You are on page 1of 6
Somos lo que comemos: un anélisis de los aportes de Sidney Mintz a los estudios sociales sobre alimentacién y comenselia ” Patricia BEATRIZ VARGAS?” Introduce: Sidney Mintz es un antropélogo norteamericano que dedicé su vida a la comprensién de las sustaneias que comemos y cémo a través de ellas, podemos entender las relaciones sociales propias de la modernidad. Nacido en el seno de una familia askenazi de inmigrantes estableci- dos en Nueva Jersey a principios del siglo XX, como 61 mismo recuerda en el prélogo de Sabor a comida, sabor a libertad, su padre era cocinero. Fue él quien le transmitié la sensualidad ligada al disfrute de los alimentos, su presentacién, sus combinaciones, y el contexto familiar en el cual los agasajaba con exquisitos platillos. Su idea de la diversidad de modos de experi- mentar y pensar acerca de los alimentos también formé parte de su experiencia familiar, toda, ver. que sti madre nunea se vineulé positivamente con la comida, ni al prepararla ni al consu- mirla (Mintz, 2003), Hizo su primer trabajo de campo en Puerto Rico en los afios 1948-1949. Junto a Eric Wolf, formé parte del “Proyecto Puerto Rico”, dirigido por Julian H. Steward y John Murra. Desde la Universidad de Columbia, encararon un programa eneargado por la Universidad de Puer- to Rico y financiado por la Fundacion Rockefeller, con el objetivo explicito de “desarrollar y modernizar” el pais. Steward, adscripto al enfoque antropologico de la ecologfa cultural, pro- pone a la cultura como conseeuencia de las relaciones produetivas establecidas por los seres !humanos con su medioambiente (Walsh, 2012). Organiza a sus disefpulos en un estudio de co- munidades de trabajadores de la cafia, el caféy el tabaco, munidos de un marco interpretativo que las presupone en términos de subculturas articuladas en niveles de mayor complejidad. a preocupacién central de Steward era mostrar chmo estos grupos rurales se convirtieron en parte de un mundo moderno y globalizado, y como estas fuerzas estructurales fueron determi- nando formaciones culturales especificas. Mintz prosigui6 su trabajo de campo en Puerto Rico durante los veranos de 1953 y 1956, alter- nandolo con sus estancias en Jamaica, en 1952 y 1954, ya como director de programa de entre- namiento en la Universidad de Yale. Posteriormente hizo trabajo de campo en Haiti, durante 1958, 1959 y 1961. En 1975 colaboré con la ereacién del Departamento de Antropologia de la Johns Hopkins University, institucion en la eual ejerce hasta la fecha, Aunque luego se voles a otras regiones del mundo (Iran a fines de los sesentas y Hong Kong en los noventas), esta experiencia fundante lo transforma en un experto en la region caribesia. Con Erie Wolf - quien Tuego de su trabajo de campo en las pequefias haciendas de café de Puerto Rico, se fue a in- 1.7 Agradozco a Rodtiga Homndez Sandoval, Marisa Vézquez Mazzi Nicolas Vit y Rosana Gubsr por ayudrme 8 ubcary conseguir una Bblogata aspersa y esquva en Argentine. A Laura Zapata y Laura Colabela por los ‘omentatos de os suoesivos boradoces, 2. niu de Desarroo Eoondmice y Social (IDES), N22 S65 0229-2 Recto 31-08-12, ‘Aesplado 311-12 —_—_—_— apuntes = ee 12] Potrcia Beare ——_ apuntes 22 —, 122 vvestigar en terreno a México en 1951, 1952 y 1954 - escribieron sobre los sistemas de hacienda y plantacién, Bésicamente, proponen que las notables diferencias culturales que encuentran entre los trabajadores de cada sistema productivo, forman parte de la respuesta adaptativa ca al interjuego de los factores clisicos de la tierra, el capital y el trabajo (Mintz y Wolf, ‘Aun cuando su preocupacién central pudiera parecer ajena alas inquietudes de quienes abor- ddan cuestiones de alimentacién, comensalia y sociabilidad, en lo que sigue espero mostrar los vvinculos que el trabajo de Mintz sostiene entre la dimensién productiva de bienes vinculados conla alimentacién, como dan cuenta sus trabajos en los sistemas de plantation, los estudios estrictamente vinculados al uso/alimentacién de aquellos bienes. Me voy a circunseribir a tres de sus libros, en particular, los que circulan traducidos al espafiol. En primer lugar, a partir del anilisis de la historia de vida de un trabajador de la cafa, mostraré la importancia metodoldgi- cadesu enfoque, que propone la articulacién de la historia biogréfica con los procesos sociales ms estructurales (Mintz 1988), En segundo lugar, retomando su trabajo seminal sobre el aziicar, me concentraré en como, a través de la historia social de larga duracién de una sus- tancia, relaciona los procesos sociales que intervienen de manera local en fuerte tensién con Jo global (en especial, a relaci6n entre entre Gran Bretaiia y sus colonias azucareras en la in- terrelacién que plantea la produccion y el consumo como précticas sociales cotidianas) (Mintz 1996). Por iiltimo, en su trabajo sobre comida, sociabilidad y alimentacién, me detendré en su argumentacién sobre la cocina como espacio social privilegiado para el ejercicio, por parte de los eselavos, de cierta autonomia relativa, anticipo de la emaneipacién (Mintz 2006), En las conclusiones regresaré a una afirmacién permanente del autor en muchos de sus escritos, donde intentaré sintetizar por qué, para Mintz, “somos lo que comemos'. Taso, trabajador de la cafia. La historia de vida como experiencia social Este es el nombre de un volumen, producto del trabajo de campo realizado por Mintz en Puer- to Rico durante los veranos de 1953 y 1956, ¥ fue publicado en inglés en 1960 y traducido al es- pafiol casi 30 afios después (Mintz 1988). La idea central que nos propone es que, asi como los cambios estructurales por si mismos no explican la trayectoria particular de la vida de um tra- >ajador, sino que constituyen las condiciones en las cuales desarrolla su experiencia, tampoco se podria explicar la cultura de los eafieros refiriéndose sélo a las personalidades individuales. Este texto es usualmente retomado por su aporte a las discusiones més generales ya mencio- nadas sobre campesinado de los afios cincuentas, cuestiones a las que contribuye a través de Ja minuciosa exposicién de las aristas de la cotidianeidad de un proletario rural. Sin embargo, aqui voy a destacar un aporte que me parece ha sido menos ponderado, Como historia de vida, constituye una contribucién metodolégica vigente para los estudios cualitativos, en su manera de hilvanar el tiempo biografico con el tiempo historieo. Y desde la exposicién del praceso de produecién de un alimento, a través de la vida de un trabajador, me parece un aporte funda- ‘mental a los estudios comprometidos en este niimero especial. Puerto Rico, como posesién espafiola desde fines del Siglo XV, experiment6 la promocién por parte de la corona, del establecimiento de cientos de pequefias haciendas familiares durante el siglo XIX, que producfan azticar valiéndose de la esclavitud y la coercién legal de los despost dos (2988: 80). Con la ocupacién norteamericana de 1898-1899, comenz6 la transformacién de la produccién, de la mano de las corporaciones transnacionales. Ya en la década de 1940, la Megada al poder del Partido Popular Demoerético limit6 el poder de las azueareras. Este es el contexto general en el cual se inscribe la historia de Anastasio (Eustaquio) Zayas Alvarado. “Taso”, a quien Mintz crefa conocer muy bien por contar con una trayectoria como militante del partido socialista y luego del partido popular, eomprometido con cl sindicato, y defensor de una ideologia vinculada con la lucha colectiva, deja perplejo al antrop6logo cuando se con- verte al evangelismo, La narracién pone en evidencia el esfuerzo de Mintz por intentar darle sentido a este aparentemente repentino individualismo, en los propios términos en los cuales Taso da cuenta de su reiterada desilusion como obrero militante. Este trabajador de la cana, en la mitad de su vida desiste de la accién politica, cansado de no recibir recompensas por su compromiso. Después de una experiencia profunda y personal, concentra sus esfuerzos en el trabajo y en el pentecostalismo, en un escenario donde la individuacién va ganando en importancia tanto para sobrevivir econémicamente como en el sentido mas generalizado del bienestar. Partiendo de una sintesis escrita de puiio y letra por Taso, Mintz organiza el texto, agrupando las dichos del trabajador y de su esposa, en etapas cronoldgicas del ciclo vital Con detalle nos participa del trabajo durante la zafra y la angustia de los tiempos muertos, las enfermedades, los nacimientos de sus 22 hijos, hasta la divisién sexual del trabajo vinculada con la alimenta- cion y las oportunidades de empleo que devienen de ofrecer comida a otros trabajadores del barrio Jauca, Sin embargo, a medida que desarrolla esta descripeién, Mintz va vinculando los acontecimientos biogréficos de Taso con una interpretacidn acerca de los cambios estructura- les que impone el capital, a través de los procesos de dominacién ligados a la produecion de alimentos, en este caso, del azficar, y que constituiré su principal interés intelectual en las dé- cadas siguientes. En este sentido, la propuesta de Mintz consiste en articular la historia social de Puerto Rico a través de la historia personal de Taso, con el propésito de que le “transmita al lector, individualmente, la experiencia colectiva de un pueblo conquistado” (Mintz 1988:67). Desde el punto de vista metodologico, como lo dice el antropdlogo en la introduccién, se trata de la “autobiografia de un hombre promedio”, pero esto no quiere decir “ni tipico, ni represen- tativo de otros, ni ordinario” (Mintz 1988:61). En este sentido nos alerta a pensar la relacién entre lo que las personas nos dicen en las entrevistas y el tipo de interpretacién que construye el antropélogo, al poner el material en perspectiva relacional y contextuada. Taso es, para Mintz nico, pero a su vez hace visibles los determinantes sociales que lo afectan a él ya otros trabajadores de la cafia. Esta es, a micriterio, una respuesta magistral para todos los investiga- dores que consideran a las personas como agregados representativos de tipologias construidas priori y que, en aras de la generalizacién, pierden de vista lo que el detalle etnogrifico ayuda ‘a comprender. Por iltimo, considero que si Mintz puede incorporarla experiencia de Taso en diferentes esca- las explicativas, es fandamentalmente en virtud de un trabajo de campo intensive que le posi- bilita un conocimiento profundo desde el cual logra darle densidad a la vida de un trabajador explotado por un corporative norteamerieano, Una lectura atenta de "Taso", nos revela eémo todo el relato se encuentra atravesado por la tensién que significa entender y respetar la pers- pectiva nativa, a la vez que introducir en el andlisis un juego entre lo subjetivo y lo objetivo. Este modo de trabajar con el material etnogrético es, a mi entender, lo que lo transforma en tuna lectura obligada para todos aquellos que pretendemos hacer, de la “historia de vida”, un recurso valioso destle el punto de vista metodologico y textual Dulzura y poder. Esclavitud y clase obrera en Ia historia social del azécar En “Dulzura y poder” (Mintz 1996), publicado en inglés en 1985 y en espaiiol, poco més de tuna década después, Mintz escoge una estrategia argumentativa que articula produccién y consumo en el mercado mundial en torno a la sacarosa extraida dela eafa de aztcar. Ya en la ntroduecién postula que “de no haber habido consumidores dispuestas en algtin lado, nunca se hubieran destinado tales cantidades de tierra, trabajo y capital a un Gnico y curioso cultivo" (1996:16). Su historia social de larga duracin inieia con la domesticacién del eultivo de eafia en el 8000 A.C. en Nueva Guinea, pasando por los inieios de la extraccién de sacarosa en la India alrededor del afio 400 A.C., en un proceso que implica la trituracién de la cafia, la eva- poracién ya cristalizacién, hasta su introdueci6n en Europa en el siglo octavo por los arabes. Para el siglo XVI, la industria azucarera de las colonias espafolas y portuguesas en el nuevo mundo habian afectado definitivamente la posicién competitiva de los pequefios productores del mediterréneo. Sin embargo, el momento decisivo para el azaicar briténico lo constituye para Mintz, la colonizacién de Barbados, Jamaica y dems islas que, promediando el siglo XVI, satisfacen la demanda de la metrépolis. Este texto es, de los tres aqui presentados, el que mejor expone la propuesta del autor de vincu- larlas fuerzas socials globales con las relaciones locales, artculadas en torno ala produccién rel consumo de una sustancia, Desde el punto de vista dela prodiecién, evidenciaeémo para sostener est sistema mercantl millones de seres humanos fueron tratados como mercancias Los esclavos hechos cautivos en Africa, creaban riqueza como mano de obra forzosa en Amé- N22 012) S65 0329-2142 Recto 31-08-12, ‘Aesplado 311-12 —_—_—_— apuntes 22 —_—_—_— 123 Potrcia Beare ——_ apuntes 22 —, 124 rica, y los productos agricolas eran enviados a Gran Bretafia, Por su parte, los bienes manu- facturados eran consumidos por los esclavos, “consumidos” en este proceso mundializado de explotacién hasta su emaneipacién en 1838. Mintz prueba de manera eritica y fundamentada, ‘como la disponibilidad de azicar es propiciada por los poderosos, tanto los particulares ingle- ses como la corona, que se benefician con su produecién y comercializacién. Inserto en estas redes de poder, es donde el consumo toma la plenitud de su sentido. El autor muestra e6mo en un siglo (entre 1750 y 1850), el azdicar pasa de articulo de lujo de las ela- ses nobles - utilizado como especia-condimento, medicina, material decorativo, conservante yy edulcorante - a constituirse en un alimento comin de la mesa de las obreros ingleses. A ‘medida que se extiende su uso, sobre todo como endulzante del té, el café, el chocolate y en la fabricacion de bebidas aleohdlicas, pasteles y postres, pierde su potencial como simbolo de distincién, Sin embargo, sus nuevos consumidores invisten su uso de nuevos significados, al punto que comer y disfrutar del sabor dulce se transformé, en virtud de procesos globales del capitalismo moderno, en préeticas socialmente valoradas. Como contribucién includible para los estudiosos de la comensalia en la vida moderna, este li- bro destaca magistralmente las relaciones eambiantes entre pueblos, sociedades y sustancias. Su principal diseusién en este sentido, la establece con la afticanista Audrey Richards, quien sostiene que la unién de un earbohidrato complejo y un suplemento que aporta sabor es un rasgo fundamental de la dieta humana. A lo largo del texto Mintz fundamenta cémo en los al ‘timos tres sighos, sociedades enteras parecen haber comenzado a poner fina estos patrones en Occidente, cambiando a través de sus novedosas preferencias alimentatias las formas mismas de su autodefinicion como seres humanos. Para Mintz, lo que la gente come expresa quién es y qué es, para si misma y para los demés. Sin embargo, lejos de considerar que la incorporacién de una sustaneia es lo que transforma la eseneia humana, el autor nos propane un estudio de la “cultura material como materia cultural”. Somos lo que comemos, porque somos producto de una historia a cuya produccién y reproduecién contribuimos. “Dulzura y poder" nos alienta a comprender, a partir de la vida social de una sustancia, un entramado de relaciones sociales y fuerzas globales que desnaturalizan y complejizan la presencia del azsiear que pucbla nuestra ‘mesa cotidianamente y es, al mismo tiempo, un estudio sobre la génesis social de un gusto 0, dicho de otra manera: la historia social de un deseo de satisfaccién personal basado en la “dulzura” que no es, como bien sefiala Mintz, ni remotamente dado y natural sino socialmente construido, Sabor a comida, sabor a libertad. El potencial transformador de “la cocina” Una compilacién de ensayos breves editados por primera vez en inglés en el afio 1996, es traducido al espafiol en el 2003 (Mintz 2003). Este libro es, a mi eriterio, el més intimista y especulativo pero a la vez el més fructifero para los investigadores que abordan cuestiones vvinculadas al potencial transformador de la comensalia y los procesos concomitantes. Como expuse al comienzo, Mintz tiene una fuerte preoeupacién por un modo de produccién que no puede ser clasificado como capitalista en tanto la mano de obra es esclava (y no prole- taria), aunque los consumidores si pueden plenamente ser clasificados como obteros urbanos. La resoluci6n a esta paradoja la encuentra en los sistemas de plantaciones, que propician aun sin prever las consecuencias, un resquieio hacia el proceso de proletarizacién. Mintz denomina «esta situacin social intermedia como “proto-campesinado”. En “Sabor a comida, sabor a libertad”, arriesga su hipétesis de que los esclavos, a través de la produecién y preparacion de alimentos, van ganando gradualmente en autonomfa relativa Este particular capitulo describe como los amos les dan a sus esclavos parcelas para la pro- duccién de alimentos y su auto-abastecimiento, Mientras para los duefios de las plantaciones, estos espacios son concebidos en el marco de una estrategia de reduecion de eostos, para los esclavos constituyen “zonas de adiestramiento para la libertad”, al potenciar la sociabilidad fa- miliar. Como cautivos que podian recordar la libertad, los esclavos negros se veian compelidos a reconstruir sus formas de vida en condiciones adversas y desconocidas, Sin embargo, Mintz encuentra en esta situacién la potencialidad para un ejercicio de agencia cotidiana en torno a la captura y cultivo de alimentos; su distribucién e intereambio en los :mercados internos de los esclavos y, a través de su preparacion, inclusive la influencia directa sobre el gusto de sus amos. En un singular capitulo el antropélogo nos demuestra ebmo “la cocina”, como espacio de creatividad, signified para los esclavos que, manejar la comida era la antesala para paladear el sabor a libertad. En “Aadcar y moralidad”, un eapitulo altamente relevante del volumen, Mintz despliega la contracara de la produccién esclava. Los abolicionistas briténicos de principios del siglo XVIII Jes imputaban a los consumidores de azicar que eran culpables de la esclavitud y se abste- rfan de consumitla por razones morales. Para sus consumidores, ingerir o no una sustancia Implicaba comprometerse en términos politicos al considerar que el azsiear era més que una mercancia. Valores tales como la justicia y la igualdad eran considerados como parte de la clasificaci6n entre personas cada vez que alguien endulzaba, con la sangre esclava 0 con la indiferencia social, una taza de t, Mintz nos invita a pensar de manera articulada en detalles aparentemente fitiles, como puede ser una sustancia o un alimento, sumergiéndonos en un enfoque que ilumina los procesos sociales en los euales es producido, transformado y consumido. A partir de estos dos artfeulos ‘que componen un anilisis més amplio que el volumen ineluye, también podemos ver eémo permanentemente conjuga la tensién entre estructura y agencia, siempre mediado por una firme ereencia en el potencial transformador de las practicas eotidianas. Palabras finales La obra de Sidney Mintz resulta fundamental para comprender, de un modo significative para las personas, a la alimentacién como sintesis y expresion de un proceso social altamente com- plejo, Producir, preparar y comer alimentos constituye un espacio de autonomia relativa, don- de cierto grado de eleccién es posible, poniendo en juego nuestra posicién como personas en. el mundo. Como préctica social, permite pensar la sociabilidad, la distincién y la constitueién de fronteras sociales, simbélieas y morales. En los trabajos referidos Mintz hace un esfuerzo comparativo, poniendo como medida de re- ferencia su propia adscripcién como intelectual de la clase media estadounidense. En este sentido, expone su preocupacién por lo que considera una profundizacién de lo que habia sido objeto de reflexién ya con Taso: la modernidad como exacerbacién del individualismo y el consumismo orientados a la construceién de bienestar, La paradoja, para Mintz, la constituye precisamente el que esta nueva “ética roméntica” imponga una moralidad de la restrieeién y cl autocontrol como parte dela ilusién de un yo autoconstruido. Las clases medias norteame- ricanas, en las Gltimas décadas, deben renunciar a la sacarosa si quieren cuerpos delgados, instituidos como modelo de lo bello ylo saludable. Una vez més, una sustancia y sus usos hace posible pensar acerea de los cambios en los habitos alimentarios a la vez.que en los procesos simbélicos y los valores morales que implica, Poner el foco en una sustancia transformada por las précticas sociales en alimento contiene todo cl potencial para orientar nuestros futuros aportes de investigacién, a través de la artieu- laci6n entre lo cotidiano y lo local con los grandes procesos mundiales y globalizados que una larga tradicion de las ciencias sociales norteamericanas, de la que Mintz es parte, no ha parado de profundizar (Wallerstein, 2006; Wolf, 2006). La propuesta de Mintz, de que “somos lo que comemos”, sigue vigente en tanto seguimos dotando de sentido a esta actividad bésica de la que participamos a diario. Bibliografia Mintz, Sidney (1988): Taso trabajador de la cafia. Editorial Huracén, Puerto Rico, Mintz, Sidney (1996): Dulzura y poder. El lugar del azicar en ta historia moderna. Siglo XXI aitores, México, N22 012) S65 0329-2142 Recto 31-08-12, ‘Aesplado 311-12 —_—_—_— apuntes 22 —_—_—_— 125 Potrcia Beare ——_ apuntes 22 —, 126 Mintz, Sidney (2003): Sabor a comida, sabor a libertad. Incursiones en la comida, la cultura xyel pasado, Ediciones de la Reina Roja, CIESAS y CONACULTA, México. Wallerstein, Immanuel (2006): Andilisis de sistemas-mundo. Una introduceién. Siglo XX1 Walsh, Casey (2012): “Mexican water studies in the Mexico-US borderlands” en Journal of Political Ecology, Vols. Wolf, Brie (2006): Europa y la gente sin historia, Fondo de Cultura Eeonémica, México, Wolf, Eric & Mintz, Sidney (1957): "Haciendas and Plantations in Middle America and the “Antilles”. En Social and Economic Studies, Vol. 6, No. 3, pp. 380-412 Published by Sir “Arthur Lewis Institute of Social and Economie Studies, University of the West Indies.

You might also like