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Edgar Breve historia de la barbarie en Occidente 59, Espacios del Saber (Citimos titulos publicados) 8, Zitek, Las metéstasi del yoce L. Lewkowicz, Sucesos argentinos R. Forster, Critica y smpecka D. Oubitia, 7. L. Godard: El pensamento del cine F. Monjeauy lia invendin rascal P. Virno, Ef recuerdo del presente . A. Negri y otros, Dudiygo sobre la glbaltzaciin, la muieudl y la experiencia argentina M. Jay, Campos de fversa §, Amin, Mar alld del capitelizns seni 3. P. Vieno, Palabra com palabras A. Negri, Jol: la fuerza del esclavo T.Lewkowicn, Peacar sin Fotade M. Hard, Gilles Delenze, Un aprendizaje flefico 8. Zifek, Violenci en acto, Conferenias on Bucros Aires . M, Plotkin y F. Neiburg, Intelectuales y experts, La eoustitacin del eynochniento social en la Argentina |. P. Ricoeur, Sobre la traducciin . E, Griiner, La Cosa politica el acecho de lo Real 5. S. Zick, HI tore el enans . E. Carri6 y D. Maffia (comps), Biisguedas de sentido para una nueva politica P. 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Breve historia de la barbarie en Occidente PAIDOS wp Buenos Aires - Barcelona - México B2e.g MoM bPE 200g “Title ogioal Cube ar barharecuropdonnes 1 Bayard, 2005 oes, 2005, ‘xc hen mca el Programe Aya Piss Yn cae ‘ie coo wins ona ain Ceo Srclo Ca Norn Edgar rave historia fe a barbarie en Oceidente - ta ed. - Buenos ‘ives Paid, 2006, 1d po3 21X13 em. (Zspacios del saber) ‘Traducido por: Alfredo Grieco y Bavio ISBN 95012-6560.9 1, Ensayo Histérico en Espa. | Grieco y Bavio, Alfredo, trad 1 fiewte cd 864 CCabierts de Gustavo Macti raduccin Ue Allies Greco y Bavio Pedtcrn, 2000 © Pome tos ts etetones en castellano Eitri Pais SAIC -Esmul Tiemviaeditorapaidos omar swe puldosrgentna coma (Queda hecho el depo gue reviene Is Lay 11.723 Ines ea Ia Argentina. Prited in Argentina ‘wspreso ea Glia MPS, Santiago del Estero 236, Lai, en ago de 20065 Tiada: 3000 efmplares ISBN 950-12.8560:9 Para Jean-Louis y Natascha Vuillerme. Indice dotas culturales europeos B Ja barbarie del siglo XX 73 1. Barbarie humana y barbarie europea wa comenzar, me gustarfa poder esbozar una ologia de la barbarie humana.' En mis su- 9 trabajos, he intentado mostrar que las le Homo sapiens, de Homo fabery de Homo icus resultaban insuficientes: el Homo sa- ‘de espiritu racional, puede ser al mismo po Homo demens, capaz de delirio, de de- El Homo faber, que sabe fabricar y uti- -utensilios, también ha sido capaz, desde los es de la humanidad, de producir innu- les mitos. El Homo economicus, que se de- en funcién de sus intereses, es también texto constituye la transcripci6n corregida de tres encias pronunciadas en la Bibliotheque Nationale is Mitterrand los das 17, 18v 19 demmayo de 2005, Aera- Jean Teller por haber colaborado de manera indis- ep kis correcciones y en la puesta en forma final. 4 Edgar Morin el Homo ludens del que se ha ocupado Huizinga hace algunas décadas, es decir, el hombre del jue- go, de! gasto, del derroche. Es necesario integrar y vincular esos rasgos contradictorios. En las fuentes de lo que consideraremos la barbarie humana, encontramos por cierto esta vertiente “demens” productora de delirio, de odio, de des- precio y que los griegos llamaban bybris, desme- sura. Cabria pensar que el antidoto para “demens” se encuentra en “sapiens”, en la raz6n, pero la racionalidad no puede definirse de una manera univoca. A menudo, la racionalidad en que cree~ mos movernos es sdlo racionalizacién, un sis- tema enteramente légico, pero al que le faltan las, bases empiricas que permitirian justificarlo. Y sabemos que la racionalizacién puede servir a la pasi6n, y levar hasta el delirio. Existe un deli de la racionalidad cerrada sobre s El Homo faber, el hombre fabricador, crea tam- bign mitos delirantes. Da vida a dioses feroces y crucles que cometen actos barbaros. Tomo de Teilhard de Chardin el término “noosfera” que enmiconcepcién designa el mundo de las ideas, de losespiritus, de los dioses producidos por los humanos en el seno de su cultura. Aunque pro- ducidos por los humanos, los dioses adquieren Barborie kumana y birbavie europea 1s na vida propia y el poder de dominar a los es- piritus. Asi la barbarie humana engendra dioses crueles que, 2 su vez, incitan a los humanosa la parbarie. Damos forma a dioses que nos dan for- ma, Pero esta posesién por las ideas religiosas no se deja reducir, como émico aspecto, ala bar~ arie. Los dioses que poseena los creyentes pue- den obtener de ellos no sdlo los actos més ho- rribles sino también los mas sublimes. Como las ideas, les técnicas nacidas de los hu- manos se vuelven contra ellos. Los tiempos con- temporineos nos muestran una técnica que se desata y escapa a la humanidad que la ha pro- ducido. Nos comportamos como aprendices de brujos. Ademés, la técnica aporta su propia barbarie, una barbarie del cilculo puro, frio, helado, que ignora las realidades afectivas pro- piamente humanas. En cuanto al Homo iudens, se puede sefialar que conoce juegos crucles, como los del antiguo Circo o la tauromaquia, aunque innumerables juegos no tengan un cardcter bérbaro. Final- mente, el Homo economsicus, que coloca el interés econémico por encima de todo, tiende a adop- tar conductas egocéntricas, que ignoran al otro ¥ que, por ello mismo, desarrollan su propia barbaric, Asf, vemos cémo las potencialidades, 16 igar Morin las formas virtuales de barbarie aparecen en todos los rasgos caracteristicos de nuestra especie humana. Estas formas virtuales de barbaric, sin em- bargo, no son las mismas en las sociedades ar- caicas y en las socicdades historicas. Las socie~ dades arcaicas se han extendido sobre todo el planeta hace varias decenas de miles de aiios. Produjeron una extrema diversidad de lenguas, de culturas, de misicas, de ritos, de dioses. Todas tienen un cardcter comtn: son pequefias sociedades de algunos centenares de individuos dedicados a la caza y la recoleccién. Practi- camente son autosuficientes, no tienen nece- sidad de conquistar el territorio de una sociedad. Por cierto, conocen las guerras locales y acaso también el crimen y el asesinato.? Estas sociedades no tienen nada en comin con las sociedades histéricas surgidas de la formi- dable metamorfosis que se ha comenzado a ope- rar hace quizés ocho mil afios en el Medio Oriente, en Ja cuenca del Indo, en China, des- pués en México y en los Andes. Esta metamor- 2. Se han registrado comportamientos asesinos entre los chimpancés, Barbarie humane y barbavie europea 7 fosis ha producido las grandes civilizaciones de sociedades que cuentan con miles, hasta con mi- jlones de miembros, que practican le agricultura, que construyen ciudades, crean Estados y gran- des religiones, inventan los ejéreitos, desarrollan considerablemente las técnicas. Aun cuando ras- gos de barbaric podian caracterizar a las socie- dades arcaicas, es en las sociedades histéri- cas donde se ven aparecer los rasgos de una barbarie vinculada al poder del Estado y a la desmesura demencial, a la Aybris. Se emprenden conquistas de territorios para ascgurar las mate- rias primas o las reservas de subsistencia para los periodos de sequia o de exceso de lluvia, Pero, sobre todo, se produce una verdadera escalada de conquistas que va mds alla de la mera necesidad vital y que se manifiesta en las ma- sacres, las destrucciones sisterndticas, los pilla~ jes, las violaciones, la esclavizacion. Existe entonces una barbarie que toma forma y se de- sencadena con la civilizacién. Por otra parte, estas grandes sociedades se caracterizen por un desarrollo urbano sin prece- dentes, forman Babilonias donde se retnen po- blaciones diferentes, clases diversas fundadas Sobre la dominacién de los amos y la esclavitud generalizada. En los bajos fondos, prosperan la 18 Fedgar Morin delincuencia, la criminalidad. En las sociedades arcaicas, demogrdficamente limitadas, en las que Ia mayorfa de los individuos se integraban a la colectividad, la marginalidad debfa ser una excepcidn. Reinaba una especie de supery6 de la colectividad, tanto mas importante dado que estas sociedades estaban regidas por el mito del ancestro comin que alentaba la fraternidad de todos sus miembros. En los grandes imperios, en las ciudades-esta~ do, se desarrollaron fermentos de delincuencia y de criminalidad. Se presencié la aparicién de Gioses feroces y guerreros, de dioses que deman- daban el exterminio del enemigo. La barbarie de la guerra resulta por lo demés inseparable de los tiempos hist6ricos. La historia de las grandes sociedades es Ia historia de las guerras ininte~ rrumpidas, como lo ha demostrado Gaston Bouthoul, fundador de la polemologia. Sin em- bargo, al mismo tiempo que dicha barharie, estas sociedades producen un florecimiento de las ar- tesy dela cultura, un desarrollo del conocimien- to, laaparicién de una elite cultivada. La barbarie se vuelve entonces un ingrediente de les gran- des civilizaciones. Como lo ha puesto en evi- dencia Walter Benjamin, no hay un signo o un acto de civilizacién que no sea al mismo tiempo Barbarie humana y barbie enropea 19 unacto de barbaric. Surge una pregunta: si se pue~ deyse debe resistir a la barbarie, y aun se debe jntentar reprimirla, zno es sin embargo un ingre~ diente de civilizacion que jamas podra su- primirse? La barbaric no es sdlo un elemento que acom- pafta a la civilizaci6n, sino que la integra. La civilizacién produce barbarie, en particular la bar- barie de Ia conquista y de la dominacién. La conquista romana, por ejemplo, fue una de las mis barbaras de toda la Antigtiedad: el saqueo de Corinto en Grecia, el sitio de Numancia en Espaiia, la aniquilacién de Cartago, etc. Sin em- bargo, la cultura griega se infiltr6 en el interior del mundo romano, que se habia convertido en imperio. De allf la famosa expresién del poeta latino: “Grecia, derrotada, derroté a su feroz vyencedor”, De esta manera, la barbarie también generé civilizacién La conquista barbara de los romanos condujo @una gran civilizacién. En 212, el edicto de Ca- Faealla concede Ja ciudadania romana a todos los stibditos de ese vasto imperio que cubre Africa del Rorte y parte de Europa del este y de Inglaterra. Sime puedo permitir un paréntesis —dado que RO Ie impongo aqui un discurso lineal, sino que 20 Bilger Morin invito a reflexionar sobre momentos historicos—, me gustarfa recordar que Simone Weil, en un articulo de los Nowveaux Cahiers publicado en visperas de la Segunda Guerra Mundial, anti- cipaba que otro tanto ocurriria en el imperio europeo posterior a la conquista nazi. Ella pre~ yefa una victoria de Alemania, y, en dos siglos, un florecimiento de las civilizaciones, segiin el modelo de aquella que habfa generado Roma. Esto no le impidié involucrarse con convicci6n en la Resistencia, como ustedes saben. Pero tampoco deja de ser cierto que esta idea inspit6 asocialistas ¥ pacifistas, que colaboraron con los nazis desde el comienzo de la guerra, cuando todavia no era europea, pero cuando se pensaba que Alemania dominarfa largamente a Europa. Muchos pensaban, tragicamente, que colaboran- do con la Alemania hitleriana colaboraban de hecho para Hegar a una Europa socialista. Sialudoa este articulo, es porque me ha influi- do no s6lo en lo que concierne a la Alemania na- Zi, sino también en lo que atafie a la Unién Sovié- tica. En 1942, a los veintitin aftos, yo conocfa ya los peores aspectos de la URSS, no habia olvi- dado los procesos de Mosci, habia leido a Trots- ky y Souvarine, Yo tenfa la idea de que la vie~ toria de la Unidn Soviética permitiria a las Barberie humana barbarie eurspea at simientes fnsitas en Ia ideologia socialista, ideo- Jogia comunitaria, igualitaria, libertaria, florecer en una era maravillosa de armonfa social. Em- pecé a desilusionarme cuando legaron la Guerra Fria y una tenovada glaciacion estalinista. Hoy no puedo apartar la idea de que la Unién Sovié- tica, quizés, habria podido hacer florecer, con el tiempo, los ideales ylos fermentos de civilizacin que subarbarie habiaahogado enun comienzo. Lascon- quistas bérbaras pueden conducir al florecimien- to de una civilizacion, sin que por ello, ciertamente, esas barbaries originarias deban ser justificadas retrospectivamente, ni recubiertas por el alvido. Existe también una barbarie religiosa, de la que conviene hablar ahora. En la Antigitedad, cada uno de los pueblos del Medio Oriente tenia su dios de la guerra, despiadado con sus enemi- gos. Sin embargo, tanto en Grecia como en la antigua Roma, el politeismo permitié la coexis- tencia entre diferentes dioses. El politeismo gtiego recibié un dios aparentemente barbaro, Yiolento, un dios de la ebriedad, de la bybris: Dio- nisos. La extraordinaria tragedia de Euripides, Las bacantes, muestra ¢| arribo destructor, la lo- cura desencadenada, de este dios. Dionisos, sin embargo, no resulté por ello menos integrado 2 2 Edgar Marin lasociedad de los dioses griegos. En el siglo XIX, cuando Nietzsche plantea la cuestion del origen de la tragedia, pone de relieve el doble aspecto que caracterizaba a la mitologfa griega. Por un lado Apolo, simbolo de la mesura; del otro, Dio- nisos, simbolo del exceso. Es esta dualidad y com- plementariedad de Apolo y Dionisos la que ilustra el fragmento de Herdclito: “Unid lo concordante y lo discordante”. Elimperio romano se caracterizaba, antes del ctistianismo, por la tolerancia religiosa. Los cul- tos mas diversos, y aun las religiones salvificas, como el culto de Osiris, el culto de Mitra, el orfis~ mo, eran perfectamente aceptables. El mono- teismo judio, y después cristiano, al mismo tiempo que su universalismo potencial, apor taron una intolerancia propia, yo dirfa hasta una barbaric propia, fundada sobre el monopolio de laverdad de su revelacion. En efecto, el judaismo sdlo podia concebir como idolos sacrilegos a los dioses romanos. E] cristianismo, a través de su proselitismo con voluntad universal, s6lo podia acentuar esta tendencia. Mientras que el judais- mo ten‘a la posibilidad de permanecer en el in- terior de si mismo en la alianza privilegiada que crefa tener con Dios, el cristianismo finalmen- te buscé destruir a los otros dioses y a las otras Barbarie bumama y barbarie ewropea 23 religiones. Por otraparte, desde el momento que fue reconocido como la tinica religion de Estado, hizo cerrar la escuela de Atenas, y puso fin asf a toda filosofia auténoma. Una de las armas de la barbarie cristiana ha sido lautilizacién de Satén. Bajo esta figura, hay que ver al separador, al rebelde, al negador, al enemigo mortal de Dios y de loshumanos. Aquel que no esté de acuerdo y que no quiere renunciar a su diferencia ha de estar por fuerza posefdo por Satan. Fs con tal maquina argumentativa delirante que el cristianismo ha ejercido su bar- barie. Por supuesto, no ha gozado de la exclu- sividad del arma satinica. Hoy se ve cémo Satin regresa més virulento que nunca en el discurso islémico radicalizado. Por ultimo, el cristianismo triunfante ha susci- tado en su seno diversas corrientes de pensa- miento, variadas interpretaciones del mensaje de origen. Pero en lugar de tolerarlas, ha Teaccionado con la elaboracién de una ortodoxia implacable, que denuncia todo desvio como herejfa, persiguiéndolas y destruyéndolas con odio, en nombre de la religién del amor. Estas pocas observaciones muestran que, aun cuando Europa no detenta el monopolio de la bar- 24 Edgar Morin barie, ha manifestado todas las formas de batba- rie propias de las sociedades histricas de las que aeabo de hablar. Lo ha hecho de manera mis duradera, més integrada, y, sin duda, ms inno- vadora. Esta innovacion en la barbarie esta vineu- lada a Ja formacién de las naciones eutopeas modernas: Espafia, Francia, Portugal, Inglaterra Las naciones son profundamente diferentes de losimperios y de las cindades-estado. En primer lugar, retinen mas poblaciones diversas que las ciudades-estado —una nacién coma Francia, por ejemplo, integra una notable diversidad de et- nias-. Y la verdadera diferencia con el imperio se debe a la actividad integradora del Estado- nacién que unifica en una identidad nacional comin sus elementos diversos. Un caso ejemplar es el de Espafta, donde en la zona islémica, Al Andalus, la regla era la tole- rancia para cristianos y judios, y en la zona cris- tiana, hasta 1492, la tolerancia para judios y mu- sulmanes. ¢Qué ocurrid en ese aio inaudito, 14922 No sélo el descubrimiento de América y el comienzo de la conquista del Nuevo Mundo. Es también el afio de la caida de Granada, el ilti- mo bastion musulmén en Espaiia, y casi inme- diatamente después, del decreto que obligaba a os judios y a los musulmanes a clegir entre la Barberie buomanca y barbarie europea conversi6n y la expulsion. Esta invencidn euro- pea, la nacién, se constrayé entonces, enn prin- cipio, sobre la base de una purificacion religiosa. Progresivamente, esta purificacion tender a adoptar un cardcter é:nico, Siempre en Espaiia, a comienzos del siglo XVI, dos siglos después del decreto que constreifa a los judios y musul- manes a elegir entre conversidn y expulsién, se encontraba, especialmente en Andaluefa, una fuerte poblacién morisea. Se trataba de moros oficialmente convertidos al catolicismo, pero que continuaban practicando sus creencias en elinterior de grandes propiedades privadas. Los latifandistas, los sefiores propietarios, los tolera- ban o cerraban los ojos. En alguna barraca transformada con simpleza en mezquita, se podia practicar un resto de culto musulman. Para la Inquisicidn, esto resulté intolerable. Hagamos notar que ésta no profesé el principio de una Purificacién émica. Perseguia a los judeocon- versos que “judaizaban” en secreto como tam- bign a los moriscos que “islamizaban” del mismo modo. Pero una vez que habia podido establecer li sinceridad de su fe cristiana, les reconoefa todos los derechos de los cristianos, Bajo el impulso de una nueva presién de intolerancia, Se lleg6 a la expulsién de los moriscos. Se sepa- 26 Edgar Morin rabaa las mujeres de sus esposos que eran expul- sados y embarcados con rambo al norte de Africa. Se pas6 de la purificacion religiosa a la purificacién étnico-religiosa. En una parte de laaristocraciay de la burguesfa espafiola, se de- sarrollé la tendenciaa querer imponer la dmpiexe de sangre, la pureza de sangre, lo que ya era una nocion racial, racista. Los monarcas espaiioles finalmente no dicron curso a esta imposicién y lapureza de sangre nunca se volvi6 oficial. Debo precisar que en verdad la Inquisicién nunca ha- bia sido defensora de esta idea. Ella sélo busca- ba verdaderamente la pureza religiosa, pero esta pureza habia empezado a asociarse con otra, una intolerancia empezé a despuntar bajo la otra. Volveré luego sobre una consecuencia de esta tentativa de purificacidn religiosa en Espafia, con- secuencia subterrénea pero muy profunda, carac- terizada por el fenomeno de los conversus, lamados peyorativamente marranos. Para terminar, sefialemos que la intoleran- cia religiosa espafiola se desaté_ con la conqui: ta de América, y tuvo como consecuencia la destruccién de todas las religiones precolom- binas. Por cierto, se puede considerar que el prin- cipio de la purificacién religiosa ya estaba en Berbarie humana y barbarie europea ro -germencon el triunfo del cristianismo en e] Im- perio Romano. Pero de hecho este principio conoceria un notable fortalecimiento con el surgimiento del Estado-nacién. Hasta tal punto, que las guerras de religion que se desencade- nardn en el siglo XVI, como consecuencia de la reforma de Lutero y de Calvino, serdn guerras civiles antes de ser guerras entre naciones. Con- cluirdn en la paz de Westfalia, que acentué la tendencia dominante de cada naciéna la purifi- cacién religiosa. Estos tratados instauraban la religion del principe como religion del Estado, principio importante para Alemania, que se ha- bia dividido en principados. En Inglaterra, el anglicanismo se constituird sobre la base de la expulsion del catolicismo y muchos catélicos de- bieron emigrar a Livorno o a Francia en el siglo XVI. Existio una excepcién francesa, provisoria, el edicto de Nantes, firmado en 1598 por En- Tique IV. Provisoria, porque bajo Luis XIV, el edicto se vio severamente limitado por las cruel- dades de los soldados que perseguian a los pro- festantes para que se convirtierany les imponfan Testricciones que afectaban todos sus derechos. Como ustedes saben, el edicto de Nantes serd Tevocado en 1685, y a esta revocacién seguirin humerosas consecuencias trégicas. 28 Edgar Morin En las ciudades de los Paises Bajos, que no estaban organizadas bajo el principio de nacién, la tolerancia religiosa persistid; especialmente en Amsterdam, donde incluso era posible no practicar religion alguna. Calvinistas, luteranos, catélicos, judios coexistian. Spinoza, después de que lo excomulgara la sinagoga, no se adhiri6 a ninguna religion y pudo continuar con su vida en total independencia, Gomo una consecuencia de este estado de cosas, fue en Amsterdam que se imprimieron muchos de los libros que la censura prohibié en Francia hasta fines del siglo XVILL. Uno puede pensar que estos fendmenos de purificacién han sido las enfermedades infantiles de las naciones occidentales modernas. Pero estas mismas naciones sabrén producir el anti- doto contra este veneno. Inspirada por la Ifustra~ ci6n, una nueva concepcidn de la Nacién surge apartir de la Revolucién Francesa. E114 de julio de 1790, un aito después de la toma de la Basti- Ila, delegados de todas las provincias de Francia acudena la gran fiesta de las federaciones, expre- sando asf su comin intencién de formar parte de la gran nacién: una nacién como Francia esta concebida como producto de una voluntad co- min. La idea de un espiritu comin y de una voluntad comin se desarrolla, impulsada en el Barbarie burana y barbwrie europea 29 siglo XIX por pensadores como Renan, para ; quien “la existencia de una nacién es un plebis~ cito cotidiano”. Esta idea se afirma en contra de Jas teorfas de filésofos alemanes como Herder y Fichte, quienes insisten més bien sobre el suelo, Ja lengua y Ja cultura para definir una nacion. [Esta oposicién se reencuentra en el diferendo franco-aleman sobre Alsacia y Lorena. Para los franceses, Alsacia y los alsacianos eran franceses, por el espiriru francés del que eran portadores, Jos alemanes sostenfan por su parte que los alsa- cianos eran de etnia y cultura alemanas, y por lo tanto alemanes. En todo caso, fuertemente inspirada por la _ concepcién revolucionaria, se instaura una cierta idea moderna de la nacién: la integracién de etnias diferentes a través de la educacién, la laicidad, los medios de comunicacién, el desa- ee de las rutas y de los ferrocarriles, pero, no hay que olvidarlo, también a través de las or Las guerras son integradoras porque ‘unen en el odio del enemigo a las etnias més "diversas en el seno de una comunidad patrié- tica. Consideremos a los bretones: la conciencia de un habitante del Finistére se definia, y en cier- ta medida todavia se define, en relacién con la de un habitante de Cap Sizun, es decir, en 30 Edgar Morin relaci6n con el pueblo vecino. Cuando entra en el ejército, oye que le dicen “el breton”. Una identidad que le resultaba lejana y abstracta se vuelve concreta y, por sobre todo, descubre una parte de esta complejidad que lo constituye: es breton francés. Las guerras han contribuido ast ala integracion. Por supuesta, Europa nose libers tan ficilmente de las cuestiones étnico-religiosas y de sus lazos con una cierta concepcién de la nacién. El pro- blema de Irlanda del Norte, que esté a punto de resolverse, lo demuestra suficientemente. Hoy sc plantean también los problemas del Pafs Vasco yde Cércega, aunque sin dada son periféricos y secundarios. El siglo XX nos ha permitido medir la barba~ rie producida por la idea de nacién cuando ésta reposa sobre una voluntad de purificacién étnica. Por cierto, no se puede reducir la nacin a sus efectos barbaros, porque ella es también un ope- rador de integracion entre las emias. Pero hay que sefialar que el siglo XX invents la mons- truosidad de la nacion monoétnica. En el seno de los imperios que reinaban en Europa central y oriental a comienzos del siglo XX, austro-hiin- garo, otomano, zarista, operaban fuerzas de in- tegracién y de entendimiento entre los pueblos. “ Barbarie humana y barbavie europea 44 En el imperio oromano, por ejemplo, se ejercia ‘una tolerancia religiosa y no prevalecia una -yoluntad encarnizada de convertir. El modo de “gobierno, que hacia que los impuestos fueran “recaudados por la autoridad religiosa, permitia Jos judios y a los catdlicos coexistir en una sma ciudad. Sarajevo es el ejemplo extra- dinario de la reunidn de los catdlicos croatas, de los ortodoxos serbios, de los judios sefaradies de los eslavos convertidos al Islam. Este -caracter multictnico, esta mezcla de culturas que ‘nos parece un rasgo positive del imperio oto- mano, se revel6 desastroso después de su des- cmantclamiento, En cuanto al imperio austro- “hingaro, antes del primer conflicto mundial se encaminaba poco a poco, a pesar y a causa de “todas las disensiones y descontentos de sus nu- “merosos pueblos, hacia el reconocimiento de “una cierta autonomia y coexistencia pacifica de ‘las nacionalidades: htingaros, checos, croatas Desgraciadamente, la voluntad de los vence- -dores en 1918, y especialmente de Francia, pro- Voos la dislacacién de estos equilibrios. Cle- renceau estaba persuadido de que el conjunto austro-hiingaro era un bastion del catolicismo. Los vencedores i impusieron la constitueién de haciones que, por el hecho de la explosion del 32 Edgar Morin imperio y de las divisiones arbitrarias, se en contraron bruscamente sumergidas en la légica multiémica de las naciones modernas (Serbia y Grecia, por su parte, ya se habfan emancipado en el siglo XTX). Ahora bien, cada una de estas naciones, aunque incluyeran importantes mi- norfas étnicas y religiosas, quiso concebirse bajo una forma monoétnica. Elhistoriador Toynbee, que presencid la gue- rra greco-turca de 1921, calificaba de “desastre” la importacion de la idea occidental denaci6n en estas regiones. Una doble purificacién étnica tutca y griega se estaba produciendo entonces. Los turcos expulsaron a las importantes pobla- ciones griegas de Asia Menor, que estaban alli desde la Antigiiedad, y las deportaron a Mace- donia, Por su perte, les poblaciones turcas de Macedonia fueron deportadas a Turquia. En 1990, no cabian dudas de que la nacion yugoeslava no habia completado su proyecto de integracién de los pucblos que Ja constitufan, pero ese proceso estaba en marcha. Es verdad que habia sufrido una dictadura y que podia con- siderarse que la nacién era impuesta por él tota- litarismo, un totalitarismo sin embargo tempe- rado después de Ja ruptura con la URSS. Esta nacién inacabada se dislocé en tres naciones con “Borbarie humane y barberie exropea 3 ‘eldesencadenamiento de una barbaric guerrera ‘yoruel. Fl objetivo de depuracién éunica fue tan- ode los serbios como de los croatas, que expul- saron importantes poblaciones serbias. En Sa~ ‘rajevo, atin se conservaba un cierto cardcter “smultiétnico con los serbios que desempefiaban un papel importante en el poder, la prensa, etc. ‘Este mal de la purificacién se reencuentra, por cierto de manera pacifica, en el proceso de sepa- ‘racién entre los checos y los eslovacos. No hablo aqui expresamente de la purifica- ciénnazi, objeto de mi tercer capitulo, que puede er considerada como la cuispide de la obsesion purificadora de una nacién y que desgracia- ‘damente se enrafza en la historia curopea. Sin embargo, conviene advertir que después de la victoria de los aliados en 1945, pueden ob- “secvarse fendmenos de purificacién de las pobla- -ciones alemanas, deportadas de una Silesia que se habia vuelto polaca, y de unos Sudetes que aho- ‘raeran checos. Los mismos polacos fueron de- Portados de las zonas ucranianas anexadas por los soviéticos. Y atin existen, en nuestras nacio- _ hes occidentales, minorias que estin convencidas de que la presencia extranjera de emigrados haturalizados contamina la identidad nacional. La xenofobia, el antijudaismo persisten a pesar 34 Fdgar Morin de la integracién europea. Los nacionalismos chau- vinistas, fundados sobre la idea de pureza, no estan muertos. En Austria, el movimiento de Haider, los movimientos neonazis en Alemania, en Holanda, en Francia, parecen marginales, minoritarios, pero pueden ganar importancia en caso de crisis, Basta con pensar que durante la gran crisis de 1929, que tan brutalmente golpes a Alemania en 1931, un pequefio partido, el partido nazi, que en tiempos normales munca podia esperar superar el 15 0 el 18 por ciento de los votos, pudo llegar al 35 por ciento. Las tendencias barbaras coexisten con las ten- dencias civilizadoras. De la misma manera que enel seno de los imperios, donde reinaba la bar- barie de las conquistas guerreras, nacieron for- mas refinadas de civilizacién, del mismo modo en el seno de las naciones, coexistiendo con sus tendencias depuradoras, se observa un flore- cimiento de las artes, de la cultura, del conoci- miento. Asila Espafia depurada del Siglo de Oro produjo a Lope de Vega, Calderén, Géngora y una pléyade de grandes artistas. De igual manera que la Francia “purificada” seguin la revocacion del edicto de Nantes es de todas maneras el pafs de los grandes autores clisicos. Nunca olvido j arbarie humvana y harbarie europea a5 este doble aspecto, es decir, de hecho, la com- plejidad de la civilizaci6n. Paso ahora a eso que acabo de Iamar la &harbarie de las conquistas guerreras”. Es mile- aria, pero ha encontrado sus formas modernas con el colonialismo. Para simplificar, se puede considerar que comienza con las conquistas de “Alejandro. Sin embargo, éstas no fueron, hablan- do propiamente, barbaras. Alejandro respetaba Jos dioses de las diferentes civilizaciones que ha- bia conquistado. En cada ciudad, casaba a cente- nares de sus soldados con mujeres naturales del pais, preparando de esta manera‘una eivilizacion mestiza. Pero el caso de Alejandro sigue siendo excepcional. Los otros grandes conquistadores son terribles. Gengis Khan, el conquistador mon- gol del siglo XII y comienzos del XIII, sembré la Thuerte y la destruccién tanto en Oriente, en China, como en Occidente, al crear un imperio desmesurado. Pero estos imperios desmesurados No pueden durar. Precisamente porque son des- mMesurados carecen de factor de integracién. El de Gengis Khan solo duré un siglo. Tamerlin (1336-1405), un siglo mas tarde, constrayé un imperio formidable que pronto dividié entre sus Cuatro descendientes. 36 Edgur Movin Las conquistas que emprendieron las naciones europeas fueron de otro tipo y, sobre todo, resul~ taron duraderas. Fueron favorecidas por la su~ perioridad militar que les daban las armas de fuego. Asi, en Pert, un pequeio grupo de caba~ lleros y de hombres armados hizo que se derrum- bara un gigantesco imperio que se extendfa des- de el norte del ecuador hasta el sur de Chile. La conquista de México fue més complicada. De alguna manera Cortés se sirvié de la estrategia del mestizaje. Se alié a naciones sometidas por los aztecas, descontentas de pagarles a estos ultimos su tributo y, sobre todo, de entregarles sus ado- lescentes para los sacrificios. Se ha podido decir que México fae conquistado por los mexicanos. Fl pequefio grupo de Cortés—y él mismo se ha- bia unido a una mujer india, la Malinche-, logré beneficiarse, después de diversos episodios, con la ayuda de esas poblaciones. No es menos cierto que esta conquista fue animada por una codicia y un fanatismo sin parang6n. Esta codicia se nutria del mito de El Dorado. Al encontrar una delgada capa de oro sobre los muros de los templos de Cuzco en Peri, los conquistadores esperaron descubrir las fuentes fabulosas del metal, como lo ilustra ese filme tan. hermoso de Herzog, Aguirre o la ira de Dios. El marbarie humana y barbarie ewopea a natismo religioso no era menor: los idolos ncas fueron abatidos, destruidos. Por lo demas, tuberculosis, contra las cuales las poblaciones cales no estaban inmunizadas. En lugar de bie- s culturales, intercambiaron virus y bacterias. cambio de la tuberculosis, la sffilis gané Oc- nntey, por la ruta de las caravanas, llego hasta hina. También el alcohol provocé estragos. pués de seis u ocho mil afios, la seleccién al habia climinado en el Viejo Continente ortalidad masiva fue por cierto la esclavitud. Las poblaciones indigenas fueron sobre-ex- otadas para extraer la plata de las minas de Potosi oy plata. Frente a semejante baja demografica, los con- quistadores recurrieron a la trata masiva de los “Regros. La esclavitud de los negros fue un hecho -enel que participé la casi totalidad del continen- 38 Elgar Mori “Parbavie bunvina y barbaric europea 39 cia de la esclavitud en los estados del sur de los Estados Unidos fue una de las causas de la Gue- rra de Secesion. En Francia, la esclavitud en las colonias ser4 abolida recién en 1848 gracias a Victor Schoelcher. Sin embargo, perduraré de manera residual. En cuanto a la colonizacién, no desaparecera hasta fines del siglo XX. Entre tanto, se desaté la colonizacién inglesa y fran- cesa, pero también alemana y portuguesa, sobre todo en Africa. André Gide, durante su viaje al Congo, informé sobre la mancra atroz en la que eran practicamente sometidos a la esclavinud los negros que trabajaban en el ferrocarril Congo- Océano. Esta barbarie colonialista, de una ex- trema brutalidad, continuara manifestandose en Francia en pleno siglo XX, tal como lo de- comprenderlos mejor y asi evitar que nos posean muestra la masacre de Sétif, cometida el mismo: ciegamente. dia del fin de la guerra, el 8 de mayo de 1945, y las numerosas atrocidades durante la guerra de Argelis el curso de esta mundializacién de la barbarie ropea, hubo mestizajes de culturas, inter- F ‘os, contactos creadores. En la actualidad emos cémo se polemiza sobre una directiva isterial que pretende que en los manuales historia se indiquen las caracteristicas posi- de la colonizaci6n francesa en Argeliay en s otras antiguas colonias de Africa. La ver- dadera cuestin es saber si estas caracteristicas ositivas estin en primer plano 0 son s6lo fené- enos secundarios. Tal interrogante deberfa ser reubicado en un marco general. Habria que sub- Ja ambivalencia, la complejidad de lo que barbarie, de lo que es civilizacién, por cierto Querria terminar refiriéndome a otra forma > barbarie que aiin hoy perdura. Las sociedades A fin de cuentas, se observa una cxplosién de | cinco siglos de barbarie europea, cinco siglos de conquistas, de reduccién a la servidumbre, de colonizacién. Por cierto, hay que decirlo nue- vatnente, la barbarie se via acompaiiada pot efectos de eivilizacién, ¢ incluso los ha inducide. do progresivamente a les pequefias socie- ides arcaicas que las han precedido, Pero es el auge mundial de la civilizacién occiden- fal que se opera la destruccién genocida de la ‘nidad arcaica y de los pueblos sin Estado. n Tasmania, la poblacién indigena ha sido ani- 40 Edgar Movin fuavie buomane y barbarie europea 4 quilada. En Australia, hoy es residual. En Amé rica del Sur, en el sur de Chile, los alakalufes, el pueblo de los némades del mar, que acogian a los navegantes cuando pasaban en los siglos XVII o XVIII, ha sido aniquilado. En Améri del Norte, las poblaciones indias, después de ha ber sido burladas los tratados que habian firma- ‘coloniales. Igualmente, en lo que concierne a la do con la autoridad politica no fueron respe: ‘yarie depuradora, las naciones enropeas re- tados-, hoy estan inmovilizadas, en reservas que son como guetos. La asociacién Survival Inter nacional defiende sus derechos, y lo hace muy activa y justamente. En Asia, los habitantes de Jas montafias de la peninsula Indochina ya han sido reprimidos por los pueblos dominantes. Africa negra, la poblacién de los bantiies bi avanzado sobre los bosquimanos, y practica- Europa. mente los ha exterminado. Grandes zonas de. selva virgen amazénica sufren hoy un proce de destrucci6n, que condena a los tiltimos pue- blos independientes a exiliarse en los suburbios La barbaric conquistadora europea no ter mina, lo repito, con el fin de la Segunda Guerra Mundial. En lo que toca a Francia, no se acaba mas que con la guerra de Argelia, y termina mas srde para Portugal con Angola y Mozambique. wuncian de a poco, gracias a la constitucién de n espacio europeo, al nacionalismo basada en mireza étnica. Estamos entonces en una época nde la barbarie europea esté en fuerte re- ion y donde los antidotos culturales euro- 08, que han desempeiiado un papel importante de quienes en Brasil crearon asociaciones del cha para la salvaguarda de las poblaciones in digenas y de sus derecho: 2. Los antidotos culturales europeos pueda parecerles que estoy dando ami yn. una forma de fresco histérico dema- J apresurado. Sin embargo, el hilo hist6rico ‘0 no es para mi un medio de exposicion olégica del fendmeno de la barbarie, sino dio para su comprension. 1el siglo XVI se opera una profunda meta- osis de Europa occidental. Asistimos a la un auge econdmico, a un esplendor de las les, ya la formacién de las naciones mo- El Renacimiento da nueva vida a la he- dela Antigiiedad griega ylatina, en espe- la griega, encerrada hasta entonces en el ior del discurso teolégico. Dicho de otro odo, este retorno de Grecia puso fina la suje- in teolégica, y produjo una autonomizacién ensamiento, permitiendo asf el auge de la 46 Edgar Morin. s-antidots coltarales earopess ar filosofia y de la ciencia modemas. Por cierto, existfa un pensamiento racional en el seno de 4 Palas Atenea no gobierna, sdlo protege; teologia y especialmente en el tomismo, pera ‘es el significado de la democracia: los ciu- quedaba bajo el control religioso. La ciencia s danos responsubles tienen en sus manos el desarrollard entonces marchando sobre cuatro eno de la ciudad. piernas: el empirismo, la racionalidad teérica, sible pensar que de hecho las dos fuentes Ja verificacién y Ja imaginacidn. El Renacimiento es también la época del desarrollo de las hu- a crear el humanismo europeo. Es cierto que manidades, de una cultura fundada en la inte- nera fuente, en la que el hombre esti hecho gracién de la cultura griega y de la cultara latina. agen y semejanza de Dios y en la qne Dios En esta época, muchos pensadores se caracte- ace hombre, si bien promucve el respeto por rizaban porn espiritu enciclopédico, conocian el ida humana, también conducira a un antro- Srabe, el hebreo, el griego, el latin. entrismo ingenuo y seré fuente de mega- Fue en el curso del Renacimiento que tuyo, mania, Liberado de Dios, el hombre ocuparé lugar la gestacién del humanismo europeo. A la r de sujeto y centro del universo. Es pre- pregunta de cual es la esencia del humanismo, iso indicar, también, como corriente que irriga caben dos tipos de respuestas absolutamente di- humanismo europeo, el mensaje del propio yergentes. Una respuesta del primer tipo €s, s, al que no menciona ninguno de estos au- por ejemplo, la del filésofo polaco Leszek Kola- Es un mensaje que habla de compasion y Kowski. Segvin él, el humanismo europeo hebe perdén. De esta palabra se desprende un en la fuente del judeo-cristianismo: en 1a Biblia, itu de fraternidad que se unird a la racio- Dios ha hecho al hombre a su imagen y, en los. lidad eriega: algo afectivo que se enlaza al ca- Evangelios, Dios se encarna en un ser humano. cter frio de la racionalidad para formar el Alo que el filésofo checo Jan Patocka objet anismo europeo. que la fuente del humanismo europeo es griega, porque es en el pensamiento griego que el espi- rita humano y su racionalidad afirman su auto- mfa, En la ciudad democritica de Atenas, la __ Este humanismo tiene dos rostros, uno domi- Mante, el otro fraternal, lo que provocard una 50 Edgar Morin En la emergencia de la racionalidad autocri- tica, merece destacarse la importancia mal co- nocida del marranismo. Los marranos eran de hecho ensu mayoria de origen judio, ya que mu chos musulmanes habian retornado al Maghreb tras la caida de Granada. Entre los judios con~ versos, algunos quedaron en Espafia y otros se | instalaron en los Paises Bajos. A su vez, existen_ dos tipos de marranos. Los primeros olvidaron su ascendencia y se volvieron cristianos. Los se- gundos guardaron secretamente la fe y la iden- tidad judias. Este fue el caso del doctor Fernando Cardoso. Hombre del siglo XVI, poeta cortesa- no, amigo de los grandes dramaturgos, autor de poemas, en especial uno sobre la erupcién del Vesubio, en apariencia esta perfectamente integrado. Sin embargo, realiza un viaje a Ve- necia, ve a las autoridades del gueto, y les pide que lo reconozcan como judio. Obtenido esto, que las autoridades le conceden a condicién de que sea el médico de los pobres, escribe alli un libro que seré impreso en Holanda, De Ja exce- lencia de los judios, para demostrar que la ley de Moisés es superior a la de Cristo. Y atin existe un tercer rostro del marranismo, nacido a partir de una doble identidad, del senti- miento de pertenecer a dos modos de existencia antidstos culturales europeos ai into nuevo. Estos casos son raros, pera nota- bles. Bartolomé de las Casas, por ejemplo, que ne una ascendencia de converso, hizo que la rarquia catélica aceptara la idea de que los in- os de América eran humanos y tenian un al- La Iglesia se rehusaba a admitirlo: jeomo iderarlos hombres si Jestis no se habia des- do nunca hasta América del Sur! Las perse- la fuente paulina: “No hay hombres ni mujeres, ni judios ni griegos, ni hombres libres ni escla- ,vosotros sois todos uno en Jesucristo” (Epis aa los Gélatas). Desgraciadamente, por falta oportunidad, Bartolomé de las Casas puso entre paréntesis la suerte de los africanos victi- las de la trata. La trata de los negros comenzé fe svamente desde 1502 en la isla de Hispa- mola. El otro caso que conviene citar es el de Mon- ¢. Se asombrarin de ofr que lo califique como marrano, porque todo el mundo lo conoce ‘Como gascén, pero una cosa no quita la otra. Se 52 Ldgar Morin “fos aniidetos culturates ewropeos 53 sabe, segtin fuentes seguras, que la familia ma~ tema, los Loupe, desciende de los Lépez, de quie- nes s¢ encontraron huellas en Espafta. Pareceria extrafio que esta unidn, en una época en la que s costumbres”. Uno de los aspectos de la bar- Jos matrimonios eran arreglados, no haya sido Ber roserheeldetaardebibary al oro, hecha entre dos descendientes de marranos, aun al diferente, en lugar de celebrar esta diferencia cuando no se sepa nada de la familia paterna. Es ‘ye ver cn clla la ocasin deun enriquecimiento interesante anotar que, en los Ensayos, las refe- conocimiento y de la relacién entre los hu- rencias principales son griegas y latinas, exclu- anos. Montaigne representa un pensamiento yendo cesi las referencias a los Evangelios, y en una libertad inaudita que ha sabido eman- definitiva a todos los textos religiosos. Una carta, ciparse de los prejuicios barbaros de su tiempo. escrita a su padre para narrarle la muerte de su amigo, La Boétie, cayos ritos fiinebres habjan seguido la liturgia catélica, es bien extrafia. Al final, La Boétie dice con voz firme: “Muero en esta fe que Moisés ha plantado en Egipto, que de alli rransportéa Judea y que nuestros padres han transmitido hasta nosotros”. Pregunté a los espe- cialistas en La Boétie qué podfa significar esto, pero no me pudieron responder. Lo que importa es que ese marrano que es Montaigne constituya un fendmeno verdadera- mente excepcional en una época de guerras de religion. Lo es por su escepticismo y por su re~ chazo de considerar a los amerindios como infe- riores. “Aquellos a quienes se llama bérbaros -es- cribe—son seres de una civilizaci6n diferente dé ‘Ja nuestra”. Aftade: “Encuentro [...] que no hay y birbaro en esta nacién... sino que eada uno llama barbarie aquello que no entra en allé del judafsmo y més allé del cristianismo. No 6 el antagonismo entre judio y cristiano, sulmén y judio, fiel ¢ infiel. Por cierto, los igenes marranos de Montaigne podian ser may ejanos y es mas bien el espiritu del marranismo dente en el plano politico, lo es dentro de la linea su ética de tolerancia. De hecho, sostiene al rey en todos los esfuerzos de moderacién que despliega para evitar una guerra de religiSn. Me gustaria abordar también el caso de Spi- ‘Noza. En su obra, es expulsado el Dios exterior, ‘que sin embargo seguiré muy presente en Des- Cartes © en Newton, y se adopta Ia idea de un st Edgar Morin mundo autoengendrado, “causa de si”, como dice Spinoza, idea que sc impondré en el pensa~ miento europeo recién a partir de Hegel. Como lo indica la célebre formula Deus sive natura, la fuerza creadora esté en la naturaleza. Esto puede entenderse de la siguiente manera: Dios 0, si ptefieren, la naturaleza: yo no hago diferencias, En Spinoza, la raz6n es soberana, pero no se trata de una raz6n friay helada, es una raz6n profunda- mente compasiva, “amante” si se puede decir, Rechaza la idea de pueblo elegido, que segtin él es inactual, y asf laiciza la identidad judia, y, mas alls del cristianismo, reencuentra los lazos con. Ja idea de universalidad. Se reencuentra en él el mismo espiritu de independencia que en Mon- taigne. Vivid por cierto en la Amsterdam tole- rante de entonces, pero no por ello escapé a los ataques de la intolerancia. Expulsado de la sina~ goga, escapado por poco de un atentado contra su vida, debié vivir en una semi-miseria No se puede negar el acierto de los inquisi- dores espafioles cuando consideraban que el ma~ rranismo era una fuente de escepticismo y de racionalismo. Los casos abundan en el siglo XVIL El Don Quijote de Cervantes, por ejemplo, esté marcado por una doble ironfa: la critica de lo imaginario por la realidad, encarnada por el ps ancidorisculeurales earopeos 35 ojo ctitico que Sancho dirige a Don Quijote, pero también la critica de la realidad prosaica nor lo imaginario, fuente de poesia, que encarna caballero errante. Don Quijote anuncia asi el desencantamiento del mundo moderno, descrito ancho y Don Quijote sean inseparables, no hay onciliacién posible entre sus dos universos: es por ello que esta obra no ha perdido su fas- inaci6n, y surge como un aerolito en el universo Ge la literatura y de lo novelesco. _ De esta manera, el humanismo se desarrolla en los otros paises occidentales con excepcién ¢ Espafia. Pero incluso a partir de esta Espafia donde el mensaje ha sido excluido, surgié subte- éneamente a partir del mensaje de aquellos a quienes podemos llamar los postmarranos, que limentaron y afirmaron un humanismo en un -espiritu de laicidad y de universalidad. ‘También seria interesante evocar un fend- ‘Meno que aparecié en el imperio otomano, y que deriva del posmarranismo: el movimiento thesignico de Sabbatai’Isevi. Antes de que lo pre- Sentaran como nuevo Mesias, Sabbatai Tsevi se habia conyertidoal Islam. Sus disefpulos mantu- 56 Edgar Morin vieron secretamente el culto de este mesias judio aun cuando oficialmente eran musulmanes con~ versos. A estos conversos se les daba el nombre de dénme (“los que se dieron vuelta”). Eran bastante influyentes en Estambul. En el siglo XIX, crearon escuelas laicas. En estas escuela se formaron los jvenes oficiales turcos y Mus- tafé Kemal, que en la década de 1920 debia es- tablecer el laicismo. Este episodio también demuestra que los desvios de la historia son to- talmente curiosos, pero sobre todo coloca nue yamente en un primer plano la virtud eman- cipadora del espiritu marrano. Los sabateos, all separarse de la ley judia y adoptar un islamismo superficial, se liberaban ¢ la vez de la una y dela otra, Por lo que se los puede inscribir en el movi- miento del humanismo europeo. Esta tradicién del humanismo europeo, su parte de autocritica, se expresa muy bien en las Cartas persas de Montesquieu, y se va a perpetuar hasta Claude Lévi-Strauss. Montesquieu se imagina a unos persas que llegan a Occidente y consideran a los franceses como seres exdticos, lo que constituye una actitud tipica de la racio- nalidad autocritica: considerarse a si mismo co- mo objeto de curiosidad y de critica. Voltaire da otro ejemplo de ello en su Discours aux Welches. ps aatidytosculturales enropeos sy ‘Desgraciadamente, Ja racionalidad autocritica es ‘gn aspecto que siguid siendo menor en la tra- dicién occidental. Enel siglo XVIIL, enla época ie Ia [lustracién, la racionalidad es eminente- fente critica y se dirige en primer lugar contra Jas religiones, consideradas como tejidos de f4- ules y de supersticiones. Esta critica es reduc- jonista. No llega a ver lo que Marx hard valer s tarde, el hecho de que la religién es como el suspiro de la criatura desdichada, el sesgado ‘medio por el que se expresan las aspiraciones humanas més profundas. _ Elespiritu humanista de la Tustracidn va a en- contrar su formulacién en la Declaracién de los derechos del hombre y del ciudadano, un mensaje que era mucho més el de Ja aristocracia ilustrada que ‘elde la burguesfa, segiin demostré Francois Furet. En la noche del 4 de agosto, son los aristécratas tnismos quienes abandonan sus privilegios. La razon, en esta época que marca su triunfo, -exhibe rostros sin embargo diferentes. La raz6n -cientifica construye teorias. Pero estas teorias, “aparentemente fundadas sobre datos coherentes, pueden verse viciadas por la “racionalizacién”, “Poruna visién demasiado légica que s6lo retiene -aquello que la confirma, Laplace, por ejemplo, Anyecta la racionalizacién en el seno mismo de 58 Edgar Morin la ciencia. Propone una cosmovisién entera- mente determinista, en un marco que, por supuesto, ya es totalmente laico: supone que un demonio dotado de poderes superiores seria ca paz no slo de conocer todos los aconteci- mientos del pasado sino de anticipar todos los acontecimientos del futuro. Cuando Napoleén le pregunta: *:Y qué hace usted con Dios?”, La- place le responde: “Majestad, no necesito esa hipotesis”. La concepcion de Laplace era una ra- cionalizacion extrema de la racionalidad newto- niana. En la actualidad, nos hemos dado cuenta de que no todo en el universo puede ser some- tido al determinismo. Esto prueba que existe una racionalidad critica que evita las trampas de la racionalizaci6n, una racionalidad autocritica que asocia raz6n, conocimiento y autoexamen del sujeto. Las enfermedades de la razén no se deben ala rracionalidad en s{ misma, sino a su perversion en la racionalizacion y a su cuasi-deificaci6n. La instrumentalizacién de la raz6n, colocada por ejemplo al servicio de fines totalmente irra~ cionales y barbaros como la guerra, participa de otro tipo de racionalizacién. De hecho, lo que hay que ver por detr4s de todas las racionali- zaciones es, ademas de la ausencia del pensa- miento critico y autocritico, el olvido de lo que Los antidotes cilturales ewrnpees 590 Rousseau llama la sensibilidad y que es el ol- yido de nuestra propia naturaleza, Presente en Rousseau, la naturaleza ha permanecido igno- yada por Ia Ilustracién. Todo cambia con el romanticismo. Elprimer romanticismo es una re-poetizacion del universo; responde a una nostalgia de le co- munidad, una idealizacién de la Edad Media. Pero esta nostalgia del pasado va a mudar, pocos ‘aiios més tarde, en una aspiracién al futuro libe- ‘rador, que expresan Lamartine y Hugo, quienes ‘obran una simbiosis entre el espiritu romantico yelespiritu de la Tlustracién. Lamartine fue uno de los héroes de la revolucién de 1848, la que afiadié la palabra “Fraternidad” a los primeros términos de la célebre divisa de la Revolucién Francesa. Hugo, por su parte, con su espiritu visionario, imagina ya los Estadas Unidos de Eu- ropa, preludio de los Estados Unidos del mundo. Esta época da nueva vida alos derechos del hom- bre, derechos de los pueblos, derechos de la hu- manidad, especialmente bajo la influencia del Pensamiento socialista. En el siglo XIX se opera una especie de fer- Mentacidn, con Fourier, Leroux, Proudhon, los j6venes hegelianos, Stirner, el tedrico del anar- quismo, y finalmente Marx. A Marx debemos 0 Edgar Morin una notable sintesis filos6fica e intelectual al ser- vicio de ese florecimiento humano que leva en si el socialismo —que es una aspiracién univer- salista de mayor libertad e igualdad-. Su pensa~ miento puede ser calificado de posmarrano, dado que en el corazén de su concepeién hay un mesianismo judco-cristiano laicizado. El mesias transmutd en proletariado industrial, el Apocalipsis en revolucidn, Ja salvacién terrenal en sociedad sin clases. La mayorfa de los mar- xistas crey6 practicar la racionalidad total sin advertir que practicaban una religién de la sal- vaci6n terrenal. En el seno de esta esperanza socialista se reencuentra la tendencia a la uni- versalidad del humanismo europeo, gracias a la creaci6n de las Internacionales —aunque por el momento su organizacién se limite a los pafses europeos dominantes y a los Estados Unidos de América—. A pesar de todo, la mayor parte del mundo occidental no ha abandonado la idea de que la racionalidad ¢s el privilegio y el monopolio de los occidentales. Llegamos asia dos ideas complejas. En primer lugar, Europa occidental, hogar de la més im- portante dominacién que haya existido en el mundo, es también el dinico hogar de las ideas or antidotos culturales enropers 61 emancipatorias que van a socavar esa domi- jnacion. Los portadores de esas ideas emancipa- torias se inspiran en el humanismo europeo mo- derno: intelectuales, militantes y, menos estre- chamente, hombres y mujeres de buena voluntad surgidos de diferentes clases de la sociedad. La iniciativa ha sido adoptada por espiritus mar- cados por las ideas de la Revolucién, como Victor Scheelcher, quien en 1848, recordémoslo, decreta la abolicién de la esclavitud en las colo- nias francesas. Estas ideas no sélo van a ser difundidas en las colonias a través de la ensefian- za de la cultura francesa, sino que van a ser apro- piadas por los portavoces de los paises coloni- zados, y son ellos quienes van a remitir a Oc- cidente a sus propios principios: libertad, dere- cho de los pueblos, etc. Estas ideas han sido los fermentos de la descolonizacién. Es entonces en Europa, hogar de la dominacién y de la con- quista, que se formaron esos antidotos que son las ideas emancipatorias. La segunda idea clave se refiere a ese proceso que llamo la “era planctaria”. Con la conquista de América, y la circunnavegacion del globo por los navegantes portugueses y espafioles, el pla~ Neta entra en un sistema de intercomunicacién que va a desarrollarse sin cesar. Si este proceso oz Edgar Morin es inseparable del sometimiento y de la escla- yitud, los gérmenes de la descolonizacién y de la liberacién de todas las servidumbres estdn en su lugar desde un comienzo, junto a lz mundia- lizacién del comercio de los traficantes de es- clavos y de los mercaderes, se desarrollé una mundializacién de las ideas de emancipaci6n que condujeron a la abolicién de la esclavitud. Por cierto, esta abolicién tardé, y fue dificil alean- zarla, En los Estados Unidos, por ejemplo, las ideas de emancipacién también suscitaron la Guerra de Secesién. Del mismo modo, después de la Segunda Guerra Mundial, el movimiento mundial de emancipacién acab6 por suscitar un movimiento mundial de liberacién de los co- lonizados. La partida de los colonizadores se lo- gro a veces de manera pacifica, como en Ttinez o en Marruecos, y otras de manera trégica, como en Argelia. Este proceso culmina con la llegada al poder de Mandela, heredero del pensamiento marxista. El quiso acabar con la separacion de negros y blancos, quiso construir una misma nacidn para todos. Siguid asi una ldgica muy di- ferente de la que encarnaban en Europa oriental los impulsos nacionalistas desprovistos de todo humanismo, impulsos que condujeron a la gue- rra de Yugoslavia, y a la destruccién de lo que estaba unido. “as antidatos cuturales eurepeos 63 ‘A menudo, hemos podido observar un pro- ceso de descolonizacién en dos etapas. Hay una primera descolonizacién, que no es In obra de Jos colonizados, sino de los colonos implantados en el pais, de las elites de origen europeo, que hacen acceder al pais a la independencia, como ‘en Argentina o Brasil. Advirtamos que Brasil, a pesar de la declaracién de independencia, cono- cié la esclavitud hasta fines del siglo XIX. Advir- tamos que en América latina se desarrolla una concepcién dela nacién que es mas amplia que a de las grandes naciones europeasy que se ali- mente del mestizaje. En Brasil, en Ecuador, en México y en Colombia, los mestizajes son muil- ttiples, Por cierto, son menores en los paises an-~ dinos, donde las castas de origen blanco mantienen fuera de las zonas de poder a una gran mayoria de Ja poblacién indigena—lo que por otra parte plan- tea un problema particularmente agudo- Para comprender entonces la mundializacién, hay que saber ver el proceso dialéctico que la produce. Una primera mundializacion obra bajo la hegemonia de una superpotencia, la Espafia del Siglo de Oro, y hoy los Estados Unidos. A su vez, produce una segunda mundializacin que Puede parecer que permanece en un segundo plano, que carece del poder de la primera, pero 64 Edgar Morin que lleva en sflas esperanzas de emancipacién y de humanidad. 2Qué ocurre en efecto desde 1989? La mun- dializaci6n del mercado ha conducido al de- rrumbe del sistema soviético, de su economia burocratizada, asi como también al abandono de ese tipo de economia por parte de China, de Vietnam, de todos los paises comunistas, aun cuando en el poder perdure la dictadura del par tido comunista. Fso que fue Iamado neolibe- ralismo se aproveché del descrédito de las ideas del socialismo real y de las virtudes de la eco- noma socialista. Triunfa la idea de que las auto- rregulaciones econémicas espontineas bastan para resolver todos los problemas, incluidos los educativos —mientras que el liberalismo clasico no salfa del marco de las regulaciones de los Estados—. Actualmente, nos encontramos atin enese periodo, marcado por la ausencia de toda verdadera regulacion en el nivel planetario. Sin embargo, esta mundializacién del mercado suscita una mundializacién paralela permitida por el extraordinario progreso de las técnicas de comunicacién. De ahora en més, vivimos en la era de la ubicuidad, gracias al fax, al e-mail, al teléfono celular. Estas nuevas condiciones téc- nicas y econ6micas abren una nueva €poca, una “Loc antidotes calturales europeos 65 gpoca en la cual las ideas pueden circular a Ja -yelocidad de la luz, Ya el derrumbe de la Unién Soviética ha permitido una propagacién de las _jdeas democriticas, no s6lo en los paises vasallos de la Unién soviética, las ex democracias popu- Jares, sino igualmente en América latina y en Africa. Es la época de la caida de la mayoria de Jas dictaduras de América latina. Es la revancha de 1789 sobre 1917. Durante décadas, 1789 pa- -reci6- una pequefia revolucién preliminar, de ca- -racter secundario, ya que la verdadera revolucién -s6lo podéa llegar a su climax con 1917 y la toma del poder por el partido bolchevique. En el actual mercado de valores, 1917 se derrumbé y _las acciones de 1789 subieron. Estamos en una situacion en la cual la segunda mundializacién progresa, por cierto a un ritmo diferente de la primera, pero progresa de todos -modos. La prediccién de Marx revelé ser ente- ‘tamente admirable, cuando se observa el proble- ‘ma de la cultura, de la literatura, de las artes. Marx odiaba y a la vez. admiraba a la burguesfa. Vefa en ella ia clase que, en uno de sus aspectos, explotaba duramente a una parte de la huma- nidad, pero que en otro destruja las antiguas re- laciones de servidumbre y de feudalidad, crean- do un espacio donde pudiera desplegarse una 66 Edgar Morin literatura mundial. En la accualidad, zqué es una literatura mundial? Es el acceso a la literatura de todas las regiones del mundo gracias a los medios de comunicacién y de difusidn generados por el capitalismo, pero también la creacion de artes de un nuevo tipo. No por estar fandada sobre la busqueda de Ja ganancia la industria cultural deja de necesitar originalidad y crea- tividad. Hollywood, con sus medios casi indus- triales de realizar films, produjo obras maestras camo las de John Ford, mientras que en com- paracién el cine soviético parece poco creativo. Por desgracia, las necesidades de la produecién han aniquilado muchas vecesa las de la creacién. Orson Welles es un triste ejemplo, En todo caso, no se puede reducir la mundializacién econd- mica y mercantil a una homogeneizacién me- diocre, porque suscita y ella misma se nutre de una mundializacién humanista -sin por ello confundirse con ésta~ Esta dialéctica propia de la nmundializacién en- cuentra una formulacion casi conceptual en el altermundialismo, que es la emergencia de una mundializaci6n no centrada en los valores met- cantiles, y no el “antinnandialismo” globalifébico del que desde hace tiempo hablan los medios. Los antidotos culturales exerepens 67 Desde Seattle, en 1999, se ha visto a José Bové expresar la idea de una mundializacién alter- nativa. Con la férmula: “E] mundo no es una mercancla”, se trataba de hacer emerger otro munda y no sélo de salvaguardar las especi- ficidades de los diferentes paises. Aun si el alter- mundialismo todavia se busca a si mismo, y no llega a formular su propia vision, y a-veces se ve desgarrado por luchas de facciones, es un movi- miento viviente y activo. Una ciudadanfa del mundo nacié en la oportunidad de la guerra de Biafra, esa provincia de Nigeria que hichaba por su independencia. Una asociacién fue creada: Médicos sin Fronteras, cuya misién era Ja de atender a los humanos, sin importar su raza ni sureligién. Fue un paso capital. Desde entonces, estas organizaciones humanitarias se vieron multiplicadas, y son el testimonio de una nueva conciencia planetaria, en el momento mismo en que declina el espiritu internacionalista, el dela Internacional comunista y la Internacional socialdemécrata. Estos internacionalismos se hicieron devorar por las naciones. En Francia, la IT* Internacional, tan poderosa en 1914, con un partido socialista francés guiado por Jaurés, queria la paz, como también la querfa el partido aleman. Pero desde 68 Eagar Morin el comienzo de las hostilidades, la mayorfa de les socialistas franceses se reunié en la Union sagra- da contra Alemania, y la mayoria de los socia~ listas alemanes se reunién en la Unién sagrada contra Francia. Sélo algunos raros espiritus, como Romain Rolland y algunos sindicalistas, pudieron escapar de esta hipnosis nacionalista, La I Internacional fue asf devorada por la gue- tra de 1914, En cuanto a la ITD, la Internacional comunista, se puso al servicio del Estado sovié- tico, el que estuvo cada vez més al servicio de su propio poderio. Los ideales del socialismo inter- nacional se vieron desviados en provecho de un patriotismo que por lo dem(s fue vital para la salvaguardia de la Union Soviética. Stalin nom- bro ala Segunda Guerra Mundial como “la gran guerra patridtica”. La IT? Internacional se hig devorar por el nacionalismo del imperio sovié- tico. De uno u otro modo, todas estas Interna~ cionales habian descuidado la realidad de Jas patrias y de las naciones, Habian crefdo que las naciones sdlo eran ilusiones ideoldgicas y que ¢] Estado nacional sélo era un instrumento de la clase dominante. Habian subestimado la profundidad de la nacidn, Sin embargo, desde el siglo XIX, Otto Bauer intenta construir una teoria de la nacién fundada sobre la idea de cO- Los antiotos culrurales exropeos 69 munidad de destino, y Stalin mismo, en su juven- tud, habia recibido de Lenin el encargo de escribir un libro sobre el marxismo y la cuestién nacional en el que procurarfa establecer algunos funda- mentos de la naci6n. Pero el marxismo ha sido ciego y los revolu- cionarios mismos, que, segiin crefan, habfan ba- rrido con todo en la Unién Soviética, prepa- raron, sin saberlo, el retorno con toda su fuerza no s6lo del nacionalismo ruso, sino también del armenio, uzbeko, lituano. Habjan creido erra- dicar la religion, pero regres6 con fuerzas reno- vadas. Habfan creido que liquidando a los bur- gueses el capitalismo estaba acabado para siem- pre, y advino un capitalismo peor que el de la €poca zarista. Esto ilustra lo que yo he llamado “ecologia de la accién”. Especialmente en poli- tica, las acciones pueden ir en un sentido con- trario a lasintenciones, y producir entonces efec- tos que las destruyen. Quien ignora la ecologia de la accién esta condenado a engafiarse por largo tiempo. Las Internacionales no han podido transfor- marse en conciencia planetaria, y dan prueba de la debilidad del espfrivu de ciudadanfa mundial. ‘Yo habja propuesto la idea de “Tierra-pauria”, sabiendo que la palabra de “patria” recubre una 70 Edgar Morin mitologia muy rica, a la vez maternal y paters nal, hasta en sus connotaciones. La nocién de patria nos dice que debemos amar esta tierra ma~ terna de la que hemos salido y la autoridad paterna del Estado, si cs justa. Esta idea todavia no adquiri6 dimensi6n planetaria. La globaliza- cién tecno-econdémica creé en el curso del tlti- mo milenio los medios que podrian permitir la emergencia de esta conciencia planetaria, afec~ tiva al mismo tiempo que refloxiva. Produjo las infraestructuras de una sociedad-mundo even- tual. Para que exista una sociedad, tienen que existir un territorio y medios de comunicacién, Es necesario que exista una economia. Ahora bien, existe un territorio mundial que dispone de innumerables medios de comunicacién y de ‘una estructura propia. Lo que hay que deplorar no es la mundializacién de la economia, sino el hecho de que no esté regulada institucional- mente. Hace falta entonces una autoridad regu- ladora legitima de alcance planetario. Desgra- ciadamente, ustedes saben por dénde andan las Naciones Unidas y el Derecho Internacional... Por otro lado, el proceso tecno-econémico que crea las infraestructuras de una sociedad-mundo impide a esta sociedad emerger como tal. Asise desarrolla la légica de didlogo entre la mundia-~ Los antidotor cudturates europeos n lizacién cconémica y la mundializacién huma- nista. Esta ldgica de didlogo significa que hay una oposicién entre estas mundializacionesy que sin embargo una se alimenta dela otra, al menos en el sentido de que una no puede existir sin la otra. Esta época de mundializacién implica graves peligros. Como siempre, civilizacién y barbaric vienen asociadas. Asistimos al retorno de violencias émicas, nacionalesy religiosas en una gran cantidad de paises y regiones. Algunas de sus mani- festaciones pueden hacemos pensar que una guerra de las religiones o una guerra de las culturas, hasta de las civilizaciones, es posible. Esto muestra nuevamente que la mundializaci6n presenta rasgos contradictorios y divergentes. Asistimos a la vez a una universalizacién tecno-econémica y a resistencias que comprenden el retorno a las teligiones y a los cultos particularistas. Una idea ha empezado a despuntar en las vil- timas décadas del siglo XX, aunque sus origenes son antiguos: la de una nave espacial, la tierra, donde navega la humanidad. Esta nave es pro- pulsada hoy por cuatro motores: ciencias, téc- nica, economia y ganancia, y esos motores no estin bien controlados. No me inscribo en un Densamiento binario, y no digo que la ciencia es

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