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Esta interpretación ortodoxa del mercado de trabajo es objeto desde hace tiempo
de controversias y debates. Es importante en nuestro examen de los mercados de trabajo
y de la determinación de los salarios estar familiarizado no sólo con la postura
convencional u ortodoxa sino también con las distintas críticas que se han formulado a
esta teoría y con las alternativas que existen. En este último epígrafe presentamos un
resumen de algunas de las críticas más conocidas a la teoría ortodoxa1. Concretamente,
tratamos de esbozar (1) la concepción del mercado de trabajo de los primeros
institucionalistas, (2) el concepto de mercados internos de trabajo y (3) la teoría de los
mercados de trabajo duales o segmentados. Se observará que estas tres teorías se
solapan y se basan unas en otras.
1
El lector interesado encontrará una exhaustiva crítica a la teoría ortodoxa en
THUROW, LESTER C. (1975): Generating Inequality, Nueva York, Basic Books, Inc.,
Cap. 3 y apéndice A. Los Capítulos 4 y 5 de Generating Inequality resumen el «modelo
de la competencia por los puestos» de THUROW como una alternativa a la teoría de la
productividad marginal.
La descripción institucionalista de los mercados de trabajo, que se desarrolló tras
Segunda Guerra Mundial, fue, en realidad, el trampolín intelectual de los conceptos de
mercado interno de trabajo y dualidad del mercado de trabajo que han surgido desde los
años sesenta. Así mismo, descubriremos que la teoría de los mercados duales se ocupa
principalmente de contrastar los puestos de trabajo «buenos» que se encuentran en los
mercados internos de trabajo con los «malos» que se encuentran en lo que se denominan
mercados secundarios de trabajo. En suma, estas tres teorías heterodoxas tienen mucho
en común y, en concreto, comparten la idea básica de que los factores institucionales -
los sindicatos y la negociación colectiva, las costumbres y los hábitos, las
procedimientos administrativos y la institución de la discriminación - amortiguan y
alteran extraordinariamente la influencia de las fuerzas económicas en la determinación
los salarios, el empleo y la asignación de las inversiones en capital humano. Por otra
parte, debe señalarse que se trata de una teoría muy arraigada en la realidad
estadounidense y, por su carácter inductivo (es decir; que parte de la observación de la
realidad para construir una teoría y no al revés), resulta muy difícil separarla de dicha
realidad. De todos modos, estas ideas han sido adaptadas (y ampliadas) a otros
contextos2 y, por consiguiente su interés para el caso español, incluso manteniendo la
evidencia empírica referida a Estados Unidos, resulta muy relevante.
2
rápidamente en ese país y la negociación colectiva centralizada estaba difundiéndose.
Para los institucionalistas, la presencia de poderosos sindicatos y la negociación
colectiva hicieron que la teoría ortodoxa de los salarios dejara de ser realista y relevante.
En palabras del principal portavoz institucionalista, Arthur M. Ross3 «de todos los
agentes que parcipan en la vida económica, el sindicato probablemente sea el menos
susceptible de un análisis económico». La determinación colectiva de los salarios en
presencia de sindicatos es muy diferente de la competitiva, y la diferencia no es
meramente cuantitativa, sino cualitativa. Por tanto, la crítica institucionalista fue un
intento de ofrecer un modelo alternativo para comprender la determinación de los
salarios. Como tal, hacía hincapié en las siguientes observaciones relacionadas entre sí.
3
ROSS, ARTHUR M.(1948): Trade Union Wage Policy, Berkcley, University of
California Press. Véase también KLER, CLARK (1950): «Labor Markets: Their
Character and Consequences», American Economics Review, mayo, págs. 278-291;
MCNULTY, ; PAUL J. (1980): The Origins aná Development of Labor Econcomic
Cambridge, Mass., The MIT Press, cap. 7; y SEGAL, MARTIN (1986): «Post-
Institutionalism in Labor Economies: The Forties and Fifties Revisited», Industrial and
Labor Relations Review, abril, págs. 388-403. Una colección de ensayos de KERR, que
incluye el citado, ha sido publicada en español por el Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social con el título La balcanización de las mercados de trabajo y ensayos, Madrid,
1985.
3
carácter político de los sindicatos, el análisis económico de la teoría de la productividad
marginal es irrelevante o, en palabras de Ross, supone «una lógica extraña». Las fuerzas
económicas sólo son significativas en la medida en que generen presiones políticas a las
que deben hacer frente los dirigentes sindicales. Por ejemplo, en la teoría
institucionalista, un cambio negativo de la demanda de consumo o una recesión influye
en la determinación de los salarios y del empleo, no desplazando la curva de demanda,
sino a través de los efectos que produce en las actitudes de los empresarios en las
negociaciones y de las presiones que ejercen los afiliados a los sindicatos sobre sus
dirigentes. En el contexto político que domina el proceso de negociación, el salario se
conviene en un instrumento que es manipulado con el fin de mejorar la reputación de
los dirigentes sindicales y la seguridad, el crecimiento y el prestigio del sindicato como
institución. El salario es «un instrumento para manipular la lealtad de los trabajadores y
la aprobación de la opinión pública y un símbolo de victoria o derrota en la lucha entre
el sindicato y la empresa»4.
4
ROSS, op, cit. pág. 8.
5
Ibid., pág. 80.
4
la renta, no puede considera que los sindicatos sean maximizadores en el mismo sentido
que las empresas.
6
Ibid., pág. 8.
7
Ibid., pág. 51.
5
administrados y no unos salarios determinados por el mercado. Los sindicatos son
esencialmente instituciones políticas, no económicas, que persiguen varios objetivos
multidimensionales. La política salarial no se rige por el principio de la maximización
sino, más bien, por los criterios de la equidad y la justicia.
Pero quienes critican la teoría ortodoxa sostienen, y lo que dicen es aceptado cada
vez más por muchos economistas convencionales, que esta descripción no coincide en
absoluto con lo que ocurre en el mundo real. El maestro de enseñanza pública, el
mecánico cualificado y el funcionario burócrata, por citar sólo algunos, no se
encuentran ante la perspectiva diaria de ser desplazados de su trabajo por otra persona
igualmente capaz y dispuesta a trabajar por un salario algo más bajo. Los trabajadores,
por una parte, disfrutan de «derechos laborales» y los empresarios, por otra, tratan de
mantener una plantilla estable. Aunque existe un elevado grado de movilidad
ocupacional y geográfica en la economía de Estados Unidos, el empleo del trabajador
medio es, de hecho, bastante estable. En este sentido, Hall8 ha llegado a la conclusión de
que actualmente el trabajador representativo tiene un empleo que durará ocho años. Una
cuarta parte de todos los trabajadores tiene un trabajo que durará veinticinco años o
8
HALL, ROBERT E. (1982): «The importance of lifetime Jobs in the U.S. Economy», American
Economic Review, septiembre, págs. 716-724.
6
más. Incluso en el caso de las mujeres - que sabemos que tienen problemas para acceder
a puestos de trabajo más deseables- alrededor de un 15 por 100 tiene un empleo que
durara veinte años o más. De hecho, es posible que incluso el 80 por l00 de la población
activa participe en «mercados internos de trabajo», en los que está protegido
considerablemente de las presiones competitivas del «mercado externo de trabajo».
9
Una buena compilación de trabajos sobre distintas facetas de los mercados internos de trabajo puede
verse en OSTERMAN, PAUL (comp.)(1988): Los mercados de internos de trabajo, Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social, Madrid. También es interesante el trabajo de DOERINGER, PETER B. y
PIORE, MICHAEL (1985): Mercados internos y análisis laboral, Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social, Madrid.
7
formación de trabajadores y porque estos costes pueden minimizarse reduciendo la
rotación laboral. Además, los mercados internos de trabajo también tienen ventajas para
los trabajadores que son aceptados en ellos. Estos se benefician en forma de una mayor
seguridad de empleo y de oportunidades inherentes para adquirir formación en el trabajo
y ascender. Los trabajadores no necesitan abandonar la empresa para conseguir un
empleo mejor sino que pueden ser ascendidos en una secuencia perfectamente definida
de puestos que constituyen la escala. Están protegidos, además, de la competencia de los
trabajadores del mercado externo de trabajo. La formalización y la codificación de las
reglas y procedimientos que rigen tanto la asignación de los trabajadores como los
salarios dentro del mercado interno de trabajo protegen, además, a los trabajadores del
favoritismo y de las decisiones caprichosas de los directivos. Los trabajadores de los
mercados internos de trabajo tienen más probabilidades de disfrutar de garantías
procesales y de un trato equitativo en los despidos, los ascensos y el acceso a las
oportunidades de adquirir formación.
Por otra parte, los sindicatos juegan un papel importante en estos mercados.
Aunque la presencia de un sindicato puede acelerar el desarrollo de mercados internos
de trabajo, la relación causa-efecto es bastante compleja. Los mercados internos de
trabajo tienden a invitar a la sindicación y los sindicatos fomentan o aceleran la
evolución de los mercados internos de trabajo.
Por una parte, son varias las razones por las que la aparición de un mercado
interno de trahajo favorece la sindicación. En primer lugar, el aumento de la estabilidad
de la plantilla como consecuencia del mercado interno de trabajo fomenta la
sindicación. Una plantilla fluida e inestable es un obstáculo para la sindicación, pero un
grupo estable de trabajadores adquiere un espíritu de colectividad y quizá una serie
común de reclamaciones que llevan a formalizarlos por medio de un sindicato. En
segundo lugar, los trabajadores de los mercados internos de trabajo poseen una
formación específica que los dota de un poder de negociación considerable. Es lógico
que los trabajadores quieran expresar este poder de negociación colectivamente a través
de un sindicato. Por último, las reglas y procedimientos administrativos que existen en
el mercado interno de trabajo definen con bastante claridad el alcance y el carácter de
las decisiones de la dirección. La sindicación es una respuesta lógica a los casos en los
que las actuaciones de la dirección no son acordes con las reglas y procedimientos
consuetudinarios.
8
Por otra parte, la presencia de un sindicato puede contribuir significativamente a
reforzar el desarrollo de un mercado interno de trabajo. Un convenio colectivo escrite
codifica, formaliza y hace más rígidas las reglas y procedimientos que prevalecen en el
funcionamiento de un mercado interno de trabajo existente.
Los mercados primarios de trabajo son, por definición, donde se encuentran los
puestos de trabajo «buenos». Sus puestos generalmente son los que imaginamos en el
analisis anterior de los mercados internos de trabajo. Concretamente, se caracterizan
por (1) su estabilidad y seguridad, (2) sus elevados y crecientes salarios, (3) la presencia
de escalas de puestos, es decir, de oportunidades buenas y claramente definidas de
mejorar dentro de la ocupación, (4) la utilización de tecnologías relativamente
avanzadas e intensivas en capital y la presencia de una gestión eficiente y, en muchos
casos (5) la existencia de un sindicato poderoso y eficaz. En cambio, los mercados
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La siguiente lista es una muestra de importantes aportaciones a la teoría de los
mercados duales de trabajo: REICH, MICHAEL; GORDON, DAVID M. y EDWARDS,
RICHARD C. (1973): «A Theory of Labor Market Segmentation», American Economic
Review, mayo, págs.359-365; VIETORISZ, THOMAS y HARRISON, BENNETT
(1973): «Labor Market Segmentation: Positive Feedback and Divergent Development».
American Economic Review, mayo, págs. 366-376; GORDON, DAVID M. (1972):
"Theories of Poverty and Underemployment, Lexington, Mass., D. C. Heath and
Company; EDWARDS, RICHARD C.; REICH, MICHAEL y GORDON, DAVID M.
(comps.) (1975): Labor Market Segmentation, Lexington, Mass., D. C. Heath and
Company; GORDON, DAVID M., EDWARDS, RICHARD C. y REICH, , MICHAEL
(1982): Segmented work Divided workers, Cambridge, Cambridge University Press; y
TAUBMAN, PAUL y WACHTER, MICHAEL «Segmented Labor Markets», en
ASHENFELTER, ORLEY y LAYARD, RICHARD (comps.) (1986): Handbook of
Labor Economics, Amsterdam, North-Holland, 1986, vol. 11, págs. 1183-1217 (versión
española publicada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social).
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secundarios de trabajo son mercados cuyos puestos son «malos» y tienen las
características contrarias a las de los mercados primarios. En estos mercados, (1) el
empleo es inestable y la rotación laboral es alta, (2) los salarios son bajos y están
relativamente estancados, (3) los puestos no tienen futuro, es decir, no existen escalas de
ascenso o son muy limitadas, (4) la tecnología de producción es relativamente primitiva
e intensiva en trabajo y (5) no hay sindicatos, por lo que la dirección puede utilizar
prácticas arcaicas y caprichosas en sus relaciones con su platilla. Podemos imaginar que
los trabajadores de los mercados secundarios de trabajo son personas que por una u otra
razón no superan el proceso de selección que les permitiría acceder a una escala de
puestos de un mercado interno.
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de los trabajadres se estanca, al igual que los salarios. Por otra parte, la presencia de una
tecnología estancada significa que no hay oportunidades ni incentivos para mejorar las
cualificaciones de los trabajadores. Las cualificaciones necesarias son tan escasas que
los trabajadores que tienen empleo actualmente y los desempleados son más o menos
intercambiables. Los puestos de trabajo del mercado secundario son tareas sencillas,
serviles y repetitivas, que pueden ser aprendidas rápidamente por casi todo el mundo. A
diferencia de lo que ocurre con los puestos de trabajo de los mercados primarios, se
necesita una formación específica escasa o nula para realizar estas tareas. Como hemos
señalado, las escalas son muy limitadas o inexistentes; se trata de puestos de trabajo sin
futuro. De hecho, la relación de empleo es eventual; los niveles de rotación laboral e
inestabilidad del empleo son altos debido al carácter poco cualificado de los puestos de
este mercado. Los empresarios no realizan casi ninguna inversión en formación
específica, por lo que no hay razón alguna para reducir la rotación laboral. Podrían
incluso ver con buenos ojos la existencia de un elevado nivel de rotación, ya que la
inestabilidad de la plantilla reduce los incentivos para afiliarse a un sindicato, por una
parte, y permite al empresario evitar el coste de compensaciones extrasalariales, como
las vacaciones remuneradas y las aportaciones a los planes de pensiones, por otra.
Por otra parte, los teóricos del mercado dual de trabajo también sostienen que
existe una interdependencia fundamental entre los trabajadores y los puestos de trabajo
tanto en el mercado primario de trabajo como en el secundario. Los trabajadores de
ambos mercados adquieren a través de un proceso de retroalimentación patrones y
rasgos de conducta que son adecuados en su mercado de trabajo. Por ejemplo, en los
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mercados primarios de trabajo el empleo es estable y los trabajadores se vuelven
«fiables» y tienen unos hábitos de trabajo estables. Son fiables en el sentido de que
acuden a trabajar con regularidad, son puntuales y manejan con esmero el equipo y los
materiales de la empresa. Estos trabajadores también obedecen las reglas y
procedimientos del mercado primario de trabajo y están deseosos de aprender nuevas
cualificaciones que les permitan ascender por la escala de puestos.
Hasta ahora en nuestro análisis de la teoría del mercado dual de trabajo hemos
dejado a un lado una cuestión fundamental: ¿por qué ha surgido el dualismo en el
mercado de trabajo? ¿Qué factores han sido responsables de la supuesta existencia
simultánea de mercados primarios y secundarios de trabajo?
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producción de esos productos suela dar lugar a una relación inestable y eventual entre el
empresario y sus trabajadores. Muchos obreros de la construcción que trabajan a tiempo
parcial son contratados durante las fases ascendentes del ciclo económico, sólo para ser
despedidos cuando cae la construcción. En cambio, en los sectores cuyo producto tiene
una demanda que goza de un elevado grado de estabilidad estacional y cíclica, las
relaciones de empleo son estables y características de los mercados primarios de trabajo.
2. Divide y vencerás. Los economistas radicales que defienden la teoría del mercado
dual de trabajo sostienen que el dualismo o segmentación se ha propagado
conscienmente con el fin de contrarrestar la posible evolución de un movimiento
sindical unido y con conciencia de clase que podría ser una amenaza para el control
capitalista de la economía.
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cada vez más difícil para los trabajadores secundarios acortar la creciente diferencia de
cualificaciones que existe entre los dos mercados de trabajo.
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mercado de trabajo. La productividad y la ganancias de una persona no dependen tanto
del capital humano adquirido por medio de la educación y la formación profesional
como de conseguir entrar en una escala de puestos de trabajo «buenos» del mercado
primario.
Pero los dualistas ven el problema de forma distinta. Para ellos, el problema del
trabajador de renta baja no suele ser la necesidad de adquirir más educación y formación
sino la incapacidad de acceder a un «buen» empleo del mercado primario de trabajo11
El problema de los trabajadores pobres no reside tanto en sus deficiencias como en la
estructun dualista de los mercados de trabajo. Por tanto, los dualistas y los ortodoxos
tienen un concepción fundamentalmente diferente de la productividad del trabajo. Para
el economista ortodoxo, la productividad reside esencialmente en el trabajador Para
aumentar la ganancias de los trabajadores, hay que suministrarles más capital humano.
Pero para lo dualistas, la productividad reside principalmente en el puesto de trabajo.
Los trabajadores del mercado secundario sólo pueden elevar sus ganancias consiguiendo
más facilidad de acceso a los puestos de trabajo del mercado primario. «La razón por la
que los trabadores secundarios no pueden entrar en el segmento primario no reside en
que carezcan de la capacidad o del potencial productivo sino, más bien, a la negativa de
los trabajadores y los empresarios del segmento primario a aceptarlos en sus grupos de
11
Los orígenes de la teoría del mercado dual de trabajo se remontan a la década de 1960, durante la cual
los economistas que estudiaban los mercados de trabajo de los guetos urbanos observaron que los
indicadores de la productividad de los trabajadores, como el nivel de estudios o la formación profesional,
parecían tener una influencia escasa o nula en las perspectivas de empleo o en la calidad de los puestos
conseguidos por los trabajadores secundarios. Véase Gordon, op. cit., págs. 44-46.
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trabajo». Los dualistas respaldan su postura de que la productividad reside en los
puestos de trabajo y no en los trabajadores con las siguientes observaciones. En primer
lugar, los programas de educación y formación ofrecidos en Estados Unidos a los
trabajadores desfavorecidos durante las décadas de 1960 y 1970 no resolvieron
eficazmente la pobreza o eliminaron a los pobres trabajadores. En segundo lugar,
aunque Estados Unidos ha reducido significativamente la desigualdad de la distribución
de los niveles de estudios con el paso del tiempo, no ha disminuido en la misma medida
la desigualdad de la distribución de las ganancias.
¿Qué medidas recomiendan los dualistas para ayudar a los trabajadores de bajos
salarios a acceder a los puestos de trabajo del mercado primario? En primer lugar, la
legislación contra la discriminación debería aplicarse más rigurosamente con el fin de
reducir esta barrera institucional que impide entrar en los puestos buenos de los
mercados primarios. La segunda estrategia consiste en fomentar el crecimiento de los
sindicatos por medio de leyes prosindicales. Se basa en la idea de que la sindicación de
los mercados secundarios aceleraría el desarrollo y la formalización de las reglas
administrativas, las escalas de puestos y otros rasgos estructurales que caracterizan a los
mercados primarios de trabajo. En otras palabras, la presencia de un sindicato aceleraría
la transformación de un mercado secundario en uno primario. La tercera recomendación
consiste en imponer una subida significativa de la cuantía y la cobertura del salario
mínimo. En concreto, ante el aumento de los costes laborales, se verían obligados a
sustituir trabajo por capital. Esta sustitución haría necesaria la formación específica en
el trabajo y la mejora de las cualificaciones de los trabajadores. Dada esta inversión en
formación de los trabajadores, el empresario trataría de reducir la rotación laboral. En
suma, una subida del salario mínimo provocaría estos fenómenos que transforman los
mercados secundarios de trabajo en primarios. Por último, los dualistas recomiendan la
creación de puestos de trabajo «buenos» en el sector público para aprovechar más las
posibilidades productivas de los trabajadores del mercado secundario y permitirles
percibir unas ganancias superiores al nivel de pobreza. Esos puestos de trabajo creados
por el Estado también ofrecerían formación en el trabajo a los trabajadores sin formar
que ahora se encuentran en los mercados secundarios sin futuro.
4. El desempleo. Los teóricos ortodoxos y los del mercado dual de trabajo tienen
ideas algo diferentes sobre el problema del desempleo y sobre la manera de resolverlo.
Los teóricos ortodoxos rechazan la dicotomía del mercado de trabajo de los dualistas e
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imaginan un continuo de puestos de trabajo o una cola nacional del mercado de trabajo
en la que podemos imaginiar que los trabajadores están ordenados de «mejor» a «peor».
El nivel de denmanda agregada dicta el punto de la cola hasta el que los empresarios les
resultará rentable contratar trabajadores. Los que tienen menos capital humano
(educación reglada, formación, experiencia laboral, etc.) que están situados al final de la
cola soportarán necesariamente la carga del desempleo. La tasa de desempleo puede
reducirse eleevando la demanda agregada a fin de que a los empresarios les resulte
rentable contratar trabajadores «desfavorecidos» situados cerca del final de la cola.
12
Véase, en particular, WACHTER, MICHAEL L. (1974): «Primary and Secondary Labor Markets: A
Critique of the Dual Approach», Brooking Papers on Economic Activity. nº 3., págs. 637-680; y CAIN,
GLEN G. (1976): «The Challenge of Segmented Labor Market Theories to Orthodox Theory: A Survey»,
Journal of Economic Literature, diciembre, págs. 1215-1257. Véase para comparar PIORE, MICHAEL J.
(1983):«Labor Market Segmentation: To What Paradigm Does It Belong?», American Economic Review,
mayo, páginas 249-253. Para una defensa más reciente del dualismo, véase DICKENS, WILLIAM T.y
LANG, KEVIN (1988): «The Reemergence of Segmented Labor Market Theory», American Economic
Review, mayo, págs. 1 29-134.
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tienen conflictos internos. Se dice que los dualistas son quizá más eficaces en sus
críticas a la teoría ortodoxa que en la formulación de una alternativa coherente e
internamente congruente. Un ejemplo de incoherencia: los dualistas sostienen que
muchos trabajadores del mercado secundario están atrapados en ese tipo de puestos a
causa de la discriminación y poseen, de hecho, el capital humano necesario para
funcionar satisfactoriamente en los mercados primario de trabajo. Pero también
sostienen que los efectos negativos de retroalimentación hacen que estas personas se
conviertan en «malos» trabajadores porque tienen «malos» empleos. ¿Qué afirmación
dualista es correcta? ¿Están poblados los mercados secundarios de buenos trabajadores
que tienen un empleo malo o por malos trabajadores que tienen un empleo malo?.
13
Para dos estudios de este género, véase BOSTON, THOMAS D. (1990): «Segmented Labor Markets:
New Evidence frorn a Study of Four Race-Gender Groups», Indsutrial and Labor Relations Review,
octubre, 1990, págs. 99-115; y WILLIAM T. DICKENS y KEVIN LANG, «Labor Market Segmentation,
Wage Dispersion, and Unemployment», NBER Working Paper nº. 4073, mayo, 1992. En el caso de
España es interesante la aportación de HUGHET, ANA (1996): «Dualidad en el mercado de trabajo
español», Revista de Economía Aplicada, num. 11 (vol. IV), págs. 81-104. En este trabajo se contrasta la
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En definitiva, dadas estas complejidades, no es posible hacer una comparación
sencilla y definitiva de las virtudes relativas de la ortodoxia y del dualismo. Cabe
afirmar ciertamente, que el dualismo ha planteado toda una variedad de cuestiones que
merecen una consideración. ¿Por qué ha persistido la discriminación a pesar de estar en
contradicción con el modelo ortodoxo del gusto por la discriminación que sugiere que
las presiones competitivas la eliminarán? ¿Por qué no se ha reducido la distribución de
ganancias en Estados Unidos y otros países, a pesar de que ha disminuido la
desigualdad educativa, como sugeriría la teoría ortodoxa? ¿Y por qué apenas han
influido en las perspectivas de empleo y ganancias de los trabajadores «desfavorecidos»
y en la incidencia de la pobreza los programas de desarrollo de recursos humanos
basados en la formación profesional?.
Por otra parte, no cabe duda de que el dualisismo contiene algunas perspectivas
únicas y enigmáticas sobre los mercados de trabajo, entre las que se encuentra la idea de
que los puestos de trabajo ejercen cierta influencia en la calidad de los trabajadores y la
idea de que el capital humano no es una condición suficiente para la movilidad
socioeconómica ascendente. El dualismo pone como mínimo de manifiesto que la teoría
ortodoxa en la que se basa la mayor parte de esta exposición no es el único juego
analítico posible y que la influencia de las restricciones sociales e institucionales en las
opciones laborales de algunos grupos de trabajadores es fundamental para comprender
cómo funcionan los mercados de trabajo.
existencia de dos segmentos diferenciados en el mercado de trabajo español utilizando los datos de la
Encuesta de Condiciones de Vida y Trabajo.
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