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Coleccién PALABRA VA. César Aira MOREIRA Achéval solo © 1975 by Achkval solo ~ Buenos Aires Hecho el depésito de ley -DAPRESO- 2 LA ANCENTINA - PRINTED Un dia, de tmadrugada, por tas lomas inméviles {del Pensamiento bajaba montado en potro amarillo un horrible gaucho. Iban apareciendo 1os primeros colores, hilos que se tendian por encima de las pampas. Y en el cielo, Himpio escenas, figuras: medallones abigarrados, sin espacio, sin aire. Era lo microscépico, asi como sus rmatiltiples operaciones. Una abeja silvestre 1o mir6, La noche entera habia venido viajando, Sélo se detuvo al llegar al Pillahuinco, cuyas aguas corrian, dentro del monte, Todo bramaba: pajaros, ranas. El sonido de la corriente lo “adormecta de fel dad”; como a Joyce; operaciones subjetivas y obje- tivas, Paisajes. La tardntula nadaba con inesperado estilo. Bajo los pies del viajero saltaban langostas blan- as, Detuvo a su flete y miré las margenes, miré Ia hhumedad... ;Tanto habia dormido 21 amparo del Pillahuinco, en otros cuerpos! Los espacios parecian reunirse un momento y volvian a separarse. Un lugar ameno. El sitio donde hace su habita- cin el héroe, y una horda de gauchos: personajes yy alegorias, El singular y el plural, el deseo, escribo mas lentamente. jAlgunas sirenas somaron las ca- bbezas, sonriendo con ironia! Pues bien, resumiendo: nuestro personaje (que no es otro que el conocido Julién Andrade, y su T ‘caballo “Pachequito") esti sentado en medio de Ta naturaleza, Inmévil. ¥ parece atento. f “Arcos, Crujidos, chapoteos. Un sacapuntas tiene su nido ene fas ramas anaes, Gs ‘Mas también la percepcidn cava en el heco Se eee ee a yo alguien alienta. Puf, pul... puf, puf... ¢Quién seri? ‘ ZEl corazén de su madre? Un wot mueve las orejas de Pachequito y su amo, Es un hombre. ‘Intervals: por el fondo del arroyo pasan pulpos con cascabeles. Una liebre se zambulle. Una larva foma sol, ad ‘De abajo de tna mata de malvonss sale un gaus dio negro con Iujosos avios, enhorquetado en una Tayada que bufa; por un momento no atina- TEM Mondo, Mas... cos motmillos que 20 ‘dejan de girar, es05 velos de agua que lo encapotan, not indican sin lugar 2 dudas que se trata de Par Parti. No puede ser o:ro. Pasparti, ol ex ayuda de Eimara de Dorrego, el jinete espamoso, el errante Jobizon por Tas pampas a gras. En caso de que fuera él: juna historia se avecina, lena de de- flies cireunstanciales! Pues el negro es una summa de historia criolla, Si bien nadie lo consulta ahora: fen su cerebro no hay mis que émbalos y bolilleros demasiado rapides. Viene lievando una vida poco tranquilizadora para su salud Se alimenta.de paja- yos que él mismo atrapa, y unos hongos blancos, y imadluras de Tlave. Bebe a toda hora. Dieta que 10 hha vuelto una sucrte de crisitida peluda ademés de camicrdar del todo cu reputasifn. Reconécense al mismo tiempo. Julidn agita su estropeado sombrero de copa (un gig). El de color se arranca In gorta, sus rizos se sudltan y caen. La tierra gira un poco. jApeése de un breve salto! En un abrazo st estre- charon, con los brazos pertinentes, Saltaron as 8 abejas amarillas. Se miraron sin recomocerse, Las miradss cran pinturas, Rostros prominentes, y Ta disposicién de las sombras entre la yerba, Velan ver, pensaban lo que pensiba... Habla una pardtola, una fbula que empezaba a girar, desde ahora, y arrastaba cansigo en sus aureolas toda energia para afuera. Si no se hubieran dete- nido z tiempo los cuerpos (de los que més ade- Tante 30s ocuparemos, el afio préximo) hubieran Megado a ser rainas... en las nubes. Frentes es trechas, cruzadas de cieatrices y arrugas, narices ho- radadas por enfermedades, labios leporinos hincha- dos de jerer Conversaban. Pero los temas que se Jes ocurrian eran tétricos f incoherentes, El Oriente, recién lavado, enroje- i6. Los amigos fueron arrebatados por un triste silencio, pues el dia les recordaba siempre una muerte amada... i Pasparti enterr6 su pie, como un tesoro, bajo Ia raices de un eucalipto, Un chorro de bilis fluyé a su cabeza y dijo: —Hablo como soy. ;Un fantasma recorre las pampas!... trazando diagramas, {Rs Sherlock Hol mes? 7Es tuna imagen que tengamos presente? Si recorre las pampasi gno podriamos reconstruir su historia, hacernos presentes en ella, actuar en sus s una construccién tedrica? zQué lo 28 “Has de saber, Julién, que todas estas preguntas no guardan ninguina relacién causal con nada que hayamos dicho. T2mpoco con nada que hayamos de decir. Son un simple desplazamiento de materia. “También yo, como todos los que vagamos por ‘estos sitios, he ofdo muchas veces la historia de Ia muerte del célebre asesino Moreira, y a mi vez a tiuchos se 12s he contado. Ahora bien: has notado que una fuerza nos reine en este sitio que en nada Se parece a otros, y eres tii el condenado a hablar 9 ‘esta vez {Desconorco los detalles! Pues se trate (Ge una lengua de ficcién, implicada en todas las combinatorias a la vez. Pequefias variaciones inter- ‘puestas entre los pliegues de sus miiltiples brazos Y piernas, zeh? ‘Unas novelas recorren las pampas, asustando 2 sus contemporineos, pues arrastran consigo los nom- bres y tas imagenes de los difuntos... “Mi fantasma, mi pequefio. pea ot ‘cuello. Un brutal lozo rojo salpicé todo a su alrededor. Dijo: {Mira cémo me callol Pausa. Agreg =2Ves el sol? (Ambos lo miraron, Recién lavado, una cebolla, mostraba sus cortezas). Sale por el Oriente, donde se han reunido escritores de di- vversas nacionalidades con un propésito similar al nuestro, y trataran el mismo problema en inglés, francés, alemén, italiano, flamenco y danés, “Hay un satélite girando alrededor de nuestro planeta, cantando ‘E] Oriente ¢ Rojo’ en todos dos idiomas. “Por eo dije que el Oriente ¢s rojo. “Peto Juan Moreira era rojo... un camaréa demasiaco fecundado por vientos y corrientes: una camarona ¥ una El negro con espantados. gestos interrumpié 12 peroracién de su amigo. Algo lo amedrentaba en sas frases. Pero ya estaban en drkita, ‘Los cielos se multiplicaban por millares. Lige ras Hminas de oro se cubrian de dibujos. Vieron (aer los insectos muertos 2 la superficie del agua. iNo hablan vivido més de un dia y ya entraban en Jas opalinas profundidades a descomponerse entre las inhalaciones del hidrégeno y con su mucr- te dar vida a sus nictos! Un sapo negro con duros dientes de pérfido nadando de un extremo a otto tragaba moscas y las trabajaba la quimica de sus 10 tues estémagos. La _corriente arrastraba empluma- dos sombreros, vestidos.. La yor de Julién contenia todo el paisaje y las ciencias correspondientes. Su relato era. tan lento como la pasion de una magnolia abriéndose detrds de un muro amarillo —excrementos— y tan sonoro como un tambor de seda hilada por muertos Ocurrié en este punto un accidente que no los sorprendié demasiado. Los astros que rodean nues- tra galaxia, Venus, Apolo, Marte y La Locomotora, pierden, regularmente, sus gravitaciones, de la ipa apodérase un choque, no, entra en el cam- vonfeonmgnico de las laces malas. Eatin ies fquietas. En ese cabeceo los gauchos reconocen las ‘"jefunciones” en el espacio, ahi estin las puerta las alfombras blancas, de las habitaciones del cré- neo del cielo. ‘Spaltung, Hendieron los cuatro ojos Ja linea del horizonte, pasaron por un plato de porcelana en. Ta pared blanca: las miradas con pinturas chinas, ‘an paisaje con volatiles, antes, astros; colores. Bebie- yon de las mamas negras del porrén, dejaron pasar un rato en silencio, cdnones, colores. En fin. Nada hhabia entre los signos, la gran pagina se despren- de, el celufoide, después la tenue resina que el esti Tete nunca toca, la cera verde por wltimo.... asta que vieron en Io alto de uaa de Ins coli mie los rodeaban agitarse una mata de malvas, Jatir como los puntos de un cuadro... y aparecié un mujido de vaca. De ningin modo era la vaca como todas, las habituales, sino, en primer lugar: de loza; y st tamafio era el del pene de un nifio de doce. afo fin boea, ojos prominentes; en verde, azul, irregu- Tares; decorada: flores de loto, hojas, penachos de Papiro, como si reflejase un agua de cultas civil ‘De elia hicieron caso omiso, Sus causeries abrian- se y las-cetraban sonoros esputos: plumas a las que un golpea una vejiga de sangre, Eran memorias, re- criminaciones. Ese contexto. Una gota de ginebra cayd sobre la vaca, La des. equilibr6. Todos saben que los animales, inestables, organizan sus locuras (en. plural) en forma que no dejz de ser homdloga a la de las novelas. Nuestra arcaica oyése... desde su nido entre las malvas habfa visto salir nuestra novela, y atraida, en esta “anéedota del destino", jvenia 2 sucederle Pasaron dos de esos acostumbrados ratones de ‘campo que andan por ahi desocupados, a la aaa de historias que los encretengan. Asi que se que dsron, parando lat orcjes, gno? en qué pent qpEyimanecer exhibia sus mecanismos, sus Ices lucuantes; el univerco entero parecia hacerse pre- senteen la mirada que To examinaba, + Los discursos nos transportaban. Jos que hablan. Permitanme evar a cabo un pequefio ejercicio, pars inttoducirios en una reflexion. supotigamos que nos encontramos en Io hondo de un jardin totalmente florecido. No tenemos miedo, pero ex tamos atentos. De cualquier rama puede descolgarse una 2raffa a acariciarnos, o cact una pluma, un mechén de pelo blanco,” Algunnas margaritas ate pee ee ee ee ee mos (pues se trata de un lugar imaginario, epara oe habela de sere si nor) 4 Una gata camina del brazo de un ibis, sobre infantiles zapatos de nécar. Agu los dos jardineros (pues uno solo no hu- biera bastado) son J. A. y el negro P. Fotosintesis, Allge en ellos nas résulta conocido, nos dan siempre Ta sensacién de deja vn. Un topo, suspendido, con ojos Ese jardin es sustituido. Cartolinas, paisajes. En uzo u otfo, los materialistas hablan, se hablan. Amamos a 2 Comics. Figuracién total, Pasparté: interrog6 a su amigo. {Habla estado él picsente el dia de la muerte de Moreira? "Andrade le respondié que no podia haber sido 2 otro modo. Insistié: recordaba todo como si hubiera sido ayer mismo. ~Quiénes més estaban? pregunt6le Past. Con cariacontecida sorna lo miré Andrade: Si dijera eso ahora, el resto del cuento no tem dria ningiin encanto. No quiso decirlo; por mds que el negro insistié fen que no se trataba de encantos, sino, a su modo, ide una ciencia. ;No nos han convocado aqui para contamos cuentos! —Si no hay mas remedio. . Ojos de gloria, manos temblorosas. Julién Am drade hablaba tan répido como sus débiles patitas se lo permitian, y tariamudeaba un poco; inhulaba mal. No obstanie, sus palabras cran torrentes be los, y Tes orejas de Pachequito, de Pharo, de la vaca y de los ratones jeran todo oidos! Es una representacién del discurso que provun- ‘ei X. Golpean con el aro de una lave. @Se puede? ‘lay alguien?.... Un especador despliem su pro grama. El papel cruje.... (Qué ruidot {EI fantar ma de la Operal La diva canta. De la bocina de bronce, de Ja sirena salen ondat de sonido. Las ondas se cortan. Forman redes, Un hombre hace equilibrio, camina sobre las elipses. ‘Transmutacién del orden sonoro al visual. En Ia pupila se multiplica. Julidn Andrade habla, Amable, automdtico, To do 1 un significante. ‘Oro de las transformaciones. Se destiza sohre las ondas, acrobacias: un per. Mas desde el momento en que Juliin abrié el as pico hasta mucho después, las pampas fueron ocu- padas por su vor: Ocupadas: como el temnero a Ja vaca ocupa, a la oveja el cordero, y el potrillo a Ja sefiora-yegua, iHabla, Piramo! Han macadamizado no hace mucho el camino que une ‘Ia localidad de Coronel Pringles con ED Pensamiento; la administracién militar ha querido promiar con exe gesto la solidaridad de los acauda- Tados terratenientes de Ia zona para con la Junta de Comandantes, sus delegados representantes en. la Municipalidad y los caballos de La Remonta. iQué blanco ¢; el asfalto! Me hacia pensar en blan- 0 arroz cocido en un pote de loza cuando lo vela deslizarse bajo las ruedas de nuestro boogie willis. Los pastos not miraban; el pasto me recuerda los gusanos porque uno no sabe en qué extremo de sus Targas hojitas tienen la cara y en cual el culo. Los cardos, orgullosos, s6lo miraban de si mismos Jos reflejos azules que les devolvia Ja calle. No tar- amos en dejar atris el almacén La Paloma, cer- cado de higutres perros embetunados (no he po- ido explicarme jams por qué los lustran), luego has colinillas del Golf Glub en cuyas lagunas se hhundan los patos: imagen de frescura, las man- siones del Pitlihuinco ocultas tras los muros silen- ciosos dentro de sus fundas de musgo. Un helicép- tero nos sobrevolaba. Nos adelantamos a algunos ] automdviles con los vidrios velados. Unas mucha- ‘has vestidas ‘con ropa de sports paseaban en tim- dems: nos saludaron agitando sus brazos encanta. dores. Los cereales estaban maduros, las alfalfas brillaban como si alguien se hubiera tomado el trabajo de lustrar una por una sus hojas innumera- bles, Aspirébamos a pleno pulmén el brillo de los i “ we rr colores y 12 claridad de la atmésfera, todo hablaba_ 2 Tas dlaras de Ia sana plusvaHa rural que sobre rnuesiro planeta (las pampas infinitas) desarrollaba sus brazos encantadores... Vacas y ovejas se pa seaban en libertad entre ellas, gallinas de guinea. ‘Sin timidez alguna las gacelas venfan a mirar el paso de los autos. Cruzamos frente a la tranquera hheocldsica de La Cambasita, en uno de cuyos pi- fares una placa recuerda a los transeintes 1a fa- most profesida de fe de su propietaria. No nos de- tuvimos porque, como todos los gauchos connec mos de memoria sus proposicionss... “Tengo: pe 170s, pajaros, tortugas, de todo un poco, Tortugas, tengo cinco; flamingos, tengo cuatro; tengo un ‘papagayo, tengo cotorras, cardenales. Pajaros_ten- igo d= todas las clases en tna pajarera grande, Ten- g0 gallinas, patos, perros. Tengo de todo, me gus fan mucho los animales”. Supimos que entrdbamos en el radio. ambiguo de] Pensamiento al atravesar el puente del arroyo Pillahuinco, en cuyas caras hialinas se entretenfan dorados banistas, Rato despu Los personajes, en cl drugstore de Don Vale: iano, sentados en el Oriente, tomaban refrescos. Hermosos ciclos blancos, el cielo bellamente Ta prado... unos arboles cuyas aureolas eran iris, fran jas amarillss en lo liso de la pampa. Colecciond~ Games eso, EL niffo era negro, Lo lamaron La Caperucita porque nacié velado con una capucha blanca, Nacié con todos los dientes y no bien hubo sido dado a luz le mordié a la madre las piernas, le dej6 marcas ensongrentadas. El nifio flotaba en la oscura habitaciOn, en el ex- tremo de su cordén umbilical... un spot rosa se- guia sus evoluciones. Mudo, Este fue el suefio de la madre: Dormia en una de las lomas que rodean el Pen- samiento, Hacia ella se acereaba un jinete, en una enorme yegua amarilla, y desmonté de un salto all Uegar a su lado, Era ‘un negro, Le mostraba lad manos, garras de gato. Moreira cubria a su dama con sofiadoras miradas. No dejaba de felicitarse por Ia buena eleccién que habia hecho. Ella era, como los mejores ejemplares ée china pampeana, baja, pero muy bien formada. 35 ‘Andaba de aqui para all4, por la habitacién, dis poniendo pequeiios objetos, y nuestro héroe la mi- Taba perdidamente. Sus gltiteos median varios me- tos de circunferencia, los pies los tenia planos como los de en pato. La concha, muy protuberante, color aceitunado, habia sido afeitada. Sus mamas estaban deformadast por no user nunca un soutien. Un fantasma andaba por la habitacién, estaba mi- rando y se columpiaba en el aliento de los fogosos acopladores. No lo advertian. El alma en pena pre- guntébase: zesto, qué querrd decir? Y la mirada de Ia vor de Julién Andrade perdiése en su cavilaciones, como si en toda su enumeracién algo quedase, la teoria y la préctica, insertado una yez mis, de nuevo, Ia mirada que exclama y en cal- ma... Unas Tunas alumbraban su negra piel. —iAh!

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