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Del latín aequĭtas, el término equidad hace referencia a la igualdad de ánimo.

El concepto se utiliza para mencionar nociones de justicia e igualdad


social con valoración de la individualidad. La equidad representa un equilibrio entre la justicia natural y la ley positiva.
La tendencia a juzgar con imparcialidad y haciendo uso de la razón también se conoce como equidad. Esta disposición del ánimo se propone a otorgar a
cada sujeto lo que se merece.
La equidad debe alcanzarse en diversos ámbitos de la vida. En el aspecto económico o financiero, se conoce como equidad a la distribución justa de la
riqueza entre los miembros de una sociedad, a la moderación en los precios y a la justicia en los términos de un contrato.
Por ejemplo: si una empresa se encuentra en una situación monopólica, tendrá la capacidad de fijar los precios de sus productos o servicios a su antojo. El
gobierno, por su parte, deberá establecer las condiciones necesarias para que la actividad comercial se realice con equidad.
La equidad de género, por otra parte, defiende la igualdad del hombre y la mujer en el uso y control de los bienes y servicios de una sociedad. Esto
supone que las mujeres deben recibir la misma remuneración que los hombres por igual tarea. También implica que ambos sexos deben tener poder para la
toma de decisiones.
Si un hombre y una mujer se desempeñan en cargos ejecutivos dentro de una empresa, con idénticas responsabilidad y horas de trabajo, ambos tendrán que
ganar el mismo sueldo para que exista la equidad de género.

Equidad
(del latín "aequitas", de "aequus", igual), según la definición de la Real Academia Española, tiene varias acepciones:

• Sinonimo de Igualdad.
• Bondadosa templanza habitual. Propensión a dejarse guiar, o a fallar, por el sentimiento del deber o de la conciencia, más bien que por las
prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley.
• Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva.
• Moderación en el precio de las cosas, o en las condiciones de los contratos.
• Disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece.

Equidad de Genero
Se llama género al conjunto de diferencias sociales entre mujeres y hombres, partiendo de los roles, creencias y valores que a cada uno(a) de los sexos se
les asignan culturalmente.
La equidad de género significa que mujeres y hombres, independientemente de sus diferencias biológicas, tienen derecho a acceder con justicia e igualdad
al uso, control y beneficio de los mismos bienes y servicios de la sociedad, así como a la toma de decisiones en los ámbitos de la vida social, económica,
política, cultural y familiar. Es la aceptación de las diferencias entre hombres y mujeres, y la aceptación también de derechos, buscando el ideal de un
equilibrio en el que ninguno de ambos sexos se beneficie de manera injusta en prejuicio del otro. La equidad de genero esta muy presente en la
humanidad,desde los inicios de la vida social, economica, política. Desde aquel entonces la mujer no tenia derecho a ser escuchada, ni a opinar, ni mucho
menos a ser parte de una familia y sociedad.

Derecho
El principio de equidad es un Principio General del Derecho. El artículo 3.2 del Código civil de España establece que "La equidad habrá de ponderarse en
la aplicación de las normas, si bien las resoluciones de los Tribunales sólo podrán descansar de manera exclusiva en ella cuando la ley expresamente lo
permita".
Constituye uno de los postulados básicos de tales Principios Generales del Derecho y nos indica que está íntimamente ligada a la justicia, no pudiendo
entenderse sin ella. Tanto es así que Aristóteles consideraba lo equitativo y lo justo como una misma cosa; pero para él, aún siendo ambos buenos, la
diferencia existente entre ellos es que lo equitativo es mejor aún.
De tal forma, citando el Diccionario de la lengua española, la equidad es contemplada como la "bondadosa templanza habitual; propensión a dejarse guiar,
o a fallar, por el sentimiento del deber o de la conciencia, más bien que por las prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley"; a
su vez se define como "justicia natural por oposición a la letra de la ley positiva". Por lo tanto, dentro de la definición de este principio encontramos
referencias a lo justo, a la justicia. Sin embargo, justicia y equidad son conceptos distintos. El gran jurisconsulto romano Celso definía el Derecho como
algo que involucraba necesariamente lo equitativo, pues dijo que éste era "Ars boni et aequi".

Equidad desde el punto de vista católico


En el caso del derecho canónico de la Iglesia católica, el principio de equidad se aplica considerando la mitigación de la rigurosidad en la aplicación de una
ley con el fin de salvaguardar la salvación eterna de una determinada persona.

Equidad en la Educación
Las desigualdades que en el ámbito de la educación padecen amplios sectores de las sociedades iberoamericanas y su tratamiento a través de diversas
políticas de equidad, constituyen el tema monográfico de este número de la Revista Iberoamericana de Educación.
Iberoamérica parece vivir una situación paradójica en relación con dicha cuestión.
Si bien la evaluación de los resultados obtenidos de la aplicación de programas puntuales dirigidos a corregir las situaciones de desigualdad educativa en
sectores con graves déficit sociales y económicos resulta muy positiva y esperanzadora, los indicadores macroeducativos siguen empeorando en cada
nueva medición.
Aun cuando el concepto de equidad educativa se encuentra ineludiblemente relacionado con el de calidad de la educación, en esta oportunidad hemos
intentado realizar un análisis individualizado de sus componentes, dejando a los autores invitados la tarea de vincularlos con la condición cualitativa
cuando lo creyesen necesario.
Muchas son las variables que componen, describen y explican la condición sociológica que en los últimos años venimos llamando equidad educativa, y que
se relaciona con conceptos más tradicionales como los de igualdad de oportunidades y justicia social.
Algunas de esas variables formaron parte importante, de manera más o menos aislada, de las políticas públicas que se ejecutaron desde los primeros
momentos de la consolidación de la mayor parte de los Estados de Iberoamérica.
La cobertura total de la población en edad escolar por parte de los servicios educativos sigue siendo, a pesar de los importantes logros alcanzados en la
segunda mitad del siglo XX, la meta que garantice la igualdad de oportunidades de acceso a los sistemas educativos.
Los desarrollos pedagógicos y los conocimientos más recientes sobre las formas y las condiciones del aprendizaje, introducen en el análisis de la equidad
la perspectiva de una atención diferenciada que facilite la retención y equipare las condiciones de éxito entre todos los sectores sociales.
Por otra parte, si se entiende la educación como facilitadora de competencias y habilidades para el desempeño social y especialmente económico, las
políticas de equidad apuntarán a la generalización de los resultados que aseguren actuaciones socialmente responsables y económicamente productivas
entre los individuos de todos los estratos socioeconómicos.
Está claro que sobre tales variables —acceso, proceso, resultados— pueden actuar quienes administran los sistemas educativos y también algunos de los
que intervienen en ellas, como es el caso de los docentes.
Sobre ellas se definen y ejecutan, así mismo, distintas políticas, que van desde la construcción de edificios escolares a la aplicación de nuevas estrategias
pedagógicas, pasando por la adecuada capacitación docente a las nuevas circunstancias o la evaluación de los aprendizajes.
En esas políticas se inscriben igualmente los programas ‘compensatorios’ y de ‘discriminación positiva’, que procuran eliminar o al menos disminuir
algunos de los aspectos más negativos de la desigualdad educativa que afecta a los sectores con mayores carencias.
Una interpretación de la educación como ‘mercado económico’ en el que se demandan y ofrecen servicios educativos, permite entender y atender a la
equidad mediante la introducción de nuevas variables. En realidad, y de acuerdo con esta posición, la única variable sobre la que se tendría que operar sería
la económica. Procurar a las familias los apoyos que les permitan ejercer sus derechos como consumidores en igualdad de condiciones con los restantes
demandantes, debería ser suficiente para garantizar la equidad educativa. La libertad de elección, los intereses y preferencias del usuario, los elementos
diferenciales del servicio ofrecido, la competencia entre distintos oferentes, son elementos que deberían bastar para obtener una educación de calidad al
alcance de todos.
Otros analistas han llegado a la conclusión de que las variables propias de los sistemas educativos no resultan suficientes para explicar las sensibles
diferencias que se producen entre grupos de distinto estrato socioeconómico, en indicadores tales como niveles de acceso, rendimiento, repitencia,
permanencia, abandono, éxito, fracaso. Por tal motivo sus trabajos proponen incorporar variables ‘extraescolares’ que tendrían una influencia negativa
sobre aquellos indicadores. Este es un campo en permanente investigación, aunque se afirma que existen algunos factores suficientemente contrastados
como para plantearse actuar sobre ellos.
La presencia o ausencia de estimulación temprana; la edad en que el niño comienza su ‘educación’; el nivel de instrucción alcanzado por los padres (en
particular por la madre); el trabajo de la madre; las condiciones socioambientales; el estrato social y económico de pertenencia, son algunas de las variables
que se consideran asociadas a los indicadores antes mencionados, y que se han ido incorporando a casi todos los estudios de este tipo que se vienen
realizando en los últimos tiempos.
Las variables consideradas hasta aquí pueden ser definidas como ‘educativas’, socioeconómicas, ambientales o culturales. Sin embargo, existen otras
características de las personas que históricamente han sido fuente de prejuicios, marginación y, consecuentemente, de desigualdad tanto educativa como de
otros órdenes. Entre estas variables las más significativas siguen siendo el género y la pertenencia étnica. Dado que no se puede actuar sobre ellas con
intención de eliminarlas, las políticas públicas apuntan a reparar el agravio comparativo sufrido por estos sectores sociales desarrollando programas de
discriminación positiva, educación bilingüe intercultural y otros similares.
Seguramente los motivos que actúan en contra de la obtención de niveles satisfactorios de equidad son mucho más numerosos que los enunciados hasta
aquí. Algunos todavía no se han manifestado en todo su potencial, otros puede que lleven asociada a su condición innovadora positiva la capacidad de
hacer mayores las desigualdades que hoy no conseguimos eliminar.
Teniendo en cuenta que los factores externos a la educación van ocupando un espacio cada vez mayor en la explicación del origen de las desigualdades
educativas, la cuestión por resolver parece ser la de la necesaria integralidad de las políticas públicas orientadas al logro de la equidad. Visto desde otro
punto, la educación deberá establecer los límites de su responsabilidad y de su acción sobre el problema de las desigualdades, porque de no hacerlo correrá
el riesgo de verse involucrada en cuestiones que no podrá resolver y que la llevarán a incumplir sus objetivos más elementales.
Sobre algunas de estas cuestiones han escrito para este número cinco destacados miembros de la comunidad educativa iberoamericana. Casi todos han
tenido y siguen teniendo responsabilidades ejecutivas, de asesoramiento y académicas, que les han permitido observar, convivir y actuar en relación con el
problema de las desigualdades educativas y con la lucha por la equidad.
Desde la cátedra universitaria, Fernando Reimers analiza los motivos por los cuales la igualdad de oportunidades debe ser el objetivo prioritario de las
políticas educativas en América Latina.
La responsabilidad en la ejecución del Plan Social Educativo del Ministerio de Educación de Argentina, permite a Sergio España trabajar sobre algunos de
los elementos que, a su juicio, condicionan la ejecución de las políticas sociales y defienden la validez de las mismas desde el ejemplo de los programas
compensatorios en educación.
Los factores externos a los sistemas educativos que se encuentran en el origen de las desigualdades educativas y el papel que las reformas recientes ha
tenido en la búsqueda de la equidad, son tratados con su reconocida capacidad de observación por José Rivero.
La experiencia recogida a través de su paso por la administración educativa y por su trabajo desde la cátedra universitaria, avalan la propuesta de Álvaro
Marchesi de un sistema de indicadores que pretende mostrar las relaciones entre desigualdades sociales y desigualdades educativas.
La parte monográfica se cierra con un trabajo del economista y funcionario de los Ministerios de Economía y de Educación de Argentina, Alejandro
Morduchowicz. En él se analiza la compleja problemática de la equidad desde la perspectiva del gasto educativo, profundizando en la controversia sobre el
modo de atender la desigualdad: presencia del Estado, mecanismos de mercado, programas compensatorios…
El apartado de Estudios complementa en esta oportunidad la sección monográfica, incluyendo el artículo de Carmen Nieves Pérez, profesora de la
Universidad de la Laguna (Tenerife, España), que presenta —a modo de apuntes—, un informe acerca de una investigación realizada en dos centros de
primaria referente a la influencia que pueden tener las percepciones y opiniones de los docentes en la consolidación de las desigualdades preexistentes
entre sus alumnos.
El último artículo que se presenta en este número inaugura la sección Otros Temas. Se trata de una propuesta de Jorge R. Seibold de reunir, bajo el
concepto de ‘calidad integral’, los elementos positivos más significativos de la calidad (según su actual concepción), la equidad y los valores que deben
impregnar la tarea docente.
Las tradicionales secciones de Documentos y Reseñas recogen, como es habitual, los resultados de las últimas reuniones desarrolladas en el ámbito de
actuación de la OEI y algunas de las publicaciones de reciente edición recibidas en nuestro Centro de Documentación.

"¿Por qué hablamos de equidad y no de justicia?


La justicia es la realización de los convenios establecidos. Pero los convenios no pueden prever todo; es necesario a menudo interpretarlos o suplir su
insuficiencia.”
Henri Fayol
Vemos aquí al Ingeniero que realiza un análisis en profundidad, cuasi filosófico, respecto a los conceptos de justicia y equidad.
Mientras que la justicia se circunscribe a la aplicación de las normas, la equidad es mucho más abarcativa, es previa y posterior a la norma pues sin el
sentido de equidad la norma puede ser defectuosa desde el mismo momento en que se la plantea. Y aún la mejor de las normas no puede contemplar la gran
diversidad de circunstancias particulares y cambiantes que se dan en la práctica, y en este caso dentro del campo de la administración: "es necesario a
menudo interpretarlos o suplir su insuficiencia".
En este aspecto Henri Fayol también se anticipa a los modernos conceptos de motivación en el trabajo, véase por ejemplo la Teoría de la Equidad(20) que
establece que los seres humanos tienden a compararse con los demás, con amigos, vecinos, compañeros de trabajo o colegas de otras organizaciones, o con
puestos anteriores que hayan tenido ellos mismos. Según plantea Robbins: "Los individuos comparan los insumos y el producto de su trabajo con los de
otros, y reaccionan con el fin de eliminar cualquier inequidad"
También se anticipa a las concepciones más recientes en la administración de los Recursos Humanos de las organizaciones, en las cuales se le asigna un
papel preponderante a la buena relación y comunicación entre supervisor y supervisado; frente a las políticas más tradicionales y de consecuencias
motivantes más restringidas, que son el resultado de circunscribirse a una mera aplicación "piedeletrista" de las normas.
Agrega Fayol: "Para que el personal sea estimulado en el sentido de emplear en el ejercicio de sus funciones toda la buena voluntad y el sacrificio de que
es capaz, hay que tratarlos con benevolencia; la equidad
es el resultado de la combinación de la benevolencia con la justicia...La equidad no excluye ni la energía ni el rigor. Ella exige en su aplicación muy buen
sentido, mucha experiencia y mucha bondad... Anhelo de equidad y de igualdad son aspiraciones que deben tenerse muy en cuenta en el trato con el
personal. Para dar a estas aspiraciones la mayor satisfacción posible, sin descuidar ningún principio ni perder de vista el interés general, el jefe de la
empresa debe poner en juego a menudo sus más altas facultades. Su mayor preocupación debe ser la de hacer penetrar el sentimiento de equidad en todos
los niveles de la escala jerárquica."

El Interés General, La Disciplina, La Equidad, La Benevolencia.


Hagamos un breve resumen conceptual sobre la temática del principio que nos ocupa:
• El interés general debe siempre prevalecer frente al surgimiento de indebidos intereses particulares que atenten contra el mismo.
• Muchas veces es menester ineludible de los Gerentes o Administradores de todos los niveles, ejecutar actos de disciplina, que mantengan el orden social
y alienten el interés general de la empresa.
• Dichos actos deben estar basados en aplicar la justicia.
• Ésta debe ser aplicada con equidad.
• Dada la delicadeza de las situaciones a resolver, en estos actos disciplinarios se ponen a prueba las mejores condiciones de mando de cada supervisor.
• Como en todos los actos de administración, el jefe se encuentra enfrentado a una cuestión de medida;
• La cual debe ser dirimida, además, con bondad y benevolencia.

Equidad e Igualdad
“Igualdad” y “Equidad” suelen usarse habitualmente como sinónimos. Sin
embargo, si bien símiles, son conceptos connotativamente distintos, (quizá mejor
comprendida su diferencia en las políticas sanitarias que en las educativas).

“Igualdad” en el ámbito social hace comprehensivamente a la base común de


derechos y responsabilidades que corresponden a todos los miembros d la sociedad de
acuerdo a las pautas que rigen su funcionamiento, en tanto pertenecientes a la misma.
Igualdad remite a la característica común compartida.
En tanto, “Equidad” remite desde la igualdad a la consideración de la
especificidad, de la diferencia. Podríamos referirnos a la estima conjunta de semejanzas y
alteridades incluidas en un género común. Incluye igualdad y diferencia. De allí que,
referido a los grupos humanos, el concepto de equidad queda naturalmente implicado con el
de justicia que connota igualdad y equilibrio, (lograr el equilibrio de la balanza requiere
contemplar las diferencias de peso en los platillos para distribuir adecuadamente el mismo)

En el ámbito educativo, la equidad se involucra con la justicia social distributiva.


En dicho ámbito resulta más sencillo aún diferenciar igualdad de equidad distributivas. La
igualdad distributiva sin equidad, puede rozar lo injusto, (aunque parezca paradójico y
contradictorio). Un ejemplo preciso lo brindan los recientes planteos sobre el uso de
medios informáticos como recurso: se ha reducido a veces a un solo punto de conflicto: la
brecha entre la posesión y no posesión material de los mismos ; esto derivó como
conclusión casi pueril que la inequidad podría reducirse igualando la posesión, mediante
la dotación de equipos a escuelas distantes y desfavorecidas,(aún cuando la buena voluntad
obviara la ausencia de servicios eléctricos en alguna de ellas).

Semejante simplificación del problema omite y choca con el meollo fundamental:


el aprovechamiento de la informática deviene de un sustento cognitivo y sociocultural que
permita significar las posibilidades instrumentales de la misma para satisfacer mejor,
necesidades que dentro del campo educativo, han podido y aún pueden resolverse de
otras maneras . Mientras tanto, la presupuesta equidad por igualdad en el reparto de equipos
informáticos, sólo ratifica y verifica la inequidad en las necesidades educativas no
satisfechas, cuya satisfacción posibilitaría el requerimiento y aprovechamiento de la
inclusión en la sociedad virtual, que conlleva aprendizajes previos como base de la
significatividad otorgada a la posesión e instrumentación del nuevo recurso.

La diferencia sustancial entre el sentido de igualdad y de equidad evidenciada por


el ejemplo no hace solamente a la distribución de bienes materiales, sino que debe ser
estimada en todas las variables del proceso educacional, en los procesos compensatorios,
en las posibilidades psicológicas y socioculturales de acceder al conocimiento y en la
significatividad lógica y psicológica de los aprendizajes para los individuos mismos. A
algunos de estos aspectos me referiré específicamente.

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