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Concepción de comunicación según Manuel Martín Serrano

Muchas son las teorías que se han escrito acerca de la comunicación, es este
sentido Manuel Martín Serrano, nos muestra de una manera muy
ecuánime todos y cada uno de los elementos que la conforman y como
son objeto de estudio desde distintos puntos de vista. Así mismo, hace un
breve recorrido por la historia de la comunicación partiendo de elementos
básicos como son el Ego – Alter y su función social e ideológica.

Martín Serrano hace una aclaratoria importante que señalar en referencia a lo


que él llama objetos materiales de la comunicación, que no son más que
los actores y sus comportamiento, energía, sustancias expresivas,
señales, sistemas de acoplamiento, espacio y representaciones. De igual
modo hace un paseo por los enfoques que estudian las teorías
comunicacionales entre ellas se anuncian, el enfoque idealista y el
enfoque biolgista. El primero de ellos se basa en dar una explicación en
como el hombre crea una línea divisoria entre el ser humano y el animal,
dado a su poder de la palabra esto le permite crear la moral, los juicios de
valores, y tener la capacidad de expresar ideas abstractas; mientras que el
enfoque biologista explica mas bien los sistemas naturales en cuanto a la
comunicación, a la necesidad natural de sobrevivencia y como transmitir
dicho mensaje, tal como el lo llamaría la conquista de la naturaleza.

De manera que los actores deben poseer órganos especializados y pautas de


comportamiento adecuados, que le permitan poder transmitir un mensaje
con contenido. Es necesario que el Ego disponga de un canal por el
llegan las señales a Alter, y logra que sean diferenciables para Alter del
resto de las variaciones energéticas del entorno o del mismo canal.

Asi mismo se reafirma, mas detalladamente, la visión materialista que ve al


ser humano como una maquinaria biológica, y nada más. El lenguaje
humano es un conjunto de señales, pero representativas no sólo
indicativas de un objeto real, a través de conceptos, que son
representaciones intencionales, y por tanto inmateriales, de las cosas.
Para Martín Serrano, como consta en el manual, la comunicación supone
una representación, pero esta es entendida como la “asociación de un
repertorio de expresiones a un objeto de referencia”.

Esta concepción es nominalista, pues supone que el conocimiento no es


propiamente la aprehensión de una forma, sino tan sólo la captación de
unas referencias que pueden aplicarse para identificar un objeto.
El nominalismo pasa a ser explícitamente materialismo si se considera que las
“expresiones” se reducen a puras señales materiales, resultado de la
“actividad energética” de “órganos biológicos o tecnológicos” (que el
autor parece equiparar). El conocimiento, y su transmisión, quedan
reducidos a un simple movimiento energético, o sea, de la materia.).

La concepción de comunicación de Martín Serrano, es la ciencia que estudia


el comportamiento pero no puede ser la única debido a la diferenciación
de dos tipos de comportamiento: aquellos en los cuales el sujeto, con sus
actos, afecta al estado físico o biológico de otro sujeto (Teoría de la
acción); y aquellos en los que trabaja los objetos con el propósito de que
designen para Alter otras realidades o ideas siendo esa designación el
logro que persigue su comportamiento, comportamientos expresivos.
Ambos tipos se remiten recíprocamente.

Los comportamientos expresivos serían un riesgo tomado por un sujeto al


sustituir el empleo de la fuerza por el de la información en su relación
con Alter. Son estos comportamientos los que han introducido una
riqueza creciente en las relaciones de las especies.

De manera que enfocando así el estudio posible de la comunicación, debido a


sus actores (humanos y animales) y a sus componentes, elementos,
instrumentos biológicos, abarca muchas disciplinas de la Teoría de la
Comunicación.

Es necesario integrar en un mismo modelo explicativo un sistema en el que


rigen leyes físicas y biológicas, construcciones sociales y axiológicas (se
encuentra ahora sin apoyos epistemológicos).

Serrano nos muestra un punto más de enfoque al analizar solidariamente estos


elementos comunicacionales, aunque sean tan heterogéneos como actores
humanos y animales, substancias expresivas animales y artificiales,
instrumentos de comunicación biológicos o tecnológicos,
representaciones generadas por hábito o por la razón, para lo que hay que
estudiar estos elementos en cuanto componentes de un único sistema; y
así estudiar las funciones de cada uno en el sistema.

El idealista y el biologista eso nos lleva a hacer un análisis mas objetivo de la


comunicación.
Los conceptos de “capacidad expresiva” y de “autonomía perceptiva”.

Animales expresivos: son los que poseen la capacidad de utilizar expresiones


para relacionarse con otros seres vivos.

De manera que el desarrollo de la capacidad expresiva en un animal, es


solidario del desarrollo de la autonomía perceptiva del otro animal.

Asi mismo la autonomía perceptiva: puede darse por conseguida cuando el ser
vivo pueda conocer la existencia de estímulos procedentes de otro ser
vivo.

Manuel Martín Serrano, también nos enseña las diferencias entre expresión y
ejecución.

Acción ejecutiva: orientada a la interacción con el otro, pero por camino de la


co actuación y no de la comunicación.

Trata de ajustar el comportamiento propio y el del otro mediante la aplicación


de más energía dentro del sistema de interacción.

Acción expresiva: orientada a la interacción con el otro, pero por la vía de la


comunicación.

Trata de ajustar el comportamiento propio y el del otro mediante la


introducción de señales en el sistema de interacción, las cuales permiten
controlar el intercambio de energía entre los actores.

Es fundamental entender que para tener una comunicación más objetiva entre
los actores debe existir un punto de energía entre estos de manera que
cada uno de ellos reciba la información de forma precisa pero a que nos
referimos cuando hablamos de objetividad entre los actores.

No existe una comunicación completa si por tal se pretendiese aquella que


brinda “todo” el conocimiento posible a propósito de un objeto de
referencia.

La incompletitud, la parcialidad que es consustancial con la comunicación,


plantea unos interrogantes: ¿cómo estamos seguros de que la información
que ofrecen los datos de referencia es significativa?, ¿cómo asegurarse de
que una comunicación es válida?.
Objetividad es la forma de indicar que los datos de referencia pueden ser
atribuidos legítimamente al referente que designan.

La objetividad de los datos de referencia depende de la referenciabilidad, por


lo que es independiente del uso que se haga de esos datos de
comunicación.

La objetividad y la mediación

De tal manera, Martín Serrano nos enseña que la objetividad de los datos no
quiere decir que puedan obtenerse sin la participación de una cadena de
mediadores tecnológicos y profesionales.

La mediación puede ser manipulada para distorsionar la referenciabilidad de


los datos respecto del objeto de referencia.

De modo que hemos analizado la significatividad es la forma de indicar que


los datos de referencia han sido legítimamente seleccionados respecto al
criterio de uso formal de los criterios, es decir, que son pertinentes para
referirse al objeto de referencia desde cierto punto de vista.

Existe selección legítima:

* Cuando los datos de referencia proceden directamente de expresiones


logradas sobre la sustancia expresiva, con el concurso del objeto de
referencia.

* Cuando los datos pueden ser atribuidos al objeto de referencia y, además,


convienen al punto de vista que sirve de criterio de la comunicación.

Los datos de referencia que convienen al punto de vista formal son relevantes.

La significatividad de los datos tiene que ver con la relevancia, y es


independiente de los fines prácticos que tratan de lograr los Actores que
comunican a propósito de ese objeto de referencia.

Hablando de significatividad y mediación el autor nos muestra la necesidad


de que se elija un criterio de referencia a la hora de seleccionar los datos
significativos, determina la existencia inevitable de una mediación.
El hecho de que deba existir un punto de vista permite que sea posible
manipular los datos de referencia, distorsionando su relevancia.

De modo que la objetividad y la significación de los datos de referencia son


condiciones necesarias para la validez de dichos datos, pero no son
condiciones suficientes.

Si no se utilizan datos válidos (aunque sean significativos y objetivos) se está


sesgando la comunicación.

La validez del conjunto de los datos de referencia es una cualidad que tiene
que ver con la completitud.

Un conjunto de datos son suficientes cuando la información que proporcionan


abre o cierra legítimamente las relaciones que ese referente tiene con
otros, desde el punto de vista de esa práctica comunicativa:

El autor nos muestra “la apertura legitima del referente a otros referentes:
aquel sistema de datos de referencia que establezca el repertorio de todas
las relaciones que ese referente mantiene con otros y que son pertinentes
desde la perspectiva de la práctica comunicativa”.

Haciendo un análisis mas explicito de la comunicación no es otra cosa que la


expresión del conocimiento y su recepción por otro sujeto. Se pueden así
plantear dos cuestiones fundamentales en la de la comunicación: una
relativa al conocimiento mismo (sólo se transmite lo que es conocido y lo
que es capaz de conocerse), que el autor trata al analizar las diversas
teorías bajo el epígrafe de fundamentos epistemológicos; y la otra
relativa a su transmisión, que a diferencia de la anterior no se refiere a la
objetividad y alcance del conocimiento mismo, sino a la objetividad (con
este término se resume, para simplificar, lo que el autor desglosa en los
conceptos de “objetividad”, “significatividad” y “validez”) de su
transmisión, o sea, a la problemática en torno a si los medios materiales
incluidos los corporales ransmiten y reciben adecuadamente ese
conocimiento. Por detenerse más en la primera cuestión, se comienza con
la segunda.

Los instrumentos de transmisión

No presenta este aspecto problemas de importancia. El autor, en buena lógica,


contempla las diversas modalidades de deformación de un contenido
informativo, y alude a la mediatización que pueden ejercer los
condicionamientos sociales en la actividad comunicativa, pero sin
atribuir a éstos un papel absolutamente determinante (como cabría
esperar de una visión estrictamente marxista). Queda claro, por otra
parte, que en último término esta problemática necesita elementos meta
comunicativos: es decir, que los instrumentos en sí son idóneos, y que las
deformaciones proceden de opciones que rebasan el ámbito estrictamente
comunicativo. Las deficiencias técnicas son también posibles, pero a la
vez son detectables —y se dan criterios para ello—, por lo que pueden
solucionarse.

El autor, al referirse explícitamente a esta cuestión, se adhiere al “modelo


dialéctico”, de cuño netamente marxista, con los siguientes principios:

Utilización de la dialéctica como método

La base material de una sociedad es el principal factor de su configuración y


cambio (lo ambiguo aquí es el término “principal”: para el materialismo
en realidad es el único).

La organización social y política determina el uso de los recursos y la


tecnología (postulado fácilmente asumible por cualquiera).

Un modelo socialmente retrasado respecto al nivel de los medios de


producción es un obstáculo para el uso racional de éstos (supone que los
medios de producción configuran una sociedad).

La clase dominante procura imponer una ideología que perpetúe el modelo


social establecido.

En la medida en que se consigue lo indicado en el n. 4, las demás clases


adquieren una conciencia falsa de sus verdaderos intereses.

Dentro de una teoría de la comunicación que ha estudiado ésta como


transmisión entre individuo e individuo (los actores que contempla son
individuos), nos encontramos con que sólo uno de los fundamentos
epistemológicos puede referirse a individuos: la dialéctica como método,
que por lo demás sólo se ve aplicada a relaciones sociales. Por un lado,
la teoría del conocimiento siempre ha sido uno de los puntos más
inconsistentes y menos tratados por los autores marxistas, por la
contradicción que supone un sistema materialista que postula un realismo
con los presupuestos hegelianos procedentes de un idealismo; entre estos
últimos destaca la misma dialéctica como método, que al final se acepta
sin justificación alguna, como en este caso. Tampoco parece percibirse
aquí que la dialéctica es un método ligado a una filosofía idealista, y la
obra resultante, realista que desprecia explícitamente todo idealismo, de
hecho no utiliza metódicamente esa dialéctica que afirma como
fundamento. De hecho, aunque forzando los conceptos las llame
“dialécticas”, las relaciones de oposición que contempla no son
antitéticas (empleando otra terminología, son relaciones de contrarios, no
de contradictorios), ni surge de ellas una síntesis que aúne elementos de
los dos. Con otras palabras, es marxista la visión social del autor y su
declaración de principios, pero de hecho no lo es aunque alguna
influencia tiene el estudio pormenorizado de la comunicación que ofrece,
que de este modo queda sin fundamentación.

Para hacer una determinacion de cuáles son los auténticos principios


epistemológicos que guían esta obra no es tarea sencilla. El autor, al
exponer los diversos modelos, considera incompleto el modelo
matemático informacional: sólo sirve para observar el aspecto técnico-
funcional de transmisión de señales. Es acertada la critica (como lo es, en
general, la critica a los sistemas que no adopta, aunque a la vez resulte
insuficiente por referirse a aspectos parciales), pero es ese modelo, con
algún correctivo —referencia a contenidos el que comienza adoptando
cuando estudia la naturaleza de la comunicación en los primeros temas.

En efecto, la comunicación se reduce a una transmisión energética que es


recibida por otro ser distinto al emisor, con capacidad receptiva por
poseer un receptor y un decodificador de señales.

No sólo queda reducida la comunicación humana a la animal, sino incluso ésta


a la de una máquina. Se distingue al principio entre intercambio de
materia-energía e intercambio de información, pero el criterio distintivo
es la posesión de órganos especializados y pautas de comportamiento
adecuadas. En qué consisten estas últimas? Cuando se exponen los
posibles obstáculos a la existencia de comunicación, éstos son la falta de
sustancia expresiva (mensaje), de expresión, se señales adecuadas, de
instrumento y de representación adecuada (codificación): no se alude
para nada a las pautas de comportamiento, que deben quedar reducidas a
poner a los sujetos en disposición de intercambiar señales, y nada más.
Más adelante el autor rechazará el biologismo por no tener en cuenta el
factor social, pero el fundamento que se ha proporcionado es biologista,
o, por precisar un poco más, mecanicista. Debe entenderse bien que no se
trata de proporcionar los fundamentos biológicos o materiales de la
comunicación: el problema es que no se proporcionan otros fundamentos
fuera de los materiales. Y el motivo es el materialismo de fondo, que
lleva a afirmar implícitamente que el conocimiento de reduce a actividad
orgánica, y ésta a un puro mecanismo. El status cognoscitivo de un
hombre no sería superior al de un ordenador.

El materialismo del autor es un punto de partida previo a este trabajo. No


podía ser de otra manera, pues supondría poner a la teoría de la
comunicación como núcleo central del pensamiento. Por ello, tampoco se
trata, al valorar la obra, de proporcionar una critica al materialismo
mismo del que parte el autor. Pero, dentro de la misma teoría de la
comunicación, si puede apreciarse la insuficiencia del planteamiento
materialista para dar una explicación válida del fenómeno comunicativo.
Insuficiencia es posiblemente el término más preciso, pues la
comunicación, como toda realidad humana, tiene un elemento material,
pero, como sucede en toda actividad específicamente humana, también
interviene el espíritu. Por eso, una explicación meramente materialista
resulta parcial y por tanto reduccionista. Deja sin explicar lo que va más
allá del mero sustrato material en que se apoya la actividad estudiada.
Esto se puede observar en este manual, cuando se introducen conceptos
como el de “medio cultural” frente a “medio natural”, pues aquel, si se
pretende que sea algo distinto de éste, no puede reducirse a pura materia
o actividad material; o cuando se emplean conceptos como el de
“abstracción” o “libertad” e incluso cuando, sin emplear este último
término, se contemplan conductas humanas libres o sujetas a elección por
parte del agente. La misma influencia social reclama un papel del espíritu
cuando va más allá del entorno inmediato sensible de quien actúa.

Por lo demás, siempre que se las depure de unos fundamentos insuficientes (a


veces, inexistentes), resultan aceptables muchos de los conceptos y
clasificaciones que se exponen. En el fondo, el manual contiene algunas
cosas interesantes, pero su principal defecto es una concepción
materialista, y una auténtica falta de incongruencia en sus planteamientos
fundamentales, fruto de intentar la tarea imposible de compaginar
diversas influencias ideológicas que pueden apreciarse en los autores. Por
este motivo resulta, a la hora de sintetizar y valorar, una obra confusa y
de una calidad bastante mediocre.
Muchas son las teorías que se han escrito acerca de la comunicación, es este
sentido Manuel Martín Serrano, nos muestra de una manera muy
ecuánime todos y cada uno de los elementos que la conforman y como
son objeto de estudio desde distintos puntos de vista. Así mismo, hace un
breve recorrido por la historia de la comunicación partiendo de elementos
básicos como son el Ego – Alter y su función social e ideológica.

Martín Serrano hace una aclaratoria importante que señalar en referencia a lo


que él llama objetos materiales de la comunicación, que no son más que
los actores y sus comportamiento, energía, sustancias expresivas,
señales, sistemas de acoplamiento, espacio y representaciones. De igual
modo hace un paseo por los enfoques que estudian las teorías
comunicacionales entre ellas se anuncian, el enfoque idealista y el
enfoque biolgista. El primero de ellos se basa en dar una explicación en
como el hombre crea una línea divisoria entre el ser humano y el animal,
dado a su poder de la palabra esto le permite crear la moral, los juicios de
valores, y tener la capacidad de expresar ideas abstractas; mientras que el
enfoque biologista explica mas bien los sistemas naturales en cuanto a la
comunicación, a la necesidad natural de sobrevivencia y como transmitir
dicho mensaje, tal como el lo llamaría la conquista de la naturaleza.

De manera que los actores deben poseer órganos especializados y pautas de


comportamiento adecuados, que le permitan poder transmitir un mensaje
con contenido. Es necesario que el Ego disponga de un canal por el
llegan las señales a Alter, y logra que sean diferenciables para Alter del
resto de las variaciones energéticas del entorno o del mismo canal.

Asi mismo se reafirma, mas detalladamente, la visión materialista que ve al


ser humano como una maquinaria biológica, y nada más. El lenguaje
humano es un conjunto de señales, pero representativas no sólo
indicativas de un objeto real, a través de conceptos, que son
representaciones intencionales, y por tanto inmateriales, de las cosas.
Para Martín Serrano, como consta en el manual, la comunicación supone
una representación, pero esta es entendida como la “asociación de un
repertorio de expresiones a un objeto de referencia”.

Esta concepción es nominalista, pues supone que el conocimiento no es


propiamente la aprehensión de una forma, sino tan sólo la captación de
unas referencias que pueden aplicarse para identificar un objeto. El
nominalismo pasa a ser explícitamente materialismo si se considera que
las “expresiones” se reducen a puras señales materiales, resultado de la
“actividad energética” de “órganos biológicos o tecnológicos” (que el
autor parece equiparar). El conocimiento, y su transmisión, quedan
reducidos a un simple movimiento energético, o sea, de la materia.).

La concepción de comunicación de Martín Serrano, es la ciencia que estudia


el comportamiento pero no puede ser la única debido a la diferenciación
de dos tipos de comportamiento: aquellos en los cuales el sujeto, con sus
actos, afecta al estado físico o biológico de otro sujeto (Teoría de la
acción); y aquellos en los que trabaja los objetos con el propósito de que
designen para Alter otras realidades o ideas siendo esa designación el
logro que persigue su comportamiento, comportamientos expresivos.
Ambos tipos se remiten recíprocamente.

Los comportamientos expresivos serían un riesgo tomado por un sujeto al


sustituir el empleo de la fuerza por el de la información en su relación
con Alter. Son estos comportamientos los que han introducido una
riqueza creciente en las relaciones de las especies.

De manera que la comunicación es el proceso en el cual el Ego – Alter,


interactúan de forma continúa presentado entre estos una relación y
demostrando así que la comunicación es fluida entre los actores,
enfocando así el estudio posible de la comunicación, debido a sus actores
(humanos y animales) y a sus componentes, elementos, instrumentos
biológicos, abarca muchas disciplinas de la Teoría de la Comunicación.

Es necesario integrar en un mismo modelo explicativo un sistema en el que


rigen leyes físicas y biológicas, construcciones sociales y axiológicas (se
encuentra ahora sin apoyos epistemológicos).

Serrano nos muestra un punto mas de enfoque al analizar solidariamente estos


elementos comunicacionales, aunque sean tan heterogéneos como actores
humanos y animales, substancias expresivas animales y artificiales,
instrumentos de comunicación biológicos o tecnológicos,
representaciones generadas por hábito o por la razón, para lo que hay que
estudiar estos elementos en cuanto componentes de un único sistema; y
así estudiar las funciones de cada uno en el sistema.

El idealista y el biologista eso nos lleva a hacer un análisis mas objetivo de la


comunicación.
Los conceptos de “capacidad expresiva” y de “autonomía perceptiva”.

Animales expresivos: los que poseen la capacidad de utilizar expresiones para


relacionarse con otros seres vivos.

El desarrollo de la capacidad expresiva en un animal, es solidario del


desarrollo de la autonomía perceptiva del otro animal.

La autonomía perceptiva: puede darse por conseguida cuando el ser vivo


pueda conocer la existencia de estímulos procedentes de otro ser vivo.

El autor también nos enseña las diferencias entre expresión y ejecución.

Acción ejecutiva: orientada a la interacción con el otro, pero por camino de la


co actuación y no de la comunicación.

Trata de ajustar el comportamiento propio y el del otro mediante la aplicación


de más energía dentro del sistema de interacción.

Acción expresiva: orientada a la interacción con el otro, pero por la vía de la


comunicación.

Trata de ajustar el comportamiento propio y el del otro mediante la


introducción de señales en el sistema de interacción, las cuales permiten
controlar el intercambio de energía entre los actores.

Es fundamental entender que para tener una comunicación más objetiva entre
los actores debe existir un punto de energía entre estos de manera que
cada uno de ellos reciba la información de forma precisa pero a que nos
referimos cuando hablamos de objetividad entre los actores.

No existe una comunicación completa si por tal se pretendiese aquella que


brinda “todo” el conocimiento posible a propósito de un objeto de
referencia.

La incompletitud, la parcialidad que es consustancial con la comunicación,


plantea unos interrogantes: ¿cómo estamos seguros de que la información
que ofrecen los datos de referencia es significativa?, ¿cómo asegurarse de
que una comunicación es válida?

Los interrogantes que requieren respuestas son los siguientes:


* ¿Qué significa “objetividad”?

* ¿Qué significa “significatividad “?

* ¿Qué significa “validez”?

Objetividad es la forma de indicar que los datos de referencia pueden ser


atribuidos legítimamente al referente que designan.

La objetividad de los datos de referencia depende de la referenciabilidad, por


lo que es independiente del uso que se haga de esos datos de
comunicación.

La objetividad y la mediación

Martín Serrano nos enseña que la objetividad de los datos no quiere decir que
puedan obtenerse sin la participación de una cadena de mediadores
tecnológicos y profesionales.

La mediación puede ser manipulada para distorsionar la referenciabilidad de


los datos respecto del objeto de referencia.

De manera que hemos analizado la significatividad es la forma de indicar que


los datos de referencia han sido legítimamente seleccionados respecto al
criterio de uso formal de los criterios, es decir, que son pertinentes para
referirse al objeto de referencia desde cierto punto de vista.

Existe selección legítima:

* Cuando los datos de referencia proceden directamente de expresiones


logradas sobre la sustancia expresiva, con el concurso del objeto de
referencia.

* Cuando los datos pueden ser atribuidos al objeto de referencia y, además,


convienen al punto de vista que sirve de criterio de la comunicación.

Los datos de referencia que convienen al punto de vista formal son relevantes.

La significatividad de los datos tiene que ver con la relevancia, y es


independiente de los fines prácticos que tratan de lograr los Actores que
comunican a propósito de ese objeto de referencia.
Hablando de significatividad y mediación el autor nos muestra la necesidad
de que se elija un criterio de referencia a la hora de seleccionar los datos
significativos, determina la existencia inevitable de una mediación.

El hecho de que deba existir un punto de vista permite que sea posible
manipular los datos de referencia, distorsionando su relevancia.

De modo que la objetividad y la significación de los datos de referencia son


condiciones necesarias para la validez de dichos datos, pero no son
condiciones suficientes.

Si no se utilizan datos válidos (aunque sean significativos y objetivos) se está


sesgando la comunicación.

La validez del conjunto de los datos de referencia es una cualidad que tiene
que ver con la completitud.

Un conjunto de datos son suficientes cuando la información que proporcionan


abre o cierra legítimamente las relaciones que ese referente tiene con
otros, desde el punto de vista de esa práctica comunicativa:

El autor nos muestra “la apertura legitima del referente a otros referentes:
aquel sistema de datos de referencia que establezca el repertorio de todas
las relaciones que ese referente mantiene con otros y que son pertinentes
desde la perspectiva de la práctica comunicativa”.

Haciendo un análisis mas explicito de la comunicación no es otra cosa que la


expresión del conocimiento y su recepción por otro sujeto. Se pueden así
plantear dos cuestiones fundamentales en la de la comunicación: una
relativa al conocimiento mismo (sólo se transmite lo que es conocido y lo
que es capaz de conocerse), que el autor trata al analizar las diversas
teorías bajo el epígrafe de fundamentos epistemológicos; y la otra
relativa a su transmisión, que a diferencia de la anterior no se refiere a la
objetividad y alcance del conocimiento mismo, sino a la objetividad (con
este término se resume, para simplificar, lo que el autor desglosa en los
conceptos de “objetividad”, “significatividad” y “validez”) de su
transmisión, o sea, a la problemática en torno a si los medios materiales
incluidos los corporales ransmiten y reciben adecuadamente ese
conocimiento. Por detenerse más en la primera cuestión, se comienza con
la segunda.
Los instrumentos de transmisión

No presenta este aspecto problemas de importancia. El autor, en buena lógica,


contempla las diversas modalidades de deformación de un contenido
informativo, y alude a la mediatización que pueden ejercer los
condicionamientos sociales en la actividad comunicativa, pero sin
atribuir a éstos un papel absolutamente determinante (como cabría
esperar de una visión estrictamente marxista). Queda claro, por otra
parte, que en último término esta problemática necesita elementos meta
comunicativos: es decir, que los instrumentos en sí son idóneos, y que las
deformaciones proceden de opciones que rebasan el ámbito estrictamente
comunicativo. Las deficiencias técnicas son también posibles, pero a la
vez son detectables —y se dan criterios para ello—, por lo que pueden
solucionarse.

El autor, al referirse explícitamente a esta cuestión, se adhiere al “modelo


dialéctico”, de cuño netamente marxista, con los siguientes principios:

Utilización de la dialéctica como método

La base material de una sociedad es el principal factor de su configuración y


cambio (lo ambiguo aquí es el término “principal”: para el materialismo
en realidad es el único).

La organización social y política determina el uso de los recursos y la


tecnología (postulado fácilmente asumible por cualquiera).

Un modelo socialmente retrasado respecto al nivel de los medios de


producción es un obstáculo para el uso racional de éstos (supone que los
medios de producción configuran una sociedad).

La clase dominante procura imponer una ideología que perpetúe el modelo


social establecido.

En la medida en que se consigue lo indicado en el n. 4, las demás clases


adquieren una conciencia falsa de sus verdaderos intereses.

Dentro de una teoría de la comunicación que ha estudiado ésta como


transmisión entre individuo e individuo (los actores que contempla son
individuos), nos encontramos con que sólo uno de los fundamentos
epistemológicos puede referirse a individuos: la dialéctica como método,
que por lo demás sólo se ve aplicada a relaciones sociales en el tema 9.
Por un lado, la teoría del conocimiento siempre ha sido uno de los puntos
más inconsistentes y menos tratados por los autores marxistas, por la
contradicción que supone un sistema materialista que postula un realismo
con los presupuestos hegelianos procedentes de un idealismo; entre estos
últimos destaca la misma dialéctica como método, que al final se acepta
sin justificación alguna, como en este caso. Tampoco parece percibirse
aquí que la dialéctica es un método ligado a una filosofía idealista, y la
obra resultante, realista que desprecia explícitamente todo idealismo, de
hecho no utiliza metódicamente esa dialéctica que afirma como
fundamento. De hecho, aunque forzando los conceptos las llame
“dialécticas”, las relaciones de oposición que contempla no son
antitéticas (empleando otra terminología, son relaciones de contrarios, no
de contradictorios), ni surge de ellas una síntesis que aúne elementos de
los dos. Con otras palabras, es marxista la visión social del autor y su
declaración de principios, pero de hecho no lo es aunque alguna
influencia tiene el estudio pormenorizado de la comunicación que ofrece,
que de este modo queda sin fundamentación.

Determinar cuáles son los auténticos principios epistemológicos que guían


esta obra no es tarea sencilla. El autor, al exponer los diversos modelos,
considera incompleto el modelo matemático informacional: sólo sirve
para observar el aspecto técnico-funcional de transmisión de señales. Es
acertada la critica (como lo es, en general, la critica a los sistemas que no
adopta, aunque a la vez resulte insuficiente por referirse a aspectos
parciales), pero es ese modelo, con algún correctivo —referencia a
contenidos el que comienza adoptando cuando estudia la naturaleza de la
comunicación en los primeros temas.

En efecto, la comunicación se reduce a una transmisión energética que es


recibida por otro ser distinto al emisor, con capacidad receptiva por
poseer un receptor y un decodificador de señales.

No sólo queda reducida la comunicación humana a la animal, sino incluso ésta


a la de una máquina. Se distingue al principio entre intercambio de
materia-energía e intercambio de información, pero el criterio distintivo
es la posesión de órganos especializados y pautas de comportamiento
adecuadas. En qué consisten estas últimas? Cuando se exponen los
posibles obstáculos a la existencia de comunicación, éstos son la falta de
sustancia expresiva (mensaje), de expresión, se señales adecuadas, de
instrumento y de representación adecuada (codificación): no se alude
para nada a las pautas de comportamiento, que deben quedar reducidas a
poner a los sujetos en disposición de intercambiar señales, y nada más.
Más adelante el autor rechazará el biologismo por no tener en cuenta el
factor social, pero el fundamento que se ha proporcionado es biologista,
o, por precisar un poco más, mecanicista. Debe entenderse bien que no se
trata de proporcionar los fundamentos biológicos o materiales de la
comunicación: el problema es que no se proporcionan otros fundamentos
fuera de los materiales. Y el motivo es el materialismo de fondo, que
lleva a afirmar implícitamente que el conocimiento de reduce a actividad
orgánica, y ésta a un puro mecanismo. El status cognoscitivo de un
hombre no sería superior al de un ordenador.

El materialismo del autor es un punto de partida previo a este trabajo. No


podía ser de otra manera, pues supondría poner a la teoría de la
comunicación como núcleo central del pensamiento. Por ello, tampoco se
trata, al valorar la obra, de proporcionar una critica al materialismo
mismo del que parte el autor. Pero, dentro de la misma teoría de la
comunicación, si puede apreciarse la insuficiencia del planteamiento
materialista para dar una explicación válida del fenómeno comunicativo.
Insuficiencia es posiblemente el término más preciso, pues la
comunicación, como toda realidad humana, tiene un elemento material,
pero, como sucede en toda actividad específicamente humana, también
interviene el espíritu. Por eso, una explicación meramente materialista
resulta parcial y por tanto reduccionista. Deja sin explicar lo que va más
allá del mero sustrato material en que se apoya la actividad estudiada.
Esto se puede observar en este manual, cuando se introducen conceptos
como el de “medio cultural” frente a “medio natural”, pues aquel, si se
pretende que sea algo distinto de éste, no puede reducirse a pura materia
o actividad material; o cuando se emplean conceptos como el de
“abstracción” o “libertad” e incluso cuando, sin emplear este último
término, se contemplan conductas humanas libres o sujetas a elección por
parte del agente. La misma influencia social reclama un papel del espíritu
cuando va más allá del entorno inmediato sensible de quien actúa.

Por lo demás, siempre que se las depure de unos fundamentos insuficientes (a


veces, inexistentes), resultan aceptables muchos de los conceptos y
clasificaciones que se exponen. En el fondo, el manual contiene algunas
cosas interesantes, pero su principal defecto es una concepción
materialista, y una auténtica falta de incongruencia en sus planteamientos
fundamentales, fruto de intentar la tarea imposible de compaginar
diversas influencias ideológicas que pueden apreciarse en los autores. Por
este motivo resulta, a la hora de sintetizar y valorar, una obra confusa y
de una calidad bastante mediocre.

TEORÍAS Y MODELOS DE COMUNICACIÓN

Como dice Robert Ferguson (2007:15), para quienes somos estudiosos


de los medios o simplemente ciudadanos interesados en el tema,
también es importante la posición que adoptemos (…) En última
instancia, todos los estudiosos de los medios tienen que elegir el
enfoque que sientan que mejor podrán defender cuando se les
cuestione.

Por tanto, haré una breve definición de las teorías de la


comunicación más significativas, para elegir un modelo así
como su actor más representativo.

Modelo funcionalista

Modelo estructuralista
Modelo funcionalista
¿Quién dice qué por qué canal a quién y con qué efecto? Con
esta frase Lasswell ofrece un marco conceptual a la sociología
funcionalista de los medios de comunicación. En la práctica
encontramos dos puntos importantes en este programa: el
análisis de los efectos y el análisis del contenido.

Estas áreas de investigación y su correspondiente “fórmula”


se pueden esquematizar así:

Quién dice qué en qué a quién con qué


efecto
Estudios Análisis Análisis Análisis Análisis
del control de contenidode losde lade los
medios audiencia efectos
El modelo de Lasswell, según M.A. Arias, J. García y M. Martín
Serrano, recoge todos los componentes pertinentes para el
estudio de la comunicación desde el enfoque behaviorista: a)
un sujeto estimulador (quién); b) unos estímulos
comunicativos (qué) que originan una conducta comunicativa;
c) unos instrumentos (por qué canal) que hacen posible la
aplicación de los estímulos comunicativos; d) un sujeto
experimental (a quien) que recibe estos estímulos; y e) unas
respuestas que corresponden siempre a estos estímulos
comunicativos (con qué efectos).

Mediante esta técnica se aspira a conseguir una “descripción


objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto
de las comunicaciones” (Berelson, 1952).

Lo más importante de esta teoría son las funciones que el


proceso de comunicación cumple en la sociedad: a) la
vigilancia del entorno, revelando todo lo que podría amenazar
o afectar al sistema de valores de una comunidad o de las
partes que la componen; b) la puesta en relación de los
componentes de la sociedad para producir una respuesta al
entorno; c) la transmisión de la herencia social. (Lasswell,
1948).
Modelo estructuralista
El estructuralismo extiende las hipótesis de una escuela
lingüística a otras disciplinas de las ciencias humanas
(antropología, historia, literatura, psicoanálisis). Encontramos
a Ferdinand de Saussure como el fundador de los métodos de
esta teoría.

Para estudiar los medios de comunicación es de vital


importancia el estudio de: significante-significado y
denotación-connotación, que al relacionarse con el doble
aspecto presentado por los signos que conforman la lengua;
es decir, un aspecto perceptible como el significante y otro
que lo contiene el propio signo: el significado. (Mattelart. A y
M. 2008:64).

Entendida la “estructura” como un sistema de intercambio


entre actores sociales y teniendo en cuenta que al enfoque
estructuralista no le interesa tanto qué es lo que se
intercambia, ni quiénes cambian, como las reglas que rigen
sus relaciones, un modelo estructuralista de la comunicación
tendría los siguientes componentes: a) Las relaciones de
intercambio entre los actores; b) las reglas que explican las
relaciones de intercambio; c) todos los campos en los cuales
sea de aplicación el código que se ha identificado.

Así podríamos seguir recorriendo los distintos modelos de


comunicación para encontranos teorías que según los campos
en los que se desarrolla pueden ser:

• Producción del mensaje: Teoría constructivista y teoría


de la asamblea.
• Proceso de la información: Teorías de la elaboración de
preferencias y teoría de la inoculación.
• Discurso e interacción: Teoría de los actos discursivos y
administración coordinada del significado.
• Desarrollo de las relaciones: Teoría de la reducción de
incertezas y teoría de la penetración social.
• Relaciones en proceso: Teoría de los sistemas de relación
y dialéctica relacional.
• Organizacional: Teoría de la estructura y teoría del
control coercitivo.
• Pequeños grupos: Teoría funcional y teoría de la
convergencia simbólica.
• Procesos de los medios masivos y sus efectos: Teoría
cognoscitiva social y teoría de usos y gratificaciones.
• Medios masivos y sociedad: Teoría de la agenda
establecida y teoría de la espiral del silencio.
• Cultura: Teoría de los códigos discursivos y teoría de la
conservación del rostro.

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