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LIDERAZGO

La odisea del liderazgo

 Ejercer liderazgo es
movilizar a un grupo de
personas en escenarios de
incertidumbre para que
enfrenten problemas
difíciles y generen el
cambio que la
organización necesita.
Pero éste sólo es posible
en la medida que las
personas se hagan cargo
del problema y
responsables de su
solución.

Cristóbal Colón tenía 33 días para llegar a tierra firme. Desgraciadamente, no tenía cómo saberlo al
zarpar de Puerto de Palos. De la gloria, estuvo a pocas horas de convertirse en carnada de
tiburones en el océano atlántico. Hernán Cortés, por su parte, decidió quemar sus naves para que
nadie considerara la posibilidad de regresar a España. ¿Quién dijo que ser líder era una tarea
sencilla? Ejercer liderazgo implica movilizar personas en situaciones de incertidumbre. Es difícil y
riesgoso pues siempre generará resistencias individuales y grupales. Mientras los costos son
seguros, los beneficios son inciertos. Difícil, porque se ejerce en situaciones de incertidumbre.
Peligroso, porque las personas y el sistema social pueden volverse en nuestra contra, y el fracaso
es siempre una alternativa posible si el proceso no se maneja de modo estratégico.

¿Cómo lograr motivar y convencer a las personas de la necesidad de llevar adelante un cambio?

Las personas son racionales y emocionales y se comportan de la mejor manera que creen que deben
hacerlo. Por lo tanto, la invitación al cambio implica, necesariamente, que el comportamiento actual debe ser
modificado. Es decir, se debe renunciar a patrones de conducta acostumbrados y renunciar a los valores,
intereses, hábitos o actitudes, que mueven ese actuar. Si nos cuesta adaptarnos a un cambio en el
programa del computador en el que trabajamos cotidianamente, imaginemos lo difícil que puede ser
adaptarse a trabajar en una empresa luego de una fusión. Más aún si se viene de la compañía
“comprada”. En el primer caso, están comprometidos principalmente los hábitos y actitudes. En el
segundo, valores y cultura.

Definiremos liderazgo, por lo tanto, a la habilidad para lograr la adaptación de personas en


situaciones de incertidumbre donde, por definición, las respuestas a los problemas no están en el
repertorio de soluciones. Dificultado, además, porque el ser humano es también un animal de
costumbres, muchas de las cuales están arraigadas en lo más profundo de nuestro ser. Las
personas, a fin de cuentas, deben aprender nuevos modos de actuar. Y el aprendizaje es imposible
si no renunciamos a aquello que creíamos correcto. Visto de esta manera, ejercer liderazgo significa
nadar contra la corriente. En el caso de los salmones, lo que está en juego es su especie. Para
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los accionistas y empleados, es la empresa.

Por eso, no debiera importarnos si el liderazgo es fruto del ADN, de las circunstancias o de la
práctica. Lo importante es que la empresa cumpla el propósito (misión) para lo cual fue creada. Por
lo tanto, hablaremos del liderazgo como una actividad, no como un conjunto de cualidades
personales. De igual forma, nos referiremos a un Sistema Social (empresa) como un grupo de
personas con un propósito común. Así entonces, no nos debe importar quién o quiénes son líderes
dentro de un sistema social.

Asumir el liderazgo como un conjunto de atributos personales, nos lleva fácilmente a la idea de que
los líderes nacen, lo que significa que muchas personas nunca podrían ser líderes. Pues los “no
líderes” también nacen. En cambio, al verlo como una actividad, el ejercicio del liderazgo no sólo
pasa a ser una posibilidad, sino una obligación moral.

Lo que sí nos debe importar es si los miembros de mi empresa estarán dispuestos a ejercer el
liderazgo en el momento que a cada uno le corresponda. Si el compromiso o sentido de propósito de
los miembros del sistema social es débil, será muy difícil que quieran adaptarse ni menos esta
dispuestos a liderar los procesos de adaptación para lograr los objetivos. Para qué hablar si los
objetivos ni siquiera son conocidos o aceptados por los miembros del sistema. Más que líderes, lo
que la empresa necesitan son personas responsables. En otras palabras, personas con la habilidad
para responder cuando así se requiera. En palabras de Churchill, “no basta con hacer lo mejor posible.
Hay que hacer lo que sea necesario”.

Las pérdidas del cambio

Según dicen los entendidos, la tecnología del Betamax era superior a la del VHS. Lo mismo que el
sistema operativo de Apple con respecto al Windows de Microsoft. El Betamax desapareció, y a Steve
Jobs, fundador de Apple, lo despidieron de su propia compañía (ver caso 1).

Y es que el liderazgo requiere valentía y sentido de propósito, pero también astucia y sentido
estratégico. Muchas veces la razón y el expertise técnico deben ceder espacio a la intuición y las
emociones para interpretar los caminos que debemos seguir. Recordemos que en situaciones de
incertidumbre, las soluciones no son conocidas. Muchas veces, ni siquiera lo son los problemas. Por lo
tanto, deberemos entender el entorno en el cual competimos, tanto inmediato (clientes, empleados,
gerentes, accionistas) como cercano (medios de comunicación, gobierno, ONGs, etc.). Como dijo un
alumno una vez, “o sea esto es como si uno fuera un bombero y le dijeran que hay un incendio, pero
con algunas diferencias: no hay humo, ni fluctuaciones de temperatura que permitan saber dónde está y
de qué magnitud es; ni tampoco sé qué herramientas requiero para apagarlo; ¡ni para qué decir el
equipamiento que necesito para protegerme!”. Eso es exactamente de lo que estamos hablando. ¿Es
muy diferente esto de la situación que enfrentaron los dueños de Enciclopedia Británica cuando a Bill
Gates se le ocurrió distribuir gratuitamente la Enciclopedia Encarta para promover la venta de
Windows? ¿De qué magnitud será la amenaza que Google representa hoy para el mismo Bill Gates?
Sin ir muy lejos, ¿cuáles serán las implicancias que tendrá para el mercado las fusiones del Banco de
Chile con el Citibank o de Falabella con D&S? A nuestro juicio, es lo mismo.

Sabemos que tenemos un problema cuando existe una brecha entre lo que debiéramos estar
haciendo (propósito, valores, aspiraciones) y lo que en verdad estamos haciendo (realidad). Entre lo

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que las cosas son y lo que quisiéramos que fueran. Inevitablemente, esto implicará que no estamos
cumpliendo la promesa que le hicimos a nuestros clientes: la razón de existir de cada empresa.
Como vemos en el recuadro, la única manera de restaurar el equilibrio está en redefinir y ceder en
nuestros valores o actuar para mejorar nuestros productos y servicios. Naturalmente, si la promesa
es correcta, el foco debiera estar en lo segundo. Lo contrario sería mediocridad. Sin embargo, esta
acción puede o no requerir liderazgo. Sólo la definiremos como tal, en la medida que implique
modificar el comportamiento de los miembros del sistema social.

Valores y Aspiraciones
(misión)

Liderazgo
Mediocridad
Realidad

Pero el cambio produce inevitables pérdidas para quienes están expuestos a él, pérdidas que
pueden ser emocionales, económicas, de tiempo, de motivación, de lealtades, e incluso de sentido.
Este balance deja una sola cosa clara: el proceso de cambio garantiza pérdidas y costos, pero no
necesariamente resultados positivos. Ante esta disyuntiva es cuando habitualmente se prefiere la
conservación del orden vigente a la inquietud que depara un futuro incierto. Todo esto explica que la
resistencia al cambio sea algo natural, al igual que la tendencia a mantener el “statu quo”.

Imbuidos de la concepción habitual de líder, es probable que pensemos en él como el individuo que
tiene la respuesta o la solución para conducir a las personas hacia la salida. Pero de este modo,
¿estaremos haciéndonos cargo de la complejidad en juego? ¿Lograremos que las personas que son
parte del problema y que deben cambiar, se hagan responsables de él?

Quien decide ejercer liderazgo no sabe siempre hacia dónde quiere que la organización se movilice;
lo que sí sabe es que existe un problema del cual hay que salir, enfrentándolo. Por ello, su rol es
interpretar las señales para descubrir el camino correcto e indicárselo al resto de los individuos. Se
trata de transmitir el “para dónde vamos”. Pues, sólo cuando logre que se vea el problema y los
demás acepten su existencia, podrá ir paulatinamente comprometiendo a los integrantes de la
organización en la necesidad de trabajar y construir juntos una solución.

Y es que el simple ejercicio de agrupar a las personas en torno a la visión que proporciona el líder,
aunque sea correcta, las priva del trabajo que ellas deben hacer. En ese caso, el liderazgo se
convierte allí una suerte de guía, en la que los demás descansan y de la cual se hacen
dependientes. El liderazgo efectivo, en cambio, requiere desafiar el “status quo” para que las
personas asuman la porción del problema y de la solución que a cada uno corresponde.

Mientras el “líder” está condenado a concentrar sobre sus hombros toda la responsabilidad –y en
muchos casos también la tarea–, el ejercicio de liderazgo involucra a todo el equipo y los hace
responsables individual y colectivamente. De más está decir la motivación y pertenencia que se
genera en cada uno de nosotros cuando nos sentimos parte del equipo.

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En resumen…
1. El liderazgo es una actividad, no un conjunto de cualidades personales.
2. Puede ser ejercido por cualquier persona por medio de las estrategias adecuadas.
3. Ejercer liderazgo es movilizar a un grupo de personas para producir un cambio y
hacer frente a los problemas difíciles que se generan cuando encontramos una
brecha entre realidad y aspiraciones. Esta brecha genera tensión.
4. El proceso de cambio garantiza costos y pérdidas, por eso la tendencia a mantener
el statu quo.
5. Quien decide movilizar una organización o grupo para producir cambios se impone
a una labor peligrosa y difícil. Ejercer liderazgo es nadar contra la corriente.
Para reflexionar…
1. ¿Qué es el liderazgo?
2. ¿Puedo yo ejercerlo? ¿Puedo yo llevar a cabo cambios dentro de mi empresa?
3. ¿Con qué fin ejercemos liderazgo?
4. ¿Qué problemas surgen en mi empresa cuando reconocemos la brecha entre
realidad y aspiraciones?
5. ¿Por qué ejercer liderazgo es nadar contra la corriente?

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