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Cuba CUADERNO SOBRE LA FAMILIA (€poca colonial) Compiladora y redactora principal ANA VERA ESTRADA CENTRO DE INVESTIGACION Y DESARROLLO DE LA CULTURA CUBANA JUAN MARINELLO- 6 EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES eee présente volumen sel resultado de Investigaciones sobre la fai realizadas por Cerio de Investigacion y Desaollo de a Cultura Cobana Juan Marinelo, Edicidn: Enid Vien Diseno: Francisco Masvidal Realizacion: Haytiée Caceres Martinez Proceso del texto: Idlmis Valdés Herrera CCorrecein: Natacha Fajardo Alvarez Tlustracion de cubierta “La fun Manrique de Lara” (primer terio dl siglo XIX) Juan B. Vermay, Oleo, Museo Nacional Tasiracdn de contaeubierta: “La familia Gonzalez de Mendoza” (1886) J Franciseo Arbum Morell, leo, Museo Nacional © Centro de Investigaciones y Desarotto de la Cultura Cubana Sua Marinetlo, 1997 © Sobre Ia presente edicion Fditoral de Ciencias Sociales, 1997 ISBN 959-06.02097-5 Ciencias Sociales ISBN 959-242-004-1 CIDCC Juan Marinetio xvinado lector le estaremos muy agradecidos si nos hace llega su opniéa, por escrito, acerca de este lbeo y de nuestes ediciones CIDCC Juan Marine ‘Ave. Boyeros no. 63 ef Bruzon y Lugareno, Plaza Institut cubano del Libeo Editorial de Ciencias Sociales: alle 14, no, 4104, Playa. Ciudad de ta Habana, Cuba Indice A juicio de la compiladora | | Ira PARTE. ACORRALANDO EL OBJETO DE INVESTIGACION. LAS IDEAS DE PARTIDA Vida cotidiana de la familia en Cuba/ 9 Familia y arraigo. Fundamentacién para un proyecto de trabajo / 18 La sociedad y la familia en el Caribe / 24 José Miguel Rueda Femdndez y Ana Vera Estrada Ilda PARTE, OJEADA EN FUENTES SECUNDARIAS La esfera privada en la narrativa cubana del siglo XIX / 45 José Miguel Rueda Fernandez ‘Samuel Hazard o Jo que muestran los viajeros / $B Genealogia de una familia, Los Cajigal de Santander / 66 Sonia Correa Cajigal Illra PARTE. FAMILIA Y REGION EN EL PERIODO COLONIAL Migracién y colonizacion blanca en el siglo XIX / 79) ‘Ana Vera Estrada e Imiley Balboa Navarro Los niicleos familiares en el poblado habanero de Pipién / 106 ‘Ana Vera Estrada y Sonia Correa Cajigal Poblacién y familia en Santiago de las Vegas / 121 ‘Azucena Estrada Rodriguez Guanabacoa: poblacién y cultura regional / 141 Rolando 8, Zamora Feméndez y Georgina M. Geronés Mederos Ira.PARTE ACORRALANDO EL OBJETO DE INVESTIGACION LAS IDEAS DE PARTIDA Vida cotidiana de fa familia en Cuba ‘nfrentamos el estudio de la farmilia como sis- ema primatio de relaciones del individuo, que opeta a nivel de ta vids cotidiana, No intentamos reconsteuir la historia de la instituci6n familiar, sino comprender mejor a la familia como marco principal donde se forma y desarrolla la personalidad del individuo y donde se deposite y transmite la herencia cultural En cada uno de los tres grandes periodos de nuestra historia, la Co- lonia, la Repiblica burguesa y la Revolucién, las condiciones concretas de vida, determinadas por el mbito geogrifico, el nivel de desarrollo aleanzado por las fuerzas productivas, el perfil ocupacional del cabeza de familia, el tipo de produccién al que este esta vinculado, su origen Ainico, entre otras variables que marcan la vida econémica de la fami- lia y del individuo en la sociedad, determinan diferentes modos © ma- nnevas, personales y coleetivas, de asumir la cultura, entendida como la sensibilidad colectiva que nace del sentirse parte de una comunidad so- cial determinada | La familia como forma de agrupacién permite, en un analisis micro- social, llegar @ conocer aspectos de la vida en sociedad que de otro modo quedan ocultos pata el investigador, en particular a partir de las relaciones econémicas y afectivas que se establecen entre sus miem- bros de uno y otro sexo y de todas las generaciones que conviven en ‘un mismo hoger. Por esta razén, cuando hablamos de familia nos refe- rimos bésicamente al niicleo de convivencia, pues es en la cotidianidad doméstica donde se producen las interacciones familiares més intere- santes para caracterizar Ia cultura ; i Estudios sobre esta problematica tienen acumulada una experiencia de més de cuarenta affos en miiltiples paises. A la nueva historia social se le atribuye el haberie dado entrada en el rango de fuentes para el co- fhocimiento hist6rico, junto a los documentos conservados en archivos especializados (mapas, actas notariales, informes oficiales, diseur- Sos, etc,); también a materiales menos tradicionales como: textos de ‘anteiones populares, correspondencias personales, prensa local y gre tmial, sellos de correos, refranes populares, literatura de ficcién, en:re dtros. En ellos se reflejan, como parte del espiritu de la época histo rica, aspectos de la subjetividad que nacen de la experiencia cotidiana familiar. Es la rutina de {a vida cotidiana, la monétona sucesién de los dias iguales, sin acontecimientos notables —cuando Ja gente trabaja, core, se distrae un poco y descansa— la que permite que hébitos y costum- bres se asienten; son ellos precisamente los que contribuyen a caracte- rizar la cultura de una sociedad. El legado de Braudel Los estudios de vida cotidiana se enmarcan en lo que Fernand Braudel (1902-1985) lamé el “tiempo corto”; es decir, la historia de una so- tiedad, enfocada desde la cotidianidad de los individuos que Ia compo- hen. En ese tiempo, aparentemente inmévil, en que se acumula y sedimenta la riqueza social, se producen transformaciones graducles, sblo perceptibles al comparar fenémenos similares pertenecientes « di- ferentes épocas. La concepeién de Braudel revolucioné los estudios histéricos y ‘afianzé una corriente que, iniciada en Francia en la década del 20 por Mare Bloch (1886-1944) y Lucien Febvre (1878-1956), impuso le ne- ‘esidad de asumir la historia como una ““geo-historia”, en la cual los gedgrafos se vieran obligados a analizar el pa po histirico, y los historiadores a atender al espacio, al teritorio en {que la historia transcurre, que a su vez, tiene tambin su propia historia. “Tal concepcién sirve de base a una interesante propuesta metodol6- gica, que descompone el tiempo de la historia en tres planos diferen- tiables segiin el grado de profundidad de los fenémenos considerados. Estos van de lo mas profundo de la evolucién de las civilizaciones a lo 10 je en términos de tiem- | més coyuntural y episédico. Para explicitar la teorfa de Braudel acerca del tiempo, aplicada en su obra sobre el Mediterréneo,' Guy Bourdé describe un primer plano, de “larga duracién”, aparentemente inmévil yy de ciclo muy extenso, que incluye Ia historia del paisaje geogréfico, su evolucién y la historia de! poblamiento original desde el asenta- iento de los primeros humanos, con sus costumbres ancestrales, en el medio natural que los acogié. El segundo plano es el de la historia es- ‘ructural —una historia de las sociedades concretas y de su interrela- cidn a través de las comunicaciones y el mercado— que, en su desarrollo, determinaron el crecimiento demogrifico a escala planetaria, El tercer plano es cl de cada sociedad particular y su cultura, sujeta a los cam bios bruscos que en ellas provocan las fluctuaciones de la politica.” Refiriéndose a las diferentes concepciones del tiempo que tienen historiadores y sociélogos, Braudel proponia un entendimiento basado en el respeto mutuo y !a colaboracién fraternal, y concluia convocando al trabajo pluridisciplinario, ante la urgencia de hallar un terreno de co- laboracién, si se queria avanzar en el conocimiento cientifico sobre la sociedad. “Bn la prictiea (...) desearia que las ciencias sociales dejaran, provi- sionalmente, de discutir tanto sobre sus fronteras reeiprocas, sobre lo que es 0 no es estructura... Que intenten més bien trazar, a través de nuestras investigaciones, las lineas —si lineas hubiere— que pudieran orientar una investigacién colectiva y también los temas que permitie- ran aleanzar una primera convergencia. Yo personalmente llamo a es- tas lineas matematizacion, reduccién al espacio, larga duracién. Pero Ime interesaria conocer cules propondrian otros especialistas (..) Pre~ tendo plantear —no resolver— problemas en los que por desgracia cada uno de nosotros, en lo que no concierne a su especialidad, se expone a evidentes riesgos”.> 1 Merefiero la tesis de Braudel: £! Mar Mediterrneo y el mundo mediterneo en Ja época de Felipe Il. Bn Cabs se publicé el volumen Ei Medterréneo (La tabans, 1990), una recopilacin de trabajos de varios autores sobre las culturas de esta regin, cenie ellos una sintesis dela tesis mencionad, 2. Ver Guy Bourdé y Hervé Martin: Las escuela histricas, pp. 158-163. {A partir de aqui los datos bibliogrdtieos completes de los autores citados aparecerin ‘en Ja biliografia (dividida en partes) al final dt libro, 3 Femand Braudel: La hisioray fas eencias sociales, pp. 108-106, En un pais como Cuba, desigualmente desarrollado, marcado por el enfrentamiento politico con potencias cofoniales y neocoloniales, por Jn esclavitud y por la dependencia econdmica, la ruptura —y no sélo ls costumbre, que aparece on las clapas de estabilidad—, es condiciéa cotidiana, Esto explica el peso que reviste el estudio de la cotidianidac. Lo fundamental es seleceionar convenientemente los momentos preci s0s a comparar, partiendo de un conocimiento a fondo del proceso his- trico nacional, y formular indicadores que permitan descubrir, en la vida cotidiana, lo que ha permanecido y lo que ha eambiado en la fe- milia cubana. Un estudio sobre la vida cotidiana de la familia implica investigar la manera caracteristica de vivir en Cuba, Esto esti relacionado con fa historia del pais y sus contactos con otros paises, con el medio geogra- fieo, con el desarrollo econémico, y con Tas relaciones sociales concretas La manera en que vive una sociedad es una de las manifestaciones de su cultura. El hombre no s6lo piensa y recrea su vida a través del trabajo y del arte, también la vive todos los dias. Precisamente por sor Jo obvio, el punto en que se eruzan la experiencia consciente y sub- consciente del ser humano, con las condiciones materiales en que éste desarrolla sus actividades y cultiva sus relaciones, a menudo la vida cotidiana se desestima para las investigaciones culturales. EI ser social determina la conciencia social. Ello significa, que e} hombre piensa como vive, pero también que vive segiin piensa y puede vivir, de acuerdo con sus condiciones concretas. La vida del ser buma- no se desarrolla en un espacio y un tiempo determinados; por otra pare, no surge de la nada, nace en un mundo que ha alcanzado determinado nivel de desarrollo, ecibe por lo tanto una herencia cultural que le le- ga en forma de patrimonio material y espiritual, por la via del conoci- iniento, Este tiltimo es el que més frecuentemente sucle ser considerado como cultura, La cultura, en sentido estrecho. se define como el “ecn~ junto de conocimientos adguiridos que permiten desarrollar el sentido Critica, el gusto y el juicio”, o también “el conjunto de los aspectos n- telectuales de una civilizacion”.* Sin embargo, parte de la cultura tam- bign son los productos materiales y espirituales creados por el hombre Las condiciones materiales eoncretas del mundo en que vivimos —y la «Petit Robert, Dictionnatre aiphabétique et enalogique de ta langue francais. | herencia material y espiritual— contribuyen a definir al ser humano como individuo y como ser social particular. Para aproximamos a un estudio de lo que define a la sociedad cuba- na, de las formas de vida propias de otros paises con historia similar, nos hemos propuesto renunciar al empleo exclusivo de una perspectiva metodologica tradicional y a un sistema de conceptos lastrados por un uso dogmitico, en investigaciones que seguian caminos trillados. Ello no significa descartar puntos de vista titiles, sino que emplearemnos in- distintamente giros tales como: modo de vida, estilo de vida, género de vida, régimen de vida o forma de vida, que han sido definidos en la literatura y que en nuestro criterio, no se diferencian de manera sus- tancial Los grupos sociales y su aporte a la cultura Hasta finales del siglo XIX, para la mayoria de los extranjeros que Hle- gaban a Cuba, sin otra informacién que la difindida por las gutas de Vigjeros sobre las buenas condiciones climéticas de la Isla —o pasaban unas breves vacaciones en un opulento central de Occidente— la vida cotidiana en la Isla debia resultarle muy agradable y pintoresca. Los horrores de la esclavitud no serian més que motivo literario propio para encendidos discursos abolicionistas, pero no una realidad concreta materializada en la abigarrada multitud de seres humanos sometidos a inhumana explotacién, que pululaban por calles y bateyes, o se afana- ban en las tareas domésticas de las casas de los hacendados Los libros de viajeros describen con lujo de detalles la vida diaria de la poblacién trabajadora; en ellos se refleja principalmente la vida so- cial urbana asi como la vida privada en las casas ricas © acomodadas; y se hace alguna alusion mas personal a los esclavos y trabajadores li- bres. Pero no basta con st visin externa; para ellos la poblacién negra y mestiza, esclava o libre, era una masa indistinta, sin corazén ni pensa- miento. Fueron los eseritores costumbristas, de obra atin mal conocida, quienes mas se acercaron a la poblacién trabajadora, La prensa local, regional y gremial, aporta un complemento indispensable para comple- tar el panorama de la sociedad cubana en la época colonial. Las consecuencias de las precarias condiciones de vida en que vivid mas de la mitad de la poblacién que configuré luego la sociedad cuba- na, estén presentes en el racismo, que sobrevivi6 casi un siglo después de haber sido abolido, y su huella permaneci6 en la conciencia social hasta una época bien cercana a la nuestra; sin embargo, no fueron esas formas de vida esclavistas las que dieron lugar a los rasgos mas esped ficos de la cultura cubana. Conjuntamente con la historiadora Gloria Garefa, consideramos que gin estrato social en particular constituy6 fermento activo de cuta- nia en la época colonial, fue el de las clases medias urbanas; conjunta- ‘mente con la élite culta criolfa, formada bajo la influencia del Iluminismo. ‘Aunque los esclavos venidos de Africa o de Haiti, los culfes chinos y Tos inmigrantes estacionales de Espafia, foreados por condiciones de vida miserables —como verdaderos esclavos— a dejar atris costum- bres y tradiciones, también imprimicron su huella indeleble en la cul- tura cubana. Fueton pues, los trabajadores libres, en el momento de mayor desa- rrollo econémico, intelectual y cultural de la época colonial quienss, coincidiendo con el auge creciente de Ia plantacion, dieron el toque particular a la cultura cubana, Habra que estudiar en detalle el aporte de los criollos de africano y espafiol y de los peninsulares aplatanados y sin fortuna, Fueron precisamente los trabajadores libres los primeros {ue desarrollaron una conciencia independiente de Espaita y plantsa- ron la primera confrontacién politica. Es la vida de este sector, al que Juan Pérez de fa Riva llama “verdadero pueblo cubano”, compuesto por “pequeios sitieros, artesanos urbanos, obreros asalariados, em- pleados de comercio, etc.," la que debe ser estudiada en profundided. E! propésito inmediato Los estudios sociales cubanos sobre la familia no cuentan con una ex- periencia anterior que se haya propuesto estudiar el modo de vida tpi camente cubano en la historia, para conocer en detalle fo que lo identicica y to diferencia del de otros pueblos con historia comin Conocer primeramente la vida cotidiana de la poblacion en el pasa- 4o colonial durante la etapa de formacién de la conciencia nacicnal —ana vida diaria en que aparecieron y permanecieron, en medio de los 5 Juan Pérez de la Riva: “Una isla con das historias”, p. 81 4 - | | \ | i | grandes cambios cualitativos, los rasgos que iban a dar su perfil defini- tivo a la cultura cubana— constituye la primera etapa de la investiga- cidn y Ia base imprescindible para avanzar hacia una historia mas reciente Un estudio de vida eotidiana requiere partir de la bibliografia del petiodo elegido, asi como de la prensa periédica disponible. De la mis- ma forma, es importante no s6lo elegir el momento historico adecuado, sino también los grupos sociales mas representativos de los procesos socioculturales caracteristicos de ese momento Para los estudios de historia regional, el conocimiento de las fami- lias arraigadas en las regiones es fundamental. En este sentido, habria aque agregar que seria recomendable ampliar a todo et pais los estudios de farnilia con una Optica regional. Vale recalear que este tipo de estu- dios, que enimarcan la historia de las familia en su region de pertenen- cia, en relacion con la propiedad sobre la tierra en fa cual se asentaron sus antepasados, permiten infer rasgos centrales de las culturas regio- iales y, en la misina medida, enriquecer el conoeimiento sobre los pro- cesos globales de la cultura cubana. Por esta razn, nos proponemos recoger historias familiares que petmitan acumular informacién indispensable para i a una caracteriza- cidn sociopsicologica de la familia cubana como sujeto historieo. Pue- de haber entre nosotros ain algin titulo nobiliario otorgado en Espaiia gracias al dinero de la trata, y anécdotas sobre fortunas dispersadas por hijos mimados. esas ovejas negras que siempre hay en toda historia familiar También puede haber apasionantes relatos de haciendas arruinadas, ‘Al analizar la relacién entre el sistema de produccién y el balance de géneros o relacién de masculinidad en la plantacién cubana de Oc- ccidente, Manuel Moreno Fraginals llega a interesantes conclusiones sobre la psicologia del esclavo. Segitn el autor, en el esclavo, la impo- sibilidad de apropiarse del fruto de su trabajo ejerce una influencia ne- gativa en el desenvolvimiento del sentido de responsabilidad; y las 5. Vee Monucl Moreno Fraginals: BY ngenio. Il pp. 3857 20 condiciones de esclavitud hacen surgir individualidades aisladas, yux- tapuestas, no interactuantes, rasgos de psicologia comin que prevale- cen en descendientes de familias de origen esclavo. En un trabajo de Alvaro Reynoso publicado en 1861, cuando ya ha- bia enirado en crisis el sistema de plantacién, el experto azucarero cu- ano recomendaba a los hacendados abandonar la construccién de bbarracones y volver al sistema de bohios individuales, donde los escla- vos, recuperada la libertad de movimiento en el tiempo libre, se pudie- ran dedicar a cultivar sus conucos para el autoconsumo. I aseguraba que !a manutencién de estos se haria asi més econdmica para el hacen- dado, y mejorarian las condiciones para aparearse, formar familias y, por lo tanto, procrear hijos més vigorosos, que servirian para reponer Jas dotaciones, sin nevesidad de continuar importando fuerza de traba~ jo. Reynaso seftalaba: “EI negro que vive en familia casi nunca se fuga: es més trabajador, evita los castigos, se viste con mis aseo y, por fin, se alirmenta mucho ‘mejor, pues tiene una compafiera que cuida de su ropa y le prepara los manjares que afecciona. Ese negro para asegurar la felicidad de los que ama, trabaja con mas ardor en su conuco, Io cual es en alto grado bene- ficioso para el amo, pues asi puede el esclavo disponer de cierto capital que naturalmente consagra a llenar necesidades a que no atiende por completo el sefior”.® Pero esta recomendacién fue siempre una utopia. En Ia regién occi dontal de la Isla y también en otros lugares, se foment6 un campesina- do de origen mayormente canario, proveniente de una emigracién libre: pues los esclavos, al ser liberados de la esclavitud, y sobre todo después de finalizada la guerra del 95, preferian vagar de un lugar a ‘otto siguiendo sus fantasias, que mantener tn conuco y una familia en tiertas del ingenio donde antes habian sido esclavos, y de donde, de to- dos modos, en tiempo muerto debian emigrar. Las palabras de Esteban Montejo, “El Cimarrén” del testimonio de Miguel Bamet, son significativas de la tendencia migratoria de este seetor de Ia sociedad cubana, y de la estrecha relacién existente entre familia y tierra para el surgimiento del sentido de responsabilidad indi vidual y social. Sobre el peso del sitio de labor en el arraigo del anti guo esclavo a la tierra, dectara: ‘los conucos siguieron existiendo pero 6 Alvaro Reynoso: “Gobierno de los esclavas" 1, pp. 325-326. 2 ‘en pocos lugares. Para mi que con la libertad, los negros se despreocu- paron de los conucos. El que conservaba el suyo, se pasaba el tiempo ‘muerto atendiéndolo. Yo nunca hice conuico, porque no hice familia...” Hay que estudiar la huella de esta poblacin flotante en la mentali- dad del cubano de hoy. Bl tipo de trabajo que realiza una persona, y as condiciones en que vive y trabaja, su medio natural y so vidad, determinan en gran medida el modo de ser, la conducta y la po- sicién social del individuo. ‘Cuando hablamos de posicién social de una persona, tendemos a in- terpretar por ello el lugar de ese ser hurmano en la estructura de la soci dad a la que pertenece. Sin embargo, no es silo esto, se refiere también a su posictén en fa familia, La historia tradicional se dedicé a reconstruir la serie de los aconte- cimientos extraordinarios que rompen el fluir cotidiano y provocan cambios sustanciales en breve tiempo; al producto de esa elaboracién se llamé “historia” de una sociedad o de una época. En el mundo, la historiografia contempordnea considera la interpretacion de esos eam- bios a la luz. de la trama compuesta por habitos y costumbres de la 30- ciedad, asentados y sedimentados en la Targa sucesi6n de los dias aparsn- temente iguales, recogida por tan pocos de nuestros historiadores, De aqui que el andlisis de la vida cotidiana revista especial interés para los estudios sobre Ia cultura familiar, porque es a Ja Tua. de lo acu- mulado y sedimentado durante largo tiempo, que se puede llegar a c0- nocet la evolucién de una sociedad en determinado momento, es decir, su cultura, entendiendo por esta no sélo la suma de los conocimientos acumulados en el tiempo, el progreso técnico y tecnolégico lograde, 0 cl arte, como expresién mas depurada de la sensibilidad de una épcca, sino también Ia mentalidad y las costumbres de esa época, La mentali dad es el conjunto de creencias y valores compartidos por una sociedad a lo largo del tiempo 0, como definié Georges Duby: “contenido m- personal del pensamiento”, “‘mecanismos espirituales que operan a di- ferentes niveles de un mismo conjunto cultural”; las costambres, muy especialmente en los rituales de la convivencia y en las relaciones hu- rmanas en torno al ambiente doméstico. Teniendo en cuenta que la familia es la base de la sociedad, todo quello que lacere las relaciones entre sus miembros debe ser objeto de 77 Miquel Bare: “La vidaen los barracones" en Biggraflade un cimarrén, pp, 18-4. 22 ‘méxima atencién. Un elemento de contficto potencial es la relacién de propiedad, que implica la colaboracién y apropiacién, por parte de fos raiembros activos de la familia, de los bienes de uso coiectivo median. te el trabajo individual de cada uno. Este sentimiento de apropiacién es una condicién bisica para que surjan y se respeten los derechos de cada oual y s€ tefuerce el arraigo. Trabajar para el mejoramiento de las relaciones interpersonales a nivel de ta familia, on la organizacién del tiempo comin de esta, constituye una funcidn inestimable de la in vestigacién cultural en este momento, La sociedad y la familia en el Caribe José Miguel Rueda Fernandez y Ana Vera Estrada p2* 1 los procesos migratorios, en el Cari- be se juntan y yuxtaponen, complejizadas, rmiltiples inffuencias: latina, anglosajona, africana, asiética y aborigen, porque también ningin sitio del mundo durante la época colonial fue Escenario de choques tan disimiles y mutuas transculturaciones. Las instituciones, y no solo ellas, también las actitudes, fueron modeladas por la influencia dominante del poder europeo, o impuestas a una ma Yoria subyugada, arrancada de su ambiente fisico natural, y trasplanta~ Go violentamente. De esta colisién van a surgir dos perfiles culturales ten el Caribe: el hispanieo-catdlico, por un lado, y el franco-sajén-pro- testante por el otro. Segiin Darey Ribeiro, estos dos perfiles: “Reflejan esencialmente I presencia o auseneia de eélulas generadoras de la protocultura occiden- falizada, Pero también reflejan, en cierta medida, la diferencia del ethos 6 de la postura moral de los ibérioos frente a fa persona humana —no fjena a la circunstancia de ser ellos mismos mestizos de pretér tos truces con negros y moros-—~ y de los europeos del norte, en especial jos protestantes, que en su estrechez,farisaica, aunque permitiesen Ia confluencia sexual, no se perdonaban por ella, Por el contrario, se ha- Hlaban predispuestos a la segregacién y al prejuicio en relacién con todo lo que les parecia extraito, incluyendo en esta categoria a sus hijos mestizos" ‘Los europeos impusieron sus respectivas Fenguas, leyes ¢ institucio~ nes politicas y sociales provenientes a veces de ambitos territories donde no existia ain nacién constituida. Un sistema formalmente feu- dal, impuesto sobre una casi autoctonia indoamericana, y Ia volumino- 1 Darcy Ribeiro: Las Américas y la ivlizactn, p. 281 24 sa matriz africana, poco marcada por ciertos rasgos de fa cultura de las diferentes etnias de procedencia, en particular lo relativo a la religion ‘—como consecuencia de la deculturacién, que en muchos casos fue capaz de sobrevivir al impacto de Occidente— dio lugar, de acue: con Ia situacién ecolégica de cada isla, a In aparicién do socieda con idiomas eriollos y ereencias religiosas sustancialmente distintas las metropolitanas. : La mujer en la empresa colonial Un problema muy vinculado con el de la fuerza de trabajo es el de su reproduccién, para lo cual era preciso importar mujeres. En fos prime- ros siglos, la presencia de la mujer fue pobre. La espatiola no venia mucho @ América, debido a las dificiles condiciones de vida. Las difi- cultades de las largas travesias por mar templaron el cardcter de las pri ‘meras mujeres que se aventuraron al nuevo continente, La situacin mejor® cuando se inicié la colonizacién, con la fnds- cidn de ciudades donde la vida era menos ruda, Sin embargo, se habla de diferencias psicolégicas entre las mujeres que habitaron las ciuda des, y las que fueron a residir, con sus respectivas familias, a zonas n- rales apartadas. Mientras las primeras fueron “de una docilidad casi servil”, las otras se caracterizaron por ser “decididas y enérgicas, po- niendo en la lucha diaria de una vida azarosa el concurso de su volun- tad perseverante”. En relacién con este asunto, reflexion Levi Marrero: “En sus primeros tiempos, la colonizacién indiana fie una empresa de hombres. Eran muchos los riesgos y las incomodidades para que afluyera desde Espaiia un nlimero elevado de mujeres. Aiin asi, la pre~ sencia de la mujer espafiola, principalmente sevillana, se hace sent desde los primeros momentos. La Corona, preocupads por arraigar a los conquistadores haciéndolos vecinos productives y estables, estimu: lay hace forzoso a los easados traer a sus mujeres de Castilla. Cuando en los primeros afios de ocupacién de Cuba se quiso poner impedimen- 2 José Maria Ots Capdequi: Bosquefo histérico de fos derechos de la mujer en la fegislacion de las Indias, pp. 176-171. 25 tos al paso de las esposas de los primeros conquistadores easados, de Santo Domingo hacia Cuba, la orden real fire que se autorizara.? “La mujer se presenta pues, como garantia de arraigo al tetitorio de Ia colonia, algo que respondia enteramente a los intereses inmediatos y 4 més largo plazo de Ia Corona. Lo mismo cabe decir de la necesidad de mujeres africanas, consideradas como Ins tmicas capaces de dar es- tabilidad y quién sabe si hasta de prolongar la vida a los esclavos. So- bre este particular, se expresa en un documento de 1527: “SY para que los dichos nogros asegurasen y estuvieren doméstivos en la tierra habia de ser la mitad de ellos de negras porque se casasen dinos con ottas y esta es cosa que por experiencia se ha visto que mas Jo asegura a que sirvan bien e no se hacen que otra ninguna porguc te- nniendo sus mujeres € hijos se estan con ellos y sirven bien." ‘Si bien la mujer peninsular ¢ islefta era escasa por las dificultades de adaptacién al nuovo medio, muy ristieo, las afficanas lo fueron tm- bin, porque el por ciento de ellas en tas eargamentos de esclavos de~ pendia de las earacteristicas de la oferta en el continente afticano a la Ilegeda de los barcos negresos, por e50 el crecimiento de In poblacion ttabajadora fue pobre, y se produjo ante todo por inmigracién de hom- bres solteros que se mezelaron con las mestizas criollas Por su origen en uniones no sancionadas favorablemente por le so~ ciedad, lo que equivale a decir por la Iglesia, las mestizas de indios y regros con blaneos estuvieron siempre menos sometidas a las nownas {que rogulaban Ia vida y los enlaces de I mujer de raza blanes, y por esa razén gozaron do una mayor fibertad que les permitié aleanzar dependencia econémica y, por lo tanto, iesetallando un sitio en aquella sociedad de hombres rudos. 'No era bien visto que una mujer blanca se uniera a un hombre que no puidiera gatantizarle af menos un starus similar al de su familia de procedencia, Tampoco ellss podian aspirar al matrimonio si sus padres ho estaban en condiciones de proveerlas de una dote convenients, por Jo general abundante, Esto train como conseeuencia que las familias menos acaudaladas concentraran sus recursos en dotar a la hija mayor, para proporcionarle una alianza ventajosa a la familia, preferiblemente fon la de un comerciante extranjero acaudalado, © con el beredero de 3 Levi Mawrero: Cubar economia y sociedad, t. 1h, p. 376, |§ Citado por José Luciano Franco: Apuntes para wna historia de la legistaién y tadministracién colonial en Cuba, 1511-1800, p. 113. 26 tuna buena fortuna, snientras las hijas menores quedaban “para vestir santos”, €$ decir, tomaban el camino del convento, La misma razén econdmica era lz causa de que tarnbién los blancos pobres prefirieran buscar mujer enive las mestizas, que no tenian a me~ ros unirse a un hombre sin exigir de él jugosas ofertas de contrato ma- trimonial ventajoso, ni ocuparse de las labores domésticas y de la atencién a los hijos ¢ incluso participar en ciertas labores agricotas y artesanales, sin la ayuda de esclavos. Estas condiciones favorecieron el ‘mestizaje creciente de la poblacién, La familia del hacendado en e! sigio xx Como se ha visto, la condicién racial determinaba a menudo el tipo de organizacién familiar. La Iglesia y el Estado predicaban la concerta- cidn de matrimonios legales y monégamos, peto fa sitvacién econdmi- ca de la mayor parte de la poblacién, y su condicién social, adems de {a tendencia historica, hicieron predominar las uniones consensuales en fa poblacién de color, incluidos los esclavos. El problema dc los hijos ilegitimos, frutos de las frecuentes relaciones de los hacendados con sus esclavas, incapacitados legalmente para heredar a sus padres, fue ‘con frecuencia causa de descontento y motivo de notorios litigios pro- movidos por hijos que reclamaban ser recnnocidos como legitimos para poder hacer vida social en tanto ciudadanos pleitos, con derecho a vestir de cierta manera, a ser tratados con los apelativos de sefior 0 se- fiora y heredar fortuna familiar en caso de no haber otro heredero con mayores derechos. La coyuntura socioecondmnica intemacional en que se produce el fo- mento de la industria azucarera durante ta primera mitad del siglo XIX, ‘una tipica empresa capitalista con rmano de obra esclava, da como re- sultado la conformacién de una rica burguesfa; poderosa en fo econd- mico, pero marginada de manera creciente de las esferas de podor politico por un sistema colonial basado en el abajo esclavo. Las con- tradicciones sociales en esta sociedad revisten un alto grado de com- plejidad, se dan —en lo politico— enire hacendados y el poder colonial; y en lo econémico, entre propietarios y no propietarios; aunque tam- bbién entre hombres libres y hombres esclavos y entre blancos y negros. 2 Bi modelo de familia del hacendado, instalado en Ta casa solariega con su esposa, fos hijos del matrimonio, multitud de esclavos y fre- ‘cuentemente parientes 1 otros allegados que participan del negocio fa- rmilian, tiene mucho del patriarealismo importado por los primeros colonizadores asentados de manera permanente desde la primera mitad del siglo Xt, para quienes la familis, muy cerrada y cohesionada, es tun refugio contra el medio, Afirma Ramiro Guerra: ‘La vida intima de la familia se desenvuelve en un ambiente limita- do y cireunserito, el hogar, que le sirve de asilo y de escudo, como la concha al molusco; dentro de ese ambiente se sustrae con facilidad a las influencias extratias, las cuales no lograron, a veces, traspasar el re- cinto que circunda a la familia y penetrar en el interior de esta 2ara producir cambios y provocar transformaciones répidas. De ahi que la familia pueda trasiadarse de un pais a otro conservando con gran pure- za la atmésfera intima, en la cual no se hacen sentir los influjos de ‘fuera sino con gran dificultad y lentitud, filtrindose a través de la re- sistencia tenaz que les ofrecen sentimientos, tradiciones, leyes y cos- tunbres multiseculares, conservadas celosamente en lo recéndite del hoger”.S : Este modelo es valido para los que conforman la poblacién libre, que pueden disponer del fruto de su trabajo y de sus propias vidas. No fs el caso de fos esclavos ni de los trabajadores contratados, cuyo des- Lino estaba en manos de los propietarios y hacendados. Sobre la estructura de la sociedad y de la familia en et siglo xvi, precisa Emilio Roig: “En cada villa existian tres tipos de habitantes: tos estantes eran aquellos que vivian en la villa sin casa, ni mujer, ni hacienda, ni padre, ni madre: otros, los moradores, residian en Ia villa con mayor estabili- dad, quizas con algunos bienes y con la aspiracién de ‘avecindarse” y, finalmente, los vecinos, que posefan los derechos plenos —y también Jos deberes— que imponia su condicién ciudadana. Las dos prineras categorias, fuesen blancos 0 no, careetan de lo que pudiéramos llamar capacidad para la actividad politica en la comunidad”. En este caso se cuentan dinicamente los estratos medios, esos que lo mismo alquilan su fuerza de trabajo en el campo que en Ia ciudad y que ya en este momento habian logrado, en muchos casos, adquirir al 5 Ramiro Guerra: Historia de Cuba pp. 162-163, 6 Fmilio Roig de Leuehsenring: La Hohana, Apuntes histéricos,t 1p 62 28 gunos bienes, y convertirse en propictarios de pequeftos negocios gra- cias a los pobres recursos acumulados con su esfuerzo personal. En el Gltimo siglo del perfodo colonial, los viejos contflictos bélicos entre Inglaterra, Francia y Espafia por el control sobre las cofonias evolucionan a favor de la apertura de Cuba al comercio intemacional. Pero para producir para el mercado internacional el café y ef azticar que Haiti y las demas colonias francesas ya no estaban en condiciones de proporcionar desde que la Revolucién Francesa de 1789 habia pues- to en crisis el universo ideolbgico de los franceses y su sistema colo nial en las Antillas, habja que rentabilizar la agricultura y fomentar una industria mas moderna, aprovechando las conquistas de la Revolucién Industrial Inglesa, y esto no podia hacerse si no se mantenia el ritmo de incremento de la fuerza de trabajo. En lo social y lo politico esto planted enormes contradicciones. Sig- nificaba que el liberalismo econémico de los ricos hacendados criollos, iba a polarizarse ain mas hacia la obtencién de fuerza de trabajo bara- ta, La vigilancia inglesa para evitar la trata clandestina de negros desde que se firmara un tratado prohibiéndola en la década del 20, encarecia de manera reciente esta fuerza de trabajo; ademés, las pésimas condi- ciones de vida de los esclavos en las plantaciones no favorecian su re- posicién. Se opté entonces por incrementar la inmigracién de canarios, que no habia cesado desde el siglo XVI, otorgéndoles tiertas y facilida- des de todo tipo; pero el resultado de la politica migratoria no satisfizo las expectativas, por lo cual fue reemplazada por la importacién prefe- rente de hombres solos que firmarian contratos abusivos, los chitfos. El racismo consustancial a una sociedad que habia surgido con ta opresién de un grupo étnico sobre otro, dio lugar a prejuicios donde se unen y confunden fo socioecondmico y lo racial, y a relaciones socia- les muy mareadas por él, Se mantuvo siempre presente, no slo en lo que respecta a la movilidad ascendente dentro de esa sociedad, sino también en lo relative a la actitud ante el trabajo. Esta ideologia mot vaba que se considerara criticamente que un blanco realizara trabajos manuales 0 produetivos, considerados de negros, porque estos los ha- bian realizado siempre, Por esta razén, un blanco que no fuera propie- tario de algo no tenia otro destino que las letras, las leyes, el pequefio comercio, un oficio como el de tabaquero por ejemplo o, simplemente, dedicarse a la ociosidad 29 | ‘Antonio del Valle Herndndez, un economista de principios det sigh ‘xx, deseribe la situacién de esta cateyoria de pobladores en 1800, que ya era antigua en la Colonia: “Las pequefias labranzas, y en general la suerte de los pobres, y de fos de mediana fortuna, son los que yacen en un fatal estado (..) Nin- iin cédigo es més suave que ef nuestro en orden a la esclavitud; mas nada hizo efectivamente para la clase de los blancos pobres (..) et blanco de alguna distincién o conocimientos que no nace con bienes Ge fortuna, no tiene en qué ocuparse. No le queda pues, mas que ta iplesia, el ejército, las oficinas reales, 0 las facultades de arte, medicina 16 leyes, todos empleos que estén llenados en una ciudad como esta (..) ¥y no pueden dar ocupacién a la numerosa juventud que coresponde a su poblacién”.” Los problemas sociales que ocasionaba el desempleo de esa masa de jjévones en edad Laboral fueron repetidamente denunciados, incluso an- tes de la aparicién en 1835 de la Memoria sobre la vagancia en Cuba, de José Antonio Saco, donde se recoge la esencia de la problematica social cubana del momento y las inquietudes patriétieas de un grus0 de criollos cultos de clase media, preocupados por el desarrollo ecors- mico de la Isla. El problema del desempleo de ta masa de blancos pobres goz6 de tuna cierta valvula de escape en el tabaco, una actividad donde la men- talidad racista tuvo menor influencia, pues se mantuvo mayormente controlada durante 1a época colonial por espafioles y sus descendien- tes, Fue en este sector donde los blancos pobres nacidos en el pais pu dicron realizar trabajo asalariado, sin ver por ello disminuida su condicién de blancos, y la forma en que llegaron a engrosar las filas del proletariado, dominado mayormente por negros y mulatos libres. Estos se habian sentido responsables de su destino como clase desde ‘que por su. nutrida participacién en labores productivas adquirieron de su capacidad para labrar un futuro colectivo inde- pendiente del poder colonial. Bl sentido de responsabilidad social corre parejamente a la formacién de la conciencia nacional. EI capital para el crecimiento azucarero del siglo XIX era mayor- mente cubano y se habia ido acumulando con el negocio de la venta de los cueros obtenides de a ganaderia extensiva y el comercio con la 7 Antonio del Valle Heméndez: Sucinta noticia de la situocién presente en esta colonia, 1800, pp. 97-99. 30 flota; pero también se habia atesorado en la fabricacién de barcos de {os estilleros habaneros y en las ventas por parcelas de las tierras de los halos ganaderos, cuando fue més provechoso vender o arrendar peque~ dias parcelas para agricultura de subsistencia, que continuar con el ira- dicional ganado, Esto en cuanto a las actividades econémicas productoras de riqueza. Pero hay que decir algo sobre fa conservacién de esas riquezas. Ellas de nade hubieran valido si continvaba predominando la rémora de vida hidalga introducida en la Isla por castellanos y andaluces; y si no hu- bicra surgido un grupo propietario de tierras que defender. Estos lti- mos fueron desarrollando el espiritu préctico de los burgueses, con su innato sentido para capitalizar, y gustos mas moderados, que se refleja- ron en sus viviendas, amplia y mondtonamente deseritas por los vinje- ros y testigos de la época. Sobre ésta cuestién opina Félix Tanco, un venezolano que habia he- cho fortuna en el negocio de la trata de cuties chinas en Cuba: “En general en La Habana todas las casas estan igualmente alhaja- das, y no se gasta mucho lujo en adornos. Asi es que casas de capitalis- tas, de cineventa a cien mil pesos, no tienen més muebles en fa sala, que media docena de sillones de caoba y paja, que aman mecedores, y que colocan uno en frente de otros en hilera junto a fa ventana; diez 0 ‘doce silletitas en derredor, y la limpara en medio de la sala. Con pocas cexcepeiones, todas las casas de La Habana tienen la sala por este estilo”.* Y es que las oliganquias locales, constituidas 0 representadas por las, familias nds ricas de cada regién, con miembros que ocupaban puestos en Jos cabildos, tendieron a aliarse fuertemente entre ellas mediante la concertacién de matrimonios de conveniencia para asegurar la conser- vacién y ef engrandecimiento de las fortunas. Ello les permitia mante- ner la supremacia politica a nivel regional y local, un poder traducido en control sobre las tierras y su. ocupacién, en administracién de justi- cia y otras prerrogativas, que de este modo escapaban al poder central y garantizaban su independencia como clase, La fuerza de trabajo calificada para este desarrollo estaba compues- ta por inmigrantes. La tradicién humanistica de nuestra cultura, deter- minada por las dificultades de acceso libre de todos los sectores sociales a la educacién superior —a pesar de los esfuerzos de nuestros 8 Versn Juan Pred laRiv: Leslee Cubaenel silo x vistapor ls etoneros pila, eet ee 31 iluministas por fomentar fa ensefianza técnica—no habia propiciado la Formacién de téenicos criollos, razén por la cual el floreciente mercado, del trabajo en Cuba, durante 1a primera mitad del siglo XIX, atra- jo a técnicos de Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, Haitly Jamaica, o a descendientes directos de europeos que habian estudiado ten las respectivas metropolis, donde habian disfrutado de sistemas de censefianza més racionalistas que los desarrollados por Espafia en sus -olonias. ool crecimiento de la poblacién, que se produjo en Cuba por efecto 0s, fue realmente notable: de la ini CUADRO I ey CRECIMIENTO DE LA POBLACION POR INMIGRACION’ 1790 300 000 1800 400 000 1840 | 000 000 1860 1 400 000 Nacionalidad de los inmigrantes Hegados en la etapa afticanos 800 000 chinos 100 000 blancos 120 000 Estos inmigrantes vinieron a acaparar los nuevos empleos técnicos que se ofrecieron en Ia industria azucarera, y més tarde en los ferroca- rriles. Los chinos, que empezaron a legar en la década del 40, fue-on tuna opeidn para paliar el cargo de conciencia de aquellos esclavistas, ‘empefiacios en negarse a la evidencia de que lo eran; en primer lugar, ef sistema disefiado para los trabajadores contratados no era, ni podia ser, diferente al tinico hasta entonces conocido en Cuba, por lo tanto, co- piaba al caleo ¢ incluso reforzaba, en lo relativo a la alimentacién, por tjemplo, Jas condiciones inhumanas a que eran sometidos los trabaja- dores esclavizados. Los culfes contratados, de naturaleza diferente, 0 9 Juan Pérez ela Riva: “Una isla con dos historias”, pp. 77-78 32 se suicidaban en masa, o pasaban, en cuanto podfan, « reforzar la fuer- 7a de trabajo libre,!? No puede asegurarse que los inmigrantes tuvieran un elevado nivel de calificacién técnica; sin embargo, en una lista de 942 inmigrantes eu- ropeos y norteamericanos que entraron por los puertos de La Habana y Matanzas en 1818, s6lo 320 eran agricultores; de ellos, las dos terceras partes, espafioles y el resto, artesanos de diversas procedencias.! Podemos hablar, para la primera mitad del siglo Xix, de una socie- dad fuertemente estratifieada, donde se mantienen tres grandes categorias. Un estrato superior formado por fos grandes hacendados y comercian- tes exportadores-importadores, los primeros, criollos, os segundos, extranjeros, mayormente espafioles; un estrato intermedio donde se agrupan todos los que, de cualquier color de fa piel, ealizan en el campo y la ciudad oficios productivos o actividades profesionales, y un estra- to inferior, conde se agrupan los esclavos domésticos y de plantacién y Jos trabajadores contratados. Para Juan Pérez. de la Riva, la riqueza social estaba muy desigual- mente distribuida entre estos tres grandes grupos: el primero de ellos (unos 1 000 clanes familiares), posefa de 40 a 50 millones; los esclavos y culies (unas 100 000 familias), 25 millones; y en el centro, los dos grupos que componian los estratos medios, por un lado la clase media de profesionales y pequetlos propietarios blancos y mulatos, que mane- aban 120 000 millones, y por otro, los artesanos, obreros y empleados, que no eran propietarios de nada y tenian acceso a 130 millones.!2 Este sector medio (generalmento blancos y mestizos “blan- queados”) es sumamente contradictorio, porque enfrenta —en el caso de un mismo grupo— a individuos cuya postura de clase es totalmente ‘opuesta; son por un lado los que, gozando de relativa holgura econd- mica, pueden darse el fujo de una vida acomodada, y, por definicién, reacios a aceptar la idea de cambios radicales. Por otro lado estén los desposefdos de siempre, que contintian vendiendo su fuerza de trabajo, mayormente negros y mulatos libres. En este sector se dan los dos 10 Ver Rafael Lopez Valdés: “Notas sobre el Informe de la Comisién Imperial China acerca del trifico de culies en Cuba”, en Revista de le Biblioteca Nacional “José Marti”, pp. 113-131 11 Ver tablas 2 y 3, en “MigraciOn y colonizacién blanca en el siglo x1x", incluido en ‘este voluren. 12 Juan Pérez de te Riva: “Una isl con dos histori p.8 3 pos de familia —la matrifocal y la nuclear de tipo europeo— que s¢ fan definido como caracteristicas para el sector popular en el period. Segin Verena Stolcke,!? en 1822 dejé de considerarse ilegal el amnance- bamiento entre solteros, es decir, se liberaliz6 la opinién oficial, que siempre habia visto con muy malos ojos las uniones 0 sancionadas por la Iglesia catélica, sin embargo, se dictaron leyes que prohibfan los tnatrimonios desiguales, una prictica cuya raiz se remonta a un siglo antes, cuando en 1776 se promulg6 la “Pragmética sancién para evitar ‘) abuso de contraer matrimonios desiguales”, destinada a privar a los ‘mestizos del derecho legal a heredar riquezas de sus padres europeos y tratar de evitar asi que continuara acrecenténdose el capital de este sec- tor, politicamente conflictivo, tanto para la Corona, como para Ia oll- garquia criolla. s ‘Vale destacar que la nupcialidad no se comporta igual en Oriente y fen Occidente. La autora antes mencionada lo atribuye al diferente ca- acter del sistema esclavista que predomina en ambas regiones. Esio cexplica que en el censo de 1862 aparezea reflejado lo siguiente: CUADRO2 - PROPORCION DE MATRIMONIOS POR DEPARTAMENTOS' Cantidad de Regién matrimonios Esclavos Libertos Departamento Occidental 71 915 120 80 Departamento Oriental __24 295 33,6 44 Una interpretacién posible es que, como en Oriente circulaba menos riqueza, por el desigual desarrollo de las regiones, habia menos recur- 508 que invertir en cubrir trémites formales para crear una familia; sin embargo, alli se da el mayor por ciento de matrimonios entre libertos y el més bajo entre esclavos. En ese caso, la menor presién social sobre los primeros favoreeia los enlaces voluntarios y las més leves condi cciones de explotacién. En una zona donde no prevalecia la plantacién, 13. Vee Verena Stolcke (Martinez Alien: "Color, clase y matrimonioen Cuba cnet siglo x" 14. Levi Marsero: ob. et, t. XIV, p. 46. 34 cera menios necesario estabilizarse formalmente con su pareja, pues ha- ‘ofa més libertad de enlace y menos compulsién de los esclavistas. Los modas de vivir en las easas burguesas, segin descripeiones de la época, no parecen demasiado diserepantes si atendemos a Ia dispasi- cién interior de las casas: familias numerosas, mesas a las que estén permanentemente invitados familiares y amigos fntimos, zaguanes ba bitados por carruajes y bestias de tiro que coexisten con depdsitos de azar u otras mercanefas y con salones de estar, plagados de sillones donde, al caer la tarde, toman el fresco los duertos de casa con los visi tantes del dia, mientras discuten de comereio y, por qué no, de politica Altas puerta-ventanas cubiertas de cortinas blancas, tras las cuales las, damas de Ia sociedad se pasean cubiertas apenas por batas de estar am- plias, de colores claros, mientras atienden sus ocupaciones domésticas, ja educacién de los hijos, el “punto” de ta comida, la hospitalidad para el huésped distinguido, que nunca falta Es un modo de vida un tanto patriarcal, que arrastra elementos de los primeros tiempos hasta el siglo XVII, cuando comienza a desapare- cer, para ser sustituido por las casas-almacén de la burguesia, donde la promiscuidad pucblerina de antes va haciendo fugar a una vida comer- cial mucho més nuidosa y que encubre conflictos de clase cada vez més agudos. Es este el sinbolo de un modo de vida cubano, donde entran en jue- go costumbres y tradiciones largo tiempo incubadas. Es el modelo que vva'a marcar a las generaciones posteriores y a los demas grupos socia~ les de In época, La familia es aqui, mas que refugio, como habia sido para los primeros colonizadores, verdadero taller en el que toma parte activa, con sn trabajo y sus pasiones, el cabeza de familia, la espos: madre —el alma de ta casa~— los hijos que comienzan a despuntar, los amigos, los socios y parientes. La vida de los que cuentan s6lo con su esfuerzo personal, de los tra- ajadores por cuenta propia, ha sido menos reflejada en la literatura histérica y las obras de viajeros de la época, aunque de ella pueden en- contrarse buenos ejemplos en las paginas moralizantes de los costum- bristas cubsnos. El caso de los pequetios campesinos, de pobre economia de subsistentcia —cuya familia nuclear coopera, con ayuda uizis de algin jomalero, en las labores agricolas— pareve haberse con- servado enite los vegueros, quedando como simbolo y modelo del 35 modo de vida rural, en particular de las familias ducen para el consumo. ‘A la familia esclava se fe asigna uma pequefia parcela (conuco) don- de asentarse, para procurar la estabilidad de fa fuerza de trabajo en el campo. Pero esta soluciés, para decirlo con una frase sonora de More- no Fraginals, era “un cultivo de invernadero” destinado al fracaso, si intentaba aplicarse a gran escala en aquella sociedad racista y abocada ana transformacién radical a corto plazo. Muchas de las caracteristicas y costumbres —que hemos esbozado & grandes rasgos— desaparecen 0 se transforman radicalmente con le agudizacién de las contradicciones potiticas, Estas contradicciones cul ininan en el estallide de 1868, aunque la vida cotidiana de la sociedac y de la familia, a partir de ese momento, queda bastante sumergide ibajo el peso de los acontecimientos bélicos, que acaparan la atencién de los cronistas, Sin embargo, en la abundante literatura de Ia época se descubren los aspectos de todo el mundo colonial que se conservan, Hos que desapa- recen como simbolo del pasado y los elementos ya fatentes antes que alcancen aqui un nuevo esplendor. No en balde Jo que habia comenze- ddo por una vaga conciencia de ser diferente al peninsular, en el criollo del siglo XVIM, pasa a ser —en un trinsito largo y complejo— una con tradiceién de clases que enfrenta a cubanos y espafioles en una guerra por la independencia, ya en el afo 95, y que necesariamente va a repet~ cutir en el seno de las familias, muchas de ellas formadas por padres espaiioles y madres ¢ hijos nacidos en Cuba. npesinas que pro: Los estudios sobre la familia caribefta Los primeros estudios sobre organizacién familiar en el Caribe fueren realizados por R. T. Smith en la Guayana Briténica y Edith Clarke en Jamaica, a mediados de ta década del 50, En cast todgs los estudios ro- visados sobre la organizacion de Ja familia caribefta,'* se da por sobre entendido que el hilo conductor que une @ estas sociedades insulares 15 Ver Jean Benoist: Sociofagie de fa famille anilase: Stanford N. Gerber, ed The Family in the Caribbean. Proceedings ofthe Second Conference on the Family te Caribbean (Aruba. 1969); Comitas Lambros: Work and Family Life: West Indes Perspectives, Anchor Books. New York, 1973, 36 —y también a algunos territorios continentales costeiios— ha sido un pasado comin de esclavitud africana y plantacién azucarera, con todo su andamiaje superestructural correspondiente, como muy Iicidamente establece también Darcy Ribeiro. Jean Benoist!® advierte el predominio de un doble sistema de orga- nizacion familiar en el que coexiste la familia nuclear estable tipo eu- ropeo, unida por matrimonio legal o religioso —y admitida como modelo general— junto con otro modelo, oficialmente desvalorizado, pero muy extendido en sectores mayoritarios, que se caracteriza por le débil cohesi6n de la unidad habitacional y la poliginia sucesiva o simulténes. Herbert Klein asegura: “América Latina no siguié el modelo de fa- milia, con muy baja ilegitimidad de la Europa Occidental”.!7 Segin Moreno Fraginals: “en un momento dado de crisis de su nistro de esclavos (en distintos afios para las diversas islas) los amos {rataron de formar obligatoriamente niicleos familiares que respondian 4 los patrones éticos y culturales europeo-occidentales. Estos intentos, auspiciados por las distintas sectas religiosas, tuvieron poco éxito, La familia, en el concepto blanco-burgués (aqui empleames el témino blanco como sinénimo de colonizador europeo o criollo), es una insti- tuci6n insertada en un ambiente no adecuado a su desenvolvimiento. Pero la plantacién era, culturalmente, un mundo distinto, No bastaba con sacramentar y legalizar las uniones sexuales surgidas espontneamente 0 impuestas por coaccién. La legalizacién, la ceremonia, el ritual in face eoclesiae, era solo el aspecto externo de-un posible néicleo familiar.!® Desde los primeros tiempos de formacién de la sociedad caribefia, se desarrolla la matrifocalidad —la mujer como centro econémico ¥ formativo en el hogar— como tendencia hist6rica muy importante. Joycelin Massiah!? argumenta sobre esto que el fenémeno de la escla- vitud bloquea todo intento de establecer una unién estable, y mucho ids la de carécter legal y cristiano. Bs sabido que cualquiera de los dos 16 Jean Benoist: "La organizacién social en las Antillas”, en Manvel Moreno Fraginals: ica en América Latna,9. 93. 17 Herbert §, Klein: La esclavitud aficana en América Latina ye! Caribe, p. 111 18 Manusl Moreno Fraginals: “Aportes cultuales y deculturacién”, en Africa en América Latina, p.21 19 Joycelin Massiah: La mujer como fede familia en el Caribe: estructura familiar y condicién social de la mujer. p.9. 37 integrantes de Ia pareja esclava podia ser trasladado o vendido en aquier momento, y que el hijo de negra esclava lieredaba la condici6n ide la madre, En The Negro Family in the United States, Frazier comto- bora la afirmacién sobre el efecto disolutivo que tavieron, sobre ta fi- ilia esclava, las condiciones de las plantaciones earibeitas. Se traté de ‘estimular Ia procreacién con dispensas especiales concedidas a la mé- dre, que proporcionaban capataces y administradores de plantaci6a, pero tales dispensas no consideraban al padre. ‘Segiin la mencionada autora, “se logitimaba la funcién central de Ia madre, nocion firmemente arraigada en el sistema parental de la tribus de Africa Occidental que fueron transportadas al Nuevo Mundo”. Sa Estos grupos se caracterizaban por su organizacién social matrilineal y ‘atrifocal. Incluso las mujeres esclavizadas ereaban vinculo de parea- tesco y, por lo tanto, adquirian rango social. Por otra parte, on socieda- des poliginias, las esclavas eran mas baratas que tas mujeres libres, y de ahi su alta demanda. Esto se relaciona también eon la poca cantidad dde mujeres importadas al Nuevo Mundo, Lo antes expuesto se aproxima al punto de vista de Melville Her kovits, antropélogo y africanista norteamericano,?! aunque datos 1e- cientes sugieren que tales pricticas no contribuyeron nevesariamente @ troducir y perpetuar la nocién de marginalidad masculina. B. W. Higman, fandandose en datos sobre Jamaica, Trinidad-Tobago y Bar- | bados, demostré que las esclavas jévenes tendian a vivir en concubinato infecundo o en el seno de un grupo familiar amptio. Durante ol periodo de fecundidad, ln mayoria de las esclavas vivia con su pareja y sus 2i- jos. Cuando los hijos fundaban hogares independientes, las mujeres | continuaban viviendo con sus compaiieros 0, si él morfa, con sus hijos, en un niicleo familiar heterogéneo. De acuerdo con céleulos citados por J. Massiah, la esperanza de vida del esclavo a principios del siglo xix era de s6lo 23 aitos, por lo que el caso de hogares con abuela, establecidos por fas mujeres sobre- 20 Joycelin Massiah: ob. cit, p. 9 ‘21 En The Myth ofthe Negro Past, publicada en New York en 1931, y en Trinlad Village (1947), Herskovits plantea la continuidad del pasado, y setala que fos negos del ‘Nuevo Mundo revelan la herencia dl Africa Occidental en hibitos, cbdigos de condacta Social. insttuciones, lenguaje, arte, religion y orzanizacién social. Niega,o al menos no Considera el desarrollo socicecondmico como fector de peso en el desenvolvimisnto social 38 vivientes, debia ser muy raro. Los datos de Higman, que trabajé la eta- pa de 1800 a 1834, indican que las unidades familiares formadas por ‘una mujer y sus hijos, variaban desde un 14 % en Jamaica hasta un 29 % en Trinidad y Tobago, lo que dermestra que el fendmeno si fue ‘algo firmemente establecido y bastante extendido durante la época co- Jonial, aunque no se dio con la misma intensidad en todas las islas.7? ‘a alguna medida, esta tendencia, determinada por el cardeter de migrates permanentes de los varones {migraciones intemnas y exter- hiss), debe haber marcado con un sello de inestabilidad a estas socieda: des. Sin embargo, desde el punto de vista de la estructura de funciones, autores como R. T. Smith y Clarke,” han coincidido en que la matri- focafidad se puede interprotar como consecutencia de las relaciones de produccién posesclavistas. Segin Verena Stolcke, quien valora las diversas posturas, tanto Smith como Clarke atribuyen el predominio de la matrifocalidad a las condiciones sociales y econémicas del momento, que provocaban Ia insoguridad y un bajo stafus de los varones, lo cual a sv vez socavaba el rol de marido-padre que a sociedad esperaba de sus miembros mas- culinos, Aunque de hecho el nivel de profundidad del estudio de Smith es mayor que el de Clarke —el primero busca, segiin Stolcke, la expli- cation de factores socioeconémicos intrinsecos a las comunidades gu- ‘yanesas estudiadas por él—, ambos Hlegan bisicamente a las mismas conolusiones: Io que determina el tipo de organizacién familiar es el papel socioecondmico especifico asignado al varén en esas comunida- des, y este papel es determinado a su vez por ta naturaleza de la socie- dad de que se trate,?* En West Indian Family, M. G. Smith define la familia matrifocal ‘como una unidad que muchas veces es el resultado de que no se intenta cestablecer una familia estable —aunque en esto no era siempre deter- minante la voluntad de los relacionados. Este autor considera que las diversas formas de organizacién de ta familia son alternativas posibles, determinadas por el tipo de emparejamiento al que se recurra. Este tl- timo es el principio formative de la estructura familiar, dice M. G. 22 J. Massiah: ob it, p. 19. 23. RT. Smith; The Negro Family in the Brivish Guiana, London, 1956; E. Clarke: My Marher who Fathered Me, London, 1957 24 Verena Stofeke (Martinez Aller): Racismo y sexualidad en la Cuba catonial, pp. 192-194, 39) Smith, esbozando un criterio que comparte V, Stolcke, quien afade {que la forma de emparejarse esta determinada a su vez por la posicién social de cada uno de los integrantes de la pareja, Segin lo dicho, el desarrollo histérico de ta familia en el Caribe —fundamentalmente la formada por los descendientes de africancs, que constituyen la mayor parte de la poblacin de las islas— ha hecho de la familia matrifocal y de la unidad consanguinea, fendmenos not>- riamente prevalecientes. Esto se podria explicar por la circunstancia de que las sociedades nuevas (por algunos Hamadas también neotérieas) se formaron aqui més pronto que en otros lugares, debido a tas situx- jones excepcionales derivadas del trifico de esclavos. Aunque a veces ha sido interpretada como prueba de desorganizacién social, la forma familiar consanguinea puede también considerarse como un mecan s- mo por el cual tales sociedades se las arreglaron para sobrevivir a pesar de las penalidades que les impuso el poder metropolitano, E] matrimonio legal y la familia nuclear, consagrados religiosamen- te, fueron simbolos de la clase dominante, y del estrato superior de los asimilados de color, vinculados al poder politico y econdmico de cada colonia, aunque esto se comporté de manera distinta en las colonias hispanas. En Cuba, por ejemplo, se planteaba ya desde el siglo XvIl que la perdurabilidad del vinculo matrimonial y la consalidacién de la familia eran inexcusables deberes de la vida en sociedad; esta era la ‘base de la politica social orientada por la Corona y la Iglesia Catélica en las Indias, Claro, se trataba del proyecto oficial, otra esfera fue lade la vida cotidiana de la mayoria, donde se produjo Ia unién consensual, «un aspecto caracteristico, que se ha conservado hasta el siglo Xx. En las sociedades caribefias, surgidas bajo las condiciones de la eco- nomia de plantacién, y nacidas bajo el signo de la dependencia econd- mica, cuyas caracteristicas —alto grado de masculinidad, baja natalidad, fuerte inmigracién de mano de obra esclava 0 semiesclava, pobre arraigo a la tierra, extrema movilidad espacial del elemento mas- culino, entre otras— determinan relaciones sociales poco favorables para el desenvolvimiento arménico de la vida familiar; con mucha fre- cuencia la familia conyugal tiende a ser inestable y a ser sustituida por otras formas de agrupacién cohabitacional, a menudo matrifocal. A ve- ces es complementada por parientes de uno y otfo sexos 0 colegas del mismo sexo. De todos modos, el modelo de familia nuclear se da en todos los estratos, aunque es en los superiores donde se aprecia con 40 mayor frecuencia y donde el matrimonio se conserva, al menos formal- mente, durante mas tiempo. Hay una tendencia a considerar como verdadera familia sélo a la nuclear (los padres y sus hijos pequefios), que es el modelo predomi- nante en la cultura occidental desde la época de consolidacién del capi- talismo como sistema, es decir, desde Ja revolucién industrial ingiesa del siglo XVut. Se suele decir que ese modelo surge con la relativa es- tabilizacién de Ia sociedad capitalista y que garantiza la conservacin de lo acumulado en forma de herencia —bienes y pattimonio espiri- tual—transmisible de padres a hijos. Por el cardcter de su formacién social, marcado por el binomio ha- cienda-esclavitud, segiin el criterio de Darcy Ribeiro, la familia cubana colonial comparte rasgos de la familia de las restantes sociedades del rea caribefia, en particular la tendencia a la matrifocalidad, determina- da en lo fundamental por e! tipo de economia implantado en ellas, Esta se orienta a satisfacer exigencias del gran mercado capitalista exterior més que a las demandas de! consumo interno; por lo tanto, se basa en un sistema que requiere de la maxima movilidad de la poblacin mas- culina (migraciones internas y externas entre paises del area y entre re- giones de un mismo pais)25 Por tal razén las islas tienden a ser focos permanentes de afluencia masiva de inmigrantes extranjeros varones en edad laboral, lo cual obliga a las mujeres, largo tiempo solitarias, a reunirse para ayudarse mutuamente, y a veces a buscar refugio en sus familias de procedencia, sobre todo cuando existen hijos pequefios. Por todo ello, predomina la inestabilidad de la pareja y la coexistencia de varios niicleos familiares ‘con un padre comiin, asi como la tendencia a la promiscuidad sexual. La norma que acabamos de exponer podria provenir, a nuestro en- tender, directamente de siglos atrés, desde que las convenciones sociales y los prejuicios raciales, consustanciales al sistema colonial, pusieron innumerables frenos a la posibilidad de fundar uniones estables libre- ‘mente escogidas, en favor de soluciones sujetas a estrictas considera- ciones de caracter econémico impuestas por la época. Fueron precisamente los controvertidos miembros del estrato inter- medio los que, compulsados por una necesidad de sobrevivir, ¢ incluso més, de vivir en un medio social que les era hostil, impusieron tal for- 25 Darcy Ribeiro: ob cit, p. 163, 41 sma de emparejarse, sin que esto signfique que fuera Ia nica posible, pues se da también el caso ‘de familias nucleares tipo europeo en et .s aes popular incluso entre 1 esclavos, como hemos visto Tal ten- eee ebmo hemos seislado también, no se comporta de igual fom cr Oriente y en Ovcidente, aunque hemos presentado aqui un modelo {que proponemos como vétido para ambas regiones de Cuba. OJEADA EN FUENTES : | lida PARTE SECUNDARIAS ' ’ Ilra Parte FAMILIA Y REGION EN EL PERIODO COLONIAL Los nucleos familiares en el poblado habanero de Pipian ‘Ana Vera Estrada y Sonia Correa Cajigal a bitsqueda de fuentes documentales para el Lots de ta famitia eubana nos fleve a bus- car padrones de vecinos de diferentes comunidades existentes en la” primera mitad del siglo XIX, con el fin de describir las diversas formas de organizacién familiar y los tipos de familias existentes cn tan im= portante etapa ce nuestra historia, Tal es la génesis del presente trabajo, donde se muestran los resulta- «dos del andlisis de uno de estos eensos, el de Pipidn en 1819, y se de- ‘muestra cémo es posible explotar este tipo de fuente como base para la earacterizacién global de la familia durante los primeros tiempos del crecimiento acelerado de Oceidente,! El procesamiento automatizado al que recurrimos, de uso muy fre- enente en historia cuantitativa y en particular en la historia demogréfi- ca, demostré una vez mas ser una herramienta indispensable para el manejo agil de un volumen de datos considerable. Por lo tanto, el presente trabajo aspira a ser una pequeiia contribucién al conocimiento. | de la familia en la 6poca y a servir de acicate para una més amplia apli- cacién de los recursos de la computacién a los estudios histéricos cu- banos, |. Similares documentos sobre otras localidades se resogen en Gloria Gara y otros Fuentes estadisticas para a historia econdmica y social de Cuba. 1760-1900, tL 106 Paréntesis metodolégico sobre la Historia Demografica y su desarrollo en diversos paises La historia demografica ha logrado aleanzar un desarrollo auténomo ——dentro de los estudios histéricos— durante la segunda mitad del pre- semte siglo, gracias al impulso que le imprimié a la historia social un grupo de especialistas vinculados a la Escuela de los Anales. Su co- mienzo efectivo, en tanto movimiento renovador de la historia como disciplina cientifica, se sitiia en la década del 30.” La historia demogrifica y la demografia histérica, son ciencias afi- nes, con un mismo objetivo principal: calcular la poblacién del pasado. Difieren en las fuentes que emplean y en que la segunda tiende a aislar {os fenémenos de poblacién del andlisis de la amplia gama de factores fisicos y econémicos que ejercen una importante influencia en los mo- vimientos de poblacién. Cominmente se habla de tres etapas en la recopilacién de los datos ‘estadisticos sobre la poblacién del pasado; dichas etapas no son coe- xistentes en todas las sociedades. La primera se conove con el nombre de preestadistica. De ella no existe constancia numérica, raz6n por la cual antropdlogos y arqueslogos hacen reconstrucciones a partir de hnuellas materiales de la cultura, La segunda se nombra protoestadisti- a, de ella se conservan algunos documentos, susceptibles de permitir la reconstruccién de series de datos parciales: es el campo de trabajo de la historia demogréfica. La etapa propiamente estadistica comienza ‘a partir de la fecha en que se establecen los registros civiles y de ella se ‘ocupa la demografia historia. En Cuba, la recopilacién de series esta- disticas completas, con cobertura nacional, se inicia en la séptima dé- cada del siglo XViNl con el censo de 1774 2. Laescuelade los males surgié en realidad durante I década del 20 aleanzé mayor impuiso en la del 30, cuando comenzé & publicarse ta revista del mismo nombre. Representé una renovaciin de la Historia como cieacia. Soslaya considerar el aconteci- miento politic como motor tinica de los cambios en Ia historia y pone el énfais en ef anilisis de provesos econémicos y sociales cotidianos que tienen lugar en periodos ‘extensos. Foment6 el trabajo interdisciplinario y logré aproximar Ia historia a otras ciencias sociales con fo cual propicé el desarollo de nvevas amas, 107 pura sretenrsnemaate RE ni ge csste ccs La historia demografica se caracteriza porque emplea métodos y conceptos de la demografia, combindndolos con el método de la eritica historiogrifica de fuentes y con la perspectiva de andlisis global del historiador. Se apoya en una gama lo més amplia posible de documen- tos emitidos por instituciones y funcionarios de la época que se va a estudiar y propone explotarlos complementariamente, de modo que los datos de unas fuentes permitan rellenar lagunas de informaci6n dejadas por otras. Para su objetivo de reconstruir la sociedad de épocas pasadas en su contexto, la historia demogrifica apela a censos primitivos, padrones ceclesiésticos, listas de contribuyentes, genealogfas, listas electoral listas de militares 0 documentos no estadisticos como cartas, libros de viajeros, ete. pero sobre todo, explota al maximo los registros parro- guiates. Para explotar los registros parroquiales, los historiadores demégra- fos han disefiado dos métodos que se disputan la supremacia, aunque es posible utilizarlos de modo complementario: el de los recuentos glo- bales 0 agregativo, comiinmente conocido por método “inglés”, y el de reconstruccién de familias 0 método “francés”. La diferencia esen- cial entre ambos esta en el grado de profundidad que aleanzan: el pri- mero recoge datos anénimos, permite avanzar mas rapidamente en la explotacién de la fuente, desecha menos informacién y proporciona tuna visiGn extensive del fendmeno. EI segundo, exige la elaboracién de fichas por familia, donde se incluye la identidad de los individuos, y por lo tanto, obliga a eliminar todos aquellos datos que carezcan de 1uidad y la poblacién analizada es mucho menor, pero este méto- do tiene {a recompensa de Ia profundidad. En ambos casos se reeo- mienda trabajar con los libros de varias parroquias aledafias, sobre todo en América Latina, donde fa documentacién se encuentra muy fragmentada.> ‘Aunque ambos métodos son enteramente aplicables al andlisis de cualquier sociedad, Guy Bourdé* considera que la movilidad extrema y falta frecuencia de la ilegitimidad resultante del prolongado sistema 3. Paraunaexplicacin detallada sobre estos métodos ver Ciro Cardoso y Héctor Pérez Brignol: Las métodos de la historia... eap.1V. 4 Guy Bourdé: "Fuentes y métodos dela historia dermogréfica en Cuba (sighos xvity x09", pA 108, colonial —consecuencia de las conflictivas relaciones interraciales que caracterizan a las poblaciones latinoamericanas— son condiciones que Uificultan la aplicacién sobre todo del método de reconstruccisn de fa- mila, que requicre de registros parroquiales bien conservados y siste- méticamente recogidos.> Un historiador espaol contemporinco,® sin embargo, recomienda escapar a la esfera de influencia de los estudios fundadores de Fleury- Henry, demasiado fragmentarios, y consagrar mas atencién al analisis del contexto socioecondmico en que las historias familiares se enmar- can, mas ricos para interpretar procesos sociales de mediano y largo plazo, En nuestro continente, el primer pais donde se realizaron los estu- dios de este tipo fue México, y la primera aplicacién sistemética del método de reconstruccién de familias de Fleury-Henry, adaptado a las, condiciones coneretas de una poblacién americana, la hizo Maria Luisa Marcifio en Brasil. En ambos paises, asi como en Argentina y Chile, existian a fines de la década del 70, grupos importantes de la disciplina. En Cuba también se hizo una valoracién de los registros parroquia- les de la regién habanera a principios de la década del 70, y se avanzd algo en Ia investigacién de varias parroquias; pero los resultados no se publicaron enteramente. En la década siguiente, Jestis Guanche em- prondié un andlisis por muestreo de la inmigracién canaria.’ No obs- tante, el estudio integral de las familias habaneras, a partir de los 6 __registros parroquiales, no se ha realizado, De ningtin modo ajenos a la parcialidad de resultados obtenidos te- niendo en cuenta un solo tipo de fuente, damos a conocer unos datos que estimamos de algin interés para estudios de historia regional, aun- que es pertinente advertir que tales resultados no son extrapolubles a fa __ 5. Existe un manual ya clisio para la explotacin de regstes parroguiales, de Michel Fleury y Louis Henry: Des regisres paroissiaux a Histoire de la population. Manuel | de dépouillement et dexploitation de U état civil ancien, Pais, 1956. 6 ‘Franeico Chain Je: La Mtr de fia dese In espectv eb hirin soi No pr nanra propia de exon ka Mato Set n fia Acta prec 0286, 7 Una sitesi elo eatados de aula invesgnca se puede eso en Sieienln contri on lpaamtens Nico de Cate Ls ohne pero (1696-1898). es 109. a regidn habanera en su conjunto y mucho menos a la isla, y que nica mente reflejan algunas earacteristicas de los nicleos familiares en el poblado de Pipisn durante el ato mencionado, En la medida en que trabajemios con otros censos de la misma época, estaremos en condi. ciones de Hegar a resultados mas abarcadores. Origen historico de la comunidad de Pi y su evolucién posterior Desde mediados del siglo xviti se produce un erecimiento de Ia agri- cultura comercial que reclama la ruptura de los moldes del régimen de tenencia de la tierra anterior a 1760: la agricultura comercial y la cireu- Jacién de mercanefas se extienden progresivamente hacia zonas cada vez mas alejadas de los cuatro centros tradicionales de irradiacién so- civeconémica (Habana, Santiago-Bayamo, Villa Clara-Cienfuegos-Cie- go de Avila-Saneti Spiritus y Camagtiey). Al cambio en el uso de ta tierra se fe llama “demolicién” de las mercedes tradicionales. 2 Todos los autores coinciden en que la fragmentacién de la tierra ha- banera en un mayor nimero de fincas de menor extensién y més tenta- bilidad ya se ha consumado hacia 1780, y que el auge azucarero, que se multiplica a partir de 1790, se logra a costa de una invasion progre- siva de oeste a este que alcanza y rebasa las tierras rojas de Giiines y continita hacia Pedro Betancourt. Abarca una franja central de una ex: tensidn aproximada a los 200 kim, segin Moreno Fraginals. El procese de traslacién de la zona de mas productividad de azucar dentro de Te regién occidental —de Guane a Matanzas— culmina hacia 1827, cuande ya puede considerarse que el centro productivo se ha trasladado de Lz Habana a Matanzas. En Centro y Oriente ocurre posteriormente, y ro- viste caracteristicas peculiares. Estos son los afios de auge cafetalerc ‘en La Habana; que a partir de 1827 y hasta 1846, decae y se traslada & Pinar, desplazado por el azticar. Son también los afios en que se des- plaza el tabaco a Vuelta Abajo. El ingcnio y el cafetal dominan el panorama en cuanto a firea ocupa: da, Elestado de la tecnologia empleada en esos atlos requeria de un au: mento progresivo de la tierra dedicada a la caffa, toda vez que pare aumentar la produecién se engrosaba la fuerza con mano de obra escla- 110 va. En esos afios aumenta la cantidad de ingenios, cafetales y sitios y crece el rea destinada a ellos en detrimento de la cantidad de potreros. 1108 datos de Mariel que brinda Le Riverend lo demuestran: CUADROI AUMENTO DE LA CANTIDAD DE FINCAS EN MARIEL® Ingenio z Cafetal Porrero Sitios 1820 7 7 7 341 1837, 122. 125 96, 694 Sin que ello signifique homogeneidad alguna, pues los ingenios de la época eran de muy diversa capacidad de produccién, Le Riverend? agrega que los ingenios de primera clase tenian un promedio de 50 ca- ballerias de tierra ocupada, de las cuales la mitad eran para cafia, un ‘suarto para siembras y el otro para potreros. Francisco de Arango y Pa- ' ‘reito, quien cita a Alejandro de Humboldt, refiere que 12 0 14 cab. bastaban para producir las 2 000 cajas de aziicar que promediaban los mejores centrales, y que eso se podia obtener con 200 0 300 esclavos. El ferrocarril siguio la ruta de la expansién azucarera, su primer tramo llega a Bejucal en 1837 y a Gilines al aio siguiente. El poblado de Pipién aparecié justamente en Ia etapa mencionada Su ubicacién en fa zona fértil que bordea a Gilines hace pensar que surgid, como otras comunidades de la region, como asiento de pobla- ci6n libre vinculada a la produccién agricola, Pezuela lo sitia a dieci- siete leguas al sureste de La Habana, a una legua al sur de Madruga y a cinco al este nordeste de Gtlines, en la llanura Habana-Matanzas, muy préximo a la costa sur. Pipidn se fundé como capitania de partido en 1792, en terrenos de ‘una hacienda de la familia Zayas Bazén, que habia sido mercedada a Bartolomé Venegas en 1658,'° segan Bustamante. Dos afios después de su fundacién se construyé ta primera iglesia y, en 1796, se trazé el pueblo, 8 Julio Le Riveren Historia econdmica, La Habana, p. 156. 9 Ihid, p. 166. 10 Lis J. Bustamante: Enciclopedia popular eubona, 798 y 1799 se encontraban en su jurisdiccién 2 ingenios, Jestis, Ma yl y San Antonio del Paraiso, que en conjunto sumaban tunas 60 cab, y estaban tasados para st venta en casi 200 000 pesos. Desde los afios finales del siglo XVIII, hasta que se produjo el fo- mento intensivo de ta zona de Macurijes (hoy Pedro Betancourt) en 1824, Pipiin expetiment6 un crecimiento econdmico notable y legs & ser una importante zona artocera. Sin embargo, tanto Pezuela como Bustamante aseguran que cn 1824 perdi mucha poblacién, al trasla- arse esta para Macurijes. Estos autores no explican la causa, pero evi- ddemtemente Pipién es vietima del cortimiento hacia el este de la economia ‘amucarera, Prucba de cllo es que cuando més tarde se construye el ferro- carril a Unién de Reyes, Pipién queda al margen y Pedro Betancourt jes), no. ‘ “Como paca dela fuerte emigeaién, Antonio Gonzez, quien cera pirroco de Pipidn en 1819, se traslada también y aparece nombrado entre 1820 y 1824 como cura de Macurijes, un puesto que en 1818 se en- contraba vacante; mientras que la plaza de cura en Pipin queda vacant El pueblo sufrialtas y bajes en este periodo, pero no desaparcci6, Sogin Pezuela, en 1841 tenia 22 casas y 427 almas, Al afo siguiente, se construyé el cementerio y ta capilla. En ese afio el mismo parroco atendia Macurijes y Pipién, aunque residia en este diltimo pueblo, Debe haber conservado un ambiente digno, algo anticuado quizés, para que cl cura lo haya elegido como lugar de residencia, Veinte afios después, ‘en visperas de la Guerra de los Diez Afios, tenia s6lo dos casas mas y sit poblacién se habia reducido a 120 habitantes, lo cual no fue obsticulo para que se creara el Ayuntamiento en 1879, suprimido por el gobierno interventor en 1899, cuando el poblado fue anexado a San Nicolds de Bari y posteriormente a Madruga, Por fin, después de tantos cambios, en 1912 fue declarado término municipal La poblacién de Pipian y su territorio El documento es interesante en si mismo, porque recoge datos sobre la composicidn de la poblacién, de las familias y también sobre los tipos de fineas que existian en la Localidad. 11 Archivo Nacional de Cubs: Antara de Hipoeeas libro 26 flo 452,27 fla 113y, L14y libro 28, folio 99. Datos suministrados por Mercedes Cares, autora de un notable catilogo de ingenios. 412 El censo general de 1817! le atfibuye a Pipidn, con sus 7 partidos anexos, el poblado y el curato rural, una poblacién ascendente a 4 632 alias, Sin embargo, sogin el padrén de feligreses analizedo, en 1819 Ja comunidad contaba con 4 168 habitantes, de los cuales 2.572 eran hombres y 1 596, mujeres (ver Tabla 1), para una relacién de masculi nidad de 161 hombres por cada 100 mujeres. En ese total se inelnian 951 menores de 15 affos; 520 varones y 431 hembras. Esta comunidad, como era costumbre en la época colonial, estaba ri- gidamente estratificada de acuerdo con la raza, Los blancos constituian aptoximadamente la tercera parte del total, 1 525 entre hombres y mu- jetes, Los 2 634 miembros restantes constitulan la poblacion de color, entre pardos y morenos. Bste grupo no era homogéneo, pues entre lie bres y esclavos habia una barrera infranqueable en lo referente a Ia condicién ciudadana, El grupo inclufa a s6lo 115 pardos y morenos bres, legalmente reconocidos como habitantes, los 2 519 restantes eran morenos esclavos (ver Tabla 2) Sobre el tetritorio donde se encontraba enclavada Ia comunidad, no aparecen indicaciones precisas en el padrén, Este recoge tinicamente la cantidad de parcelas de cada tipo. En un total de 170 fincas, la mayor cantidad son sitios (117). Aparecen computados también 36 potreros, 12 cafetales y 5 ingonios. Victoria y Cangre se nombran dos de ellos, Cafetales ¢ ingenios son unidades de produccién que ocupan a1 314 de los 2 519 esclavos existentes, para un promedio de 77 esclavos por unidad. La concentracién de esclavos era més elevada en los ingenios, que ~ contaban con 98,6 esclavos como promedio en cada uno, mientras que ‘ada cafetal disponia de 68,4, La cantidad de esclavos propios registra- dos en los cafetales, muy superior a la que encontramos en los inge- © ios, hace pensar en una mayor estabilidad del capital invertido en | afetales, quizis por una mayor especializacién de Ia fuerza de trabajo; ~ encllos se emplea un promedio de 61,2 esclavos propios, mientras que en los ingenios sélo habia 15,8.'? La cantidad promedio de esclavos ‘lquilados por cada ingenio asciende a 82,8, mientras que en los-cafe- "tales es apenas de 7,5. En sitios y potteros no hay esclavos alquilados, ‘aunque si los hay propios. El promedio de esclavos en potreras es de {2 Instituto Superior de Investigaciones Estadisticas: Las censos de poblaciin yvivien- [das de Cuba, pp. 73-71. _ 15 Las ciftas de base para estos céloulos se recogen en a Tabla 4 13 eee lia colectiva se agrupan adultos libres e independientes entre los cuales no media relacion de parentesco o conyugal evidente. El hogar uniper- sonal o sin convivencia es, como su nombre lo indica, el formado por tuna persona sola, que carece de micleo familiar. La familia basica era la que predominaba, pues constituia el 48,6 % del total de los niteleos empadronados. Le sigue en importancia la fa- milia ampliada, el 28,8 % del total, Las familias mixtas son el 11,3 9%, las extendidas el 7,5 %, las colectivas el 2,4 % y las sin convivencia el 1,4 %, Sorprende la escasa concentraci6n de familias del tipo extendi- do —una forma de vida que esperdbamos tuviera mayor peso cuantita- | tivo, aunque si consideramos como extendidas a todas aquellas que ~ no eran estrictamente basicas ni unipersonales, la proporcién se eleva a 49,5 %. La mayor cantidad de niicleos basicos vivia, ademas, en zona | rural, cl 79,6 %, aunque esto no debe sorprender, teniendo en cuenta la gran poblacién registrada en el campo. En cuanto a los datos individuales, s6lo el padre de familia y los po- 7.7 en sitios es el més bajo, de 1,6. Con esto queda demostrado que {as explotaciones rurales que movilizan mayor cantidad de recursos vertidos en esclavos son, en primer lugar, los ingenios y, en segundo, Jos cafetales. Caracterizacion de los niicleos familiares En Pipién fueron empadronados 212 hogares, donde vivian familias compuestas por niicleos principales y agregados. De este conjunto, el 10,4 % vivia en la parte urbana, el 76,9 % en la parte rural, el 2,4 % en ingenios y del 10,4 % restante carecemos de informacién, Podria pre- sumirse por igual que estos iitimos formaban parte de la poblacién ur- bana o de la rural, por carecer de propicdades. Sin embargo, los hemos | cuantificado de forma independiente. Como hogares urbanos se computa ron los que dijeron poscer una casa; como rurales aquellos que declara- aoe 3 an ay los ron poscer siti, potrero o cafetal; 10s ingenios, por sus caractrisicas | blslores varones tienen derecho a que se indique su estado civil y 1 cad. La informacién sobre tas mujeres es practicamente nula, como semiurbanas, sobre las que los especialistas no han Ilegado a un con- rn o Sete ign aparte, La cifra de 22 viviendas que re. So"esponde a la concepeién patriarcal de la sociedad que predomina- sae nadie, parece restringide, pero coincide con la que da Peruciy J b% simplemente ellas no tienen derecho a que se refleje en detalle su coge e! padrén, parece restringida, ha oe eric a trata de condicidn, a menos que sean viudas, en cuyo caso, dado que les cotres- para 1841; esta es la razon eae que ee _ eee a e "4 ponde tomar a su cargo las propiedades y la responsabilidad de la fa- viendas urbanas y que las rurales estan implicitasen las fincas. = ita, se convierten en personas socialmente representativas. El hecho Pero no todas las familias eran del mismo tipo. Definimos la familia. i 7 de que aparezcan a continuacién del cabeza de familia es lo que ha como el conjunto de todas las personas, emparentadas o no, que hat permitido compular a las casadas. Ellas no merecen las indicaciones _ que las individualizan, aunque su nombre y su apellido se acompafian invariablemente del dato sobre ta raza, el cual constituye un rasgo defi- nitorio en la jerarquia social de la época y un factor determinante en la concertacién de los matrimonios. La edad promedio de la poblacién masculina adulta (545 individuos) «es de 57 atios, La de los cabezas de familia es de 43 aios, mientras que la de los jefes de nicleos que viven agregados es algo més baja, 37 afios. En Ia tabla donde se refleja la poblacidn femenina aparecen 223 mu- {eres casadas, por lo tanto, del total de 1 596 mujeres, 436 son solteras. _ Esta cifra incluye a todas las mujeres con hijos y sin esposo identifica- do, y sus hijas. Las esclavas, a falta de informacién, se han incluido en {a columna de no informacién (ver Tabla 6). Sélo cuatro mujeres blan- __ cas, viudas y propietarias de esclavos, merecen el respetuoso apelativo | de “dona” sss ees mt ARS a riores sobre la época colonial La familia bisica puede ser nuclear (compuesta por una pareja,de | tun hombre y una mujer), nuclear completa (la pareja con sus hijos) 0 nuclear incompleta (cuando falta uno de tos cényuges). La familia am pliada esti compuesta por un niicleo familiar basico (en cualquiera de. sus tres variantes) y otras personas libres e independientes, familiares 0.4 no. La familia extendida es | ‘otto niicleo agregado, con hi 1s Por otra parte, sélo 9 morenos tienen identifieacién de la etnia y no por casualidad son mayormente hombres y de edad avanzada; entre cllos hay 6 mandingas, 2 congos y | carabali. Este ditimo es el tinico joven de 20 anos, Dos afios antes, Inglaterra habla decretado la aboli- cig del tifica de esclavos. La poblacién urbana de Pipién Hemos hecho un andtisis particular de tos niicleos familiares que resi den en las 22 viviendas del poblado. BI total de personas que englobe es de 255, de ellas 153 son libres (139 blancos y 14 morenos) y 102 son eselavas. De ese total, 110 son blancos, 29 son pardos y 116 sor ‘morenos. En cuanto a fa composicién por sexo, 153 habitantes son de ‘género masculino y 102 del femenino. En las 22 casas se alojan 22 famitias principales y 4 agregadas. De ellas 14 son familias nucleares, 10 son extendidas, hay 1 familia colective y un niieleo formado por una persona sola (et sacerdote), Con 9 familias principales del poblado residen 57 esclavos para un promedio de 11,3 es clavos por cadt una. Hay 2 familias agregadas que poseen esclavos, 45 centre las dos. Suele decirse que hay familias que viven agregadas por ca recer de recursos para vivir con indepensencia; sin embargo, qué se pe- de pensar de estas, propietarias de 22 esclavos cada una? Debe habe: habido algin motivo de peso que explique esta convivencia. Quizés um parentesco 0 una relacién de dependencia de otro tipo, No podemos saber con certeza a qué se dedicaban los 102 esclavos empadronados en la parte urbana; quizés a oficios, al servicio domésti- co, 0 a labores del campo; todos ellos eran propios. Por otra parte, 9 casas cuentan con convivientes, que suponemos trabajan para el jefe de la familia, un total de 23, de ellos 17 hombres y 6 mujeres; 17 son blancos, 3 pardos y 3 morenos. En relacién con los cabezas de familia, los 22 principales son del género masculino, 19 son casados, 2 solteros y 1 viudo. En cuantoaly f raza, hay 18 blancos, 2 pardos y 2 morenos, De los jefes de niicleo de las 4 familias agregadas, 2 son casados, | viudo y 1 no informé su ex tado civil. En cuanto a la raza, hay 2 blancos, 1 pardo y 1 moreno; e1 lo referido al sexo, hay 1 mujer y 3 hombres, y en relacién al tipo d2 familia al que estin agregados estos nicleos, 2 viven en familias ex tendidas y 2 en familias mixtas. Las relaciones de parentesco Como iiltimo aspecto, queremos apuntar ciertos elementos sobre ef pa- rentesco en la comunidad, extrafdos de un andlisis de los apellidos, ha- ciendo la salvedad de que el mismo no se corresponde con el estudio de los niicleos familiares precedente. Es presumible que la comunidad fuera fuertemente endogimica. Un grupo de apellidos se repite con frecuencia. As{ encontramos que, del total de matrimonios formados, los cabezas de familia y sus esposas, en ef 7,56 % de los casos poseen el mismo apellido, Esto revela proba- bles uniones entre parientes cercanos; quizis primos, lo que era pricti- «ca usual en otros tiempos. La confitmacién de este aspecto, sin embargo, ‘no se ha podido lograr, pues el padrén s6lo refleja el primer apellido en la mayoria de los casos. Los cabezas de familia también tienen una fuerte relacién de parentesco con el jefe del nicleo agregado, en el 18,64 % de los casos tienen el mismo apellido; con esto podria demos- trarse que, bajo el mismo techo, muchas veces vivian familiares, herma- ‘nos (0 padres y otros parientes consanguineos, amparados por el duciio dela propiedad) En cambio, la relacién de consanguinidad de los cabezas de familia con las esposas del jefe de la familia agregada es baja, solamente en un caso, tienen el mismo apellido. Entre tos esposos del micleo agregado no se encontré relacién alguna, al considerar el primer apeltido, En lo referido a los convivientes, existe una relacién de consangui- nnidad con los cabezas de familia (10,1 %), con las esposas del jefe del nlicteo agregado (17,64 %) y més atin con este, pues la cifa aleanza casi la cuarta parte de los nicleos familiares donde aparecen estas otras personas (24 %). Esto permite inferir que puede haber existido una re- lacién fraternal entre ellos y quizas econdmica. Entre las esposas del cabeza de familia y los jefes de niicleo agrega- do, la relacién de parentesco es menos frecuente, sélo en el 6,12 % de los nicleos donde el cabeza de familia es casado —y existe miicleo agregado— se encontré en ambos el mismo apellido. Lo mismo ocurre entre aquellas y las esposas del jefe de niicleo agregado (hay un 6,89 % de los niicleos donde ambas tienen el mismo apellido). 47 pa TABLA 1 : COMPOSICION DE LA POBLACION SEGUN RAZA Y SEXO ‘Raza de la poblacién ‘Maxculing Femenino Total Blanca 881 644 1525 Color 1683 951 2634 No informacién 8 1 9 Total. TABLA 2 POBLACION LIBRE Y POBLACION ESCLAVA SEC Poblacién Masculino _Femenino Total Libres 948 692 1640 Esclavos 1616 903, 2519 No informacion 8 1 9 4168 Total 2572 1596 TABLA 3 POBLACION ESCLAVA SEGUN FORMA DE PROPIEDAD ‘Masculino Femenino Cantidad Tipo de esclavos Propios 1320 698 2018 Alquilados 296 205 501 1616 903, 2519 TABLA CANTIDAD DE ESCLAVOS EN INGENIOS Y CAFETALES Varones Hembras Propiedades Propios Alguilados _ Propios _Alquilados Total Ingenios Cafetales Total 65 422 487 235 4 159, 41 312 46 296 326 205 TABLAS 493 821 1314 CANTIDAD DE FAMILIAS SEGUN LUGAR DE RESIDENCIA Nuclear Nuclear completa Nuclear incompleta Extendida Ampliada Mixta Colectiva sin convivencia Total Sitio Potrero Cafetal Ingenio Casa Sin propiedad Total 4 7. 34 2 It 1 Tee 6 1 2 1 BeHEHe, 9 ieee. 2 tee 1 1 2 Siaeeaa eee peeet {| Poblacion y familia en Santiago LACION FEMENINA SEGUN RAZA Y ESTADO CIVIL, y POBLACION de las Vegas Azucena Estrada Rodriguez ee Estado civil Blanca Parda Morena No informacién Total Estado civil Blanca Parda Morena _No informacidn Total Soltera 405 436 Casada 212 223 Viuda 13 B No informacion 4 94 Total 644 1596 a iiltima de las siete villas fundadas por Ve~ ézquez, San Cristdbal de La Habana, tuvo su asiento en Ja costa sur, en un lugar atin no determinado, al parecer no lejos del Surgidero de Batabané. Pronto fue trasladada al norte, y, de este modo, qued6 abierta una via de comunicacién entre ambas costas, {a cual dio lugar después al camino Real del Sur, el primero que atra- ves6 el pais de norte a sur, de gran importancia para la vida de la colonia. La magnitud de la importancia de esta via quedé demostrada al paso del huracdn de 1557. En aquella ocasién, se interrumpieron las comu- nicaciones con las principales fincas productoras de alimentos y el ca- bildo apelé a los vecinos para restablecerlas de inmediato.' La costa sur de la regién habaneta no sélo era el punto de enlace de la capital con las otras villas —y también con las colonias préximas—, sino ademés 1a sede del contrabando,? al cval los vecinos tenian que acudir como medio de subsistencia. TABLA 7 ‘ TAMANO PROMEDIO DE LA FAMILIA SEGUN TIPO DE PROPIEDAD Personas que viven Tamatio promedio en cada lugar de la familia Sitio 928 19 Poirero 323 9,5 Cafetal 65 54 | _— Representativa de Ia pobreza de Ia villa os la carta —dirigida al Ingenio 32 10,4 4 rey— del obispo Diego Sarmiento, en la cual informa de su visita a la Casa 157 7 misma, el 25 de julio de 1544: “Hay 40 vecinos cabezas de familia ca- Sin propiedad 125 57 J] sados y por casar. Indios nabories naturales de la isla, 120 y negros 200, un clérigo y un sacristin” 1 Estos datosestin tomados de La Habana antigua. Apunteshistéricos, de Sos$Manucl Péter Beato, 2 Ramiro Guerra: Manual de historia de Cub, p. 102 3. “Cartade! Obispo al Emperador dando cuenta dela visita hecha alas vilase iglesias, 1 del estado en que se hallan”, en: Hortensia Pichardo: Documentos para la historia de Cuba, U1, p. 100, En bosques y sabanas préximos y, fundamentalmente, siguiendo la via fluvial y la del sur, se movian gentes emprendedoras. dispersas, ‘ocupadas en diversas actividades econdmicas. Ademés de la explota- ‘cién minera, se practicaba una agricultura de subsistencia y se utilizaba Ja riqueza forestal para las construcciones. : Fue la primera mitad del siglo una etapa de estancamiento econdmi co y demografico: el pobre rendimiento de los lavaderas de oro desa- Tent6 a los vecinos y muchos de ellos abandonaron tierras y animales y fueron tras otras empresas de conquista mas prometedoras. El despo- blamiento conseeuente fue aprovechado por los natives, que protagoni- zaron sublevaciones y acciones de hostigamiento contra las diezmadas fuerzas espariolas, a las que se sumaron después los ataques de corsa rios y piratas. La colonia subsistia miserablemente hacia mediados det Siglo XV}, y cuando el pirata Jacques de Sores arras6 La Habana en 1555, la poblacién total det pais no llegaba a 5 000 habitantes. Los primeros pobladores nado vacuno, caballar y porcino, que en las cond por la Corona de la ganaderia, : : La explotacién de la riqueza ganadera trajo aparejada Ja apetenc ello, hacia 1570 toda la tierra entre costa y costa habia sido mercedada. p6. 5 Ibid, p11 Desde los primeros afios de la conquista, fue introducido en Ia Isla ga nes del pais se re- produjo con rapidez; de modo que, cuando Cuba era casi un desierto, sus bosques y sabaras albergaban millones de cabezas de ganado La multiplicacién de las crfas, coincidiendo con la demanda creciente de caballos, alimentos y otros productos —originada por la conquista de Tierra Firme—, conjuntamente con las medidas restrictivas aplicadas a frenar el despoblamiento de las colonias insulares, lograron estabilizar la poblacién gradualmente. Esto marcé el inicio de un desarrollo econmico progresive, caracterizado por el predominio | por fa apropiacién del suelo, lo que produjo un notable ineremento del mimeo de mercedes concedidas a los vecinos de la villa habanera; por 4 Juan Pérez de la Riva: “Peuplement et eycles eonomiques Cuba (1511-1812)", En efecto, en 1559 se concedié el corral de La Chorrera a don Alon: s0 de Rojas; en 1575, el de Sacalohondo a Martin Recio de Oquendo; y en el mismo afio, se entrogé ef de Managuana. Poco después los de Calabazar y Bejucal.° Todos estos corrales, en virtud de su trazado cir- cular, dejaban entre ellos pequefias porciones de tierras realengas, las cuales fueron después ocupadas por los primeros vegueros libres que incursionaron en el territorio, La abundancia de ganado propicié la practica de la monteria: cada cual mataba por su cuenta el animal que encontraba, consumia la parte de fa came que apetecia y se Ievaba el cuero. Este iltimo fue el pro- ducto de explotacién que sirvis para reponer la precaria economia de {a colonia. Los cueros salados o semicurtidos mantuvieron su vigencia durante mas de un siglo y constituyeron un excelente medio de inter- cambio, que no s6lo aseguraba la carga de retorno a la armada oficial, sino que tenia amplia demanda en el comercio de rescate. También se producfa sebo, carne de puerco en forma de jamén, tocino o manteca y ‘uartos ahumados o salados. Estos eran consumidos por la poblacién o se embarcaban en las naves que se abastecian en e! puerto.’ La care de puerco y el casabe indigena fueron la base de la alimen- tacidn de los pobladores en sus primeros tiempos y fueron también fun- damentales para el avituallamiento de los conquistadores de México. Monteros y sabaneros, hombres de tierra adentro, abastecfan a los vecinos —y a las naves— de cueros y cares. Su fuente de aprovisio- namiento era el hinterland de la villa, que desde los inicios de su po- blamiento estaba en funcién de la actividad puerto-escala. El desarrollo econémico que se imprimié en esta etapa y que conti- ‘nud durante los siglos siguientes, determind igualmente un rapido in- cremento demogréfico, La cantidad de sesenta vecinos en 1553, habia aumnentado a 800 en 1590; y en el primer tercio del siglo siguiente so- _brepasaba los | 200.7 Este crecimiento demogritico que se produce en la regién habanera tiene necesariamente que seguir la ruta del camino del sur y de fa Ila- ura adyacente, que se le oftece —por su fertilidad y caracteristicas to- © Rodrigo de Bernardo y Estrada: Prontuario de mercedes, pp. 8-9 46. 7 Juan Pérez deta Riva: ob. cif, p11 8 Ibid, p. 11 9 Carmen Gavira:“La configuracién del espacio colonial en Cuba, Estudio del sistema Urbano en los siglos xv y XVI, p. 72 123 pogréficas— como el camino natural hacia el interior, sin obstéculos y con cereanas aguadas. Alli profiferaron pequefios ranchos y conucos destinados a dar servicio a los eventuales pasajeros que transitaban por aquellos desiertos parajes. Por manclato real de 1553 se dispuso que los pastos, montes y aguas fueran de uso comiin,'” lo que estimulé estos asentamientos. Es sabido que on 1569 ya la zona de Bejucal se conoce como “monteria del pue- blo”! pero no resulta I6gico pensar que un territorio situado a siete eguas de la villa habanera, con todos los impedimentos de comunica- cién que habia que vencer, haya sido fundado para el usufructo de esa villa o para la igualmente distante de Batabané, por lo que cabe supo- ner que ya existia una poblacién dispersa apreciable por los alrededores, Noticias sobre el asentamiento junto al Camino Real del Sur En las Ordenanzas de Caceres, vigentes desde 1574, se establecia que se puede dar sitios y tierras para estancias aunque sea en términos de hatos y corrales”.'? Ellas contribuyeron a reforzar la tendencia al esta- blecimiento de pobladores en los Ilamados por Juan Pérez de la Riva _frentes pioneros, desde principios del siglo Xvu, primero sigu ‘curso del Almendares y después extendiéndose por la fértil Hanura, En un informe de 1912, se menciona la existencia —ya en 1623— de una rancheria de guano, en terrenos del realengo formado entre los corrales Sacalohondo, Managua, Bejucal y La Chorrera. Segiin se dice, ‘esta rancheria dio origen a ta temprana ubicacién de un niicleo de po- blacidn en Lo que es hoy el pueblo de Santiago de las Vegas, aunque este hecho no ha sido debidamente comprobado. ese a la existencia de micleos poblacionales en la Hlanura habanera, su desarrollo ulterior fue lento y dificil, pues ni su asentamiento en el interior logr6 mantenerlos a salvo del hostigamiento incesante de pire 10 Francisco Pérez de la Riva: Origen y régimen de la propiedad teritarial en Cuba, pit. 11 Julio Le Riverend: La Habane, Biogrofia de una provincia, p. 26. 12 “Ordenanzas de Cdoeres", en Hortensia Pichardo: Documentos para la historia de Cuba, 1, p16, 124 endo el HOSS N TTT TT TT TT TT ae tas, filibusteros y bucaneros hasta fines del siglo xvut.!? Es sélo en 1688 cuando tenemos la primera constancia documental precisa de este ‘icleo. En el padrén de haciendas econdmicamente activas del Occi- dente del pais, al relacionarse las ermitas existentes, se nombra la de Matamané (sic), de la que dependian 30 vegueros libres de Santiago, Jos cuales contribuian, segin el rateo hecho por la Iglesia, con 480 reales para el pago del sacerdote.!* ‘Cuando en el mismo afio se sugiere Ia creacién de los curatos det ‘campo, se propone uno para Santiago de las Vegas, a sotavento de la ciudad de La Habana, a cuya poblacién se atribuye un territorio de 4 leguas a la redonda, incluidos cinco corrales y 447 personas.'5 De acuerdo con los datos aportados por este documento, el mimero de ha- bitantes de Santiago era casi el 20 % de la poblacién rural dispersa al- rededor de los 13 curatos propuestos para el Occidente, y el 34,8 % de la poblacién de sotavento, prueba de la fuerza del cultivo tabacalero para lograr el arraigo de la poblacién. En carta del obispo Compostela de 6 de diciembre de 1696 —dirigi- da al rey— se aclara que: “1a provincia asignada al Gobierno y Vicaria General de la Habana (..) tiene 213 leguas de jurisdiccién, 123 a barlovento y 90 a sotaven- to. Y en ninguna de ellas hay poblacién formada de villa ni lugar sino solo haciendas de campo, hatos de ganado mayor y corrales de menor que pertenecen a diferentes vecinos (..) que tienen sus mayorales y cs- clavos, con algunas familias que segiin la numeracién que se ha hecho hay 2 283 personas.”!© Segin fuentes locales, en Santiago existié una ermita de guano y ta- bla desde 1670," posiblemente ubicada en el lugar hoy llamado Cruz Verde, segtin la tradicién. El obispo Diego Evelino de Compostela vi- sitd el lugar en 1693 y el 18 de febrero del afio siguiente, fecha en que 13 Ramiro Guerra: ob et, pp, 116-121 14 Documento del Archivo General de Indias citado por Levi Marte, en Cuba: economia y sociedad, tI, pp. 214-215. 15 Ibid, p. 51 16 Ibid, 17 Francisco Montoto: Historia de Santiago de las Vegas (Manuscito] Sala Cubana, Biblioteca Nacfonal,p. 12. 125 se colocé y bendijo la primera piedra de la iglesia, este alto dignatario -estuvo representado por Pedro Idomno.'8 Desde entonces se llevan en la localidad los libros parroquiales. Et Libro de Baraja mas antiguo que se conserva, recoge los nombres de 254 personas (los primeros bautismos asentados entre 1691 y 1699). De ells 164 son adultas Dichas persona pertenecen a familias que en ‘l periodo crecieron o bautizaron menores.'? De ellas, el 35 % son mu- _jeres. El total de nifios bautizados fie de 90 varones y 41 hembras, y el promedio de hijos por cada pareja que tuvo dos hijos o més en el pe- iodo fue de 2,4. Sélo el 13 % de los hombres y el 23 % de las mujeres dectara su lugar de procedencia. Asi hemos Hlegado a saber que habia entre ellos 17 canarios, 8 habaneros y 2 de otras isla. En 1714 los vegueros asentados en el territorio de Santiago de las Vegas constimyen una compatiia de milicias y en 1725, con recursos, propios, construyen un cuartel a la vera del Camino Real que va de La Habana al puerto de Batabané.2° Desde mediados del siglo anterior, el tabaco represent6 el articulo mas importante de exportacién de la Isla, lo cultivaban labradores blan- cos, principalmente canarios; el proceso requeria mucha mafia, cuidado esmerado y experiencia. Los pocos esclavos que tenian estas familias labradoras eran utilizados en trabajos inferiores, para el transporte, 0 simplemente para atender los cultivos de subsistencia.”! Los vegueros gozaban de una situacién econdmica desahogada: vendian su cosecha libremente y obtenian buenos precios. Para subve- nir a sus necesidades mientras esperaban la recoleccién, ef comerciante de Ia zona les anticipaba gustoso los pagos, pues también se beneficia- ba del comercio de la hoja para la que siempre tenia buenas ofertas de comerciantes de la capital o del tréfico ilicito. En el mismo afto de 1714 en que los vegueros de Santiago hacian demostracién de su fuerza ereando su compaiiia de Milicias, se funda- ba la ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal. Analicemos esta coincidencia 18 “La fiel ciudad de Santiago”, en Memorias de la Real Sociedad Eeondmica de Amiga del Pais, . XX, pp. 36-38. 19 Para un andlisis detallado de los datos que proporciona esta fuente ver Ana Vera y Miguel Rude: Et poblamiento del pais de La Habana y la fundacién de Santiago de las ‘Vegss [Manuscrito propiedad de tos autores 20 Francisco Montoto: ob ct, p. 25. 21 HLE. Friedlaender: Historia econémica de Cuba, pp. 33 y 63 ~ grandes nec: [Dtopiedad de los autores), Desde 1693 en que el obispo Compostela visit la comunidad, el i terés de la ctipula eclesidstica por este terrtorio se mantuvo. Juan Pé rez de la Riva da una explicacién a este interés: Ia clave es el tabaco y su proximidad a La Habana. Este autor llega a una conclusién valida respecto a la fundacién de Bejucal y otras ciudades cuando afirm: auge tabacalero del siglo xvii determiné la aparicién de nuevas uni des poblacionales, los municipios suftagineos, que enmascaraban las ‘manjobras de las capas explotadoras para controlar las fajas pioneras espontineas”.?? Bejucal fue el primer ensayo, A esto debemos agregar que el tabaco de Santiago era de primeris sma calidad: en dos documentos del afio 1738 en que se contrata el envio del tabaco a Espatia se establece que el mismo provederia de Santiago ¥ que “este particular se justficaria mediante formales cettficaciones y testimonios que acompafiarian a todas las remesas que se hicieran”, ademas de que dicho tabaco se vendia a més alto precio que el de los otros partidos.?3 {La calidad del tabaco no surge de improviso, es el resultado a largo plazo, de la fetlidad del terreno y el trabajo abnegado del hombre. La: tierras de Jesis del Monte, Guanabacoa y San Miguel del Padrén te. nian més tiempo de explotacién, y ldgicamente por el sistema de culti- vo de Ia época, estarian extenuadas cuando las de Santiago estaban en pleno auge. En cuanto al hombre, las autoridades coloniales no confia. ban en aquellos “islefios” independientes y emprendedores. Como Ia comunidad de vegueros libres se desarrollaba impetuosa, "en la visita del obispo Valdés por fa zona “encontré que en un paraje conocido como Bejucal al sur del frente pionero de Santiago de las Ve- sas, se habia asentado gran nimero de familias que vivia sin la educa- cin y enseftanza cristiana (..) con ese motivo y por habérselo pedido con gran insistencia aquellos feligreses”, el obispo proponia la funda- ‘in en ese lugar de “una poblacién de e joes”, “para aliviar las lades de aquellos vecinos". __ 22 Juan Pérez de ta Riva: La divisin territorial y Ja conquista del espacio cubeno. Peo lol y eco 1511983 Manso) Sau Cases ise ‘clonal José Marti. fe : ee eet 23 Tost Rivero Muniz: Tabaco, Su historia en Cuba, 1, p. 170. 24 Pera una informacion mds completa, consultar Azuoena Estraday Nuri Campos: Una wecprctaci6n actual de las fuchas de los vegueros en la regién habanera [Manuscrto 127 Asi fue cémo prontamente se aprobé la iniciativa del obispo de crear una nueva poblacién: Bejucal. Su fundador, don Juan Saez & tila, presents sus propuestas y condiciones para cumplir el real beat cuales fucron aprobadas por eédula de 29 de abril de 1713. El nuevo sefiorio tuvo por nombre San Felipe y Santiago del Be- {ucal, Felipe en honor del rey y Santiago, obviamente, porque “respee- to de que se espera que tna ermita de campo que esta cerca de dicho corral (Bejucal), se trasladaré a la dicha poblacién y el nombre dé di- cha ermita y beneficio es y se dice Santiago, este se juntara con el nombre de San Felipe.?> El propésito de absorber el pujante nicleo de poblaviGn vecino, ava- lado por e! obispo y el gobernador, no se limité al papel; el sefior de Castilla, ademas de imponer censos a los vecinos, se convirtié en el usufructuario obligado del producto del trabajo ¢ inmediatamente i tervino, de manera desembozada, en los asuntos de Santiago, segtin ve remos mas adelante, Sabido es que esta zona estaba poblada desde época temprana por gente emprendedora y aguerrida, que se forjé en la lucha contra el medio: rieron caminos, protegieron sus siembras del ganado que pululaba en los corrales vecinos y defendieron la tierra —aunque ho era suya— contra piratas y depredadores de toda clase. El cultive del tabaco les fue propicio y disfrutaron al alborear el siglo de una paz merecida, Pero la tranquilidad de que disfrutaban fue turbada desde fie | sada del siglo Xvttt por el establecimiento del es- nes de la segunda d tanco del tabaco. i Las sublevaciones de los vegueros fueron rebeliones campesinas contra la voluntad real de imponer un monopolio para la compra de la producecién de tabaco. Pero finalmente se impuso la fuerza, y los ve fuetos poco a poco fueron abandonando la regién para dirigirse al Oc- cidente en busca de tierras menos litigiosas y asi continuar su cosecha, De este modo fueron desplazados los campesinos mas pobres de la re- gién habanera, En poco tiempo se inicié un éxodo hacia el oeste en busca de nuevas tierras, alejadas del control de autoridades y funciona rigs oficiales. 25. Manuel Matiano de Acosta: "Memoria de In ciudad de San Felipe y Santiago", et ‘Memorias de la Soctedod Econdmica de Amigos del Pats, 10A, p. 14 128 Antecedentes de la fundacién oficial del pueblo En el afio de 1731 se asientan en el lugar nombrado Ojo de Agua, pro- piedad de Esteban Berroa, quince familias procedentes de Santa Cruz de Tenerife, a las cuales asignan 17 caballerias de ticrra a censo, para el cultivo det tabaco.?6 En 1744 el tabaco de Santiago de las Vegas ha- bia dejado de ser el de mas calidad en el pais, pues se cotizaban muy por encima de su precio los de Guines, Guane y Bayamo; no obstante, aiin era ef de mas demanda en las proximidades de la capital. El 18 de septiembre de ese allo, en carta al rey, el gobemador Juan Francisco Gtlemes y Horcasitas transmitia Ia solicitud de los labradores de ese partido de que se les permitiera fundar una poblacién, pues en aquel sitio tenian construidas mis de treinta casas y pedian se les asignasen tierras en propiedad “para aliviarse del pago de las rentas". Al mismo tiempo informaban que su mayor ocupacién era la cosecha de tabaco.27 La peticién de los vegueros fue, en principio, bien acogida por el gobemador, porque “por su inmediacin y situacién puede ser socorro mas pronto para las providencias que se den de la parte del sur (..). ‘como para la defensa de aquella marina a la que acudirian los labradores ‘mas prontos y disciplinados estando unidos en un cuerpo de repuiblica””. Ponia, sin embargo, dos condiciones: que los mismos labradores solici- tasen agin trozo de tierra realenga situado en aquellos lugares y que se Preocuparan de todo el aparato juridico que los amparase en la adquisi- cin de estas tierras. En carta ai rey, Glemes aftadia otras condiciones: “en caso que se condescendiese a la citada fundacién y se concedie- se para ella el referido realengo, nunca seria conveniente que se le die- se titulo de ciudad ni jurisdiceién alguna sino que sus alcaldes fuesen pediineos y electivos, como lo eran antiguamente los de Guanabacoa, quedando en lo civil y criminal indistintamente sujetos a la ciudad de la Habana, pues de lo contrario se daria en su perjuicio la fundacién que se pretendia como también de la de San Felipe y Santiago, conce- dida al marqués de su titulo por no distar de aquella mas de cinco le- guas y una del término de esta”.?8 26 Archivo Nacional de Cuba: Realengos, Legajo 58, no. 20. 27 Pablo Tomero: “Inmigrantes canarios en Cuba y cultive tabacalero. La fundacién e Santiago de fas Vegas (1745-1771)", U1, pp. 510-511 28 Ibid Este proceso de fundacién del pueblo con la adjudi para cultivos fue dilatado, como correspondia a una iniciati mildes labradores contraria a los intereses ereados de la poderosa oli- garquia habanera, que tenia, desde luego, el apoyo oficial; a esto podemos aplicar lo que muchos aitos después dirfa Félix Varela: “Dios est tan alto y el rey tan lejos que el gobernador hace lo que quiere”. Desde que se hizo la solicitud en 1744 hasta que se concedi, trans- currié casi un afio, y doce afios después fue cuando el gobernador, aguijoneado por cuatro érdenes reales més, informé del eumplimiento de la voluntad del soberano. Aunque el cabildo se constituy6 el 3 de mayo de 1749, pasaron dos afios para que se autorizase la concesién de cuatro caballerias del corral Sacalohondo destinadas al trazado de! pueblo, y otros seis afios para que se terminaca la entrega de tierras en propiedad a los vecinos, una caballeria a cada uno. ‘Sin embargo, los santiagueros no carecieron de espiritu emprende- dor y llegaron incluso a costeatle viajes a Espafia a uno de los vecinos principales, el canario Miguel Macfas, para plantearle personalmente al rey sus intereses como vegueros y los obsticulos interpuestos por Jos terratenientes vecinos y el gobernador, que impedian la ejecuci6n de las rdenes reales. Al in, ef pueblo de Santiago de las Vegas fue fundado oficialmente, una parte en tierras de Berroa y otra en terrenos cuya propiedad fue de- mostrada por sus titulares: el monasterio Santa Catalina de Sena, dofla Juana y dota Maria Gonzalez Guerra, doa Margarita Alavez, dofia Juana de Medina y los herederos del segundo marqués de San Felipe y Santiago En la Real Cédula de 1745 en que se autoriza la fundacién se espe- cifica que los labradores favorecidos con la adjudicacién de tierras y solares no tienen que satisfacer tributo ni pensidn alguna y se dispone que se les restituya las cantidades que con este motivo se les hubiesen exigido desde que se les dio o debié dar su posesién, Los litigios por la indemnizacién de las tierras tomadas duraron hasta el siglo XIX. A pe- sar de las rdenes expresas det rey, se ha descubierto recientemente un documento de 1873.29 donde consta que la finca Curia, de los herma- “J 29 Archivo Nacional de Cuba: Protocolos. Dr. Gaspar Rarona y Acosta If, Acta 254 (22 de agosto de 1895). 130 nos Camero, sitiada en el lugar llamado La Sierra —Iuego Doia Ma- ‘fo— a la salida de Santiago de las Vegas, subiendo hacia el Cacahwal, reconoeia un gravamen de 350 pesos —al 5 % anuial— a favor de log bereos del marquds de San Felipe Saning. i ia Fundacion del pueblo se le opusieron los posee nas expropadns; hub potsas por pat de ls li een toc ‘ccupaban desde 1731 ef lugar conocido por Ojo de Agua —después Aguada del Curses de Sacfohondo y ue tmian verse des. jados de sus tierras;2” pero Ia oposicion més enérgi por parte del mars de San Felipe y Santiago pono cl nares Propietarioafeetado. Sus argumentos fueron los siguientes: + el terreno no era bueno par ser ficilmente anegable y pedregoso; + 10s faturos pobladores eran “pobres y miserables”, por lo cual ‘a seria posible cumplir con las obligaciones de la fundaciSn: + Jos mismos no meresian tato alguno de favor, pu : pao sctvancte ns sblevetnsapaang Mn Pa Oltras razones més validas fueron silenciadas: por u cana de a fatura poblcién con la ciuad de San Felipe y Sanaco del Bejucal, afectaria al marqués en sus atribuciones de jurisdicciSn ye cantidad de vasallos; por otra parte, las tierras que os colonos desting. rian al cultivo del tabaco, ef marqués las tenia ecupadas en fa eianza dle ganado mayor y menor! — {a influencia del marques fue la causa fundamental del freno puest Por las autoridades colonials al cumplimiento de las cédulas rates lo eual hizo muy dilatado el proceso. s Sobre los fundadores de Santiago de tas Vegas, que darian el prim aso hacia su fundacin el 3 de mayo de 1749, al constturse el cab, on informacion que exist es varadae incomplets. Segin el ‘eeiterio de Pablo Tornero, en su mayoria eran arrendataios, trabajaban poca extensién de terreno y contaban con algunos eselavos. Este autor afir~ ta que las familias fundadotas eran 81 y reunian a un total de 309 per- sonas. El origen de los 81 cubezas de familia ha sido debidamente eet, blecido, tal como se recoge en el Cuadro 1 mi El promedio de miembros por familia es de 3.8 30 Pablo Tometo: ob. ct, pp, 514-515, 3 tb, CUADRO 1 = ORIGEN DE LOS CABEZAS DE FAMILIA FUNDADORES Tsias Canarias 7 Santiago de las Vegas 35 Guanabacoa 2 San Felipe y Santiago Habana Portugal Total 81 En el texto que hemos consultado, Pablo Tornero detalla los datos de 44 familias y al sumar los miembros, obtenemos un total de 305, para un promedio de 6,9 personas por familia. La diverse calidad de estas se representa en el Cuadro 2 CUADRO2 COMPOSICION DE LAS 44 FAMILIAS Cabezas de familia ry Esposas 36 Hijos 225 Total 305 Parece plausible que se haya deslizado una errata en los datos mane- jados por Tomero. $i 81 familias totalizan 309 personas, es imposible que poco més de la mitad de ellos abarque a 305, Por To tanto, la cifa de miembros por familia mas confiable es Ia de 6,9. Esas 44 familias poseen 85 esclavos, un promedio de 1,9. Si calculamos Ia poblacién total sobre la base de estos promedios, obtenemos una cifra aproximada de la poblacién total real. Las 37 fax milias restantes —si presumimos que ningéin cabeza de familia es viudo— tendrian la composicién que se refleja en e! Cuadro 3. La po- 32, Tomado de Pablo Fornero: ob cit, p. 524 blacién total, en este caso, estaria formada por 560 blancos y 155 es- clavos, El total de pobladores seria, por lo tanto, de 715. : CUADRO3 COMPOSICION DE LAS 37 FAMILIAS RESTANTES. Miembros 255 Esclavos 0 Cuatro afos después, en 1753, el obispo Pedro Agustin Morell de Santa Cruz visita el pueblo y lo describe: “328 familias, 1 954 personas, 4 ingenios, 298 estancias y vegas, 40 casas de paja. La falta de agua hace dura la vida en este pueblo donde las calles no guardan debido orden, sin embargo, de hallarse su terreno perfectamente Ilano, sus habitantes sufren estos inconvenientes por las abundantes cosechas de tabaco y casabe que disfrutan”.>> ‘A sélo cuatro afios de la fundacién, la poblacién habia aumentado a més del doble, por la inmigracién atraida por la fertilidad de las tierras yy su ventajosa ubicaciGn a corta distancia de la capital y a la vera de un camino muy frecuentado. Como se puede apreciar por la descripcién del obispo, el pueblo, a pesar de disponer de cuatro caballerias para su trazado desde dos afios antes, atin seguia siendo el pequefio caserio de pobres chozas dispersas alrededor de la ermita en Cruz Verde. En 1762 el pueblo ostentaba una modesta prosperidad y sus vecinos disfrutaban de cierto bienestar econémico que les permitié dar prucba de su capacidad para acudir en auxilio de la villa habanera y de alber- gar a cientos de refugiados que irrumpieron en la poblacién: nifios, mujeres, ancianos y religiosos de uno u otro sexo. También se dio atencién a los heridos que Hegaban, segin Fina,*4 “a carretadas”. Este autor asevera que todas las puertas se abrieron para recibir a los haba- neros, y que, al ser insuficientes las viviendas, los vecinos improvisa- ron en la Calle Real, chozas y tiendas de campaiia alrededor de la iglesia, por lo que desde entonces fue conocida con el nombre de Calle del Refugio. 33 Citado por Carmen Gavira: ob, cit, p. 63 3 Francisco Fina: Historia de Santiago de las Vegas. p. 2 La familia en el primer censo local 1535 el primer censo oficial de Segiin el Comité Estatal de Estadisti Cuba fue el realizado en 1774 por el marqués De la Torre, y “aunque hay referencias de un empadronamiento realizado ocho afios antes, no existe la confirmacién estadistica de éste”. Sin embargo, en las actas capitulares del pueblo existe tal confirmacién, Los datos que aparecen ‘a continuacién van encaminados a demostrarlo, En 1766 el gobernador Antonio Bucarely ordené Ia confeccién de ‘un padrén: “casa por casa y estancia por estancia, el nimero de unas y ‘otras con especificacién de las familias que en cada una residan y per- sonas de que se compongan de ambos sexo incluyendo Tos ess vos, sirvientes y agregados”.* ‘Como resultado de Ia informacién atesorada en este padrén, el pri mero de que existe constancia documental, se sabe que la jurisdiccién constaba de nueve territorios, que a su vez acogian a pobladores prin- cipales, casas habitadas y en construccién, sitios, ventas, carbone- rias ¢ ingenios. Veremos un resumen de la riqueza del territorio en el Cuadro 4. En esta etapa la administracién local, en manos de cabildos y parro~ quias, tenia muy escasa delimitacién territorial; no obstante, por los datos de este censo y por un informe al rey, de fecha 26 de agosto de 1776, en que se hace una caracterizacién geografica del partido de Santiago, se dice que “linda al norte con la Habana hasta las margenes del rio Calabazar, por el sur con el Surgidero de Batabané, al este con Ja villa de Guanabacoa y al oeste con la feligresta de la iglesia auxiliar del Quemado”37 Podemos suponer, por lo tanto, que el partido ocupa- ba todo el centro oeste de Ia que fue después, en virtud de Ia divisin politico-administrativa de 1878, la provincia de La Habana. 35 Instituto de Lavestigaciones Estadisticas: Las censos de poblacin y viviendas en ‘Cuba, Estimaciones, empadronamientes y eensos de poblactén dela épocacolonialy tLvol.2 36 Musco municipal Santiago de las Vegas: Actas capitulares, Carta de Antonio Bucaely,t 1772.4 1774, folios 421 a 444 (noviembre 1766) [37 Citado por Pablo Tornero: ob cit, p. St 134 CUADRO4 RESUMEN DE LA RIQUEZA DE LA LOCALIDAD. CENSO DE 1766 Pobladores principales Carbonerias _Ingenios Ventas Sitios construceién Casas Territorio 26 78 Santiago Rincon 39 8 19 23 Ingenio 65 12 16 Ojo de Agua 98 59 4 Juba Govea Le Salud 7 ‘Aguas Verdes ‘San Antonio 23, 34 109 26 all Totales Santiago incluia, ademas de la zona urbanizda, dos zonas rurales, la Hamada Vuelta del Ingenio, hoy cercena a Managua, y Ia Vuelta del Rincén, siguiendo hacia el sur el trazado del camino real que coincide con la actual carretera de Santiago a Bejucal. Bran también parte de su jurisdiccién, Wajay (el Jubajai del Cuadro 4), Govea y Aguas Verdes, tarrios de Bejucal, Santo Cristo de la Salud y San Antonio de los Ba fos: estos diltimos, con muy escasa poblacién, ademas de inmensos te- rriterios casi despoblados que dieron lugar a numerosos pueblos del sur de la provincia. ‘Como puede apreciarse en el cuadro anterior (Cuadro 4), habia, en el momento del censo, 26 casas en construccién, por lo tanto deshabi- tadas; sus propictarios debian residir en los sitios de los alrededores, donde se dedicarian a las tareas agricolas, fundamentalmente el tabaco y Jos frutos menores. CUADROS POBLACION BLANCA DE SANTIAGO Y SUS BARRIOS EN 1766 ee Territorios ‘Adultos Hijos Oiros ‘Total voR j diaantee census atazie Santiago 6 64128 10420 8387 Rincon 6st 23, 04 HT Ingenio 04 7974: 4B ID SBT OjodeAgua «74 = 75 132_—«12 3S AO Jubajai 1g 92—«dBACsSZ_ 3D SD. Govea 57 491TH La Salud 0 0 Ww 7 ag AgusVerdes 14 139 20 2 1 1 70 San Antonio 3 1 Hace teecel 9 Torales 499 _-434_—888_—733__—*1S3_43_2750 ay CUADRO 6 POBLACION DE. COLOR DE SANTIAGO Y SUS BARRIOS EN 1766 Esclavos adultos Territorios Varones Hembras Total Santiago i 19 6 a 34 28 is Ingenio 103 16 lig Ojo de Agua 68 25 93 eb 463 18 481 ver 5 25 104 La Salud 10 1 i Aguas Verdes 4 4 Fy San Antonio 40 “ Totales 824 130 954 CUADRO7 POBLACION DE COLOR DE SANTIAGO Y SUS BARRIOS EN 1766 Territorios Adultos Hijos Otros Total en yy moe 3 Sy Ingenio 26 13 3 * OjodeAgua 5 Sean 4 2 Jubajai 14 12 8 3 a Govea 3 Ee 7 La Salud 4 4 3 1 A 7 Aguas Verdes BS 3 i San Antonio ‘ Totales 67 513032 re: eM! ceuadros estadisticos de Santiago de las Vegas en 1775, habia 3 Blanes, 1 ngs libres 16 elves, par un promo en ia zon ocidental de 60,7, 124 y 26,7, espectivamert, fo cal impli cca una notable superioridad del nimero de blancos, compar Ja media de la region : ‘Ahora bien, sein el censo que analizames, anterior en nueve aos 4 js etinados de esta, autre, os porcientos son de 705 % 5% ¥ 24% espectvamente, La difeencia entre ets datos en canto 2 ls pbladores blancs no os muy aprecable. En ant os esclv0s, cua cmd dsminuye en xs aos —y mis ai eniend en cuenta Ta media ocidenal—, hay que tomar en conskeracin lo que signficg para el pueblo ese ao de 1778, pues fue entonces cuando sel cones- Ui el culo de villa y se amplié considerablemente su jurisdiccié itotios y pobladores. ; vessabre la composi de fos mcleos faites en aguella época, se sabe en relia poco, a sum encotramos en fs Miso conven- cioaleselguna asin de pase, que muy mal permite here une ies de as formas de convivencie; sin embargo, un cemso ex como este permite llegar a algunas conelusiones sobre la familia. fete qu etn noe fires de versa composicin. La mayor parte de los nicleos de blancos, Je bth sr po bea Bs no otra do ub dnd hay mayor nimero de ellos, 55 en total, Este tipo de sarapacn uniliae Gene una cantidad promo de miembros de 5,5 en tan juristi cf 1 gue tig dun obi ques repoduee et ne otro tipo de famitia més abundante es el ampliado; de : se cancer por ichitn seleo principal que convive con at personas unidas —segin podemos presumis— por un vineu ico. : niieleos bisicos ineompletos (donde falta uno de fos eényu- geo ae unitiae extendas. De ellos puede deduc ques ats de una poblacin joven, ten baja motalidad y poco argo, pues no freee a convvenci con parents, propa de fais extendas y rixtas. De este tiltimo tipo hay un total de 9. La existencia de En primer ca plains ain dlos nos fais e ada a props see nen en miles Tamas enol pllo abate de Pips ‘Sndn ees einen 138 tios de labor confirma que se trata de una poblacién mayormente con- sagrada a la agricultura, mucho menor fa cantidad de familias negras, 53 frente a 494 blancas, con s6lo 194 miembros frente a 2 750 blancos, para un pro- medio de miembros por familia de 3,3, frente a los 5,5 seftalados para {as de blancos en toda la jurisdiceién, También entre fos negros predo- minan las familias nucleares completas, un total de 24, y el tipo de fa- milia que mas alto promedio de miembros tiene es el de las extendidas, con 8,3 miembros, mientras qué las més grandes entre las de blancos son las mixtas, con 10,7 y en segundo lugar fas extendidas, con 8,8 EL tertitorio con mayor cantidad de familias negras es la Vuelta del Ingenio, con 23 hogares, 12 de eflos unipersonales. El territorio mas poblado por blancos es el de Jubajai, con 110 familias, la mitad de ellas completas. Ambos territorios, Jubajai y la Vuelta del Ingenio, son precisamente los de mayor concentracién de pobladores, $79 blancos y 41 negros el primero y 531 blancos y $4 negros el segundo. Entre las familias ampliadas y mixtas aparecen dos categoria de po- bladores, interesantes por su especificidad, los mozos y los huérfanos. De cinco huérfanas del sexo femenino que se han censado, s6lo aparece el nombre de dos, de las otras apenas la referencia a su condicién. Es indu- dable, sin embargo, que carecen de parentesco con los dueios de las casas Y¥ que, ademés, se les menosprecia. En zonas rurales aparecen 3 del sexo ‘masculino, pero de ellos tampoco aparecen los nombres, En cuanto a los mozos, sélo aparece uno en un niicleo mixto, donde hay adems dos matrimonios con vineulo familia; uno de ellos con descen- dencia, y otros dos hombres que son ajenos y van acompatiados de otto ‘mozo, muy probablemente empleado en el servicio doméstico. En cam- bio, en las zonas rurales hay 47 mozos y 2 mozas, la mayor parte en Juba Jai, donde también hay 3 mozos negros en nicleos de raza negra. En algunos casos se especifica que son mozos a salario, en la mayo- ria no, aunque es de suponer que tal era su condicién, Aparecen tam- bign otras denominaciones, al parecer del mismo catdcter, siempre en zonas de estancias. Se dice, por ejemplo, que “asisten” equis hombres, © un muchacho, En este caso se encuentran otras 7 personas, Algunas familias, en particular tas de los denominados pobladores principales, poseen una estancia y una casa en el pueblo, por lo que, al enumerar las estancias, algunos nticleos ya habian sido censados en el pueblo; como consecuencia de esto, sto aparecen los esclavos, cuando los hay, en caso contrario, las casas son censadas como desocupadas, Bo TABLA 1 Ee TIPOS DE FAMILIAS DE BLANCOS Total Con Cantidad Tipo Cantidad miembros _Promedio esclavos_esclavos Nuclear completa 2431335 55 Nuclear : incompleta 45 229 sa Extendidas 46 406 ss ‘Ampliadas 78 548 : Mixtas 9 0 Niicleos colectivos, 33 B Niicleos unipersonales 40 40 Totales _494__-2.750, TABLA 2 TIPOS DE FAMILIAS DE NEGROS Total Con Cantidad Tipo Cantidad miembros _Promedio esclavos _esclavos. Nuclear completa 2m 70 Extendidas Betas ‘Ampliadas 9 45 Mixtas aera Unipersonales 144 Totales 53. 175* Toles 53S en con anc lids en eta it, org com eee ora cere ef ixtos y 7 en nuicleos colectivos. roe nts amido compe, 2en lon mos) Ten Guanabacoa: poblacién y cultura regional Rolando S. Zamora Fernandez y Georgina M, Geronés Mederos Territorio, historia, economia EE oblate de Guanabacoa fue creado a tenor ide un acuerdo del cabildo habanero, en se- sion del 12 de junio de 1554; segiin José Martin Félix de Arrate, “para establecer los indios naturales que vagaban sin veci montes y haciendas de esta jurisdiceién”.! No fue hasta el 14 de agosto de 1743 que Felipe V le otorgé el titulo de villa, La nombro Asuncién de Guanabacoa, y le concedié la fucul. tad de hacer uso de un escudo de armas, sustrayéndola asi del fuero de La Habana, con cuyo Ayuntamiento habia tenido muchos litigios terr- toriales. Desde el siglo XVI hasta pasada ta mitad del XIX es posible periodi- zar el desarrollo de la villa en los siguientes momentos historicos:? 1526 - 1552: etapa de las encomiendas; 1554: fundacién como pueblo; 1600 - 1607; constitucién de un cabildo; 1607 - 1699: etapa de discreta conformacién econémica: 1700: inicio de la expansién constructiva; 1743: concedido titulo de villa; 1762; ocupacién inglesa; 1763 - 1863: desarrollo econdmico, social y urbanistico (ampliacién del casco urbano, alumbrado piiblico, barrios pobres periféricos, inst tuciones culturales, establecimiento de escuelas, ete,). indad fija por los | José M. Atrate: Llave del Nuevo Mundo, Antemural pp. 103-104, 2 de las Indias Oceidentales, Tomada de Colectiva de autores: Expediente de detimtacién [Manuserto},p.9. i41 Como se ve, al igual que el resto del “pais” de La Habana, el periodo posterior a 1762 fue de constantes eambios en lo econémico y social, No obstante, transcurtidos los dos primeros deeenios del siglo xrX, el estado de la poblacidn no era muy halagtlefio que digamos. En 1820, tun testigo reputado de objetivo, el viajero inglés F. R, Jameson, descr be ast ala villa de Pepe Antonio: “en el lugar mas distante de una emi- nencia rocosa, esta el pueblo de Guanabacoa, Iugar de veraneo de los habanetos, La apariencia de éste (..) es algo asi como el de una arrui- nada aldea de Inglaterra (..). Las casas, en su exterior, tienen exacta- mente la aparieneia de graneros o chozas de barro, mientras que las tasas de rocas que las separan y sobre las cuales estin construidas, le dda un aspecto de desvastacién a todo el pueblo. No existen pavimen- tos, ni aceras”> ‘AL inicio de la década del 60 del siglo pasado, Pezuela, en su cono- ido Diccionario (1863-1866) da una descripci6n detallada de la Gua- Tnabacoa de entonces, mostrando un cambio radical producido en aproximadamente 40 afios.* De esta fuente extracmos algunos datos resumidos que consideramos de interés En aquel momento el teritorio municipal era més amplio que en la ‘actualidad. Limitaba al norte con el mar, al noroeste y oeste con las fortificaciones de la bahia de La Habana y los egidos de los barrios ul- iramarinos de Regla y Casablanca, al sur con Santa Maria del Rosario yal este con Jaruco, ‘Sus alturas no son efevadas aunque en el poblado hay multitud de Jomas. Hacia el oeste el suelo era caleareo y arenoso, no apto en mu- chas localidades para los cultivos principales; pero hacia el este y el ‘sue, segin se van allanando las lomas, se advierte mayor calidad en los terrenos. Por el norte habia espacios muy fértiles entre las cignagas y arenales de la costa. Las corrientes fluviales eran de poco caudal y cor- to curso. Este dilatado territorio tenfa 54 caminos de segundo orden y 4 ferrocarriles. En Bacuranao habia 4 minas de cobre abandonadas y 2 de hulla, de las cuales s6lo una estaba en explotacién; en San Miguel del Padrén cexistia una de holla sin explotar; en Guanabo, 7 de cobre abandonadas. 5 Juan Pérez de la Riva: La isla de Cuba.en el siglo 2X vista por los extranjeros, pp. 71-72 4 Jacobo de la Pezuela: Diccionario geogréfic, estadistica histrico de a isla de Cuba, Tl, pp. 448-462. 142 El cultivo de la catia se encontraba atrasado, pues dnicamente po- sefa 3 ingenios con 196 caballerias, de cllas 78 sembradas; su produc- cidn no sobrepasaba las 5 700 cajas anuales. No se cultivaba el café; el tabaco sélo era cosechado en algunos sitios de labor y estancias, con 4 000 quintales para el consumo de sus habitantes; de los frutos meno- res se cosechaban 787 caballerias: mas de 9 000 arrobas de arroz, 9 000 de maiz, 6 000 de frijotes, 6 000 de millo, 4 000 de papas y bastantes ccargas de platanos y raices aliment La riqueza fundamental radicaba en sus 46 000 cabezas de ganado, fomentada en 668 haciendas de cria y ceba, 28 potreros, 600 caballe- rias de pastos naturales y 144 de pastos artificiales, por ello el princi- pal comercio era el de ganado para la capital, donde compraban todos Jos articulos de primera necesidad. Existian numerosos manantiales de excelente efecto para curar en- fermedades, especialmente del estémago y el tubo digestivo: los més probados y notables eran los seis que se encontraban en la zona en que estaba asentada Ia villa, en todos los cuales-habia casas para bafistas. La boca del rio Cojimar era usada para bafios de agua dulce y salada. Por su clima fresco y saludable, propio de lugares altos, la cercania a la capital, sus excelentes comunicaciones y aguas medicinales, muchos habaneros residian alli temporalmente durante el verano; los més acau- dalados, en casas de recreo propias desde fines del siglo XVI La prosperidad econémica se reflejé en el desarrollo del casco urba- no de la villa, que estaba compuesto de 781 casas de mamposteria, 809 de tabla y teja, 338 de tabla y guano y embarrado y guano, repartidas en 29 cailes de norte a sur y 20 de este a oeste. Habia, ademas, 8 esta- blecimientos de primeras letras gratuitos (para varones y hembras), costeados con fondos municipales. Tenia una Escuela Normal y 13 es- tablecimientos privados, a los cuales concurrian 684 varones y hem- bras y 3 varones de color. La poblacion en Ia villa de Guanabacoa La tradicin historiogrifica de Guanabacoa (Elpidio de la Guardia, Gerar- do Castellanos entre otros), responde al modelo de “historia-narracién”’, ‘es descriptiva y no analitica, Por nuestra parte estamos tratando de aproxi- mamos a un estudio cuantitativo y cualitativo de esa villa, mediante el empleo de fas estadisticas censales y otras fuentes bibliograficas. 143 Los indigenas Respecto al monto de la poblacién aborigen al momento de crearse el pueblo como reserva indigena, y en épocas posteriores, hemos encon- ‘rado pocas referencias directas. Si sabemos que en 1554 el poblado se fundé con 300 indios; y que en 1620, de los 170 cabezas de familia (vecinos), 50 eran indios naturales, segin reports en su visita pastoral el obispo Alonso Enriquez Armendériz.5 Todavia en 1788 se merceda- ron tierras a 58 personas, calificadas como indios en el informe del Sindico Procurador General.§ Pezuela, por su parte, comenta que los “indios se amalgamaron a las 2.03 generaciones con el resto de los habitantes”” y que a principios del siglo XIX *sélo existia, con el cardcter de la raza primitiva, una f milia que no sabia explicar su propia procedencia”.” El testimonio de un testigo ocular, de nuevo F. R. Jameson, confirma que en la zona ha- banera, alrededor de 1820: “Muchos muestran el cruce indio, con su pelo largo de negro azabache y los ojos profundos cercados de arrugas” 5 ‘Aun cuando la huella aborigen ha quedado en algunos aspectos, su exigilidad sugiere un proceso de transculturacién mas bien pobre y una aculturacién de los indigenas. Bsta influencia se ve, en especial, en los toponimicos: el propio nombre del municipio y de otros sitios geo- grificos dentro del territorio original (arroyo Tarraco, Guanabo, Coji- 5 Colectivo de autores: Expedionte de delimitacién,p.9. 6 Elpigio de la Guardia: Historia de Guanabacoa, p 69. ‘Como dato eurioso eabe agregar que 28 de ellos eran hombres y 30 mujeres. Se ‘meneiona su estado civit (easado, viudos, solteos), su nimero de hijos y si eran milicianos ono. Los apelidos més usuales eran Aguilar (15), Amaya (8), Costila (5) y del Roque (5), lo eval puede ser un indicio de parentescoyrelaciones endogimicas, Una de las mujeres que recibieron mercedes tenia el lemativo nombre de Rosa Maria Olivo

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