Ya no poseo más el recuerdo del brillo de tu cabello.
En mi mente, una neblina grisácea, empieza a ocultar la silueta de tu cuerpo. Por eso, quisiera tenerte frente a mí y robarte el tacto de tus pechos, el color de tus manos y la fría sonrisa de tus labios. Ya no te sueño ni en mis sueños más febriles, o en la locura de la soledad que m e aplasta. Pero no quiero olvidar como tu sonrisa hacia ondular el tiempo, la luz se hacia oscura cuando contrastaba con la blancura de tu cara y el oro de tu pelo. Si alguna vez hubieras hablado, todas tus palabras llevarían doble acento. Nunca hubo aves que trinaran, ni mariposas que revolotearan, solo vidrio grueso en la ventanas, armazones de acero, pisos que se estemecian cuando caminabas hacia el manantial de los deseos. Alguna ocasión acerqué mis pa sos para coincidir con tu sendero, pero nunca volteaste a mirarme, sé que si lo hubi eras hecho jamás me habría hechizado con el misterio de tus pasos, con la furtiva sonrisa d e tus labios, con el medio girar te tu cabeza para refrendar mi cobardía por romper ese pesado silencio. Angel Kal