experiencias analitieas no permiten conformarse con ese intento de explicacién simple, Més bien uno puede discerai que la magnitud de le resistencia sexual superada es el factor decisive, unida al hecho de que esa superscién poser un caricter concentrado y Gnico. En consopancia con ello, le ser- vidumbre es incctnparsblemente mas frecuente ¢ intensa en la mujer que en el wardn, aunque en este titimo es mas comin en nuestro dewpo que en da antigtiedad. Toda vez gue hemos podide esindésr 1a vervidumbte sexual en vate nes, eta cl resulted de la superaciin de wna impotencia psiquica por obza cle unt mujer determinada a guien el hombre en cucetidn permancela tiga desde enconces.? Muchos niatrimonias lamativos y no pocos destinos trégicos hasta de graves consecuencias— parecen hallar su escla. secimiento en ese origen Si ahora pasimes » considera la couducts de los pueblos primitives, no le desctibiriamos cotrcctsmeate enunclando que no atribuyen valor slgano In virginidad y aducendo gomo pracba que hacen cousumat Ix desloractén de la joven fuera del matrimonio y antes el primer comescio conjugal. Parece, al contratio, que tambicin pasa ellos a desfloracién es un acto sustantivo, pero se lee ha vuelto asunto de un tabs, de una prohibicién que dcbemos Uatwar religiosa. En vez de reservarla pura el novio y posterior matido de la muchacha, la costumbre exige «ue cite evite esa operacién,® No estii dentto de mis propé:itos recopilar de manera exhaustiva los testimonios bikliogtéficos de la existencia de esta prohibicién normativa; tampoco estudiar su dispersién geogrifiea ni pesqtisar todas las formas ea que se exterior tira. Me limito entonces a comprobat que tal pesforacién del himen fuera del whetior mattimonio es algo muy difun- dido entre los pueblos primitivos hoy vivientes, Ast, expresa Crawley: «This marriage ceremony consists in perforation of the bymen by some appointed person other than the husband; i is most common in the lowest stages of culture, especially in Australiay.* 2 [Se hallaré una acotacién sobre esto en una nota al pie de «sind isis fetminable © interminable» (1937c), AB, 23, pég. 254] ® GE. Crawley, 190%; Ploss y Bartels, 1894; Frazet, 19126, y Have locks Ellis (19108; 2 ed,, 1915. * {aBsta cercmonin nupetal consiste en la perforacién del himen por Sgnada pata cllo y ue no es el mariday ea consi prin- los inferiotes de euttura, sobse todo en Aus: Abora bizn, sits desflonncidn no ha de seaultar del comersio conyugil, es preciso que sea tealizada com antesio. Nidad de wlguoe wiancsa y por parte dé°alguien detecmin ido, Citaré aleunos pissjes del 5x mencionado libro de Ceawley, ue 05 informan sobre este punto pero dan lugar tambien a algunas puntualizacioncs criticas, (Idid., pig, 191:) «Enis los dieri y algunos pueblos ver cinos (en Australia) es costumbre uaiversal destruit el hi amen cuando Js joven hu aleanzado la pubertads.® Ln las tribus Portland! y Gileacls se Jo hace a la novia una mujer yisias y a veces son requeridos hombres blancos para des florar muchachasy,* (did, pig. 307:) ata ruptuta artificial del bimen se produce a veces cn Ja infancia, sero cominmente en la bubertad. {...) A menads se combina, como en Australia, con un acto ceremonial «le edpulan,® (Ibid., pég. 348:) (Spencer y Gillen [1899] refieren, acerca de tribus australiinas en. que rigen las bien conocidas limitaciones dlel matzimonto exogémico:) «Hl himen es pere forado attificialmente, y luego los hombres encatgedos de sa operacidn tienen acceso (nétese: un acceso ceremonial ) ala muchacha en un ordon establecido, (...) El acto consta de dos partes, la perforacisn y la edpulan. (Ibid., pag. 3492) alinise los masai (del Africa ecunto- ial), esta operacién es tno cle Jos importantes preparativos para el mattimonion." «Tire Jos saltai (Malasia), los bat. ta (Sumatra) y Jos alfécr de las islas Célehes, Ja’ desflora. cién es ejectada por el pulte de Ja noviay.® «fin las Filipi nas habfa clertos hombres cuva profesign era desflorar novias en caso de que el himen no hubiera sido destruido ya en Ja 2 Tes in the Diet and seg touting tribes (ix Ante) ts the tniversl cation when a gn ous puberty to napath hp Keane Uoart of the Rosa Antinorctied natate, Be eo 4 ba the Portland and Glvel tis this 1 done see Die by 4p ld womans ard sometimes slit me are aske or tbl rca Sefer maiden (oath Snith HSIN Se 9} fa gga me ele on ees fk ein infeey, but. generally ot pan'y (os Tee een coin e t Australia, wits a caren ns of Scioonn che bynon is arfcaly perjontedy and then the asisting men ave acces (ceremonial bei chervedd tote oi ee em Cp LEB a fe ta conan ot ier edn important prlininny f meatoge aman the Masa (in Equator Aloe) isthe perfrtance of ths operon on de ie Uf Bean (iy), Bde sh OE oe . 8 eT delloraton i perfor by the feber ofthe bride amongst ‘the Sakis (olay), Battas (Sessa), and Alfocrs of Celebeoe ee, y Baciels (18913, £, pip 490), tribte pempimelec te Jeet ental Ge chow.” «hn algunas age ekguimales, ts desfloracién de Ia novia se confiaba Las puntualizaciones etfticas que anuncté se -efieren puntos, Es de amentar, en primer término, que en cence cias no se distinga con mas cuidado entre Ja mera destruc. cién del himen sin coito y el coito destinado a lograr esa ruptura, Sélo' en un pasaje se nos dice de manera expresa que el proceso se descompone en dos actos: Is desfloracién (manual o instramental) y el acto sexual. E! material de Ploss y Bartels 11891], tan rico en ottos aspectos, es inuti- Vizsble pata nuestros fines poraue lo expone de tal modo que el Fesultado anatémico del acto de la desfloracién no deja sitio alguna a ou significatividad psicolégica. En segundo lugat, nos gustaria mucho saber en qué se diferencia en tales oportunidades el coito «ceremonial» (puramente formal, solemne, oficial) del comercio sexual repulat. Los sutores @ que tove acceso o eran demasiado vergonzoses para hablar de ello o también subestimaron el significado psicoldgico de tales detalles sexuales. Tenemos la esperanza de que el in- forme original de los viajeros y misioneios sea mas ptecico € inequivoco, pero no puedo enunciar nada seguro sobte esto dada la actual inaccesibilidad de esa bibliogtafia, extranjera en su mayor parte." Es verdad que en cuanto a este segun~ do punto uno puede situarse por encima de Ie duda refle- xionando en que un seudocoito ceremonial no setia mis que el sustitute y acaso el relevo de uno plenamente consumado on sects ate res fe ara explicar este tabi de Ia virginidad es posibl i factors de divera indole, que puso a examinas en rapa exposicidn. En la desfloraci6n de la muchacha sor regla ge- neral se derrama sangre; por eso el primer intento de expli- cacién invoca el horror de Jos ptimitivos a la sangre, pues la consideran el asiento de Ja vida. Multiples preceptes, que nada tienen que ver con la sexualidad, demuestran la’ exis. tencia de este tabi dq la sangre; es evidente que mantiene ® aly the Philippines there wete certain men whose profession i tae jo delower brides, in ease tbe Dyvey bad wot been rptared Ja ehitdbood by an old woman who sca iametines enpliged for tig Carman [1085 91), 2, 474). ” 10 The defloration 0f ibe Bride oo: amonert some Eskimo tribes entrusted fo tbe angekok, or priest» (ibid., 3 pte. 406). ‘ibe Uli fu ea sane la Pura Geet Monti} deat merge casos fe cetenontl supine ay nga dda Coupaictos de viele), auienes tenen detsko s fy phot tee senualsobte la novia (los eKrancelherrens de nacsiras cosumbtce) 192 estrecha telacién con Ia prohibicién de tmatar y constituye una delensa etigida contra Ia originaria sed de sangre del hombre primordial, su placer de matar. Este concepeién articula el taba de la virginidad con el tabi de la menstrua- cin, observado casi sin cxcepciones, El primitive no puede mantener exento de representaciones sédicas el enigmiatico fendmeno del flujo mensual catameaial, interpreta la mens- traacién, sobte todo a Ja primera, como Ia mordedura de wn animal mitoldgica, acaso come sigoo de comercio sexual con ese espiritu, Alguno de los informes permite discernir en este espfritu el deun antepasado, y asi comprendemos, apun- talindonos en ottas intelecciones, que la muchacha mens truante sea tabti como propiedad de ese espfritu ancestral Pero desde otto angulo se nos advieste que no hemos de sobrestimar el influjo de un factor como el horror a la sangre. Es que este noha podido sofocar costumbres come la circune cision de los muchachos 7 los sitos todavia més crueles a ‘que son sometidas las nifias (excisién del clitoris y de los labios menotes), costumbres vigentes en parte entre aquellos tuismos pueblow, 9 tampeco ha hecho cadet otros eetem niles en los que se destama sangre. No serfa entonces asom- broso que ese horror se superata en favor del matido para Ja primera cohabitacié Una segunda explicacién prescinde igualmente de lo se- xual, pezo tiene una proyeccién mucho més universal. Indica que el primitive es presa de‘un apronte angustiado que lo ‘acecha de continuo, tal y como Jo aseveramos nosotros, en. nuestra doctzina psicoanelitiea de las neurosis, respecto de los aquejados de neurosis de angustia. Ese apronte angustiado ‘s¢ mostraré con Ja mayor intensidad en todas las situaciones que se desvien de algdin raodo de lo habitual, que conlleven algo nuevo, inesperado, no comprendido, ominoso {unbeim- lich). De abi también el ceremonial, continuado ampliamente en las posteriores religiones, que se enlaza con el comienzo de cada nueva empresa, el inicio de un petfodo de tiempo, las pritnicias del ser humano, de los animales y Jos cultivos. Los peligros que el angustiaclo ciee cernirse sobre él nunca se le pintan tan grandes como en ef inicio de Ja situacién peligtosa, y por cierto es ese el Gnico momento en que resulta adecuado al fin protegerse de ellos. No hay duda alguna de que el primer comercio sexval en el matrimonio posee, por su significacién, titulos para ser introducido con estas me- didas precautorias, Ambos intentos de explicacién, el del hhotror a Ja sangre y el de Ja angustia ante las primicias, no 38 CE, Tétem y tabs (1912-43) LAE, 13, pigs. 143-6] 193 Se contradicen entre sf; antes bien, se refuetzan, EL primer comertio sexual ex pot cert ut acto sonpeth to ras cuawsic que en el por fuser tant sangte, Una tesceta explicaciin —~cs i preferida por Crawley-— destica que el rabsi de ta vieginidad pertenece a une vasta trama en la que se in¢love le vide s¢ entera. No culo el Primer oie con Ja aanjer e2 tabsiz Jo es el comercio seaual como tal. Casi pedtia dacitse que la mujet es en un todo taba. Y no fa os s6ta en las situaciones. particulices que detivan de suv sexual Le mest wacitn, el embarazo, el patto, el puerperio—, sigo que ama furcta de ellas el thato con Ie mujer esti sometide « limituciones tam serias y profusas que fencincs torlts Las vaonvs para ponet en dida da suptceta Met tf sexuol de los salvajes, Us cierto que ea determinadae Ocesiones ta secustidad de tos prisitivos sobtepasa loci inhi Bicidns peru en bis situaciones ordinatias parece mie comtada or prohibiciones que en los estadios iis elevadoe. de It cultura. Tan pranto ef vausin deb= ctapronder elgo especial Trun Vidje, una expedicidn de caza, itna incursion puette: ta debe mantenctse apartado de la mujet, y sobre todo def comercio sexual con ella: de otro mao st fuerea queda sfa patalicudla y se attaetia el fracaso, Tatabica en Ins costum. bres de Ia vida entidioa hay una inequivoca tendencia s In fePatacion de los ce-sos. Las inujeres canviven con mujeres, y tos hombres con hombres; som martcrosa las tibus primith yas cn las que opens ai existe una vide familiar tel como hoy la entenddemos. A veces In dvisiu llega tan lejos que los miembros de un sexo no tienen pesmiticlo pronunciar los nombres personales de les miembros del otto, y las mujeres esattollan un lenzuaje con un lésiea propio. Es cierto que la necesidad sexual irrompe de continuo a través de ces acreras, pero en muchas tribus besia las citas de los esposos Henen «que procucitse fuera de la cxsa y en secreto. Toda vez que: el primitive ha ctipido un tabi es porque teme un peligto, y no puede negarse que en todos esos pre. septos de evitacign se extetiotiza un horror bésico ala mujer. Acaso se funde en que ella es diferente del var6n, patoce ctetmamente incomprencible y ustetiosa, ajena y por eso hostil. El varén teme ser debilitado pot le mujer, contagiatse de su feminidad y mosttarse lueso incompetente. Acwso el efecto adormecedor del coito, resolutorio de tensiones, sea arguetipico respecto de tales temores, y la percepeidn de la influencia que la mujer consigue sobre el hombre mediante el comercio sexual, la elevada consideracién que asf obtiene, Guizis explique la difusi6a de esa angustia. Nada de esto ha caducado, sino que perdura entre nosotros, 194. i Muchos observadores de fos primitives actuals han juz gado que su pujar amoroso es relaciyamente mis dil y nunen deanza lag intersidesles que estamos habitwidos « en contrat en Ia bumanicad culta, Otios han contradicho esa apreciicién, pero en tod caso Jos tabties que hewos enue merado atestiguan fa exisencia de un poder cantritio al amor, que desautotiza a la mnujer como ajemt y hist Con exptesiones que difieren poco de la terninolo gis exme pleacla por el psicoanilists, Crawley sefiala que cca inciviel 9 se separa de los demés mediante un «taboo of personel ito lation» Cerabii de aishimiento personaly}, y que justamente 2 sus peaquefias diferencias, no obstante su certian en todo el iesto, se fundamentan los sentimicnios de ajenitad y hostilidad entre ellos. Seris sedagtor cccer esis ilea y detivat de ese enarcisisimo de las pequefias diferencias» Ta hostilided que en tedos tos viaculos humanos vemos hatallat con Cxito contra los sentimicntos solidaries y yurnlae al mane damicnto de amar al projimo,"* El psiecanilisis cree haber disceride lo principal de los fondamentos de esa desautaris zactdn marcisistn de la mujer, que linda mucho con ef menos precio, relitiéndolos al complejo de castracién y su influja sobre ef juicio acerca de la mujer. Advertimos, sin embargo, que con estas tiltimas reflex ‘jones hemos inevrsionado muy lejos de nuesteo tema. 1] tabsi gene ru de Ja mujer no attoja ninguna tuz sobre los preceptos patticulares que tigen ef primer acto sexual con una virgen. En este panto segnimos reducidos a las dos primers: cs plicaeiones, que invocan el horior a la sangre y a lis pi miclas: pero aan sobre estas deberlamos dlecit que no acier tan el micleo det tabs ca cuestidn, La base de este tilitno 6s, evideatemente, el propssito de deneger 0 eburrar price tamente a futuro'esposo alae que es inseparable del primer acta sexual, aunque, segin Lx puntualizacién que hicimo: al comien20, de ese mismo vinculo no podria menos que derivarse ana particular figo2n de la mujer con ese hombre con csperial, En esta ecasién nuestt« tarea no consiste en elucidar el origen-y el significado ‘imo de los preceptos del tabi. Ya Johe hecho en mi libro T:i#ers y sabi, donde examiné le po- sibilidad de que ef tabst tuviera por condicién una ambiva. Jencia originatia y sostuve que su génesis se situaba en los procesos de Ia prehistoris que lievaron a la fundacién de Ja is [Fteud vuelve @ ocupane dc esto en Psicologts de las mayas 9 andlisis del yo (192ic), AE, 18, pig. 96, y en el capitulo V de Bl ma estar en a cubiura (19302) ) familis humana. Esa. intencion alidad anterior ya no se dis- cietne en los tabsies hoy observados como norms entre los primitivos. Pero al exigit esa corroboracién olvidamos de- masiado ficilmente que aun los pueblos mis prinitivos vi- ven dentso de una cultura muy slejada de Ia de los tiempos primondiales, una culeuca ten antigua como Ia nuestra y ‘que igualmente cottesponde & un grado de desarrollo tardio, si bien diverso, Entre los primitivos hallamos hoy al tabii ya entretejido en tn sistema artificioso, en un todo semejante al que nues. tres neutdticos desarrollan en sus fobias; Ios antiguas mo- tivos han sido sustituidos por otros nuevos que configuran tun todo atménico. Por es0, sin enttar a considerar aquellos problemas genéticos, retomaremos Ia inteleceién de que el brimitivo crige un tabi donde teme un peligro. Pedemos deci que este viltimo es siempre psfquico, pues el primitive no se ve forzado a trazar aqui dos distingos que « nosotros ‘0s parecen inevitables. No separa el peligro material del psiquico, ni el real del imaginerio. En efecto, dentro de su concepcién animista del universo, Hevada hasta sus conse- cuentes téminos, todo peligto proviene de wn propésito hostil de un ser animado como él, asf amenace desde una fuerza natural 0 de otros hombres 0 animales, Akora bien, Por otra parte esté habituado a proyectar al mundo exterior Sus propias mociones internas de hostilidad; por tanto, a attibuitlas a los objetos que siente como desagradables 0 aun slo como ajenos. En la mujer se discierne wna fuente de toles peligtos, y el primer acto sexual con ella se singu- latiza por un peligro particularmente intenso. Creo que obtendremos alguna loz sobre Je naturaleza de este peligro actecentado-y la re6n por la enal amenaza justamente al futuro marido si indagamos con mayor atens cia Ja conducta de las mujeres de nuesteo estadia cultural en iguales ciscunstancias. Anticipo el resultado de esa inda- gacién: de hecho existe un peligto de esa indole, de suerte que por medio del tabif*de la virginidad el primitive se protege de un peligro cotrectamente vislumbrado, aunque psiquico, . Estimamos como la reaccién normal tras el coito que la maujer, en el dpice de la satisfaccién, abrace al varén opri- migndolo contra sf; vemos en ello una exptesién de su agradecimiento y una ptomesa de duradera servidumbre, Pero, bien lo sabemos, en modo alguno es la regle que también el primer comercio tenga por consecuencia esa con- ducta; hartas veces no significa mds que un desengafio para mujer, que perinanece fria e insatisfecha, y de ordinatio 196 se requiee Jago tempo y la freeuente repetilsn del ato Sexual pare que esie prodozce Ja sasfcciin también en mujer, Desde esos ctos de, figs meramene inal y uy pasajetos, una serie continua Seva basi aga BS aa li Fem ean 9 terno del varén consigue superar. Creo que toda To se ha llegado @ entender bien esa frigider dein jen y por eso oclama ~salvo ea Jos casos ae pueden impute fla insuficlente potencia del asda, cer exelareida, posible atzavés de Tos fenémenes de ue se todens Picfrisia no considerar en este punto los toa frecuentes incentos de hae del pre comercio sexu; en efecto, clos son mrutivacs y ha de concebitselos en lo principal aun aque no en su totalidad-— come expresién del universal afin defen de I met En cambio, ico gue eran Ja #0, oJ enigma de la frigides femenina ciertos c eesaice ts el primer comets seal y tas ends uno de Jos subsipuientes, expres sin tapas su boslidad a warn insaltindolo, fevanténole Ia mano © peasnle de hecho, En un notable caso de esa indole que me fue posil vs lar 2 fondo ello acontsta a pesat de que la mujer amabe raucho a se marido y ella misna sia pele l oi, en €F ie tn ninguna cua allt pan satslacen, Oning sta rava reaccién contratia es el t de fas mis: tine ‘Snociones que de ordinario sblo pueden, exteriors como rgides, vale deci, son capaces de ajar le reacciin term peto no de imponcse ells mismas, En el cao De re tds, macho ni reste, sha so mismo que en la frigidez, mu ids es 2 oo ape edt om oge pine 4 gue hace 3 tempo hemos dscetido cp fos pads acuiiada por A. Adiee LI9101 para nro, clamar este factor como el portador de toda newocte. Fe esta fase las muchachas a menudo no ocultan so envidia, ai b: hostlidad derivada de esta, hacia el hermano favorecidos wsta intevtan orinar de pie como él a fin de sustemtat oa prosunta igualdad de derechos. En ef ya mencionale cjenn plo de Ja esposs que tras el coito hacia objeto de apronen franca a su marido, a quien sin embargo amsb, pork com obs ye aa ase se abi presentado ants dels eee ién de objeto. lo después la libid la niflita se ve al padi, entonces dese6,en ver det pene, on tacu0 No me sorprenderia que en ottos casos In seciencia de estas mociones se encontrara invettida y esa pieza del coms pilgjo de castracién adguirieraeficacia silo despace de came blida Ia cleccién de objeto, De todos modes, deade cl pang de vista de la historia de desattollo, esta fase masculloy te Ja mujer, fase en Ta cual eavidia al watch su pene, es ins @ a L oad ass cerca del nagcisismo originatio que lace alga tiempo se me ofrecié por aca i denice ea i st a nia como reaccidn a su desflosacién, Dejaba teaclucs ficlenn: te el deseo de castrar a su joven esposo y guandarse sv pean Zor cierto, también cabfe Ja interpretacicn mis inofensive fe que habria deseado la prolongacicn y repeticiin del sence empero, muchos detalles Hel weene contrariaban esie senti. do, y tanto el earéeter como la posterior conduct te is an, Sanie testimoniaban en favor de'la concepeién més pea, Ahora bien, tras esta envidia del pene sale a la luz el ere cono host de Ja mujer hacia el vatdn, nunca ausease Gel todo en las relaciones entre los sexos y' del cual proporcio 38 [CE «Conttibucién istoria cai dete ee 8 so anal (E517) AB, pips BY © Par el eo del movimiento psicosnali 200 nan lor més claros indicios los afanes y producciones Tite- rarias de las eemancipadas». Ferenczi recondace —no sé si ha sido el primero— esa hostilidad de Ia mujer, en una especulacin paleobiol6gica, hasta Ia época de la’ diferen- cizcién de Jos sexos. En el principio —opina—, Ja cope lacién. se producta entte dos individuos de igual. género, peto de ellos uno desazrolié un vigor mayor y compelié al mds deébil a tolerar Ja unién sexual. £1 encono provocado por ese sometimiento se contistia en In disposicién de 1a mujer actual, No considera reprochable setvirse de esas especulaciones siempre que se evite sobrevalorarlas, “Tras esta envmerecidn de fos. motivos de Ja patedéjica eaccién de Ja mujer frente a fa desfloracisn, que también puede rastrearse en la frigidez, nos es licito enuncisr, a mo- do de resumen, que la sexualidad inacabada de In orajer se descarga en el hombre qne le hace conocer por primera vez. el acto sexual, Pero entonces el tabti de Ja vitginidad tiene sobredo sentido, y comprendemos el precepto de que vite tales peligtos justamente el hombre destinado » man- tener con esa mujer una convivencia duradera. En estadios mis efevados de la cultura la apreciacidn de este peligro es relegads por la perspectiva de Ie servidumbre y sin. duda también por otras motives y seducciones. La virginidad es considcrada un bien al que el hombre no debe renunciar. Pero el anilisis de las querelias matrimoniales ensefia que tampoco en la vida animica de la mujer de cultura se han extinguido del todo fos motivos que la constrefirian a tomar venganza por su desfloracién. Creo que no puede menos que llamar Ia avenciin det observador el néimero insélita- mente grande de casos en que la mujer permanece frfgida y se siente desdichada en un primer mattimonio, en tanto gue tras su disolucién se convierte en una mujer tierns, que hace la felicidad de su segundo marido, La reaccién arcaica se ha agotado, por asf decir, en el primer objeto. Pero tampoco en otro sentido se ha sepultado el tabi de la virginidad en nuestra vida cultural, FH alma popular sabe de él, y los poetas se han servido de ese material en ccasiones. Anzengruber,” en una comedia, presenta a un campesino simplote que se abstiene de desposar a la novia que le est destinada porque «es una moza tal que le cos- tard Ja vida a su primer hombrep. Admite entonces que se case con otro, y s6lo Ja tomaré por mujer cuando enviude y ya no sea peligrosa. El titulo de le piesa, Das Jungfern- ijt {EL veneno de las doncellas}, nos trae 2 Ie memoria 29 [Dramarurgo viens (1839-1889).] que los domadores de serpientes hacen gue el ofitig nmuerda primero un trocits dc tela para mancjacfo sin peligio® El tabi de Ja virginidad y une pieze de sr mevive iin ha hollado su figuracien més intensa en un conocido personaje dramitico, Ia Judith de la tragedia de Hebbel, Judie und Holojernes, Judith cx una de aquellas mujeres caya vitginie dad est protegida por un tabi, Su primer merida se vio paralizado ia noche cle bodas por una enimitier anyustia. ¥ nurca més se atrevis » tocarla, «Mi hermasura es la de fa belladonan, dice lla; esu goce depira lovusa y muerten Cuando el matiscat ssitiy sitia la ciudad, ella conibe el phn de seducitlo y petdetlo con su heemoctra, ustido ast un motivo patribtico pasa encubrie uno sexual, Ties Ta dese floracién por ese hombre vielento, envanccia de so fuerza y su sudacia, ella encuentia en su indignicion ta fuera paca cortarle Ia citer y asi convertitse ca la libertadora de su pueblo, La acciéa de decapiter nes es bien conocida como Sastituto simbslice de In de cuettar; sepia eso, adit es a mtlet que castra al hombse soo Mi desflors, come lo pres tendia también el sueio ya citade de una recién cases Bs evideate que Hebbel ha sexaalizade adreek: este: selno pa itistico tomade de los Ebsos apéecnifos del Antigua Testa: mento, pues en cl texto biblico Judith pede gloriarse a su regteso de ne haber sido mancillada, y faite toda referencia a su omnitioa noche de bodas. Peto es probable que su sens Bilidad de poeca cegistrara of antiqetsime motivo inserto 1 equiel relate tenctencioso y po bicicta axis que devolver al materisl six contenido peimigenio. En un certero anilisis, 1. Sadger (1912) ha puntualizado céme Hebbel se vio cotaandade por su comple:o parental cn Ta eleccitn de su material, y cémo en Ja iueha entte los sexos llega tomar partide’ casi siempre en favor de le mujec y a percibir empéticamente sus mis escondidas mo- ciones animicas. Cita tambien la motivacicin aducida por el propio poeta para intioducir esa variante, halléndela -~con 2 Merece ctuse a propésito de esto, aunque ta stuacién sea die ents, un magitral y escucto cuento de Acthus Schniler (aLas Schichaal des Vietherm ‘von Leseabogh» {Et destino del baron fe Lelsenbogh}). Fi aamnte de una acute muy expetimenteda en amotes sufre un accidente; wnies de morit le crea, por asi dects, ana siscra Virginidad pronunciando una maldiciga pars el primer ombre que la posea después de él, Dectetado ese tab6, ia mujer no se atteve por wh empo a mantener Comercio smoroso. Pero se enamota den cantane, y entences conceal expediente de enttegaise antr, por una nocte al bardn Von Leisenbogh, quien la ha requerido durvate aos sin Ga to, ¥ en este se cumple la muldicién: macre de un ataque de apopisia al enteratse del motivo de su inespetada dcha, derecho— attificioss y como destineda sélo a justifiear de manera exttinseca v, cn el fondo, a ocultsr algo «tie le era inconcientec, No quiero objetar“la explicicién ce Sadger sobre Ta razon por tt cual Judith, que seysin el relato bi Dlico habla caviuitas, tenia que convertine en viude vir. en. Invoca el proposito de la fantasta infantil de de-mentis el comercio sexual entre los padses y convettir a la nudre én virgen intacta. Peco contingo: después que el pocta Hubs establecido la virginidad de su heroina, su fantasia itive se demoraré en la zcaccin hostil desatada por la lesion de la virginidad, A modo de conclusiém podemos decit, pues: La destlo- racién no tiene solo [i consecuencia cultural de atar dure. deramente Ja inujer at hombre; desencadena tambicn tne reaccién andryuicn de hostilidi al varén, que puede cobtar formas patoloicas, exteriotizarse con mucha {recucne1 en fenémenos inlubiccrios de In vida amorosa matrimonial. ‘a que es licito arituitle el hecho de que unas rcpundes tralio tabit de Ja virginidad, of heitor con que entre los primitives el maridu csquiva Ja destloracida, hallan st jus. tificacién plena co ‘esta reaccién host. Ahora bien, es interssante que en calidad de anulistas encontremos mujercs en quienes Tas teacciones cont puss. tas de setvidumbre y hostilidad hayan legado a e=ptesate pemmaneciendo en estrccho enlace teciptoco. Hy mujeres que parecen totalmente distanciadas de sus marides, # pect de lo oval son vanos sus esfuerzos para desasitse de. ele Toda vez que intent ditigir su amor a otto horabte se interpone la imagen del primero, a quien ya no aman. Ea tales casos, el andlisis ensefia que ests mujeres dependen como sietvas de su primer marido, pero ya no por temura. No se liberan de él porque no han consumado su venganze en al, y en los casos ms acusados In mocién vengativa ni siquiera ha Hlegedo a su conciencia,

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