recuperacin pronta. Griezmann cazaba el rechace (as se dice y no rechazo) a un disparo de Carrasco y la embocaba a la red. Ya no bamos a tener prrroga, pero la clasificacin segua como al principio: a un gol.
Al igual que les ocurre a las personas, a
quienes les caen bien algunos congneres y, sin causas objetivas aparentes, otras como el culo, a los equipos de ftbol parece ocurrirles algo similar cuando se enfrentan a determinados rivales. As, competir con el club A es como ir de bacanal, mientras hacerlo ante el B es como someterse a una sodomizacin. Al Atleti, este curso, le sentaba fenomenal jugar con el Celta. Tena el Atltico la pelota, la mova, la acariciaba, dominaba y llegaba con peligro. Creaba ocasiones, algo tan complicado este ao como sacar del vientre a un beb viniendo de culo, y algunos nos frotbamos los ojos de lo perplejo. Ya en la liga y en la ida de la Copa, el conjunto del Cholo lo hizo como casi nunca en este curso. El equipo celtia, adalid del juego de posesin y el control del baln, corra detrs del mismo sin respuesta alguna. Pero hete aqu que el ftbol es ese deporte donde alguien puede ganar sin tirar a portera o, inclusive, siendo inferior o jugando peor que el rival. Se suele cumplir la inexorable Ley de Murphy. Domina A, llega por primera vez B y gol. A remar contracorriente.
La vuelta de vestuarios no vari el
panorama. Segua dominando el Atltico, segua jugando y creando ocasiones de gol. Ms de nuevo llegara el hostin con la mano abierta. Un disparo desde treinta o cuarenta metros (vaya usted a medirlo ahora) de Guidetti entraba como un misil en la portera de Moy. La ley de probabilidades dictaba gol cada cien tiros. El uno a dos hizo mucho dao al Atltico. Quedaba media hora y la ansiedad se apoder del equipo. Entonces s, el Celta domin a su antojo. Se tir arriba a provocar los errores por precipitaciones locales y las lagunas en la atencin. As, llegara el tercero de plcido remate a la salida de un crner. El resto fue impotencia y desesperanza ante castigo tan severo.