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Natalia Iñíguez Antilenguaje y Contracultura

Antilenguaje y Contracultura
Introducción
Es una deuda para el docente el acercarse a las distintas subculturas y contraculturas
juveniles que se combinan en el aula y se expresan mediante una variación del lenguaje
estándar (cronolecto). El habla de los jóvenes se caracteriza por el uso de formas
subestándar como medio para distinguirse de la lengua estándar hablada por la gente
“normal”, de la misma manera que adoptan gestos, modos, modales y hasta música
diferentes. Si cualquier grupo con un espíritu contracultural configuran, a pequeña escala,
una contrasociedad o antisociedad, está claro que les será necesario poseer un medio de
expresión acorde, un antilenguaje1 que connote sus propios valores, el cual les sirve de
mecanismo de defensa y al mismo tiempo de señal de identidad. En este sentido, se puede
concebir el lenguaje estándar como un modelo autoritario cuya regulación puede ser
resistida por el antilenguaje de los argots, jergas, u otros dialectos sociales, o incluso de la
poesía, en tanto puede llegar a ofrecer una realidad alternativa al modelo recibido.
Gustavo Bombini, en su artículo “Una mirada transversal para pensar las
relaciones entre lenguaje y escuela” pone de manifiesto la falta de acercamiento de los
docentes a los estudios sobre las “culturas juveniles” y especialmente aquellas
consideraciones que trabajan con objetos específicos como las diversas tendencias en el
campo de la música (rock, pop, punk, heavy, hip hop, tecno, cumbia villera), de la
experiencia visual (historietas, fanzines, videoclips), de las estéticas personales (modas en la
indumentaria, tatuajes, perforaciones en el cuerpo con aros y otros objetos).
Este desconocimiento es producto de la diferenciación del docente y el estudiante no
solamente en cuanto a rango etario sino que parte también del clásico prejuicio (reforzado
por los medios de comunicación masivos2) hacia lo diferente, una de las facetas de la
1
El término antilenguaje surge en el marco de lo que se ha denominado Semiótica Social, teoría que sintetiza
una serie de aproximaciones al estudio del significado social y la acción social, y uno de cuyos objetivos es
responder a la cuestión de cómo se recrean o cambian los patrones básicos de una sociedad. En este contexto,
el lenguaje es considerado como un sistema de formas posibles de crear significados. Desde esta perspectiva,
la palabra antilenguaje hace referencia a un sistema generador de significados sociales propios de una
subcultura, alternativos a los del sistema estándar de la normativa social impuesta por la cultura dominante.
Como representante de esta corriente, el lingüista M.A.K.Halliday discute posturas de la Filosofía del
Lenguaje del siglo XX, según las cuales el lenguaje simplemente codifica una realidad externa, o aquellas de la
Sociolingüística, para las que “lo lingüístico refleja lo social”.
Según el lingüista, un antilenguaje surge en el seno de una antisociedad, entendida como una sociedad que se
establece dentro de otra, como alternativa consciente a ella. Es un modo de resistencia que puede adoptar una
forma pasiva o de hostilidad activa, e incluso de destrucción. Este sería el origen del lenguaje de resistencia,
una forma de arremetida contra las normas, convenciones y restricciones propias de la dominación simbólica
que ejerce la cultura oficial en tanto determina qué se puede pensar, hacer, decir.
Un recurso característico de esta forma de ataque es liberar la inventiva, la imaginación, de los individuos o
comunidades para dar lugar a la creación de nuevos significados y con ello debilitar o trastocar, a partir de su
naturaleza metafórica, la certeza del orden de la racionalidad implicado, desde la modernidad, en el lenguaje
estandarizado de la cultura dominante. Se trata de una “violencia ético-estética” que incluso puede dar lugar a
una poética.
2
Los medios ocasionalmente relacionan erróneamente a los góticos con el satanismo, creando un prejuicio de
que los góticos son “maliciosos”. Eventos como la masacre de Columbine, realizada por dos jóvenes
incorrectamente relacionados con la subcultura gótica, reforzaron estos prejuicios. Los reportes, equivocados
acerca de las raíces de la masacre, crearon una serie de prejuicios contra la comunidad gótica en los Estados
Unidos; al igual que la masacre de Carmen de Patagones generó una serie de prejuicios contra los

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otredad. Las “tribus urbanas”, las “subculturas” o la “contracultura”, no son modos, formas
de ser o de actuar de ciertos sujetos en ciertos momentos, sino que son formas analíticas de
nombrar a esa realidad, modos de percibir la realidad y de relacionar aspectos y
características. Utilizar estos conceptos de un modo acrítico es colaborar con la
reproducción de categorías que alientan el prejuicio y la formación de estereotipos. Revisar
estas categorías en sus concepciones originales, darles perspectiva histórica y recuperar sus
usos es un primer paso para comenzar a repensar una propuesta de investigación social
crítica dentro del marco general de los estudios culturales.
Este trabajo pretende por un lado, examinar y analizar los principales recursos
expresivos que conforman el “antilenguaje” que refleja los valores de los jóvenes, en
especial el de aquellas subculturas que más han sobresalido en su oposición a la sociedad
convencional; y por el otro, erradicar los prejuicios lingüísticos hacia los jóvenes parte de
las subculturas urbanas, estableciendo el concepto de “antilenguaje” por el de “lenguaje
empobrecido”.

Juventud y Contracultura
Vengan padres y madres de todo el país
y no critiquen lo que no entiendan;
hijos e hijas están fuera de vuestro control,
vuestros viejos caminos envejecen
porque los tiempos cambian.
Bob Dylan: Los tiempos cambian

Para analizar la evolución histórica de estos dos factores hay que empezar refiriendo
una época, los felices sesenta. Uno de los cambios más llamativos ocurridos después de la
Segunda Guerra Mundial, sobre todo a partir de esa década, fue el aumento de la población
juvenil junto a un intenso desarrollo económico, técnico y social que trajo consigo también
importantes cambios culturales. Desde entonces el mundo está inmerso en una nueva
revolución tecnológica, la llamada “tercera revolución industrial” o “revolución de la
información”, los cambios, técnicos o sociales, son cada vez más rápidos.
Desprovistos de poder e influencia, los adultos han ido perdiendo el principio de
autoridad y otros valores que sustentaban el viejo orden tradicional. Se produce un fuerte
rechazo del pasado y adquiere valor todo lo nuevo, todo lo que suena a moderno, a
vanguardia. Si hubo un tiempo en que la gente miraba a sus mayores como modelo a seguir
en su forma de vida, sus modales, su lenguaje, a partir de ahora el mimetismo cambia de
dirección y son los mayores los que imitan y pretenden parecerse a los jóvenes. Lo joven
adquiere así un valor inusitado del que nadie quiere desprenderse, reforzado aún más por
unos medios de comunicación que hacen de espejo de la sociedad y nos devuelven nuestras
propias imágenes.
Lo más destacado y característico de los jóvenes de los sesenta fue la revolución que
introdujeron en la esfera de las costumbres entre cuyos signos externos figuran la
indumentaria extravagante, colorista y descuidada, las melenas, los pósters, los discos y la
música estridente, relaciones sexuales, etc.
Con estos y otros ingredientes la juventud pasó a considerarse casi como una nueva
clase o estamento social, que tomó conciencia de sí misma y de su poder rompiendo con la
atonía de épocas pretéritas. Tal vez el mayor exponente fue la fuerza que en ese momento
cobró la contestación estudiantil, como actitud de oposición ante el despotismo de las

góticos/darks en la Argentina, así como contra artistas como Marilyn Manson.

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Natalia Iñíguez Antilenguaje y Contracultura

autoridades sociales y políticas. La génesis del movimiento se asocia a fechas y lugares hoy
míticos -Berkeley (1965 y 1967), París (mayo de 1968)- cuyas revueltas alcanzaron una
gran resonancia en todo el mundo, incluido nuestro país con la participación de los
estudiantes en el Cordobazo (1969).
Común a estos y otros grupos radicalizados fue la vivencia voluntaria de un estado
de marginación que les separaba de la sociedad y de la cultura adulta, espíritu del que se
sintieron imbuidos también muchos otros jóvenes que, aun no participando, se mostraron
solidarios, atraídos o, en todo caso, tentados por las nuevas propuestas. Reacios a integrarse
en la cultura oficial, por el resquebrajamiento de un orden y unos valores morales en los que
no creían, los jóvenes desarrollaron una cultura propia, alternativa, que recibió el nombre de
contracultura. Esta contracultura emergente se caracterizó formalmente por un énfasis en la
música rock, las drogas psicodélicas, las comunas y la filosofía oriental y hermética. Aunque
situada en este marco temporal, los sesenta, la contracultura hunde sus raíces en un
movimiento antiautoritario, libertario, de larga tradición universal: el underground3
Al expandirse el concepto “under” esta cultura echó raíces en otras partes del mundo
y se generaron las “tribus urbanas”. Muchos de los movimientos juveniles que han venido
sucediéndose en las últimas décadas propiamente constituyen subculturas más que una
contracultura, según la terminología al uso o la de los sociólogos anglosajones. Para Hall
(1976) la contracultura, asociada principalmente al movimiento hippie de los 60, se
caracteriza por asumir formas explícitas políticas e ideológicas en su oposición a la cultura
dominante (acción política, filosofías coherentes, manifiestos, etc.), por la elaboración de
instituciones alternativas (prensa marginal, comunas, cooperativas, etc.), por extenderse más
allá de la adolescencia y, finalmente, por el oscurecimiento de las distinciones,
rigurosamente mantenidas en la subcultura, entre trabajo, hogar familia, escuela y ocio. En
la subcultura, por el contrario, la oposición es menos articulada, quedando reducida a formas
simbólicas de resistencia.
De todos modos lo que aquí interesa resaltar más que las diferencias son las
coincidencias que han mantenido en su acción contra la cultura oficial y el modo en que se
ha plasmado lingüísticamente. Pero antes de estudiar las nuevas formas expresivas, se
deberá conocer algunos medios o canales de los que éstas se han servido para su difusión y
que han sido utilizados igualmente para la transmisión de nuevos valores. Ahora, al estudiar
el fenómeno comunicativo en su conjunto, se tomará como referencia la contracultura en su
sentido más amplio, en tanto que cultura alternativa contrapuesta a la cultura dominante, a
sabiendas de que más pronto o más tarde puede ser asimilada por la cultura oficial4.
Medios de comunicación alternativos
3
Underground (subterráneo en español) es un término inglés con el que se designa a los movimientos
contraculturales que se consideran alternativos, paralelos, contrarios o ajenos a la cultura oficial (el
mainstream). La palabra se utilizó por primera vez con este sentido ("que se desarrolla al margen de la
actividad pública oficial") para referirse a algunos movimientos de resistencia contra regímenes represivos.
Así, el ferrocarril subterráneo fue una red de rutas clandestinas por la que los esclavos africanos intentaban
huir de los Estados Unidos en el Siglo XIX.
El uso de underground como un adjetivo aplicado a una subcultura está atestiguado por primera vez en 1953.
Se utilizó para designar a los movimientos de resistencia que lucharon durante la Segunda Guerra Mundial
contra la ocupación alemana, estableciendo una analogía entre la cultura dominante y los Nazis.
Desde los años 60, el término se ha utilizado para designar varias subculturas como la generación Beat, la
cultura mod, la cultura hippie, el movimiento punk, el movimiento Hip Hop, el movimiento grunge, el
hardcore, el heavy metal y los metaleros, etc
Frank Zappa definió el underground con la siguiente frase: "La Cultura Oficial sale a tu encuentro, pero al
Underground tienes que ir tú".
4

Sobrados ejemplos hay de esta asimilación, la proliferación de la estética punk en la publicidad, moda y hasta
en la gráfica, la imitación de los zines punks, etc.

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Hubo un momento en el que mi vida cambió


fue cuando a mis manos llegó un fanzine
y desde entonces no pude concebir
otro cambio que no sea de raíz(…)
Porque para nosotros
La Feria era el lugar
que rebalsaba de contra información
que nos templó, nos forjó y nos alentó
a persistir en la autogestión

Eterna Inocencia. Congreso

En esta era de la supuesta ultracomunicatividad del hombre, el vacío en cuanto a


canales de expresión para los jóvenes tanto desde los órganos oficiales como del sector
empresarial muchas veces lleva a tomar (viejas) nuevas tácticas ante un panorama
silenciador.
Muchos son atraídos por la espectacularización de los mass media con su combo de
dinero y fama en un contrato más jugoso y efímero que las mismas predicciones
warholianas. Otros optan por la creación de circuitos propios en los cuales sus producciones
culturales.Sin embargo, ya desde la instauración de la prensa como medio masivo, han
aparecido además de los grandes diarios y revistas; publicaciones de menor tirada con otro
tipo de propuesta editorial. Mientras en los puestos de venta tradicionales, como los
quioscos y tiendas de revistas circulaban los tabloides y magazines consagrados
públicamente, por otros circuitos aparecían proyectos gráficos alternativos: panfletos y
pasquines disidentes o contraculturales, como los diarios anarquistas de inicios del 1900. A
pesar de que éstos fueron considerablemente eclipsados por las grandes publicaciones, como
los matutinos metropolitanos tradicionales (New York Times, El País, Folha de Sao Paulo,
El Clarín), en las postsimetrías del siglo XX volvieron a aparecer manifestaciones de este
tipo. De la mano del movimiento punk de fines de los ’70 comenzaron a producirse y
consumirse por los jóvenes de esa época publicaciones que mezclaban discursos
constestarios, propuestas estéticas chocantes y fotocopias en blanco y negro; eran los
fanzines (hibridación de los vocablos ingleses fanático y revista) que se comercializaban o
regalaban en las ferias de usados y recitales, tratando las temáticas que interesaban al sector
más inconformista de la juventud: política de izquierda, música underground y ecología.
En nuestro país en el ocaso de la dictadura militar en la Argentina, los adolescentes
que habían simpatizado con dicho fenómeno contracultural de Inglaterra, España y Estados
Unidos comenzaron a tomar varios de sus elementos característicos, entre ellos al fanzine.
De esta manera, a través de la incipiente escena punk-hardcore de la Buenos Aires
“primaveral” empezaron a gestarse las publicaciones alternativas y autogestionadas del
under criollo5; las que luego y con su (des) tiempo característico también surgirían en el
interior del país.
Actualmente, el condicionamiento político sobre la casi totalidad de los medios de
comunicación social genera un margen más que acotado para investigar, experimentar o
simplemente hablar y lograr resonancia en la esfera pública. Es decir, no sólo se trata de una
problemática inherente al mundo juvenil: muchos debates políticos y culturales necesarios
como sociedad brillan por su evidente ausencia.

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Los primeros fanzines en Buenos Aires datan de la década del 80, Resistencia Zine y Dekadencia Humana
son los más reconocidos, se adjuntan al corpus algunos números.

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Una de las vías más interesantes por las que han optado algunas almas inquietas de
es la de la práctica del fanzine. Estas revistas se han convertido en una de las pocas opciones
con que los nacidos hace menos de tres décadas intentan jugar en la restringida ágora
postmoderna. Ante la cooptación panfletaria de la amplia mayoría de las emisoras radiales,
los astronómicos gastos para participar en la pantalla chica y la apatía de los matutinos
tradicionales, la táctica pasa por empezar a escribir, recortar, pegar y…fotocopiar.
La estética desfachatada sigue vigente. Esa también sigue siendo una constante en el
submundo del fanzine: la idea de subvertirlo todo, desde la “belleza” gráfica hasta el orden
de escritura y lectura.

Do it yourself

A pesar de tanto revival y vintage, esta modalidad comunicativa se viene


manteniendo desde su germinación con las contra y sub-culturas, sobretodo estableciéndose
como una opción para acercar bandas independientes a nuevos públicos (no es en vano el
uso de la palabra fan); vía tomada por el hardcore, como lo hizo Fun People en los noventa
con su ensalada de discursos libertarios, pro-gay, ecologistas y veganos.
La investigadora mexicana Rossana Reguillo Cruz en “Emergencia de Culturas
Juveniles. Estrategias del desencanto” sostiene: “A través de la música, de los llamados
‘fanzines’, del acceso a la información mediante complejas redes internacionalizadas y,
especialmente, a través de la porosidad comunicativa entre distintos colectivos juveniles, los
jóvenes han rebasado a la institución escolar que permanece, en términos generales al
margen de los procesos de configuración sociocultural de las identidades juveniles”.
Desde hace rato nuestros mundos de sentido dejaron de pasar exclusivamente por
dichas instituciones tradicionales. La crisis y caducidad de éstas ha llevado a la búsqueda de
otras vías para el establecimiento de canales comunicativos más efectivos y legítimos. Y si
bien es innegable la influencia del mercado en la configuración del imaginario de la
juventud desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, también es indudable la aparición
de contestaciones e intentos de boicot a dicha lógica o logística mercantil, a través de otras
formas de percibir, comprender y construir la realidad.
En Buenos Aires, la escena alternativa (recitales en plazas, centros ocupados, centros
culturales, bares, comedores…) fue una de las principales productoras de publicaciones
autogestionadas. Pero junto a la crisis, los escenarios locales se vieron relegados a un
anémico estado.
Con el recambio generacional de inicio de siglo, no sólo apareció un modesto nuevo
público, sino también otros aspirantes a productores culturales, algunos reciclados de
antiguos proyectos y otros primerizos, la “sangre nueva”.
Entre los esporádicos zines que han aparecido en esta década, algunos son un buen
retrato de la trama por detrás de este tipo de proyecto intelectual, cultural o artístico: se
conforman a través de equipos o mini-colectivos de fuertes vínculos, tratan de establecer un
circuito paralelo, muchas veces terminan encerrándose o siendo encerrados en guetos e
interceptan al imaginario urbano explícitamente. Cada una lo hace a su manera: Todos son
abordados desde la óptica editorial de los distintos miembros de la revista. Inclusive, se
genera la impresión de que es aquí donde se analiza lo que no es tomado por la agenda de
los “medios serios”. Hay un gran aprovechamiento del ensayo lúdico, para construir una
visión fundamentada de este ininteligible mundo. Otros otorgan un mayor énfasis a
conceptos y tabúes de moralidad de la sociedad actual, se generan análisis y crítica desde
una perspectiva mucho más académica.
Lenguaje y contracultura: de la lengua estándar al
antilenguaje juvenil

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Natalia Iñíguez Antilenguaje y Contracultura

Si los punks o cualquier grupo con un espíritu contracultural configuran, a pequeña


escala, una contrasociedad o antisociedad, está claro que les será necesario poseer un medio
de expresión acorde, un antilenguaje (Halliday 1978:164) que connote sus propios valores,
el cual les sirve de mecanismo de defensa y al mismo tiempo de señal de identidad. Con ese
propósito crean palabras nuevas, las deforman o dan nuevas acepciones a las ya existentes, o
bien las toman directamente de sociolectos marginales o lenguas extranjeras. Las diferencias
afectan principalmente a la morfología y al léxico, y en menor medida a la sintaxis y la
fonética. Su diferenciación con respecto a la lengua estándar estriba más que en el
significado -los referentes son los mismos- en el significante, lo que da al significado un
valor claramente connotativo, las más de las veces peyorativo.
Lo primero que se ve inducida a cambiar una contracultura es el vocabulario, pero
sólo en ciertas áreas que son centrales a su actividad. Así, la mayoría de los movimientos
juveniles en mayor o menor medida disponen de un argot referente a temas como las drogas,
el sexo y la música, que constituyen sus principales formas de evasión. Pero el argot
también bebe del mundo de la delincuencia, la prostitución y la cárcel, tan cercanos a la
juventud marginal, dadas las estrechas relaciones que ligan a estos ambientes con el
fenómeno de la drogadicción.
En todos estos campos se crean palabras nuevas para viejos conceptos, o para decirlo
en términos de Halliday (1978:165), se produce no sólo una “relexicalización” sino también
una “sobrelexicalización”, dado que determinados conceptos clave, los más queridos o los
más obsesivos, generan con frecuencia numerosos sinónimos. Así, el cigarro de marihuana,
el popular porro, se llama a la vez faso, caño, cuete, churro, tuca; la misma marihuana se
conoce indistintamente como yerba, rama, mata, maría, cogollo (la flor), flores. El secreto
por un lado, y, por otro, el deseo de mostrarse vivaz e ingenioso en una especie de juego
verbal, hace que el campo se amplíe considerablemente, con un fluir de voces que se
renuevan constantemente.
A pesar del carácter extremadamente efímero que acompaña a la mayoría de estas
expresiones, lo normal es que varias de ellas permanezcan por un tiempo en el uso de las
diversas subculturas. La elección de una variante entre varias en un momento dado, la
estándar droga o las jergales flora, madre, mierda, vicio, puede reflejar el estado de ánimo
del hablante, su visión del mundo, etc. Pero al mismo tiempo puede indicar la pertenencia a
un grupo sociocultural distinto, ya que no pocas veces los movimientos juveniles, por un
afán de identificarse y de diferenciarse unos de otros, favorecen el uso de una determinada
variante.

Variaciones

En los casos a analizar las variaciones se hallan generalmente en la preferencia por el


uso de determinadas formas. Si se relacionan estas variantes lingüísticas con las variantes
extralingüísticas antes analizadas referentes al surgimiento de las contraculturas se puede
vislumbrar que el antilenguaje juvenil tiene dos facetas, la de ser un crono y un sociolecto
simultáneamente. También el antilenguaje constituye una variable sociolingüística 6 y a
continuación se verán las variantes que le pertenecen.
Los medios de que se sirve el antilenguaje característico de los sociolectos juveniles
para dotarse de expresividad son muy diversos, pero pueden reducirse básicamente a cuatro:
cambio de significante, cambio semántico, cambio de código y cambio de registro.

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Variable sociolingüística: Es una variación que se ha demostrado regular y sistemáticamente en el dialecto y
ha sido correlacionada con variables sociales.

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1. Cambio de significante

Cambios

Un fenómeno léxico característico del habla juvenil es un tipo de acortamiento de


palabras diferente del usual. Tradicionalmente se encuentra en el léxico general con
truncamientos del tipo depre (depresión), foto (fotografía), reci (recital), progre
(progresista), cumpa (compañero), orga (organización) etc., caracterizados por su carácter
bisílabo y por preservar intacto el segmento acortado. Pero al lado de éstos, en los ambientes
juveniles se practican segmentaciones de palabras como masoca ‘masoquista’, antifa
“antifascista”, que son trisilábicos y exhiben un cambio en la forma fónica acortada, que
pasa a terminar frecuentemente en -a.

Sufijación

Una de las caracteristicas más sobresalientes de la variación por sufijación es su


función transcategorizadora, que posibilita el cambio de categoría o subcategoría gramatical
del vocablo sujeto a este proceso (por ej. porrero, ‘persona que fuma porros’). En el ámbito
juvenil sin embargo, con frecuencia se encuentran sufijos con una función marcadamente
connotativa, entre ellos –chero: bolichero, fumanchero.

Deformaciones y sustituciones

El significante puede verse modificado en su configuración de varias maneras, aparte de


la constituida por la sufijación. La modificación más extrema consiste en la inversión
silábica de una palabra, fenómeno conocido en español como “vesre” (por inversión del
orden de las sílabas de revés). Fuera del lunfardo argentino, su presencia en el argot español
es poco significativa. En el ámbito juvenil existen creaciones claramente humorísticas, como
bronca (cabrón), monja (jamón), grone (negro) diome (medio). Mención aparte merecen
algunos juegos abreviativos que se manifiestan en cruces léxicos y siglas. En el primer caso
la sustitución de un morfema resulta del intento de cruzar dos vocablos o expresiones con un
fin igualmente lúdico, como en amargopunk (amargo rima con anarco, con este juego de
palabras se evoca los dogmatismos de los anarcopunks veganos)
Igualmente lúdico resulta el fenómeno contrario, por escritura de algunas palabras en
forma de siglas o iniciales. Puede citarse el nombre del grupo musical Ska-P (escape,
español skapunk), el del grupo punk chileno BBS Paranoicos (Bebés Paranoicos), la
abreviación del nombre de la banda punk marplatense Loquero por LQR, el símbolo de la
banda punk Dos Minutos (2´) O la proliferación de nombres de bandas Hardcore a
principios de los 90 en siglas: EDO (Existencia de Odio) DAJ (Diferentes Actitudes
Juveniles) NDI (No Demuestra Interés) o la misma denominación BAHC (Buenos Aires
HardCore)

Ortografía hipercaracterizada

Un fenómeno ortográfico particular es la sustitución frecuente de la c por la k,


singular porque ésta no es propia del sistema grafemático del español. Tal sustitución suele
tener unas connotaciones de tipo radical, anarquista. Aún más importante es el hecho de que
algunas palabras con esta grafía terminan adquiriendo distinto significado, como la palabra
okupa, no es lo mismo que “ocupa” (verbo en 3era Persona Singular, ocupar). En los
fanzines analizados así como también en los parches y demás dispositivos la k se ve como

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parte de una ortografía subversiva de influencia punk. Ejemplos son “anarkopunk”, “kasa las
estrellas7”, “encuentro kontrakultural”. Su uso no tiene sistematización, a veces se emplea y
a veces no.
En los últimos años, debido al auge del uso de un lenguaje no sexista, se está
extendiendo la costumbre de hacer explícita la alusión a ambos sexos“…los propios
punks…” Con el objetivo de economizar dicho lenguaje, ha comenzado a extenderse el uso
del símbolo de la arroba (@) o la /x/ como recurso gráfico para integrar en una sola palabra
las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo incluiría en su trazo las
vocales a y o: “…l@s propi@s punks…” o “…lxs propixs punks…”.

2. Cambio semántico

Un recurso propio de todo argot antilenguaje, es la transferencia semántica,


especialmente de tipo metafórico. No en vano, como observa Halliday, la antisociedad es en
su estructura una metáfora de la sociedad, de la misma manera que el antilenguaje es una
metáfora de la lengua.
Si se analizan los términos marginales como los pertenecientes al léxico de la droga
antes mencionados, se observará que la mayoría de ellos han sido objeto de una
transposición semántica, de una metáfora. Por su naturaleza estos términos reflejan la
tensión que opone a la antisociedad con la sociedad establecida. Se trata de conceptos
hechos tabú por el establishment y que sin embargo los distintos grupos marginales “re-
nombran” con palabras inofensivas de la comunicación ordinaria extrayéndolas de sus
contextos habituales: las palabras típicas de la contracultura hippie de los años 60, tales
como acid ‘ácido’ (= LSD), trip ‘viaje’ (= dosis y efectos del LSD), grass ‘hierba’ (=
marihuana).
Desde una perspectiva semiótica esta re-contextualización de ítems léxicos no es
muy diferente en su significado de la apropiación simbólica de objetos corrientes (parches,
alfileres de gancho, tachas) por parte de los punks. Dicha transferencia de significado
supone una ruptura con el universo lingüístico de la sociedad constituida, como efecto de
una nueva sensibilidad que impele a construir un nuevo lenguaje para definir y comunicar
sus nuevos valores. Las palabras -o los objetos- elegidas son ordinarias de acuerdo con el
plan general de una desublimación de la cultura, que para los jóvenes más radicalizados es
un aspecto vital de la liberación.
La desublimación del lenguaje no se para en las palabras ordinarias sino que
desciende hasta lo escatológico, como en el caso de mierda (merca, cocaína). El caso
extremo de ruptura con el lenguaje establecido se obtiene por inversión del significado
natural de las palabras, fenómeno que se conoce con el nombre de “antífrasis” Por ejemplo
llamar estar a la sombra a estar preso, o tomar unas vacaciones.
Conviene subrayar además el carácter rupturista y subversivo de la filosofía que
impregna el sentido de algunas de las metáforas. Parte de ellas enseguida llaman la atención
por acudir a referentes propios del reino vegetal (rama, mata, flores, hongo, perejil son
nombres de distintos tipos de droga) y animal (mula ‘traficante de droga’). Otras como
María, revelan una especie de sacralización y humanización de lo prohibido; la marihuana o
maría tiene algo de dulce, hospitalario, inocuamente ensoñador, sedante.
La droga puede, aunque no debe ser determinante, estar asociada con otras
actividades o inquietudes del mundo juvenil, como la música y el sexo. Las tres forman una
trilogía bien asentada y de ello da buena muestra el lenguaje en el que cabe observar una
7
sinagoga okupada y convertida en centro cultural en La Boca, 2003

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serie de metáforas comunes o interrelacionadas: cuelgue es el ‘estado de alelamiento’


producido por algunas drogas, pero también significa ‘enamoramiento’; igualmente, estar
reloco ‘estar drogado’ se ha extendido al habla coloquial con el significado de ‘estar
enamorado’. “Estar duro” puede ser asimismo estar bajo los efectos de la cocaína o
sorprendido.
El que haya un fluido traspaso de términos de un campo semántico a otro hace
pensar en los fuertes vínculos entre dos mundos relacionados con la adolescencia, como son
la música y el sexo.

3. Cambio de código
Además de a sus propias metáforas y extensiones de significado, en su búsqueda de
expresividad el joven acude a palabras y expresiones ya existentes, procedentes de
sociolectos con un código distinto al suyo.

Términos provenientes de sociolectos marginales

En primer lugar, términos provenientes de sociolectos marginales, es decir de hablas


de grupos sociales tenidos como marginados, tales como el lenguaje carcelario o el ya casi
aceptado lunfardo. El lunfardo más cerrado comenzó como lenguaje carcelario de los presos,
para que los guardias no los entendieran, a fines del siglo XIX. Muchas de sus expresiones
llegaron con los inmigrantes europeos (principalmente italianos) en tal caso, cuando ocurre
una mezcla de lenguas españolas e italianas en el área rioplatense se produce el cocoliche,
del cual derivan muchísimas palabras lunfardas. pero ha de tenerse en cuenta que el
cocoliche no es exactamente el lunfardo; otras palabras llegaron del lenguaje típico
gauchesco (ej: piola). Hoy en día, algunos términos lunfardos se han incorporado al lenguaje
habitual de toda la Argentina mientras que gran cantidad de las palabras del lunfardo en su
época de arrabal han caído en desuso o se han modificado. Por ejemplo, la palabra "leones"
para referirse a los pantalones ha mutado - a través de "leoncios"- en liensos. El término
lunfardo se ha convertido en sinónimo de “habla del porteño”, aunque tal definición
dialectal es poco precisa. En la actualidad todo neologismo que haya alcanzado un mínimo
grado de aceptación es considerado un término lunfardo.
De todos los sociolectos marginales, el que mayor aportación ha supuesto a la lengua
juvenil de hoy ha sido el lenguaje de la delincuencia de fines del S. XIX (lunfardo) y actual
(lenguaje carcelario), cuya influencia en el léxico común ha sido una constante en todas las
épocas. La influencia es tanto mayor en una sociedad con unos medios de comunicación que
sacan a lasuperficie las formas de vida y el léxico de la comunidad delincuente,
consiguiendo una amplia y rápida difusión8
Para la juventud es natural tomar en préstamo voces provenientes de la jerga de los
delincuentes de hoy y tiempos pasados.

Extranjerismos

La Globalización actúa en el lenguaje y llegan culturas ajenas que tienen como soporte otro
idioma. En el presente siglo, y de una manera acusada en los últimos decenios, los
préstamos de origen foráneo son predominantemente anglicista debido a la irresistible
influencia tecnológica, cultural y política del mundo anglosajón, con los Estados Unidos a la

8
Ejemplos de esta difusión son los programas “Cárceles” y “Policías en Acción” que se emiten por canales de
aire.

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cabeza. A primera vista, nada más incongruente con el estilo de la contracultura que la
importación en español de voces
Inglesas. Así se explica por ejemplo que en los años 60 y principios de los 70, en los
tiempos de la canción protesta, los cantautores argentinos, conectando con el sentir de la
juventud universitaria más radicalizada, prefirieran la letra en su idioma, a pesar de que la
moda de lo inglés había invadido también el terreno musical. Hasta se traducían canciones.
Esto trajo en consecuencia el nacimiento del Rock Nacional Argentino. Otro ejemplo es la
política de Estado en épocas de la Guerra de Malvinas que prohibía las canciones en Inglés.
El inglés tendrá un trato de favor en las distintas subculturas pues hay que considerar
la influencia del underground americano en la cultura juvenil, que se manifiesta a través del
rock y la tecnología.
El rock es un vehículo aún más importante de penetración del inglés en el lenguaje
Juvenil. En relación con el rock, y el pop en general, hay que señalar, por otro lado, la
cobertura que a diario se da a estos y otros estilos en las revistas musicales especializadas
que han ido apareciendo en el mercado y en cuyos textos se da entrada a un aluvión de
anglicismos.
Ejemplos en el corpus de extranjerismo son las palabras “pogo”, “slam”, “mosh” 9,
ska (inglés jamaiquino), “punk”, “skinhead”, “massacre”, “facho” (fascista, neonazi, por
fonética, del italiano “fascio”), “reggae” (jamaiquino), “razzia” (ataque sorpresa de la
policía en busca de menores o delitos, del francés razzia “incursión”) “DIY” (Do It
Yourself, Hazlo tú mismo) “fanzines”, “manager”, “gig” (recital), “ganja” (palabra sánscrita
e hindi para referirse a la marihuana), “crust”, “vegs” (veganos, no consumidores de ningún
producto animal), “straight edge” (es un estilo de vida y un movimiento juvenil que inició
dentro de la subcultura del hardcore punk, de la cual algunos seguidores hacen un
compromiso de por vida para abstenerse de beber alcohol, usar productos derivados del
tabaco , usar drogas recreacionales y hacer el amor de forma promiscua. El término fue
creado por la banda Minor Threat en la canción del mismo nombre.)
Por último el papel desempeñado por los cómics y los zines, surgidos en nuestro país
a mediados de los años 80 por inspiración directa de modelos norteamericanos.

4. Cambio de registro
Lo que unía a todas las hablas marginales era el estigma social que su uso comporta,
frente al prestigio de la lengua estándar. Lejos de seguir el modelo de ésta en su actuación
lingüística, el joven de la contracultura selecciona sistemáticamente las formas que se
apartan de la norma, especialmente las más estigmatizadas. Por eso en el lenguaje ordinario,
cuando no se sirve de voces asociadas a un sociolecto marginal, busca dentro de su propio
repertorio léxico vulgarismos y, en general, todas aquellas palabras o expresiones informales
y de connotación baja, portadoras en sí mismas de expresividad. En esta selección no sólo
huye del eufemismo sino que busca intencionadamente, cuando ha lugar, el disfemismo, y
cualquier palabra que contribuya a dar un tono peyorativo y humorístico al discurso, como
reacción frente a la solemnidad y rigidez que tiene el lenguaje oficial. El camino que
conduce del eufemismo al disfemismo se inscribe en un contexto social y político muy
particular, que le ha sido favorable. Aunque el proceso venía produciéndose en los años
sesenta, alcanzó su mayor apogeo en la década de los ochenta coincidiendo con el final de la

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El mosh (o moshing) es un tipo de baile caracterizado por dar saltos y empujones a otros al ritmo de la
música. Consta de formar un círculo entre el público dando vueltas, golpeándose, en muchos de los casos, de
manera brutal, siguiendo el ritmo de la música. El pogo es un baile que consiste en saltar y chocarse en grupo
unos contra otros al ritmo de la música en un concierto. El Slam, stage diving o salto desde el escenario.

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dictadura. Por esos años, una actitud fuertemente crítica, iconoclasta, desmitificadora, se
apoderó de la contracultura argentina.
En este contexto se entiende el fenómeno de la devaluación lingüística que afectó a
los tratamientos (pibe, guacho, boludo, gil). Así, se utilizan con la mayor naturalidad
expresiones como estar preñada, parir, etc.; pero además, con un carácter intensificador,
enfático, puto mundo, de puta madre. De todas formas en estos casos el estilo empleado se
hace más informal conforme a una pauta general.
La fraseología utilizada en estos fanzines también llama la atención al descubrir, al
lado de modismos y expresiones del habla común, otras muy peculiares: “La vida después
de la muerte. Es ahí dónde te planteás para qué existe la birra”, “… pensar que se podría
realizar esto [que se unan los pibes] es como que coman un asado las bandas de All Boys
con la de Chicago”.
Finalmente, y en la misma línea, cabe señalar los nombres propios creados para dar
titulo a publicaciones, grupos musicales, etc. con una clientela juvenil. Los fanzines y
revistas alternativas desde su aparición en los años ochenta se caracterizaron, efectivamente,
por llevar nombres muy sugestivos, nada extraño a la vista de la diferencia que preside su
diseño y el público a quien iban dirigidos. También llevaban y llevan aún nombres que los
identifican dentro de la contracultura, algunos con una impronta anarquista. Algunos
ejemplos: “Ácidos Populares”(banda punk),”Resistencia Zine” , “Terror y
Miseria”(banda), “Qué risa”(banda oi!), “Oi te la Doi” (banda oi!), “Hydrophobya”,
“Alerta Arte Punk Antifascista” (banda punk), “Dekadencia Humana Zine”, “Buenos Aires
Desorden” (colectivo contracultural).
Esta tendencia en los nombres se puso de especial manifiesto en los años 70 con
grupos en su mayoría punk, tan llamativos como Vice-Squad, Bad Manners,Misfits, The
Mad, The Exploited, The Worst, Corrosion of Conformity, The Iconoclast, Wasted Youth. Se
representan, pues, como locos, inadaptados, maleducados, viciosos, marginados, la escoria
de la sociedad. El mismo nombre punk (lit. ‘mierda’), o los de otros estilos como funk
(originariamente ‘maloliente’) parecen formar parte de una lengua en la que se destaca lo
feo y diferente como bueno, en contra del sistema.

Conclusión

A muchas de las culturas juveniles les anima una intención contracultural, rechazan
el sistema y para subvertirlo redefinen el universo lingüístico establecido desfigurando sus
códigos, lo que para Barthes es la mejor de las subversiones. En el léxico, esta voluntad
transgresora se manifiesta principalmente de dos maneras: deformando el significante, por
mutilación o alteración de su morfología; o estableciendo una nueva relación entre
significante y significado, lo cual se traduce en una enorme polisemia que depara nuevos o
inevitables “ruidos” al acto de la comunicación, especialmente al receptor adulto o extraño
al grupo cuya confusión en parte se pretende. Sus unidades léxicas más características
destacan por el énfasis en lo connotativo y con frecuencia asumen un carácter humorístico y
peyorativo. A ello se llega a través de significantes que encierran en sí mismos expresividad,
como una cualidad inherente, lo cual les hace fácilmente distinguibles; pero la valoración
expresiva puede ser también circunstancial y depender enteramente del contexto.
Por lo general, los rasgos lingüísticos que definen la intencionalidad agresiva e
informal de los sociolectos juveniles son reconocibles igualmente en el lenguaje popular,
pero lo que diferencia a aquéllos, especialmente los de contracultural (punk), es una mayor
presencia y sistematicidad, y, además, una coherencia en la elección de significados
desvirtuados de la realidad, en virtud de la cual adquieren el distintivo de antilenguaje.

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El tono peyorativo que impregna las connotaciones del léxico marginal y juvenil
guarda estrecha relación con la época especialmente crítica que le ha tocado vivir a la
juventud de los últimos años.
A pesar de las reacciones críticas que se suscitan, dichos lenguajes se han erigido en
fuente de creación lingüística que ha contribuido a dinamizar el habla coloquial sin
distinción de edades, es el caso del lunfardo. Este traspaso de voces de los sociolectos
juveniles al lenguaje popular se ha producido en una época en que la juventud está de moda
y a diario se convierte en noticia en unos medios de comunicación muy desarrollados y
siempre ávidos y dispuestos a proyectar su imagen, un hecho que comenzó a ocurrir cuando
la juventud empezó a salir a la luz.
Dentro de una comunidad, la existencia de una norma culta no implica
necesariamente que todos los habitantes la reproduzan. El factor que entra en juego en el
antilenguaje de los adolescentes es la autoidentificación como miembro de un grupo, (en los
casos analizados, dentro del grupo adolescentes, y a su vez en la contracultura) que hace
que no sólo no sea imitada la norma culta sino que también sea rechazada. Así se transmiten
los significados sociales de pertenencia al grupo.
Las situaciones lingüísticas en el aula pueden parecer extrañas al docente y hasta
fuera de contexto, se puede decir que “el lenguaje de los adolescentes es pobre”10, o que “se
comportan como en la calle”, pero el caso es que los alumnos utilizan distintos registros en
su sociolecto que no comparten con el docente; e inclusive a los que el docente puede no
tener acceso.
Como reflexión final dos interrogantes: ¿Deberán los docentes, como afirma
Bombini, acercarse a las nuevas formas y dispositivos socioculturales de los adolescentes; y
seguir las apreciaciones de Stubbs acerca la ignorancia del docente acerca del lenguaje del
aula? ¿Deberán así aceptar que el uso del dialecto es siempre creativo y que los adolescentes
conservan ese grado de rebeldía y esa falta de prejuicios que los acerca a las contraculturas y
los aleja de las normas cultas?
Como posible respuesta, nuevamente Stubbs: Debemos reflexionar acerca de nuestra
práctica como docentes y convertirnos en investigadores de nuestro propio trabajo,
obviamente dejando de lado todo tipo de juicios preconcebidos.

10
El Mito de la Deficiencia lingüística en Stubbs, Lenguaje y Escuela, Cincel-Kapelusz, 1983. Pág. 71.

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