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n JAN KERSHAW. bilidad reflejadas en la sensacién paranoica de inseguridad de los regimenes, més que ser considerado una caracteris. tica permanente de la estructura de gobierno. Desde una perspectiva més amplia, todo el periodo del Tercer Reich, yla totalidad del gobierno de Stalin pueden ser conside- rados dentro de esa categorizacion. Esto serfa una razén adicional a las mencionadas antes para exeluir la aplica- ci6n del concepto de totalitarismo comparativo al sistema comunista posterior a Stalin, Io cual rapidamente se acer- aa la fatilidad, si no francamente al absurdo. (3) Las caracteristicas peculiares que distinguen el nazismo de otras importantes manifestaciones de fascismo s6lo se- rin completamente entendidas dentro de las estructuras y condiciones de los desarrollos socioeconémicos e ideo- J6gico-politicos alemanes en la era de la burguesia indus. trial. La persona, ideologia y funcion de Hitler tienen que ser ubicadas en esas estructuras y relacionadas con ellas. Sin duda, Hitler desempeiié personalmente un papel vi- tal tanto en el ascenso del nazismo como en el caracter del gobierno nazi. Pero el significado de su papel puede sélo ser evaluado relacionando su aporte a las condiciones que Jo produjeron y le dieron forma, y que no podia él mismo de manera auténoma controlar, ni siquiera en su momen- to de maximo poder. El nazismo fue, en muchos sentidos, efectivamente un fenémeno tnico.* Pero su singularidad no puede —salvo en un sentido superficial— ser solamen- te atribuida a la singularidad de su lider. Politica y economia en el estado nazi La cuesti6n de la relaci6n entre nazismo y las fuerzas econémi cas dominantes en Alemania ha seguido siendo unode los temas mas discutidos en los debates entre estudiosos, desde las deliberacio- nes te6ricas de la Comintern en los afios veinte y treinta. Se trax ta de un debate en el que las posiciones te6ricas (¢ ideol6gicas) preconcebidas son, con frecuencia, mas evidentes. Debido a la apertura de importantes archivos y el renacimiento de los estudios marxistas en Occidente durante los aiios sesenta, por primera vez los debates comenzaron seriamente a preocupar alos historiadores no marxistas. El enorme incremento desde entonces en el nivel de conocimiento empirico de la economia nazi ha sido acompaiiado por nuevos niveles de sutileza en la interpretacién, si bien las areas principales de preocupaci6n y los puntos focales de interpretacio- nes conflictivas han cambiado relativamente poco desde entonces. Un tema importante es saber hasta dénde el ascenso nazi al poder fue producto del cardcter del capitalismo alemén y de las maquinaciones y los objetivos polfticos de los Iideres de la industria, alemana. No nos ocuparemos acé del tema relacionado con Ia fase previa a la dictadura, Basta decir que, por muchas divisiones entre Jos estudiosos que siga, habiendo, existe un amplio rechazo tanto a Ja nistica instrumentaci6n de una opini6n que ve al nazismo como ‘un movimiento “criado” y controlado desde el principio por intere- ses capitalistas, como al igualmente torpe argumento en sentido con- trario, que niega cualquier lazo estructural entre el capitalismo y el ascenso del nazismo. Esos estudios —tanto marxistas como no mar- xistas—aceptan en sentido amplio dos conexiones estructurales en- tre el capitalismoy el ascenso del nazismo. Primero, es claro que ha- bia una creciente disponibilidad entre poderasos sectores de la elite industrial macho antes del avance politico nazi para descartar a la Repiiblica de Weimar en favor de tna soluci6n autoritaria mas di- ™ TAN KERSHAW gerible que restaurara la rentabilidad, en primera instancia por me- dio de la represion a los obreros. En segundo lugar, dentro del sec. tor industrial, de muchas maneras escindido y desorientado por la crisis econémica de principios de los afios treinta, habfa una cre- ciente tendencia, en medio de la profunda recesién, aun entre los sectores de la industria no particularmente bien dispuestos hacia Jos nazis, a tolerar al menos una participacién nazi en el gobierno para as{ proporcionar el marco politico dentro del cual el capitalis mo podria reproducirse a sf mismo.” Es importante destacar, enien- do en cuenta el tema que nos ocupa en este capitulo, el hecho mis- mo de que los nazis representaran algo asi como la thtima esperanza mis que la mejor opcién para buena parte de la industria, porque proponian una forma de estado que apoyaria los intereses capita- listas, Junto con las extendidas y continuas divisiones dentro de las. lites econémicas acerca de las estrategias para la recuperacién, es. to eliminaba las alternativas obvias, ligando a la dirigen trial, aunque solo fuera en forma negativa al principi 1, ofrecié a los nuevos lideres nazis ciertas oporau potencial para las iniciativas politicas. Esto se relaciona estrechamente con el segundo tema impor- tante que ha preocupado a los estudiosos al explorar las conexio- nes entre capitalismo y nazismo: hasta dénde las politicas del ré- gimen nazi entre 1933 y 1945 fueron formadas y determinadas por consideraciones econdmicas, particularmente los intereses dela industria alemana, Dicho de otra manera ligeramente diferen- tey mas aguda, esto equivale ala cuestin de hasta dénde el régimen estaba en condiciones de adquirir un grado de autonomia polit ‘equivalente, en la prictica, a una primacia de los objetivos ideol ‘cosy politicos por sobre los objetivos y los intereses econdmicoe, Feta sa cuesti6n que habré de ocuparnos en este capitulo. ndus- al estado nae idadesy cierto Interpretaciones Aun cn la RDA, donde las relaciones econdmicas fiteron, pot supuesto, desde el principio tema central para los andlisis del “fas- cismo de Hitler”, fue s6lo desde los aiios sesenta que una mas de- POLITICA YECONOMIA EN EL ESTADO NAZI 6 tallada investigacién en los archivos proporcion6 la base para un estudio mas sutil y discriminatorio. El ejemplo principal fue el es- tudio de Dietrich Eichholtz sobre la economfa de guerra alema- 1a, publicado en 1969.? Esto sacé a la luz. con mucha mas fuerza que antes las contradicciones y los conflictos dentro de los diver- s0s “grupos” monopélicos capitalistas, y coincidid, en algunos de sus hallazgos, con los nuevos trabajos realizados sobre la econo- mia nazi por los estudiosos occidentales. El tenor general de las, investigaciones que poco a poco iban emergiendo en Occidente, principalmente llevadas a cabo por no marxistas, iban a demostrar una relacién estructural mucho mas estrecha entre la industria ale- ‘mana y las politicas de la dirigencia nazi que la que anteriormente se habia aceptado. ‘También estas investigaciones iban a rechazar nociones mas bien primitivas de una “economia de comando” su- mamente centralizada estatal, que habia sido parte esencial del modelo del “totalitarismo”. El estudioso norteamericano Arthur Schweitzer, por ejemplo, hizo hineapié en lo que él considera- ba una “coalicién’” entre la dirigencia nazi y las elites de nego- cios en un perfodo de “fascismo parcial” hasta 1936, aunque —anticipando, si bien desde una posici6n tedrica, el debate acerca de la “primacia de la politica” que se iba a producir po- co tiempo después—veta al periodo de “fascismo total” después de 1936 como uno en el que los negocios se volvieron cada mas, dependientes de los objetivos politicos ¢ ideolégicos de la diri- gencia nazi El andlisis de Dieter Petzina del Plan Cuatrienal demostré lo lejos que estaba éste de una genuina “economia planificada” y 1o mucho que los intereses politico-ideol6gicos de la dirigencia nazi coincidian con los intereses de lo que comen- zaba a aparecer como el més fuerte sector de los grandes inte- reses alemanes, la gran fusin de la industria quimica IG. ben.t ¥ Alan Milward descubrié la debilidad de una economia de guerra que necesité de la Blitckrieg’ como la tinica estrategia posible, y que fue centralizada y racionalmente administrada s6- Jo después de que fuera puesta bajo el control de Speer a par- tir de 1942.5 * Blinkrigg guerra relémpago. (T.) 16 TAN KERSHAW. El debate erudito acerca del caracter de la economia nazi re- cibi6 un fuerte impulso con la aparicién en 1966 del ensayo del historiador marxista britinico Tim Mason, sobre la “primacia de la politica” en el Tercer Reich.‘ El articulo de Mason fue escrito como un desaffo tanto a la ortodoxia marxists-leninista de enton- ‘ces como a la corriente principal de los enfoques “liberalesbungue- ses” que se ocupaban del nazismo. Mientras que la primera nega- ba la existencia de un reino auténomo de lo politico al presentar la esfera politicoideolégica como parte de la superestructura del sistema socioeconémico, la tiltima tendia a considerar que la eco- nomia estaba mas 0 menos sujeta, al igual que todo Jo demas, alas no cuestionadas prioridades y autonomia politicas de una dicta- dura implacable e ideol6gicamente motivada, La conclusién de Mason, basada en un andlisis de las relaciones econémicas en el Tercer Reich, fue “que tanto la politica interior como la exterior del gobierno nacionalsocialista se volvieron, desde 1936 en ade- lante, cada vez mas independientes de Ia influencia de las clases econémicamente dominantes, y hasta en algunos aspectos esen- ciales iban en contra de sus intereses colectivos”. De hecho, llegé hasta a aceptar que “se hizo posible que el estado nacionalsocia- lista asumiera un papel de total independencia para que la ‘pri- macia de la politica’ se afirmara”. Esta sorprendente —desde el punto de vista marxista— conclusion fue suavizada s6lo en la me- ida en que, segtin las palabras de Mason, esta relacién en el Ter- cer Reich invirtié la norma en los estados capitalistas y fue “un ca- so tinico en Ia historia de Ia sociedad burguesa moderna y sus gobiernos”,” Mason sefialé numerosos aspectos diferentes del desarrollo ‘econémico de la Alemania nazi para sustentar su tesis: la amplia exclusién de los representantes de la industria de los procesos de toma de decisiones; el extraordinariamente répido crecimiento del papel econémico del estado, al hacer pedidos a la industria y con ello crear mercados, a la vez que actuaba como un factor de- cisivo en la produccién; la transferencia de la competencia capi- talista de una lucha por los mereados a una lucha, dentro de una economfa dominada por el armamento, por materia prima y ma- no de obra, lo cual condujo a poner en peligro a sectores enteros POLITICA Y ECONOMIA EN EL. ESTADO NAZI 7 de la industria ya la amplia intervencién y regulacién por parte del estado; la decadencia de los grupos de intereses econ6micos en lo que a diseio de la politica del estado se refiere; y la incapacidad de los dirigentes de la economia de armamentos para imponer an- tes de 1942 la redistribucién del producto social con vistas a in- fluir de manera significativa en el nivel de vida, cosa que ellos habian estado pidiendo desde el comienzo del Tercer Reich. Se- gin Mason, estos aspectos de la economfa politica nazi o bien se hicieron realidad, o bien fueron intensamente acelerados a pi tir de 1936-7, de modo que se puede hablar de “importantes cambios estructurales en la economia y la sociedad”, y conse- cuentemente, de un significativo aumento de la autonomia del estado a partir de esa fecha.* La clisica respuesta marxista-leninista no se hizo esperar. Fue brindada por dos importantes estudiosos de la RDA, Die- rich Eichholtz y Kurt Gossweiler, después de que Mason se defen- diera sin demasiadas dificultades de un ataque por parte de otro his- toriador de la RDA, Eberhard Crichon, cuyo trabajo estaba lleno de debilidades empiricas, torpezas teéricas y se apoyaba sobre unas cuantas interpretaciones erréneas basicas del argumento de Ma- son. Fichholtz y Gossweiler sostenian que Iai ‘son sacaba al fascismo del reino de lo explicable histéricamente, reduciéndolo al nivel de un accidente hist6rico, y agregaban que si Mason estuviera en lo cierto, ello significaria “una total refuta- s Social marxista”, una afirmacién de exagerado cién del andl dramatismo que pareceria apoyarse en una mala lectura de Marx yEngels. Su propio enfoque comenzaba por aceptar una justifica- ‘cién de la definicién de fascismo de la Comintern (a pesar de la reconocida necesidad de mayor precision y refinamiento), a lo {que seguia un sucinto tributo a la teoria del imperialismo de Le- nin y su relacién con el fascismo, y repetia la teoria marxistale! nista del capitalismo monopolista de estado. Esta extensa expos ibn te6rica era luego seguida por una relativamente breve seccién “empirica”, centrada en los cambios de 1936, que apuntaba a mos- trar que las alteraciones en el curso politico del Tercer Reich es taban intrinsecamente relacionadas con los desarrollos en las fac~ ciones dominantes del capitalismo monopolista de estado. No era 7 IAN KERSHAW suficiente, afirmaban, ver al capital financiero simplemente como el beneficiario mas que como “inspirador e iniciador” de la poli- tica fascista; mas bien, los andlisis de la cambiante estructura de| capitalismo monopolista de estado negaban la tesis de Mason y de- mostraban que el capital estaba lejos de entregar su poder al esta- do después de 1936. En cambio, el estado nazi provey6 el terreno para una intensificada lucha dentro del capitalism monopélico, uuna lucha que alcanzé su pico maximo durante la guerra, produc. to directo de los objetivos y descos de los mas reaccionarios, chau- Vinistas e imperialistas sectores del capital financiero.!° Entonces, el régimen nazi, ctenia en cuenta el provecho de “los grandes intereses” al llevar adelante politicas que terminaron en la guerra y el genocidio, o era él su “propio patron”? La prima- fa de la politica o de la economia en el Tercer Reich, polarizada en el debate entre Mason y sus antagonistas de la RDA, ha segui- do siendo un tema central en la controversia al interpretar la dic- tadura nazi. Las interpretaciones eruditas siguen estando profun- damente divididas, tanto en el terreno politico-ideolégico como en el histérico-filosofico En la historiograt liberal-burguesa” dominante hay pocas dudas acerca de la naturaleza de la relacién. Los temas econé- micos no ocupan demasiado espacio, por ejemplo, en el libro La dictadura alemana, de Karl Dietrich Bracher, y la cuestién de la “pri- macia de la politica” es tratada en un solo paragrafo: El hecho mismo de que una economfa capitalista pueda ser Nevada a la guerra de una manera tan alejada de la economia y movilizada completamente s6lo durante la guerra misma (después de 1941-2) demuestra la absoluta primacia de los ob- jetivos politicos. Aca también Hitler fue todo menos un instr ‘mento de los capitalistas. La cooperacién entre ellos siguié el mismo patron que sc encuentra en las politicas culturales y de gobicrno: los expertos y economistas que colabora instrumentos y objetos, no generadores, de esa politica. La eff Ciencia econémica y la primacfa de la politiea, no las doctrinas capitalistas, de clase media osociaista eran las que decidfan el POLITICA YECONOMIA EN EL. ESTADO NAZI 9 En tono similar, Ernst Nolte escribié que los industriales fue- ron “completamente eliminados como un importante factor polf- y Klaus Hildebrand hablé de la “economfa al servicio de la ica",¥ mientras que Andreas Hillgruber, en una breve reca- pitulacion de los diferentes enfoques de 1a historia del nazismo, ni siquiera consideré a la economia como una de sus areas elegi- das para el debate." Con un poco mas de cautela, Karl Dietrich Erdmann, en un muy leido libro de texto, comenta: “Los estudio sos —aparte de los escritos marxistas sobre historia— coinciden, ‘en que no es posible encontrar en las fuentes nada que demues- tre la presencia de alguna influencia industrial decisiva sobre las decisiones de politica exterior y de guerra de Hitler”. Finalmen- te, una posicién intransigente se puede encontrar en un releva- miento de investigaciones sobre la recuperacién econémica del nazismo, realizado por el historiador inglés Richard Overy, quien scribe: “Por encima de todas las divisiones dentro de la industria se alzaba la autoridad y los intereses del movi 1a industria estaba subordinada a los requerimientos del partido. El control sobre la totalidad de la economia pas6 a manos del es- tado durante la crisis politica de 1936-7 y la implementacién del Plan Cuatrienal”."° rade la politica y aquella de la economia de la que realmente exis te. Ademés, implica una claridad de propésito e intenciones, un decisivo papel de comando de Hitler y de la dirigencia nazi, qu otra vez, habria que reducir un poco. Finalmente, nivelan el ata- que con un argumento instrumental de “primacia de Ia econo- mia” que ni siquiera seria defendido por la mayoria de los histo- riadores marxistas de hoy. La mayoria de los enfoques marxistas occidentales para la rela- cién de la economia y la politica en el Tercer Reich, sean cuales fueren las diferencias en los puntos a destacar, tienden a tomar su punto de partida o bien en un tipo de interpretaci6n “bonapartis: ta” como Ja propuesta originariamente, por ejemplo, por August Thalheimer, o bien en alguna adaptacién de laimportancia que da- ba Gramsci al estado como una forma de *hegemonia” burguesa. 0 IAN KERSHAW Elarticulo originario de Mason sobre ‘primacia de Ia politica” estaba, aunque no de manera explicita, estrechamente relaciona- do con ideas bonapartistas acerea del crecimiento de la autonomia del ejecutivo respecto de la clase econémica dominante, y su po- sicién —o variantes de ella— ha sido seguida por numerosas ¢ im- portantes autoridades. Reinhard Kiihnl, por ejemplo, aceptaba que “el estado fascista debia... tener una cierta autonomia y liber- tad de decisién respecto de los grupos de poder econémico. No podia ser el érgano de ejecucién de los grupos econémicamente dominantes en su totalidad, pues éstos no estaban todos de acuer- do entre si; pero tampoco podia ser el instrumento de un sector de la economia en particular ya que, de haber sido asi, Ia estabili- zacién de la totalidad del sistema no habria sido posible”. Por lo tanto, sf existia una “independencia parcial del poder politico” respecto de los intereses econémicos dominantes. ¥ concluia: “Que la libertad de decision de este ejecutivo esta limitada por los principios del orden social capitalista ¢s algo que sigue siendo in- discutible. Aun asi, parece legitimo hablar de por lo menos una autonomia parcial del ejecutive fascista respecto de sus aliados, esto €s, la socialmente dominante alta burguesfa”."” Otro notable historiador marxista de Alemania occidental, Fike Hennig, adop- 16 una posicin similar: Hablaba de una “divisién del trabajo” del poder politico” y la “dominacién econdmica” bajo el nazismo, y ‘comenté de manera favorable la tesis de Mason y también “las in- terpretaciones bonapartistas”.!® Alfred Sohn-Rethel, que en los pr meros afios del Tercer Reich estuvo en una posicién Gnica como marxista “dentro” del centro de la representacin de los intereses industriales alemanes, escribié acerca del “subsuncién” de los inte- reses inclustriales bajo la “dictadura del partido en el estado fascis ta” y del “encarcelamiento politico de la burguesia en su dictadura fascista’? Quedé muy claro, en su andlisis de la economia nazi, pu- blicado décadas después de su formulaci6n inicial, que no se tra- taba de un sometimiento de la clase capitalista o de los “grandes negocios” en el sentido en que lo entiende el enfoque del concep- to de “totalitarismo” de los historiadores “liberales”. Mas bien, el ‘ejecutivo nazi y 1a clase capitalista estaban unidos entre si de ma- nera inexorabie por las reglas del capital mismo, por la necesidad OLFTICA YECONOMIA EN EL ESTADO NAZI 81 de una forma excepcional de explotacién para revitalizar el capi- talismo y sacarlo de su gran crisis. El monopolio del poder del eje- ccativo nazi derivaba de su capacidad de salvaguardar los intereses “objetivos de la burguesia maximizando sus beneficios en esas con- iciones de crisis extrema del capitalismo. Esto fue llevado a cabo ‘apartindose de la economfa internacional de mercado, para acer- carse a una forma mas “absoluta” de acumulacién capitalista, ba- sada en el poder del estado, en la represién pura y simple, en el ddespojo y, finalmente, en la guerra. Una vez embarcados en este ‘camino, no habia marcha atrés. El proceso era irreversible, y las lites econémicas estaban ligadas a éI; estaban todos “en el mismo ote”, como dijo Schacht. La dominaci6n politica nazi estaba, por Jo tanto, anclada en la posicién de crisis de la burguesia capi ta, Pero al mismo tiempo, esta dominacién politica continué de- pendiendo de la dinémica de la forma “absoluta” de explotacion capitalista que habia desatado, y por lo tanto de la continuacién del dominio econémico del gran capital." ‘Un enfoque marxista bastante diferente con respecto a la re- aciGn del capitalismo y el estado nazi es el propuesto por Nicos Poulanwzas, en un trabajo tedrico que recurre a la realidad histori- ca del fascismo en Italia y Alemania y que le debe mas a Gramsci que a cualquier otro pensador marxista.™! La idea de fascismo co- ‘mo la forma mas extrema de “estado capitalista de excepcion” es central para esta interpretacién; otras dos son la dictadura militar yy los regimenes bonapartistas. La razén por la que el fascismo t ne que ser del tipo de “estado capitalista excepcional” para surgir ‘estaba condicionada por la naturaleza especifica de la lucha de clases, las relaciones de produccién y la particular forma de crisis politica. Poulantzas rechazaba como teorias insatisfactorias del fas- ‘cismo no sélo Ia versién del fascismo de la Comintern —que lo consideraba agente directo del capital monopélico— y la interpre- tacién (que él atribuye a “circulos sociales democraticos”) del fas- cismo como “la dictadura politica de la pequeiia burguesia’, sino también las concepciones bonapartistas basadas en Ia idea de equi- brio de clases. Segtin Poulantzas, las opiniones bonapartistas se basan en una interpretacién errénea de la formulacién de Marx de la “oposicion de estado y sociedad” y la “independencia” del es- 82 JAN KERSHAW tado en relacién con la sociedad civil, y han conducide a los teb- ricos marxistas a “atribuir al estado fascista un tipo y un grado de relativa autonomia que en realidad no posee, y que, al final, los in- capacita para definir correctamente las relaciones entre fascismo yelgran capital. Esta relativa autonomia del estado, llevada has. ta el limite, significaria incluso romper el lazo entre el estado y el sector hegeménico; de alli las descripciones completamente fal- sas de fascismo que usan la economia de guerra—abiertamente y por un largo periodo— contra los intereses del gran capital y en abierta oposicién a él, £1 asocia esta interpretacion errénea a Max son, junto con las teorias de la “elite” de Schweitzer y Neumann ® ‘Aunque rechazada por Poulanuas en conexién con los enfo- ‘ques bonapartistas, la idea de “relativa autonomia” es en realidad central asu propia interpretacién. El fascismo —es decir, el partic do fascista y el estado fascista— tiene, en st opinidn, una “relat va autonomia” tanto con respecto al inestable bloque de poder de las clases politicamente dominantes, como respecto de la “fraccion el gran capital monopélico”, cuya predominancia dentro del blo- que de poder el fascismo estableci6, o mis bien restablecid. La re- lativa autonomia del fascismo deriva, por una parte, de las contra dicciones internas dentro de la alianza de poder y, por otra, de las contradicciones entre las clases dominantes y las dominadas. La “compleja relacién” del fascismo con las “clases dominadas” es en realidad "precisamente lo que hace que el fascismo sea indispensa- ble para mediar un restablecimiento de la dominacién y hegemo- nia politicas”, En otras palabras, mientras que en la teoria bonapar- lista el estado procede del equilibrio entre las dos principales fuerzas sociales, sin por ello convertirse en un mediador neutral en Ja lucha de clases, el estado fascist, segtin Poulantzas, “nunca deja de organizar la dominacién politica”, posee un “margen de manio- bras” mucho més pequefio y est al servicio de la funcién objetiva de no aumentar su propia independencia del capital ni de crear tuna primacia de las politicas sobre la economia, sino de restable- cer el dominio de la fraccién preponderante del capital monops- fico, En Jos escritos de Poulantaas (no slo sobre fascismo), la es fera politica el poder del estado— siempre disfruta de una relativa autonomia respecto de la esfera econémica —el capital, POLITICA YECONOMIA EN EL ESTADO NAZI 3 y esta relativa autonomia se extiende hasta un grado excepcional bajo el fascisimo, Pero permanece en este grado excepcional sélo por un breve perfodo de tiempo antes de que el predominio del gran capital monopélico sea restablecido. | Comin a todas las teorias marxistas resumidas aqui es la acep- tacién de un cierto grado de autonomia del estado nazi con respec- to al poder, incluso de las mas poderosas fuerzas capitalistas. El ma- ximo nivel de autonomia concedido es el del enfoque de Mason, ya que equivale a una primacia de la politica por sobre la economi 1 minimo corresponde a la interpretaci6n de Poulantzas, segrin la cual esa autonomia dura s6lo por un muy breve periodo de tiem- po, el necesario para reafirmar la posicién dominante del capital monopélico. Estas diferentes opiniones marxistas estan de acuer- do, por lo menos, en que la sugerencia de una identidad entre na- zismo y capitalismo en la que el aparato del estado nazi funciona como el instrumento ejecutivo de la clase dominante de las seccio- nes mas extremas del capital monopélico es simplista y equivocada. De hecho, hasta los historiadores de la RDA suavizaron su rigida li- nea instrumentalista anterior, aunque no desistieron de la idea de que “en dltima instancia” la base econémica —los intereses de la burguesia monopélica— decide el curso de accion politica. La cuestién, por lo tanto, que cada una de estas interpretacio- nes marxistas plantea es: gcudinto peso puede serle atribuido al concepto de “relativa autonomia” como factor explicativo para la comprensién del desarrollo de la politica nazi y la relacién entre nazismo y capitalismo? Esta pregunta incluye una gran cantidad de otros problemas que surgen de los anélisis marxistas, algunos de ellos de una naturaleza mas empirica. Por ejemplo, gconceden las interpretaciones marxistas suficiente importancia a los objetivos ideolégicos nazis? ¢No corren acaso el peligro, aun cuando atribu- yan una “autonomfa relativa” al estado, de subestimar groseramen- te el “factor Hitler”, no s6lo el papel ejecutivo real de Hitler (cualquiera que sea la manera en que s¢ lo defina), sino también su posicién funcional como elemento integrador y foco carism: tico de apoyo plebiscitario de masa? Dado esto iltimo, gno tien- den los analisis marxistas a exagerar la indudable importancia del bloque del gran capital y, proporcionalmente, de los otros bloques ca TAN KERSHAW de poder, en particular la dirigencia militar, el partido con su base de masa y el rapidamente creciente centro de poder del aparato de la policia y la SS"?

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