La oracin es una constante en la vida y la espiritualidad de
Jess. Como todo buen judo, Jess aprendi a orar, a ponerse en la Presencia, no tanto del Dios Todopoderoso, cuanto del Dios fiel y compasivo, el Dios liberador. Su madre y su padre, y ms tarde la comunidad de fe reunida en la sinagoga, despertaron en Jess el deseo y la necesidad de orar. Toda la actividad de Jess est atravesada por esa relacin con el Padre tejida de confianza, cercana y ternura. Eso no quiere decir que Jess se pasase el da orando. Pero de esos momentos intensos y profundos de encuentro con su Abba, Jess saca las energas para anunciar lo que vive, lo que experimenta, en los momentos buenos y menos buenos, cuando la gente lo busca, pero tambin cuando lo rechazan y lo persiguen. Su vinculacin con el Padre es tan intensa que en todo lo que lleva a cabo se siente amado, acompaado, sostenido, alentado y enviado y, lo que es ms determinante: LIBRE. En el texto de hoy le vemos orar pero, al mismo tiempo, atento a lo que su comunidad vive como dificultad aparentemente insuperable. Jess se ha quedado a solas. Los discpulos en la barca, que simbolizan a la entera comunidad compuesta por mujeres y hombres, se han adelantado. Pero, en medio del mar, y ya oscurecido, tienen dificultades para avanzar. Y es que, en la barca no est Jess y el miedo y la parlisis se apodera de ellos. No son nadie sin Jess. Como tampoco lo somos nosotras, nosotros. Jess se acerca a la barca caminando sobre las aguas. El texto quiere decirnos que Jess es ms poderoso que todas esas situaciones donde tenemos la impresin de estar hundindonos; donde nos parece que estamos solas, solos; que lo nuestro no le importa a nadie. A Jess s. Por eso se nos acerca de la manera ms imprevisible, o ms cotidiana. La cuestin es darnos cuenta, sentir su Presencia, seguir