El humor y la ironía vertebran, de otra parte, el conjunto de la

producción dramática de Santiago Rusiñol, desde L'alegria que

- -
passa hasta el último sainete o vodevil. Incluso obras que
responden a la voluntad de renovación de la escena catalana,
con influencias de Maeterlinck o de Ibsen, integran los
gérmenes de la ironía y del humor que pone distancias con la

Castellano
RUSINOL RUSINOL
trascendencia y permite conectar con el gran público. Esta
mirada irónica es la que proyecta al inicio del siglo XX «Xarau»,
el alter ego que Rusiñol construirá a fin de parodiar, desde el
semanario humorístico L'Esquella de la Torratxa (1907-1925), el
discurso novecentista verbalizado por Eugeni de Ors, «Xènius», L'Auca del senyor Esteve (Ramon Casas-Gabriel Alomar)
en La Veu de Catalunya. De esta dilatada colaboración
surgieron algunos de los libros más conocidos de Rusiñol: Del
Born al Plata, L'illa de la calma o Màximes i mals pensaments.

Es también esta mirada la que le sirve para crear una de las

más importantes construcciones literarias de la literatura
catalana moderna, el «senyor Esteve», la figura del burgués gris
y prosaico que construye la Barcelona y la Cataluña modernas
con todas sus contradicciones, con todos sus defectos, pero
también con alguna virtud. Este personaje literario, visualizado a
través de las caricaturas de Picarol, adquirirá vida propia y su
nombre se convertirá en moneda de uso lingüístico corriente.

Glorieta por la tarde (Aranjuez 1913, colección particular) Santiago Rusiñol Sitges. Monumento a El Greco

Direcciones útiles Otros museos e instituciones que

Museu Cau Ferrat
Fonollar, 8 - 08870 Sitges
Tel. (0034) 938 940 364
www.diba.es/museuslocals/
webmuseus/29.html
Museu Nacional d'Art de Catalunya
(MNAC)
Palau Nacional - Parc de Montjuïc
08038 Barcelona
Tel. información: (0034) 936 220 376
www.mnac.es
Museu de Montserrat
Monestir de Montserrat
08199 Monistrol de Montserrat
Tel. (0034) 938 777 701
www.abadiamontserrat.net/cat/
museu.htm
Museu d'Art de Girona
Pujada de la Catedral, 12
17004 Girona
Tel. (0034) 972 203 834
www.museuart.com
Biblioteca Santiago Rusiñol
Pl. de l'Ajuntament, s/n - 08870 Sitges
Tel. (0034) 938 941 149
www.diba.es/agda/biblioteques
Jardín abandonado (Granada 1898, colección particular)
Biblioteca de Catalunya
Arxiu Joan Maragall
Alfons XII, 79 bis - 08006 Barcelona
Tel. (0034) 932 001 416
www.gencat.es/bc
Biblioteca Museu Víctor Balaguer
Avinguda Víctor Balaguer, s/n
08800 Vilanova i la Geltrú
Tel. (0034) 938 154 202
www.victorbalaguer-bmb.org
tienen obra de Santiago Rusiñol:
Museu Comarcal del Maresme de
Mataró, Museu de les Arts Escèniques
del Institut del Teatre de Barcelona,
Museu Comarcal de la Garrotxa de
Olot y Casa Museu Pau Casals de El
Vendrell.
Fuera de Cataluña: Es Baluard del
Ayuntamiento de Palma de Mallorca,
Museu del Santuari de Lluc (Mallorca),
Casa Museu Benlliure de València,
Cercle de Belles Arts de València,
Museu Municipal de l'Almodí de Játiva,
Musée d'Orsay de París, Musée Goya
de Castres, Centro de Arte Reina Sofía
de Madrid, Círculo de Bellas Artes de
Madrid, Palacio Real de Madrid, Museo
Desde El Molino El prestidigitador (Barcelona 1903)
Zuloaga de Zumaia (Guipúscoa), Museo
(Barcelona 1894)
de Bellas Artes de Bilbao, Museo Casa
de los Tiros de Granada, Museo
Provincial de Zaragoza, Museo de Bellas
Artes de Córdoba, Museo Nacional de
Bellas Artes (Argentina), Museo Nacional
de Bellas Artes de Cuba.
Oficinas de turismo
Centre d'Informació de Catalunya
Palau Robert
Passeig de Gràcia 107
08008 Barcelona
Tel. 932 388 091
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© Museu Cau Ferrat. Sitges
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© Colecciones particulares (Martí Gasull)
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D.L.: B- 32.310/2006 Printed in EU

El embarcador (Aranjuez 1911, MNAC) El laberinto de Horta, II (Barcelona 1900-1901, colección particular) Sitges. Cau Ferrat

Portada – Jardín señorial. Raixa II (Mallorca 1902, colección particular)


Pintándose (Santiago Rusiñol y Ramon Casas) (c. 1890, Cau Ferrat)
Cafè de Montmartre (París 1890, Museu de Montserrat)
El escultor Carles Maní (París 1895, Cau Ferrat)
SANTIAGO RUSIÑOL
(Barcelona, 1861-Aranjuez, 1931)
Abanderado del Modernismo
Heredero de una familia de industriales textiles con fábrica
en Manlleu y despacho en la calle de la Princesa de
Barcelona, Santiago Rusiñol decidió, a la edad de veintiocho
años, casado y padre de una hija, romper con la vida
burguesa y dedicarse profesionalmente a la pintura.
En 1889, movido por el ambiente creado durante la Exposición
Universal de 1888, se va a París y se dispone a emprender la
vida de bohemia. Primero en Montmartre y, a partir de 1895,
en la Île-Saint-Louis, Rusiñol se sumerge en el ambiente
intelectual y artístico de la ciudad moderna por antonomasia y
se convierte en uno de los principales importadores de las
nuevas corrientes en Cataluña y en España. Durante los
últimos años del siglo, frecuenta la academia de La Palette, en
la que trabaja Pierre Puvis de Chavannes, conoce el músico
Erik Satie, frecuenta Le Chat Noir y Le Mirliton en el mismo
momento que Toulouse Lautrec, ve el teatro de Maeterlinck y
el que se hacía en L'Oeuvre y en el Théâtre Libre, de Antoine,
observa las nuevas técnicas de publicidad –carteles, cafés,
diarios. Rusiñol se impregna así de las nuevas corrientes
estéticas que surgen en Europa a raíz de la crisis del
positivismo y del realismo, especialmente el simbolismo, sobre
todo en su vertiente decadentista, y hace una peculiar lectura
del naturalismo de Zola. Desde París, también, colabora en el
diario La Vanguardia y con las cartas «Desde El Molino»
(editadas como libro en 1894) contribuye a la creación de la
imagen del artista moderno.
La decisión de Rusiñol de convertirse en un artista ha de ser
encuadrada en el movimiento cultural e intelectual de cariz
regeneracionista conocido con el nombre de Modernismo, que
propugna, a fines del siglo XIX, la necesidad de transformar la
cultura catalana –considerada por los jóvenes intelectuales
como provinciana, anticuada y regional– en una cultura
europea, moderna y nacional. Este movimiento se aglutina, en
un primer momento, al entorno de la revista L'Avenç (Jaume
Massó i Torrents, Joaquim Casas-Carbó, Alexandre Cortada,
Jaume Brossa, Joan Maragall, Pompeu Fabra, Raimon
Casellas, Ramon Casas), pero muy pronto Santiago Rusiñol
asume su liderazgo, tanto por su simpatía como por su
capacidad de utilizar las nuevas estrategias de la
comunicación de masas (publicidad, marketing, relaciones
públicas) y por su misma disposición a convertir su persona en
la imagen visible del Modernismo.
A partir del momento en que marcha a París, Santiago
Rusiñol y su obra pasan a ser un revulsivo. Sus exposiciones
–individuales o colectivas, con el pintor Ramon Casas y el
escultor Enric Clarasó– en la Sala Parés de Barcelona son
una provocación al público burgués y bienpensante, que lo
acusa de extranjerismo, de extravagancia, de pintar «mate» y
de subvertir el canon establecido de belleza. Lo son más
todavía, por su dimensión programática y la regularidad (de
1892 a 1897) las llamadas Fiestas Modernistas de Sitges.
El Cau Ferrat de Sitges: el Templo del Arte
Santiago Rusiñol conoce Sitges en 1891. De la villa marinera lo
seducen, además de la blancura de las casas y el azulete de los
patios, la buena acogida de los pintores de la llamada Escuela
Luminista de Sitges, Arcadi Mas i Fontdevila, Antoni Almirall,
Josep Roig i Soler y Joaquim de Miró. Decide muy pronto
construir allí su taller de artista y el recinto donde guardar su
importante colección de forja catalana antigua que hasta
entonces guardaba en el taller de Enric Clarasó, en Barcelona
(calle Muntaner, 38), conocido con el significativo nombre de
Cau Ferrat ('nido férreo', lo llamaba Emilia Pardo Bazán).
Construido simbólicamente como Templo del Arte, el Cau Ferrat
de Sitges se convierte en el museo imaginario del artista.
Erik Satie, bohemio
(París 1891, Arxiu Joan Maragall)
Gemelas. «Les Vicentetes»
(Sitges 1895, colección particular)
Figura femenina (con autoretrato) (París 1894, MNAC)
«Grand Bal»
(París 1891, colección particular)
L'alegria que passa
(c. 1898, Biblioteca Popular
Santiago Rusiñol, Sitges)
El Cau Ferrat de Sitges se edifica sobre dos casas de
pescadores situadas a la vera de la iglesia y al lado del mar,
en la zona del Baluard. El arquitecto Francesc Rogent ideó
un edificio de estilo ecléctico entre el neogótico y la
arquitectura popular mediterránea. El piso superior estaba
destinado a guardar las colecciones de forja, cerámica
popular y vidrio; el piso inferior, con una gran chimenea y un
ventanal gótico desde el cual solamente se divisa mar y
cielo, constituye la vivienda del artista.
Se inauguró el verano de 1894, con una espectacular
procesión cívica por las calles de Sitges de dos lienzos del
pintor barroco Domenikos Teotokopoulos, conocido por El
Greco, que Rusiñol había adquirido en París. Después se
celebró un certamen literario que ha de entenderse como
una alternativa moderna al anquilosamiento de los Juegos
Florales de Barcelona y de la tradición literaria que
representan. Es la Tercera Fiesta Modernista, la primera que
se numera y la que otorga carta de naturaleza a las dos
fiestas anteriores: el año 1892 Rusiñol y los luministas de
Sitges habían organizado una exposición de pintura de
paisaje, en el Ayuntamiento de Sitges, para mostrar el
choque emotivo que provoca en el alma del artista –refinado,
sensible, decadente– la contemplación de un paisaje
determinado; en 1893, el mismo grupo promovió el estreno
de La Intrusa, del escritor belga Maurice Maeterlinck, un
drama simbolista sobre la muerte, traducido por Pompeu
Fabra. La puesta en escena, con las luces de la platea
apagados y sólo con el escenario tenuemente iluminado,
supone el primer contacto del público catalán con el teatro
moderno y con las propuestas dramáticas vanguardistas. La
Cuarta Fiesta Modernista, que consistió en el estreno de La
Fada, una ópera catalana con libreto de Jaume Massó i
Torrents y música de Enric Morera, y la Quinta y última,
organizada en 1899 y dedicada al teatro catalán más
innovador, se complementan con múltiples, diferentes y
osadas propuestas culturales –conciertos de música
simbolista francobelga, la danza serpentina de Loïe Fuller o
la construcción del monumento a El Greco por suscripción
popular– destinadas a potenciar la renovación y, sobre todo,
el reconocimiento social de la importancia de la educación y
de la cultura en el proceso de regeneración de un país,
España, que en 1894-1898 ve como la grave crisis que lo
afecta se concreta en una guerra devastadora y en la
liquidación de las colonias de ultramar.
Al Cau Ferrat de Sitges peregrinaron, durante estos años, a
parte de la intelectualidad modernista catalana, la elite de la
intelectualidad regeneracionista española: Emilia Pardo
Bazán, Ángel Ganivet, Rubén Darío, Benito Pérez Galdós,
Ignacio Zuloaga, Manuel de Falla, Francisco de P. Valladar, y
tantos otros. Comparten con el señor del Cau Ferrat la idea,
repetida en discursos y artículos al entorno de 1898, que el
pueblo que mercadea con su historia y se vende el
patrimonio cultural merece que lo consideren «como nación
conquistable, como pueblo atrasado, como nación
agonizante, que ha de ser repartida por naciones superiores».
El Arte por el Arte y el Arte Total
Santiago Rusiñol se erigió en defensor del arte y supo
construir, sobre su propia persona, la imagen del artista
moderno, que vive del arte y por el arte y que se convierte a
si mismo en una obra de arte. Además de su simpatía, de su
capacidad de aglutinar gente muy diversa y de su condición
de nómada, cuenta con la literatura como instrumento para la
edificación del mito. De un extremo a otro de su larga
producción literaria, las tensiones entre el artista y la
sociedad burguesa se convierten en las protagonistas
indiscutibles de la obra de Rusiñol. El artista está
representado en ella como «caminante de la tierra», como
«Judío errante», «pájaro de fango», Pierrot o el hijo escultor
del «senyor Esteve»; es el defensor de la poesía en el mundo
moderno, dominado por la prosa; es el protagonista de obras
programáticas como L'alegria que passa y Cigales i
formigues, o revulsivas como El místic y La mare; es la voz
Flores. La niña de la clavelina
(Sitges 1893, Cau Ferrat)
narradora en Anant pel món, Fulls de la vida, El poble gris o
L'illa de la calma, y la que reza las Oracions a la natura; es el
pintor de los Jardins d'Espanya y el poeta de El jardí
abandonat, la obra que sirve de divisoria entre las dos
grandes etapas de la vida y de la obra de Santiago Rusiñol,
entre el Rusiñol que emprende el viaje del arte como un viaje
sin retorno, que culmina con la enfermedad y la adicción a la
morfina, y el que, después de pasear por el borde del
abismo, retorna a la vida en detrimento del arte entendido
como exploración y como búsqueda constante. Y, a pesar de
todo, la imagen perdura con la misma potencia, casi
autónoma, como se convierte en autónomo el personaje
literario creado por Santiago Rusiñol, el «senyor Esteve»,
prototipo del burgués barcelonés o catalán, protagonista de
L'auca del senyor Esteve, la novela que explica la
construcción de la Barcelona moderna por parte de la
burguesía que el personaje refleja, rebajada y un punto
distorsionada, como en un espejo de feria.
El discurso sobre el Arte por el Arte encarnado en la imagen
pública del abanderado del Modernismo es inseparable del
discurso del Arte Total, que Santiago Rusiñol pone en
práctica a diferentes niveles, comenzando por su condición
de artista polifacético. Rusiñol practica los distintos
lenguajes artísticos –pintura, dibujo, cartelismo, teatro,
La morfina (París 1894, Cau Ferrat)
poesía, prosa, novela, periodismo, traducción,
coleccionismo– y construye teóricamente esta práctica
apelando a una concepción total del hecho artístico que
hace extensible a la supresión de las fronteras entre los
distintos géneros y las distintas artes. Rusiñol fue el
introductor del poema en prosa en Cataluña y colaboró
activamente en el Teatre Íntim de Adrià Gual, en el proyecto
de creación del Teatre Líric Català, con Ignasi Iglésies y Enric
Morera, y en la recuperación de la canción popular y
tradicional catalana para el canto coral.
De otra parte, Rusiñol concibe el libro como objeto artístico,
cosa que ha convertido sus obras –sobre todo las primeras,
editadas en la tipografía de L'Avenç, en los talleres de La
Vanguardia o en la casa Thomàs– en auténticas piezas de
bibliófilo: Desde El Molino (con ilustraciones de Ramon Casas),
Anant pel món (narraciones, artículos necrológicos y
monólogos), Oracions (poemas en prosa con ilustraciones de
Miquel Utrillo y ilustraciones musicales de Enric Morera),
Impresiones de arte (crónicas periodísticas con ilustraciones de
Ignacio Zuloaga, Pablo Uranga y del mismo Rusiñol), Fulls de la
vida (narraciones y prosas poéticas con ilustraciones de Ramon
Pichot), El jardí abandonat (cuadro poemático con ilustraciones
musicales de Joan Gay), Jardins d'Espanya (láminas suyas de
jardines y textos de Joan Alcover, Joan Maragall, Miquel de los
S. Oliver, Gabriel Alomar, Emili Guanyavents, Apel·les Mestres y
Francesc Matheu, en la edición en catalán de 1903, y textos de
G. Martínez Sierra, E. Marquina, Azorín, Díez Canedo, Manuel Jardín del Pirata, I (Mallorca, 1902, colección particular)
Machado, Pérez Ayala y Juan Ramón Jiménez, en la edición en
castellano de 1914) y L'auca del senyor Esteve (novela con
viñetas de Ramon Casas y aleluyas de Gabriel Alomar), son
solamente algunos ejemplos.
Intérprete artístico del paisaje finisecular
El artista total proyecta una mirada peculiar sobre la realidad
que lo rodea, desde la sombra y a ras del suelo, una mirada
lírica y a la vez crítica que se convierte, desde el primer
momento, en revulsivo estético y cultural inseparable del
movimiento modernista. Rusiñol comienza su trayectoria
artística vinculado a la tradición paisajística de la Escuela de
Olot, donde se traslada a pintar, en 1888, antes de marchar
a París. Es una opción coherente con el proyecto, teorizado
por el crítico Raimon Casellas, de potenciar la tradición
pictórica autóctona en contra del academicismo y el
oficialismo del arte español. Sin embargo, lejos de la
armonía cósmica de la pintura de Olot, Rusiñol incorpora las
oscuras manchas del desasosiego del individuo moderno y
la realidad cruda y dura de la pobreza de los habitantes de
aquel paisaje idealizado.
El patio azul. Sitges
(1891, Museu de Montserrat)
Una vez instalado en París, la pintura de Rusiñol es la
expresión plástica del choque emotivo del artista en contacto
con los suburbios y el detritus de la metrópolis moderna. Su
Montmartre es el del Moulin de la Galette, de la bohemia negra
de los aprendices de artista que, desde todo el mundo, llegan
hasta la ciudad de la luz dispuestos a comerse el mundo y a
ejercer el sacerdocio del arte y que acaban, muchos de ellos,
como despojos humanos bajo las aspas del simbólico molino.
Los tonos grises y mates de la pintura parisina, la selección de
los fragmentos de realidad por parte de una mirada situada en
la parte sombría de la existencia humana, Rusiñol los traslada
a los paisajes naturales y artificiales, exteriores e interiores, de
la Cataluña y la Mallorca de estos primeros años noventa, de
los patios azules y blancos de Sitges a las ruinas y
cementerios de Tarragona, de los suburbios barceloneses a los
jardines abandonados de Mallorca.
Después vendrá el descubrimiento de El Greco y el viaje a
Madrid y Andalucía, y el descubrimiento del jardín de todos
los jardines, el jardín de la Alhambra y del Generalife, en
Granada, y la construcción del espacio simbólico por
excelencia de la pintura de Rusiñol: el jardín abandonado. El
jardín abandonado entendido en una doble vertiente
decadentista y regeneracionista, ya que si, por una parte,
representa el espacio íntimo del artista, la exploración del
interior del yo encarado a la destrucción y a la muerte, por la
otra, no deja de ser un espejo ante la sociedad de la época,
atrasada y decadente, que descuida su patrimonio cultural.
Lo que resulta de ello es la España negra, la de Darío de
Regoyos y Émile Verhaeren, la que pinta Zuloaga y describen
Azorín, Machado, Unamuno, Baroja o Valle Inclán. La pintura
de jardines abandonados de Rusiñol llega al paroxismo
coincidiendo con la enfermedad del artista y su adicción a la
morfina, entre 1897 y 1899. Es la época también de la
pintura de los monje de Montserrat, bajo el influjo del
«realismo paradójico» de El Greco.
Después de la cura de desintoxicación y de la intervención
quirúrgica que lo deja con sólo un riñón, Rusiñol emprende una
etapa fructífera en relación a la cantidad de obra realizada y,
sobre todo, al reconocimiento público. Seguramente, el punto
culminante es la exposición que hizo en la galería parisiense
L'Art Nouveau, de Siegfried Bing, el año 1900, con la
colección Jardins d'Espagne. Pasa, en esta época, largas
temporadas en Mallorca, con Joaquim Mir y el belga Degouve
de Nuncques, a la búsqueda de jardines abandonados para
pintarlos. También inicia sus estancias anuales en Aranjuez,
Valencia, Játiva, Cuenca, Sóller, Pollença, Valldemossa, Girona
y tantas otras poblaciones de Cataluña y España –más
adelante hará estancias pictóricas en Italia, cerca de Roma–
donde Rusiñol trabajó hasta el mismo día 13 de junio de 1931,
fecha de su muerte, en Aranjuez. El catálogo de la pintura de
Rusiñol comprende, actualmente, 695 óleos del artista.
La popularidad del creador del «senyor Esteve»
Durante mucho tiempo, Santiago Rusiñol ha sido conocido y
recordado más por su imagen –potenciada por el
costumbrismo decimonònico y el barcelonismo– que no por
su obra artística. El verbalizador del arte por el arte es, a la
vez, el protagonista del famoso viaje por Cataluña en carro,
juntamente con Ramon Casas, que Rusiñol relató en forma
de crónicas a La Vanguardia, una fuente de anécdotas,
muchas de ellas apócrifas, que alimentan su leyenda. O
también del viaje en bicicleta de Vic a Barcelona, del viaje
con Raimon Casellas a Mallorca en 1893 o del viaje a
Andalucía que Rusiñol glosó en el Ateneu Barcelonès
(«Andalusia vista per un català»). Sus inauguraciones en la
Sala Parés son famosas tanto por la osadía de la pintura
como por la moda de los vernissages que el artista exporta
de París a Barcelona, y las Fiestas Modernistas de Sitges
contienen, además de las manifestaciones artísticas de
vanguardia, su cara humorística y un tanto vulgar, igual
como la peculiar vida de bohemia que se concentra en el
café de Pere Romeu, Els Quatre Gats, que es donde va a
Patio azul con lirios. Sitges
parar el joven Picasso cuando llega a Barcelona atraído
(1891-1892, colección particular)
precisamente por la efervescencia del Modernismo.