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diferencia. Que crees que funges, pero finges. O que es peor: que sabes que
finges, pero tambin eso lo finges.
Ests fingiendo. Lo sabes. S que lo s. Sabes que lo sabes, es decir, ests
consciente de que la ficcin rige tu vida y tu entorno, pero ests
acostumbrndote a ignorarlo. Incluso sabes que otros tambin estn fingiendo
y a su vez saben que t finges. Todos fingen y para fingirlo se ocultan en el mal
de muchos que siempre ser consuelo de tontos: no dir que s que finges en
lugar de fungir, porque no quiero que t digas lo mismo de m. Se trata de una
ficcin sistemtica que se alimenta del fingimiento individual representado por
el silencio, por la vista gorda, por la doble moral que sirve para perfeccionar
la ficcin, porque nos ensea a expresar sorpresa, rabia e indignacin ante la
ficcin de los dems y pasar por alto la propia e indignarnos ms cuando nos
sealan en el mismo sentido. Es un mundo de dedos estirados y amenazantes,
acusadores.
Hemos aprendido a fingir tan bien que incluso hemos reforzado el recipiente de
la ficcin con el candado del olvido y la indiferencia, que se disfrazan de
nobleza e ingenuidad. Fingimos seriamente, profesionalmente, en todas partes,
a toda hora. La ficcin es como el Dios monopolizado por algunas religiones
que prometen la salvacin en exclusiva: omnipotente y omnipresente. Ya
hemos aprendido a regocijarnos en fingir cuando lo verdaderamente
satisfactorio debera ser fungir: fingimos que fungimos porque la funcin nos
angustia y la ficcin es placentera.
Eso es mediocridad. Y si no es de seres humanos ser mediocre, menos es de
masones. As que, muy querido hermano, en lo que sea que hagas: funge, no
hagas como que haces, no te corrompas. La funcin pule la piedra que somos y
la va convirtiendo en elemento clave. La ficcin es, simplemente, no voltear a
ver que seguimos siendo piedra bruta. Si finges, no hay nada que festejar. Si
funges, todos tus actos festejan tu vida masnica.
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A..M.. Alejandro Zavaleta Chvez.