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I Lo maravilloso en el Occidente medieval Me parece que el problema de lo maravilloso en una civiliza~ mn, en una sociedad, debe abordarse ante todo en un nivel que, sin ser el mas importante, es primordial, el nivel del vocabulario. Creo que no se puede llevar a cabo un estudio serio sin tener en enta el campo seméntico de lo maravilloso. Aqui solo puedo itarme a hacer algunas consideraciones elementales a las cua- les creo empero que hay que prestar atencién. La primera es la de que, como siempre en las ciencias histéricas, debemos cotejar el vocabulario del que nos servimos con el vocabulario de las so- ciedades histéricas que estudiamos. El término maravilloso me parece muy bien elegido. Por un lado, se trata de saber lo que hosotros entendemos por maravilloso y, por otro lado, de dis- cernir cémo los hombres de la Edad Media entendian y expresa- que ho: loso. En el Occidente medieval {a un término correspondiente. En los ambientes 10 corriente durante el medioevo la palabra mirabilis que te- ¢] mismo sentido que tiene nuestro adjetivo bsetvemios sin embargo que los letrados una continuidad de interés por un mismo fenémeno entre la Edad Media y nosotros, un interés por «lo maravilloso», hay que considerar que si nosotros vemos en ella una categoria del espfritu o de la literatura, la gente culta de la Edad Media y quie- nes recibfan de ella su informacion y eran formados por ella, ve- fan en tal categoria un universo, lo cual es muy importante, s6- lo que un universo de objetos, un conjunto de cosas antes que una categoria. Por otra parte, esta el problema de la etimologia. En primer lugar, con los mirabilia tenemos una taiz mir (miror, ‘mirari) que implica algo visual. Se trata de una mirada, Pero, na- turalmente, los mirabilia no son solo cosas que el hombre pue- de admirar con la mirada, ante las cuales abre tamaios ojos; sin embargo desde un comienzo se da esta referencia al ojo que me parece importante, porque todo un mundo imaginario puede ordenarse alrededor de esa apelacién a un sentido, el de la vista, y alrededor de una serie de imagenes y de metéforas que son ‘metdforas visuales. $i pensamos en la obra tan citada de Pierre Mabille Le Miroir di merveilleux (1962) y tan bien utilizada por ‘Tzyetan Todorov, nos vemos inducidos a establecer una rela- (6n, particularmente pertinente en el Occidente medieval, en- tre mirati, mirabilia (maravilla) y miroir (por més que esto en la~ tin se traduzca por la palabra speculum); pero la lengua vernécula restablece los parentescos con todo lo que un mundo imaginario y una ideologia del espejo (miroir) pueden represen- tar. Después del nivel del vocabulario y en algunos aspectos, co- mo hemos visto, partiendo de este nivel nos encontramos ante un gran problema: detras de la lengua de los letrados, la lengua docta, el latin, y cronolégicamente después de ella, estan las len- guas vulgares. Una exploraciéa de lo maravilloso en el mundo medieval no debe pasar por alto lo que aportan las lenguas vul- gares. También aqui me limitaré a hacer una observacion ele- ‘mental pero que tiene gran importancia: cuando afloran las len- guas vulgares y se hacen lenguas literarias, la palabra maravilla aparece en todas las lenguas romances y también en inglés. En cambio, no existe en las lenguas germanicas en las que en torno de la palabra Wunder se construira todo el ambito de lo maravi- Mloso. No creo que los filélogos ~pero puedo equivocarme por ignorancia— hayan explorado estas pistas. Una vez considerada la cuestién del yocabulario creo que se plantean tres grandes cuestiones relativas a lo maravilloso en el Occidente medieval. El primer problema es el de las actitudes de los hombres de la Edad Media respecto de las herencias de lo maravilloso que recibieron. Esta cuestién es particularmente importante. De manera general sabemos que en una civiliza- cin, en una cultura, se plantea el problema de esas herencias (concepto que prefiero al de fuente o al de origen porque en la fuente o el origen est4 impl{cita de alguna manera una idea de desarrollo obligado, dirfa yo, casi automitico, que no me pare- ce corresponder a lo que fueron las situaciones hist6ricas con- cretas). En la «herencia» veo en cambio un conjunto que en cierto modo se nos impone (uno encuentra una herencia, no la crea); y esa herencia obliga a un esfuerzo para aceptarla o mo- dificarla o rechazarla tanto en el nivel colectivo como indivi- dual, En efecto, a pesar de la presién que ejerce la herencia uno puede rechazarla y en todo caso utilizarla, servirse de ella, adaptarla de una manera u otra. Esto es particularmente cierto en el caso de la sociedad cristiana y supongo que también mu- sulmana, pues estas religiones se extienden a mundos que les le- gan diversas culturas, antiguas y ricas, y lo maravilloso, més que otros elementos de la cultura y de la mentalidad, corres- ponde precisamente a los estratos antiguos. Toda sociedad se- grega mds o menos~ algo de lo maravilloso, pero sobre todo se nutre de lo maravilloso precedente en el sentido baudelairiano de viejas maravillas, Se trata de un elemento muy importante de la herencia, Anticipandome un poco a la exposicién de otro problema, declaro ya ahora mi conviccién de que el cristianis- mo ereé muy poco en el dominio de lo maravilloso. He procu- rado (no digo definir, porque habria sido demasiado ambicio- so) discernir lo maravilloso cristiano, que indudablemente existe, pero que en el cristianismo no representa algo esencial y tengo la impresién de que se formé sdlo porque ya estaba esa presencia y esa presién de lo maravilloso anterior, frente a lo cual el cristianismo no podfa dejar de pronunciarse, de asumir una posicién. Lo sobrenatural y lo milagroso que son lo propio del cristianismo me parecen diferentes por su naturaleza y fun- tidnde lo maravilloso, aun cuando hayan matcado con su sello Jo maravilloso cristiano. Lo maravilloso de la época cristiana ‘me parece, pues, sustancialmente circunscrito a esas herencias ales encontramos elementos «maravillosos» en las it. En la literatura casi siempre se encuentra algo de lo maravilloso cuyas rafces son precristianas. Como esas herencias son herencias continuadas, el cristia- nismo medieval las encontré frente a s{ durante el curso de to- dla su existencia. Me parece que, como hipétesis de partida, una periodizacién de las actitudes dominantes de las figuras recto ras intelectuales y espirituales del Occidente medieval pi distinguir la evolucién de las actitudes respecto de lo maravil so. Durante la alta Edad Media, mas 0 menos desde el siglo v all lo Xi, nos resulta extremadamente dificil determinar una cronologia precisa en el dominio de la cultura, Me parece que en general se registré una especie de, si no de repudio, por lo menos de represin de lo maravilloso. Yo estudié un poco la hagiografia de la alta Edad Media, en particular la merovingia, aproximadamente en la misma época en que nuestro checoslovaco, que se encuentra ahora en Basilea, Frantisek Graus, la exploraba en un estudio mucho més profundo,' y am- bos Hegamos més 0 menos a las mismas conclusiones. Para quien investiga el folklore, los textos hagiograficos de la alta Edad Media son, al menos en un primer anilisis, muy decepcio- nantes y si pretendemos hacer aqui una cosecha de hechos et- nolégicos el balance resulta a primera vista magro. Lo que en definitiva vemos es la preocupacién de la Iglesia por transfor- mar profundamente lo maravilloso dindole una significacion tan nueva que ya no nos encontramos frente al mismo fenéme- no; o bien, la preocupacién de ocultar y hasta destruir lo que para la Iglesia representa uno de los elementos quiz més peli- ‘ma pagana, en la me- grosos de la cultura tradicional, ala que dida en que lo maravilloso ejercié en los e ducciones que son una de las funciones de lo maravilloso en la cultura y la sociedad. En cambio, en los siglos X11 y X1th, creo ver tuna irrupcién de lo maravilloso en la cultura erudita. No intentaré dar aqui una apreciacién del fendmeno ni intentaré explicarlo. Pienso que en general se pueden decir dos cosas. Por tna parte, me remito a las 1, Volk, Herscher und Heiliger im Reichides Merowingen Studien zur Hagiographie der Merowingeraeily Braga los intereses sociolégicos y culturales de una capa social que se hallaba en ascenso y a la vez. ya amenazada: la pequefia y la me- diana nobleza, la caballerfa. Lo que la hace recurrit aun acervo cultural existente, es decir, a esa cultura oral en la que lo maravi- Iloso es un elemento importante, es el deseo de esa capa social de oponer a la cultura eclesidstica vinculada con la aristocracia, no una contracultura, sino otra cultura que le pertenezca mas y con Ja que pueda hacer lo que quiera. No es casual que lo maravillo- so desempeiie un papel tan importante en las novelas cortesanas. Lo maravilloso esta profundamente integrado en esa busca de la lual y colectiva del caballero idealizado. La cir- cunstancia de que las pruebas por las que pasa un caballero en- trafian toda clase de maravillas, de maravillas que lo ayudan (co- mo ciertos objetos magicos) o de maravillas que debe combatir (como los monstruos) llevé a Erich Kéhler a escribir que la aven- tura misma, que consiste en esa proeza, en esa busca de la ide dad del caballero en el mundo cortesano es, en definitiva, Por la otra parte, lo que me parece explicar esta irrupcién de Jo maravilloso no es solo la fuerza de su presi6n, sino también el recho de que la Iglesia ya no tiene las mismas razones que te cn la alta Edad Media para oponerse a esta irrupcién d a villoso. Lo maravilloso es ahora menos peligroso para la Iglesia que, por lo demés, puede dominarlo mejor y recuperarlo, Es es- jercida por cierta base laica y de la Jo que explica esta irrupcién de lo loso en la época gética, = La tercera fase es un poco distinta en la medida en que, si bien intia siendo siempre fundamental una explicacion de elol6gico, lo que en principio permite definirla son considera- ins propiamente literarias ¢ intelectuales. Es lo que he ido la estetizacién de lo mara 1970, Obseeraciones Cahiers le Cieilisation Médiéuale, 1964, rimpre- El segundo problema que me planteo es el papel de lo maravi lloso en el seno de una religin monoteista. En este campo la in- Vestigacién dista mucho de haber concluido. Queda todavia mu- cho trabajo por hacer siquiera para obtener una buena base estadistica de los datos. Sin embargo creo percibir, especialmen- te en este perfodo central de los sighos xu y xm y en el plano del Vocabulario, una diversificacién en el mundo de lo sobrenatural que permite situar mejor lo maravilloso en relacién con la reli- gin cristiana, Quienes hasta ahora se han pronunciado sobre lo maravilloso Parecen a menudo influidos por la obra, por lo demas muy inte- Fesante, de Todorov sobre literatura fantéstica,? y en particular Por la diferencia que él establece entre lo extraiio y lo maravillo- So: lo primero, lo extrafio, puede resolverse mediante la refle- xién, en cambio lo maravilloso conserva siempre un residuo so- brenatural que nunca podré explicarse sino por lo sobrenatural, ‘Nos encontramos pues en el mundo de lo sobrenatural, pero me Parece que en los siglos xi y xt lo sobrenatural occidental se di- Vide en tres dominios que designan aproximadamente los tres adjetivos, mirabile, magicus, miraculosus. Mirabilis. Es nuestro maravilloso con sus origenes precristia- os. Abarca el dominio cuyo inventario intenté hacer en el apén- dice a este articulo, “Magicus. Es sabido que el término en sf podria ser neutro pa- ta los hombres del Occidente medieval, puesto que en teoria se reconocia la existencia de una magia negra relacionada con el diablo pero también habia una magia blanca que era licita. En realidad, el término magicus y el ambito por él designado se Orientaron répidamente hacia la parte del mal, hacia la parte de Satands. Magicus es lo sobrenatural maléfico, lo sobrenatural sa~ tinico. Lo sobrenatural propiamente cristiano, lo que se podrfa lla- mar justamente lo maravilloso cristiano, es lo que se desprende de lo miraculosus, solo que el milagro, el miracselum, me parece Ynicamente un elemento, y dirfa yo, un elemento bastante res- tringido del vasto dominio de lo maravilloso. He intentado, sin 3. Véaseel apéndlice, dar detalles, indicar en qué sentido lo miraculosus era slo una parte de lo maravilloso y c6mo hasta tenia la tendencia 2 hacer desvanecer lo maravilloso. En primer lugar, porque una de las caracteristicas de lo mara- villoso es, desde luego, el hecho de ser producido por fuerzas 0 por seres sobrenaturales, que son precisamente miiltiples. Y Exeo que algo de esto encontramos en el plural mirabilia de la Edad Media. No solo tenemos un mundo de objetos, ua mundo de acciones diversas, sino que por detrés hay una multiplicidad de fuerzas. Ahora bien, en lo maravilloso cristiano y en el mila- gro hay un autor, pero un tinico autor que es Dios. Y preci- samente aqui es donde se plantea el problema del puesto de lo maravilloso, no solo en una religién, sino en una religién mono- teista. Después, hay una reglamentacién de lo maravilloso en cl milagro. Hay un control y ala vez una eritica del milagro, el cual en ultima instancia hace desvanecer lo maravilloso; y por fin esté lo que yo llamo una tendencia a racionalizar lo maravi- lloso y en particular a despojarlo més o menos de un cardeter esencial, septin me parece, el carécter de lo imprevisible. Si nos tenemos etimolégicamente a las raices visuales de lo maravillo- 40, comprobamos la existencia de un rasgo fundamental, la idea de aparicién. Si el milagro sélo depende del arbitrio de Dios (lo ual justamente lo diferencia de los acontecimientos naturales, Jasde luego, también queridos por Dios, pero que Dios decidié le una vez por todas, creando asf una cierta regularidad en el nundo) no escapa, por su parte, al plan divino y a una cierta re- Jaridad. En la medida en que el milagro se realiza por obra de ios intermediarios que son los santos, estos estén colocados en Inwsituacién tal que la aparicién del milagro por obra suya es visible. A pesar de las variaciones y de los artificios de la lite- hagiogréfica, me parece discernir una especie de crecien- hyancio en los hombres de la Edad Media respecto de los ny on la medida en que, desde el momento en que un santo 6, se sabe lo que va a hacer. Desde el momento en que el /4e encuentra en una situacién dada ya se sabe que va a panes o que va a resucitar a alguien o que va a exor- demonio. Dada una situacién, se sabe lo que habré de ju(todo un proceso de vaciamiento de lo maravi- que, en lo que se refiere al cristianismo, cierta rilo maravilloso proviene, me parece, del hecho de que, si bien se lo mira, en la Biblia no se dedica mucho espacio a lo maravilloso. Hay que distinguir, como hicieron los hombres de la Edad Media, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el Nuevo ‘Testamento hay naturalmente més milagros que cosas maravillo- sas, En el Antiguo Testamento, tal como lo lefan o lo entendian los hombres de la Edad Media, Ia parte de lo maravilloso me pa- rece relativamente reducida. Desde luego, existen los clasicos es- tudios de Frazer, de Saintyves y otros sobre el folklore del Anti- guo Testamento. En el Antiguo ‘Testamento hay episodios que abarcan a veces libros enteros y que fueron grandes inspiradores de lo maravilloso del Occidente cristiano. En particular, hay que poner aparte, si se me permite saltar del Antiguo al Nuevo Tes- tamento, al Apocalipsis. El Antiguo Testamento, tal como fue le- ido, sentido y vivido por los hombres de la Edad Media, contie- ne poco de maravilloso. Pero la Biblia es, si no la fuente de todo, por lo menos la referencia para todo. Eso explicara que cuando resurja lo maravilloso tenga cierta independencia puesto que le sera mucho més dificil que a otros elementos encontrarle lo que los hombres de la Edad Media buscaban siempre, la referencia biblica. EI tercero y iiltimo problema es la funcién que cumple lo maravilloso, ya que después de haberlo descrito, tal como Jo hemos intentado caracterizar y analizat, no habremos dicho sgtan cosa si no tratamos de saber por qué fue producido y con- sumido, para qué sirvi6, en suma, cual fue su funcidn. Una pri- mera observaci6n indica la evidente funcién compensadora de Jo maravilloso. Lo maravilloso compensa la trivialidad y la re- gularidad cotidianas. Pero hay que ver cémo se manifiesta es- to. En el Occidente medieval los mirabilia tienden a organizar- se en una especie de universo al revés. Los principales temas son: la abundancia de comida, la desnudez, la libertad sexual, el ocio, Entre algunas de las grandes banderas y de las grandes fuerzas mentales de ese mundo, no por azar justamente en el dominio del folklore y de lo maravilloso una de las raras crea- ciones del Occidente medieval es el tema del pais de Cucaia, que aparece en el siglo xill y que antes no existia. Podria en- contrérsele raices anteriores y equivalencias mas remotas, pero el tema mismo de Cucafia ¢s una creacién medieval. Mundo al revés, mundo trastrocado, y es aqui donde el Génesis (pero justamente un Génesis en el que se buscarin los elementos precristianos antes que los elementos propiamente cristianos) habra de ejercer su prestigio en los hombres de la Edad Media. Se trata de la idea de un paraiso terrestre y de la «Edad de Oro», que no estan por delante, sino por detrés, y sise trata de reencontrarlos en un millenium ut6pico, no se los busca en un horizonte futuro sino en una especie de retorno al pasado. oat “Mundo al revés, mundo trastrocado que establece la distin~ cin entre lo miraculosus, lo magicus, lo mirabilis. Me parece que, sin forzar las cosas, lo maravilloso (y ésta no es su tinica funcién pero constituye una de sus funciones més importan- tes) fue en definitiva una forma de resistencia a la ideologia oficial del cristianismo, Quisiera referirme un instante al in- vyentario del apéndice sobre un punto que me parece especial- mente esencial. No cteo que al hacerlo ponga arbitrariamente él acento en ciertos dominios de lo maravilloso medieval en detrimento de otros. En el universo de las bestias, de las plan- tas, de los objetos, de los animales maravillosos se descubre casi siempre alguna referencia al hombre, como ocurre por ejemplo en lo maravilloso musulman. En el Occidente medie- vval veo exactamente lo contrario. Asistimos a una deshumani- yacién del universo que se encamina hacia un universo anima- lista, poblado por monstruos o animales, hacia un universo mnineralégico, vegetal. Hay aqui un cierto repudio del huma~ smo que fue una de las grandes banderas del cristianismo ‘inedicval fundado en la concepcién del hombre hecho a ima~ {yen de Dios. Frente al humanismo que se llamé cristiano o, jogtin las épocas, earolingio, romédnico, gético, frente aun hu- smo que se apoya en una creciente visi6n antropomorfi- ‘de Dios, hubo en el campo de lo maravilloso cierta forma tencia cultural. Para terminar insistiré en lo que llamo fronteras de lo mara- iloso, Como muchos fenémenos y categorias, lo maravilloso te en estado puro, sino que tiene fronteras permeables. Jdde lo maravilloso medieval depende de un de-~ oenvel cual lomaravilloso de algiin modo se ex- i trantes y a veces me parecen més caracteristicos del medioevo que de otras épo- cas; lo maravilloso cotidiano y lo maravilloso politico. Las apa~ riciones de lo maravilloso se producen frecuentemente sin vin- culo con la realidad cotidiana aunque se manifiestan en el seno de ella (un elemento que volvera a descubrir a veces lo fantésti- co del roméntico o ef moderno surrealismo). Siempre est ese movimiento de admiracién de los ojos que se abren, pero la pu- pila se dilata cada vez menos y lo maravilloso, aun conservando su caracter de imprevisible, no parece particularmente extraor- dinario. Hace poco lef un exemplum de Cesario de Heisterbach en el Dialogus Miraculorwm (principios del siglo xitt). Un joven no- ble que se hizo cisterciense guarda ganado en un campo de la abadia cisterciense y ve aparecer frente a si a un primo muerto recientemente. Con toda sencillez el joven le pregunta: «Qué haces aqui?»; el otro le responde; «Me he muerto y he venido porque estoy en el purgatorio y ¢s menester que oreis por mi. «Asi lo haremos.» El difunto se aleja por el prado y desaparece por un extremo del campo, como si formara parte del paisaje natural y sin que el mundo haya sido realmente turbado por se~ mejante aparici6n. En un texto anterior, aunque siempre de principios del siglo xin, los Otia Imperialia, entre otros nume- rosos registros de mirabilia, el autor, Gervasio de Tilbury, cuen- ta que en las ciudades del valle del Rédano (en aquel momento el autor vive en Arles) hay seres maléficos, los dracos, que ata- can a los nifios pequefios aunque no son, salvo excepciones, gros. Por las noches estos seres se introducen en las casas aun- que las puertas estén cerradas, se apoderan de los bebés que es- tén en lacuna y los Hevan a las calles y a las plazas donde se los encuentra por la mafiana siguiente, El rastro del paso de los dra- cos es casi imperceptible y aqui lo maravilloso turba lo menos posible la realidad cotidianas y probablemente sea este el hecho més inquietante de lo maravilloso medieval, es decir, que nadie se interroga sobre la presencia que no tiene vinculo con lo coti- diano y que sin embargo esta por entero inmersa en lo cotidia- no. Otra frontera de lo maravilloso se da en lo maravilloso poli- tico. Los jefes sociales y politicos de la Edad Media utilizaron lo maravilloso con fines politicos. Esta es una de las formas de recuperaci6n de lo maravilloso, pero se trata de una trema. Es bien sabido y hasta normal que las dinastias reales tratan de hallarse orfgenes miticos. Familias nobles y ciudades las imitaron. Pero lo mas sorprendente es que tales origenes mi- ticos tienen a veces, si no frecuentemente, sus raices en un ele- mento maravilloso inquietante y ambiguo. Todo el mundo co- noce la historia de Melusina y sabe que esa mujer maravillosa medieval, que es probablemente un avatar de una diosa madre, de-una diosa de la fecundidad, fue reivindicada como antepasa- da, como una especie de tétem, por diversas familias nobles. Una de ellas (los Lusignan, que acapararon a Melusina) logré darle su nombre de familia, pues Melusina no era mencionada antes de que, por decirlo asf, se empleara con los Lusignan. De ‘esta manera lo maravilloso se convierte en instrumento de po- litica y de poder. : i : El ejemplo més hermoso de lo maravilloso politico y ambiguo se encuentra en Giraud de Cambray o Giraud de Barri, de co- mienzos del siglo xm. Se trata de la ascendencia «melusiana» de Jos Plantagenet convertidos en reyes de Inglaterra. Segin Gi- raud, la dinastfa de los Plantagenet habria tenido por antepasada con el siglo xr a una mujer demonio. Por otros testimonios sabe~ mos que esa leyenda era bien conocida y que Ricardo Corazén, de Ledn se referfa a ella y se servia de ella en su politica para ex- pplicar la manera, que parecfa escandalosa, en que él obraba y para ‘encubrir aspectos a veces extravagantes de su politica y lo que hiubia de escandaloso en esa familia, en la que los hijos se arma- contra el padre y se combatia sin tregua. Al rey le gustaba «Nosotros, los hijos de la mujer demonio...». Menos co- ido es el hecho de que Felipe Augusto traté de utilizar ese lito dle los origenes maravillosos contra los Plantagenet, sobre o contra Juan sin Tierra y, en particular, cuando prepars el fa- ido desembarco de su hijo Luis en Inglaterra y desarrollé una dera campaiia psicoldgica en la que los emisarios y partida- We los franceses decian que habia que terminar con los hijos a The Legends of King Richard 1 Coeur de 5 ta the Year 1600, La Haya-Par Eronteras de lo maravilloso que en viltima instancia amena- zan lo maravilloso, pues éste corre el riesgo de perderse, son las diferentes formas de recuperacién, Consideraré sélo tres: la re- cuperacién cristiana en general, la recuperaci6n cientifica y la recuperacién hist6rica. La recuperaci6n cristiana arrastré lo maravilloso, por un lado, hacia el milagro y, por otro, hacia una recuperaci6n simbélica y moralizante. Existe un ejemplo muy hermoso. Se trata de la evo- Iucién de las versiones latinas del Phy siologus. Al princi mos versiones que nos cuentan maravillas sin dar significaciones ai explicaciones simbélicas. Luego, cada vez. mas las explicacio- nes simbélicas y moralizantes comen, por decirlo asi, la sustan- cia del Physiologus y le quitan vida. Una segunda forma de recuperacién, muy interesante, ¢s la recuperacion cientifica de algunos intelectuales, letrados, que te- nian realmente eso que en nuestra época lamariamos espiritu cientifico, Esos hombres quieren hacer de los mirabilia fendme- nos marginales, casos limites, excepcionales, pero no fuera del orden natural, y los admiten’ como verdaderos aun cuando no tengan la sancién de la Biblia. Me parece que el mejor ejemplo de esta mentalidad es precisamente aquel Gervasio de Tilbury que en los Prefacios de los Otia Imperialia desarroll6 ampliamente (en textos apasionantes para la historia del espfritu cientifico) esa tendencia a relegar los mirabilia al mundo natural y por lo tanto cientifico. Mirabilia vero dicimus quae nostrae cognitioni nos subjacent etiam cum sini naturalia® Con esta recuperacién cientifica corre pareja una recupera- cién histérica. Se trata del deseo de vincular los mirabilia con acontecimientos y fechas. De manera que en virtud de esta acti- tud los mirabilia que solo florecen en una detencidn del tiempo y de la historia vienen 2 desvanecerse. Tengo la impresién de que en todo esto se manifiestan ten- dencias que, si bien son comunes a religiones como el islamismo y el cristianismo, parecen més propias del cristianismo: tenden- cias al simbolismo y a la moralizaci6n, tendeneias a la racionali- 5. Debo a mi amigo el profesor Franco Alesio haberme sefalado un pasaje muy hermoso sobre las «maravillas tecnolégicas» en el De Secretis de Roger Bacon. : zacién cientifiea ¢ hist6rica. :Pueden descubrirse aqui y allé las Corrientes de fondo enemigas ocultas de lo maravilloso? Esta po- dria ser una linea para ulteriores investigaciones.

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