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Anotaciones sobre la minería neogranadina en la trayectoria de colonia a república

1780-1839.
Estudio preliminar.

James Torres 1

Abreviaturas:
AHCM: Archivo Histórico de la Casa de la Moneda, Luís Ángel Arango
AGN: Archivo General de la Nación. MH, Ministerio de Hacienda. EOR, Enrique
Ortega Ricaurte
ACHSC: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

La minería neogranadina en la trayectoria de colonia a república 1780-1839.

La presente investigación tiene como objetivo analizar la evolución de la minería


neogranadina en los primeros veinte años de vida republicana. Busca ante todo, identificar
cuales fueron los costos de transacción y beneficios de la guerra de independencia en el
sector minero 2 . En ese sentido, la cronología ha sido escogida en función de conocer la
responsabilidad que el proceso de emancipación tuvo en el estado en que se encontraba el
sector minero al iniciar la década de los 40, década que sirve de preludio a las reformas de
medio siglo, y para ello, se considera necesario extender el análisis hasta 1839, cuando a las
consecuencias de la guerra de emancipación, hay que agregarle los estragos de la guerra de
los supremos, consecuencias que requieren otro estudio.

1
Agradezco al profesor Heraclio Bonilla la oportunidad que me ha otorgado de presentar estos resultados.
Estoy agradecido así mismo por las enseñanzas que me ha proporcionado en el marco de las discusiones del
grupo de historia económica y social, y en el marco de los cursos que he tomado en la Universidad. El autor
debe reconocer la deuda que tiene con Edwin Muñoz, con quien ha venido investigando muchos de los puntos
que se tratan en este texto. Agradezco también a Jean Ruiz, quien colaboró en el levantamiento de
información, y discutió con rigor una versión preliminar del texto. La valiosa ayuda de Marco Forero,
permitió confirmar las cifras existentes en al Archivo Histórico de la Casa de la Moneda. Yezid Pérez,
además que ayudó en el levantamiento de la información, ha enriquecido la visión que el autor tiene sobre la
colonia. Agradezco a Carlos Rodríguez, por hacerme participe de sus impresiones sobre los viajeros y la
ilustración, además que sus comunicaciones sobre la revisión documental que ha adelantado con los
repositorios documentales del fondo gobernaciones, permiten avizorar allí una veta importante. Así mismo
agradezco, la amabilidad y diligencia de Joaquín Pinto al entregarme una copia digital de la memoria de
hacienda de 1831. Debo agradecer igualmente a Diego Roa, Nathalie Moreno y Alexander Perilla, porque
también han colaborado en el proceso de investigación del autor.
2
John Coastworth ha plateado la necesidad de diferenciar los costes de lograr la independencia (costos de
transacción) con los costes y beneficios de la propia independencia. A los costos de transacción se asocian
tanto los costos de las guerras como los posteriores esfuerzos para liquidar el antiguo régimen ver:
Coastworth, John, “La independencia latinoamericana: hipótesis sobre los costes y beneficios” en: Leandro
Prado y Samuel Amaral (eds.) La independencia americana: consecuencias económicas. Madrid, Alianza,
1993. p. 18-20
Pero el establecimiento de la cronología merece una atención más importante, y no sólo al
resultado de la coyuntura. Como ha señalado el profesor Bonilla a propósito de las
consecuencias económicas de las independencia, “en función del tiempo en que se ubica el
análisis de los efectos imputables a la ruptura política, estos pueden ser la resultante de
aquella o simplemente ser la traducción de las posibilidades, o de las dificultades locales de
una estructura” 3 . En ese sentido se hace necesario comprender la estructura del sector
minero con que se vino a encontrar la independencia, y por ello se considera idónea la
plataforma que va desde de 1780, con las reformas de Gutiérrez de Piñeres y la revolución
de los comuneros hasta 1810 año en que inician los enfrentamientos 4 . Por otro lado, en
este estudio se prestará la debida atención a la apreciación que en su momento hizo Germán
Colmenares, de la necesidad de observar el fenómeno desde una perspectiva de larga
duración y que “la atención no debe concentrarse por eso en el momento mismo de la
independencia sino en un período más largo”, que vaya desde fines del siglo XVIII hasta
mediados del XIX 5 , de allí la necesidad que adquiere analizar la minería en el período en
que cesaron los combates por la emancipación y comenzaron las guerras civiles, una suerte
de “periodo de entreguerras”.

Sin embargo, el autor debe reconocer que un análisis concienzudo de las consecuencias de
la misma independencia deberá tener en cuenta la cronología que ha señalado Brian

3
Bonilla, Heraclio. “Consecuencias económicas de la independencia en Hispanoamérica”, en: El futuro del
pasado t.1, Lima, Fondo Editorial del Pedagógico de San Marcos, 2005, p. 494
4
En los estudios a propósito de la velocidad del crecimiento de la economía neogranadina del siglo XVIII y
más específicamente de la industria minera hay dos posiciones encontradas: una que han expuesto Anthony
McFarlane y Jorge Orlando Melo que consideran que los mayores ritmos de crecimiento deben encontrarse
mucho antes de la década de 1770. Por su parte, Jaime Jaramillo Uribe ha expresado que la economía
neogranadina muestra un desarrollo marcadamente estático, y que sólo a partir de 1780 hay algún tipo de
crecimiento. En ese sentido, hay que tener en cuenta lo que advirtió en su momento Guido Barona: “los
cálculos que hasta ahora se han hecho sobre la producción aurífera de la Nueva Granada y de la gobernación
de Popayán, basados sobre los quintos, distorsionan las tendencias obtenida; es decir, magnifican en un 2%
las cantidades de oro fundido correspondientes al período 1700-1750”, lo que matizaría la hipótesis de Melo y
McFarlane. Ann Twinam señala para Antioquia dos periodos de crecimiento importantes: 1750-1779 y 1780-
1800; aunque no señala cual de los dos tiene un crecimiento más rápido, el análisis de la pendiente de la recta
de regresión lineal, a partir de los datos proporcionados por la misma autora, dejan dilucidar que el segundo al
ser su pendiente de 7028,2 frente a la pendiente del primero que es de 2626,2, es mucho más rápido. Por otro
lado, tomar 1780 para el caso de Barbacoas y Popayán, permiten tener en cuenta el inicio de su
desaceleración. Así las cosas, 1780 aparece como un momento pertinente para analizar el estado de la minería
neogranadina al tiempo de la independencia. McFarlane, Anthony. Colombia antes de la independencia.
Bogotá, Banco de la República/ El Áncora, 1997, p. 141; Melo, Jorge Orlando. “Producción de oro y
desarrollo económico en el siglo XVIII” en: Sobre Historia y Política. Medellín, La Carreta, 1979, p. 71;
Jaime Jaramillo Uribe, Adolfo Meisel y Miguel Urrutia. “Continuities and discontinuities in the fiscal and
monetary institutions of New Granada, 1783-1850” en: Borradores Semanales de Economía, Nº 74, 1997, p.
417; Barona Guido. La maldición de midas en una región del mundo colonial, Popayán 1730-1830. Cali,
Universidad del Valle, 1995. p. 185 (nota al pie 56); Twinam, Ann. Mineros, Comerciantes y Labradores:
Las raíces del espíritu empresarial en Antioquia 1763-1810. Medellín, FAES, 1985, p. 59-62; Para la
decadencia de Popayán y Barbacoas, ver: Barona, p. 139-140, 155-157 y 219, Colmenares Germán, Historia
económica y social de Colombia II: Popayán, una sociedad esclavista. Bogotá, Universidad del Valle/ Banco
de la República/ Conciencias/ TM editores, 1997 p. 144-148; Colmenares, Germán. “Popayán: continuidad y
discontinuidad regionales en la época de la independencia” en: Reinhard Liehr (ed.) América Latina en la
época de Simón Bolívar, Berlín, BIBLIOTHECA IBERO-AMERICANA, 1989, p. 164
5
Colmenares “Popayán: continuidad y discontinuidad” p. 159 y 163
Hamnett, es decir que la independencia hace parte de un proceso de reajuste dentro de las
colonias que abarca la centuria de 1770 a 1870 6 .

La historiografía sobre el tema, es ciertamente escasa. De hecho, el sector minero no es la


excepción: María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez, en un texto que busca
analizar los procesos que conducen a la coyuntura del medio siglo, señalan efectivamente,
“que los análisis históricos de los procesos económico-políticos en el siglo XIX tienen un
punto común de corte: llegan hasta la independencia y reaparecen en el medio siglo (1850)
dejando en la mayor oscuridad treinta años de la vida del país” 7 . Además, los historiadores
que han abordado la minería neogranadina en el período tratado, se ha limitado a citar la
valiosa obra de Vicente Restrepo 8 . Por ende, no es extraño que no exista un intento de
cuantificación aparte del que dio este último autor, es decir una reducción de la producción
del orden de 40% 9 . Por otra parte, la matriz disciplinar, sobre todo para la etapa
preindependendista, es aún más reducida cuando tenemos que efectivamente “la mayor
limitación de estos trabajos radica en su carácter extremadamente puntual y parroquial, y en
el privilegio de la descripción sobre el análisis” 10 .
El escrito se divide en dos partes: en la primera expongo los ciclos de producción, a partir
de las cifras de emisión monetaria, en la segunda realizo un análisis desde los
determinantes de la producción minera en el período estudiado.

1. Los ciclos de producción: una visión desde la emisión monetaria

Para establecer la magnitud de la producción minera los historiadores han usado dos tipos
de registro: La entrada del oro a las casas de moneda y los quintos. Para el período colonial,
los aportes de Colmenares, Melo y McFarlane, han permitido construir unas cifras
aproximadas de producción desde el siglo XVI hasta el XVIII 11 . Para la época republicana,
David Bushnell y Ocampo han empleado los registros de amonedación para observar el
estado del sector minero en el siglo XIX 12 . Sin embargo, el primero sólo usa las cifras de

6
Hamnett, Brian. “Process and Pattern: A Re-Examination of the Ibero-American Independence Movements,
1808-1826”, en: Journal of Latin American Studies, V. 29, No. 2, 1997, p. 279
7
Uribe, María Teresa, y Jesús María Álvarez. Poderes y regiones: problemas en la constitución de la nación
colombiana. 1810-1850. Medellín, Universidad de Antioquia, 1987. p. 11
8
Restrepo Vicente. Estudio sobre las minas de oro y plata de Colombia. Bogotá Banco de la República,
1952. Ocampo, José Antonio. Colombia y la economía mundial 1830-1910. Bogotá, Fedesarrollo/
Conciencias/ TM Editores. 1998, p.347-350 Tovar, Hermes. “La lenta ruptura con el pasado colonial”, en:
José Antonio Ocampo (Comp.), Historia económica de Colombia. Bogotá, Presidencia de la República, 1997,
p. 131-132; Safford, Frank, y Marco Palacios. Colombia: País fragmentado sociedad dividida. Bogotá,
Norma, 2002.p.325-326
9
Vicente Restrepo p.211 “la guerra de independencia fue época de lucha; era preciso combatir y poco tiempo
quedaba para trabajar: entonces el producto de las minas disminuyó un 40%. Luego volvió a tomar un
movimiento ascendente”.
10
Bonilla, Heraclio. “El problema de la moneda y de la mano de obra en la minería colonial de Nueva
Granada”, en: Retornos, Nº 4, La Paz, 2004. p.102
11
Colmenares, Germán. Historia Económica y Social de Colombia I, 1537-1719. Bogotá, Universidad del
Valle/ Banco de la República/ Conciencias/ TM Editores. p. 268. Melo p. 68-73. McFarlane p. 129-143
12
Bushnell, David. El Régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá, Áncora, 1984 p. 118; Ocampo p.
349
Santafé, y las toma del trabajo de Anibal Galindo 13 ; entre tanto, el segundo “estima” las
cifras de Popayán, y toma las cifras de Santafé de la obra de José Manuel Restrepo 14 . Para
decirlo rápidamente, el problema de estos dos últimos trabajos radica en que no analizan a
profundidad las series, y por cierto, la carencia hasta ese momento de datos consistentes
sobre Popayán desde 1810 hasta 1840 hacía más difícil la tarea.

Para este trabajo emplearemos las cifras de amonedación de las casas de moneda de Santafé
y Popayán, publicadas por Guillermo Céspedes del Castillo 15 , hasta 1822, desde esta fecha
hasta 1839 se han tomado las cifras de Barriga Villaba para Santafé, y para Popayán hemos
logrado extender la serie hasta 1830, con cual hemos suplido 20 años de información, que
había sido difícil de levantar por cuanto los archivos de la casa payanesa se encuentran
perdidos o en bastante mal estado 16 . Extender este tipo de herramienta para el periodo
republicano se justifica desde el punto de vista institucional, ya que se mantuvo la
reglamentación colonial con respecto al tratamiento y pago de impuestos de los metales
preciosos. En ese sentido, todo el oro debía ser amonedado para ser exportado, por lo
menos hasta 1846, en que se levantó esta restricción 17 .

Por otra parte, tendremos en cuenta, al analizar cada uno de los ciclos, uno de los
inconvenientes de usar este tipo de datos: la evasión. Pero, tras la independencia, a dicho
flagelo, debemos agregarle el de la crisis económica de las casas de moneda generada por
tres causas directas:
a. La toma de los fondos de la casa para auxiliar al gobierno, que se traduce en una
falta de stock para pagar a los particulares la compra del oro. Con respecto a esto, la
práctica no era, por cierto, nueva. En la época colonial, los virreyes solían pedir
dineros del fondo de las casas para sufrir urgencias de la real hacienda 18 . Pero lo
que cambió, fue sin duda su asiduidad, al punto que, en la primera república el
dinero para el fondo de la casa de moneda de Santafé debió salir dos veces
(forzosamente) de los comerciantes 19 . El stock de esta última casa pasó de 200.000
pesos en 1810, para pasar en 1816, a la entrada del ejército de Murillo a poco más
de 30.000 20 . Este tipo de exacción de la reserva de la casa de moneda de Santafé

13
Galindo Anibal. Historia económica y estadística de la Hacienda Nacional, desde la Colonia hasta
nuestros días. Bogotá, Imprenta de Nicolás Pontón, 1874.
14
Restrepo, José Manuel. Memoria sobre amonedación de oro i plata en la Nueva Granada, desde 12 de julio
de 1753 hasta 31 de agosto de 1859. Bogotá, Banco de la República, 1952.
15
Céspedes, Guillermo. Las casas de moneda en los reinos de indias, v1: Las cecas indianas en 1536-1825.
Madrid, Museo Casa de la Moneda, 1996. p. 265-268; Barriga Villaba, Antonio. Historia de la casa de la
moneda, t.3. Bogotá, Banco de la República, 1969. p. 522-523. AGN República MH Tomos: 221 f 389-392;
237 f 220-223; 242 f 194-196; 250 f 525-528; 257 f 288-290.
16
José Manuel Restrepo p.18
17
José Manuel Restrepo p. 15
18
Para ver una lista de los dineros solicitados por el virrey a las casa de moneda ver Barriga t 2 p.95
19
AGN SAA1, Empréstitos Tomo 1 f 38-45 y Barriga, t. 2 p.139-140
20
“Averiguación sobre la suerte que corrieron los caudales de la casa de Moneda de Santafé después del
desastre del puente de Boyacá” en: Sergio Elías Ortiz (Comp.) Colección de documentos para la historia de
Colombia (época de la independencia) t.2. Bogotá, Kelly, 1965 p. 246
siguió siendo recurrente bien entrada la república, lo que se tradujo en una continua
pugna entre los directores de la casa y la secretaría de hacienda 21 .
b. A las exacciones hay que agregarle la destrucción de maquinaria y saqueo forzoso
de caudales. Por ejemplo entre 1821 y 1822 la Casa de Moneda de Popayán dejó de
funcionar algunos meses, debido al traslado de maquinaria para Pasto que hicieron
los realistas al evacuar la ciudad 22 . De hecho es un consenso señalar que la Casa de
Moneda de Popayán sufrió más estragos que la de Santafé, debido a las acciones de
“los revoltosos del sur” 23 .
c. Las evidencias tienden a indicar que la misma emisión monetaria fue una molestia
para las regiones productoras de oro. En efecto, el control que tenían los
comerciantes de Santafé 24 sobre la emisión de moneda, se convirtió en un punto de
enfrentamiento entre las regiones durante la independencia. Así, más allá de las
urgencias económicas producidas en las guerras, hay que buscar en la estructura del
control de la circulación del oro, el surgimiento de diferentes casas de moneda
durante la coyuntura, es especial la de Medellín. En efecto, los mineros y
comerciantes antioqueños estaban cansados de enviar sus oros a Santafé, con lo cual
vieron en la independencia una oportunidad valiosa para evitar enviar sus oros y
retener el circulante para la región, además, ahora veían que el atlántico no estaba
tan lejos 25 .

En estas condiciones, el lector tendría el legítimo derecho de dudar las cifras aquí
presentadas, por cuanto se han observado 3 factores más para pensar que subvalora el real
comportamiento de la producción y en general de su calidad de indicador de la variable a
estudiar. Sin embargo, tanto la evasión como los otros tres factores, ciertamente no explican
el respaldo que otros tipos de fuente de carácter cualitativo dan a los movimientos de la
producción, y por cierto, no dan cuenta de las continuidades de tendencias en momentos de
cierta calma como veremos más adelante.

Cabe anotar, que una diferencia sustancial entre el indicador proveniente de los quintos y la
amonedación, es que con el primero podemos obtener datos desagregados regionalmente.
En efecto, mientras la recolección de este último se hace se hace por regiones, la
amonedación, al tener dos lugares de recaudo no permitiría obtener cifras tan desagregadas.
No obstante, se han venido realizando esfuerzos sustanciales, por lo menos para santafé,

21
Para un ejemplo de una pugna, entre los directores y la secretaría, en que los primeros no se
responsabilizarían si la casa de moneda iba al fracaso por el continuo agotamiento del fondo ver AGN
República MH, tomo 224 f.50-70; aunque en la correspondencia entre ellos, existente en el mismo fondo de
Ministerio de Hacienda está plagada de estos conflictos.
22
AGN República MH, tomo 221 f 331-332.
23
“Memoria de hacienda 1823” en: Castillo y Rada, José María del. Memorias de hacienda. Bogotá, Banco
de la República, 1952. p. 15; “Memoria de hacienda 1826”, en: Castillo, p. 56.
24
Para ver de forma más nítida el control de estos sobre la amonedación ver Muñoz y Torres. El papel de
Santafé en el sistema de intercambio neogranadino. Inédito
25
AGN, Enrique Ortega Ricaurte, Casa de moneda, carpeta 1 folios 112-165. Este
documento será trascrito en su totalidad, con un análisis de las implicaciones en el comercio
de la creación de la casa de moneda de Medellín. Sobre la última afirmación ver: Palacios, Marco. “Las
consecuencias económicas de la independencia en Colombia: sobre los orígenes del subdesarrollo”, en:
Leandro Prado y Samuel Amaral (eds.) La independencia americana: consecuencias económicas. Madrid,
Alianza, 1993. p. 110
para establecer el peso relativo de cada región en la amonedación. Antes de pasar a revisar
los ciclos de amonedación realizaré algunos comentarios al respecto.

1.1 Origen geográfico del oro amonedado

Las observaciones contemporáneas son siempre una herramienta útil para caracterizar
ciertos fenómenos históricos. Sin embargo, muchas veces hay ciertas apreciaciones
contrapuestas que obligan al historiador a buscar otros caminos que permitan esclarecer o
subvertir su hipótesis. Es aquí donde mayor pertinencia adquieren las apreciaciones de
Ernest Labrousse, quien señalaba que “no pidamos testimonios axiomáticos a los
contemporáneos. No siempre (pensemos en el cine) es el espectador de primera fila el que
ve mejor la película.” 26 En el caso que estudia Labrousse, en los albores del 14 de julio de
1789, “todos los espectadores de primera fila vieron mal”. Veamos qué sucede cuando
preguntamos a los protagonistas sobre la proveniencia del oro amonedado:

Miguel de Santiestaban, quien sería el primer superintendente de la Casa de Moneda de


Santafé, fue el primero que en 1742, interrogando al tesorero de la casa de la moneda de
Santafé, a propósito de los famosos “oros de Santafé”, se mostraba sorprendido de que en
es región no reproducía ni un grano y que todo venía de Antioquia y Chocó 27 . Los virreyes
Antonio Caballero Y Góngora, José Ezpeleta, y Pedro Mendinueta, presentan un cuadro de
la siguiente manera: Santafé recibe los oros de Antioquia, los que se producen en la
cordillera oriental y a fines del XVIII, una porción cada vez más sustancial de la región del
Chocó. Por su parte Popayán recibía los oros de su jurisdicción, más los de Barbacoas y la
mayor parte del de Chocó 28 . Vicente Restrepo presentaba en su momento un cuadro
similar: “En la primera [Santafé] se acuñaba el oro de Antioquia, parte del Chocó, Neiva,
Girón, chaparral, etc. En la segunda [Popayán], el de mayor parte del Chocó y de todas la
provincia de Popayán” 29 . Por otro lado, personajes como Vicente de Oviedo no estarían de
acuerdo con esta apreciación, quien en la década de 1770 escribió “”Y siendo así que los
más de sus ríos llevan arenas mezcladas con el mejor oro, poco se labra, y lo que mantenía
este Reino era el oro que se traía de las minas del Chocó y Antioquia, el que ya cesó por la
nueva erección de la casa de moneda en la ciudad de Popayán” 30 .

Pero el problema no es sólo de observación. La cuestión del origen y destino del oro, fue un
problema claro que tuvo que afrontar la Corona. Este problema se manifestó cuando surgió
el interés de los payaneses de tener su propia casa de moneda 31 . Efectivamente, los
comerciantes de la capital protestaron de inmediato, dado que perderían con ello su
monopolio sobre el control del oro del Nuevo Reino. Los esfuerzos de los santafereños se
vieron casi cumplidos, debido al retraso del debout de la casa de Popayán, y cuando ésta
empezó a funcionar, la Corona ordenó el cierre en algunas ocasiones. Sin embargo, el

26
Labrousse, Ernest. “Tres fechas en la historia de Francia Moderna”, en: Fluctuaciones económicas e
historia social. Madrid, Tecnos, 1973. p.464
27
Muños y Torres
28
Muñoz y Torres
29
Vicente Restrepo p. 209
30
Citado por Muñoz y Torres.
31
Sobre este suceso ver: McFarlane p.148-150; Barriga t.2 p. 91-92; AGN, Colonia, Impuestos Varios
Cartas, tomo 6 f 712-714. El siguiente párrafo está basado en lo señalado por estos escritos.
bando payanés salió al final victorioso. Lo que interesa destacar hasta aquí, es que el
arbitrio de la corona en el conflicto da algunos indicios de lo que estaba sucediendo: existía
una diferencia clara entre el control nominal y real de la amonedación de parte de Santafé,
y ésta diferencia se manifestaba en el excesiva evasión de impuestos, especialmente del
Chocó y Popayán. Entonces, la corona creó la casa payanesa para controlar los oros de
estas dos últimas regiones.

Una forma lógica, para establecer unos porcentajes claros de la proveniencia del oro, debía
porvenir de las fuentes mismas de la Casa de Moneda. En un artículo inédito, ya citado, el
autor del presente trabajo y Edwin Muñoz, han empezado a procesar este tipo de fuente,
de la cual se han sacado tres constataciones importantes y un número de dudas no menores,
que deben abarcar futuras investigaciones. Por un lado, que la amonedación por vía fiscal
es sensiblemente pequeña con relación a la amonedación de particulares (ver gráfica 2);
segundo que ésta amonedación esta controlada por las personas que se dedican al comercio
de Santafé, desde el pulpero al gran comerciante, quienes intercambiaban mercancías tanto
de la tierra como de castilla por oro en pasta o en polvo; y tercero, que los porcentajes de
participación son claros, a pesar de los problemas de carácter contable, diplomático y
paleográfico que acarrean la entrada denominada “Santafé”: La mayor parte del oro viene
de Antioquia y un porcentaje significativo del Chocó (ver gráfica 1).

Grá fica 1
Origen del oro am onedado en Santa Fe por particulares, 1790.
(valores en pesos)

Mompox
1%
Santa fe Antioquia
38% 38%

Novita
23%

En estas condiciones, podríamos afirmar que la mayoría de los “espectadores de primera


fila” vieron bien. Además, el escrutinio de los datos permite observar que la casa de
moneda de Santafé proporciona un indicador bastante directo de los oros de Antioquia;
entre tanto, la de Popayán sirve de la misma forma para Popayán y Barbacoas. Ahora bien,
para el caso chocoano se deben analizar las dos casas, hasta que no se haga el respectivo
esfuerzo, de cuanto oro chocoano iba a cada casa; en todo caso, un análisis del libro manual
de 1830, que indica la proveniencia del oro, vemos que, para el período republicano, la
crisis en Chocó era tal que los oros que provenían de sus territorios para ser amonedado se
redujo a sólo 3 registros 32 .

32
AHCM Da0038
Gráfica 2
Conducción del oro a santafé
1790

Vía fiscal
21%

Vía
particulares
79%

1. 2. Ciclos y contrastes

Al observar los datos de la emisión monetaria en las dos casas de moneda (gráficas 3, 4 y
5), se pueden observar tres ciclos de acuñación bien establecidos: uno de tendencia al alza
hasta 1809 (en Popayán este ciclo estaría desfasado a la izquierda un decenio, es decir que
el segundo ciclo para esta casa empieza desde el inicio de esa década) , otro de tendencia a
la baja hasta mediados de la década de 1820 y de allí hasta 1839 una tendencia al alza, pero
sin alcanzar los niveles coloniales. Como veremos, la amonedación durante el período
independentista 1810-19 se redujo en un 50% durante la guerra y durante la década
inmediatamente siguiente la reducción todavía era del 40%, cálculo que confirmaría las
estimaciones de Vicente Restrepo. Sin embargo, en líneas generales, en la década de 1830 a
1840 la amonedación, por lo menos para Santafé, se recuperó. Cabe anotar que, como es
común en historia, la fuerte fluctuación de los datos hace que, al calcular la curva de
tendencia, tenga un R2 para Santafé y Popayán tan bajo. De otro lado, el fuerte componente
residual, en especial luego de la independencia, hace aun más difícil una interpretación
fiable de los datos, afrontar este componente residual constituye una tarea del historiador y
que aspiramos explicar aquí.

1.2.1 1780-1809: Del apogeo al inicio de la crisis

Como observamos al iniciar este texto, la fecha de 1780, puede ser tomada como una fecha
de despegue. El primer problema que subyace aquí, es saber si fue 1810 el que puso fin a
dicho crecimiento. Sí tomásemos el intervalo en conjunto, tendríamos que para Santafé la
tasa de crecimiento relativa fue de 2% anual, entre tanto su crecimiento medio absoluto
anual fue de 20.006 pesos; entre tanto para Popayán Su tasa de crecimiento relativa era de
0.55% anual, mientras que su crecimiento medio absoluto anual era de 4760 pesos.
Gráfica 1
Amonedación en la Casa de Moneda de Bogotá 1780-1839
pesos plata

1800000
R2 = 0,3651
1600000
1400000
Valor amonedado

1200000

1000000

800000

600000

400000

200000

0
1780

1783

1786

1789

1792

1795

1798

1801

1804

1807

1810

1813

1816

1819

1822

1825

1828

1831

1834

1837
Años

Gráfi ca 2
Amonedación en la Casa de Moneda de Popayán 1780-1830
pesos plat a
2500000
R 2 = 0,551

2000000
Valor amonedado

1500000

1000000

500000

0
1780

1783

1786

1789

1792

1795

1798

1801

1804

1807

1810

1813

1816

1819

1822

1825

1828
Años

Los resultados, ya de por si son sintomáticos: el crecimiento de Santafé es


incomparablemente mayor al de Popayán, y esto se debe básicamente al peso mayor que
cada vez tienen los oros antioqueños. Pero si realizamos el análisis con un intervalo de esa
naturaleza, no podemos percibir de forma más específica los cambios y fluctuaciones de la
producción minera en el tiempo. En ese sentido debemos realizar un análisis más
desagregado, y en este estudio lo haremos por decenios. El primer decenio, 1780-1789,
inicia con unos altibajos notables, que se deben básicamente a la apertura del río Atrato a
la navegación con el Atlántico 33 ; sin embargo se trata de una década de crecimiento, cuya
pendiente de regresión lineal es de 14440 para Santafé y de sólo 2997 para Popayán. La
pendiente del conjunto fue 17437. El segundo decenio, 1790-1799, es una década de claro

33
Germán Colmenares (comp.). Relaciones e informes de los gobernantes de la Nueva Granada. t.2, Bogotá,
Banco Popular, 1989. p. 229-230
crecimiento: para Santafé tenemos una pendiente de 38474 y para Popayán de 7128, la
pendiente del conjunto de la Nueva Granada fue de 45602. Entre tanto la década de 1800-
1809, anunciaba una decaída importante al ser sus pendientes negativas: para Santafé
tenemos una pendiente de -3334 y para Popayán de -30970, siendo la del Nuevo Reino de
-4305.

Gráfica 3
Amonedación en Nueva Granada 1780-1830
pesos plata
3500000

3000000

2500000
V a lo r a m o n e d a d o

2000000 Santafé

1500000 Popayán

1000000

500000

0
1780
1782
1784
1786
1788
1790
1792
1794
1796
1798
1800
1802
1804
1806
1808
1810
1812
1814
1816
1818
1820
1822
1824
1826
1828
1830
Años

La constatación hasta aquí, es evidente: la crisis minera inició en el mismo período


colonial. Esta constatación no hace sino confirmar, lo que habían señalado Sharp 34 ,
McFarlane, Barona y Colmenares para la región del pacífico, lo que se refleja en el desfase
ya mencionado de la crisis para Popayán, pero al tener las pendientes del conjunto de
amonedaciones, vemos que fue una crisis general del sector minero. Los registros de
quintos y amonedación confirmarían lo anterior 35 . En Antioquia, sin embargo, Ann
Twinam anota que “el descenso en la fundición después de esta fecha puede no representar
una verdadera disminución en la producción de oro o en las importaciones” 36 , lo curioso es
que la explicación que da es “que los comerciantes no siempre estaban fundiendo el valor
de sus mercaderías”, sabiendo que, si se trata de evasión, no hay razones para pensar que
las condiciones para contrabandear eran muy diferentes para la década anterior. La

34
Sharp William. “La rentabilidad de la esclavitud en el Chocó 1680-1810”. En ACHSC Nº 8, 1976; y ver
nota pie 3.
35
La evolución de los quintos proporcionada por McFaralane, permiten ver esa disminución: para Popayán
en promedio anual del quinquenio 1795-1799 era de 239.147 castellanos, para pasar a 174200 castellanos en
el quinquenio siguiente; en Antioquia, el promedio anual de los quintos en el quinquenio 1795-1799, era
279194 pesos oro, para pasar en el quinquenio de 1805-1809 a 166777 pesos oro. McFarlane p.534-535
36
Twinam, p. 60
constatación no es una singularidad neogranadina, por cuanto Jhon Coatsworth para
México 37 , como el profesor Bonilla para el Perú, han encontrado el mismo fenómeno.

1.2.2 1810-1839: Crisis y la lenta recuperación.

El período que tratamos en esta sección del análisis de los ciclos, tiene la complicación, que
ya habíamos observado: la evasión. El problema radica básicamente en que es imposible
sostener que la relación entre el oro declarado y el que salía de contrabando se mantuvo
constante. Sin embargo, con las fuentes disponibles es imposible establecer la nueva
relación. Ahora bien, no significa que haya una incertidumbre completa, debido, a que una
vez más, los estudios y observaciones de contemporáneos pueden dar indicios.

En su memoria sobre la amonedación de oro y plata en la Nueva Granada, José Manuel


Restrepo presentaba un cuadro de evasión siguiente: antes de 1810, casi todo el oro se
amonedaba; entre 1810 y 1821, se dejaban de amonedar 2000 marcos anuales; de 1822 a
1846, paradójicamente, la evasión aumentó a unos 4500 marcos anuales 38 . Por otra parte,
para el año de 1816, el gobernador de Antioquia y Chocó, quien abogaba por la existencia
de la casa de la moneda de Medellín (y por lo tanto debía elevar sus estimativos de
evasión), informaba que era alrededor de una tercera parte, el oro que salía sin ser reducido
a moneda 39 . En su momento, el secretario de hacienda señalaba lo siguiente: “Hoy se va, si
no la mayor, una gran parte de estos metales. Al extranjero sin pagar quintos, fundición,
amonedación ni exportación […] Puedo asegurar que después de muchos años no entra en
nuestras casas de moneda una barra de oro de remedios, Zaragoza, Yolombó, Simití,
Guamoco, Veraguas, Alanje, Chiriquí y otras minas, y que es muy poco el que se introduce
de las del sur, que están inmediatas al mar y aun las de Quibdo situado sobre el río Atrato,
con tan fácil y frecuente salida al mar. Sucede así porque los rescatadores de oros se verían
obligados a impender los gastos de conducción a las casas de moneda, correr los riegos,
para pagar comisiones, sufrir retardos y al regreso especialmente nuevos costos de
amonedación y nuevos riesgos” 40 , un año después, señalaba que “El oro que sale de
contrabando, es igual o superior al que se amoneda en Popayán y Santafé” 41 . Con estas
apreciaciones resulta claro, que dada la debilidad institucional del estado en los primeros 20
años republicanos, los contrabandistas del oro tuvieron un rango de acción mucho mayor
del que se daba durante la colonia, e incluso durante la independencia. Así las cosas, un
análisis del desarrollo de la producción minera debe, a las cifras aquí presentadas, agregar
las estimaciones de comercio exterior dadas por Ocampo en su obra ya citada y los
estimativos de William Paul McGreevey 42 , quienes se basan en fuentes extranjeras, aunque
hay que tener muy en cuenta que en el período aquí analizado el comercio se hacía ante

37
Coatsworth, John. Los del atraso. Nueve ensayos de historia económica de México en los siglos XVIII y
XIX. México, Alianza Editorial Mexicana, 1990. p. 78-79; Bonilla Heraclio, “La coyuntura comercial del
siglo XIX en el Perú” en: el futuro del pasado, t.1 p. 210-212
38
José Manuel Restrepo p.18
39
AGN EOR Casa de moneda carpeta 1 f. 117-118
40
Castillo Memoria de hacienda 1826, p.56
41
Castillo Memoria de hacienda 1827, p. 107
42
McGreevey, William Paul. Historia económica de Colombia 1845-1930. Bogotá, TM Editores, 1988.
todo con Jamaica y no con Europa 43 . En todo caso, las cifras luego de la independencia
deben ser tomadas como en la colonia: como un orden de magnitud.

Para el período de 1810 vamos a repetir el ejercicio por decenios, para no alterar el rango
temporal del análisis. El primer decenio, que va desde 1810 hasta 1819, presenta las
consecuencias obvias de una economía en guerra, pero así mismo los contrastes regionales
son sintomáticos: para Santafé tenemos una pendiente de -19025, entre tanto para Popayán
tenemos una de -19904, lo que señala, que los ritmos de caída fueron los mismos, pero en
términos absolutos, la diferencia fue substancial, por cuanto la amonedación de Santafé en
el decenio de 1800-09 fue de 13601632 pesos, en el decenio que estamos tratando, fue de
10531840, es decir una disminución del 22%, entre tanto, en Popayán la amonedación pasó
de 11038300 pesos en el decenio anterior a 2374016 pesos en el decenio estudiado, una
reducción de cerca del 80%. Esta diferencia tiene dos razones posibles: por un lado, el
contraste de intensidad de los conflictos en las regiones de influencia de las dos casas que
ya hemos descrito y, por otro lado, una diferencia entre la capacidad del stock de los
habitantes de ambas zonas. Con respecto a lo primero, es un consenso, que el impacto de
las guerras fue mucho más importante en el Cauca 44 . La segunda causa es clara, en la
medida que en el caso payanés, la reserva de oro sin amonedar, ya había sido llevada a la
ceca como respuesta a la crisis de la minería chocoana 45 , y hemos visto en la sección
anterior, como la amonedación en Popayán empezó a bajar mucho antes que la de Santafé.
En el caso de este último, los comerciantes debieron empezar a sacar su stock, amonedarlo
y empezar a girarlo a España, para empezar a cubrir las continuas perdidas por el cierre del
comercio y sobre todo, debieron acelerar la amonedación de su reserva, para trasladarla y
evitar las continuas exacciones de que eran objeto 46 .

El decenio siguiente (1820-1829) muestra un comportamiento un tanto distinto. La


tendencia de Santafé, muestra una caída más acuciante que en el decenio anterior, con una
valor de -59012, y su amonedación en el decenio fue de 8868968, lo que se traduce en una
reducción del 35% con respecto al último decenio colonial; por su parte la de Popayán
muestra un comportamiento marcadamente al alza con una tendencia de 78277, no así su
producción absoluta, que aún estaba un 57% por debajo del último decenio colonial.
Aunque para Santafé, la primera década republicana presente una tendencia a la baja, y una
disminución importante en la amonedación, hay dos puntos que llaman la atención: por un
lado su componente residual, y su leve despegue en los últimos años de la década. En
efecto, en momentos anteriores señalábamos la importancia de este componente residual,
en el bajo R2 que presenta la línea de tendencia polinómica. Entre 1820-29 llama la
atención un año que, por su valor amonedado, muestra una clara discrepancia con la
tendencia que se venía presentando y la que presentará, ese año es 1826: ¡fue el año en que
más se amonedó en la historia de la casa¡ Desde teoría de errores, uno tendría el legítimo

43
Palacios p.111
44
Palacios p. 118; Tovar p. 132; Ocampo p. 350; Vicente Restrepo p. 89; Melo, Jorge Orlando. “La evolución
económica de Colombia 1830-1900” en: Jaime Jaramillo (ed.) Manual de historia de Colombia. Bogotá,
Instituto Colombiano de Cultura, 1979, p. 193
45
Barona, p. 197-200. Por otra parte, este autor ha identificado que las curvas entre el oro remachado,
ensayado y amonedado presentan un claro desfase, que evidencia la tendencia a atesorar el oro remachado y
fundido a cambio de amonedarlo.
46
Para este punto ver mi trabajo sobre comerciantes.
derecho de no tener en cuenta dicho dato para evitar las alteraciones de la tendencia como
en efecto sucedió. Pero este tipo de ejercicio para el historiador sería una suerte de “pecado
capital”, y en cambio de pensar en deshacerse de él debe tratar de explicarlo. La razón del
espectacular desempeño en ese año, no se debe a un mejoramiento en las introducciones de
oro de particulares, sino por una entrada de alrededor de 4.000 marcos (544.000 pesos) que
hizo la tesorería general en el segundo semestre de 182547 . En este momento no se pude dar
respuesta sobre el origen de dichos metales, aunque la respuesta puede estar en los oros
provenientes del préstamo de Londres 48 ; sin embargo los oros que entraron por este
concepto no cubren la cantidad de los 544.000 pesos.

De otro lado, llama la atención la leve tendencia al alza de los últimos años de la década,
que no hace sino anunciar la sostenida recuperación que veremos para dicha casa en la del
30. En ese sentido es pertinente dejar hablar a José Manuel Restrepo, quien entregó una
razón de los resultados de su gestión y sus preocupaciones en abril de 1830:

“[Una] mejora que exigen las casas de moneda es el aumento del fondo para comprar los metales. La
de mi cargo tiene apenas 75000 pesos, que es la mitad de lo que necesita especialmente ahora que se
ha aumentado el oro de las minas de Antioquia. Si este fondo no se deja aumentar, viendo los
particulares que la casa tarda en pagarles sus oros, los venderá a los extranjeros con perjuicio del
erario y relajación de la moral pública. Por tanto es de mucho interés para el gobierno aumentar si
fuere posible el fondo o por lo menos no disminuirlo con libranzas extraordinarias.
Por lo demás la casa de mi cargo marcha regularmente aunque con la lentitud e imperfección que se
originan en las malas máquinas y ninguna otra reforma me parece que deba proponer.
En caso de que las casas de moneda de Popayán y Bogotá, se monten con nuevas máquinas, ellas son
suficientes para amonedar todos los metales de la república, aunque se doblaran los actuales
productos de las minas. Por consiguiente me parece que está en los intereses del gobierno evitar el
establecimiento de otras casas de moneda. Esta dirección tiene noticia de una que se proyectaba para
Cartagena, la que arruinaría enteramente la de esta
Por consiguiente me parece que está en los intereses del gobierno evitar el establecimiento de otras
casas de moneda. Esta dirección tiene noticia de una que se proyectaba para Cartagena, la que
arruinaría enteramente la de esta Capital y el erario perdería las utilidades que ella produce. Si se
permite que los oros de Antioquia de lleven a Cartagena, la mayor parte se exportarán en polvo al
extranjero y habría que cerrar esta casa de moneda que no daría para los gastos. Esto de ningún
modo convendría a los intereses del gobierno a así es evidente que antes de multiplicar los
establecimientos de casa de moneda, la razón dicta que se perfeccionen los que ya existen. Entonces
49
se verán si estos no alcanzan y podría formarse”

Según la constatación anterior, ya se hacia visible la recuperación del oro antioqueño, que
no hace sino confirmar los datos dados por Roger Brew para Antioquia, es decir que las
exportaciones de oro provenientes de Antioquia en el decenio que precede al proceso de
ruptura política era de 1,2 millones de pesos oro, esta cifra disminuyó a 0,9 millones
durante la década de 181-1820, para luego volver a 1,2 millones anuales entre 1821 y
1835 50 .
El caso del crecimiento payanés, con respecto al desempeño anterior, presenta igualmente
una serie de interrogantes. Efectivamente, una pendiente de esa magnitud llama de

47
AHCM Da0259
48
Barriga t. 3 p. 10
49
AGN República, MH tomo 257 f 146-149v
50
Brew, Roger. El desarrollo económico de Antioquia desde la independencia hasta 1920. Medellín,
Universidad de Antioquia, 2000, p. 102
inmediato la atención. La causa, según el director de la casa de moneda de Popayán, quien
se quejaba a su vez de las continuas exacciones del ejército, era el aumento de las
introducciones de barbacoas:

“Pero hago observar a VS que el fuerte d e todos los intendentes del en este departamento ha
sido siempre intentar el agotar el manantial para salir de sus ahogos, aunque después no
produzca cosa alguna la casa de moneda, y hacen lo que el necio que mató la gallina que le
ponía un huevo todos los días. Sírvase VS no condescender a instancias en que se proyecte sacar
más dinero de la casa de moneda, porque se hace en ella mucha falta el fondo para pagar a los
rescatadores, y que no se detengan los pagos. Con especialidad en las labores en que por haber
entrado mucho oro de barbacoas, se abronsean y rajan los rieles” 51

Desafortunadamente se hace imposible extender el análisis para la casa de Popayán hasta


1839 por falta de datos, sin embargo un análisis de la de Santafé arrojaría constataciones
importantes. Para este período la recuperación fue latente, aunque no se llegó a los niveles
de amonedación colonial. Su amonedación total fue de 11845872 pesos, es decir sólo una
reducción del 20% con respecto al período antes de 1810. Su tendencia fue de 31699, lo
que habla de un crecimiento fuertemente ascendente, si se tiene en cuenta que la mayor
tendencia en el período colonial fue de 38474 (1790-99). Entre tanto, la visita que se hizo a
la casa de Popayán en 1835, no auguraba los mejores resultados, y las reducciones en la
introducción de oros se hacia cada vez más aguda:

“Fuera de esto, ese hermoso país ha sido casi intermisión el teatro de la guerra, y por consecuencias de
este azote de la humanidad, ha de haber perdido el dicho establecimiento sus mejores instrumentos y
los resortes que debieran tenerlo bajo un pie brillante. Dedujese de todo esto, que es ahora cuando se
va a plantar, con la perfección posible, la casa de moneda de Popayán” 52

Los resultados hasta aquí expuestos, permiten llevar a cabo varias conclusiones: En primera
instancia, las tendencias de amonedación confirman la caída de la amonedación en las
regiones de influencia de la casa de moneda de Popayán, esto es: Chocó, Popayán y
Barbacoas. Entre tanto, la casa de moneda de Santafé, muestra una recuperación luego de la
década de 1820, producto de que el desempeño minero de Antioquia, aunque se vio
afectado, no entró en una decadencia con su homologa caucana. En ese sentido, la
participación relativa de las regiones en el total de la producción cambió su eje hacia
Antioquia, y aquí una vez más se puede echar mano de los registro de a casa de moneda,
porque mientras en le período colonial la casa de santafé acuñaba entre el 51 y el 55 % del
oro neogranadino, para el periodo de 1810 a 1830 esta participación se elevó entre el 65 y
el 84%. Pero aun queda latente el problema de los determinantes de este comportamiento.
A estos últimos, dedicaremos la última sección del escrito aunque los estudios a este
respecto, son todavía pocos.

51
AGN República MH tomo 246 f 733-733v
52
AGN República, monedas tomo 1 f. 15v
2. Los determinantes de la producción minera 53

Peter Bakewell ha puntualizado aquellos factores que determinan el comportamiento de la


producción minera, que, salvo claras excepciones como el azogue pueden ser extendidas
para el caso de la minería de oro neogranadino. Dichos determinantes son básicamente: por
una parte la demanda internacional de metales, así como la demanda interna, por otro lado
los determinantes de carácter geológico y tecnológico, la disponibilidad de capitales, el
carácter de la mano de obra y su calificación 54 . Pero estos determinantes, para un período
de convulsiones como el que aquí se trata, no son suficientes. Para el caso de la
independencia, Carlos Contreras ha identificado a su vez unos factores que luego de este
periodo influyeron en el curso de la minería: la situación heredada, la política tributaria, y
la afluencia de la inversión extranjera 55 .

Con respecto al primer determinante, es decir la demanda interna y externa de metal, y por
lo demás las implicaciones de la lógica del mercado, McFarlane ha llamado la atención
claramente en el poco estímulo que ejercía el mercado sobre los mineros, y en estas
condiciones los cambios en las relaciones de la demanda no afectaron considerablemente
la producción 56 . Por otra parte, la existencia del fenómeno como el entable en Popayán, el
cual consistía en evitar todo lo posible la interacción con el mercado y por ende los
desembolsos monetarios, hacia que se evitase una vulnerabilidad frente a los cambios de los
mercados externos o internos. Sin embargo, la importancia para las relaciones entre la
minería y el comercio de la demanda internacional del oro así como su precio, vienen a
jugar un papel importante por dos razones: 1.durante el período estudiado, los comerciantes
empezaron a intervenir directamente en la minería 57 , relación que en le periodo colonial
había sido escasa 2. Los precios, a los cuales se adquiría una serie de herramientas e
insumos para el laboreo de las minas, así como la adquisición de mercancías más baratas,
como fue el caso de las telas 58 , posibilitó menos gastos, estimulando directamente tanto la
pequeña como la gran minería.

Colombia dejó de ser el primer productor de oro en Hispanoamérica, para dar paso a Chile,
quien poseía una industria minera joven y poco afectada por la guerra. Por otro lado, su
participación internacional en la producción de oro empezó a perder terreno, al pasar de
24,4% en 1801-1810 a 16,2% en 1831-1840 59 . El valor del oro, con respecto al de la plata

53
Para un ejemplo de aplicación de un análisis desde los determinantes, ver Bonilla, Heraclio, “Minería, mano
de obra, y circulación monetaria en los andes colombianos del siglo XVII”. En: Fronteras de la Historia, Nº
6, 2001.
54
Bakewell, Peter. “Los determinantes de la producción minera en Charcas y en Nueva España durante el
siglo XVII”, en: Heraclio Bonilla (ed.) El sistema colonial en la América Española, Barcelona, Crítica, 1991.
55
Contreras, Carlos. “La minería hispanoamericana después de la independencia. Estudio comparativo de
Bolivia, Chile, México y Perú”, en: Margarita Menegus (ed.) Dos décadas de investigación en historia
económica comparada en América Latina. Homenaje a Carlos Sempat Assadourian. México, El Colegio de
México/ Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social/ Instituto Mora/ UNAM,
1999.
56
McFarlane p.205
57
Brew p.111
58
Palacios p.121
59
Palacios p. 118
en el pasó de 15.6:1 en 1801-1810 a 15.7:1 en 1831-1840 60 . Pero un indicador más notable
del beneficio para la producción minera de la coyuntura internacional fue el precio que
obtuvo el oro en el periodo 1810-1848. En efecto, los exportadores neogranadinos
experimentaron un precio del oro que subió un 145% en los mercados internacionales. En
estas condiciones un beneficio claro que recibió en la minería neogranadina, en especial la
antioqueña, fue poder acceder a esa coyuntura, que bajo el marco del imperio español
hubiera sido casi imposible.

Las características geológicas, geográficas y climatológicas de la época no han llamado


suficientemente la atención de los historiadores con la notable excepción de Robert West,
aunque la pertinencia de sus pesquisas para nuestro objeto son pocas por tratarse sobre todo
del siglo XVI y XVII 61 ; también son importantes los aportes que en su momento hizo
Vicente Restrepo. Pero luego de la independencia las fronteras mineras, producto del
agotamiento de los oros de los ríos, no parece haber sido la regla, estos procesos deben
buscarse al finalizar el siglo XVII y comienzo del XVIII, así como en la segunda mitad del
siglo XIX. Así la minería de la joven república no tuvo que afrontar una evacuación de
fronteras importantes. Por otro lado para Antioquia, la minería de veta era sólo el 5% en
1820 y pasó a ser el 25% en 1860 62 , de la misma forma para el Cauca, con la notable
excepción de Marmato, no hay una explotación importante de minería de veta. En estas
condiciones no hubo un cambio importante en el tipo de mina que se explotó. Ni tampoco
hubo cambios importantes en la forma como se explotaron 63 . De esta forma la
independencia no trajo un beneficio en el sistema de extracción de metales.

Por otra parte, en la historiografía hay un consenso en el poco éxito que tuvieron las
inversiones extranjeras en el sector minero 64 . Para el periodo tratado, se ha hecho énfasis en
el fracaso de la Anglo- Colombian Mininnig Asociation, pero no se ha investigado a fondo
el desarrollo de la empresa, ni tampoco las implicaciones de su fracaso. Según Bushnell
uno de las causas del fracaso fue la falta de un sistema adecuado de transportes dentro de
Colombia 65 . En todo caso, como señaló Brew “Sólo hasta después de 1885 el capital
extranjero empieza a tener importancia”66 . En la tabla 1 presento la participación en la
amonedación para Santafé, de parte de extranjeros que puede servir como un indicador de
su participación en la producción minera.

En resumen, la participación del capital extranjero no cambió la estructura de la producción


minera neogranadina, por lo menos en sus primeros 20 años de vida. Esta constatación,
adquiere mayor connotación, si se tiene en cuenta que para las demás experiencias de la
América Latina, la presencia extranjera fue crucial en la modernización, la reducción de

60
Mitre, Antonio. Los patriarcas de la plata. Estructura socioeconómica de la minería boliviana en el siglo
XIX. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1981. p. 30
61
West, Robert. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial. Bogota, Imprenta Nacional,
1972.
62
Brew p. 120
63
Palacios p119
64
Bushnell p. 169; Tovar p. 133-134; Vicente Restrepo, p. 136-137; Ocampo p. 353
65
Bushnell, p. 170
66
Brew p. 105
costos y aumento de producción 67 . Así, el beneficio derivado de la apertura del país al
capital extranjero tuvo que esperar 50 años más.

Tabla 1
Oro amonedado por extranjeros en
Santafé de Bogotá 1830-1832 68
Año Valor en Relación con el
pesos total amonedado
1830 67320 8
1831 101184 7,4
1832 102680 12.5

La situación heredada, está directamente relacionada con la intensidad y magnitud de los


enfrentamientos durante el periodo de independencia. Aunque el estado del sector minero
que heredó la república no era de una catástrofe generalizada, el impacto fue lo
suficientemente fuerte para presentar las disminuciones que hemos analizado en acápites
anteriores. En ese sentido los costos de la guerra están asociados con destrucción de capital,
fuga de capitales y perdida de mano de obra.

Ha sido David Bushnell, en el clásico texto sobre el régimen de Santander, quien señaló
que la minería de la nueva granada no sufrió sistemáticamente como la Nueva Granada; en
efecto, al no haber una gran inversión en activos fijos, su vulnerabilidad fue menor 69 . En
ese sentido, para el caso antioqueño, alrededor de las dos terceras partes del oro era
explotado por mineros independientes 70 , sus bienes de capital consistían en una batea y una
barra de hierro. Su actividad no requería una inversión inicial, así que su capacidad de
movilidad era extraordinaria. En estas condiciones, en un contexto de guerra, el
reclutamiento se hacía más difícil dado el grado de libertad de los mazamorreros. Ahora
bien, aunque no se ha mensurado, reclutamiento efectivamente hubo, y no sólo se perdía al
hombre que se encargaba de sacar el oro de los ríos, sino se perdía su conocimiento previo,
pues el mazamorreo no era un ejercicio tan improvisado como parece 71 . Pero, a diferencia
de la poca vulnerabilidad de la minería independiente, la minería de canalón tenía mucho
que perder. En efecto, el costo de oportunidad de los mineros que se dedicaban a este tipo
de explotación minera, en tiempos de guerra, era demasiado elevado por varias razones: 1.
Había una concentración mayor de trabajadores, en especial esclavos, que hacía fácil un
proceso de reclutamiento, 2. El canalón sí requería una inversión inicial y su imposibilidad
obvia de traslado hacia inevitable abandonarlo. En estas condiciones, la minería antioqueña
sufrió, pero no de manera tan catastrófica, debido a que la mayoría del oro la producía
mazamorreros independientes que podían mitigar un poco los efectos de la guerra. Cabe
anotar, que dentro de la misma Antioquia hubo ciertos contrastes: por ejemplo, la

67
Contreras, p. 270
68
AGN, República, Monedas tomo 1 f 7-9
69
Bushnell, p. 167
70
Twinam, p. 69
71
West p. 33
explotación de los ríos Sucio y Murri y sus afluyentes quedó casi paralizado luego de las
agitaciones políticas 72 .

Pero si eso sucedió en Antioquia, en la minería del Cauca y Chocó el proceso fue
totalmente diferente. La forma de explotación, era esencialmente la misma: minería de
aluvión. Sin embargo, las minas de esta región eran trabajadas fundamentalmente por mano
de obra esclava, esclavos que eran el bien de capital más importante. Pero este tipo de
explotación a fines de la colonia estaba cambiando, y la mano de obra esclava estaba
siendo reemplazada progresivamente por mano de obra libre. Barona le llama a este
fenómeno “la democratización del sector minero” 73 , que para 1820 era una realidad
ineludible, que había erosionado el sistema del entable. Sin embargo, fue la independencia
la que aceleró este proceso. No sólo por que arrebató al complejo mina-hacienda mano de
obra esencial, sino porque posibilitó el proceso institucional de las manumisiones 74 .
Además dicho complejo sufrió serias lesiones, que hacían sencillamente imposible que la
hacienda sobre todo las del Valle del Cauca, siguieran abasteciendo la mina y las que no se
vieron tan afectadas en la guerra, vieron como muchos mercados mineros desaparecían 75 .
Por otro lado, aunque no se ha calculado cuál fue la fuga de capitales producto de las
guerras, el abandono de las minas y haciendas por parte de sus dueños fue una situación
que empeoró las cosas, haciendo que algunas haciendas y minas sólo se recuperaran en la
década de los 40s, si es que se recuperaron 76 . Así, la independencia aceleró bruscamente
algunos procesos, que para el caso del Cauca, no dieron tiempo suficiente para la
consolidación de la producción basada en una mano de obra libre, lo que se tradujo en una
reducción sustancial de la producción minera, que para el caso caucano nunca alcanzaría
los niveles coloniales.

Como hemos visto hasta aquí el papel esencial de la mano de obra explica en gran medida
los contrastes regionales. Es a este factor al que hay que poner atención a la hora de evaluar
los costos de transacción. Investigaciones futuras, deben tratar de ponderar la cantidad de
mano de obra que salió de la vida económica. No en vano, un mercader francés, Julián
Mellet señalaba hacia 1819 que “habiéndose trabajado hasta aquí las minas por medio de
los negros esclavos, que es gente robusta y apta para esta ocupación, parece que no debía
separársele de ella. Han sido aplicados al servicio de las armas, y las cuadrillas por medio
del quinto que se hizo, se disminuyeron considerablemente, de donde ha resultado que la
explotación se halla actualmente reducida a la nulidad” 77 .

72
Vicente Restrepo, p. 47
73
Barona p.139-140
74
Colmenares p. 163
75
Díaz de Zuluaga, Zamira. Guerra y economía en las haciendas, Popayán, 1780-1830. Bogotá, Banco
Popular, 1983. p.103-104
76
Escorcia, José. Desarrollo político, social y económico, 1800-1854. Bogotá, Banco Popular 1983. p. 58-59
77
Citado por Vicente Restrepo p. 92
Anexo

Tabla 2
Evolución de la Amonedación en Nueva Granada por decenios
Años Amonedación índice Amonedación índice Amonedación en índice Participación Participación
en Popayán en Bogotá Nueva Granada relativa Popayán relativa Bogotá
1780-1789 8880246 80,4 9067256 66,7 17947502 78,8 51 49
1790-1799 9470768 85,7 11766057 86,5 21236825 86,1 55 45
1800-1809 11038300 100 13601632 100 24639932 100 55 45
1810-1819 2374016 21,4 10531840 77,43 12905856 52,3 82 18
1820-1829 4833490 43,7 8868968 65,2 15789722 64 64 36
1830-1839 11845872 87,1

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