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Os invitamos a detener la mirada en algunas de las imágenes fotográficas que podéis encontrar en las páginas de la
colección Maestros de la Fotografía que se encuentra en los estantes de la biblioteca de nuestro centro, esperando
activar tu emoción y tu pensamiento. Cada fotografía elegida aquí ha sido contemplada de un modo que ha dado frutos
inesperados. (Departamento de Educación Plástica y Visual)
La mirada verde
Refugiada Afgana en Pakistán, Steve McCurry ,1984.
El día que llegue a casarse puede que lo haga en contra de su voluntad; quizás la vendan por unas cuantas vacas, o
también puede ser un matrimonio concertado entre familias, en la que salgan ganando las dos partes. Dada la forma
en la que han sido criados lo más probable es que el marido la maltrate o abuse sexualmente de ella, y hasta no
dejarle salir de casa. Seguramente tendrá bastantes hijos debido al bajo consumo de anticonceptivos. Al tener
tantos hijos aparecerá el momento en el que no los pueda alimentar. Pero también puede darse el caso de que venda
alguno de ellos o los explote. Conclusión en su vida lo que se dice no tendrá un camino de rosas.
Steve McCurry tomó este primer plano de la cara de la joven, jugando con el fondo para resaltar más la mirada
poniendo un fondo acorde con sus ojos verdes. A lo mejor fue tomada en un espacio natural. Es una foto llena de
melancolía. Al final queda una composición muy simple; un fondo y la joven, no más, y sin embargo a la vez dice
mucho.
En un lugar de La Habana…
El Quijote de la farola, Alberto Korda, 1959, en la plaza de la Habana.
¡Fue testigo!
Víctima de un bombardeo, Agustí Centelles, 1937, Lérida.
Por: Guylaine Piquer Hernández.
Los tonos, una escala de grises, entre los que destaca el negro de la
vestimenta de la mujer que lleva una falda larga, una camisa y una
chaqueta de punto. También puede ser que el hombre vaya vestido de
blanco y negro, con la ropa de diario. Quizás al caer quedó sucia. La he
elegido porque nos puede transmitir una tristeza grande y nos muestra
como era la vida en la Guerra Civil española. Nos recuerda y también nos
hace pensar lo mal que lo tuvieron que pasar las familias que vivieron esa
época y también las circunstancias que no eran nada fáciles y muy violentas. Poca gente se salvó y hoy en día pocas
familias tenemos la suerte de poder tener en vivo la voz de algún ser querido que nos explique como fue y las
experiencias que tuvieron. Es un recuerdo para nunca olvidar, pero también con todo lo que pasaron podemos
aprender a que hay cosas mas impactantes y duras que las de nuestra vida cotidiana.
Agustí Centelles nació en Valencia y empezó su carrera como foto-periodista en Barcelona. Al tener su propia
cámara Leica, se estableció por su cuenta y trabajó para la mayoría de rotativas en Barcelona. Sin duda fue el
foto-reportero español más conocido de los que cubrieron la Guerra Civil. Con su Leica fotografió combates del 19
de julio en las calles de Barcelona, fue testigo presencial de las batallas de Teruel y Belchite y recogió también
escenas de la vida en la retaguardia. Sus instantáneos tuvieron gran difusión en la prensa republicana e
internacional y tras atravesar la frontera francesa, Pudo realizar su trabajo reproduciendo las duras condiciones
de vida de sus compañeros de exilio en el campo de internamiento.
La fotografía es en blanco y negro. En ella predomina la dirección horizontal que transmite quietud. La imagen me
recuerda mucho a una película infantil en la que el niño desea con todas sus fuerzas no hacerse mayor. En el país de
Nunca Jamás, Peter Pan enseña a la niña, Wendy, un lago donde ven cosas mágicas y mientras vuelan tocan el agua
con las manos. Si ponemos la imagen en vertical, parece que el niño tenga un espejo enfrente y que con la mano lo
atraviese tocando su rostro. Se miran fijamente a los ojos el uno al otro. Dos niños iguales pero a la vez diferentes,
dos mundos, uno real y otro fantástico.
W. Eugene Smith, era un experimentado reportero de guerra estadounidense. Había observado en la batalla de
Saipán los efectos de la guerra sobre inocentes criaturas. Las heridas físicas y morales lo tuvieron apartado un
tiempo de la fotografía. Luego, decidió volver a su profesión pero no quiso tomar imágenes de guerra, sino… acabar
su colección con fotos de sus dos hijos, Patrick y Juanita.
La aldea perdida
Anochecer en Hernández, Nuevo México, 1941
Un sueño de verano
El Vagabundo, Brassaï, 1935, Marsella.
Por: Raquel Sánchez
La espera
Niños en un campo de refugiados, Henri Cartier-Bresson, 1945, Alemania.
Por: Balma Carbó