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Por que leer

Hoy en día se hace más indispensable leer. Ustedes están en un periodo de transición del
planeta a un nuevo orden.. cuando se sufren cambios estos no dejan ser traumáticos.
Crisis económica, pandemias, cambio climático, etc.

Cómo enterarse de estos cambios, cómo reconocerlos, cómo comprenderlos, cómo


afrontarlos son las preguntas que todos nos hacemos. La respuesta es que el punto de
partida es leer.

Leyendo por que con la lectura nos informamos, con la información tenemos la
posibilidad de entender los fenómenos y de buscar una solución a los posibles problemas
que puedan venir. O de disfrutar los placeres que nos puedan traer. Alguno de ustedes
dirá: pues para eso está la televisión. Pero, allí alguien ya ha hecho la lectura y es
probable que haya sacado sus propias conclusiones, ¿las compartimos? ¿Y las nuestras? Y
nuestros procesos de comprensión, los usamos?

Caemos en la paranoia de un posible virus mortal, aceptamos que se masacre a casi todo
un pueblo en irak por que no leemos el trasfondo económico de la situación. Aceptamos
sin más que se deteriore el planeta gracias al exceso consumista de algunas naciones y
que se culpe de ello también a los indígenas y campesinos que escasamente consumen lo
necesario , cuando repetimos en forma categórica que el hombre es un depredador y lo
hacemos porque no leemos los trasfondos políticos y económicos.

Riqueza o pobreza tienen estrecha relación con la necesidad mayor o menor de leer o
escribir. Dice Francisco Cajiao son más pobres los que necesitan muy poco de la lectura
por que eso significa que los mundos que habitan requieren pocas palabras para ser
ocupados.

Miren los privilegiados que son ustedes. Si vivo en la pobreza no tendré necesidad de
leer instrucciones de uso de alimentos precocidos , ni manuales de aparatos tecnológicos
ni novelas ni periódicos. Precisamente para saberlo todo está la televisión. De esa
manera es posible que no tenga opciones. Las posibilidades de optar que quiero hacer
con mi vida. Si en cambio vivo en un entorno de riqueza, de la producción de alta
tecnología, de los círculos financieros, de la vida intelectual se requiere en cambio altos
niveles de capacidad lectora., pues casi nada en esa vida viene sin la mediación de las
palabras: hasta para gustar un alimento es necesario leer antes el nombre en el menú del
restaurante. Hasta un obrero en una fábrica robotizada, los funcionarios de los bancos, las
camareras de los hoteles internacionales de lujo deben leer con fluidez y normalmente en
más de un idioma para tener idoneidad mínima en sus cargos. Pero también deben ser
capaces de usar sistemas digitales a través de computadoras u otros instrumentos y
maquinarias para extraer información (leer) o ingresar datos (escribir). El trabajo en un
ambiente de riqueza sustituye la fuerza de las manos con el poder de las palabras, trabaja
con símbolos y ellos obligan a los seres humanos a usar más su inteligencia que su
habilidad manual. Por el contrario, el trabajo en el mundo de la pobreza estará más
asociado con el músculo que con el cerebro, con el ejercicio físico que con el ejercicio
mental.

Po eso quienes se esfuerzan más por comprender su naturaleza y la naturaleza de sus


relaciones con el entorno y con los otros requieren más de la lectura que aquellos que
viven solamente del momento pendientes de encontrar lo que un impulso, su impulso, les
exige en el instante. Leen muchos libros quienes no se contentan con leer los mensajes
publicitarios que orientan la moda en cualquiera de los niveles del mercado y de su vida.
Por el contrario leen pocos libros quienes viven solamente para comprar las cosas que el
momento y su enajenación les exige.

Ese es el propósito de esta celebración, plantear las múltiples necesidades de la lectura en


un ambiente un poco enajenado. De hacerles ver lo importante de la memoria, de la
palabra y por supuesto de la literatura. Dice W. Ospina que tal vez en nuestra memoria
personal está guardado no solo minuciosamente todo aquello que hemos vivido sino
también toda una red de saberes y respuestas acumuladas por las generaciones y por las
especies. Otros dicen que están en nosotros la memoria del pez y la memoria del reptil,
que hay ciertas reacciones del miedo o de violencia que no nacen de nuestra experiencia
personal sino del abismo de los milenios. Pero hasta ahora el instrumento más necesario
para la memoria es el lenguaje. Todo o que nos ha ocurrido tal vez perdura en nosotros
pero solo puede compartirse cuando esa memoria se elabora en palabras.

Y escuchen esta reflexión tan interesante. Algunas de las verdades más profundas y más
poderosas que haya poseído la humanidad fueron acuñadas por una alianza de la
memoria con la imaginación: solo así nacieron o se manifestaron los mitos, los héroes
legendarios y los dioses. Los filósofos del siglo XVIII pensaban que era posible refutar la
divinidad de Cristo demostrando que no había pruebas de su existencia histórica. Pero
cuanto más argumentaban que Cristo no había existido como un barbado caballero
hebreo tanto más admirable resultaba que un hombre tan improbable en su época fuera
un dios tan poderoso en la historia. Dice Ospina ese es el secreto del mito, que no puede
ser refutado por la razón, y para reinar sobre veinte siglos de historia humana Jesucristo
no necesita siquiera existir en el sentido en que existimos nosotros.
Somos seres efímeros, estamos hechos de carne, de sangre y huesos, llenos de
ansiedades, pero hechos para el olvido. En cambio las palabras nuestras palabras no,
cuando éstas son hermosas, cuando son creadoras, innovadora e interesantes pertenecen
al reino de la memoria y el empaque de ésta son los libros. Ese reino de la memoria es el
que habitan todos esos seres extraordinarios que nos describe la literatura.

Celebremos nuestra lengua, nada más saludable para ella que leerla.

Muchas gracias.

JORGE LUIS RODRIGUEZ

Jefe depto Lengua, Lenguaje y Literatura

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