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rere DD Oe BIBLIOTECA CLASICA GREDOS, 37 PLATON DIALOGOS 1 AFOLOGIA, CRITON, EUTIRON, ION, LISIS, CARMIDES, HIPIAS MENOR, HIPIAS MAYOR, LAQUES, PROTAGORAS INTRODUCCION GENERAL FOR EMILIO LLEDO {RIGO TRADUCCIGN Y NOTAS POR J. CALONGE RUIZ, E, LLEDO I81G0, C. GARCIA GUAL 134.08 AW AcE. yal ca EDITORIAL GREDOS pee KOKACOO CRITON KEKE ‘Socrates Y CRITON oh ‘Socrates. — ¢Por qué vienes a esta hora, Critén? 43a 2No es pronto todavia? Caitéx,— En efecto, es muy pronto. S6c, — gQué hora es exactamente? Carr. Comienza a amanecer. \. Sée.—Me extraia que el guardién de la prisién haya querido atenderte. Cait.—Es ya amigo m{o, Sécrates, de tanto venir aqu(; ademés ha recibido de mf alguna gratificacién. ‘Séc.— ¢Has venido ahora o hace tiempo? Ceir.— Hace ya bastante tiempo. ‘S6c.— 2¥ cémo no me has despertado en seguida b y te has quedado sentado ahi al lado, en silencio? r Cart.—No, por Zeus, Sécrates, en esta situacién + tampoco habria querido yo mismo estar en tal desvelo : y sufrimiento, pero hace rato que me admiro viendo qué suavemente duermes, y a intencién no te desperté para que pasaras el tiempo lo més agradablemente. ‘ Muchas veces, ya antes durante toda tu vida, te consi- deré feliz por tu cardcter, pero mucho ms en la pre- sente desgracia, al ver qué facil y apaciblemente la Tevas, ‘$6c.—Ciertamente, Critén, no serfa oportuno irri- . tarme a mi edad, si debo ya morir. 4 7.-8 ND DD II IO PIG YQ a £ = 194 piALocos Crit. — También otros de tus afios, Sécrates, se en- cuentran metidos en estas circunstancias, pero su edad no les libra en nada de irritarse con su suerte presente, Soc.—Asi es. Pero, ¢por qué has venido tan tem. prano? Carr. — Para traerte, Sécrates, una noticia dolorosa y agobiante, no para ti, segin veo, pero ciertamente dolorosa y agobiante para mf y para todos tus amigos, Y que para mi, segin veo, va a ser muy dificil de so. portar. ! Soc. — ¢Cudl es la noticia? zAcaso ha Megado ya desde Delos! el barco a cuya legada debo yo morir? Crrt.—No ha ‘legado atin, pero me parece que estaré aqui hoy, por lo que anuncian personas venidas de Sunio? que han dejado el barco allf. Segin estos mensajeros, es seguro que estaré aqui hoy, y serd nece- sario, Sécrates, que mafiana acabes tu vida. ‘Séc.— Pues, jbuena suerte!, Critén, Sea asi, si asf 8 agradable a los dioses. Sin embargo, no creo que el barco esté aqui hoy. Carr. — De dénde conjeturas eso? Séc.— Voy a dectrtelo, Yo debo morir al dia siguien- te de que el barco Megue. Carr. —Asf dicen los encargados de estos asuntos. Séc.—Entonces, no creo que Iegue el dfa que esté empezando sino el siguiente. Me fundo en cierto suefio que he tenido hace poco, esta noche, Probablemente ha sido muy oportuno que no me despertaras, Carr. — ¢Cudl era el suefio? 1 Todos los afios se enviaba una procesién a Delos en recuer- do de la victoria de Teseo sobre el Minotauro, victoria que Uber6 a Atenas del tributo humano que debla pagar a Minos, Desde que 1a nave salfa hasta su regreso, no se podia ejecutar ninguna sentencia de muerte. 2 BI cabo Sunio se halla en el vértice sur del Atica. A partir de aht los barcos mavegaban sin perder de vista la costa. craton 195 Soc.—Me parecié que una mujer bella, de buen aspecto, que Hevaba blancos vestidos se acercd a mi, me lamé y me dijo: «Sécrates, al tercer dia Negards a ta fértil Ptiar. Cart. — Extrafo es el suefio, Sécrates, Soc.—En todo caso, muy claro, segin yo creo, Critén, Cart.—Demasiado claro, segin parece. Pero, queri- do Sécrates, todavia en este momento hazme caso y sdlvate. Para mf, si tii mueres, no seré una sola des- gracia, sino que, aparte de verme privado de un amigo como jamas encontraré otro, muchos que no nos cono- cen bien a ti y a mf creerén que, habiendo podido yo salvarte, si hubiera querido gastar dinero, te he aban- donado. Y, en verdad, zhay reputacién més vergonzosa que Ia de parecer que se tiene en més al dinero que a los amigos? Porque la mayorfa no Megard a convencer- se de que ti mismo no quisiste salir de aqu{, aunque nosotros nos esfozébamos en ello, ‘Soc.— Pero ¢por qué damos tanta importancia, mi ‘buen Critén, a la opinién de la mayorfa? Pues los mas capaces, de los que sf vale la pena preocuparse, consi- derarén que esto ha sucedido como en realidad suceda. Carr. — Pero ves, Sécrates, que es necesario también tener en cuenta Ia opinién de la mayoria, Esto mismo que ahora esté sucediendo deja ver, claramente, que Ja mayorfa es capaz de producir no los males’ mds Pequefios, sino precisamente los mayores, si alguien ha incurrido en su odio. Soc. — jOjalé, Critén, que los mas fueran capaces de hacer los males mayores para que fueran también capaces de hacer los mayores bienes! Eso serfa bueno. 196 piALoGos La realidad es que no son capaces ni de lo uno ni de lo ‘tro; pues, no siendo tampoco capaces de hacer @ alguien sensato ni insensato, hacen lo que la casualidad les ofrece. Curt.—Bien, aceptemos que es asi. gAcaso no te estés ti preocupando de que a mf y a los otros amigos, si ti sales de aquf, no nos creen dificultades los sico- fantes al decir que te hemos sacado de la cércel, y nos. veamos obligados a perder toda nuestra fortuna o mu- cho dinero 0, incluso, a sufrir algin otro dato ademés de éstos? Si, en efecto, temes algo asf, déjalo en paz. Pues es justo que nosotros corramas este riesgo para salvarte y, si es preciso, otro ain mayor. Pero hazme caso y no obres de otro modo. ‘Séc.—Me preocupa eso, Critén, y otras muchas cosas. : Cart. —Pues bien, no temas por ésta. Ciertamente, tampaco es mucho el dinero que quieren recibir algu- nos para salvarte y sacarte de aqui. Ademds, ¢no ves qué baratos estén estos sicofantes y que no seria nece- sario gastar en ellos mucho dinero? Esté a tu disposi- cién mi fortuna que seré suficiente, segin creo. Ademés, si te preacupas por mf y crees que no debes gastar lo mio, estén aqui algunos extranjeros dispuestos a gastar su dinero. Uno ha trafdo, incluso, el suficiente para ello, Simias $ de Tebas. Estan dispuestos también Cebes y otros muchos. De manera que, como digo, por temor ‘Los sicofantes eran denunciantes profesionales. General- ‘mente cobraban del interesado en denunclar, que no deseaba hacerlo por s{ mismo. Eran conocidos y temidos por las perso- nas honradas que siempre podian verse envueltas en una denun- cia falsa. Et primer elemento sico- es la palabra higo (gr. s9kon). ‘3 Simias y Cebes eran tebanos. En su ciudad hablan sido discfpulos del pitagérico Filolao. Después, en Atenas, fueron ambos discipulos de Sécrates. A los dos les hace Platén inter locutores de Sécrates en el Fedén, si bien el primer dialogante con Sécrates es Simias. cRITON 197 a esto no vaciles en salvarte; y que tampoco sea para i dificuliad lo que dijiste en el tribunal’, que si salias de Atenas, no sabrias cémo valerte, En muchas partes, adonde quiera que ti legues, te acogerén con carifio. Si quieres ir a Tesalia, tengo alli huéspedes que te ten- drén en gran estimacién y que te ofrecerén seguridad, de manera que nadie te moleste en Tesalia. Ademés, Sécrates, tampoco me parece justo que in- tentes traicionarte a ti mismo, cuando te es posible salvarte, Te esfuerzas porque te suceda aquello por lo que trabajarfan con afan y, de hecho, han trabajado tus enemigos deseando destruirte. Ademés, me parece a mf que traicionas también a tus hijos; cuando te es posible criarlos y educarlos, los abandonas y te vas, y, Por tu parte, tendrén la suerte que el destino les depa- re, que ser, como es probable, la habitual de los huér- fanos durante la orfandad. Pues, 0 no se debe tener hijos, o hay que fatigarse para criarlos y educarlos. Me parece que ti eliges lo més cémodo. Se debe elegir Jo que elegiria un hombre bueno y decidido, sobre todo cuando se ha dicho durante toda la vida que se ocupa uno de la virtud. Asi que yo siento vergiienza, por ti y por nosotros tus amigos, de que parezca que todo este asunto tuyo se ha producido por cierta cobardia nues- tra: la instruccién del proceso para el tribunal, siendo posible evitar el proceso, el mismo desarrollo del juicio tal como sucedié, y finalmente esto, como desenlace ridiculo del asunto, y que parezca que nosotros nos hemos quedado al margen de la cuestién por incapaci- dad y cobardia, asi como que no te hemos salvado ni td te has salvado a ti mismo, cuando era realizable y posible, por pequefia que fuera nuestra ayuda. Pero toma una decisién; por mas que ni siquiera es ésta la hora de decidir, sino la de tenerlo decidido. No hay ® Véase la Introduccion, pag. 190, nota 2. a e » ) ) 2 2 2 a) 8 3 o “yy 2 2 2 3 IYI III POS CS eae SSS SG SIS GIIGY 198 DIALOGOS més que una decisién; en efecto, la proxima noche tiene que estar todo realizado. Si esperamos més, ya no es posible ni realizable. En todo caso, déjate per- suadir y no obres de otro modo. Soc. — Querido Critén, tu buena voluntad seria muy de estimar, si le acompafiara algo de rectitud; si no, cuanto més intensa, tanto mds penosa. As{ pues, es ne- cesario que reflexionemos si esto debe hacerse o no. Porque yo, no sélo ahora sino siempre, soy de condi- cién_de“no prestar atencién a ninguna otra cosa que al tazonamiento que, al reflexionar, me parece el mejor. , Los argumentos que yo he dicho en tiempo anterior no los puedo desmentir ahora porque me ha tocado esta suerte, mas bien me parecen ahora, en conjunto, de igual valor y respeto, y doy mucha importancia a los mis- mos argumentos de antes. Si no somas capaces de decir nada mejor en el momento presente, sabe bien que no voy a estar de acuerdo contigo, ni aunque la fuerza de la mayorfa nos asuste como a nifios con més espantajos que los de ahora en que nos envia prisiones, muertes y privaciones de bienes. ¢Cémo podrfamos exa- minar eso més adecuadamente? Veamos, por lo pronto, si recogemos Ia idea que ti expresabas acerca de las opiniones de los hombres, a_saber, si hemos tenido razén o no al decir siempre que deben tenerse en cuen- ta unas opiniones y otras no. 20 es que antes de que yo debiera morir estaba bien dicho, y en cambio ahora es evidente que lo decfamos sin fundamento, por necesi- dad de la expresién, pero sélo era un juego infantil y pura charlatanerfa? Yo deseo, Critén, examinar conti- go sf esta idea me parece diferente en algo, cuando me encuent en esta situacién, o me parece la misma, y, segin el caso, si la vamos a abandonar o Ja vamos a sogitit. Segén creo, Ins hombres cuyo juicio tiene inte- rs diven siempre, como yo decia ahora, que entre las opiniones que los hombres manifiestan deben estimar- cRITON 199 se mucho algunas y otras no, Por los dioses, Critén, no te parece que esto est4 bien dicho? En efecto, ti, en la medida de la previsién humana, ests libre de ir morir maiiana, y la presente desgracia no va a extraviar 474 tu juicio. Examinalo, gNo te parece que est4 bien decir que no se deben estimar todas las opiniones de los hombres, sino unas sf y otras no, y las de unos hom- bres sf y las de otros no? gQué dices tii? No est4 bien decir esto? Cart.— Esté bien, Séc.— Se deben estimar Jas valiosas y no estimar las malas? Cer. —Si. Séc.— ¢Son valiosas las opiniones de los hombres juiciosos, y malas Ias de los hombres de poco juicio? Cam, — gCémo no? Séc.— Veamos en qué sentido decfamos tales cosas. Un hombre que se dedica a la gimnasia, al ejercitarla tiene en cuenta Ia alabanza, la censura y la opinién de cualquier persona, o la de una sola persona, la det médico 0 el entrenador? Crit. —La de una sola persona. ‘Stc.—Luego debe temer las censuras y recibir con agrado los clogios de aquella sola persona, no los de la mayoria. Crit. — Es evidente. ‘Séc.—Asf pues, ha de obrar, ejercitarse, comer y heber segin la opinién de ése solo, del que esta a su cargo y entiende, y no segin la de todas los otros juntos. Crt. — Asi es. ien. Pero si no hace caso a ese solo hombre su opinién y sus elogios, y, en cambio, estima las palabras de la mayorfa, que nada entiende, es que no sufrira algtin dafio? Crit. ¢Cémo no? 200 DLALOGOS Soc. — 2Qué dato es este, hacia dénde tiende y a qué parte del que no hace caso? Cart.—Es evidente que al cuerpo; en efecto, lo arruina, Sc, — Est bien. Lo mismo pasa con las otras cosas, Critén, a fin de no repasarlas todas. También respecto a Io justo y lo injusto, lo feo y le bello, Jo bueno y lo malo, sobre lo que ahora trata nuestra deliberacién, dacaso debemos nosotros seguir la opinién de la a Sia temerla, 0 la de-uao slo que eatienda al To hay, al cual hay que respetar y temer més que a todos los otros juntos? Si no seguimos a éste, dafiaremos y mal- trataremos aquello que se mejora con lo justo y se des- truye can lo injusto. ¢No es asf esto? Cart, — Asi lo pienso, Sécrates. ‘Séc.—Bien, si lo que se hace mejor por medio de Jo sano y se dafia por medio de lo enfermo, lo arrui- namos por hacer caso a la opinién de los que no entien- den, gacaso podriamos vivir al estar eso arruinado? ¢ Se trata del cuerpo, zno es asi? Cur, — Si. ‘Séc.—¢Acaso podemos vivir con un cuerpo mise- rable y arruinado? Carr. —De ningin modo. Sdc.— Pero zpodemos vivir, acaso, estando dafiado aquello con lo que se arruina lo injusto y se ayuda a lo justo? ¢Consideramos que es _de menos yalor que el 482 cuerpo la parte de nosotros, sea la que fuere, en cuyo cnlomio.saién. la injusticia y le-usilcle? —De ningin modo. ¢Ciertamente es més estimable? —Mucho mas. Luego, querido amigo, no_debemos preocu- amos mucho de lo que nos vaya a decir la mayoria, sino de lo que diga el que entiende sobre las i tas_¢ injustas, aunque sea uno sdlo, y de lo que la cuazaN 201 verdad misma diga. Asi que, en primer término, no fue acertada tu propuesta de que debemos preocuparnus de la opinién de la mayoria acerca de Io justo, lo bello y lo bueno y sus contrarios. Pero podria decir alguien que los més son capaces de condenarnos a muerte. Curt.—Es evidente que podria deciclo, Socrates. b Séc.— Tienes razén, Pero, mi“buen amigo, este raze namiento que hemos recorrido de cabo a cabo me pa- rece @ mi que es atin el mismo de siempre, Examina, adems, si también permanece firme aiin, para nosotros, considerar lo mas importante el vivir, sino ¢ vivir bicn. ‘Car. — Si permanece. ‘S0c.—gLa idea de que vivir bien, vivir hontuda- mente y vivir justamente son el mismo concepto, pei~ manece, 0 no permanece? Cart. — Permanece. ‘Séc.—Entonces, a partir de lo acordado hay que examinar si es justo, 0 no lo es, el que yo intente 9Be Permanece , Que me gustaria mucho escuchértelo. Pues ninguno de los ciudadanos de Fliunte, por ahora, va‘ de viaje a Atenas, ni ha legado » de allf ningtin extranjero que nos pudiera dar noticias cla- ras acerca de esos hechos, de no ser que él murié después <” de haber bebido el veneno. De lo~demas no hubo quien nos contara nada. Fep. — {Ni siquiera, pues, estdis informados sobre el ste juicio, de qué manera se desarroll6? Equ. — Si, de eso nos informé alguno, y nos queda- mos sorprendidos de que se celebrara con tanta anticipa- cién y que él muriera mucho més tarde. ;Por qué pasé eso, Fedén? Fep, — Tuvo una cierta suerte, Equécrates. Acontecié, ues, que la vispera del juicio quedé coronada la popa de la nave que los atenienses envian a Delos. Equ. — iY qué nave es ésa? Fen. — Esa ¢s la nave, segin cuentan los atenienses, en la que zarpé Teseo antafto hacia Creta Uevando a los famosos «dos veces siete», y los salvé y se salvé a si mismo ®, Asi que le hicieron a Apolo la promesa entonces, 2 La traduccién no recoge bien ef matiz del texto kal pbs exeleito; ‘que emplea el pretrito imperfecto y ese verbo, que propiamente significa cacabar, como un certo eufemismo, para indicar que lo que le interesa ‘4 Equéerates no es el hecho en sl, sino los pormenores y la conducta de Socrates ato argo de su encuentro con la muerte: «jCémo se enfren- ~ tuba a su fin?», Poco despuds repite, en SBe, con terminos més precisos 4a pregunta, El hecho en {es sabido, pero las circunstancias, los gestos yy las palabras son lo importante. Recuésdese que para los antiguos esa ‘ctitud final era muy indicativa de la grandeza moral del personaje ex cuestién. > EI mito refiere que el poderoso Minos, rey de Creta, obligaba a oO« KK KIOGCCOOGSTOSO KOK CELL 29S Dad ADDIAMYIYIY) CRU RORU EO ROZOLOLOLOLOROLOTOTS 26 piAtocos segtin se refiere, de que, si se salvaban, cada afo llevarfan una procesién a Delos. Y ta envian, en efecto, continua. mente, afio tras alo, hasta ahora, en honor al dios, De modo que, en cuanto comienzan la ceremonia, tienen por ley purificar la ciudad durante todo ese tiempo y no matar & nadie oficialmente hasta que la nave arribe a Delos y de nuevo regrese de alli. Algunas veces, eso se demora mu cho tiempo, cuando encuentran vientos que la retienen, «El comienzo dela procesién es cuando’ el sacerdote de Apolo corona la popa de la nave. Eso ocurtié casualmen. ‘e, como digo, la vispera de celebrarse el juicio. Por eso, +} justamente, fue mucho el tiempo que estuvo Séctates en la cdrcel, el que hubo entre el juicio y su muerte. Eau. — z¥ qué de las circunstancias de su muerte, Fe- dén? 2Qué fue lo que se dijo y lo que se hizo, y quiénes Jos que estuvieron » su lado de sus amigos intimnos? 20 Ro permitieron los magistrados que estuvieran presentes, ¥ murié abandonado de sus amigos? los atenienses a enviar cada nueve aftos en una nave'a siele muchachos ¥ siete muchachas para ser devorados por ef ionstrto del Laberinto, ¥ que Teseo, el hijo det rey Egeo, logré, al fin, acabar‘con tan feroz {ributo dando muerte al Minotauro, con la ayuda de Ariadna (véase Pui. TaRco, Teseo 15 ss.). La peregrinacién (¢hedria) anual a Delos es una rememoracién ritual del mito, Puede, quizds, resutar irénco que la cin. dad cuide de «purificarse» mediante tales ritos, mientras ha condenado & muerte a un hombre como Sécrates. También éste se ha culdado de “purificar su vida», La alusién al mito contiene, pues, ciertas connote. clones sugestivas, ya que también Sécrates se considera un servidor de Apolo (en 60b, 6le y 85b). La relacién mds intima entre ese viaje salva. dor de Tesea, al frente de los catorce jévenes, y el coloquio de Séerates con sus amigos —de los que se nombra a catorce—, tal como sugisié K, Dorter, nos parece forear en exceso Ia alusién. Que rhedrie signifique, fanto «viajen y aperegrinaciénn como «teorian y «contemplaciénn, es [robablemente mds sugerente para nosotros que para un hablante gricgo. FEDON 27 Fep. — No, de ningiin modo, a su lado, y muchos incluso. Equ. — Esfulrzate en relatamos todo eso lo mas preci- samente posible, tiempo. Tep. — Bueno, tengo un rato libre, ¢ intentaré haceros el relato. Porque el evocar el recuerdo de Sécrates, sea hablando o escuchando a otro, es para milo més agradable. Eau. —En tal caso, Fedén, tienes en quienes van a escucharte a otros semejantes. Asi que intenta contarlo to- do lo més detalladamente que puedas, + Feo. — Pues bien, » sino que tuvo a algunos ¢ de no ser que tengas algun apremio de = ON Yo tuve una asombrosa experiencia ¢ al encontrarme alli. Pues no me inumdaba un sentimiento Ge compasién como a quien asiste a la muerte de tn amigo Lintimo, ya que se le vela un homibre feli Equécrates, tan- £0 por su comportamiento como por sus palabras, con tan. {2 serenidad y tanta nobleza murié. De manera que me arecié que, al marchar al Hades, no.se iba sin un destino divino *, y que, ademés, al Tlegar allf, gozaria de dicha como nunca ningin otro. Por eso, pues, no me entraba, se €n absoluto, compasién, como pareceria ser natural en quien asiste a un acontecimiento fiinebre; pero tampoco placer como cuarido nosotros hablébamos de filosofia como te- nlamos por costumbre —porque, en efecto, los coloquios eran de ese género—, sino que simplemente tenia en mi “caso I dilscién, que antes se consideré como «una cierta suerten (chet, puede ser vista como «un destino divino» (hela mote). La FrPresion theta mofo, que aparece otras veces en Platén (ef. Prot, 3225, fet 280, Avot 33c, Carta VIT 3266) alude al cloten asignado por {a divinidad & alguien, o bien a la cintervencién divinan en les araneen humanos. La expresin va perdiendo fuerza, y ya en Platén (Rep. $923) fc habla de una suerte divina» (ihefa tyehE). Es de notar céme Platée acentti la teligiosidad de la muerte de Sdcrates, al que la ciudad de Ate. ‘nas ha condenado por implo, 28 piALocos un sentimiento extraio, como una cierta mezcla en la que hubiera una combinacién de placer y, a la vez, de pesar *, al reflexionar en que él estaba a punto de morir. ¥ todos los presentes nos encontrébamos en una disposicién pare- cida, a ratos riendo, a veces Horando, y de manera desta- cada uno de nosotros, Apolodoro —que ya conoces, sin duda, al hombre y su cardcter. Equ. — Pues icémo no? Fep. — El, desde luego, estaba por completo en tal es- tado de dnimo, y yo mismo estaba perturbado como los demés. EQu. — sQuiénes eran, Fedén, los alli presentes? Fep. — De los del pais estaba ese Apolodoro, y Crito- bulo y su padre, y ademas Hermégenes, Epigenes, Esqui- nes y Antistenes. También estaba Ctesipo el de Peania, y Menéxeno y algunos més de sus paisanos. Platén estaba enfermo, creo * Bn esa ucierta mezcla... combinacién de placer y gla vez de pesarn, ‘flora un tema crucial del didlogo: la existencia y cruce de los contrarios. Pero no ereemos que aqui tenga otra funcién que la representacién de se estado ambiguo sentimental que testimonia Fedén. * «1 * Bnire los prescates eatdn algunos de los més conocidos discipulos ‘como el apasionado Apolodoro, mencionado en ¢} Banguete y ¢a la Apo- (ogia (34a), Esquines wel soctiticow, y Antistenes, ol fundador de Ja es- cuela cinica, Epigenes es umbién un adepto de Sécrates (ef. JENOFONTE, ‘Mem, TIL 12), y Hermégenes, hermano det rico Calia, hijo de Hipdnico, €s uno de los dialogantes del Cratilo, Ctesipo esti mencionado en el Euti- demo y en ¢! Liss. Critéa, compantero de demo y casi de la tisma edad ‘que Sécrates, es el personaje que conocemos por el didlogo de su nom ‘bre, Esta acompanado por su hijo, el bello Critobulo (que reaparece en 1 Banguete de Jenofonte). Menéxeno es el joven que da su nombre a ‘otro didlogo platdnico.— Platén se cita a sf mismo tres veces en los Dié- logos. Dos en ta Apologia (34a, 38), para resaltar su presencia en el jvicio, y éta, para sefalar su ausencia en el momento de la muerte de ‘Socrates. FEDON 29 Equ. — {Estaban algunos forasteros? Fep. — Si, Simmias el de Tebas, y Cebes y Fedondas; « y de Mégara, Euclides y Terpsién, Equ. — ;Qué més? ;Estuvieron Aristipo y Cleémbro- to? Fep, — No, ciertamente. Se decia que estaban en Egina. Eu. — ;Algin otro estaba presente? FED, — Creo que éstos fueron, was 0 menos, los que alli estaban. Equ.— {Qué mas? Cudles dices que fueron los coloquios? Fep. — Yo voy a intentar contértelo toda desde el co- mienzo. Ya de un modo continuo también en los dias ante- ¢ riores acostumbrébamos, tanto los demés como yo, a acu- dir a visitar a Sdcrates, reuniéndonos al amanecer en la sala de tribunales donde tuvo lugar el juicio. Porque esta préxima a la cércel. Alli aguardabamos cada dia hasta que se abria la puerta de la cércel, conversando unos con otros, ” Cebes y Simmias proceden de Tebas, del grupo de discipulos del pitagérico Filolao. De Fedondas y de Terpsién no se sabe nada mids. De Euclides de Mégara (que vivi6 entre 450 y 380) sabemos algo mas, por To que nos cuenta DidouNas LAEKCIO (en I 106) y algunas otras cits antiguas, Fundé su propia escuela en Mégara, y cultivé especial- mente la dialéctica y una teorfa metafisica de corte’ parmenideo. Junto con Antistenes, y con el ausente Aristipo, es uno de los miembros desta- ‘cados, ya de mediana edad y con una filosofia propia, entre los socrdti- ‘cos. Aristipo de Cirene, el hedonista, es un personaje muy interesante, con su doctrina sobre el placer como bien supremo, tan opuesia # la dde Antistenes 0 a la de Plain. Cleémbroto de Ambracia se suicidé, se- ‘gin una famosa anéedota, tras leer el Fedén, no sabemos si convencido de la inmortalidad de su alma o por el remordimiento de haber faltado 2 tan hermoso coloquio.— Para més datos sobre estos personajes, en ‘especial sobre Esquines, Antistenes y Aristipo, remito a W. C. K. Gu- ‘Tune, A History of Greek Philosophy, \W1, Cambridge, 1969, pags. 389 y sigs. KOXOMOOOO: 5 5 4 2 LOO tt ADDIE ,GIIII s4YUSU Re eee a ae 30 | piktocos Porque no estabg abierta muy de mafiana. Y en cuanto se abria, entrébamos a hacer compafiia a Sécrates y con 41 pasdbamos la mayor parte del dia, Pero en aquella ocasién nos habfamos congregado ain «ms temprano. Porque la vispera, cuando saliamos de la carcel al anochecer, nos enteramos de que la nave de Delos habia regresado. Asi que nos dimos aviso unos a otros de acudir lo antes posible al lugar acostumbrado. Y legamos ¥, saliéndonos al encuentro ef portero que solia atender- Nos, nos dijo que esperéramos y no nos presentésemos an- tes de que & nos lo indicara. Es que los Once * —dijo— desatan (de los grilletes) a Sécrates y le comunican que hoy morird, En fin, no tardé mucho rato en volver y nos invité ‘o a entrar. Al entrar, en efecto, encontramos a Sécrates re. cién desencadenado, y a Jantipa —que ya conoces— que Hevaba en brazosia su hijito y estaba sentada a su lado. ‘Conque, en cuanto nos vio Jantipa, se pusu a gritar, como. acostumbran a hacer las mujeres: —iAy, Sécrates, por iltima vez te hablardn tus amigos ytéacdllos! | Al punto Sécrates, dirigiendo una mirada a Critén le dijo: | : —Critén, que|alguien se la Ileve a casa ?. | | * Los Once son los magitrados que tienen a su cvidedo Ins prisiones ¥ ¢l cumplimiento de Jas penas impuestas en ellas, de acuerdo eon le FEDON 33, mi vida pasada, creia que el suefio me exhortaba y anima- ba a lo que precisamente yo hacia, como los que animan sw alos corredores, y a mi también el suefio me animaba a eso que yo practicaba, hacer miisica, en la conviccién de que la filosofia era la mas alta misica, y que yo la practicaba. Pero ahora, después de que tuvo lugar el juicio y la fiesta -* del dios retardé mi muerte, me parecié que era preciso, or si acaso el suefio me ordenaba.repetidamente compo- her esa misica popular, no desobedecerlo, sino hacerla. Pues era mds seguro no partir antes de haberme purificado componiendo poemas y obedeciendo al suedlo. Asi que, en » Primer lugar, lo hice en honor del dios del que era la fies- * 2 2 3 2 tO CLM ta, Pero después del himno al dios, reflexionando que e! pocta debia, si es que queria ser poeta, componer mitos y no razonamientos '*, y que yo no era diestro en mitolo- sia, por esa razén pensé en los mitos que tenia a mano, aa y me sabia los de Esopo; de és0s hice poesia con los prime- m Tos que me topé '**. Explicale, pues, esto a Eveno, Ce- vs bes, y que le vaya bien, y dile que, si es sensato, me siga lo = antes posible. Me marcho hoy, segiin parece. Pues lo orde- « nan los atenienses. : Entonces Simmias dijo: ™ poiein myihous, all’ ou kigous. En csta época, tras los sofistas, Ia posicién entre mfthos y Jogos se hace corriente, y lo es en Platdn. Es Pero no es tan tajante como pudiera parecer; aqui unas lineas separan la designacién de las fabulas como /dgous, a la de mythous, Ese tipo Pe de relatos, tradicionales ¢ inverosimiles, pero logicos, podian ser designa- = dos con ambos términos. Y con el més propio y estricto de alnos. NH No es raro que Sécrates, como casi todos los atenienses de su Wempo, como vemos por los personajes de Aristéfanes, se supicra de . ‘memoria muchas fébulas esépicas. En cuanto a ponerlas en verso, no ra ésa un prictica inusual, a lo que vemos por algunas citas, y suponia 7 ‘un recurso fécil para componer unos poemillas para quien, como Sécra- : ‘tes, no poseia una inspiracién nj un temperamento lirico notables. ‘ 9-3 34 | piALooos FED6N 35> —iVaya un consejo ese que le das, Sécrates, a Eveno! Suponemos que es. ;Pues qué otra cosa podria hacer uno Muchas veces ya'me he encontrado con el hombre, Desde enel tiempo que queda hasta fa puesta del sol? uego que por Io que yo he captado de él no te obedeceré ~2Con qué fandamento, pues, afirman que no es Ifci- de buen grado de ningiin modo. tg muatarse a s{ mismo, Séerates? Pues yo, justo lo que —1Cémo? —dijo &— {No es filésofo Eveno? (i decias hace un momento, ya se lo habia ofdo a Filolas, —Me parece que si —contesté Simmias, cuando convivia con nosotros, y también otras veces a al. —Pues entonces Eveno estard dispuesto, Bunos otros, que no se debe hacer es0. Pero nada preciso otro que participe de esta profesién. Sin e1 he escuchado nunca acerca de esos asunt blemente no se hard violencia. Pues afirm: ~Bueno, hay que tener confianza —di to. Y, vez enseguida vas a oftlo. Quizd, sin embargo, te parecerd extrafio que este asunto frente a todos los dems sea sim- ple, y que nunca le ocurra al hombre, como sucede con {os demés seres, que se encuentre en ocasiones en que tam, bién a le sea mejor estar muerto que vivir, yen los cases $ 3 i > > > como cualquier 3 mbargo, proba- an qute no es lici- > al tiempo que decia esto, bajaba’sus piemas al > a suelo, y senténdose asi sostuvo ya el resto del didlogo, 5 Le pregunté entonces Cebes: v 7 a > ? i; 3 } 3 > > ? > ) > ) > ) —. Pues tal con Serer —iComo dices eso, Sdcrates, de que no ¢s licito hacer. I} 40 se violencia a s{ mismo, Pero que estar dispuesto el filds tard dispuesto el filésc fo a acompafiac_al que muere? én que le es mejor estar muerto, quiz te parezca extrafio —iCémo, Cebes? {No habéis ofdo ti y Simmias ha. ‘que a esos hombres les sea impfo darse muerte a sf mis... | blar de tales temas, habiendo estudiado con Filolag? | mos, sino que deban agnardar a otro benefactor, —Nada preciso, Sdcrates Entonces Cebes, sonriendo ligeramente, dijo expresin- —Claro que yo hablo también de ofdas sobre esas co- dose en su dialecto: —iSépalo Zeus! ”. ~Pues si que puede parecer —dijo Sécrates— que asi » ¢s absurdo. Pero no lo es, sino que, probablemente, tiene tuna explicacién. El dicho que sobre esto se declara en los : misterios , de que los humanos estamos en una especie 5 Filolto de Crotona, flésofo pitagérico que; tras In expulsion de Se Fe que los hun 10S en pec sas, Pero lo que he ofdo no tengo ningiin reparo en decirlo. Ademés, tal vez es de lo més conveniente para auien va a emigrar hacia alli ponerse a examinar y a rela- tar mitos '* acerca del viaje hacia ese lugar, de qué clase Ja secta del S. de Italia, habja fundado una escuela en Tebas, Creare, el viaje al Hades le parece a S cuenta, en De Orat, INf 139, que fue el maestro de Arquitas de Tarento, Diéonwes Laexcto, Bo it Traducir mythologein, que ya extd en Homero con el semiio toma la noticia del erudito Sttiro, dice en IT 4c scontar, enatrar, por wteatarmitosn es, quads, um tanto enti 9— que Platén habia comprado, por cien mings, tres libros suyos de Desde lego, emitom no tene aqu ninguna connelacién peyoratives oy doctrines pitagéricas, y que se sirvié de ellos para componer el Timeo, $ Ficcién, sino srelato tradicionaly, Se nos han conservado varios fragmentos de sus obras; pero In atribuelig © Cebes {em muchos casos, dudosa. Véase M. Trepanano-CaxDon, Pitagore Testimonianze ¢ Frammenti, 11, Florencia, 1962. En todo caso, respecte 11 fema del alma, ni Simmias ni Cebes le habian ofdo nada preciso (xmphA), '“ «Examinar y refetir relatos» (disskopetn kal mythologetn) acerca (3 36 idLocos ( z 4f) || deGisiGny que no debe uno Hberere asi mismo ni esa: We ar d€ ésta, me parece un aserto solemne y dificil de com- prender. No obstante, me parece que, a mi al menos, Ce- bes, que no dice sino bien esto: que los dioses son las que cuidan de nosotros y que nosotros, los humanos, somos tuna posesién de los dioses. 0 no te parece a ti asi? —Asi pues —dijo él—, también ti si alguno de los seres de tu propiedad se dicra muerte a si mismo, sin ha- berlo indicado ti que deseas que esté muerto, te irritarias con él, y, si pudieras darle algiin castigo, se lo solcaras como pena? —Desde luego —dijo. —Tal vez, entonces, desde ese punto de vista, no es absurdo que uno no deba darse muerte a si mismo, hasta que el dios no envie una ocasién forzosa, como ésta que ahora se nos presenta !?, —Bien —dijo Cebes—, eso si parece razonable. Sinem- argo, lo que decias hace un momento, lo de que los fild- I a 4 sofos facilmente querrian morir, es0 me parece absurdo, Socrates, si €F Que esti bieil razonado lo que deciamos ha- - ce un momento: que la divinidad es quien se cuida de no- sotros y nosotros somos posestones de ésta. Porque el que no se irriten los mds sensatos de dejar esa situaciOn de servicio, en la que les dirigen quienes sop los mejores diri gentes que existen, los dioses, no tiene explicasién. Pued, (Ger ln ampla nota ad loc. de C. Booess Lax, Plat, Fedén, Bueaos Aires, 1971, pigs. 97-100).— Traduzco phrourd por eprisién», ya que indica un lugar viglado; en el Crdtilo se usa el término desmBtérion ecdscebs. © Sobre la consideracién flaséfica del suicidio, desde Plaséa a los ‘csuoasoe, pease verse d capeiabs de JM. Risr, en Stoic Philosaphy, Cambndge, 1969, pigs. 233-255. FEDON 7 sin duda, nadie cree que él se cuidard mejor por si mismo, al quedarse en libertad. Sélo un individuo necio se apresu- raria a creer que debe escapar de su amo, y no reflexiona- ¢ ria que no conviene, por cierto, escapar del bien, sino per- manecer en é] lo mas posible, y por ello escaparia irreflexi- vamente. Pero el que tenga inteligencia deseard siempre, sin duda, estar junto alo que es mejor que él mismo. Asi que, Sécrates, con esto resulta que es légico lo contrario de lo que hace poco deciamos, que es natural que los sen- satos se irriten al morir, y que los necios se alegren de ello. Entonces, me parecié que Sécrates, al escucharlo, se regocijé con la objecién de Cebes, y, mirando hacia noso- tros, dijo: —De continuo, ciertamente, Cebes va a la rebusca de wie algunos argumentos y no esté dispuesto por las buenas a dejarse convencer con lo que uno le diga. Entonces dijo Simmias: —Pero me parece, Sécrates, también a m{ que, por lo menos ahora, Cebes dice algo cierto. Pues ,con qué inten- cién tratarfan de escapar hombres, de verdad sabios, de uunos duetios mejores que ellos mismos y querrian apartar- se sin més de éstos? Y me parece que Cebes apunta a ti su razonamiento, porque ti tan facilmente soportas el aban- donarnos a nosotros y a unos buenos gobernantes, segin {ti mismo reconoces, los dioses. —Es justo lo que decis —dijo—. Pues creo que voso- » tros decis que me es preciso defenderme * contra ese re- Proche como delante de un tribunal. Desde luego que si —dijo Cebes. —iVamos, pues! —dijo él—. Trataré de hacer mi apo- logia ante vosotros mds persuasivamente que ante los jue- powgtamia «aacer 1 defenses 0 spronunciar mi apologia», ELLA CL AC HO NOKDE YY EY OE VI IYI IIS II II I UY 38 DrALocos ces. En efecto, yo —dijo—, Simmias y Cebes, si no creye- Fa que voy a presentarme, en primer lugar, ante otros dio- ses sabios y buenos, y, luego, ante personas ya fallecidas mejores que las de acd, cometeria una injusticia no irritdn- dome de mi muerte. Pero sabed bien ahora que espero « Hegar junto a hombres buenos, y eso no lo aseguraria del todo; pero que legaré junto a los dioses, amos muy exce- lentes, sabed bien que yo lo afirmaria por encima de cual- quier otra cosa. De modo que por eso no me irrito en tal manera, sino que estoy bien esperanzado de que hay “ algo para los muertos y que es, como se dice desde anti- 2u0, mucho mejor para Ios buenos que para los malos, —1Cémo, Sécrates? —dijo Simmias—. z ti guardén. dote esa idea en tu mente vas a marcharte, o nos Ia puedes comunicar también a nosotros? Porque me parece a mi que ése podria ser un bien comtin, y a la vez te servird de apologia, si es que nos convences de lo que dices. —Bueno, lo intentaré —dijo—. Pero veamos primero aué es lo que aqui Critén pretende decimnos, me parece, desde hace un rato, —Qué otra cosa, Sécrates, va a ser —dijo Critén—, sino que hace rato que me dice el que va a darte el veneno que te advierta de que dialogues lo menos posible. Pues dice que los que hablan se acaloran més y que eso no es « nada conveniente para administrar el veneno. En caso con- trario, algunas veces es forzoso que quienes hacen algo asi ! beban dos y hasta tres veces, ¥ le contesté Sécrates: —iEa, mndalo a paseo! Que se cuide sélo de su tarea, Para estar dispuesto a darmelo dos veces, si es preciso, y hasta tres, | —Bueno, algo asf sabia que dirfas —dijo Critén—. Pe- to me da la lata desde hace un rato, FEDON 39 ~Déjalo —dijo—. Ahora ya quiero daros a vosotros, nis iueces, la razén de por qué me resulta l6gico que un_ hombre que de verdad ha dedicado su vida a la filo en trance de morir tenga valor y esté bien ecperanzado de eu Que allé va a obtener los mayores bienes, una vez que mue- recipe este eS explicéroslo, Porque corren el riesgo cuantos. rectamente se dedican a la filosofia de que les pase inadvertido a los demas que ellos no se cuidan de ninguna otra cosa, sino de morit y de estar muertos. Ast que, si eso es verdad, sin duda resul. tarfa absurdo empefiarse durante toda la vida en nada més Que eso, y, Hegando el momento, que se irritaran de lo Que desde mucho antes pretendian y se ocupaban, Entonces Simmias se eché a reir y dijo: —IPor Zeus, Sécrates, que, aunque no estaba ahora » con ganas de reirme, me has hecho refrt Creo, desde Iue~ 20, que a la gente, de oirte decir eso mismo, le habria Parecido que est4 muy bien dicho respecto a los fildsofos —Y que recibiria la aprobacién de nuestros compatriotas completamente *"— que los que filosofan andan moribun- dos, y tampoco se les escapa a ellos que son dignos de sufrir tal muerte, ~Y dirfan ta verdad, Simmias, con excepcién de que a ellos no Jes pasa inadvertido, Pues les pasa inadvertido en qué sentido andan moribundos y en qué sentido son dignos de muerte y de qué tipo de muerte quienes son ver- daderamente filésofos. Conversemos, pues —dijo—, entre > Los tebanos compatriotas de Simmias y Cebes tenlan fama de de- Gicarse mds a tos placeres det cuerpo que a los del espiritu, como Ia mayoria de los beocios, considerados por los atenienses como groseros Y zafios, @ ovo nosotros s6lo, mandandolos a los demés a paseo. {Consi- deramos que la muerte ¢s algo? —Y mucho —dijo Simmias contestando. —iAcaso es otra cosa que la separacién del_alma del cuerpo? ;Y el estar muerto es esta: que el cuerpo esté “ol en si mismo, separado def alma, y el alma se quede sola eit si misma separada de cuerpo? ,Acaso la muerte a : no ¢s otra cosa sino e: No, sino cso —dijo. i —Examina ahora, amigo, si compartes mi opinién en alo siguiente. Pues con eso creo que sabremos mas de la cuestién que estudiamos. {Te parece a ti que es propio de un fildsofo andar dedicado a los que aman placeres, tales como los propios de comidas y de bebidas? —En absoluto, Sdcrates —dijo Simmias. —iQué de los placeres del sexo? —En ningin modo. aa qpllagt ap fod somata apaamicao de ug) serd pronto considerada como una sliberacién» y una upurificcigay de és sus impedinentos (672-4). Tras la escsi6n de cuerpo y alma supone ya Pla- {on que ésta subsite ella en si misma». Pero, como han notado muchos comentaristas, mo s¢ nos da en todo el didlogo una definicién de lo que se entiende por psyché, un concepto bastante complejo..Et slma es lo ‘acional y lo espiritual en el hombre, su auténtico yo, frente al cuerpp, instrumento y receptorio de lo sensible. Pero el alma ¢s también el princi- pio de la vida, una nocién que viene desde muy airés, y‘que’permanece latente o expresa en la discusiéa. (Sobre la etimologia de-psyehe, cf. Crt ‘lo 3984-400b.) Los apetivos y deseos parecen aqui quedar asignados al cuerpo, y hay en todo el didlogo un fervor asctica singulat, Se da por firme la wnidad det alma —sin las dsquisciones sobre sus partes que encontramos en Rep. 4354-441 y Fedro 2468+, 25iee—, que a Plaiba te interesa subrayar, Sobre est amplitud del concepio de psyche en Pla- én, ver E. R. Dos, Las griegas y lo irracional, trad. esp. M. ARAIMO, Madrid, 1960, cap. VII, yT. M. Roamisox, Plato's Psychology, Toron- to, 1970, cap. 1. wea te FEDON @ LY qué hay respecto de los demas cuidados del cuer- po? {Te parece que tal persona los considera importantes? Por ejemplo, la adquisicién de mantos y calzados elegan- tes, y los demas embellecimientos del cuerpo, ite parece que los tiene en estima, o que los desprecia, en la medida en que no tiene una gran necesidad de ocuparse de ellos? « —A mi me parece que los desprecia —dijo—, por lo menos el que es de verdad filésofo. —Por lo tanto, jno te parece que, por entero —dij Ja ocupacién de tal individuo no se centra en el cuerpo, sino que, en cuanto puede, esta apartado de éste, y, en cambio, esté vuelto hacia el alma? —A mi si, as —iEs que no esta claro, desde un principio, que el fil ~ sofo libera su alma al maximo de la vinculacién con else cuerpo, muy a diferencia de los demas hombres? —Esté claro. i ~Y, por cierto, que les parece, Simmias, a los demas | hombres que quien no halla placer en tales cosas ni partici- | pa de ellas no tiene un vivir digno, sino que se ef en algo préximo al estar muerto el que nada se cuida de los placeres que estén unidos al cuerpo. —Muy verdad es lo que dices, desde luego. —iY qué hay respecto de la adquisicién misma de la sabidurfa? Bs el cuerpo un impedimento o no, si uno lo toma en la investigaci6n como compafero? Quiero decir, » por ejemplo, lo siguiente: jacaso garantizan alguna verdad Ia vista y el ofdo alos humanos, o sucede lo que incluso ® Este «incluso» indica la poca estima de Sdcrates-Platén hacia los Pocias como indagadores de la verdad. En este caso se uaia de algo tan obvio que «hasta» ellos lo advierten y repiten. Olimpicdoro peasaba que aqui aludia a Parménides y Empédocies; Burnet piensa en una refe- rencia a Epicanmo (fr. 249); Hackforth cree que se trata de una alusion, mds directa, a algiin texto que no conocemos. sa OO rot PVOGIGOQIGS GOGO QUGUUGS VESVOUVSEVYELS 42 piALOGos: los poetas nos repiten de continuo, que no ofmos nada Preciso ni lo vemos? Aunque, si estos sentidos del cuerpo No son exactos ni claros, mal Jo serdn los otros. Pues to- dos son inferiores a és0s. 40 no te lo parecen a ti? —Desde luego —dijo. : —tCuando, entonces —dijo él—, el alma aprehende la verdad? Porque cuando intenta examinar algo en compa- ‘fa del cuerpo, esta claro que entonces es engafiada por él. © —Dices verdad, —iNo es, pues, al reflexionar, més que en ningiin otro Momento, cuando se le hace evidente algo de lo real si. —Y reflexiona, sin duda, de manera dptima, cuando no la perturba ninguna de esas cosas, ni el ofdo ni la vista, ni dolor ni placer alguno, sino que élla se encuentra al maximo en s{ misma, mandando de paseo al cuerpo, y, se ni adherirse a él, tiende hacia lo existente. F- —Por lo tanto, ;también ahi el alma del filésofo des- ZA precia ai maximo el cuerpo y escapa de éste, y busca estar ff {a solas en si ella misma? —Es evidente. —iQué hay ahora respecto de lo siguiente, Simmias? zAfirmamos que exiite algo justo en si o nada? —Lo afirmamos, desde luego, ipor Zeus! iY, a su ver, algo bello y bueno? : —iCémo no? * fi (6m nian ¢algo de las cosas enistente 0 etigo de fo enten, Un poco después vuelve a emplearse, en singular, ese mismo participio sustantivo del verbo «ser», y he traducide ordeal fod Gatos por stiende hacia to existenten, es decir, «hacia fo que esn (0 bien «aspire a leamrar 1a realidad, como traduce L. cil ride todas las cosas, de lo que cada una es. ;Acaso se con- FEDON 43 —iEs que ya has visto alguna de tales cosas con tus - ojos nunca? *, ~iPeto acaso los has percibido con algiin otro de los sentidos del cuerpo? Me refiero a todo eso, como el tama flo, la salud, la fuerza, y, en una palabra, ada realidad 2° templa por medio del cuerpo lo mas verdadero de éstas, © sucede det modo siguiente: que el que de nosotros se Prepara a pensar mejor y més exactamente cada cosa en| si de las que examina, éste llegaria lo més cerca posible del conocer cada una? ! —Asi es, en efecto, 4 ~Entonces, z1o hard del modo més puro quien en rig. maximo vaya con su pensamiento solo hacia cada cosa sin servirse de ninguna vision al reflexionar, ni arrastrand: ninguna otra percepcién de los sentides en st razonamiento| sino que, usando sélo de la inteligencia pura por s{ mismal intente atrapar cada objeto real puro, prescindiendo todd Jo posible de los ojos, los oidos y, en una palabra, det cuerpo entero, porque le confunde y no le deja al alma % Aqui comienzan las referencias a In «teorta de las ideas» que Pia} {én desarrolla en este ditlogo con més amplitud que en los anteriores Es interesante sefialar que estas ideas», que no pueden verse con tos ‘ojos del cuerpo, se designan mediante términos que proceden de la ralz de aver» (F)id-: tanto efdos como idéa proceden de ell ficado muy similar y es diffi! encontrar matices distintos entre uno y ‘otro. También morpht («forma» y ufiguran) aparece en Platén para in- dicar una «idea» 0 un atipo idealn, aunque ex menos propia para ello. (Cr. la amptia nota de D. Gartor en su comentario, Plato, Phaedo, Ox. ford, 1975, pags. 93-97.) 2% aRealidad» corresponde a ous/a, que no es apropiado trnducit por wesencian, Bien lo advierte Eooens Lax, Plaién.... en sus notas ad loc. @) orivooes adquirir la verdad y el saber cuando se le asocia? {No es ése, Simmias, més que ningin otro, el que alcanzard lo real? —iCudn extraordinariamente cierto —dijo Simmias— -€5 lo que’ dices, Sécrates! 4 —Por consiguiente es forzoso —dijo— que de todo eso se les produzca a los auténticamente filésofos una opinién tal, que se digan entre sf unas palabras de este estilo, poco més 0 menos: «Puede ser que alguna senda nos conduzca hasta el fin, junto con el razonamiento, en nuestra investi- gacién, en cuanto a que, en tanto tengamos ¢l.cuerpo y ‘nuestra alma ¢sté contaminada por la ruindad de éste, j lAfmamon s_desear lo que es verdad. Pues el cuerpo 00s procura mil preoeupaciones por la alimentacién necesaria;y, «ademds, si nos afligen algunas enfermedades, nos impide Ja caza de la verdad. Nos colma de amores y deseos, de miedos y de fantasmas de todo tipo, y de una enorme tri- vialidad, de modo que jcuan verdadero es el dicho de que en realidad con él no nos es posible meditar nunca nada! ) Porque, en efecto, guerras, revueltas y batallas ningin otro las origina sino el cuerpo y los deseos de éste, Pues a causa de la adquisicién de riquezas se originan todas la Buerras, y nos vemos forzados a adquirclas por el cuerpo, 4 siendo esclavos de sus cuidados. Por eso ho tenemos tiem- po libre para la filosofia, con todas esas casas suyas. Pero el colmo de todo es que, si nos queda algun tiempo libre ‘! de sus cuidados y nos dedicamos a observar algo, inmiscu- yéndose de nuevo en nuestras investigaciones nos causa al- boroto y confusién, y nos perturba de tal, mode que por. "4 no somos capaces de.c ! ie »Conque; én realidad, tenemos demostrado que, si al- ‘guna vez vamos a saber algo limpiamente, hay que sepa- Farse de él y hay que observar los objetos reales en si te aguello ee I|« SE FEDON 145 {con el alma por si misma. Y entonces, segin parece, ob- tendremos lo que deseamos y de lo que decimos que somos amantes, la sabiduria”, una vez que hayamos muerto, grin indica ‘nuestro razonamiento, pero no micauras vii Mos. Puss si no es posible por medio de! cuerpo conocer “nada limpiamente, una de dos: 0 no es posible adquirir nunca el saber, 0 s6lo muertos. Porque entonces el alma «1s estard consigo misma separada del cuerpo, pero antes no. Y mientras vivimos, como ahora, segiin parece, estaremos més cerca del saber en la medida en que no tratemos ni rnos asociemos con el cuerpo, a no ser en la estricta necesi- dad, y no nos contaminemos de la naturaleza suya, sino que nos purifiquemas de @, hasta que la divinidad misma nos libere. Y asi, cuando nos desprendamos de la insensa- tez del cuerpo, segin lo probable estaremos en comy de fo semejante y conoceremos por nosotros mismos todo » lo puro, que esa es segnramente lo verdadero. Pues al que Ro esté puro me temo_que no Ie es ligito captar lo puro.» Creo que algo semejante, Simmias, es necesario que se digan unos a otros y que mantengan tal creencia los que rectamente aman el saber. No te lo parece asi? —Del todo, Sécrates. —Por lo tanto —dijo Sécrates—, si eso es verdad, compafiero, hay una gtan esperanza, para quien llega adonde yo me encamino, de que alli de manera suficiente, més que en ningin otro lugar adquirird eso que nos ha procurado la mayor preocupacién en la vida pasada. Asi que el viaje que ahora me han ordenado hacer se pre- « senta con una buena esperanza, como para cualquier otro % «amantes de la sabiduria» es, en texto, erastal phrontseas, con luna evidente alusién a los filésofos (philot-sophias). Te x 2) 3 5 % 5 5 5 WY EY SSG SU OY “) DiALOGos hombre que considere que tiene preparada su inteligencia, como purificada, —Muy bien —dijo Simmias, 7 —iPero es que no viene a ser una purificacién’ eso, lo que desde antiguo se dice en la sentencia «el separar al maximo el alma del cuerpo» ** y el acostumbrarse ella @ recogerse y concentrarse en s{ misma fuera del cuerpo, y a habitar en lo posible, tanto en el tiempo presente como en el futuro, sola en sf misma, liberada del cuerpo como de unas cadenas? , —Desde luego, 4 —iPor tanto, eso es lo que se llama muerte, la separa. a cidn_y liberacién del alma del cuerpo? —Completamente —dijo —Y en liberarla, como decimos, se esfuerzan continua: mente y ante todo los filésofos de verdad, y ese empetio €s caracteristico de los fildsofos, la liberacién y Ia separa- ci6n del alma del cuerpo. 40 no? —Parece que sf. ~Por lo tanto, lo que decfamos en un comienzo: seria + ridiculo_un hombre que se dispusiera a s{ mismo durante su_vida_aestar_Jo_ms cerca posible del estar muerto y auibied tl sete, ¥ gue kerala See se irritara_de ello, Seg eee —Ridiculo, ~Cémo no? ~En realidad, por tanto —dijo—, los que de verdad (i, ” filosofan, Simmias, se ejercitan en morir, y el estar muer- tos es para estos individuos minimamente temible, Obsér. valo a partir de fo siguiente. Si estén, pues, enemistados * Seguin algunos comentarstas —Burnet, Bluck, Lorigux—, hay aqut (en pdlai.. en (61 1dg0i) una referencia a una dentencia érfica, Segin = Luce, Hackforth, Verdenius, Gallop—, Sécrates se reffere # To yn dicho antes: wen el didlogo de hace un rato: separar._.» Por completo con el en s{ misma, verse apartados de a enemistados? Cierto esposas, 0 sus hijos, marchar al Hades, vivir alld con Jos que afloraban, FEDON 47 cuerpo, y desean tener a su alma sola Cuando eso se les presenta, ino seria una enorme incoherencia adonde tienen esperan: da desearon amantem: que no marcharan gozosos hacia alli ste wa de alcanzar lo que durante su vi- lente —pues amaban el saber— y de quello con lo que convivian y estaban Que, al morir sus seres amados, 0 sus Muchos por propia decisién quisierén los por la esperanza de ver y con- 2Y, en cambio, cualquiera que ame de verdad la sabiduria ue haya albergado esa ; ‘lida en_ninguna_otre 19 ser_en el Hades, va-y : Trane dear oe te-deno_ser en el Hades, v ird alli goz0s0? Preciso es creer- Jo, al menos si de verdad, €l tendré en firme esa opinién: ‘conseguiré de modo ast, lo que justamente decta ha una enorme incoherencia que tal te? |, amigo mio, es filésofo. Pues que en ningtin otro lugar Duro la sabiduria sino alll. Si eso es ice uN momento, ino seria individuo temiera la muer- —En efecto, enorme, ipor Zeus! —dijo él, —Por lo tanto, eso seré un ti —dijo—, de que un hombre ir a morir, ése no es un fildsofo, Cuerpo. Y ese mismo serd seguramer las tiquezas y de tos © de ambas. —Desde Iuego —iAcaso, Simmi cialmente la Hamada posicién de dnimo? * Bn su juego de palat bra que Platén inventa), testimonio suficiente para @ quien veas iftitarse por sino algtin amigo del nte amigo también de honores ”*, sea de una de esas cosas —dijo—, es ast como ti dices. ias —dijo—, no se aplica muy espe- valentia a los que presentan esa dis- brats, opone phildsophos a philosmatos (pala- Y philockrématos a philétimos, 2 4B piALocos FEDON 49 3 leto, en efecto —dijo. i + —iQué pasa con los moderados de és0s? ;No les suce- 3 rate también la templanza, ¢ incluso eso de lo mismo: que son moderados por una cierta intempe- tee que la gente thn onan el no dejarse excitar por rancia? Y aunque decimos que eso es imposible, sin em- seeEd OD) los deseos, sino dominarlos moderada y ordenadamente, | * bargo les ocurre una experiencia semejante en lo que 4 jacaso no les conviene a estos solos, a quienes en grado respecta a su boba moderacién. Porque por temor de verse 5, extremo se despreocupan del cuerpo y viven dedicados a privados de otros placeres y por més que los desean, re- S sla filosofia? nuncian a unos dominados por otros. Aunque, si, aman 2 4 —Forzosamente —dijo. intemperancia al ser dominado poralos placeres, ino obs- 3 —Porque si quieres —dijo é— considerar Ja valentia tante les sucede que, al ser dominados por placeres, ellos 6% ) y templanza de los otros, te va a parecer que es absurda *. dominan otros placeres. Y eso es semejante a lo que se Ey —1Cémo dices, Sécrates? decia hace un instante: que en cierto modo, ellos se han 4 —1Sabes —dijo él— que todos los otros consideran la hecho moderados por su intemperancia. 5 ‘muerte uno de los grandes males? —Pues asi parece. 5 —Y mucho —dijo. ienaventurado Simmias, quizd no sea ése el cambio eae —iAsf que por miedo de mayores males los valientes correcto en cuanto a la virtud, que se truequen placeres =‘ | ie) de entre és0s afrontan la muerte, cuando la afrontan? por placeres y pesares por pesares y miedo por miedo, ma- 3 Asi cs. ‘yores por menores, comu miyuedas, siuv Yue sea S6lU uit 5 —Por lo tanto, por tener miedo y por temor son va Ja moneda valida, contra la cual se debe cambiar todo 5 lientes todos a excepcién de los fildsofos. Y, sin embargo, ‘0, la sabiduria 2, Y, quizd, comprandose y vendiéndose » S es absurdo que alguien sea valiente por temor y por todas las cosas por ella y con ella, existan de verdad la S cobardi _ valentia, la moderacién, la justicia, y, en conjunto, la ver- 2 «Desde Iuego que si. ; : dadera virtud, en compafia del saber, tanto si se ataden 0 ewtceaies avimals, si pial, na de como si se restan placeres, temores y las demas cosas de 3 Jt S0phrosyhp por wiemplanzan, coma 6s , 00, i 5 oe eee Beer et eae tal clase. Y si se apartan del saber y se truecan unas por 3 tambiée por «moderacién, acorduran, wsensatezs, © esabiduria moralyy = responde a un concepto esencial y en la ética griega, mucho més a que «templanza» en la nuestra. Conviene rememorar aqul el fr. 90 de Hexacurto: «Todas las cosas 7 ** Del valor y la templanza tratan dos didlogos socraticos, el Laques ‘se truecan por el fuego y el fuego con todas las cosas, tal como las mer- 7 4 el Cérmides,apaticos ambos. Las cuarg wiudgs fundamentaes © caderas por el oro et oro pot las mereaderas».— He traducido ereié 5 ‘ardinaes estin anlizadas en la Republica 427e-444e. Aqul a SScrates vor «vrtudn, a sabiendas de que el témmino griego indica un matiz com- Y te interesa resaltar que las verdaderas virtudcs s6lo las practica conscien- petitive de excelencia o superioridad, que no s da ya en «virtuds— = temente el sabio, mientras que los demés se auienen a meras apariencias Traduzco phrdngsis pir «sabidurtan, (Ya ha salido antes con ese valor; = ‘de tales virtudes, Una tesis que desarrollaran, hasta extremos paraddji asi, en 66¢, 688 y 68b.) Sc trata de una sabiduria moral y practica, no te 08 los estoicos, sélo tedrica y téeica, como la sophia. “ 9.4 . 59905965955559955939 wee SY ee EES GSS 50 i DIALOGos otras, temo que la virtud resultante no sea sino wn juego de sombras, y servil en realidad, y que no tenga nada sano ni verdadero. Acaso lo ‘verdadero, en realidad; sea una cierta Purificacién de todos esos sentimientos, y también'la mo- deracién y la justicia y la valentia, y que la misma sabidu- rla sea un rita purificador. Y puede ser que quienes nos instituyeron los cultos mis- téricos no sean individuos de ‘Poco mérito, sino que de ver- dad de manera cifrada se indique desde antafio-que quien Tega impuro y no iniciado al Hades yacerd en el fango, Pero que el que llega alli purificado e iniciado habitaré en compatifa de Tos dioses. Ahora bien, comiovdicen los de las iniciaciones, «muchos son los Portadores de tirso, 4 Pero pocos los bacantes» **. ¥ éstos son, en mi opinién, ‘Ne otros sino los que han filosofado rectamente, De todo ¢so no hay nada que yo, en lo posible, haya descuidado en mi vida, sino que por cualquier medio me esforeé en Negar a ser uno de ellos. Si me esforcé Tectamente y he conseguido algo, al llegar alli lo sabremos cl iramente, si dios quiere, dentro de un Poco segiin me'parece. Esto es; Pues, Simmias y Cebes, lo que yo digo en mi defensa, de cémo, al abandonaros a vosotros ya los amos de aqui, «no lo Hevo a mal ni me irrito, reflexionando en que tam- bién allf voy a encontrar no menos que aqui buenos amos y compafieros. [A la gente le produce incredulidad el te- ma.) ™. Asi que, sien algo soy mds convincente en rift » ‘Sentencia érfien. Ya Burnet, comentando el texto, con sv alusién Jos orpheotetestat, ls iniciadores en los misterios érfios, bien conoct- dos en Atenas, remitia al pasaje semejante de Rep. 11 364e ss. La frase Diblica semejante es In que encontramor en S, MATEO, 22. chos son lor llamados, mas pocos lot excogidos.» ~~ %™ Prase considerada espuria por Burnet y casi todos los comentars- tas, Ex superflua y repite otra un poco posterior. Fepdx 5 defensa ante vosotros Hla satisfecho, © _ Después que Sécrates hubo dicho esto, tomé Ja palabra Cebes y dijo: —Sécrates, en lo dems a mi me Parece que dices bien, ‘ ay) Pero. lo que dices acerca del alma les produce a la gente 100 \,%w /| mucha desconfianza en que, una vez qué separada / “ta | del cuerpo. ye peer sn Vez que queda separa cuerpo, ya no. Dingtin.Ingar, sino que en aquel que ante los jueces atenienses, esta- Amo dia en.que.el_hombre.muere.se-destruya y se disuel- 3 er apenas se separe del cuerpo, y saliendé de él cottio fe exhalado © humo se vaya disgregando, voladora, y Gue ya no exista en ninguna parte. Porque, si en efecto, existlra ella en s{ misma, concentrada en algsin lugar y apartada de esos males que hace un momento tt relatabas, habria una inmesa y bella esperanza, Sécrates, de que sea 6 verdad lo que, tt-dices. Pero eso, tal vez, requiere de no pequenia persuasion y fe) lo de que el alma existe, muerto - el ser humano;”y que conserva alguna capacidad y entendimiento *5, —Dices verdad Cebes —dijo Sécrates—. Pero zqué va- ‘mos a hacer? 40 es que quieres que charlemos °© de esos mismos temas de sf es verosimil que sea asf, 0 de si no? —Yo, desde luego —dijo Cebes—, escucharia muy a Gusto la opinién que tienes acerca de estas cosas. —AI menos ahora creo —dijo Sécrates— que nadie que nos oiga, ni aunque sea autor de comedias 2”. dir que % Cebes expresa aqui la opinién poputar acerca del alma, como soplo de vida © hélito, que te exkala con el dltimo suspiro de! que muere, como dice ya Homero en le Mada tepetidamente. A Socrates le demostrar dos puntos: py ut el alma penis y que puede hacerlo ara siemore, ¥, sequndo,-que, propias. ™ O bien, eque contemos cuentot», diamythol : Pero el verbo tlene ya el sentido débil de «conversar» en Apol. 39e. ” Probable alusién a las Nubes de Aristéfanes. Pero esas eriticas a 32 piALOGos prolongo mi chachara y que no hago mi discurso sobre los asuntos en cuestién. Conque, si os parece bien, hay que aplicarse al examen, re Y examinémoslo desde este punto: si acaso existen en el Hades las almas de las personas que han muerto 0 si no. Pues hay un antiguo relato del que nos hemos acorda- do, que dice que Uegan alli desde aqui, y que de nuevo egresan y que nacen de los difuntos. Pues, si eso es ast, > _que de nuevo nacen ** de los muertos los vivos, ,qué ot “cosa pasaria, sino que persistirian all{ nuestras. almas? Porque no podrian nacer de nuevo en ningin-sitio de no cexistir, y eso ¢5 un testimonio suficiente de que ellas exis- ten, si de verdad puede hacerse. evidente que de ninguna otra parte nacen los vivos sino de los muertos. Pero sino es posible, habria necesidad de otro argumento. —Asi es, en efecto —dijo Cebes. —Ahora bien, no examines eso slo eu relacién con los humanos —dijo Sécrates—, si quieres comprendetlo con més claridad, sino en relacién con todos los animales y las plantas, y en general respecto a todo aquello que tiene « nacimiento, veamos si todo se origina asi, no.de otra cosa sino que nacen de sus contrarios todas tienen algo sémejante, por ejemplo la belleza es lo contra: tio de la fealdad y lo justo de lo injusto, y a otras cosas innumerables les sucede lo mismo. Examinemos, pues, ¢s- ve 4 los fildsofos como «charlatanes» estaban exiendidas, y Platén las alude en otros textos, como en Rep. 489a, Gorgias 485d-c. . * palin egignonto. (Cf. Mendn 1b.) C. Eggers anotg que es mis correcto hablar de «palingenesia» que de «metempsicasis», mis frecuen- te, 0 de metensomatosis (que emplea Plotino, y Olimpiodgfo) para esia doctrina de la reencarnacién y renacimiento. palingenes{a ¢s un término Que usard también S, Pablo para referirse al «hombre nuevo renacido tras el bautismo. ; <— _ —iTenemos bastante entonees con esto, que todo ral FEDON 3 to: si necesariamente todos los seres que tienen un contca- Hono se nunca de ningin ot sino de 3u mismo contrario. Por ejemplo, cuando se origina algo ma- Yor, 75 necesario, sin duda que nazca de algo que era aues menor y tuego se hace mayor? Si. —Por tanto, si se hace menor, ide algo que antes era mayor se hard luego menor? -. ne —Asi es —dijo. —2Y asi de lo mas fuerte nace lo més débil y de los - mis lento lo mis répido? —Desde luego. - —iQué més? iLo que se hace peor no serd a partir de algo mejor, y si se hace més justo, de lo mas injusto? —iPues cémo no? de asi, que las cosas contrarias se originan a partir de sus| contrarios? —Desde luego. —iQué més? Ocurre algo como esto en esos cambios, que entre todos esos pares de contrarios que son dos hay dos procesos genéticos, de lo uno a lo otto por un lado, y luego de nuevo de lo otro hacia lo anterior. Entre una » cosa mayor y una menor hay un aumento y una disminu- cin, y asi Uamamos a un proceso crecer y a otro dis- minuir. Si dijo. —Por tanto también el descomponerse y el componer- _5¢, y el enfriarse y el calentarse, y todo de ese modo, aun- que no usemos nombres en cada caso, sino que de hecho ‘es necesario que asi se comporte, jnacen entre si uno de otro y cada uno tiene su proceso genético reciproco? —Efectivamente asi es —dijo. Cacrarancranw” ava 3 Us » VE SEU VIO DIY 54 Dtdtoos | | i © —tQué mas? —dijo—. ;Hay algo contrario al vivir, como es el dormir al estar despierto? —Desde Inego —eontesté. iQue? —El estar muerto. —tPor tanto estas cosas nacen una de otra, si es que son contrarias, y los procesos de generacién entre ellas son dos, por ser dos? —iPues cémo no? —Pues de una de las parejas que hace poco yo mencio- naba —dijo Sécrates— te hablaré yo, de ella y de sus pro- cesos genéticos, y ti dime de la otra. Me refiero al dormir y al estar despierto, y a que del dormir se origina el estar adespierto, y del estar despierto el dormir, y los procesos generativos de uno y otro son el dormirse y el despertarse, aTe resulta bastante —dijo— 0 no? —Desde Iuego que st. —Dime ahora tii —dijo— de igual modo respecto a Ja vida y la muerte. {No afirmas que el vivir es lo contra- rio al estar muerto? —Yo st.-- | —i¥ hacen el und del otro? —St. 7 —Ast pues, iqué € origina de lo que vive? —Lo muerto, ~ iY qué —dijo— de lo que esté muerto? y —Necesario es reconocer —dijb— que lo que vive. —iDe los muertos, por tanto, Cebes, nacen las cosas vivas y los seres vivos? © —Esté claro, —Existen entonces —dijo— nuestras almas en el Hades, —Parece sér. FEDON 55 Es que de los dos procesos generativos a este respec. to al menos uno resulta evidente, Pues el morir, sin duds, 8 evidente) 40 no? Eni efecto, ast es —respondid. —iCémo, pues —dijo él—, haremos? ;No admitire- Mos ef proceso genético contrario, sino que de ese modo Guedaré coja la naturaleza? 10 es necesario concedes al morir algin proceso generative puesto? —Totalmente necesario —contestd, —iCuall es ése? El @vivir: (, —Por lo tanto —dijo él, si existe el revivir, zése seria [el proceso generative desde los muertos heen los vivos, [rv ~Si, en efecto. —Asi que hemos reconocido que de ese modo los vivos han nacido de los muertos no Menos que los muertos de 10s vivas, y siendo eso ast parece haber un testimonio suf. ciemte, sin duda, de que es necesario que las almas de los muertos existan en algin lugar, de donde huego nazcan de nuevo. ~—A mi me parece —contest6—, Séerates, que segiin Yo que hemos acordado es necesario que sea asl —Advierte, por cierto, Cebes —dijo—, que no lo he- ‘mos acordado injustamente, segin me parece a mf. Por. Que si no se admitiera que unas cosas se originan de las otras siempre, como avanzando en un movimiento circu, lar, sino que el proceso generative fuera uno rectilineo, sélo de lo uno a lo opuesto enfrente, y no se volviera de huevo hacia lo otto ni se produjera la vuelta, jsabes que todas las cosas al concluir en una misma forma se deten- drian, y experimentarian el mismo estado y dejarian de generarse? 56 DiALOGOs —iCémo dices? —replicd. —No es nada dificil de imaginar lo que digo dijo €l—. Asi, por ejemplo, si existiera el dormirse, y no se ‘compensara con el despertarse que se origina de! estar dor- mido, sabes que al concluir todo vendria a demostrar «que lo de Endimién * fue ina frusleria y en ningin lugar se le distinguiria por el hecho de que todas las cosas ten- drian su mismo padecimiento: quedarse dormidas.. Y si todas las cosas se mezclargn y no se separaran, pronto ha- bria resultado lo de la’ sentencia de Anaxdgaras:.«canjun- tamente todas las cosas» “®. De modo similar, amigo Ce- %» bes, también si murieran todos Jos seres que participa de la vida y, después de haber muerto, permanesietan ¢n.esa FEDON 37 —También es asi —dijo Cebes tomando la palabra—, de acuerdo con ese otro argumento, Sécrates, si es verda- dero, que ti acostumbras a decirnos a menudo, de que SLaprender no es realmente otra cosa sino recordar “?, y segim éste ¢s-necesario que de algin modo nosoiros haya- mos aprendido en_un tiempo anterior aquello de lo" que ‘ahora nos gcordamgs. Y eso es imposible, a menos a le," _Ruestra alma haya existido’en algia lugarjantes de llegar} £10207 a-existir en esta forma humana. De modo que ambien wee CEA ACE OLOHOLOKOKOOK forma los muertos, y no revivieran de nuevo, zna seria entoi necesidad que todo concluyera por estar 4 muerto_y nada viviera? Pues'Si los seres vivos nacicraa, por un Jadu, anus de 10s otf0s, y, por otro, los vivientes murieran, iqué recurso habria para impedir que todos se cqnsumigran en la muerte? —Ninguno en mi opinién, Sécrates —dijo Cebes—, si no que me parece que dices por completo la verdad... —Pues nada es ms cierto, Cebes —dijo—, segin me parece a mi, y nosotros no reconocemos esto mismo ¢nga- Aandonos, sino que ¢n realidad se da el reyivir y los vivien « tes nacen de los muertos y las almas de las muertos pervi- ven (y para las buenas hay algo mejor, y algo peor para t Jas malas) “ > A Endimiéa, el joven pastor del que se prendé Selene, la diosa lunar, para conservarlo en su juventud y poder besarlo tranquilamente, Ja diosa lo sumié en un sueto eterno, dejéndola asi inmutable, “Palabras def. 1 de ANaxioonas, ow orem Di Krams Ms tarde, sen el filsofo de Cardenas, la eign 9 Node 0 su orden en ese amontonamienio cabtico original. “ Una interpolacién evidente, que rompe la conexién Iigica. “>> asi vas a’concon por ahi parece que el alma es algo inmortal. Sueeeeae —Pero, Cebes —dijo Simmias interrumpiendo—, ,cua- r les son las pruebas de 50? [Recuérdamelad Porque en este 5 momento no me acuerdo 4 —Se fundan’ en un argumento espléndido —dijo 5 Cie segiin el cual al ser los individuos, a ino los interroga correctamente, ellos declaran todo de asietdg a6 eal cierlamente, si no una ciencia existente y un entendimiento correcto, serfan ificapaces de hacerlo. Luego, si uno los pone frente. a los » dibujos geoméiricos o a alguna otra representacién similar entonces | de_manera_clarisima_que_asi_ss. =Y Sino’ te convences, Simmias, con esto —dijo Sécrates—, del modo siguiente, y al examinarlo con nosotros. Desconfias, pues de que - ~ n algin modo-dl amado aprendizaje es una reminiscencia. * - —No ¢s que yo —dijo Simmias— desconfie, sino que : solicito experithentar eso mismo de lo que ahora se trata: : qc TC Tite * La eoria de la andimndsis, que est desarrolada en el Mendn BO-¥6C, . ¥ que ¢3 recordada en Fedro 249e-250c, se presenta como algo bien cono- : ido por los discipulos de Sécrates. “© Probable alusién al conocido pasaje del Mendn en el que Sicrates interroga al esclavo sobre temas matematicos. JARGWIIY EOL OLOLOLOLOROLOLOTOLETCTOTETC LOTS) 58 ‘DIALOGos ue se me recordar. Si bien con lo que Cebes intenté “exponer éasi ya lo tengo recordado'y me Sorivenzo; sin ‘embargo en nada menos me gustatfa ‘ahora ‘oirte:de qué modo ti planteas la cuestion. rade 7 «| ~Yo, del modo siguiente —repuso—; Reconocemos, sin_duda, que siempre que uno 1g0. es preciso que _es0_lo_supiera_ya_antes. eee —Desde Iuego —dijo. Acaso reconocemos también esto, que ‘cuando un conocimiento se presenta de un cierto modo’es una‘remi- niscencia? Me refiero a un caso como el siguiente: Si uno al ver algo determinado, o al ofrlo o al captar‘alguna otra Sensacién, no sélo conoce aquello, sino; ademés, intuye otra cosa de la que no informa el mismo conocimiento, sino otro, zno diremos justamente que la ha fecordado, a aesa de la que ha tenido una intuicién “7 ~ —iCémo dices? —Por ejemplo, tomemos lo siguiente. Ciertamente es Gistinto el conocimiento de un ser humano y el'de una lira, —iCémo no? “ . —Desde luego sabes que los amantes; cuando ven =) lira 0 un manto 0 cualquier otro objeto que acostumbra a utilizar su amado, tienen esa experiencia. Recorioceh la lira y\ al tiempo, captan en su imaginacién Ia figiita del | muchacho al que pettenece la lira. Eso es una reminiscen-( cia. De igual modo, al ver uno a Simmiss'a menudo se? acuerda de Cebes, y podrian darse, sin duda, otros mil ejemplos. —Mil, desde luego, ipor Zeus! —dijo Simmias, “* Traduzco por tintuicién» el vocablo énmoid ¥ por dintuiry el verbo ennoein, para distinguir este «pensars, en el sentido de xocurtencian ¢ e weaptar en ta menten, de otros FEDON 59 —Por tanto, dijo él—, :no es algo semejante una remi- « niscencia? z¥ en especial cuando uno lo experimenta con °” referencia a aquellos objetos que, por el. paso del tiempo * © al perderlos de vista, ya los habfa tenido’en el olvide? i —Asl es, desde Inego —contests, —tY qué? —dijo €l—. 2Es posible al ver pintado un caballo o dibujada una lira tememorar a una persona, 0 al ver dibujado a Simmias acordarse de Cebes? —Claro que sf. —tPor lo tanto, también viendo dibujado = Simmias acordarse del propio Simmias? —Lo es, en efecto —respondis, —iEntonces no ocurre que, de acuerdo con todos esos casos, la reminiscencia se origina a partir de cosas seme- antes, y en otros casos también de cosas diferentes? —Ocurre, —As{_que, cuando uno 1 algo_a partir de oble=y) tos semejantes, zno es necesario que experimente, is, | 5 (os semejante: Oe Bee batman, adem esto: que _advierta sia tal objeto Te falta alpo o Me Parecido con_aquello_a Jo que recuerda? —Es necesario. —Examina ya —dijo él— si esto es de este modo. Deci- - mos que exist aif No me refiero a un miadero igual 4 otro madero nw bina piedra con otra piedra ni a ningu- na cosa de esa clase, sino a algo distinto, que subsiste al margen de todos esas ahjetos, lo igual en s{ mismo. ,Deci- Mos que eso es algo, o nada’ —Lo decimos, por Zeus! —dijo Simmias—, y de ma: s nera rotunda. —UEs que, ademés, sabemos lo que es? —Desde luego que sf —tepuso él, —tDe dénde, entonces, hemos obtenido ese conocimien- to? gNo, por descontado, de las cosas que ahora mismo 60 piALoGos mencionabamos, de haber visto maderos 0 piedras o algu- os otros objetos iguales, o a partir de ésas-cosas-lo-hemos intuido, Siendo difereuie a lias? 4O no te parece que es algo diferente? Examinalo con este enfoque. ;Acaso pie- dras que son igualés y lefos que son los mismos no le pa- ecen algunas veces a uno iguales, y a otro no? —En efecto, asi pasa. © — ~iQué? {Las cosas iguales en s{ mismas es posible que se te muestren como desiguales, o la igualdad apareceré como desigualdad? —Nunca jamds, Sécrates. _ —Par lo tanto, no ¢s lo mismo —dijo ¢— iguales_y Jo igual en si- —De ningin mado a mi me lo parece, Sécrates. —Con todo —dijo—, ja partir de esas cosas, las igua- les, que son diferentes de lo igual en si, has intuido y cap- tado, sin embargo, el conocimiento de eso? —Acertadisimamente lo dices —dijo. 1En consecuencia, tanto si es semejante a esas cosas como si es desemejante? —En efecto. —No hay diferencia ninguna —dijo é—. Siempre que al ver un objeto, a partir de su: contemplacion, “jatwyas? ;@ OWFO, sea semejante o desemejante, es necesatio —djjo— Que 30 sea un proceso de reminiscencia... Ast es, desde Inego, eet ‘4Y qué? —dijo él—. ,Acaso experimentamos algo arecido con respecto a los maderos y a las cosas, iguales de que habl4bamos ahora? {Bs que no parece que son igua- les como lo que es igual por si, 0 carecen de algo para ser_de igual clase que lo igual en si, 0 nada? —Carecen, y de mucho, para ello —respondid. sas cosas FEDON 61 —Por tanto, ;reconocemos que, cuando uno al ver al- 80 piensa: lo que ahora yo veo pretende ser como algin otro de los objetos reales, pero carece de algo y no consi- sue ser tal como aquél, sino que resulta inferior, necesaria- |ote, , Mente el que piensa esto tuvo que haber logrado ver antes | aquello a lo que dice que esto se asemeja, y que le resulta inferior? : —Necesariamente. 7 —2Qué, pues? gHemos experimentado también noso- ‘ros algo asi, 0 mo, con respecto a las cosas iguales y a Jo igual en si? —Por completo. —Conque es necesario que nosotros previamente haya- mos visto lo igual antes de aquel momento en el que al 750 "ver por primera vez las cosas iguales pensamos que todas clas tienden a ser como lo igual pero que lo son insufi- cientemente, —Asi es. —Pero, ademés, reconocemos esto: que si lo hemos pen- sado no ¢s posible pensarlo, sino a partir del hecho de ver 0 de tocar o de alguna otra percepcién de los sentidos. Lo mismo digo de todos ellos. —Porque lo mismo resulta, Séerates, en relacién con Jo que quiere aclarar nuestro razonamiento. —Por lo demds, a partir de las percepciones sensibles hay que pensar que todos los datos en nuestros sentidos » apuntan_a lo que ¢s lo igual, y que son inferiores a ello. 10 cémo lo decimos? —De ese modo. —Por consiguiente, antes de que empeziramos a ver, oir, y percibir todo lo demas, era necesario que hubiéra- mos obtenido capténdolo en algiin lugar el conocimiento de qué es lo igual en si mismo, si es que a este punto iba- ECO A A MIOIOIOD 9 3 3 a] 3 3 3 Gag GtUGGUG GIGS SECTOLOTOTOLU LCTOLULOLSLOLG LETS, 62 DIALOGos mos a referir las igualdades aprehendidas por nuestros sen- tidos, y que todas ellas se esfuerzan por ser tales como aquello, pero le resultan inferiores. + Fs necesario de acuerdo con lo que estd dicho, Sé- crates, . —iAcaso desde que nacim mos los demés sentidos? —Desde luego, que si. ‘Era preciso, entonces, auirido el conoci Si. | —Por lo tanto, antes de nacer, necesario haberlo ‘adquirido. —Eso parece, —Asi que si, habiéndolo adquirido antes de nacer, cimos teniéndolo, sabiamos ya antes de nacer y apenas hacidos no s6lo lo igual, lo mayor, y lo menor, y todo lo de esa clase? Pues el razonamiento nuestro de ahora ho es en algo mas sobre lo igual en sf que sobre lo be. Wo en si, y lo bueno en st, y 10 justo y lo santo, y, a decimos, que tengamos ad- imiento de lo igual antes que éstos? Segiin parece, nos es na- To que precisamente me refiero, sobre todo aquello que ctiquetamos con «eso lo que es» “, tanto al Preguntar en Tuestras Preguntas como al responder en nuestras respues- tas. De modo que noses necesario haber adquiride los conocimientos de todo eso antes de nacer, Ast es. —Y_si después de haber iti fa ocasion ng los olviddramos, nacerfamos siempre sabiéndol los y siem- pre los sabriamos a lo largo de nuestra vida, Porque el ® El texto de la ediciém de Burnet propone auté en ver de toto, ans dan los manuscritos. De aceptar esa conjetura, habria que traduch ‘ie ave fs en sin. Pero no parece necsaro: el verbo et! tne aut a valor existencial fuerte: «lo que es», FEDON 63 aber consiste en esto: conservar el conocimiento que se fia adquirido y no perderlo, 10 no es 80 lo que Ilamamos Simmias, fa_pérdidal de un conocimiento? ‘—Totalmente de acuerdo, Sécrates —dijo, —¥ i es que después de haberlos adquirido antes de racer, pienso, al nacer los perdimos, y luego al utilizar nuestros sentidos respecto a esas mismas cosas recupera- ‘mos los conocimientos que en un tiempo anterior ya tenfa. Mos, jacaso lo que Hamamos aprender no seria tecuperar ‘un conocimiento ya familiar? ;Llamandolo re: - ‘mariamos correctamente? cae —Desde luego. ~Entonces ya se nos mostr6 posible eso, que al perci- re bir algo, o viéndolo_u oyéndolo o recibi sensacién, Pensemos a partir de eso en algo distinto que Snes habla olvidado, en algo a lo que se aproximaba 80, siendo ya semejante o des emejante a él. De manera Que esto es 10 que digo, que una de dos, 0 nacemos con se saber y lo sabemos todos a lo. largo de nuestras vidas, © que Iuego, quienes decimos que aprenden no hacen nada més que acordarse, y el aprender seria reminiscencia, Y en efecto que es asl, Sécrates, ~iCual de las dos explicaciones prefieres, Simmias? aQue hemos nacido sabiéndolo o que Iuego recotdamos » aquello de que antes hemos adquirido un conocimiento? No sé, Sécrates, qué elegir en este momento. —iQué? zPuedes elegit lo siguiente y cémo te parece bien al respecto de esto? Un hombre que tiene un saber podria dar razin de aquello que sabe 0 no? —— SE auellto que sabe“, on “* Poder «dar razén» (dgon diddnai es lo propio del dialéctico, co- imo se dice eh Rép. 5436, En exo, efectivamente, se disingue el verdadero conocimiento de una ereencia w opinién acertada (Menén 98a), 64 piiLoGos —Es de todo rigor, Sécrates —dijo. —Entonces, jte parece a ti que todos pueden dar razén de las cosas de que hablébamos ahora mismo? —Bien me gustaria —dijo Simmias—. Pero mucho mas me temo que maflana a estés horas ya no quede ningin hombre capaz de hacerlo dignamente. <-—aPor tanto, no te parece —dijo-, Stinmlas, que to: dos lo sepan? —De ningin modo. Entonces es que recuerdan lo que habian aprendido? —Necesariamente. —1Cudndo han adquirido nuestra imal’ conocimien- to de esas mismas cosas? Porque no ea partir de cuando hemos nacido como hombres. —No, desde luego. : tanto. aa or tani ; —Por tanto existian, Simmias, las almas incluso ante- iormente, antes de sxistir en fori ‘humana, aparte de los Guerpos, y"tgmian entendimignt ° —A no ser que al mismo tiempo de nacer, Sécrates, adquiramos esos saberes, pues atin nos queda ese espacio de tiempo. 4-~ —Puede ser, companero, Pero en qué otro tiempo log Rerdemos? Puesto que no nacemos conservandolos, segin hhace poco hemos reconocido. 10, ¢s que Jos perdemos ext { ese mismo en que los adquirimos? zAsaso puedes desire algin otro tiempo? : eel De ningiin modo, Séerates; es que no me di cuenta de que decia un sinsentido. —vEntonces queda nuestro asunto asi, Simmias? —dijo A—., Si existen las cosas de que siempre hablamos, FEDON 65 lo bello y lo bueno y toda la realidad *” de esa clase, y a ella referimos todos los datos de nuestros sentidos, y ¢ hallamos que es una realidad nuestra subsistente de antes, ¥ estas cosas las imaginamos de acuerdo con ella, es necesa~ rio que, asi como esas cosas existen, también exista nues- tra alma antes de que nosotros estemos en vida. Pero si no existen, este razonamiento que hemos dicho seria en vano, ;Acaso es asi, y hay una idéatica necesidad de que’) existan esas cosas y nuesiras almas antes de que nosotros hayamos nacido, y si no existen las unas, tampoco las otras? { —Me parece a mi, Sécrates, que en modo superiativo —dijo Simmias— la necesidad es la misma de que existan, y que el razonamiento llega a buen puerto en cuanto a lo de existir de igual modo nuestra alma antes de que 710 nazcamos y la realidad de la que tii hablas. No tengo yo, ues, nada que me sea tan claro como eso: el que tales ‘cosas existen al miximo: lo bello, Jo bueno, y todo lo de- mds que ti menclonabas hace un momento. ¥ a mi me arece que queda suficientemente demostrado. —Y para Cebes, iqué? —repuso Sécrates—. Porque también hay que convencer a Cebes. —Satisfactoriamente —dijo Simmias—, al menos segin » supongo. Aunque ¢s el més resistente de los humanos en el prestar ba a los argumentos. Pero pienso que estd bien persuadiqo’de eso, de que huesira’ alma. No obstante, en ci que hayamos muerto aun ex de la gente, temerosa de que, al tiempo que el ser humane © De nuevo tenemos-aqui el término ousia, que traducimos por urea lidado; también wentidad» seria traduccién aceptable. 5 HOOOOOW SSA ACO BIVaGUL Ye YW YY ye KI SD a yry 66 Diktoaos Perezca, se disperse su alma y esto sea para ella el fin de su existencia, Porque, iqué impide que ella nazea'y se'cons. tituya de cualquier origen y que exista aut antes de llegar 2 un cuerpo humand, y que luego de llegar y separarse de Este, entonces también ella alcance str fin y:perezca? © —Dices bien, Simmias —dijo Cebes—: Esta claro; pues; que queda demostrado algo ast como la mitad de lo que 8 preciso: que antes de nacer nosotros ya existia nuestra alma. Pero es preciso demostrar, ademés, que también des. Pués de que hayamos muerto existird no en’ menor grado que antes de que naciéramos, si es que la demostracién ha de alcanzar su final. —Ya esté demostrado, Simmias y Cebes —dijo S6- crates—, incluso en este momento, si queréis ensamblar en uno solo este argumento y el que hemos acordado antes de éste: el de que todo lo que vive nace de fo que ha'muer- to. Pues si nuestra alma existe antes ya,"y le es necesario a.clla, al ira Ja vida y nacer, no nacer de ningin otro otigen sino de la muerte y del estar muerto, yc6mo no serd necesario que ella exista también tras haber Tuetto, ¥8 que le ¢s forzoso naver de nuevo? Conque lo que deck ya esti demostrado incluso ahora, Sin embargo, me parece que tanto ti como Simmias tenéis ganas de que tratemos en detalle, atin mds} este ar- sumento, y que estais atemorizados como los niftos de que en realidad el viento, al salir ella del cuerpo, la disperse’? ¢y la disuelva, sobre todo cuando en el momento de la muerte uno se encuentre no con la calma sino en medio de un fuerte ventarrén. Entonces Cebes, sonriendo, le contesté: —Como si estuviéramos atemorizados, Sécrates, inten- ta convencernos. © mejor, no es que estemos temerosos, sino que probablemente hay en nosotros un nifio que se FEDON o7 atemoriza ante esas cosas. Intenta, pues, persuaditlo de que no tema ala muerte como al coco. ~- —En tal caso —dijo Sécrates— es preciso entonar con- Juros cada dia, hasta que lo haydis conjurado “*. —1Pero de dénde; Sécrates —replicé él—, vamos a sae car un buen conjurador de tale: —dijo— nos dejas? —iAmplia ¢5 Grecia, Cebes! —respondié &—. ¥ en ella hay hombres de valer, y son muchos los pueblos de ‘os barbaros, que debéis escrutar todos en busca de un con. jurador semejante, sin escatimar dineros ni fatigas, en ln conviccién de que no hay cosa en que poddis gastar mas Oportunamente vuestros haberes. Debéis buscatlo vosotros mismos y unos con otros. Porque tal vez no encontréis facilmente quienes sean capaces de hacerlo mas que voso. tros. —Bien, asf se hard —dijo Cebes—. Pero regresemos al punto donde lo dejamos, si es -que es de tu gusto, ~Claro que es de mi gusto. ;Cémo, pues, no iba a serlo? —Dices bien —contesté. —Por lo tanto —dijo Sécrates—, conviene que noso- {fos no preguntemos que a qué clase de cosa le conviene Suffit ese proceso, el descomponerse, y a propdsito de qué clase de cosa hay que temer que le suceda eso mismo, y 2 qué otra cosa no. ¥ después de esto, entonces, examine- mor cull de Tas dos es el alma, y segiin eso habré que estar confiado © sentir temor acerca del alma nuestra, S temores, una vez que tii “i Puede verse, sobre e108 conjuros del alma, lo que Platés. pone gn boca del famoso mago Zalmoxis en Cdrmides 157. AL-aludir. en bro. ‘ma, 4 tales conjuradores, el ateniense podia recordar a figuras de ech, manss» 0 exoreizadores renombrados, como Zalmoxis, 0 Abaris el Hi. Perbéreo, © Epiménides de Creta, The 68 1ALoGos —Verdad dices —contests. —iLe conviene, por tanto, a lo que se ha cmp y_a lo que @ compuesty por su naturaleza sufrir eso, - cea ‘se compuso? Y_si hay. sla es n0 le oe experimenter ce proceso, er que le WO —Me parece a mf que asi es —dijo Cebes. —iPrecisamente las cosas que son siempre del mismo modo y se encuentran en iguales condiciones, éstas ¢5 ex- waordinariamente probable que sean las simples, mientras que las que estan en condiciones diversas y en diversas for- mas, ésas serdn compuestas? —A mi al menos asi me lo parece. —Vayamos, pues, ahora —dijo— hacia lo que tratdba- 4 mos en nuestro coloquio de antes. La entidad misma, de cuyo ser débamos razén al preguntar y responder, ;acaso 6 siempre de igual modo en idéntica condicién, unas ‘Veces de una manera y otras de otras? Lo. igual en si, 1o bello en sf, 1o que cada cosa es en realidad, lo, ente, jadmi. te alguna vez un cambio y de cualquier tipo? ¢O lo que iempre cada uno de los mismos entes, que es de aspec- f mismo, se mantiene idéntico y en Tas mismas ‘nunca en ninguna-parte y de ningun modo ién alguna? "SE neéesario —dijo Cebes— que se mantengan idén ticos y en las mismas condiciones, Sécrates. ——iQué pasa con la multitud de cosas bellas, como por ejemplo personas © caballos o vestidos o cualquier otro « género dé cosas semejantes, o de cosas iguales, 0 de todas aquellas que son homénimas con las de antes? ;Acaso se mantienen idénticas, 0, todo lo contrarfo a aquéllas, ison iguales a si mismas, ni unas a otras munca ni, en una pala- bra, de ningin modo son idénticas? bee Gs en ningtin otro medio, sino con el razonamiento de la inteli- “tos de la mirada? og FEDON oo rct > ) —Asi son, a su vez —dijo Cebes—, estas cosas: jamas se presentan de igual modo. —iNo es cierto que éstas puedes tocarlas y verlas y 0 s¢ mantienen idénticas no es posible captarlas jamds con ,- genci ‘ya que tales entidades son invisibles y, no son obje- —Por completo dices verdad —contest6. —Admitiremos entonces, jquieres? —dijo—, dos cla- ses_de seres, la una G@sibld) la otracinvisibla. —Admitamolo también acer —LY la invisible se mantiene siempre idéntica, en tanto} que la visible jamés se mantiene en la misma format | —También esto —dijo— lo admitiremos. —Vamos adelante. ;Hay una osotros —dijo — que es cl , o el de un manto que esté en uso y lo'lévan, yal respon ue” der el otro que mucho mas el del hombre, creeria que tenia S}uy>* 8 ya demostrado que de un modo absoluto el hombre estaba x sano y salvo, puesto que aquello que era menos duradero Y no habia perecido. Pero eso, creo, Simmias, no es asi. Exa- 5 mina, pues, también ti lo que digo. a Cualquiera admitiria que dice una bobada el que dijera 5 eso, Porque el tejedor ése, después de haber desgastado 5 y tejido muchos mantos de tal clase, ha perecido después 5 de muchos de aquéllos, pero antes del ultimo, supongo, : y de ningun modo por tal motivo es el ser humano més 9 grosero ni mds débil que un manto “, 3 Y esta misma comparacién, creo, podria admitirla el - 5 alma con relacién al cuerpo, y si alguno dijera estas mis- mas cosas de una y otro me pareceria hablar atinadamen- te, en el sentido de que el alma es muy duradera, y en cambio el cuerpo es mas débil y de menor duracién. tonces podria argumentar que cada alma gasta muchos Guer= “ La analog entre txjedor y manto tejido, por un Jado, y alma y cuerpo por otro, nos presentaria, de aplicarse ajustadamente, al cuerpo ‘como producto del alma, (Tal vez algo parecido a la teoria de la psych como spérma que se presenta en el Sobre la diet.) Pero es dudoso que Platén quieca apicar el simil en todo su contenido. YY VY YY III ISS » > » > » » 86 | ptktocos ‘Pos, y especialmente cuando vive muchos aflos —pues aca- so el cuerpo fluye y perece ® aun en vida del individuo, mientras que el alma reteje de continuo lo que se va «gastando—, y, no obstante, puede ser necesario que, cuando perezea al alma, se halle con su ultimo tejido y entoness ella perezca antes que este solo, y al morir el al ma entonces ya él cuerpo evidencie su naturaleza débil y pronto se pudra y desaparezea. De manera que atendiendo 4 este argumento no es valido confiar en que, una vez que hayamos muerto,, nuestra alma va a subsistir todavia ‘#e en algtin lugar. Pues aun si alguien concediera al que argu- menta incluso mas de lo que ti dices, concediéndole que no sélo nuestras almas existian en el tiempo anterior a nuestro nacer, sino que nada impide que, incluso después de morir, atin perduren las de algunos, y que existan, y Que muchas veces renazcan y que mueran repetidamente —puesto que es por naturaleza algo tan fuerte el afina que resiste al llegar a ger muchas veces—, voncediéndole esto, axin_no le admitirfa to otro, que cLalma no se fatigue-en los sueesivos nacimientos y no concluya al fin por perecer. en una de esas muertes. Pero esa muerte y la separacién » &a del cuerpo que al alma le aporta la destruccién, nadie puede afirmar que la conozca ya que es imposible de percibir para cualquiera de nosotros—. ¥ si esto es asi; no le conviene a nadie confiar ante la muerte, a no ser Para confiar estipidamente, sino puede demostrar que el alma es enteramente inmortal e imperecedera. En caso con- trario, forzoso es que quien va a morir sienta temor por © Agu Burnet y otros han visto un eco heraciteo, Véase, también cl pasaje del Banquete 207d-e, sobre el continuo renovarse del cuerpo To largo de la vida humana, a Gua FEDON 87 su propia alma de que ES ReSgina svaracén del cuerpo perezca completament oe Después de haberles ofdo hablar, todos nos sentimos ¢ a disgusto, segiin nos confesamos después unos a otros, Porque nos parecfa que, cuando ya estabamos fuertemente convencidos por el razonamiento de antes, de nuevo nos habian confundido y nos precipitaban en 1a desconfianza no sélo respecto de los argumentos dichos antes, sino tam- bién respecto a los que iban a exponerse, temiendo que . no fuéramos jueces dignos de nada, o bien que los temas mismos fueran en si poco de fiar. ® Egutcrares. — ;Por los dioses, Fedén, que os discul- pol Pues también a mi al ofrte relatar ahora tal cosa se me ocurre preguntarme: «jA qué discurso ya vamos a dar « crédito? Pues tan convincente como era el argumento que Socrates formulaba, ahora ha caido en la incertidumbre.» A mf, pues, ahora y siempre me cautiva admirablemente ese razonamiento de que nuestra alma es una especie de armonia, y cuando ahora fue expuesto me recordé que tam- bién a mi me habla parecido eso. Asi que bien necesito de.nuevo, como desde un comienzo, algtin otro argumento que venga a convencerme de que el alma del que muere Ro perece con él. Dime, pues, jpor Zeus! 4eémo Sécrates contrarrest6 esa objecién? zY qué? ¢También él, como de « Vosotros cuentas, se mostré apesadumbrado en algo, o no, sino que vino suavemente en socorro de su argumentacién’? -sinmortal», en el sentido de que esea Jee te como separacién del cuerpo, 10 sefala_ esta oblecién, que perecedera, ya que, tal ida o consumida, por desgas- t€ 6 por una aniguilacién més prolongads. De ahI- que PTATGG tendrt ‘que insist en que el alma es «inmortal» e wimperscederan o aindestructt- Dien. Los dos adjetivos, usados con frecuencia como sinénimos, tendrén valores propios a partir de aqul 88 DiiLoGos 2¥ Ja socorrié cabal, o insuficientemente? Todo eso cuén- tanoslo lo més puntualmente que puedas. Fepon. — En verdad, Equécrates, que, aunque muy a menudo habia admirado a Sécrates, jamds senti por él 0 mayor aprecio que cuando estuve alli a su lado. Porque yo admiré extraordinariamente en él primero esto: qué ama- blemente, y con qué afabilidad y afecto acepté la réplica de Jos jévenes, y luego cudn agudamente advirtié lo que nosotros habfamos sentido bajo el peso de sus argumen- tos, y qué bien, ademas, nos curé y, coma a préfugos y derrotados, nos volvié a convocar y nos impulsé a conti- nuar en la brega y a atender conjunfamente al, didlogo. Equ. — ;¥ cémo? 3 a Fsp. — Yo te lo diré, Me hallaba yo a su derecha, sen- tado junto a su cama en un taburete, y él bastante més elevado que yo. Acaricidndome entonces la cabeza y aga- rrandome los cabellos que me caian sobre el cuello —pues acostumbraba, en alguna ocasién, a jugar. con mis cabellos—, dijo: . —Maliana tal vez, Fedén, te cortarés estos hermosos. cabellos *, —Parece ser, Sécrates —contesté, —No, si es que me haces caso. —iPor qué? —le dije yo. ‘ —Hoy —dijo— también yo me cortaré los mios y t éstos, si es que el razonamiento se nos muere y no somos‘ capaces de revivirlo. Que yo, si fuera ti y se me escapara el argumento, haria el juramento, a la manera de los argi- vos “, de no dejarme e! pelo largo hasta vencer retomando el combate al argumento de Simmias y Cebes. ° © Como signo de duelo por la muerte de Sécrates, “ Seqin cuenta Hexéporo (1 £2), después de haber perdido la fota- FEDON 89 —Pero es que —dije yo— se dice que contra dos ni siquiera Heracles es capaz, —Entonces llémame a mi en tu ayuda, como tu Yo- lao ®, mientras que todavia hay luz. —Te llamo desde luego —dije—, pero no como Hera- cles, sino como Yolao a Heracles. —No habra diferencia —dijo—. Pero primero tome- ‘mos la precaucién de no experimentar un cierto sentimiento. , —iCudl es se? —respondi. —_p¥'qe ediow ka quel —No vayamos a hacernos «misdlogos» ” —dijo &— co- « mo los que se hacen miséntropos. Porque no se puede pa- Gecer mayor mal que el de odiar los razonamientos. Y la misologia se origina del mismo modo que la misantropia. Pues la misantropia se infunde al haber confiado en algo fondo sin entendimiento ”, y al considerar que una per- sona es enteramente auténtica, sana y de fiar, y descubrir algo mis tarde que ésta es malvada y engaftosa, y de nue- vo con otra, y cuando estv le ha pasado a uno muchas veces y especialmente con los que uno podia cteer mds Jean de Titeas, los argivos se cortaron la eabellera y juraron no dejarsela cerecer hasta recobtar Ia plaza, “ Ad enfrentarte a la Hidra de Lerna, Heracles pidié el apoyo de su fiel companero Yolao, para que le secundara en defenderse contra lun monstrudso cangrejo y quemara los cuellos de la Hidra. Ver AroLo- ono, It 5, La frase quedé como proverbial. Platén refiere el episodio ‘mitico con algin detalle en Eutidemo 2976-4. % Los misdiogoi, los aque odian los argumentos», son lo opuesto ‘4108 phildlogoi, como los misénthropot lo son de los phildnthropol. La palabra es, tal vez, una invencion de Platén, aunque de facil creacisn. La usa en otros dos textos, en Lagues 188¢ y en Rep. Alld. 7 dneu téchnes asin un método», 0 una «técnica 0 un «arten (de conocer & los hombres), También los légoi, argumentos y palabras deben ser manejados con una técnica 0 téchné, como sefala luego (90b). Esta téchné de los razonamientos es la Logica y la Dialéctica. uddacgd 1ICGG Ve YY YES YY PII IS SII 90 Didtoaos « intimos y mas familiares, chocando a menudo, al final acaba por odiar a todos y piensa que nada de nadie es sano en absoluto. £0 no te has percatado que eso se produce asi? —En efecto —dije yo. —LY no es algo feo —pregunté é&— y resulta claro que el tal individuo sin pericia en los asuntos humanos intenta tratar a las personas? Porque, sin duda, si los tratara con pericia, habria advertido que sucede esto: ea que los buenos y los malos son muy pocos los tnos y los otros, y muchisimos los del medio 72, —1Como dices? —repliqué yo. —Como pasa precisamente —dijo &l— con tas cosas muy grandes y/muy pequefias. Crees que hay algo més Taro que encontrar a un hombre tremendamente grande © pequefio, o a un perro o a cualquier otro ser?-20, en ‘su caso, répido, o lento, o feo o hermoso, 0 blanco 0 ne- gro? {Acaso no te has dado cuenta que de todos esos seres los destacados en Tos exttemos son raros y pocos, mientras que los del intermedio son corrientes ¢ incontables? —Desde luego que si —dije yo. —iNo crees, pues —dijo—, que si se propusiera un - certamen de maldad, incluso ahi serfan pocos los que se mostraran los primeros? * ® Probable, en efecto, —dijo—, Pero no es por abi Por donde son semejantes los razonamientos a los humal Ros —yo ahora, més bien, te seguia a ti que guiabes la marcha—, sino en ese otro respecto, en que, cuando uno se confia en un argumento como verdadero, sin la técnica ™ Lo que caracteriza a Ia mayoria, ef vulgo numeroso, ¢s, te, su medioctidad en todos los érdenes, Ast dice Séerates en Critén dae justamen- para el bien y el mal. Algo FEDON a €n_los_argumentos, también después opina que ¢s falso, siéndolo unas veces y no siéndolo otras, y_as{ le sucede con_uno_y con otro, repetidamente. Y sobre todo los ue se dedican a los razonamientos contrapuestos , sabes « que acaban por creerse sapientisimos y por sentenciar por sf solos que en las cosas no hay ninguna sana ni firme ni tampoco en Jos razonamientos, sino que todas las cosas sin més van y vienen arriba y abajo ™, como las aguas del Euripo, y ninguna permanece ningin tiempo en nada, —Desde luego —dije yo— que dices verdad, —Conque, Fedén, serfa lamentable el lance, si siendo lun razoriamiento verdadero, firme y susceptible de com- Prensién, luego por encontrarse junto a otros razonamien- 4 tos que son de esa clase, que a los mismos unas veces pare- Cen verdaderos y otras no, uno no se echara la culpa a. s{ mismo ni a su propia impericia, sino que concluyera en su resentimiento por rechazar alegremente la culpa de si y echarla a los razonamientos y, desde entonces, pasara €l resto de su vida odiando y calumniando a los razona- mientos, y se quedara privado de la verdad y del conoci- miento real de las cosas, —iPor Zeus! —dije yo—, si que seria lamentable. ® En estos antlogikot lépoi, 0 discursos contrapuestos, puede haber ‘una referencia a eercicios sofisticos como los Discursos dobles, © Dissol 4goi, que hemos conservado, obra de un anénimo diseipulo de Gorgias © de Protéroras. En trad. exp. de A. Prout pueden leerse ahora. (Soft. ‘as. Testimonios y frogmentos, Barcelona, 1985, pAgs. 297 y sigs.). El fundador de ese método antinémico pudo ser Zenén de Elea © Protdgo- a5, septin sefiala Didaewes Lagncio (IX 51), que «fue el primero en afirmar que, respecto a cualquier asunto, hay dos discursos contrarios», % En todo este pasaje parece haber una clara alusién a las tesis de Herdclto sobre el continuo fur y. quicds, a la forma extremada que tal teoria cobré en su discipulo Cratilo. CF. Crt, 385e-386e, y 439¢-440e 92 DLALoGos KOO FED6N 93 —Por tanto, en primer lugar —dijo—, hemos de pre- Conque hay que marchar —dijo—. Primero apuntad- « cavernos de esto, y no dejemos entrar en nuestra alma la «ha me lo que deciais, si es que os parece que ino lo recuerdo. sospecha de que hay riesgo de que no haya nada sano en we El caso es que Simmias, segun pienso, desconfia y teme los argumentos, sino que es mucho més probable que no- y}""|aue el alma, aun siendo’algo més divino y més bello que SOtrOs no estemos atin sanos, pero debemos portarnos va- cl cuerpo, perezca antes al ser como un tipo de armonia. lientemente y.esforzarnos en estar sanos, tl y los demds ‘Cebes, en cambio, me parecié que me concedia esto: que ¢ LAKAI con vistas al resto de vuestra vida, y yo con vistas a la muer- 44s] el alma era més duradera que el cuerpo, pero veia esto ‘1s te, porque yo corro el riesgo en el momento actual de no hor | incierto para cualquiera, que el alma, tras gastar muchos ‘ comportarme filoséficamente en este tema, sina de obrar 4 | cuerpos y muchas veces, tras abandonar el iltimo cuerpo, * Por amor de la victoria, como los muy faltos de educa- {Qe | no pereciera entonces también ella, y que eso sea justa- 5 cién. Pues asi ellos, cuando disputan acerca de algo, no mente su muerte, la destruccién del alma, puesto que el 5 se esfuerzan en meditar cémo sea el razonamiento de aquello | cuerpo no cesa de morirse repetidamente. {Es entonces es- 8 que tratan, sino en que les parezca a los presentes del mis- Te u otro tema, Simmias y Cebes, lo que tenemos que & mo modo como ellos lo presentan. Ahora, pues, creo yo examinar? 2 que en este momento me diferenciaré de ellos tan sélo en Ambos concordaban en que era asi. . ~ esto: no me empefaré en que a los presentes les, parezca —Ahora bien —pregunté—, zno admitis todos los ra- set verdad lo que yo digo, a no ser por aiadidura, sino CL zonamicntos anteriores, o bien unos sf y otros no? af en que a mi mismo me parezea tal como justamente es, —Unos si y otros no —dijeron los dos. 5 » Pues calculo, querido camarada —mira qué interesada- —iQué decis, pues —dijo él—, de aquel razonamiento eg Mente—, que si es verdad lo que yo digo, esta bien el | segiin el cual afirmébamos que el der. Rte - dejarse persuadir. Y si no hay nada para el que muere, ¥ que, siendo eso asi, era necesario que nuestra alma| jin y entonces, al menos durante este tiempo mismo de antes hubiera. ya en algiin lugar antes de quedarse en-|yGhy “> de morir, seré menos molesto a los presentes sin lamen- cadenada a este cuerpo? Q tarme, y esa insensatez mfa no va a perdurar —pues seria —Por mi parte yo —dijo Cebes— quedé entonces ad- - malo—, sino que va a concluir al poco tiempo. Prepa- mirablemente persuadido por él y ahora sigo apoydndolo ss tado ya asi, Simmias y Cebes, voy —dijo é— al razona-! como a ningin razonamiento. . ¢miento. Vosottos, por tanto, si me hactis caso, os cuida- —Pues bien —dijo Simmias—, también yo estoy en esa 7 réis poco de Sécrates y mucho més de la verdad, y sien disposicién, y mucho me asombraria si alguna vez llegara algo os parece que digo lo cierto, lo reconoceréis, pero @ otra opinién sobre este tema. S si no, os opondréis con toda razén, precaviéndoos de que j Entonces replicéd Sécrates: iy yo en mi celo no os engafie a la vez que me engaio a —Sin embargo te va a ser necesario, oh huésped teba- “ mi mismo, y me marche, como una abeja, dejéndoos cla- no, cambiar de opinién, si es que se mantiene esta creencia “ vado el aguijén. ¥ de que la armonia es, de un lado, una cosa compuesta, ‘

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