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LA LUCHA POR LA LIBERTAD

El 4 de enero se cumplieron cincuenta años de la trágica desaparición de Albert Camus


en un lamentable accidente de tránsito. Recordarlo es a la vez traer a la memoria la
atemporalidad de su obra, su compromiso social, su filosofía, su afirmación
humanística de la vida y el augurio del renacimiento del hombre en un mundo donde
la paz, la justicia social y un gobierno universal se levantarían sobre las ruinas y
desolación que mentes criminales han ido dejando a lo largo de la historia, sus
palabras golpean el yunque donde se atenaza la libertad del hombre, escuchémosle:
“A la mujer que ha sido esterilizada por los SS, al hombre a quien han obligado a
acostarse con su hermana, a la madre que apretaba contra su pecho al hijo mientras
le golpeaban la cabeza, a la mujer a quien han obligado a presenciar la ejecución de su
marido, a los que han logrado escapar de los hornos de gas y a todos los que han
estado temblando día tras día durante largos años, a quienes no encuentran casa en
ninguna parte y a quienes se les ha hablado de una tierra de promisión cubierta de
lagos y naranjos donde nadie les escupirá la cara, y a todos esos s les ha golpeado
porque los asuntos de nuestros genios políticos estaban arreglados de tal manera que
no había medio de no golpearles. Y todo ello en medio de un gran silencio o del
charlatanismo farisaico de quienes detentan el poder. En suma que han ajusticiado a
Cristo efectivamente y lo siguen zahiriendo, y ese es el resumen de la historia
universal”.

Camus nos invita a la rebelión: Me rebelo luego existo, resistir es la consigna, pero no
resistir de cualquier forma y manera sino enfrentándose al legítimo contradictor.
¿Qué es la rebelión para Camus? Es el hombre que dice “No”. Pero si niega no
renuncia; es también un hombre que dice “Si”, desde su primer movimiento. Es el
hombre sometido, el esclavo que en un momento determinado de su vida juzga
inaceptable seguir recibiendo ordenes que coarten su libertad y sus sentimientos. Es
una toma de conciencia sobre su propia realidad y el mundo que le rodea. Es aprender
a no callar y expresar a voz en cuello que no aceptara bajo ningún concepto el
sometimiento y la degradación. La rebelión para Albert Camus no dice relación a un
ideal, a una idea, a un concepto abstracto, se refiere a algo más cercano:” Se exige
que sea considerado lo que, en el hombre, no puede reducirse a la idea, esa parte
cálida que no puede servir para ninguna otra cosa que para existir”. El mismo Camus
nos cuenta que, en Cumbres Borrascosas, Hesthcliff prefiere su amor a Dios y pide el
infierno para estar reunido con la que ama, no es solamente su juventud humillada la
que habla sino la experiencia ardiente de toda su vida siempre sometida. La rebeldía es
una pulsión positiva puesto que revela lo que en el hombre hay que defender siempre.
Hoy más que nunca la vigencia de Camus no se agota. Vivimos un final y un comienzo
de siglo signados por el “Miedo” y el “Terror”. El siglo XX corto termino, como afirma
Hobsbawm, con una guerra, exactamente como comenzó, con la catástrofe de la
primera guerra mundial. Y detrás de las guerras los señores de la guerra el miedo y el
terror. Lo que más nos sorprende de este siglo que comienza, no para mí ni para los
que son mis contemporáneos, es que las nuevas generaciones de ciudadanos están
privadas de porvenir muy a pesar de los avances científicos y técnicos, y, a veces
,también por ellos. La vida para que tenga un sentido tiene y debe tener una
proyección valedera: La juventud, los mileuristas, tienen el futuro cerrado. Sus
conocimientos, el estar altamente preparados, no les ha valido de nada, se han
encontrado frente al muro de unos políticos venales y una patronal codiciosa y voraz
que les cierran el paso a sus dignas aspiraciones. La Gente Joven tiene que pensar, yo
la invito a ello, que solo la palabra, el grito muchas veces, la organización y la protesta,
la exigencia de los derechos y libertades podrán romper los muros. El silencio, la
protesta pasiva, solo es la aceptación del sometimiento y, el partido de futbol, el circo
donde desfogar las frustraciones.

Entre el miedo general que nos inculcan: Miedo al terror, miedo a la muerte, miedo al
vecino, miedo a las ideologías, miedo a quien piensa diferente, miedo al color de la
piel, miedo al extranjero sin comprender que a lo que ciertamente debemos tener
miedo es al pensamiento único, a los que se creen dueños de la razón absoluta, a las
mentalidades mesiánicas donde siempre se engendra la tiranía. El hombre que
siempre ha deseado la convivencia amable, el dialogo, la dialéctica en la discusión
ideológica, el pragmatismo en las decisiones políticas, la amistad con sus congéneres,
el silencio impuesto por la censura, el sometimiento a la disciplina de partido, la
injusticia social y el amordazamiento intelectual le cercenan, no solamente las
posibilidades de una vida digna y un mundo mejor, sino que le condenan a morir en
vida: a la esclavitud moral, el mayor crimen que pueda cometerse, al considerar la vida
humana como algo fútil y despreciable.

Estas pocas letras quieren exaltar la memoria de Albert Camus e invitar especialmente
a los jóvenes a leer “La peste”, “El Hombre Rebelde”, “El Extranjero”, “El Mito de
Sísifo”, “El Exilio y el Reino” etc. Etc. Y comprender a través de estos textos que a pesar
de haber transcurrido más de cincuenta años desde su publicación es muy poco o
nada lo que ha cambiado para el hombre desde el punto de vista de sus libertades y la
justicia social. Parafraseando a Eduardo Galeano tenemos que afirmar que, El siglo XX
se inicio con la primera guerra mundial. A mediados del siglo XX ocurrió la segunda
guerra mundial. Pero esta guerra mortal para los ciudadanos del mundo no ha sido
tan mortal para los dueños del mundo. A finales del siglo XX y a principios del siglo XXI
las guerras son incontables. Las guerras multiplican el miedo y el terror, y el miedo
convierte la injusticia en fatalidad y destino; las guerras multiplican la pobreza, y la
pobreza termina ofreciendo brazos que trabajan por poco o por nada ; las guerras
expulsan a los campesinos de sus tierras, y las tierras terminan siendo vendidas por
poco o por nada; la guerra enriquece a los fabricantes de armas, a los expoliado9res de
las riquezas naturales y a los apátridas que se venden por un plato de lentejas; en la
guerra las familias pobres ponen los muertos y los ricos los bolsillos; la guerra asesina a
los que denuncian la guerra y las causas de la guerra, coinvirtiendo la guerra en
necesaria e inexplicable. El mejor ejemplo lo tenemos en la guerra de Irak y el mejor
ejemplo de los amos de la guerra en George Bush, Tony Blair y José María Aznar, los
tres de las Azores.

Carlos Herrera Rozo.

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