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Joan Violet Robinson y su teoría sobre el crecimiento

económico.

Joan Violet Robinsón (1903-1983), fue una de las primeras mujeres en abrirse
campo en el área de economía en el siglo XX. Proveniente de una familia de
clase media, nació en 1903 en la ciudad inglesa de Camberley. Estudió
economía en el Girton College de la Universidad de Cambridge entre 1921 y
1925. Después de graduada se casó (de soltera era de apellido Maurice) y vivió
en India durante cuatro años. Recibió una educación marshalliana en su
universidad, pues fue alumna de Alfred Marshall. Luego desarrolló su vida
profesional en la Universidad de Cambridge donde se desempeñó como
catedrática de economía. En efecto, sus contribuciones a la literatura
económica fueron muy numerosas y abordaron múltiples áreas.1

La influencia de Marshall en su formación la llevo a interesarse por diversos


temas tales como la teoría de la competencia imperfecta 2, con la que se opuso
al modelo neoclásico y con la cual se dio a conocer. Sin embargo, con el pasar
del tiempo fue creando un interés autogenerado hacia la ideología de otros
economistas como John Mynard Keynes y Karl Marx. De hecho, fue una de las
colaboradoras de Keynes en su famosa obra titulada: Teoría general de la
ocupación, el interés y el dinero. También, intentó rescatar los conceptos
puramente económicos y conceptuales de la obra de Karl Marx en su libro:
Essay on marxian economics, publicado en 1942.

En la mayoría de sus obras Joan Robinson lanza duras críticas a los


planteamientos neoclásicos, por ejemplo, a la competencia perfecta pues
sustentaba que en la realidad predominaba la competencia imperfecta y los
monopolios; a los modelos que planteaban estos ortodoxos, ya que los
catalogaba por ser irreales, la razón principal era que en ellos se planteaba un
equilibrio y así eran, según Robinson, muy poco aplicables a la realidad, la cual
se mantiene en un constante desequilibrio. De igual forma, critica la teoría de la
producción, y por ende, la forma neoclásica de explicar la distribución del
ingreso.

La Sra. Robinson se ve muy interesada en el tema del crecimiento económico,


por lo cual, hace aportes significativos en este campo. La autora formula sus
1
A lo largo de su vida escribió para muchos periódicos e incluso rehusó ser
vicepresidente de la prestigiosa Sociedad de Econometría que editaba la
influyente revista Econométrica. La invitación para incorporarse fue para
"introducirle más prosa" a la revista, pero ella contestó que no podía estar
en el comité editorial de una revista cuyos contenidos no entendía.
2
La fuente de inspiración de Imperfect Competition de Joan Robinson se
encuentra en parte en el análisis de Marshall del funcionamiento de los
mercados cuando se descarta el supuesto de la competencia perfecta.
ideas acerca de todos los elementos que hacen posible el crecimiento
económico de una sociedad: ¿a quién se le puede atribuir dicho crecimiento?;
¿qué factores lo hacen posible y, cómo se puede medir las retribuciones a
estos factores de producción en una economía, las cuales proveerán bienestar
a la sociedad?; ¿qué supuestos son necesarios para lograr el crecimiento?
Para esto, Robinson desarrolló diversos conceptos entre los cuales de destaca
el “impulso anímico esencial”, y un modelo ideal al que denominó “edad de
oro”. Por este postulado (edad de oro) ganó cierta popularidad dentro de los
economistas, pues con él, pretendía mostrar cuán lejos estaba una economía
capitalista de una economía ideal y tal vez en equilibrio.

Impulso Anímico Esencial

Joan Robinson, en su teoría sobre el crecimiento económico, toma como


referente principal a las empresas, las cuales, con su “impulso animal”, al que
ella denominó “espíritu anímico esencial” 3 son el motor inicial y determinante
del proceso de acumulación de capital4 y por ende del crecimiento económico.

La capacidad empresarial designa la propensión de los miembros de un grupo


o de los habitantes de una región a fundar empresas y hacer nuevos negocios.
Se trata de una habilidad que poseen los individuos de ver y realizar planes de
innovación y vencer los obstáculos cuando se inicia algo nuevo y desconocido.
Con ello la autora quería presentar al empresario capitalista como un ente
gestor del desarrollo y el crecimiento. Así, las innovaciones aparecen una
detrás de otra ya que las asumidas por los empresarios de mayor instinto
empresarial y aventura crean un estimulo favorable para que sea imitado por
los otros que se muestran con menor instinto. En otras palabras, este impulso
anímico esencial es el incentivo que lleva al empresario a invertir y a generar
un crecimiento real. << La tendencia real del crecimiento se crea interiormente
por la propensión a acumular inherente al sistema>>.

Con el concepto de “impulso anímico esencial” de las empresas Robinson


pretendía señalar que la economía podría llegar a obtener una tasa deseada de
acumulación, en el sentido de ser la tasa que hace a las empresas estar
satisfechas con la situación en la que se encuentran, una tasa de acumulación
que produce exactamente unos beneficios, necesarios para hacer que pueda
mantenerse. En este caso la economía esta en un nivel máximo de crecimiento
de los recursos. Ahora bien, esta tasa deseada de crecimiento se va a
confrontar con la tasa posible resultante del crecimiento de la población y de
los conocimientos técnicos, en un estado ideal propuesto por Robinson al que
denominó “edad de oro”, en el cual toma importancia la disponibilidad y
ocupación de la mano de obra.
3
Este término fue utilizado inicialmente por John Mynard Keynes en su
Teoría General, el cual lo denomina como “animal spirit”.
4
A partir de Keynes se reconoció que la acumulación es consecuencia de
las decisiones de las empresas orientadas hacia la obtención de un
beneficio.
Este instinto animal se considera relevante para dicho proceso de crecimiento y
desarrollo ya que fortalece el impulso de la inversión; suscita una visión
optimista del futuro; promueve el incremento de conocimiento científico y su
explotación, es decir, su conversión en conocimiento técnico. Asimismo,
Robinson distingue tres tipos de innovaciones atribuibles al “espíritu anímico
esencial”: las innovaciones “autónomas”, debidas al mejoramiento de los
conocimientos; las innovaciones “competitivas”, ocasionadas por la lucha entre
las empresas; y, las innovaciones “inducidas” consecuentes a la escasez de
trabajadores.

Una edad de oro

“…He empleado la frase “una edad de oro” para describir


una situación en la que prevalece crecimiento uniforme y
constante en circunstancias de ocupación plena” 5

La Sra. Robinson utilizó la “edad de oro” como un marco metodológico para


representar en él experimentos intelectuales y no como una hipótesis. La
principal razón de utilizar la “edad de oro” era la posibilidad de imaginar un
camino histórico (no necesariamente de equilibrio) en el cual la tasa de
acumulación, la tasa de crecimiento físicamente posible y las condiciones
limites eran compatibles entre sí.

“…Si la tasa de acumulación es igual a la tasa posible,


formada por la tasa de crecimiento de la población y por la
producción por persona, y se inicia a un nivel próximo a la
ocupación plena y cuya composición de la existencia de
plantas es adecuada a la tasa deseada de acumulación,
entonces se mantiene un nivel que se acerca mucho a la
ocupación plena, esta situación es la que he denominado
una “edad de oro”…”6

Llegó a la conclusión de que una “edad de oro” indica un estado de cosas


utópicas que posiblemente no se encuentren en una economía actual, pero que
era necesario describir para mostrar cuan lejos están las economías
capitalistas de la tranquilidad, la lucidez y la armonía. En conclusión, la edad de
oro era el modelo de cómo debería ser la economía, un estado de constante
crecimiento económico, a la cual siempre se pretendía llegar.

A pesar de que la edad de oro no era la situación real, Robinson encontró que
el capitalismo, en medio de toda su incoherencia tenia algo de coherente, pues
5
Tomado de: “Ensayos sobre la teoría del desarrollo económico”, Pagina:
63,
6
Tomado de: “Ensayos sobre la teoría del desarrollo económico”, Pagina:
63,
desarrollándose en una situación de desequilibrio, hacía que la acumulación de
capital, que es la determinante en el crecimiento económico, fuera posible de
igual manera que en dicha edad.

Tomando como base esta edad de oro, Robinson poco a poco le hace ajustes;
mueve algunas variables que tenia constantes en dicho estado para tratar de
hacerlo cada vez mas cercano a la realidad, es decir, crea en dicho modelo
edades inferiores a la edad de oro: “la edad de oro deficiente”, “la edad de oro
limitada”, “la edad de plomo”,”edad de platino decreciente”, edad de platino de
crecimiento lento”, una falsa edad de oro”, una falsa edad de platino”.

En las edades de oro las condiciones iniciales son adecuadas al crecimiento


constante; y, tanto en las verdaderas como en las limitadas, la tasa de
crecimiento real que se lleva a cabo únicamente se restringe por la tasa
deseada. (En una verdadera edad de oro la tasa posible coincide con la tasa
deseada y ya se ha alcanzado un nivel muy próximo a la ocupación plena). En
una edad de oro restringida, la tasa de crecimiento realizada esta limitada por
la tasa posible y se mantiene a su mismo nivel bajo. En una edad de plomo la
tasa realizada mantiene baja la tasa posible. En una falsa edad de oro la tasa
posible se limita en forma distinta; es decir, porque los salarios reales se
encuentran al mínimo tolerable. Tanto en una edad de oro limitada como en
una falsa edad de oro, la existencia de capital que hay en cualquier momento
es menor a la que seria suficiente para ofrecer ocupación a todos los
trabajadores disponibles. En la edad de oro limitada, la existencia de bienes de
capital no aumenta con más rapidez por falta de “impulso anímico esencial”; y
en la edad de oro falsa no crece más rápido porque se ve obstruida por la
barrera de la inflación.

Para Robinson reviste de utilidad en el debate sobre crecimiento económico el


análisis del principio de aceleración7. Este principio indica que un incremento
en el ingreso induce a la inversión y, mientras que se acompañe con un
incremento correspondiente en los recursos naturales aprovechados, un
mejoramiento en la técnica y un incremento de la población ocupada, es
compatible con la decisión que tome un empresario de aumentar la tasa de
producción de una mercancía y el propósito de invertir en capital circulante, lo
cual Robinson denominó “el modelo de progreso firme”.

En cuanto al crecimiento económico de una sociedad en el largo plazo, los


factores relacionados son muchos, pero todos concuerdan al decir que este se
visualiza como un proceso de acumulación de capital físico. A su vez, la
acumulación de este capital depende del proceso de ahorro-inversión8. Este
proceso es el que determina el crecimiento; pues las relaciones causales entre
ahorro, inversión y crecimiento operan en un nivel agregado y con el principio
7
Este término se atribuye a Harrod.
8
los keynesianos atribuyen un papel determínate a la inversión y confieren
un papel subsidiario de ahorro, que es percibido como una variable que se
ajusta a través de distintos mecanismo, a las demandas de fondos
inversionistas.
del acelerador, que transmite los efectos que ejerce la demanda agregada
sobre la inversión y, por ende, amplifica las propias repercusiones de la
inversión sobre la demanda, generándose así un circulo vicioso: un mayor
nivel de inversión genera mas crecimiento, que a su vez induce un incremento
de la inversión, eleva el ahorro, y facilita el financiamiento de mayores niveles
de inversión y así sucesivamente.

La función de producción y la teoría del capital.

Una y quizás de las críticas mas relevantes que hace Robinson a la teoría
neoclásica en su célebre artículo de 1953, “The production function and the
theory of capital”, se basó en lo que constituye la teoría de producción
neoclásica. A partir de la publicación de este artículo surgió un intenso flujo de
críticas, respuestas y contrarespuestas que llenó las revistas más
especializadas y prestigiosas de economía. A esta polémica se le denominó “la
controversia de las Cambridge”. A pesar de que en esta discusión participaron
varios economistas de diferentes países, la controversia se centró
principalmente en dos polos: por un lado, Cambridge Inglaterra, liderada por la
misma Joan Robinson; y por el otro Cambridge EE.UU, teniendo este último
por centro de operaciones al M.I.T. (Massachusetts Institute of Technology),
encabezado por Paul Samuelson. El punto clave en esta discusión fue la
medición del capital. La importancia de este concepto estriba en que para
medir la tasa de beneficio es necesario medir el capital heterogéneo y de ahí
derivar el beneficio a través de la productividad marginal.

La teoría de producción contiene, a su vez, una teoría de la distribución del


ingreso en tanto que para explicar los bienes ofrecidos en el mercado debe
hacerlo bajo la restricción de la maximización del beneficio de la empresa y en
relación con la determinación de los salarios. ¿En qué consiste para los
neoclásicos la teoría de la distribución del ingreso?

Para la teoría marginalista el producto social es generado por los factores


participantes en el proceso de producción, tales como el trabajo, la tierra y el
capital. El producto realizado es repartido entre los factores que han contribuido
a la producción de acuerdo a lo que cada uno aportó al producto total, o sea, se
retribuye de acuerdo a su productividad marginal. Obviamente la productividad
marginal del factor productivo no es ajena al estado en que se encuentre la
tecnología. La función de producción nos expresa las posibilidades técnicas de
producción actuales relacionando las cantidades de producto físico que se
pueden obtener a cada combinación de factores productivos:

Q=f (K, L, T)

Donde Q es la producción de bienes físicos, L la cantidad de trabajo, K la


cantidad de capital y T la cantidad de tierra.
Así pues, la explicación neoclásica de la distribución del ingreso, apoyada en
los conceptos de productividad marginal y la función de producción consiste en
variar algunos de los factores y dejar el resto constante, y de esta manera
explicar cuanto produce cada uno de estos factores y con ello conocer su
retribución (el pago al factor). Por ejemplo, si ponemos a variar el trabajo
tomando el capital y la tierra como constantes, se puede decir que al aumentar
en una unidad el trabajo, lo que aporte esta última unidad al producto total será
su productividad marginal, la cual determina su salario. Ahora, dejando a L y a
K constantes, y variando la cantidad de tierra se deduce que si aumenta este
factor en una determinada cantidad, lo que aporte al producto total
corresponderá a los ingresos de quien presto el servicio productivo de una
unidad más de Tierra (renta de la Tierra).

No obstante, hay que aclarar que para hacer este análisis se tenía el supuesto
de que el trabajo y la tierra eran homogéneos9, en el sentido de que cada
incremento de estos factores era semejante al anterior. Los trabajadores
incorporados al proceso productivo tenían igual capacitación y las tierras
incorporadas eran de la misma calidad. Sin embargo, aceptar este supuesto en
el capital es imposible, ya que el conjunto del capital formado, por ejemplo en
una granja agrícola, esta lejos de constituirse exclusivamente por un solo
elemento; por el contrario tiene una variedad inmensa de componentes físicos
heterogéneos que son utilizados simultáneamente en la producción (tractores,
fertilizantes, palas, azadones, alambres, etc.), por tanto se hace necesario
medir el conjunto de bienes físicos heterogéneos para estimar su productividad
marginal y con ello, la ganancia del capital. Este es el problema de la medición
del capital.

Una aparente solución para este problema era medir los bienes de capital a
partir de sus precios y de esta manera homogenizar lo que físicamente se
presentaba como heterogéneo. Se podría decir que después de homogenizar
el capital se puede pasar a determinar su productividad marginal y por ende su
retribución o beneficio, tal como se hacia con el trabajo y la tierra. Sin embargo,
el precio de cualquier bien esta compuesto por salarios, ganancia y costo de
insumos necesarios para la producción. Eso significa que para calcular la
ganancia (pago al servicio prestado por el factor capital) es necesario conocer
de antemano los precios, y por lo tanto la ganancia que ya esta incluida en
ellos, es decir, Robinson sustenta que la escuela neoclásica está encerrada en
un circulo vicioso que consiste en decir que para determinar la ganancia a
partir de la productividad marginal, se necesita saber primero… la ganancia.

9
Aunque Robinson critica la teoría de la producción comparte el supuesto de
que el trabajo es homogéneo. Robinson dice: <<es obvio que el trabajo no
es un input homogéneo, y no esta claro, ni mucho menos, que significado
debe atribuirse a la productividad marginal del trabajo en una economía
industrial. Sin embargo, en principio, el trabajo se mide en una unidad física
técnica –una hora/hombre de trabajo-.
Ahora bien, al aceptar la medición del capital en término de sus precios se
encuentra otro problema o contradicción, pues, como se dijo anteriormente, el
precio esta constituido por diferentes elementos (beneficios, salarios, costo de
insumos) y al variar uno de estos componentes varía igualmente el precio. Por
lo tanto, al determinar la magnitud del capital en términos del precio, ésta
magnitud es susceptible a alteraciones en su valor. Por ejemplo, si el capital
está valorado en $10’000.000, a esta magnitud del factor utilizado corresponde
una cierta cantidad de producto total. Con la variación de los precios la
magnitud del capital ha cambiado de igual manera su valor (a 15’000.000), es
decir que los mismos elementos físicos de capital, los cuales no se han
alterado, tienen ahora otro valor. La variación de la magnitud del capital es
resultado exclusivo de la oscilación en los precios. Si se lleva esta “nueva”
magnitud de capital a la función de producción, necesariamente se va a ubicar
en un punto distinto del eje donde se mide el capital, al cual le corresponde un
nivel diferente del producto total. Pero en realidad cómo se puede explicar esta
variación del producto total cuando la magnitud del capital físico es la misma.

Así, para Joan Robinson, la relación causal consiste en que la distribución del
ingreso y los precios determinan la medición del capital, mientras que para los
neoclásicos, la medición del capital determina la distribución del ingreso y los
precios. Con lo cual Robinson demostró que la relación causal de los
neoclásicos es aparente, motivo por el cual surgen las incoherencias antes
señaladas.

Ante esto, Samuelson trata de buscar una solución proponiendo, en vez de


una función de producción, una función sustitutiva, o sea, un modelo que tenía
la capacidad de explicar la distribución del ingreso, exactamente como se
realizaba en base a la función de producción con la noción de productividad
marginal, pero que partía explícitamente de considerar que el capital era
heterogéneo, sin tener que recurrir al precio para homogenizar el capital. Esto
es, evitando el problema de la medición del capital.
No obstante, esta forma de medir el capital para derivar de allí los beneficios
fue refutada tiempo después por el italiano Pierangelo Garegnani10, que fue
quien se dio cuenta de que la función sustitutiva no sirve para una economía
de mercado, solo sirve para una economía donde existe un solo bien, el cual se
produce a sí mismo y por trabajo. Esto significa que la teoría neoclásica en
resumen solo esta en disponibilidad de explicar una curiosa economía donde
el producto es a la vez él mismo su insumo. En otras palabras, en las
economías de mercado donde la característica es el intercambio múltiple e
inevitable dado que la producción descansa en una división de trabajo, la teoría
marginalista solo es capaz de reflejar teóricamente un mundo donde exista
solo una mercancía.

Es por eso que Joan Robinson sustenta en una parte de su artículo:

"(...) la función de producción ha sido un poderoso instrumento de la


mala educación. Al estudiante de teoría económica se le enseña a escribir
O=f (L, C), donde L es una cantidad de trabajo, C una cantidad de capital y O
una tasa de producción de bienes. Se le pide suponer que todos los
trabajadores son iguales, y que mida L en horas-hombre de trabajo; se les
dice algo del problema de los números índice involucrado en la elección de
una unidad de producto, y luego de pasar deprisa a la cuestión siguiente,
con la esperanza que no se le ocurra preguntar en qué unidades mide C.
Antes de que llegue a preguntar, ya se habrá convertido en profesor, y así se
transmiten de una generación a la siguiente los hábitos de pensamiento
torpe." (Joan Robinson)11

Finalmente la autora admite que no se ha encontrado un patrón para medir el


capital.

“…Parece, pues, que la controversia ha terminado. Debemos


aceptar (aunque el error persista en los manuales), que se ha
demostrado que la productividad marginal del capital, en el
conjunto de la industria, es una expresión carente de
significado…”12

10
Pierangelo Garegnani is an Italian economist and professor of the
Universitá degli Studi Roma Tre. He is the Director of the Fondazione Centro
Piero Sraffa di Studi e Documenti at the Facoltá di Economia "Federico
Caffè", and also the literary executor of the works, documents and papers
left by the eminent Italian economist Piero Sraffa to the University of
Cambridge's Wren Library. Professor Garegnani is one of the leading
theoretical critics of neoclassical economics. He has published several books
and articles concerning the classical economic theory, from Ricardo to
Sraffa, as an alternative theoretical foundation to analyse the capitalist
economy.
11
Tomado de http://www.geocities.com/aportexxi/xxi.html
12
“Relevancia de la teoría económica” página 230
En conclusión Joan Robinson plantea que la acumulación de capital se da
gracias a los empresarios, los cuales guiados por sus expectativas
influenciadas por las experiencias pasadas, van a invertir, lo cual genera un
nivel mayor de acumulación de capital y por ende, un desarrollo económico con
la tasa deseada de crecimiento. Ahora bien, esta tasa deseada debe igualarse
con la tasa posible, en la que se va a propiciar el pleno empleo, esto es, para
que se genere un crecimiento uniforme y constante de la economía. En
resumen, se puede decir que este crecimiento esta en función de los factores
de producción (capital y trabajo), pero la manera de estimar su retribución, la
cual genera un mayor nivel de bienestar en la sociedad, es aún un gran reto
que no ha sido solucionado.

De esta manera se puede concluir que según la autora, las principales causas
que pueden propiciar el crecimiento de la economía son: 1. las condiciones
técnicas y la investigación; 2. las condiciones competitivas en la economía; 3.
los acuerdos salariales (las alteraciones en los salarios provocan brotes
inflacionarios, pero frente a este comportamiento negativo, hay que considerar
que son la base para estimular la demanda del sistema)13; 4. La posibilidad de
financiar la inversión, que puede facilitar o perjudicar la introducción de nuevos
procesos en la industria para hacerla mas competitiva; 5. El stock de capital
inicial y las expectativas que se forman de las experiencias pasadas; 6.
Finalmente Robinson considera la política de inversión ya que gracias a ella se
podrá generar empleo.

En cuanto a esto, cabe aclarar que aquí el planteamiento es de corte


13

keynesiano
BIBLIOGRAFIA

http://www.geocities.com/aportexxi/xxi.html

ROBINSON, Joan. Articulo “El modelo de una economía en expansión”.

ROBINSON, Joan. Articulo “La acumulación y la función de producción”.

ROBINSON, Joan. “Ensayos sobre el análisis económico”. Inglaterra, editorial


“Fondo de cultura económica”, 1974

ROBINSON, Joan. “Ensayos sobre la teoría del crecimiento económico”.


Inglaterra, editorial “Fondo de cultura económica”, 1965.

ROBINSON, Joan. “Relevancia de la teoría económica”. Inglaterra, editorial


“Matinez roca S.A.”,

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