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Monica I. Bartolucci PEQUENOS GRANDES SENORES Italianos y estrategias de ascenso social Mar del Plata 1910-1930 qPrometeo? libros Moni Brrtluechi y las diferencias que podian revelarse aun perteneciendo a la misma cla se. Metodoldgicamente, nuestra opcion por la entrevista, plena de re- cuerdos, de los descendientes de los protagonistas, es la opcién por un recurso que es posterior a otros y que requiere ser medida segin eriterios de validacién propios” En ese sentido, compartimos lade de Schwarstein cuando afiema que la comparacion nite fuentes escriasyorles es ester y que es necsario someter tanto a unas como 8 otras ‘sus propia reqlas de credibidad, William Moss, Alessandzo Porte y Ronald Fraser, La histor oal, Buenos Aires, CEAL, 1991, “4 Capitulo 2 El mercado de tierras urbanas y el acceso a la propiedad Una de las vias més interesantes y fructiferas para analizat los proce- sos de movilidad en las sociedades urbanas es indagar las posibilidades {que tuvieron los distintos sectores sociales para acceder a la propiedad. Sin embargo, las conclusiones que se obtienen cuando se toma en cuenta esta variable ponen en evidencia algunas limitaciones de estos andlisis, ro siempre posibles de ser sorteadas en el disefio de la investigacion y que luego significan problemas dificiles de superar. Como ha setalado Otero refirindose a estas cuestiones, los datos de propiedad no son de interpretacion sencilla, ni proveen, afadimos nosotros, informacién au- toevidente, En efecto, en la medida en que estos datos son en general cextraidos de censos -es decir, de informacion estadistica obtenida y agre- gada en funcion de criterios sociodemograficos determinadas, distintos de los que seria necesario contemplar a fin de un andlisis como el que rnos ocupa~, quedan ocultos detalles de importancia, tales como las mo- dalidades y momentos de acceso a esas propiedades, incluso directa mente, el tipo y la extension de los inmuebles transados, todo lo cual sin duda limita los aleances del estudio.” En esa direccién, este capitulo intenta valorizar esta variable una vez mis y, a partir de fuentes de indole privada, salvar algunas de las dificul- tades mencionadas y presentar una vision original del problema. A un tema que es mayoritariamente tratado solo desde un punto de vista cuan- titativo le hemos sumado, entonces, un abordaje cuali‘ativo que contem- pla los itinerarios de las personus que con su accién concreta instituyen * Vease Stephan Therastrom, Poverty and Progress. pci ~ Herman Cnero, Redes srl primarias, movtdad epaca insecin socal deosinmigron lesen la Argentina, Los franceses de Tanai, en H-Oteroy M. Beng (comp.),Iemigracin y res sovialesen la Argentina moderne, CEMLATENS, Tan, 1995. 4 Monica Bartolucct y configuran el mercado y son capaces de modificar sus caracteristicas Para ello, estudiamos el mercado de tierras urbanas en Mar del Plata durante los primeros aos del siglo xx, en un periodo en que el balneario éxperimentaba una clara expansion territorial, economica y social En primer término nos ha interesado describir desde un punto de vista general el tipo. extension y ubicacion de las propiedades. lotes y eventualmente casas a que accedieron los operadores, El segundo objeti- vo esti ligado con la interpretacion de José Luis Romero acerca de la cultura que se fue generando entre los integrantes de las sociedades de aquellas “ciudades burguesas”. Segun el autor, el grupo verdaderamente activo de estas ciudades estuvo compuesto por gente poco comprometida con el pasado, generalmente de clase media y con poco dinero, que bus- caba el ascenso social casi con desesperacién y revelaba una singular capacidad para descubrir donde estaba escondida cada dia “la gran opor- tunidad”® En Mar del Plata, esas oportunidades se vieron en parte plasmadas en el negocio de la tierra urbana y en el intercambio de propiedades. La prictica de la inversion en tierras se instal6 febrilmente en la sociedad marplatense, a partir de las condiciones de posibilidad que oftecia la ciudad involucrada en un proceso de expansién. Muchos fueron los hombres que tomaron cartas en el asunto. Inversionistas y jomnaleros, intermediarios y rematadores, comerciantes, constructores y albaniles participaron activamente de una dinamica directamente orientada a la obtencidn del benelicio econémico y cuya logica es la de un juego estra- tégico, que hace de la ciudad un damero sobre el cual se opera para lograr diferencias de dinero. Si la suerte los acompaitaba y podian esperar el momento indicado, esto ¢s, las condiciones més ventajosas para la venta, esta prictica de inversion en las tierras urbanas permitia que hicieran importantes dife- rencias y colaboraba en la carrera del ascenso social en la que muchos estaban involucrados. Identificar algunas caracteristicas de este juego, rastrear las operaciones, seguir la trayectoria de vida de algunos compra- ores y vendedores, son tareas necesarias para iluminar el modo en que estos sectores se fueron incorporando estratégicamente en el circuito eco- niémico de esta joven ciudad burguesa Jose Luis Romero, Latinoamérica Las cudades 9 las eas. p. 6 Pequetos “grandes senores” Hemos adelantado en la introduccion y en el primer capitulo que rnuestras fuentes privilegiadas para este estudio son las escrituras, que permiten complementar el abordaje cuantitativo usual con una lectura cualitativa, Ahora bien, el examen de las escrituras es posible, a st vez, desde al menos esos dos puntos de vista. El andlisis cuantitativo es en cualquier caso inevitable, muestra la dimensién de las operaciones, su magnitud econémica, y es la tarea que realizamos para la primera parte de nuestro trabajo. La otra mirada, que completa y modula el dato numé- rico, ¢s la lectura de detalle y especialmente la indagacién entrelineas de cada uno de los tratos. Es principalmente desde esta perspectiva, entonces, que trataremos de descubrir aquello que se esconde en cada una de las transacciones, atendiendo a los nombres, al numero de veces ~en que como en tn juego aque se reitera por varias vueltas sucesivas- estos operadores se repiten € intercambian su posicién en el mercado, apareciendo ciclicamente como compradores o vendedores, y tratando de estimar el peso que sus posi bles relaciones interpersonales pudieron haber tenido dentro dei merca- do, afectando el desempeno individual y, por esta via, la configuracion y la dinamica del mercado mismo. La expansion de los pueblos Recordemos una vez més que el tiempo de esta investigacion es la primera década del siglo xx. Por entonces, y especificamente en los afios del Centenario, los pueblos y las pequerias ciudades de la provincia de Buenos Aires estaban envueltos en un acelerado proceso de expansion territorial. En la mayoria de los casos, el crecimiento fue una consecuen- cia:inmediata de la abundante oferta de tierras urbanas lanzadas al mer- cado, La entrada al circuito econémico se daba una vez que los duerios de esas tierras loteaban el tervitorio en forma de chacras, quintas o sola- res, y a partir de la llegada de servicios como el pavimento y alumbrado, de alguna linea de tranvias eléctricos. La posibilidad de mas servicios, ademas de hacer de la nueva zona un lugar habitable para los que se instalaran definitivamente, tentaba a quienes invertan en bienes inmue- bles para obtener diferencias en dinero. Grandes propietarios, rematadores inmobiliarios, rentistas que edifi- caban para convertirse en caseros que alquilaban viviendas © luego ven= dian, escribanos que aprovechaban la oportunidad de escriturar 7 ‘Monica Bartolucci cantidad de lotes a particulares, fueron los sectores que més se beneficia- ron de la puesta en marcha de este sistema, Sin duda, esto provocs que se iniciara un movimiento de especulacion comercial con las diferencias que en poco tiempo podian hacerse entre la compra y una posterior y oportuna venta de las tierra Las publicidades de los loteos en distintos pueblos se hacian eco, en forma bien uotutia, de estas postbilidades de ganancia econémica. Los avisos intentaban transmitir, de manera atractiva y convocante, los bene- ficios que generaba este tipo de negocio, no sin una evidente idealiza- cién. Luego de ofrecer las chacras de un pueblo que se estaba afincando en la provincia de La Pampa, el anuncio que publica la Oficina de Tie- vras de Fontela y Canel de Buenos Aires advierte a los inversores Tengan bien presente que casi todas las grandes fortunas en la Argentina se han hecho comprando tierras y esperando la valorigacion logica de todo pals que rece y que progres: Pero no sélo los eventuales inversores a la busca de la oportunidad eran objetivo de estas incipientes campanas publicitarias. Los sectores populares que debian resolver su problema de vivienda también eran Teceptores de los mensajes y a ellos se aconsejaba: CConsulte usted con su sefora sobre la colocacion de sus ahorros. Ofrézcale la compra de tierras y verd resplandecer su semblante por la emocin que causa la verdadera satisfaccion. Estudie con su consejo, el negocio que ofrecemos en Vita Sosa. con su beneplacioelja un terreno para fundar su futuro hogar.® Tal parece haber sido el clima reinante en esos aflos y ast se manifes- taba en las revistas de divulgacion de la época Mar del Plata, la ciudad como damero Como hemos adelantado ya, hacia el ultimo cuarto del siglo pasado Mar del Plata eta un poblado de caracteristicas esencialmente rurales Sobre una zona de la costa, nticleo central y originario de la futura cit dad, se instalnban unas poeas casas y fonda, y algunas proveedurias pata 1 Revista Caras y Cares, ano 1910 “© Revista Caras y Carctas, ano 1910 8 los pobladores, Al mismo tiempo que, hacia los primeros veinte atios del siglo, los extranjeros aumentaron en ocho veces el ntimero de la pobla- ion y se diversificaron las actividades productivas del lugar, la ciudad comenz6 a cumplir la funcién de un balneario donde la elite portenia pasaba sus largas vacaciones estivales, La fisonomta del pueblo acompanaba esta era de cambios sociales. Hacia 1897 la cuadricula original se extendia hasta las actuales calles Brandsen al norte, Falucho al sur y Jujuy al oeste, limites qite marcaban el comienzo de una zona de quintas, por entonces formadas por dos manzanas, y de chacras, formadas por cuatro manzanas. Estas extensio- nnes de tierras urbanas eran propiedad de unos pocos particulares. Monica Bartolucci Poco mas tarde se amplié la nomenciatura catastral y el nmimero de edificaciones comenzé a crecer considerablemente. Los permisos para cdificar llegaron a 508 en 1910 y, s6lo en el ao 1911, la Municipalidad colocé 3850 tablillas enlozadas para establecer la numeracién de las ca- sas, Previsiblemente y siguiendo el asentamiento original, los nicleos de mayor urbanizacién se ubicaban sobre la franja de la costa, y continua- bban en la zona adyacente a la plaza central, el barrio de los alrededores de la estacion de ferrocarril y las inmediaciones del Hospital Mar del Plata y las construcciones del puerto La entonces villa balnearia no fue una excepcion con respecto al pa: norama general delineado anteriormente sobre la apertura del mercado de tierras urbanas en el pais. Por el contrario, el ritmo de crecimiento ¥ progteso del pueblo, desde los afios de su fundacién oficial en 1874, fue marcado por un intenso movimiento mercantil que tuvo a la tierra urba- na, bien facilmente intercambiable, como uno de sus objetos dinamiza- dores privitegiados. Desde los aftos de la fundacién, las tierras sobre las que se asent6 la villa pertenecieron a un solo hombre, Patricio Peralta Ramos, Posterior mente, Peralta Ramos dejé en manos de su hijo Jacinto y de su yerno Juan Barreito la explotacién de todo el ejido del pueblo. Estos nuevos propietarios, por su parte, ofrecieron a Eduardo Peralta Ramos, hermano de Jacinto, que oficiara de intermediario y apoderado para poner en marcha el proceso de venta de estas tierras. Los viejos recopiladores y los historiadores tradicionales de la ciudad hhan querido ver, en el hecho de que las tierras pertenecieran a un patti- cular, una nota de originalidad can respecto a los demés pueblos de la provincia.” Segin esa interpretacion, las villas eran fundadas sobre tie- ras fiscales destinadas a ese fin. En esos casos, la ley encomendaba a los poderes locales -jueces de paz y municipalidades- el reparto y la venta de solares, de modo que mas allé del dinero necesario para la compra, el unico requisito que necesitaban cumplir los pobladores para hacerse répidamente de un bien inmueble era asegurar el levantamiento de vi- Viendas en un plazo prudencial. Desde esta perspectiva, entonces, el mercado de tierras en Mar del Plata ofrecia una caracteristica esencial- mente diferente, especifica, al estar el ejido en manos privadas. Al respect, véase Enrique AIS, Mar del Plata, Historia completa de ete hermosa ciudad veranicga, Mat del Pata, 1920, p. 73, 50 fey Pay eS) 8.2). Suda: eqs ay: @) gi FP RH : miei gli OL: | oda] wy e3 ai pela ai ol | silal 3 Sh SS Pequetos ¥O_MENSUALIDADES | El Domingo 30 de OCTUBRE 4 las 3 grandes senores” De $ 6.50 05 13 ain interés Bacigatuoei y Pia. Moni Rertoluce Sin embargo, las nuevas investigaciones muestran que en muchos pueblos de la zona se repitio esta dinamica, que resulta entonces fre- cuente antes que excepcional, en la que un particular era el duenio de tierras sobre las que luego se fundaban ciudades y cuyo posterior loteo implicaba un excelente negocio para el fundador. Ast, Loberia fue fun- dada sobre las tierras de Nicolas Dasso, Miramar sobre las de Fortunato de La Plaza y Balearee zobre lao de Jooé Gregorio Lezama, En el mismo sentido, en el registro grafico de 1864 el territorio comprendido entre el arroyo Vivorata y el arroyo Las Brusquitas, por ese entonces partido de Balcarce, esta cast totalmente en manos de unos quince propietarios, Quizas el caso mas interesante, por ser una variante llamativa dentro de esta modalidad, es el pueblo de Pirén, cuyas tierras eran originalmente de Fabian Gomez de Anchorena, quien se las regala a su abogado a cam- bio de algunos favores recibidos Lo cierto es que'en el pueblo de Mar del Plata, que en 1874 abarcaba unas 200 hectareas sobre la costa atlantica, rapidamente las tlerras co- ‘menzaron a ser vendidas, Ya en 1876, son 52 las personas que aparecen registradas como los primetos propietarios en el lugar. En 1877, Pedro Luro, un inversor de origen vasco, replicé en versién amplificada lo he- cho por los fundadores, y ademas de arrendar el saladero que habia dado origen al poblado, compré a Juan Barreiro la mitad de los solares del pueblo, Esta intervencion y los emprendimientos econémicos que Luro evo a cabo a partir de ella, transformaron el sitio de manera radical, convirtiéndolo en poco tiempo en una citidad con decididas caracterts- ticas de balneario. EI nuevo perfil del pueblo no hizo mas que revitalizar, bajo una luz ‘as atractiva y prometedora, el proceso de ventas de terrenos inaugurado ppocos aftos atrés. En los altos del Centenario, los movimientos mercanti- les de Mar del Plata impactaron en la mirada de quienes Hegaban a la ciudad, aunque sélo fuera por un tiempo breve y de camino a ottos destinos. Testigo de este proceso, Jules Huret recuerda su paso por la ciudad del siguiente modo: " Daniel Reynoso, Evolucion dea propiedad dela tierra en el Sudeste de la Prova de Buenos Aires, Tesi de Macsiis, Facultad de Humanidades, UNMDP 1998, Daniel Reynoso Eston tas yestancieros en los tis del pblado de Mar del Plata en Bartoucet (edit) Mar del Plata tmagenesurbanos, vide cotdhane ¥sciedad UNMDR, 2002 ' Archivo particular de Eduardo Peralta Ramos. Publicado por Enrique Alo, Mar del Plata. Una hermosa. ope, p82 2 Pequefios "grandes senores” Hace veinte anos Mar del Plata fue un centro de especulacion Jeri, seguido ‘muy pronto de una calma momenténea, despues la moda se impone de nuevo, en pocos aos, esta colina donde uno pensaba que era imposible encontrar agua potable, fue cubierta de casas, el minim incon de terreno bien ubicado tenia precios jabulosos. El alza se mantuvo y la especulacion continue"* Por otta parte y como indicamos brevemente al comienzo de este ca- pitulo para otros pueblos y ciudades de la provincia de Buenos Aires. también en relacién con Mar del Plata los anuncios publicados en las revistas de legada masiva se encargaban de comunicat Ia situacion y, a su vez, explotar las distintas necesidades segun el sector social que se pro- ccurase atraer: Vigesimo séptimo remate de terrenos de ete balneario, proximos al mar; 193.000 varas en lotes con la base de 13 centaves ta vara cuadrada. Proximo también al sto donde se levantara un grandioso hotel aorilla del mar El parate donde estan situados estos terenos es lo mas pintoresco que existe en esas inmediacio rnesen donde la permanencia durante la época veraniega es impagabe. La bas? para la venta es la que expresames mas arriba, no puede ser mas insgnificante ‘pues cuaiquiera puede hacerse propictario tan solo con un desembols* He 140 pesos, en la seguridad de cuadriplcar el dinero antes de un mes Aprovechen todos aquellos que an no hayan comrade terreno en este gran y unico balnea- rio argentina, que ya tirras a este precio y por estos paras no las hay. {Ojal; Ojo! Jomnaleros hombres de poco capita, los terrenos que hoy ofrecemos fen venta estan stuados en la chacra 97 yelremate se efectuard en nuestra casa Bolivar 21, el jueves 11 de abril” La inversion aconsejada se convirtié, como bien Io capté Huret, en tuna prictica que podia generar un clima de alta especulacién, Nueva- mente, los medios de comunicacién de aquel momento se hicieron cargo de esta realidad. En un dialogo en la Revista PB.T dos Senores diseuten si Ia inversion en terrenos es mejor que la inversién en casas, concluyendo que los hombres, independiertemente de su profesion, no son en esos afios otra cosa que “buscadores de dinero". jules Huret, En Argentine, DeLa Plata la Cordlee des Andes, Ed. Bibliotheque-Charpen ier Eugene Fasquele Editeur, Pris, 1913. publicidad de la epoca hallada en el Archive Notarial Colegio de Escribanos Delegacion Mar de Pata, oe Especulacin’, editorial apaecida en la Revita PBT, Ano 3, N* 99, sposto 1906 Manic Bartatveet Las escrituras de propiedad Los protocolos notariales que hemos analizado corresponden a lotes cuya superficie promedio es de 360 metros cuadrados. De los datos que hemos relevado de estos documentos, surge claramente que la compra- venta de tierra urbana era muy frecuentemente vista, en la dinamica efec- tiva de estas transacciones, como un juego de intercambio de varias vuel- tas y en el que muchas veces interveniari los mismos jugadores. Si se acepta este s{mil, resulta que los terrenos ofician de fichas disponibles para realizar apuestas, mientras que la ciudad dividida en chacras, quin- tas y manzanas, imita al tablero de juego Una particularidad evidente de esta dinamica es la velocidad con la que las tiers solian cambiar de dueno en poco tiempo. A modo de ejemplo, valga el caso siguiente, en el que hemes podido reconstruir la trayectoria de una propiedad desde el nacimiento formal de la ciudad en adelante, Se trata de un terreno, propiedad original de Pedro Luo en los tiem- pos de la fundacién de Mar del Plata. Tres aftos después, en 1877, Luro vende aM. Alzaga de Lopez, quien conserva la propiedad por ocho aos, el periodo mas largo en el ciclo de vida del inmueble, y vende en 1888 a Enrique Romero y Maximo Butta. Estos, a su vez, inician a la propiedad en una rotacién que lejos de ser excepcional, se repite en muchos cases. Asi, tan s6lo durante el perfodo de un afio, 1900, la propiedad pasa de manos de Nicolés Trabucco a las de Juan Etchepare y luego a las de Jose Caldarato y Pedro Bozzi, para culminar, en el afo del Centenario, como propiedad de Carmelo La Torre. Desde una reconstruccién retrospectiva a partir de las escrituras de propiedad, hemos podido descubrir que el terreno cercano a las vias del ferrocarril, comprado por Carmelo La Torre en 1910, fue transferido seis cs entre los afios 1877 y 1910. Si bien esto sugiere el cambio de pro- pietario cada cuatro atts aproximados, la realidad es que algunas de estas seis operaciones se llevaron a cabo con la diferencia de unos pocos meses. como sucedié en 1900, lo que ratifica el acelerado procesa de circulacion de compra y venta. Aun cuando esto es de por si significati- vo, hemos trabajado sobre un dato que entrega una idea més acabada de % Fuente; Protocolo notarial del escrbano Hlseo Parada, 1910. Archivo del Colegio de Eseribanos de la Provincia de Buenos Aes, dlegacion Mar del Plata 4 Pequetios grandes senores” la situacion general y permite, sino hablar de una tendencia, cuanto menos descartar que éste haya sido un caso unico. Para ello hemos rastreado el afio en que las propiedades fueron com. pradas por diltima vez, lo que hemos logrado para 86 casos del total de rhuestro universo. Asi, teniendo en cuenta la fecha en que el bien habia sido adquirido por el ahora vendedor, descubrimos que el 80% de estas propiedades habian sido compradas dentro de los ultimos cuatro artos anteriores a 1910, Ademés resulta interesante observar que en trece casos algunas propiedades cambian varias veces de dueno en 1910. Esta mues- tra indica, creemos que fehacientemente. la rapidez con que se hacian las translerencias de propiedades en la primera década del siglo pasado, Por otra parte, un detalle adicional de interes esta dado por Ia circu latidad del mercado, que queda puesta en evidencia en el hecho de que 1 11% de las personas que venden, vuelven a comprar alguna otra pro- piedad a lus pocos meses, Io que hace de esta dinémica un verdadero juego, de varias vueltas ¢ incluso con los mismos jugadores. Los que integran este grupo tan activo en la transaccién inmobiliaria pueden ser perlectamente catacterizados como inversores ¢ inclusive, como especu- ladores, independientemente de la ocupacion que desarrollaran eit el mercado laboral, del que también participaban Dentro de este grupo encontramos comerciantes, hacendadlos, rentis- tas y jomaleros -todos ellos, destinatarios paradigmaticos de los mensa- jes de las publicaciones masivas que mostraban a la inversion de tierras ‘urbanas como uno de los negocios preferidos y fuertemente instalado en las sociedades urbanas en crecimiento. A sélo titulo de ejemplo de la especulacién propiciada por la actividad desatada en torno del mercado de tierras urbanas, vale mencionar el caso de Atistodemo D., quien luego de comprar un lote en Mar del Plata, vuelve a Santa Ana, su pueblo natal en Italia, y deja a su hijo un poder para que se ocupe de sus bienes. Al fin del mismo ano, Claudio D. vende en 2.640 pesos el lote que su padre habia comprado en 1.776 pesos pocos meses antes, A primera vista, todas las zonas de la cindad parecen afectadas de un modo semejante en el juego de la oferta y la demanda, ya que las opera- ciones se dan indistintamente sobre todos los barrios. Sin embargo, a través de un andlisis mas detallado es posible comprobar que, hacia 1910, algunas zonas comenzaban a valorizarse mas que otras como puntos es- Ey ‘Monica Bartoluce tratégicos para la inversion. Si se toman en cuenta aquellas chacras quintas que registran tres © mas operaciones de compraventa durante el ao, se puede afirmar que la zona oeste de la ciudad, posteriormente ‘dentificada como barrio Plaza Mitre, empezé a adquirir una dinémica Propia y fue ponderada tanto por los inversores que esperaban vender Fipidamente esas tierras, como por grupos sociales integrados por traba- jadores de origen inmigrante que, en gene etapa de wsentamiento en la ciudad, l, twansitaban una segunda En los siguientes capitulos de este trabajo retomamos la referencia a esta zona, la de la actual Plaza Mitre, indagando el modo en que se fue poblando y la forma en que se fue construyendo en este bartio, por un lado, y por otro, con el andliss de las historias de vida de algunos veci- nos de la zona y el arribo al barrio de dos familias de inmigrantes italia~ nos. Adelantemos aqui, no obstante, que el estudio de los protagonistas Pone en evidencia la existencia de un mercado de tierras en el que partici- pan esencialmente hombres en su mayoria casadoe y de origen inumigrante En este escenario, solo cinco mujeres aparecen como compradoras 0 vendedoras, generalmente acompafando a sus esposos en alguna opera- cién en la que entran en juego bienes matrimoniales. En un tnico caso se destaca la participacion activa de una mujer” En efecto, en 1895 Francisca G, no es atin propietaria y figura en los documentos como la esposa de un carrero. Pocos alios después es protagonista de una serie de operaciones, que la muestran como la dueita de varios terrenos en distin- {as zonas de la ciudad. Personaje de fuerte temperamento en opinion de sus descendlientes, Francisca logra hacerse dueiia de un almacen, El Tro pezon, y lega al barrio Plaza Mitre a partir de la compra de un terreno en sociedad con un pescador. Este "condominio indiviso" es el primer paso para ser propietaria, luego de que la emprendedora mujer le compre la otra parte a su socio para levantar allt su ansiada casa de material Mas allé de la especificidad de cada caso, es importante destecar una nota saliente del relevamiento realizado, y representativa, por consiguiente, del universo bajo andlisis. Como se puede observar en el cuadro 1, los italianos constituyen el grupo mayoritario entre los operadores inmobi- hari, con 72 sujetos, contra los 39 argentinos que le siguen en orden Cedilas Censales, Segundo Censo Nacional de Poblacion. Entrevista ora la sera Inés ‘A. Cachela de Land, neta de la nombrada 56 Pequeits “grandes senores’ decreciente. Los 22 espanoles que informan fos protocolos notariales analizados son el tercer grupo, seguidos, finalmente y en proporciones muy menores, de franceses, alemanes, portugueses y otros, Cuadro 1. Nacionalidad de compradores y vendedores [Resonate New) aliana — 2 | Espariola 2 Amgen w | Francesa 6 Sate 2 Alemana T | Poriaguea T Chilena T [rr SCS™~—SSSC‘SSC*é‘< Fuente: Protocalos notarial, escribanias Eliseo Parada y Francisco Rodriguez Etcheto, (1910) Archivo Notarial, Colegio de Escribanos, Delegacion Mar de Placa Pero los italianos no solamente fueron el grupo predominante desde el punto de view éiico, sino que ademas marearen las rasgre caacteretions de un mercado activo, comprando terrenos, instalando casillas de madera, construyendo casts para volver a vender al poco tiempo y haciendo imagi- nativas operaciones. Adherimos, en este punto, a la posicion de Samuel Baily sobre los patrones de residencia de los extranjeros, cuando sostiene que el domicilio se fija no sélo por factores estructurales, = por = ¢ han sido en general dejadas de lado por los historiadores: “actores las redes personales de paientes y paesany de ser propictaris".” Los italia nos tendian claramente a operar entre ellos. Con respecto a las zonas don de invertian, no podemos afirmar que existieta alguna exclusividad. Si bien la informacion acerea de los higares donde era conveniente comprar axons deed eos alnes em Rao As yen Nu ‘juenow Ates Esther Migratois Latnoamencenos, ao 7,921 192 * Samuel B 1880-19 3 Monica Bartolucci parece haber sido conceriada entre parientes © paisanos, de lo que cabria esperar cierto color etnico en los barrios, lo certo es que éstos se caracteri- zaron por albergar a personas de diferentes nacionalidades, como ilustra el plano que se muestra al final de este capitulo Al tomar en cuenta la profesin de los operadores, por otra parte, nos encontramos con una interesante realidad. A fin de matizar el aleance que pueda darse a nuestra constatacion, cabe aclarar que el dato de la profesién figura en la totalidad de casos de las personas que venden un bien, pero no en el caso de los compradores, para algunos de los cuales hhemos podido obtener este dato cruzando otro tipo de fuentes como las cédulas censales de 1890, entrevistas a descendientes, o actas matrimo- nilales. En cualquier caso y con esta salvedad, el grafico 1 que incorpora- mos al final de este capitulo muestra que, de las profesiones que emanan directamente de las fuentes, surge que el grupo mayoritatio estaba forma- do por pequefios y medianos comerciantes. Al interiorizarnos en sus itineraries de vida descubrimos que se trata de antiguos vecinos de la ciudad, arribados en las ultimas décadas del siglo xix y que se encontra- ban, en el perfodo estudiado, en una etapa de mayor asentamiento en el uevo ambito que habian elegido, Dentro del primer grupo, integrado por comerciantes pequetios y medianos, algunos eran personajes conocidos en la ciudad por su post- cién econémica, por su participacion en asociaciones locales y ocasio~ nalmente por ser destinatarios de las funciones politicas dentro del mu nicipio. Ellos fueron quienes marcaron un nuevo rumbo para el pueblo, ¥en este sentido, formaron parte de ese grupo de hombres que, al decir de Romero, supieron crear en las nuevas sociedades urbanas del pais “un estilo audaz y arrollador que suplantaba al estilo tradicional y mas cau- to'.” Esta audacia habia posibilitado que en los afios del Centenario mu chos de ellos hubieran escalado en la posicién social y que por esta via contribuyeran a formar nuevas pequenias burguestas urbanas, Eran ferre- teros, duettos de fabricas de hielo, almaceneros, forrajeros u hoteleros, Personas con un oficio © con una actividad establecda que, sin embargo, buscaban nuevas oportunidades econémicas dentro del mundo de los negocios. En el marco de las posibilidules ablertas por el mercado de tiers de la villa balnearia en expansion y suponiendo esa mativacién econsmica, la prictica de inversion en lotes urbanos resulta haber sido sin duda, una de las predilectas y mejor aprovechadas. "Jose Luis Romero, Latinoamerica las cadadesy ls ideas, op, 38 Pequefos “grandes senores” El segundo grupo lo forman los jornaleros. Este conjunto de hombres ocupaba un lugar de importancia dentro del universo total de compra- does y vendedors, De stenerse a una mirada tradicional, pol n+ serpretar que la masa de hombres recien arsbados ala ciudad debia resolver rapidamente sus necesidades habitacionales, para lo cual, con Jos primetos ahorros, compraban un terreno y allf construian sa vivien- da,” Sin embargo, «la luz de fos datos que presentamos mis adelante, esta lectura queda algo desdibujada y descubte una realidad social y ceconémica mas compleja e interesante Un tercer grupo lo forman los llamados rentistas 0 propietarios, cuya ocupacién original desconocemos. Si podemos afirmar que, en este caso, las inversiones de mayor envergadura Ia realizaban hombres provenien- en casas 0 terrenos en tes de la ciudad de Buenos Aires, que invertian en zonas centrcas titulo personal 0 por medio de apoderados to puesto €3 de los hacendados, cuyos itinerarios sociales de- eeermaeenaee imagen bien matizada de lo que por aquellos anos signfiabafigurar como tes. Algunos de ellos eran descendientes de anugues propane rurale de zona, eos en cambio eran antic guos comerciantes que st abocafon a la nueva fancion w hombres que hhabian sabido ascender econémicamente. De uno de estos casos nos ocu: pamos en profundidad. Por ultimo, se distingue un grupo de hombres que desde distintos rubros —earpimeros de obra, constructores y abailes~ se asocian con a de las actividades econdmicas que no tatdaria en convertitse en una Ud las mas caracteristicns y dinamieas de la ciudad: la constuccion es, complementamos esta mirada es- En el proximo capitulo, entonces, comp! : tractaral sobre el mercado de eras urbanasy el acceso ala propiedad, adelantando en primer lugar las conclusiones que surgen del analiss de la dindinia del mercado inmobitaio desde el punt de wa dela oeu- pacion pritepal de aquellos que apaesian como los operadores ma luego, a través del seguimiento de los itinerarios de algunos de Ion store en particular, euye comportaminto non tesla claamente ilustrativo de la racionalidad predominante oy eit, Diogo Armus, Mundo » Diego Armus (comp), Stores populares y wid urbana, op. ct, Diego At trbano cular popular, op. cit 0 Grafico 1. Profesiones de compradores y vendedores carpinroe ‘bates smecos Inder heres Fuerte: Archivo Historco Municipal, Mae del Plata Plano del barrio étnico aio ploy ‘provapuadepul Capitulo 3 Los actores en movimiento Definido el campo sobre el que actuaron los operadores, en este capt tulo presentamos la reconstruecién que hemos hecho de sus estrategias, describiendo el repertorio de practicas posibles, es decir, el modo indivi dual o grupal de actuar frente al objetivo econémico. Estas estrategias son deducibles a partir de la misma informacién relevada y del cruce de datos comnplementarios que hemos practicado a partir de las fuentes c sultadas Por modesta que sea desde el punto de vista metodologico, esta ope- racién conceptual que consiste en caracterizar como estratégico el com- portamiento econémico de nuestros hombres nos permite comprenider la logica subyacente a la configuracion que efectivamente adquitié el mercado de tierras urbanas en la ciudad, mediante la reconstruccion de la racionalidad inherente a las transacciones que lo constituyeron y dinamizaron. Pero, antes de entrar de Ileno en algunas trayectorias individuales que nos parecen paradigmaticas, y como un insumo en esa direccién, quere- mos sumar a lo presentado en el capitulo anterior otro dato que nos parece interesante para completar la caracterizacion del mercado inmo- biliario marplatense en las primeras décadas del siglo xx. En efecto, lo analizado hasta aqui nos da una idea de cuales eran las ceupaciones de quienes més participaban en el mercado global: peque fos y medianos comerciantes con oficios diversos, joraleros, rentistas y hhacendados (descendientes de antuiguos proptetarios rurales ue la zona, antiguos comerciantes que se abocaron a la nueva actividad) y co tores. Ahora bien, esta informacién que permite perfilar con mas preci- sion el mapa social, se ve completada si hacemos el esfuerzo de relacio- nar la superficie operada en cada caso, con cada categoria ocupacionsl. truce 6 Monica Bartolucci Para esto, hemos utilizado un pracedimiento sencil Bar est, b lo y eficaz, sumando de metros cuadrados que efectivamente compré y vendié cada comerciante, jomalero, rentista, hacendado o constructor que apa- rece en nuestro universo de datos, El resultado de este cruce, a partir de Ia informacion que consta en los documentos analizados, es el que resimimos a continuacion Cuadro 2 Relacion entre categoria oct ic Spade 2 Relac goria ocupacional y superficie ‘OmeWaNteS | JormaeTOs | RenMaIaS | Hacendaday | CASAS Yonder [VARS [Bars vale_| —Tr66 wero} | [Eompea | — aa T pe | ar T70s De dividir el total de metros cuadrados por el numero de personas de cada oficio que aparecen como comptadores y por el niimero de perso: = ae cad ofcio due aparecen como vendedores, surge un nimero romedio de metros cuadrados comprades y/o vendicos por cada opera- dor. Estos resutads suieen algunas tendencig nn La conclusion que surge en primer término ee que la dindmica del mercado estaba sgnada por comerciantes,rentstas 0 propettiosy cons- tructores que en el afio 1910 estaban comprando tera urbana, Al mterioe de este grupo, se puede advertir que si bien comerciantesy rentistas, con fuerte incidenciaen el mercado, exhiben una relacién mas 0 menos equ. librada entre la cantidad de lotes que vendian y que compraban, son tos hombres del mundo de la construccidn los que parecen haber adoptade una acttud claramente inversora. En efecto, mientras que para los cere. Giants y los rentstas a superficie de tera que compran tepresenta poco menos de la mitad de la que venden, la direccion de esta proporcién se invierte para los sujetos que genenicamente estanws llamando conarectos Fes, que en metros cuadrados compran mas dl doble de lo que venden La segunda tendencia, y quiza Ia mas interesante, es que si bien son muchos los jomaleros que operan en el mercado, ellos participan ven _ : Pequcts"randes seniors” diendo lotes, mas que comprindolos. Este dato no sélo ilustra el hecho ide un mundo de jomaleros que a poco de llegar de sus paises de origen compraban su pequefio lotecito para hacer “la casa propia”, sino que dems sefala la realidad de que estas personas tenian la suficiente tierra urbana como para poder operar con ellas y hacer pequefas diferencia. {Al rastrear el origen de estas propiedades, descubrimos que estos jornale- ros fabian adquitido las respectivas ticrras entre 1901 y 1909 comprin- doselas a grandes propietarios que estaban subdividiendo sus extensas chacras en distintos puntos de la ciudad. Ahora en 1910, son ellos los que vuelven a vender lo comprado. Entre nuestros datos figuran indicios de que la tierra podia ser adquirida con relativa facilidad: dentro del srupo de jornaleros que investigamos, encontramos que existen casos de ventas de dos, tres, cuatro y hasta seis lotes por persona, Esta cuestion abre @ una nueva perspectiva de andlisis, que deberia tener en cuenta el papel que tuvo el lote de tierra en si mismo, en un mercado caracterizado por la relacién cercana entre los operadores. En este sentido, algunas de las personas que hemos entrevistado han hecho mencién a que la tierra cera un bien que era utilizado casi como moneda corriente para pagar favores, trabajas 0 deudas de juego. En cuanto a los hacendados, hay indicios claros de que en 1910 se encontraban en un momento de desprendimiento de sus lotes en la ciu- dad: de cada 18 lotes que compraban vendian 27. Esta peculiaridad podria estar indicando una estrategia de inversion en otras éreas de la economia Ti caso mas sugerente es, zin embargo, el de aquellos hombres que hemos denominado genéricamente constructores. Carpinteros de obras, pequefios empresarios con algunos peones a su cargo y unos pocos alba- hiles cuya trayectoria de vida marca un ascenso dentro del oficio, opera- ban comprando y en menor medida vendiendo, apostando en lotes como si se tratara de fichas sobre lo que anterior mente hemos definido como ciudad damero. Es obvio que pata este grupo, la compra era considerada como una buena inversin. Por esa razén los encontramos operando so- bre la zona oeste de la ciudad, para ese momento una zona despoblada y con muy pocas edificaciones. Hasta aqui, el estudio de la dinamica del mercado ha tenido en cuen- ta las categorias ocupacionales de sus actores. De concluir aqut la inves- tigaci6n, este andlisis, si bien necesario, podria llevar a cierta simplifica- cién de una realidad tan compleja y mévil como la de la sociedad de 6 Mania Bavtolucct iprincipios de siglo. Es por esa razén que una y otra vez nos hemos pre- ‘guntado qué significaba, realmente, ser un comerciante, un jornalero, tan hacendado 0 un constructor en la Mar del Plata de aquellos aftos Hasta que punto todos ellos, desde sus realidades diferentes, eran atra- swesados por un clima y una motivacion de ganancia répida que les per- mitiera mejorar su estado economico y social? gDifertan en algo las estra- tegias de ascenso de un hacendado a las que implementaba un albaril?, yen todo caso, {cual fue el camino recorrido por tal o cual hombre, para llegar a ser hacendado? Para responder a estas preguntas y complementar nuestro primer and- lisis del mercado de las tierras urbanas en la ciudad, hemos optado por observarlo teniendo en cuenta a aquellos hombres que aparecen como los més actives y dinamicos. A partir de sus trayectorias relevadas, hemos deducido y analizado los mecanismos utilizados para hacer sus diferen cias econémicas. Lo que sigue, entonces nos introduce en el mundo per- sonal de algunos de ellos. Imaginaci6n y oportunidad. Los itinerarios eficaces En 1910 Benigno B. era un antiguo vecino y aplicado comerciante, que Hevaba adelante y atendia una de las ferreterias mas importantes de la ciudad, Paralelamente a estas tareas y dado su origen espaftol, por esos aftos Benigno formaba parte de la dirigencia de organizaciones de socorros rmutuas o se desempenaba como vicecénsul de Espafia en Mar del Plata. Es claro que Benigno pertenecia a uno de los sectores mas acomoda- dos de la ciudad. Habia arribado en una de las primeras oleadas inmi- gratorias y para el Centenario parece encontrarse en el centro de una red de informacién y relaciones que posibilitaba no solo su desarrollo como comerciante sino ademas su funcién de operador inmobiliatio En nuestras fuentes, este ferretero aparece en seis ocasiones vendiendo y en seis ocasiones comprando, ya sea sélo 0 en sociedad con otros comerciantes. Ast, vende propiedades por un valor de 77.218 pesos y compra por 186.442 pesos, es decir que solo en 1910, invierte por un valor de 109.224. pesos.” " Elaboracion personal a partir de ls datos relevados de ls protacolos notaries de las ‘eribanias de Eliseo Parada y Francisco Rodrigue? Etchoto, enerodiciembre 1910, Archi vo del Colegio de Escribancs, op. ct. Protocolo nota, eseribano Francisco Rodrguet Etcheto, noviembre 1910. Archivo del Colego, op ct, 66 Pequeos “grandes setores Una operacion que descubrimos sinuosa y lamativa confirma que en oportunidades Benigno ofiviaba como agente de inversores de Buenos Aires, lo que patecta generar las mejores ganancias para hombres de ne~ gocios apasionados por la aventura econémica. Sucede que en el mes de noviembre, el ferretero compra cinco terrenos y una finca “compuesta de cuatro habitaciones, cocina, todo el cerco y el terreno correspondiente” a Juan M. y Federico C., ambos domiciliados en la ciudad de Buenos At- res, Si bien hasta aqui nada parece ser distinto de otras veces, ilaria tquestra atencién que, a los pocos dias, esas mismas propiedades vuelven a ser vendidas pero ahora con los actores cambiados en su rol. Kenigno es ahora el vendedor, y sélo uno de los antiguos socios es el comprador. CObviamente no podemos alirmar lo que pudo haber ocurrido al interior de la transaccién tal como la operacién aparece formalizada en los docu- mentos. Es probable, sin embargo, que ¢! comerciante haya oficiado aqui de testaferro, por eiemplo por desavenencias entre los soctos que no po- dian ponerse de acuerdo para concretar la operacion entre ellos mismos. No lo podemes aliriat ues fo cierto es que con los servicios que conje turamos fueron et caso, Benigno gané 2.000 pesos en pocos alas. Vittorio T,, italiano nacido en Cavalasca, provincia de Como, lego al pueblo en 1881 proveniente de una estancia situada en la localidad de Castelli, propiedad de Federico Martinez de Hoz. Una vez instalado en Ja zona, trabajé en la propiedad rural de Miguel A. Martinez de Hoz, ubicada en Chapadmalal, Alli ascendio a mayordomo y ya para 1908 se desempeitaba como administrador general del lugar. Esa debe haber sido la raz6n para que en 1910 Vittorio aparezca como hacendado entre nues- tos datos. De todos modos, no era ésta su Gnica funcidn, En el ambito uurbano se destacé como un cidadano activo, fundador del diatio local ras importante y del hospital de la ciudad, Esta representacion destaca- da en la ciudad en el ambito de lo social o cultural no parece haber sido incompatible con el papel de operador inmobiliario que a partir de esta Investigacion hemos rescatado St observamos las publicidades que promocionaban los loteos hacia la segunda década del siglo, encontramos que Vittorio es uno de los rema- tadores mas importantes. Sabemot que esta trayectoria econsimica habia comenzado unas décadas antes y tambien sabemos que, a lo largo de 1910, Vittorio realiza formalmente once operaciones inmobiliatas: cinco ventas y seis compras, dos de ellas en soc'zdad. Aunque hemos visto que cen general fos hacendados se estaban desprendiendo considerablemente 6 Monica Bartolucct de sus propiedades urbanas, éste no es el caso particular de Vittorio. En este breve periodo vende una superficie equivalente a 9 lotes, pero vuelve comprar 18 lotes: una inversion de 82.700 pesos. Los lotes que compra en distintas zonas de la ciudad son luego utilizados con diferentes obje- tivos, La mayorta de las veces son vueltos a vender, o en muy pocos casos para alquilar, peto también se registran algunos casos en los que se otor- gan como regalos o donaciones a hermanos 0 amigos. Otras de las opera- Giones que Vittorio lleva a cabo en este lapso es la compra de tres casas céntricas, que son vendidas a los pocos meses. Comprar lotes, construir pequefas viviendas y volver a vender: ésta parece haber sido una de las practicas preferidas de los hombres relacio- nnados con la construccion. El caso de Francisco E es uno de los tantos que ilustran esta estrategia Este calabrés arribado en 1893 logra su ascen- 50 a partir de las pequerias diferencias que va consiguiendo con las habi- lidades de su profesion y las oportunidades que se le presentan en una ciudad en plena expansién. Si tomamos nuestros datoz exclusivamente, sabemos solamente que en 1910 compra dos lotes en la zona oeste de la ciudad. Si seguimos el itinerario de estos lotes unos meses mis tarde, advertimos que en uno de ellos Francisco instala un galpon para sus materiales de trabajo, mientras que en el otro construye dos viviendas.’* Cada una con dos habitaciones y una cocina, y separadas por un patio, estas viviendas son vendidas, a poco de terminadas, en 15,000 pesos. Dentro de este esquema de ganancia rapida y actitud especulativa, se puede leer también la sencilla historia de un albanil italiano, Juan S. Sabemos que en 1908 el albanil pidié un préstamo de 1,000 pesos a un. comerciante de su misma nacionalidad, poniendo como garantia una casita que él mismo habia construido. El terreno sobre el cual se asentaba Ja construccién habia sido comprado por acuerdo particular a otros dos comerciantes tanbien italianos, Lo interesante es que sélo dos afios des- pues del préstamo, Juan logra levantar su compromiso hipotecario y al mes, vende su propiedad, escriturandola a favor de una mujer, Augusta D. B. El circulo de solidaridades parece cerrarse con la firma de su amigo, antiguo acreedor, como testigo de la operacion de venta Al internarnos dentro del mundo de los jomaleros descubrimos prac: ticas del mismo tenor. Difiere aqui, obviamente, el monto de capital en ® Archivo del Colegio de Esentbanos Delegacion Mar del Plata, Protocoloe notariales escrbania Eliseo Parada, 1910, 6 ‘Pequefios “grandes seaores" juego, pero el andlisis de estas operaciones mas pequeftas descubre la isma racionalidad negociadora o especulativa que ya hemos encontra- do en las dems categorias ocupacionales. {Qué es lo que podemos decit acerca de estos trabajadores, los jornaleros, respecto de sus actitudes y comportamientos econémicos, tal como ellos pueden set deducidos a partir de las trayectorias indagadas y los documentos revisados? Al igual que los pequenos y medianos constructores, los jornaleres construyen casas que venden al poco tiempo a inversores de Buenos Aires, 0 s€ des- prenden de una buena parte de su capital en tierras como los hacenda- dos y piden préstamos poniendo como garantia sus tierras urbanas, como To habia hecho nuestro albafil Juan 5. En ocasiones se presentan a estos hombres algunas insuficiencias -frecuentes, por aquella epoca, para su condicién social, como el hecho de no saber leer ni escribir. Si bien esto hace que el camino del ascenso resulte mas escarpado que en los demés casos, los objetivos econémicos parecen cumplirze igual. La historia de Pedro G., de qnien no tenemos mas datos que su accionar tal como queds documentado en nuestras fuentes, advierte del funcionamiento de una maquinaria social que se activaba en estos casos, cuando los hombres eran iletrados. La prestacién de firmas parece haber sido un procedimiento habitual en la vida de este jornalero. En efecto, si se rastrean sus operaciones surge que el dia anterior a la compra del lote en cuestién Pedro habria pedido a Hugo (hijo o hermano) que en su nombre y represeniacion solicitara el descuento de una letra de cambio por 70.078” pesos del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Desde ya, para que un familiar pudiera pedir un tal préstamo debia haber estado habilitado por el mis- mo Pedro. Para ello, Pedro acude a un amigo, Mario T., para que con su consentimiento firme el poder especial que habilita al pariente. De esta manera, apoydndose en tres personas diferentes, un anénimo jornalero concreta en poco tiempo una compra y un préstamo bancario, Asi, aun aquellos que en tna sociedad en plena transformacion y cons- truceién capitalista no cventan con todas las armas que se suponen nece- ° Hemos hecho un resumen de ls historias de Clemente M, Juan B, ico N., DolorataG. ., Caumito M. F, Domingo B., Pablo M., Francisco G., Bernardo G.yG. Todos estos cas0s, ha sda eelevados de los protocolos notriales de escribanta Eliseo Parada, enero-diciem. bre de 1910, Poder Especial de Peo G. a Hugo G, Protocolo notarial de escibania Eliseo Parada o ‘Monica Bartolucet sarias para mejorar el lugar que el sistema les tiene en principio destina- do, idearon y llevaron adelante estrategias que se revelaron elicaces para alcanzar los objetivos que se habfan propuesto. En este caso, un mundo de relaciones de parientes, amigos, paisanos o conocidos se entrelazan y operan solidariamente para resolver lo planeado. Cabe preguntarse, llegados a este punto, si el de Pedro es un caso aislado, 0 si el mercado urbano, aun en la primera década del siglo, estaba en realidad impregnado de este tipo de telaciones. Para indagar el alcance de la generalizacion que pueden haber tenido este tipo de pric- ticas, decidimos tomar en cuenta los detalles que a manera de indicios estarfan hablando del grado de proximidad que pudo haber existido entre las personas que compraban y vendian una propiedad. Uno de estos indicios queda en evidencia cuando analizamos el modo en que las propiedades eran pagadas En este sentido, cabemos que en aquellos afos las ventas s¢ cobraban al contado o financiadas. De las fuentes relevadas, surge que el 44,8% de ellas fue pagado en dinero en efectivo al momento de la escritura y que en el 19,4% restante se formalizaba un pago en cuotas, segan ilustra el cuadro a continuacién: Cuadro 3. Formas de pago en operaciones de compraventa de propiedades. Mar del Plata. 1910 Tom ap Pormnay Coniado [4 8% Finwnciado [194% — Recibido con witerionded [15 6 ‘Sin datos [30.2% — Fuente: elaboracion personal a paride dats relevados dels escrituras de compraventa de os protocols notaries, escribania Eliseo Parada y Francisco Rodriguez Etcheto, Cleo de Esenbanos, Delegacion Mar del Plats Pequetos “grandes senores’ Lo interesante es que para un 15,6% de los casos consta en el docu- mento que el dinero ya habia sido recibido con anterioridad, con lo cual la escritura resulta ser la simple formalizacion de la operacién. En reali- dad, la cantidad de casos que explicitan haber recibido el dinero del pago previamente al acto de la escritura, parece confirmar una vision de esta sociedad como funcionando todavia en buena medida bajo las nor- may de acuerdos inforutales y arreglos de palabra entre personas que tenfan algiin lazo que los unia. Esta practica, que hemos medido sola- mente a partir de un indicio, puede ejemplificarse en la historia de Ce- lestina. A la muerte de su marido Olivo A. y urgida por el trimite de la sucesidn, Celestina debe escriturar a nombre de Francisco R., quien ha- bia comprado unos afios atris. Lo llamativo es que Francisco llegs a cons- truir sobre un Tote no escriturado un “edlificio de material” y ahora, a poco de terminarlo, necesitaba él también la escritura porque tenia un comprador. Asies que el 11 de febrero de 1910 R. escritura a su nombre, para poder venderlo nuevamente. No podemos afirmar que estas relaciones de solidaridad afectaran di- rectamente los precios del mercado que, en principio, parecen haber funcionado mayoritariamente regulados por el libre juego de la oferta y Ja demanda. Esta suposicién resulta probable una vez que constatamos que los lotes de una misma zona con la misma superficie no registran variaciones llamativas en sus precios. Sin embargo, cabe prestar alguna atencién a aquellos casos, excepcionales, en que los precios se disparan 0 bajan considerablemente. Otra vez, la explicacién de estas diferencias poultia encontrarse indagando la historia de vida de los actores, y en particular, sus relaciones. Ast, al rastrear la biografia de los protagonistas de una de esas excepciones, descubrimos que comprador y vendedor son dos italianos originarios del mismo pueblo y compadres. Como conchisién preliminar del desarrollo que hemos resumido has- ta aqui, nos interesa subrayar un elemento que surge del estudio de las pricticas econdmicas de los actores. En efecto, en todos los casos, el analisis proyecta un mundo de personajes igualados en un espiritu que se podria calificar de aventura, donde la eficacia de las acciones esta al servicio de la necesidad de una mejora en el rol social, independiente- mente de la categoria ocupacional de los protagonists. Tanto fuera jor- nalero, constructor o hacendado, en la Mar det Plata de 1910 cualquiera de ellos podia encontrar, en la inversion en tierra urbana, un negocio que paralelamente a su ocupacion esencial creaba una fuente de ahorro n Manica Bartluechi que lo elevaria en su condicién. El mercado de la tierra urbana se vio influido en muchos casos por el vinculo existente entre los operadores, quienes al pertenecer a una comunidad acotada mantenian una relacion cara a cara, influyendo en la constitucion de lineas informales de crédito y en la rapida concrecién del acceso al bien anhelado. En el proximo capitulo analizaremos, entonces, si esta dindmica que encontramos al interior del universo de los pequenos comerciantes y jornaleros pudo haber sido tambien la logica predominante dentro del grupo que co- mienza a perfilarse como el mas activo dentro del horizonte econdmico de la ciudad: los hombres del mundo de la construccién Capitulo 4 De artesanos a pequefios empresarios En este capitulo nos centramos en explicitar las estrategias de ascenso de un conjunto de hombres vinculados directamente con la actividad de la construccién, en el periodo que va de 1900 a 1935, Ademas de con- entrarnos en un segmento especifico del mercado de trabajo, el analisis que presentamos en este capitulo se enmarca en el campo de estucios de historia de las empresas que, como serialamas en el marco conceptual de esta investigacion, incurporan a la explicacién macrosoeial la perzpectiva microhistorica de los fendmenos que estudian, Dentro de este campo de anilisis y desde esta perspectiva general, dos enfoques nos permiten des- tacar aspectos relevantes dle nuestro tiniverso. El primero tiene por abjeto el proceso de formacion de pequetias empresas dedicadas a la construc cidn en la ciudad de Mar del Plata en los inicios del siglo xx. El segundo punta a las estrategias de movilidad social que utilizaron un grupo de actores involucrados en esta industria para acceder a una mejor posicién dentro de su propio campo, y el papel que asumteron los vinculos pa- rentales y amicales en esa trayectoria.”” Entonces, a la caracterizacién general de un grupo formado por 83 constructores en su mayorla inmigrantes arribados a Mar del Plata entre 1874 y 1920, sigue el anzlisis de las estrategias de insercién de estos actores en el mercado laboral, as{ como también de los modos de acumu- lacién de capital que se detectaron en el grupo. Por ultimo, el seguimien: to de algunas trayectorias de vida intenta ilustrar la evolucion que se * Vease Mava Liliana Da Orden, “Inmigracion, moviliéad ocupacional y expansion utbi tel caao de los expanotes en Mat de Plata, 1914-1930", ex Cxlion Miratovir Lat roamericanas, ARo 7,'N* 21, Buenos Aires, 1992 peeve de estas cstiones nos han ayudado a pensar los trabajos de Tamara K. Hareven, Family Time and Industrial Time in New England. Industrial Community, op. ct. y Zscarias Mouioukias, Et concepto de rede en historia social: Un istramento de anaisi de la accion calectiva (ime) B

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