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tos espectadores de teatro, Para él, elacomtecer emico sobre la esce-
‘También Arist6teles observa
era de las represent
somo de algo inofensivo y benigno. Mas, 8. El juego del arte
ertad estética», reside una profunda solidaridad que |
EI fendmeno elemental del juego y del jugar domina el mundo
animal entero, Resulta obvio que ese ser natural que es el hombre
también esté determinado por él. Ya el nifo comparte muchas otras
la todas las diferencias entre juego y
riencia y ser. La distancia entre espectador y jugador qued:
perada, igual que entre la representacién y Io representado,
Noes necesario, por lo tanto, referir arti
‘mimesis, al que da expresién
sas, {0 se difuminard
mano? De hecho, la
| habfa sido la intelecci6n determinante de Descartes, vefa en el ani-
‘mal un mero aut6mata, y slo en el hombre la criatura de Dios, que
tinguia por Ia autoconciencia y por su libre albedrio.
se ha disipado por completo. Desde hace un si-
para el pensamiento,
Mimesis, entonces, no es tanto el qt ta a otra cosa que fuc~
+a su arquetipo, sino que algo esté ahf en sf mismo como con sentido.
Por ello, ninguna pauta previamente dada de lo natural decide sobre
cl valor 0 el no-valor de una representacidn, Pero, probablemente,
toda representacién que hable representa ya una respuesta a la pre~
‘gunta de por qué ella es —represente algo 0 «nada»—, La experien-
cia mimica originaria sigue siendo en este sentido la esencia de todo
hacer figurativo, en arte y poest
Se puede, entonces, sacar la siguiente conch alguien opi-
nna que el arte ya no puede pensarse adecuadamente con los concep-
tos de los griegos, es que no piensa en griego lo bastante.
i muchas cosas que
tad humana y con
prenderse» mucho mejor desde los impulsos i
tamiento animal. AL
mano de tales de
1 despliegue vi
Es verdad que constantemente creemos estar jugando
¥y nos creemos por ello muy diferentes del comportamient
de los animales y de los nifios pequefios. También éstos juegan «con
129)an intencionalmente» (mei-
nada mas que su jugar, su exc
ego que uno comienz:
in a la que uno se «
comportamiento lidico queda excluido rigurosamente de cualquier
otra forma de comportamiento '; mucho més rigurosamente que en
nen reglas de val
xpresa la clase de jel
ue es peculiar d
dad de la con
Sin dda, ex este un momento estructural de la existencia hu-
ian aura presente pda corane
cosa ques propio de juego human y de a capac
humana de jugar como una distincion daa
Ceimo es sabi, se acostumbra a hablar del elemento lidico quc
¢s propio de toda cultura humana, Se descubren formas lodicas en
ESTETICAY HERMENEUTICA 131
jidos. Resulta inmediatamente evidente que a toda forma de serie~
dad le acompafia como su propia sombra un posible comportamiento
icularmente posible en todo ha-
cer que no sea un mero comportamiento impulsivo, sino que se «re~
fiera intencionalmente» a algo. El «como-si» es una modificacién
tan uni {que incluso el comportamiento lidico de los ar
les parece a veces estar animado por una especie de
todas las aparien
timiento morders
jcas que reemy
.¢ acuerda ¢s0 con que todo en los animales obedece
i6n libre?
de menos de transiciGn del juego y
del jugar nos pei gar las lineas hacia un émbito que ya
tno es accesible de un modo inmediato, sino slo dentro de lo que
él produce y opera, Me refiero al ambito del arte, Ei
yémeno de transi
vincente el impulso artistico
‘maciones de la naturaleza, en e
ica no consiste tampoco
algo de ws lidad de una belle-
10 en que el producir humano puede proponerse ta~
iversas y procede segtin planes a los que distingue un
momento de libre arbitrariedad. El hacer humano conoce una po-
derosa variabilidad en probar y desechar, tener éxito o fracasar. El
‘carte» comienza justamente alli donde se puede hacer algo también
de un modo diferente, Sobre todo cuando hablamos de arte y de cre~
‘acién artistica en sentido eminente, lo decisivo no es a realizacién132. HANS.GEORG GADAMER
de algo que se haya hecho, sino que lo que se ha hecho es de una pe-
culiaridad muy especial. «Se refiere» a algo, y sin embargo no es
es0 alo que se refiere. No es una pieza de trabajo que como toda pie-
za de trabajo de la labor humana esté determinada por su utilidad
para algo. Es cierto que es un producto, esto es, algo que ha sido pro-
ducido por el hacer humano y ahora ésté ahi dispo
uso, Pero precisamente la obra de arte rehusa toda
esté hecha «para eso». Tiene algo del caricter de ci
sino que esti por algo. Asf como un ges-
mismo, sino que por él expresa otra
sma.como eso hecho. Puede
indo que no estuna «chapuza» esto es,
fenémeno Gnico. Por eso, casi me parece mas correcto no am:
tuna obra, sino una conformacién (Gebilde). Pues en esta palabra
‘conformacién», va implicito el que el fenémeno haya dejado tras
de sf, de un raro modo, el proceso de su surgimiento, o lo haya des-
midad de su esencia, quedan sup
tadas a la reproducci6n. La conformacién que la obra de arte es,
ne que ser reconstruida cada vez en las artes interpretativas. Esto,
artes interpretativas resulta tan palpable, nos ensefa que
rece y se pone en juego.
ESTETICA Y HERMENEUTICA 133
ar fenémeno de transici6n puede ilustar esto: Ia lee-
tura. sta no es, en sentido estricto, una produeci6n en el sentido de
Tan artes reproductivas, mientras no se lea en vor alta, No produce
ninguna nueva re cmibargo, etd como en
mnino de hacerlo, de todos los modos
‘As siempre ha resultado
el eoncepto de juego. Kant descr
tad de fines y la ausencia de conceptos de
str facultades i
jaegan mutvamente un jue
fichteana de
experiencia estética ha legado.a gozar de
Ja maxima cor . Pero la experiencia del arte ofrece también
'sa otra cara, en la cual el cardcter Iidico de la conformacién como
jugado, pasa al primer plano. La autéi
ca base para ello sigue siendo el viejo concepto griego de mimesis”.
\guian dos forma:
propio uso ling!
ima forma de aparecer la produ
cuando quere-
n de alguien, sino,
el comportamient
ica de un «papel» por un actor. Enel sentido
el que el propio cuerpo sea portador
de ln expresion mimica y, como arte, eve a st represe
{go.que él no es. El papel es «jugado>. Eso entafa una pes
{ension ontologica. Es distinto del asombro fingido o de Iasi
simulada que encontramos en el trato
hos, La representacin mmica no es un juego que engatie,
{oma juego, de tal modo que no sea toma-
‘uisiera ver: mera representaci6n. Esa es
a diferencia. La simpatia hipécrita, por ejemplo,
acim
y «Poesia y mimesis134 HANS-GEORG GADAMER
crefda, ¢ incluso sigue manteniendo esta pretensiGn cuando su inau-
tenticadad, su afectacién, ya ha sido advertida, La imitacién mimi-
ida, no es una aparienc
claro, verdadera, es «verdadera» como apariencia, Es percibida
tal como es su
‘Aunque dejemos de lado e
‘munico, le pat
cipade
el punto que los dos lo tenemos por complet
falsa apariencia que
verdadera; 6s es la
icluso el crea-
respecto al
receptor. Precisamente porque se ha mani
no guarda aquél nada para sf, sino que se comunica y participa por
completo. Su «obra» habla por él
éste es una
{i6n de la «naturaleza», esto es, de lo ente de por sf, Craso ma-
lentendido naturalista del cual puede guardamnos precisamente el
volver a reflexionar sobre
mica originaria no es un
en el que uno se esfuer-
ce por acercarse todo lo posible a una imagen originaria; antes bien,
8 un mostrar. Mostrar no significa enseflar algo como un compro-