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influencia del género en la psicopatología labora L


introducció N
Los cambios producidos en los últimos sedentarismo y, no menos importante,
años en el ámbito laboral, y en la las condiciones físicas y psicológicas
sociedad en general, han causado del trabajo.
una evolución en la propia definición
de la salud, que hoy ya nadie concibe Entre los factores desencadenantes de
como una mera ausencia de enferme- distintos problemas de salud, deterio-
dad. La percepción de la salud del ro de las relaciones interpersonales,
propio individuo es distinta según el absentismo y disminución de la pro-
sexo, siendo las mujeres, en general, ductividad se encuentra el estrés labo-
las que se declaran con peor salud ral. En este capítulo se analiza este
que los hombres (INE, 1999). Existen fenómeno, así como el síndrome de
múltiples factores que inciden en burnout, o «del trabajador quemado»
menor o mayor grado en la salud, y el acoso laboral o mobbing, aten-
entre otros la alimentación, las condi- diendo a las diferencias en estos tres
ciones del entorno en el que se vive, el fenómenos según el factor género.

trabajo y géner O
Tradicionalmente, las mujeres no han provocado diferencias laborales im-
participado en el ámbito laboral y portantes entre ellos. Mujeres y hom-
económico del mismo modo que lo bres no ocupan el tiempo de la misma
han hecho los hombres, sino que, por forma, ni realizan las mismas tareas;
el contrario, a lo largo de la historia en este sentido, según constató la
se han creado y perpetuado determi- ONU, se observa que la utilización
nados rasgos en relación con la situa- del tiempo por hombres y mujeres es
ción laboral de ambos sexos que han más similar cuando son jóvenes y no

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se han casado. En el momento en que nización de algunos sectores producti-
se contrae matrimonio o se forma una vos que precisamente son aquellos que
familia, se perciben mayores diferen- están relacionados con las actividades
cias respecto a las funciones que tradicionalmente desempeñadas por las
asume cada sexo. Las mujeres casa- mujeres).
das o que viven en pareja (aun sin
tener hijos) realizan más tareas no En los distintos sectores de actividad y
remuneradas que las solteras, mien- profesiones, los hombres cobran más
tras que, en el caso de los hombres, que las mujeres, bien con comple-
no se aprecian diferencias en la dedi- mentos que sólo cobran los hombres
cación al trabajo no remunerado o como consecuencia de que no se
independientemente de su estado civil reconoce un trabajo de igual valor.
(Carrasco, 1996). Entre los trabajadores jóvenes existe
mayor igualdad salarial que entre los
Por otra parte, el trabajo familiar y do- de edad más avanzada. Esto es debi-
méstico continúa siendo asumido mayo- do a que los salarios de los hombres
ritariamente por las mujeres (Carrasco, tienden a incrementarse con la edad
1996) y, de cualquier forma, las que hasta llegar a los 50 años, aproxima-
acceden al mercado laboral tampoco lo damente. En cambio, los ingresos de
hacen en iguales condiciones que los las mujeres aumentan de forma más
hombres, sino que unas y otros trabajan lenta y se distancian de los percibidos
en diferentes sectores y empleos, no ocu- por el varón cuando las mujeres lle-
pan los puestos directivos de una forma gan a los 30 o 40 años. Por otra
equitativa y no perciben los mismos sala- parte, se constata que los trabajado-
rios por el trabajo realizado. Estas situa- res jóvenes están menos segregados
ciones repercuten directamente en la en su puesto de trabajo. De cualquier
situación económica y social de las muje- modo, se estima que los salarios
res e incluso en su estado físico y emocio- medios de los hombres superan en un
nal, es decir, en su salud. 40 % a los de las mujeres, y que entre
los trabajadores no asalariados
Según datos aportados por el Consejo (empresarios, profesionales indepen-
de la Juventud de España (2001), a dientes, trabajadores por cuenta pro-
pesar de la creciente incorporación de pia, etc.) existen aún mayores dife-
la mujer al mercado laboral, el desem- rencias (Durán et al., 2001).
pleo femenino sigue siendo superior al
masculino. Las tasas de paro femenino Las situaciones de precariedad en el tra-
y masculino en España son especial- bajo afectan más a las mujeres que a los
mente preocupantes por las enormes hombres y, además, las mujeres repre-
diferencias que presentan. Se observa sentan un porcentaje importante del tra-
una fuerte segregación, tanto vertical bajo no regularizado o de la economía
(pocas mujeres en los niveles jerárqui- sumergida, lo cual hace difícil la defensa
cos superiores), como horizontal (femi- de la salud, la implantación de sistemas

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musculoesquelético. Las que realizan tra-
tablA 1 SECTORES DE ACTIVIDAD LABORAL
TRADICIONALMENTE FEMENINOS
bajos de tipo administrativo sufren las
consecuencias del esfuerzo visual, de la
– Textil y confección posición sentada prolongada, y la carga
– Servicios o estrés mental por el volumen de infor-
– Enseñanza mación. Hay que recordar que los hom-
– Hostelería y comercio bres se concentran en sectores como
– Sanitario construcción, minería, metal, industria
– Agroalimentario pesada, etc., en los que los riesgos de
accidentes y exposición a tóxicos tienen
más protagonismo, mientras que las
de control y las medidas preventivas. Los mujeres se concentran en el sector servi-
riesgos a los que están expuestos hom- cios, fundamentalmente sanidad y edu-
bres y mujeres son distintos: los hombres cación, en los que las patologías muscu-
se enfrentan a riesgos relacionados con loesqueléticas y los riesgos derivados de
la seguridad y la higiene; las mujeres se una inadecuada organización del traba-
ven afectadas por riesgos relacionados jo son sentidos como prioritarios (Durán
con la organización del trabajo y la et al., 2001). Un informe de la Organi-
ergonomía. Las mujeres que trabajan en zación para la Cooperación y el Desa-
escuelas infantiles o guarderías, las caje- rrollo Económico (OCDE) sobre salud
ras de supermercados o camareras de laboral resaltaba como sectores de acti-
piso, las empleadas de hogar, las traba- vidad tradicionalmente femeninos los
jadoras de la limpieza o de la salud rea- que se resumen en la tabla 1.
lizan trabajos que requieren esfuerzos
físicos importantes y, en algunos casos, A continuación se exponen los factores
están expuestas a productos de elevada de riesgo, así como los principales
toxicidad. Las trabajadoras del área de daños que suelen provocar, en los tra-
la salud sufren tensiones de tipo emocio- bajadores de cada uno de estos secto-
nal que agudizan los riesgos de origen res (tabla 2).

tablA 2 ALGUNOS FACTORES DE RIESGO Y DAÑOS EN SECTORES TÍPICAMENTE FEMENINOS


Sector Factores de riesgo Principales daños
Textil (modista, costureras, Ruidos, vibraciones Dolores musculares
planchadora, arreglo de Posturas forzadas Varices
cuero y calzado, etc.) Riesgo químico por Esguinces, hematomas, etc.
contacto con disolventes, Alteraciones respiratorias
detergentes, etc. Alteraciones psíquicas
Temperaturas altas (depresión, ansiedad,
Trabajo en turnos insomnio, etc.)
Problemas de comunicación Fatiga visual, sordera, etc.

(Continúa)

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(Continuación)
Sector Factores de riesgo Principales daños

Servicios (las mujeres, por Uso de fotocopiadoras Dolores musculares


lo general, están más (exposición a radiaciones, Tendinitis
presentes que los hombres calor, etc.) Fatiga visual
en categorías laborales): Fatiga visual por trabajar Estrés
administrativas, con pantalla Eccemas y dermatitis
secretarias, peluqueras, Malas condiciones Trastornos respiratorios
teleoperadoras, etc.) ambientales (iluminación, Irritación de la piel, ojos y
ruido, temperatura, etc.) vías respiratorias

Enseñanza (maestras, Ambiente seco Síndrome de burnout


educadoras, pedagogas, Polvo de tiza Nódulos, disfonías
celadoras, trabajo en Ruido interior y exterior Trastornos nerviosos
consejerías, etc.) Esfuerzo vocal (ansiedad, depresión)
Superpoblación en aulas Lumbago, artrosis, etc.
Posturas inadecuadas, Estrés derivado del
estáticas de pie trabajo, la presión de los
Exposición a virus alumnos, padres, etc.

Hostelería y comercio Posturas forzadas Alteraciones


(limpieza, camareras, Manipulación manual de musculoesqueléticas
cocineras, ayudantes cargas Varices
de cocina, etc.) Trabajo monótono Alteraciones respiratorias
y repetitivo tipo asma, etc.
Ritmo elevado con ausencia Ansiedad, depresión,
de pausas irritabilidad y nerviosismo
Horarios por turnos, rotativos Alteraciones del sueño
Aislamiento, jornadas Fatiga mental y visual
excesivas

Sanitario (enfermeras, Exposición a contaminantes Síndrome de burnout


auxiliares, médicas, cela- biológicos Enfermedades infecciosas
doras, etc.) Movilización de enfermos Alteraciones
Posturas estáticas (p. ej., musculoesqueléticas
personal de quirófano) Estrés derivado del contacto
Radiaciones de rayos X diario con personas
Desinfectantes y esterilizantes enfermas
Ritmo excesivo Alteraciones de la piel
Trabajos por turnos y Alteraciones de los ojos y
nocturnidad del sistema nervioso
Alteraciones psíquicas
(ansiedad, depresión,
irritabilidad, etc.)

(Continúa)

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(Continuación)

Sector Factores de riesgo Principales daños

Agroalimentario (industrias Posturas forzadas, Patologías


conserveras, panaderías, inadecuadas musculoesqueléticas
mataderos, etc.) Manipulación de cargas Varices
Trabajo rutinario, por turnos Insolaciones, quemaduras
Trabajo a la intemperie Cortes
Intoxicación con pesticidas Alteraciones psíquicas
Riesgo de golpes y caídas (ansiedad, depresión,
Riesgo de agresión e irritabilidad, etc.)
intoxicación si trabaja Dermatitis, eccemas, etc.
directamente con animales Intoxicación por contacto
con productos químicos

estrés labora L
El mundo laboral ha experimentado et al., 2004). Durante las últimas déca-
modificaciones significativas en los últi- das han sido muchas las investigaciones
mos 30 años. Esto, unido a los cambios sobre la asociación del estrés con la
demográficos de la población y a las salud, y en todas ellas se plantean al
demandas psicosociolaborales, hace menos tres grupos de mediadores críti-
que los trabajadores estén expuestos a cos que alteran los efectos de los estre-
cambios frecuentes y a una continua santes en la salud: el apoyo social, los
necesidad de renovación y actualización recursos psicosociales y los recursos de
(Martín-Payo et al., 2005). Como se ha afrontamiento (Avison y Gotlib, 1994).
descrito, el estrés laboral podría definir-
se como el conjunto de manifestaciones En cuanto al género como variable
emocionales y físicas que se presentan mediadora, los resultados son contradic-
cuando las demandas del trabajo exce- torios. Existen estudios que no encuen-
den las capacidades y expectativas del tran evidencia de la función de esta
trabajador. Según datos de un estudio variable como moderadora y demues-
llevado a cabo por la Fundación tran que la relación entre los estresantes
Europea para la Mejora de las hallados en el entorno laboral y el nivel
Condiciones de Vida y Trabajo (1999), de estrés experimentado es igual en hom-
el 28 % de los trabajadores europeos bres y mujeres con distintas profesiones
padece estrés. Las consecuencias son (Jamal 1999; Vermeulen y Mustard,
amplias e importantes y afectan a la 2000; Cole et al., 2002). Es posible que
salud mental y física, a la calidad de la ausencia de diferencias entre hombres
vida y a la eficacia profesional (Mingote y mujeres en el factor estrés emocional se

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deba a que se comparan hombres y res en estrés laboral, ni en insatisfac-
mujeres que realizan la misma profesión ción con el rol laboral, las mujeres
y, por lo tanto, tienen el mismo rol labo- declararon más síntomas somáticos y
ral, lo que conlleva una cierta igualdad menos de tipo alérgico que los hom-
de formación, salario y condiciones bres. Roxburgh (1996) describió distin-
laborales. Esto coincide con los autores, tas posibles explicaciones al hecho de
que encuentran que la relación entre las que las mujeres que trabajan experi-
experiencias laborales y el malestar psí- menten mayor estrés que los hombres
quico es igual para mujeres y para hom- que también lo hacen.
bres (Barnett y Brennan, 1995).
Por otra parte, las mujeres puede que
Otros estudios, en cambio, demuestran sean más vulnerables a los efectos del
que existen diferencias de género. Parece estrés, es decir, que respondan con un
bien constatado que el apoyo social en el mayor nivel de estrés a los mismos
trabajo se relaciona con el nivel de estrés estresantes que afrontan los hombres
experimentado tanto en hombres como debido a una percepción de determi-
en mujeres, ya que ayuda a mitigar los nados aspectos del entorno laboral.
aspectos negativos de éste en ambos gru- Mientras que la exposición al estrés es
pos (Dollard y Winefield, 1998; Amick et un factor predictor negativo significati-
al., 1998; Fuhrer et al., 1999; Vermeulen vo de la salud tanto para hombres
y Mustard, 2000), pero esta variable como para mujeres, el estrés percibido
mediadora se ha mostrado más eficaz es únicamente predictor para las muje-
para reducir los niveles de estrés en muje- res (Weeckes et al., 2005).
res que en hombres (Vermeulen y
Mustard, 2000). En relación con esto, Otra posible explicación sobre las dife-
Greenglass et al. (1998) encontraron que rencias entre hombres y mujeres sería
en las mujeres el apoyo social de las com- la doble carga de trabajo que conlleva
pañeras reducía el agotamiento emocio- la práctica profesional y la tarea fami-
nal, mientras que en los hombres el liar. Según un informe realizado por la
apoyo del supervisor y de los compañe- Agencia Europea para la Seguridad y
ros llevaba a un mayor sentimiento de la Salud en el Trabajo (AESST), las
realización personal. mujeres sufren más estrés laboral y se
ven más afectadas por factores estre-
En cuanto a la sintomatología expe- santes personales (Niedhammer et al.,
rimentada por hombres y mujeres, 1998). Las que trabajan como asala-
Culbertson, en 1997, llevó a cabo una riadas y han de conciliar su vida labo-
revisión del tema y halló que las muje- ral con la familiar suelen dedicar el
res padecían mayor sintomatología de doble de tiempo a las tareas familiares
tipo depresiva y ansiosa. En un estudio que sus compañeros varones, lo que
con una muestra de profesores (Matud suele ir en perjuicio de su desarrollo
et al., 2002), aunque no se observa- profesional, la ocupación en sus aficio-
ron diferencias entre hombres y muje- nes o de su propia formación, lo que

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les genera, en el mejor de los casos, ría un mayor sentimiento de realización
resentimiento y frustración, cuando no personal (Smet et al., 2005). Cuanto
algún tipo de patología que puede menor es el estatus del trabajo realizado,
influir en su estado de salud (Informe especialmente en el caso de las mujeres,
SESPAS, 2004). El 93 % de las mujeres mayor es el nivel de estrés laboral expe-
realizan tareas domésticas y cuidan de rimentado y muchos de los trabajos típi-
niños y ancianos durante casi 5 horas cos llevados a cabo por mujeres son de
diarias, mientras tan sólo el 70 % de los bajo estatus, por lo tanto, se espera entre
hombres participa en dichas labores, ellas un mayor nivel de estrés (Bildt y
dedicándole únicamente 2 horas al día. Michelsen, 2002).
En relación con las tareas de volunta-
riado y ayuda a otros hogares, el por- Según datos recientes, el porcentaje de
centaje de mujeres que las realizan mujeres que desempeñan actividades
supera en 5 puntos la proporción de laborales situadas en la cúspide de la
hombres (INE). pirámide organizacional se sitúa en
torno a un 2 %, cifra que presenta pocas
Estos hallazgos podrían servir, en variaciones en países como España,
parte, para explicar los resultados Gran Bretaña, Italia, Canadá y Estados
encontrados por un estudio llevado a Unidos (Barberá, 2002). «Los hombres
cabo recientemente en el Reino Unido que acceden a un trabajo típicamente
entre los profesionales cuyos puestos femenino a menudo llegan a la cumbre
de trabajo requerían una mayor cuali- a pesar de ser extraños en un ambiente
ficación, en el que se observó que úni- predominantemente femenino. Las muje-
camente un 65 % de las mujeres esta- res, por otro lado, habitualmente per-
ban casadas, frente a casi el 90 % de manecen en los escalones inferiores, con
los varones que ocupaban similares independencia de que sus trabajos sean
puestos (Griffin et al., 2002). mayoritariamente femeninos o mayori-
tariamente masculinos.»
Una última posible explicación sería que
hombres y mujeres trabajan en distintos quemado profesional o burnouT
sectores, cada uno con unas condiciones
específicas, exponiéndose las mujeres a Se ha demostrado que el estrés laboral
un mayor nivel de estresantes (Bild y está relacionado de forma significativa
Michelsen, 2002). En la III Encuesta con el síndrome de burnout (Lee y
Europea de Condiciones de Trabajo se Ashforth, 1996; Jamal y Baba, 2000),
comprueba que las mujeres se ven some- que afecta a un 20 % de los trabajado-
tidas a un trabajo más monótono y exi- res europeos (Fundación Europea para
gente, sufren mayor acoso sexual y la Mejora de las Condiciones de Vida y
moral, reciben menor salario y se enfren- Trabajo, 1999). Se acepta que el sín-
tan a peores perspectivas de promoción drome de burnout es una respuesta al
que los hombres. Éstos perciben tener un estrés laboral crónico, caracterizándo-
mayor control interno, lo que les genera- se, como se ha descrito en el capítulo

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dedicado a este tema, por ser un sín- bles las diferencias entre sexos se disi-
drome tridimensional en el que las pan. Como se ha comentado anterior-
dimensiones características son: el can- mente, también existen diversos estudios
sancio emocional, con pérdida progre- que afirman que los varones son más
siva de energía y fatiga; la despersona- susceptibles a sufrir el síndrome de bur-
lización, entendida como el desarrollo nout (Olivar et al., 1999; Caballero et
de sentimientos, actitudes y respuestas al., 2001 y Bustinza et al., 2000). Pera y
negativas, distantes y frías hacia los Serra-Prat (2002) llevaron a cabo un
demás, especialmente los beneficiarios estudio en un hospital de Cataluña y
del propio trabajo, acompañado de encontraron que la categoría profesional
irritabilidad y pérdida de motivación y el sexo se asociaban de forma estadís-
hacia el trabajo, y la falta de realiza- ticamente significativa con un alto grado
ción personal que causa respuestas de burnout, siendo el sexo masculino un
negativas hacia uno mismo y el trabajo. factor de riesgo independiente. De forma
aislada, existe algún estudio que no
El burnout también afecta de forma encuentra diferencias en la prevalencia
diferente a mujeres y hombres; sin de este síndrome según el género, como
embargo, existe diversidad de opinio- el llevado a cabo por Benbow y Jolley
nes sobre la mayor prevalencia de este (2002), para quienes los niveles de burn-
síndrome en uno u otro grupo. Atance out no están mediatizados por la varia-
(1997) encontró diferencias significati- ble género en una muestra de psiquia-
vas en relación con el sexo para la tras del Reino Unido, puntuando tanto
dimensión cansancio emocional, sien- hombres como mujeres más alto en la
do el grupo de mujeres el que presentó dimensión agotamiento emocional.
una puntuación media más elevada.
Esto ya lo habían advertido Maslach y acoso moral o mobbinG
Jackson (1985), quienes precisaron
que en esta dimensión las mujeres son Se aplica el concepto de mobbing a
más propensas que los hombres a pun- situaciones grupales en las que una
tuar más alto, mientras que los hom- persona es sometida a persecución,
bres son más proclives a obtener pun- agravio o presión psicológica por una
tuaciones más elevadas en la dimensión o varias personas del grupo al que per-
de despersonalización. tenece, con la complicidad del resto
(González de Rivera, 2000). El acoso
Brake et al., (2003) confirman este último laboral es considerado una de las for-
dato en dentistas varones, que obtienen mas de violencia más íntima y clandes-
puntuaciones más altas en la dimensión tina del mundo del trabajo, a la vez
despersonalización; sin embargo, tam- que una de las experiencias más
bién encuentran que los dentistas hom- devastadoras que puede sufrir el ser
bres trabajan más horas a la semana y humano en situaciones sociales ordina-
atienden a más pacientes por término rias, siendo capaz de destruirlo física y
medio. Cuando se controlan estas varia- psicológicamente (Hirigoyen, 1999).

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Si bien los datos sobre las personas hos- mayoritaria coincide con una mayor pre-
tigadas en su lugar de trabajo resultan valencia de este fenómeno en el género
alarmantes, merece destacarse que esta femenino y ésta sería la opción que se
situación afecta también a las personas defiende en la mayoría de las publica-
que, sin ser víctimas del mobbing, ciones revisadas sobre el tema.
observan episodios de acoso en su lugar
de trabajo. De hecho, ser testigo de En un estudio en el que colaboraron
acoso es un predictor muy significativo médicos de toda España, se analizaron
del estrés general y de las reacciones a 6.500 bajas laborales, sospechándose
éste (Vartian, 2001). Las cifras de inci- la presencia de mobbing en un total de
dencia en la población varían mucho de 111 casos, lo que supondría un 1,7 %
un estudio a otro, aunque parece esta- del total. De estos casos, estimaban que
blecido que se trata de un problema con la edad media era de 37,7 años, con
una frecuencia bastante elevada en las una mayor incidencia en las mujeres
sociedades laborales occidentales. En (68,5 %) que en los hombres. Este estu-
España, el último informe de la dio concluía que, siendo las mujeres
Fundación Europea para la Mejora de minoría en el ámbito del trabajo remune-
las Condiciones de Trabajo (2001) esti- rado, es muy destacable y coincide con
maba que alrededor de 750.000 perso- la bibliografía existente que las mujeres
nas padecen acoso psicológico en el tra- sean más acosadas que los hombres, en
bajo. Estudios recientes señalan que una relación 2:1. Esta mayor victimiza-
entre el 5 y el 11 % de la población occi- ción de la mujer se interpreta como un
dental trabajadora podría ser víctima de posible signo de una sociedad laboral en
este tipo de violencia; según Anderson la que los conceptos de igualdad de
(1996), el 8 % de la población europea derechos y oportunidades no están ple-
sufre acoso psicológico en el trabajo. namente asentados (Pastrana, 2002).

Con referencia a la distribución de estas Estos datos estarían en consonancia con


prevalencias según el sexo, los resultados los estimados por el Dictamen Econó-
no son acordes y, a veces, son contradic- mico y Social Francés (CES), adoptado
torios; algunos estudios defienden una en el año 2001, que concluía que el
mayor presencia en mujeres, con por- acoso moral es más frecuente en muje-
centajes de incidencia claramente mayo- res, casi el 70 % de los afectados, y que
res que en los varones, y otros, aun reco- era habitual que afectara a minorías
nociendo que la presencia en mujeres es étnicas, religiosas, políticas o personas
mayor, encuentran diferencias menos que sufrían algún tipo de discapacidad.
marcadas respecto a los hombres. La doctora Hirigoyen llevó a cabo un
Finalmente, otros estudios llegan incluso estudio en el que encontró también estas
a encontrar una mayor presencia en mismas tasas de incidencia en función
varones (si bien es cierto que con dife- del género, y añadió que entre las muje-
rencias sutiles que sería dudoso conside- res más afectadas, además de las perte-
rar significativas). Parece que la opinión necientes a minorías raciales y aquéllas

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con algún tipo de discapacidad, se excluida de ninguna institución pública
incluían también aquellas que tenían una ni privada, esta presión psicológica se
orientación sexual diferente y las que considera que está más firmemente insta-
estaban embarazadas. lada y, por lo tanto, es más probable en
la Administración del Estado (escuelas,
Según las conclusiones de las Jornadas universidades, fuerzas armadas, etc.),
sobre mobbing, celebradas en Barcelona hospitales, sector inmobiliario, banca e
(2000), se estima que, si bien la inciden- incluso organizaciones no gubernamen-
cia del fenómeno del mobbing en Europa tales (ONG) (Gónzález de Rivera, 2000;
es superior en las mujeres, ésta era sólo Díaz, 2000; Galán, 2001).
ligeramente superior con respecto a los
hombres, con tasas del 9 % en mujeres El III Informe Cisneros, realizado en el
frente al 7 % en los hombres. colectivo de enfermería, encontró que
el perfil de la víctima tipo era el de una
Por el contrario, Piñuel y Zabala (2001), mujer de edad media, de entre 40 y
analizando los datos del I Informe 50 años, con contrato fijo. Es un aspec-
Cisneros, encontraron un ligero predo- to destacable la presencia de mobbing
minio de los hombres como víctimas en la organización sanitaria. En este
(52,33 %) frente al colectivo femenino ambiente se han comunicado riesgos
(47,06 %), aunque posteriormente, al muy elevados de acoso moral, al darse
hacer un «retrato robot» de la víctima, un entorno muy competitivo, con
reconocen que apenas existen diferen- estructuras piramidales muy marcadas.
cias entre uno y otro grupo. Sin embar- En esta misma línea, un estudio publi-
go, encuentran claras diferencias en cado en el British Medical Journal, en el
cuanto al mayor resentimiento psicológi- año 1999, realizado con 1.100 traba-
co que presentan los varones con res- jadores sanitarios, concluyó que el
pecto a las mujeres durante la experien- 38 % había tenido experiencias de
cia de acoso. Este dato podría guardar acoso moral en el año anterior y que el
relación con la diferencia que también 48 % había sido testigo de hostiga-
existe entre ambos sexos respecto al miento psicológico a otros compañe-
tiempo medio que resisten en el lugar de ros. Más recientemente, en un estudio
trabajo una vez ha comenzado la con- llevado a cabo por el Colegio Oficial
ducta de hostigamiento: las mujeres per- de Médicos de Madrid, en el año
manecen por término medio casi 15 me- 2003, con una muestra de 1.554 facul-
ses, mientras que los hombres resisten tativos, se observaba que el 32 % de
algo más de 18 meses. los participantes declaraba haber sufri-
do algún tipo de acoso moral en su tra-
El mobbing se ha descrito en instituciones bajo, sin encontrarse en este estudio
altamente reglamentadas y conservado- diferencias significativas por sexo.
ras en las que hay poca tolerancia a la
diversidad y fuertes vínculos entre sus Finalmente, si bien es cierto que, como
miembros. Aunque su presencia no está se describió anteriormente, la mayoría

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de los estudios revisados sobre el acoso se sabe, sin embargo, que este pro-
laboral atendiendo a la distribución en blema tiene más que ver con las rela-
función del género, encuentra que el ciones de poder que con las relacio-
acoso suele ser más probable en el nes sexuales. En este sentido, no
género femenino, cuando se habla de debería hablarse de que existen
acoso sexual en el trabajo existe acuer- «víctimas tipo», sino más bien de
do entre los distintos estudiosos en cuan- una relación entre la probabilidad
to a la mayor prevalencia en mujeres. de ser víctima de acoso sexual y el
grado de dependencia económica y
acoso sexual en el trabajO la vulnerabilidad general de la per-
sona. La Organización Internacional
El acoso sexual es reconocido, de mane- del Trabajo (OIT) señala que las
ra creciente, como un elemento que afec- mujeres con mayor probabilidad de
ta a las condiciones de trabajo y un pro- ser acosadas son las viudas, separa-
blema cada vez más grave para el das, divorciadas, mujeres que ocu-
empleador, pero sobre todo para la víc- pan trabajos predominantemente
tima. La II Encuesta Europea sobre masculinos, recién ingresadas en la
Condiciones de Trabajo (1996) se ocupa fuerza del trabajo y aquéllas con
de esta cuestión y entre sus conclusiones contratos de empleo irregular.
figura que el acoso sexual no es algo
esporádico que afecte a algunas mujeres Por último, antes de concluir este capí-
aisladas en su lugar de trabajo, sino que, tulo sería interesante señalar los hallaz-
por el contrario, el 3 % de ellas refiere gos que la prestigiosa socióloga Shere
haber sido víctima de acoso sexual en Hite (2000) publicó en su último libro
sus puestos de trabajo en los 12 meses sobre sexo y negocios. Según la autora
anteriores a la realización de la encues- del famoso informe, el 62 % de la
ta. Esta misma encuesta señala que las mujeres y el 71 % de los hombres han
mujeres con empleos precarios son más tenido alguna aventura con compañe-
a menudo víctimas que las que tienen un ros de trabajo: de estas mujeres, el
empleo estable. En el caso de los hom- 72 % recuerdan la experiencia como
bres, el porcentaje que señala haber sido algo negativo, mientras que, por el
acosado sexualmente es inferior al 1,1 %, contrario, el 61 % de los varones guar-
lo que indica que, si bien es cierto que el dan un buen recuerdo.
acoso sexual afecta mayoritariamente a
las mujeres, también los hombres son víc- El 65 % de los hombres y el 40 % de las
timas de este fenómeno, aunque en mujeres encuestados por Hite conside-
menor medida. ran «aceptables» los coqueteos en el
lugar de trabajo. Finalmente, por lo
En cuanto a la creencia extendida de que al acoso sexual se refiere, el 38 %
que existen víctimas típicas de acoso de las mujeres y el 14 % de los hombres
sexual y que esta «tipicidad» está refieren haberlo sufrido en su trabajo
relacionada con cánones de belleza, en alguna ocasión.

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conclusione S
Las cifras de afectados por problemas de salud que los hombres que realizan
de salud, tanto física como mental, la misma tarea. Aspectos como la menor
relacionados con estrés laboral, burn- fuerza muscular de las mujeres, unidos a
out o acoso en el trabajo están aumen- la doble jornada laboral que se ven obli-
tando de forma espectacular en los últi- gadas a realizar muchas de ellas son
mos años, por lo que cada vez es más algunos de los factores diferenciales res-
prioritaria la puesta en marcha de futu- pecto a sus compañeros varones. Por
ras investigaciones en este campo con otra parte, tampoco hay que olvidar que
objeto de conocer bien esta problemá- la temporalidad en el trabajo, el empleo
tica y poder implantar medidas pre- a tiempo parcial, la alta precariedad
ventivas, así como tratamientos efica- laboral y la participación masiva en
ces que permitieran mejorar la salud determinadas profesiones siguen tenien-
de los afectados y abaratar de forma do habitualmente rostro de mujer.
significativa el coste sanitario que este
tipo de pacientes supone. En la III Encuesta Europea de Condiciones
de Trabajo se afirma que, dado que
Hasta hace muy pocos años la preven- muchos de los estudios realizados sobre
ción de riesgos era investigada y aplica- la salud laboral se han llevado a cabo en
da sin tener en cuenta el sexo de las per- clave masculina, no se han puesto en evi-
sonas expuestas. Estudios más recientes dencia las diferencias en las mujeres, por
sobre la población en general, y sobre lo que sería conveniente abordar el tema
grupos ocupacionales en particular, evi- con un enfoque de género y teniendo en
dencian que las mujeres en determina- cuenta la especificidad de los trabajos
das ocupaciones tienen más problemas que realizan las mujeres.

influencia del género en la psicopatología laboraL

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