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Primers edicin, 1992 D.R.© 1992, Fonbo o€ CULTURA ECONOMIA, S.A, de CV. Carretera Pieacho-Ajuseo, 227; 14200 México, D.. ISBN 968-16-3702-X Impreso en México Footless tr Cuiernes). I Mednse, El proceso de una investigucién DesPuts de dos siglos de buisquedas en los archivos, podemos pensar que lo més substancial de ruestra historia ha sido ya encontrado y estudiado y solo cabe indagar circunstancias y personajes menores de marcos generales bien conocidos. Que atin es posible el descubrimiento significativo lo ha mos- trado Enrique Otte con la revelacién de un fildn ori- ginal e importante. Las Cartas privadas de emigrantes @ Indias. 1540-1616 (Sevilla, 1988), en efecto, abren una ancha ventana hacia el conocimiento de la vida privada y la mentalidad de los espaftoles que, du- rante la segunda mitad del siglo xv, colonizaron las Indias. Las Cartus de Indias (Madrid, 1877) recopiladas por Justo Zaragoza, de carécter general; el Epistolario de Nueva Espatia, 1505-1818 (México, 1939-1942, 16 volti- menes), formado por Francisco del Paso y Troncoso, y las Cartas del Perii (1524-1543) (Lima, 1959), reunidas por Raul Porras Barrerechea, entre los epistolarios mas importantes, tienen la particularidad de con- 7 centrarsi: en documentos de cardcter oficial, esto es, en negocios ptiblicos de indole politica, religiosa, social, aciministrativa o cultural. En los escasos epis- tolarios particulares de personajes de la época, solo es posible encontrar rasgos de conducta e indicios de las intimidades de sus autores. Por otra parte, se habia prestado atenci6n preferente al conquistador, descuidando el estudio de! poblador que, como dice Otte, fue “el organizador econdmico y social de La- tinoamérica en la época colonial”." El descubrimiento que hizo Otte de un fondo de documentos de cardcter privado, en el que predo- minan los pobladores, le ha permitido revelarnos la cara que ignorabamos, el mundo privado de los emigrantes a Indias. lista ha sido una larga tarea de investiyacion iniciada hace un cuarto de siglo. El primer trabajo de esta indole no encajapa en el es- quema que luego seguirfa Otte, pues fue la publi cacion ¢e nueve cartas que, desde Espaita, en 1529 y 1530, :uando preparaba su conquista del rio Ma- raion, escribe Diego de Ordaz a su sobrino Fran- cisco Verdugo, quien se encontraba en México.” Se trata, pues, de un antiguo conquistador que escribe desde Espaita a México para referir los problemas de sus negocios, hacer encargos respecto a su enco- mienda e intereses y dar noticias y opiniones acerca de Hernan Cortés, su antiguo jefe, quien por enton- ces visitaba su primera tierra. Los demas trabajos de Otte, dentro de este grupo, " Envigue: Otte, “Die Eurpscheon Siedler und die Probleme der Neuen Welt Jalrtuch fir Gesluchte ton Stoal, Wirtschaft wad Cevelschaft Latein- anseritas, Colonia, Graz, Band 6, 1969, p. 40. "Enrique: Gite, “Nuwve cartns de Diego de Ordis”, Historia Mexican, El Colegio de México, niims 83 y 54, 1964 8 se concentran en las cartas de emigrantes pobla- dores en Indias. En 1966 publicé “Cartas privadas de Puebla del sigloxvi”; muy interesante conjuntode 41 cartas, escritas entre 1558 y 1616, que recoger en el gran volumen de Cartas privadas. En 1968 apare- cié ”Mercaderes burgaleses en los inicios del co- mercio con México”,‘ 14 cartas procedentes de Santo Domingo y Cuba, en 1520 y 1521, que no se inclu- yen en las Cartas privadas. La carta ntimero 3, de Hernando de Castro para Alonso deNebreda, escrita en Santiago de Cuba, el 31 de agosto de 1520, recoge algunas de las primeras noticias que llegaban a la isla acerca de los descubrimientos ce Hernén Cortés en una tierra que entonces llamaban Venecia: Hernando Cortés, el que alld estaba, antes supo que iba armada desta isla, alz6 velase fuese alla tierra aden- tro de aquella ciudad muy grande que hoy llama Venecia. Que dicen que hoy tiene ochenta mil vecinos, y Ilérnanla Venecia por su granceza y porque esta cer- cada de agua con sus puentes levadizos.. Este Cortés esta como digo en aquella ibdad, que hay de la mar all sesenta 0 sesenta e cinco leguas. Dicen que est muy requisimo de orce plata, e todos los que con élestan lo mesmo, econmuchoamor can los in- dios, y espera, como digo, respuestade all {de Castilla. y luego refiere noticias de la expedicion de Nar- véez enviada a “procurar venganza del Cortés”, El ao siguiente, 1969, Otte publica su 2studio so- bre los pobladores, “Die Europaischen Siedler”, ya 2 Jatrbuc.. Bae 8 Colonia, Gear 196, pp. 1087 ‘Historia Mexicana, 69 y 70,1968 * Op. cit, pp. 120 y 121 citado, con diez cartas, de 1570-1574 , que recogeré en Cartas privadns. En 1970 aparece “La Nueva Espaiia en1529”,‘con tres cartas de esta fecha del oidor Diego Delgadillo y de su hermano Juan Peléez de Berrio, dirigidas a Juan de la Torre; y de Juan de la Zarza, di- tigida a Francisco de las Casas, el primo de Cortés enviado a las Hibueras para hacer justicia a Crist6- bal de Olid. Estas cartas no se incluyen en las Cartas privadas. En Letters and People of the Spanish Indias. Sixteenth Century, editado por James Lockhart y Enrique Otte’ en 1976, se retinen 38 cartas, traducidas al inglés y comentadas. Diez de ellas, publicadas pre- viamente por Otte, se incluyen en las Cartas privadas. Ademés de estos trabajos, que son los que cono- cfa previamente y me habjan revelado tan rico fil6n hist6rico, Otte ha publicado otros estudios sobre los mismos temas: cartas de mercaderes vascos en el Pert y en Tierra Firme, y una “Semblanza espiri- tual del poblador de Indias (siglos xv1 y xvi)” (1971), que no conozco. Es autor, asimismo, de una exhaus- tiva monografia sobre Las perlas del Caribe: Nueva Ciidiz de Cubagua (Fundacién John Boulton, Cara- cas, 1977). Las “Cartas privadas” Tales fueron los pasos previos que dio Enrique Otte antes deculminarsuinvestigacién con|a publicacién, fechada en 1988, de las copiosas Cartas privadas deemi- grantes a Indias.’ Esta monumental obra recoge un * Historia y sci on el wnnco de haba espaol: Homenaje a fest Mirada El Colegio de México, México, 1970, pp. 95-111 * Cambridge University Press, Cambridge, 1976, "Cartas prions le emigraites a Indias, T340-1616, Autor: Eosique Otte, con 10 total de 650 cartas, escritas por 529 personas (51 mu- jeres), entre 1540 y 1616, enviadas por emigrantes espaiioles, residentes en Indias, a sus familiares 0 personas allegadas en Espaiia, para invitarlos, como asunto principal, a las nuevas tierras. Los destina- tarios debfan presentar estas “cartas de llamada” como piezas de prueba en sus solicitudes al Consejo de Indias para obtener permisos de viaje. Tal exi- gencia explica que dichas cartas privadas se hallen concentradas en el Archivo General de Indias, en Sevilla, donde las encontré Otte.” Las cartas proceden, 240 de la Nueva Espaiia (146 de México y el resto de otros lugares entre los que destaca Puebla, con 38 cartas); 192 del Pert (94 de Lima), entre las més numerosas; y el resto provienen de ciudades y pueblos de Centro y Sudamérica y las Antillas; de Cartagena hay 33 cartas; de Potosi y Panama, 29 de cada una, y una sola, al final del libro, de Manila, en las Filipinas. Como sefiala Otte, “Los afios de maxima frecuen- cia son 1571 a 1594, con cumbres en 1574 (32 cartas), 1580 (28 cartas) y 1577 (27 cartas), lo que confirma que en 1580 comenz6 la ‘madurez’ de la colonizacién es- paitola de América”." Los destinatarios mas frecuentes eran las esposas, seguidas por los sobrinos; muchas otras se dirigian a hermanos, primos, suegros y enamoradas de los emigrantes. la colaboracién de Guadalupe Abi, Priloge de Ramin Carande y Thovar, V Centenario, Consejeria de Cultura, Janta de Andalucia, Escuela de Este ddiog Hispana Americanes de Sevilla, Sevilla, 1988, 611 pp. * AGH, Nuova Espana y Peri, Indiferente General, 2018-2075, 2077-2107 y 1209 55, y 1974 * Enrique Otte, "Estudio preiminar", Cares pris, p. 1 i Los lugares de destino eran muy variados: 189 ciudades, villas y aldeas espafiolas, abundando los pequefwos poblados. De 474 cartas con destino iden- tificado, el 36.16% van a la regién de Andalucia; el 32.35% a Castilla la Nueva; el 16.28% a Extremadu- ra; el 9.73% a Castilla la Vieja; el 2.54% a Leén, y el resto a las demés regiones peninsulares. Otte hace notar que esta distribucién coincide, en términos generales, con las cifras encontradas por Peter Boyd- Bowman en sus estudios sobre la emigracion espa- ola hacia las Indias. Panorama de la emigraci6n Del ctimwulo de noticias interesantes que hay en estas cartas, Enrique Otte hace una buena selaccién en el “Estudio preliminar”, ademas de la descripcién ge- neral que antes se ha resumido. Entre los temas que sefiala se encuentran los siguientes. Bajo el rubro “Los grupos profesionales” se refiere sucintamente a los soldados, encomenderos y empresarios, la ac- tividad de agricultores y ganaderos, las chacaras de coca, los mineros y sus riquezas y esclavos, los mer- caderes. los comerciantes proveedores de minas, los centros comerciales y portuarios, los tenderos, la fortuna de los grandes empresarios, los matrimonios de conveniencia, los industriales de pafios en Puebla y sus obrajes, los transportistas en recuas y carretas, los artesanos: sastres, sederos, barberos, carniceros, curti¢ ores, bordadores, cerrajeros, pintores, dora- dores, plateros, gorreros, calceteros, canteros, maes- tros de obras y cantores de iglesia; los profesionales: 2 clérigos, abogados, médicos, catedraticos, escriba- nos, administradores y mayordomos; y los funcio- narios: un virrey de Nueva Espaiis, un gobernador de Cartagena, un corregidor y otrosde menor rango. En el rubro siguiente, “Los motivos de la emigra- cin”, expone que la verdadera meta de los emigran- tes, cualquiera que fuese su oficio o profesion, era la “explotacién de la riqueza de América” (p. 21). Por ello, ponderan con exageraci6n las riquezas del Nue- vo Mundo, sus ganancias personales y la facilidad con que, con trabajo y mafia, se han enrisquecido. El tema de la fertilidad de algunas de las tierras ame- ricanas es frecuente; en consecuencia, los precios de cereales y carnes eran bajos y los salarios altos. Esto los lleva a considerar con desprecio la miseria de Espaiia, donde “nose pueden sustentar los hombres” yajactarse dela opulencia en que viven ios emigran- tes en contraste con las pobrezas espaito.as. Sin em- bargo, algunos son pesimistas y otos hablan de las pestes sufridas sobre todo por ios indios. Otro tema importante que aparece er. las cartas de los pobladores es el de la dignidad del trabajo, “nuevo concepto de la honra”, dice Otte. Dejando a un lado prejuicios y orgullos, los emigrantes hacen toda clase de trabajos, se hacen mercaceres y co- merciantes, porque lo importante es tener y no la manera de conseguirlo. Bajo el rubro “Las remesas y las llamadas”, refie- re los envios de oro y plata, en pedazos quintados, que hacfan los emigrantes a sus familiares para gas- tos de vieje y para auxiliarlos, Las remesas, siem- pre azarosas, se confiaban a conocidos que volvian a Espaita, y cuando se iniciaron los secuestros forzo- 13 sos de bienes que hacia la Corona, muchos renuncia- ronahacerlas.Otrosenviaban productos americanos: cueros en abundancia, ail, cochinilla, joyas, muchas perlas, papagayos y periquitos. En ocasiones, los envios metalicos eran para dotes de casamientos, porque se decia que era preferible que las mucha- chas se casaran en Espaiia donde las dotes eran mas bajas. En cambio, a los hombres les convenia ca- sarse en América, aunque no abundaban las muje- res espaftolas. ‘Algunos de los emigrantes se preocupaban por- que sus hijos 0 sobrinos, en la vieja Espana, se edu- caran antes de venir a las Indias, para mejorar sus posibilidades de ascenso social. Las quejas por la falta de cartas es constante en los emigtantes solitarios. Quieren saber de sus familia- res y cosas de la tierra, y reuchos se enfadan por- que no reciben respuesta 0 porque los llamaclos de- moran su viaje. Las esposas son esperadas, no solo para evitar multas y deportaciones, sino también por amot, expresado a menudo con efusion y deses- peracidn, Uno de ellos dedica a su mujer toscos ver- sos, mezclados con amenazas (174);"" y otro niega que esté amancebado y dice: “quiero mas vuestro pie muy suicio que a la més pintada de todas las in- dias” (86). A sus mujeres les prometen que en las Indias no trabajaran més y pasarén su vida “senta- das en los estrados” conversando con amigas (437). Tan vivo como el amor de los casados se muestra el amor a los padres cuyos trabajos se lamentan. Y cuando no tienen ni mujer ni hijos ni hermanos, in- sisten en la venida de los sobrinos para ayudar a © Van entre paresis los ince def cats 14 los solitarios y para que la fortuna de estos quede en familia En el rubro "El viaje", Enrique Otte sefala que, para los futuros emigrantes, “més diffcil que conse- guir la licencia era vencer el miedo al cambio’ (p. 28). El miedo al mar, a sus tormentas y naufragios; a la amenaza de piratas y corsarios, a las incomodida- des extremas y larga duracién de los viajes, y sobre todo esto, la dura decisién de abandonara tierra pro- pia y conocida para aventurarse en lo desconocido e incierto, pesaba mucho en los invitados a viajar al Nuevo Mundo. Los ya emigrantes mis pudientes aconsejaban a sus parientes que tomeran cémara en las naos, y muchos daban instrucciones para el avituallamien- to o matalotaje de que debian proveerse, y reco- mendaban que las mujeres no viajaran solas sino en compaiiia “de otras mujeres honradas... porque es muy bellaca la gente de la mar”. Dabanse también indicaciones precisas sobre los vestidos que las mujeres debian usar en el viaje, los que eran adecuados y eran moda en las nuevas tierras. Algunos aconsejaban que se compraran es- clavos negros para que los sirvieran en el viaje, y porque en Espafia valian menos que en Indias. ¥ hacian multiples encargos de productos que les fal- taban o que tenfan mercado seguro, como telas y confecciones, asi como instrumentos y materiales para los variados oficios de los emigrantes. En fin, como para desalentarlos del viaje, se pre- venia a los invitados contra los peligros de las pes- tilencias en los barcos, lo malsano de los puertos de Veracruz y de Nombre de Dios, y se les recomenda- 15 ba comer poca fruta en este tiltimo puerto y guar- darse de mujeres y de andar por el pueblo de noche © amediodia, “por los calores que hacen y aguaceros”, “La vuelta a la patria”, rubro siguiente, recoge la nostélgia de muchos de los emigrantes, sobre todo los qe habian pasado en Indias mucho tiempo, por volver a su tierra. Querian ir a morir entre los su- yos, Dero con fortuna. “No pueden ir a Castilla sin plata, porque les afrentarén todo el mundo” (483). Sin embargo, algunos prefieren quedarse en la nueva tierra, que ha sido generosa con ellos, el resto de su vida. “Si volviera a Espafia —dice un residente de Potosi— tuera pisaterrones como antes” (590). En “Indios y negros” sefiala Otte la actitud “des- pectiva, o en el mejor de los casos patriarcal” de los emigrantes espafoles hacia aquéllos. Pero hubo ex- cepciones, como la de un residente en México que cas6 con india, “muy a mi voluntad, y el mismo aftade que le salvé la vida una mujer morena: “La debo mas que a mi misma madre” (27). En “La religiosidad” hace notar el profundo sen- tim-ento de esta indole que tiene el emigrante. La propia salvacién es lo mas importante. Un enco- mendero de Casma, buen cristiano, tras de explicar que cobra pocos tributos a sus indios, dice: "Paré- ceme que dirén allé que eso que doy a los indios que fuera mejor darlo a mis parientes. A estos hi- jos debo que me han servido treinta y tantos aiios, y es cleuda de vida, y si no se lo diese irme ya al infierno” (528) Adversidades y muertes, asi como la pérdida de bienes, son vistos por ellos con estoicismo cristiano, y las aceptan como el cumplimiento de la voluntad 16 divina. Algunos hacen envios para misas de difun- tos y obras pias en sus pueblos. En “La virtud”, ultimo rubro del "Estudio preli- minar”, el investigador se refiere a los ecos erasmis- tas que percibe en la preocupacién de los ernigrantes por la vida virtuosa. Honra y virtud, consideradas como sirénimos, eran constante recomeridacion en Jas cartas dirigidas a los familiares. El virtw1oso es el hombre de bien. “Esta es buena tierta para los que quieren ser virtuosos, aplicados y hombres cle bien” (96), decia uno de ellos. En consecuencia —concluye Enrique Otte—, parece que el emigrante no acttia solamente por egoismo cuando Hama a sus parientes. Estaba verdaderamente convencido de la mejor calidad del Nuevo Mundo, y que la vida en América hacia a Jos hombres mds ge- nerosos: “Aunque no tuviere sino el hacer a los hom- bres de corazones largos, era causa para dejar las mi- serias de Espana” (446), y otro dice que América lo transformé: “Ya no seré lo que antes era, porque iré tan otro que los que me conocieron digan que no soy yo" (571). Visto asi, América del Sur, antes que la del Norte, fue estimada por los emigrantes espafoles como la tierra prometida, donde era posible realizarse plena- mente y alcanzar la felicidad. El “Estudio preliminar” de Enrique Otte, que pre- cede a los textos de las Cartas privadas, y que acabo _ deresumir, es un estudio notable que, ademits de des- cribir los aspectos externos de las cartas, examina los méviles, los sentimientos, las costumbres y las ideas, en suma, la vida privada y las mental: dades de 7 los emigrantes a Indias en la segunda mitad del siglo xvt Es, pues, un estudio suficiente para acer- carnos al conocimiento del precioso repertorio de las Cartus privadas. Sin embargo, es tan rica de suges- tiones la lectura de estas 650 cartas que, como un apéndice a dicho “Estudio preliminar”, ofrezco en seguida algunos comentarios més. En ocasiones, amplio las exposiciones del investigador obien sefia- lo antecedentes o preciso circunstancias hist6ricas 0 me detengo en temas no considerados 0 aspectos de lengua y estilo 0 en rasgos de conducta y en sen- timientos peculiares. 18 Let 1. Fl descubrimienta colectivo de las cartas DesbE la Antigiiedad y la Edad Media, apéstoles, reyes, gobernantes, conquistadores, letrados y nego- ciantes han escrito cartas piblicas y privadas. Desde siempre, también, han ocurrido grandes migracio- nes de invasores y pobladores que han dejado sus patrias originales para extender su dominio y esta- blecerse en tierras remotes. Entre ellos, los coloniza- dores espafoles de América constituyen, me parece, el primer caso hist6rico de una migracién masiva que siente la necesidad de escribir cartas. Ni roma- nos ni barbaros ni godos ni hunos ni Arabes escri- bieron cartas a sus parientes lejanos con la abundan- cia y la profusi6n con que lo hicieron, en el siglo xvi, los espaitoles dispersos a lolargo del Nuevo Mundo. El despertar renacentista de la individualidad, una educacién mucho més extendida y apremios exter- nos determinaron la redaccién de estos centenares de cartas, dirigidas a sus parientes de Espaiia para contar sus vidas y apurarlos a que viniesen a acom- pafiarlos. 19 2. Antecedentes y circunstancias: los casados xy sus problemas EI 20 de marzo de 1524, en la recién conquistada y reconstruida ciudad de México-Tenochtitlan, el en- tonces gobernador y capitan general Hernén Cortés, preocupado por arraigar en la tierra a los conquis- tadores y pobladores, incluy6 en las Ordenanzas de buen gobierno la siguiente disposicion: ftem: porque ms se manifieste la voluntad que los pobladores destas partes tienen de resedir e perman> cer en ellas, mando que todas las personas que tovie~ sen indios e fuesen casados en Castilla e otras partes, traigan sus mujeres dentro de un aio e medio, primero siguiente de como estas ordenanzas fuesen prego- radas, so pena de perder los indios e todo lo con ellos adquirido e granjeado; e porque muchas personas podrian poner por achaque aunque toviesen aparejo, de decir que no tienen dineros para inviar por ellas, por ende, las tales personas que toviesen esta necesi- dad, .parezcan ante el reverendo padre fray Joan cle Tacto, e ante Alonso Destcada, tesorero de Su Majes- tad, a le informar de su necesidad, para que ellos la comuniquen ansi, e su necesidad se remedie. E si al- gunas personas hay que son casados que no tienen sus mujeres en esta tierra, e quisieren traellas, sepan que trayéndolas serdn ayudados ansi mesmo, para Jas traer dando fianzas. Aunque no haya tenido cumplimiento general e inmediato, la disposicién de Cortés fue antecedente importante de una serie de leyes que expidié la Co- rona, a partir de 1546, tocantes a esta cuestién de las esposas que quedaban sin maridos en Espaiia. 20 Descubrimientos, conquistas y colonizaciones habien sido empresas arriesgadas y de aventura, propias para hombres, pero cuando comenzaron a formalizarse los asentamientos de poblacién, se advirtié la necesidad de que los espaioles casados, avecindados en Indias, tuvieran consigo a sus mu- jeres. Tratabase de evitar en lo posible los amance- bamientos con indigenas, de proteger a las esposas abandonadas y de afianzar el arraigo de los pobla- dores en las ciudades y pueblos del Nuevo Mundo. Las leyes espaiiolas que regulaban estas cues- tiones tenian los propésitos sefalados aunque fue- ron matizndose con disposiciones adicionales. La preocupacién mayor acabé por ser la de evitar que se aprovechasen los permisos de viaje para que vi- niesen a Indias mujeres que no estaban casadas 0 bien queeran de las “prohibidas”, “nueva:nente con- Vertidas 0 penitenciadas por el Santo Oficio”. Asf pues, quienes decidfan viajar debian proveerse de constancias formales tanto de su matrimonio como desu condicién de cristianas viejas”, ademas de pre- sentar una prueba de la existencia en Indias del marido que las solicitaba. Como el viaje a Espafta de los propios maridos era dificil —aunque se les prometia conservarles sus encomiendas 0 preben- das—, casi todos optaban por pedir a sus mujeres que viajaran solas, acompaniadas de algiin pariente © matrimonio amigo, o de algrin esclavo, que las protegiera durante el viaje. Una vez notificados los casados en Indias, debian dar fianza para asegurar el cumplimiento de su obli« gacién, en un plazo de dos aftos. Llegado este plazo, en caso de incumplimiento eran apzesados, a veces 21 engrillados y embarcados de vuelta a Espafia, y per- dian todos sus bienes (95 y 193). Unos huian hacia Filipinas, que llamaban China (178) y otros se es- condian en las minas (221). Estos extremos explican la desesperacién de algunos de los autores de cartas, encareciendo y aun amenazando a sus mujeres para que viajasen cuanto antes. ‘Ademis de las Ilamadas a las esposas, se presen- t6 otro caso muy frecuente. Transcurridos los afios, un néimero considerable de conquistadores y sobre todo de pobladores se habjan enriquecido y enveje- cido y, por diversas citcunstancias, se habian que- dado solos, sin pariente que compartiera sus traba~ jos y a quien pudiesen heredar. También existian viudas que se habian quedado al frente de las en- comiendas o empresas del marido, cargo excesivo para ellas, cuando no tenjan hijos o parientes consi- go. Unos y otras escriben a sus parientes de Espafia para encarecerles que vengan a auxiliarlos herma- nos o primos y, en muchos casos, sobrinos a los que, a cambio de su compaiia y apoyo, ofrecen dejar como herederos de sus bienes. Por su parte, las esposas 0 los parientes residen- tes en Fspafia y que decidian viajar, ademas de las constancias antes mencionadas, debian presentar al Consejo de Indias las “cartas de Hamada” de sus pa~ rientes, como prueba del propésito de su viaje. Esta exigencia explica el que estas cartas privadas se en- cuentren en los expedientes de quienes solicitaban permiso para emigrar a las Indias.’ Gracias a ello, y al feliz encuentro de Enrique Otte, de este excep- cional cuerpo documental, es posible asomarnos a * Véase inf, nota 9 22 las intimidades de los pobladores de Indias en la segunda mitad del siglo xvi 3. Evolucién del emigrante A propésito de los memoriales de méritos y servi- cios de conquistadores y pobladores de Nueva Espafia, escritos entre 1540 y 1550,’ su editor don Francisco A. de Icaza seftala que, al lector de la recopilacion le sorprendera que en muchos de los memoriales transcritos se declaren como merecimientos no tener oficio ni beneficio, hallarse cargado de hijos, legiti- mos e ilegitimos, sin tener con qué sustentarlos, y agobiado de deudas, por sostener caballos, armas y servidumbre, correspondientes a posicién fuera de sus recursos; y que este relajamiento y despilfarro se presenten y declaren para pedir o exigir, segtin el temperamento del solicitante, un beneficio estable en Ja Colonia o un socorro permanente en las Cajas reales. Entre los 1385 solicitantes que figuran en este Diccionario, los hubo también que habian hecho servicios y aun hazaiias importantes en la conquis- ta, o bien que si tenian oficios utiles. Sin embargo, * Lake ir ac respstvn se etn om Poa, Ceri de sgnna, 1563, 6.179 v y 125 v-—- Encions, Calulario iia, 1596, (4 28a Gna nes 874 Ae BR vB Record een reef Ida X26, eyes an Wey Lane Net mie dean iin TED. Leap. anie ne Note oe Fancice Ade ketanDicetoe onthe de cotyledons 9 ill de Ma Epa, sr ee via pon Mod, 1328 imtradueckin, op. ci, px 23, cas. todos aspiraban a recibir en compensacién en- comiendas de indios, 0 a mejorar las que ya tenia, 0 bien a recibir cargos puiblicos u otros auxilios que les favorecieran. De una u otra manera, la impresién doninante en estos memoriales es que la mayoria de ios solicitantes aspira a vivir sin esfuerzo personal y a costa del trabajo de los indios, gracias a la enco- mienda. Estos solicitantes eran antiguos conquistadores 0 sus herederos y los primeros pobladores llegados a la Nueva Espaiia ya pacificada en lo principal. Unos y ctros estaban estableciendo la nueva sociedad criolla mexicana. Trasellos llegarian a todas las Indias nuevas oleadas de emigrantes, enipujados por la crisis econémica que sufria Espaiia. Algunos todavia logran recibir encomiendas de indios. Sin embargo, un ntimero considerable tiene ya oya mentalidad y ahora confian en su propio esfuerzo, en los oficios y profesiones, en el comercio, la agricultura, la ga- naderia, la mineria y las industrias. Como apunta En- rique Otte, “frente al ideal de una vida preferente- mente sefiorial de los conquistadores se impuso la practica de la multiple actividad econémica”.® Cosme Rodriguez, que fue alarife en Tehuantepec en 1556, cuenta a su mujer que en un tiempo anduvo agitado, a la mala ventura y padecié carcel. Ahora, que ha sentado cabeza y se puso a trabajar, Dios le “na dado mas que todo mi linaje tenia” (212). Y Bartolo- mé Pérez, que era teniente en Zinapécuaro en 1557, Gice a su sobrino: “Muchas cosas tenia que escribir te es'a tierra a vuestra merced, solo quiero decir una, y § Brique Otte, “La Nueva Espana en 1529", Historie y sociedad, op. cit, pa 24 es que los hombres que saben trabajar y se dan a la virtud tienen de comer, que los que no, no” (226). Han descubierto, pues, que el trabajo, cualquiera que sea, les da honra, porque lo importante es tener fortuna: “nunca preguntan a qué lo ha ganado fula- no, sino qué tiene, y en diciendo quetiene algo, tapan todos la boca y callan” (487), dice Celedén Favalis, desde Lima en 1587. Y él mismo afiade que en las nuevas tierras los hombres “se ponen a cosas que en Espaiia no lo harian los picaros”. El ernigrante ha descubierto también la eficacia de la solidaridad y, siguiendo un uso que se mantiene entre los espaiio- les, era “amo y sefior —como observa Brading— de los dos caminos que con mayor seguridad condu- cian a la riqueza en el México colonial: el comercio y el matrimonio”. 4. Insensibilidad para la nueva tierra Los temas dominantes en las cartas son la vida y el trabajo duros, la abundancia de la tierra, la riqueza que muchos han alcanzado y su esperanza de vol- ver a sus pueblos para morir en ellos. “Aunque esta tierra es buena para ganar de comer, no lo es para envejecer enella, porquees tierra dondese tiene poco contento para poder estar en ella” (47), dice de Mé- xico en 1574 Andrea Lopez de Vargas. Juan Zorrilla de la Concha cuenta en 1589 que ka corrido mucho mundo, estuvo en China y alld y en México se enri- © D. A. Brading, Miners y comerciantes en ef Mésico torbinice (1763-1810), (971) Trad. de Roberto Gémez Cia, Forlo de Cultura Econémica, MC ico, 1975, Segunda part, cap. lp. 150. 25 quecid. Pero, en los tiltimos aftos, los “ingleses y la mar” lo han hecho perder més de cien mil pesos. Esta ya muy cansado, le parece temeridad tentar mas a la fortuna, y pide a su hermano su opinion sobre su proyecto de volverse "e it a morir en sus barda- les” (198). Estas nostalgias por el terruiio son naturales. Pero también lo seria que vieran con alguna curiosidad a la nueva tierra que enriquecié a tantos emigrantes. A los parientes a quienes escriben debié de intere- sarles tener alguna noticia de esas nuevas tierras a donde los Hamaban. Sin embargo, no les descri ben cémo son esas tierras. Como son las ciudades pueblos donde viven, cudles son las costumbres de los nativos, cuales sus comidas y cual es su nueva vida. Solo se refieren alo que importa a su provecho, si tienen 0 no indios en encogienda, y ala feracidad de las tierras y la abundancia de bienes. Es decir, que la mayoria de estas cartas pudieran haber sido escritas en cualquier otro lugar que ofreciera seme- jantes posibilidades de enriquecimiento. Frente al desprecio y recelo que la mayoria siente por indios y negros, uno solo, el encomendero de Casma, An- drés Chacon —ya mencionado—, se refiere a ellos con reconocimiento y actitud paternal. 5. Curiosidades y acontecimientos Si no describen su nueva vida, algunos emigrantes cuentan al menos curiosidades remotas. Una mujer viuda, desde México en 1574, refiere a su hermana noticias de China (Filipinas), “la tierra més prospe- 26 ra que hay en el mundo” y de donde trae el galeén “cosas muy ricas, que en Espaiia no las puede haber mejores ni tan pulidas” (61). Otros refieren aconte- cimientos graves, como la peste de 1576 que asol6 a los naturales en México, “que es la mayor léstima del mundo... y en la provincia de Tlaxcala, donde yo resido, se habla de que han muerto mas de 80 000 personas, y en nuestra hacienda se nos murieron més de 200” (72). Pedro de Najera, que escribe las cartas mas extensas de esta recopilaci6n, cuenta a su hermano la llegada a Lima, en 1586, del séptimo virrey del Pert, don Fernando de Torres y Portu- gal, y sus malos modos y asperezas; y le refiere el gran temblor que destruyé Lima, el 9 de junio de ese afio, y cémo, ademis, “salié el mar de noche” y el puerto de El Callao quedé convertido en laguna. El fue a rescatar a un sobrino y a su hermana, “ha- ldlos hechos mares de lagrimas” y perdieron casi todos sus bienes: ropas, libros, azogue para vender en las minas y herramientas. El virrey, al que tu- vieron que rescatar en brazos, no dio ningiin auxilio para remediar las desgracias. Y después del temblor y las inundaciones, todos, hasta los gatos, sufrieron una epidemia de sarna, que se curaban con huevos y azufre o refregandose limones (484). Otro cuenta las rebeliones que, en 1599, ocurrieron en Chile y en Potosi —”a los principales les han cortado las cabezas”— y que andan ingleses por aquellos mares del Pacifico Sur (511). Y otro emigrante refiere las inundaciones que sufrié la ciudad de México en 1604, en que la laguna crecié “como una mar”, las acequias se derramaron y la ciudad estuvo "con mu- cho cuidado y peligro” (144) 7 6. El cultivo de la coca A los emigrantes que fueron al Perti les produjo macha curiosidad el cultivo de la coca, del cual se posesionaron sobre todo en la regién del Cuzco. “Tengo una chacara de coca en los Andes del Cuz~ co —dice Francisco Alvarez en 1594—, que vale diez mil pesos de plata ensayados” (532). Otro re- fiere en 1561: “Vuestro hermano Pedro Gomez Ma- rr6n... tiene una hacienda y granjeria muy gruesa en una estancia de coca, que le renta cada un aito mas de ocho o nueve mil pesos” (535). Otro cuen ta, en 1574, que esta “de camino para Potosi a 2 brar mi hacienda y vender mil cestos de coca, que es una yerba que aci comen los indios” (547). Mi- guel de Aranda, otro residente en Cuzco en 1576, exzlica a su hermano pormenores de este cultivo: son unas haciendas tan delicadas que, si cada tres meses no las labran, piérdense mucho. No son tierras de pan Hlevar [esto es, de cereales], ni vias ni olivares sino una yerba como zumaque, tan alta como un hom- bre, ni mas ni menos, que se llaman chacaras de coca, y es una yerba que la comen los naturales de esta tie- ra, ¥ no la tragan mas que mascada, y es de grande estima entre ellos, y esta en poder de nosotros, que ella no es gente que la sustente, sino muy poco. Ella ¢s la mejor moneda que hay en esta tierra, porque por ella se halla cuanto estas Indias tienen, oro, plata y ropa y ganados, y cuanto tienen dan por ella no mas Para mascarla. Es un érbol que dura poco... Es como digo de mucho precio, que vale un cesto de ella, que asi se llama, que tiene diez y ocho libras de coca ordi- nariamente, tres ducados y medio, y tres ducados 28 Esto ha sido de un ano a esta parte, porque tres aitos antes no valia mas de dos ducados... Yo cojo cada tres meses trescientos cestos... (549) 7. Pobreza de Esparia y rigueza te la nucva tierra A un sobrino recién casado le dice Juan Fernandez Sigurilla en 1589 que, “antes que [os] cargusis de hijos en esa tierra tan miserable os pase a estas partes, especialmente donde yo estoy, que esen esta ciudad de México, donde yo os podré favorecer” (104). Y un emigrante en Puebla, en 1611, comenta: “Me han dicho que Espaiia esta perdida en pobreza” (188), ‘A muchos les da por jactarse, contrastando su opu- lencia en las Indias con la pobreza de Espafia: “Gas- taré yo mas carne en la semana que toda esa villa de Aranzueque... porque la tierra es fértil y lo su- fre” (240), dice Hernan SAnchez, er. 1569, desde al- guno de los San Martin que hay en México. Y en Panam, en 1566, presume Francisco Morales: “Po- seo yo mas que todo mi pueblo junto” (272). ¥ otro, también residente en Panam, escribe a su herma- no en 1572: “Decis que estais pobres, eso ya me pa- rece orden comuin de los espafioles” (274) En el periodo que cubren estas Carlus privadas, 1540-1616, y especialmente a partir de 1570, Espaita sufrié una revolucién en los precios que encarecié gravemente la vida en la Peninsula. Los crecientes envios de oro y plata de las minas del Nuevo Mundo, que Hamilton ha calculado, para el periodo 1503- 1660, en un total de 182 toneladas de avo y 16 886 toneladas de plata, han sido considerados uno de los factores que determinaron este encarecimiento de 29 la vida? “En Andalucia [en el transcurso del siglo xv1] —comenta el historiador—, los precios se quin- tuplicaron, en Castilla la Nueva se cuadruplicaron y en Castilla la Vieja y en Valencia solo subieron tres veces y media”." El 22 de mayo de 1581, el ingenie- ro Juan Bautista Antoneli afirmaba que “los precios de los articulos han subido tanto que ni los sefiores, ni los caballeros, ni los villanos, ni los clérigos pue- den ya vivir con sus ingresos”; y un memorial de la Corona, que las cortes aprobaron el 18 de noviem- bre de 1600, se lamentaba que, “a consecuencia de los exorbitantes precios, la desnudez y la enfermedad hacian estragos en el pats, que el ntimero de mendi- gos, ladrones y prostitutas habia aumentado, que los ricos solo podian vivir hipotecando sus propiedades y que los pobres estaban muriendo de hambre”.” Los mismos emigrantes,con su ausencia de Es- pafia, y la enorme demanda de semillas, viveres, aperos, titiles de labranza, animales domésticos, he- rramientas y todas las mercaderfas existentes que se enviaban a las Indias, contribufan también a este encarecimiento de la vida espafiola. A fines del siglo xv1, fray Geronimo de Mendieta sentenciaba que, como un castigo apocaliptico, todas las fortunas y todo el oro y plata de Indias se han vuelto “dinero de duendes”, y ahora los espaitoles, Espafia y el rey mismo estan mas pobres que antes de que se descubriesen las Indias." ? pe J. Hamilton EI teu amricn y by rece de os proves en Espa sna, 1561-1650, (1934), Trad. de Angel Abad, Editorial Aric, Barcelona, 1973, tabla 3 p. 35, *Opeeit, 2a. parte cap. 9. * id \© Fray Gerdnimo de Mendieta Historia celesidstin tins, ed. de Jonquin Garcia learbalceta, México, 1870, lib IV, ap. xL¥ 30 Los emigrantes no se preguntaban cudles eran las causas que habian enriquecido pasajeramente a Es- pafia y la habfan empobrecido. Solo recogian los ecos de esta dureza de la vida en aquellos aiios, y ofre- cian a sus parientes la promesa de una vida facil y acaso una fortuna en las fértiles tierras del Nuevo Mundo. Las noticias que enviaban de la riqueza de las Indias eran como fantasias de cuento para per- turbar al hombre mas sereno. Francisco Sanz Here- dero, para persuadir a su hermano de que le man- de al mayor de sus sobrinos, le dice que en Lima, en 1581: hay la mejor labranza que hay en el mundo, todo que cogemos quinientas fanegas de pan de una fanega, sin llover gota en todo el aio, que os parecera cosa de milagro, sino todo de regadio. La carnees de balde. Oro y plata no hay que decir, que es como tierra, y podrén venir como unos principes (471). Espera, pues, que su hermano y sus sobrinos “pa- sena la mejor tierra que Dios ha criado en el mundo”, Otro residente en Lima en 1576, abundaba sobre las peculiaridades y bondades de aquel clima: es la mejor tierra que hay en el descubierto, rica, ‘er- tilisima de pan, carnes, pescados, frutas, cuantas hay en Espafia. Es tierra que jamas llueve, ni truena, ni hay tempestades, ni hace mucho frio ni mucho calor, ni crecen los dias, ni menguan en todo el afio. Y con no Ilover, como digo, se cria todo lo que digo abun- dantisimamente, porque hey rios que bajan de las sie- rras, que es donde Hlueve, y con acequiias riegan todo lo que quieren, y para mayor fertilidad envia Dios a 31 las noches una molinilla [ahora Hamada garda] nvay menuda, como rocio, con que se refresca toda ia tier. En fin, ella es tal que ningdn hombre la verd que 90 olvide a Espana (446). Habia, al menos, una pizca de exageraci6n en estas poaderaciones de las bondades del peculiar régi- men de lluvias de la costa peruana. Desde Tru al aorte de Lima, otro emigrante dice a su hermano que venga a esta tierra, por ser la mejor que calienta el sol, que nunca en ella hace frie ni calor, nunca Tlueve jamas. Bs muy proveida de pan, que hay tanto trigo que se provee de aqui el reino de Tierra Firme de harina. Hay en ella muchas cares de vaca, carneros, puercos y cabras, anuchas frutas de membrillos, granados, higos y uvas y otras muchas de estas tierras, gran salud, bendito Dios (519). . 3emejantes venturas, aunque menos exageradas, describen y ofrecen a sus parientes los emigrantes en Nueva Espafia. Juan Cabeza de Vaca cuenta a stt mujer en 1594 en esta tierra no se sabe qué casa es hambre, porque se coge trigo y maiz dos veces al afio, y hay todas las frutas de Castilla, y muchas més de Ja tierra, donde no se echa de menos a Espaiia, y asi la gente pobre lo pasa mejor en esta tierra que no en Espaha, porque mandan siempre y no trabajan personalmente, y siem- pre andan a caballo (127), Esta es, pues, la imagen misma de la felicidad para los pobres: una tierra prédiga, un clima templado y el antiguo “pisaterzones” montado en su buen caballo ordenando el trabajo a los indios suimisos. Otro es un poco més realista, pues solo prome- tw: “la mejor tierra que tiene ei mundoa trueco de un poco de trabajo” (142a) Los emigrantes que han ido a la region de Puebla y Atlixco elogian en 1558 la riqueza de esa tierra *adonde se coge trigo dos veces en el afio, una de riego y otra de temporal, para que allé acabaramos nuestra vida” (149). Otro residente en Puebla, en 1576, lo confirma. "Si aca quisiéredes ser labrador, aprovecharos ha el trabajo mejor que no alla, por~ que es la tierra fértil y abundosa, que se coge pan dos veces en el aiio, y es una tierra templada, que no hace frio ni calor demasiado” (172). Y otro mas, que espera a sus hermanos en 1581, resume: “a buena tierra vents, la mejor que hay en el mundo” (173) Para los hombres, el extremo de la fe‘icidad, el signo de su nuevo status eta irse los domingos y fiestas a "holgar por la huerta” en su buen caballo, seguidos de cuatro 0 cinco escuderos, también a ca- ballo (425). Y a las mujeres se les ofrecia el ocio placentero, Asi le promete Alonso Herr.indez, en 1570, que sera su vida en Lima a su mujer, Maria de Salazar: Llegada que sea a esta tierra, se halgaré como una reina y no se acordard de Santa Olalla [su pueblo] ni aun si la hay en e} mundo, porque aca las mujeres no hilan ni labran ni entienden en guisar de comer ni en otras haciendas ningunas, sino sentadas en los estra- dos, sirw holgdndose con visitas de amigas que tienen concertado de ir a chécaras y otras holguras. Y esto es el ejercicio de ellas (437) 33

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