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Aprendiendo con dolor

 
Aprendimos desde jóvenes
a tratar a las personas
a querer a los amigos
y a amar a la familia
Aprendimos mientras tanto
que algunos de ellos,
ya en el olvido
se han marchado a otros lares
A ellos, ya no contamos como amigos
Aprendimos a querer y a amar
a cada ser que está vivo
Lo que no nos enseñaron
qué hacer cuando se van
Cuando la muerte llega
y nos separa los cuerpos
Cuando se apagan los ojos
y no los logramos reencontrar
Pero está en nosotros la respuesta
Cada ser que nos ha tocado
vive en nosotros por siempre
y  pasa a estar más presente
pues podemos traer sus recuerdos
cuando queremos a nuestro antojo
Podemos revivir cada palabra
Podemos recordar cada caricia
y así ellos por nosotros vivirán
De lo contrario de no recordarlos
sería cual castigo y, cómo no serlo
¿Cómo se pretendería vivir?
Cuando la falta es tan grande
¿Cómo podríamos no sufrir?
A sabiendas de la grave lesión
La muerte es la enemiga cruel
que sin importar los ruegos
la vida no se puede ni vuelve a traer
Ante tal calamidad, pregunto
¿Qué se le debe decir al padre?
Si ha perdido algún hijo
¿Qué podría conformar a la hija?
Si su madre, su amor, ha partido
¿Qué podemos decirle a un nieto?
Si su abuela se ha marchado
y con ella se ha llevado
ese amor que nunca acaba
esa palabra que de ella que sanaba
esa caricia que en tristeza animaba
esa bendición que nos hace tanta falta
esa guía que ya no está
Lloro de tan sólo pensar la pérdida
de ese ser humano lleno de amor
Lloro de saber cuál es el final
ante la ausencia del ya difunto
Lloro sabiendo que no podremos
dejar al olvido algo querido
Supongo que de igual modo
que sufrimos con la pérdida
los muertos de modo igual hacen
y también supongo, ellos, nos deben llorar
Samuel Akinin Levy

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