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Mi muy querida hija

Ya son muchas las veces en que me siento de algún modo triste,


preocupado o dolido y apareces como por arte de magia en mi vida. No
es de extrañar pues que la compenetración de nuestras almas debe tener
una sincronización maravillosa. Doy gracias al cielo por tenerte y por
de algún modo ser mi bastón para apoyarme en los momentos en que
flaqueo, mis piernas no me soportan o la misma crueldad humana se
encarga de hacerme ver que soy tan débil como el que más.
Ayer fue uno de esos días y supongo que hoy con mis letras pueda
ejercer algún efecto en ti, pues la necesidad de sentarme a darte las
gracias, reconocer tu valía y hacerte copartícipe de mi alegría debe
tener como mínimo esa explicación.
La vida nos pone pruebas difíciles porque supone que somos fuertes,
pienso que lo hace para que no sigamos creyendo en eso, me da la
impresión que habiéndonos entregado tanto afecto, tanta suerte, para
poder nivelar con otros seres, nos da pinceladas de tristeza y, eso es
lo que en verdad estamos viviendo escasas pinceladas de tristeza, que
en vez de ver la parte positiva, sin darnos cuenta nos hemos fijado en
la otra cara de la moneda. La parte positiva es más importante, es
mayor en su mensaje, es lo que nos falta para entender que vivimos,
que somos como los demás, que tenemos suerte, mucha y que debemos
apreciar con mayor sentido de pertenencia y de alegría lo que se nos
da, que no es como dicen los gringos for granted.
Hoy me tocó renacer. Ayer dejé al olvido la parte oscura de mi pasado
que era un ancla que no me dejaba navegar con holgura, ahora estoy
saliendo del puerto, el mar está tranquilo, los vientos a favor,
posiblemente si los aprovechó mi viaje será largo, fructífero,
agradable y al final, lleno de maravillosas cosas por descubrir.
Quisiera que tomaras tu propia embarcación, que dejes el lastre de los
dolores que te ocasionaron y puedas apreciar la maravilla que otros
seres tienen para compartir contigo. Hay demasiados colores como para vivir,
para ver, deleitarse y vivir.
La niña de mis ojos siempre ha sido una mujer alegre. Optimista, sana,
cariñosa, emotiva, sensible, agradable, buena y sobre todo sincera y
capaz de entender que hay momentos para querer y que querer en algunos
momentos. Que si una puerta se cierra hay millones que se abren
siempre y cuando tú lo dispongas, en el instante en que hagas
conciencia que eres privilegiada, te darás cuenta que éstas son
pequeñas pruebas para luego darte lo que en verdad te mereces.
Que mis palabras llenen un poco de alegría esa tristeza que sé, te
agobia y que sirvan para recordarte que somos muchos los que te
queremos, muchos más de lo que te imaginas, a niveles nunca superados.
Recibe mis bendiciones y mi amor,
tu papá
Samuel Akinin Levy

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