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Los climas más fríos requieren más energía para calefacción y ligeramente más para la iluminación y para
cocinar. Los climas calientes y húmedos, por el contrario, requieren más energía para refrescar y
refrigerar. Es posible que no resulte obvio a simple vista qué zonas necesitan más energía. No obstante,
estadísticamente, existe una fuerte correlación: las zonas más frías requieren la mayor cantidad de energía.
Las opciones anteriores se ordenan desde las que requieren mayor a las que requieren menor consumo
energético.
Los pequeños cambios en el estilo de vida suponen una gran diferencia. Descubra cómo.
Muchos de nosotros tendemos a ignorar las pequeñas cosas que podemos hacer para conservar la energía y
reducir las emisiones de carbono, puesto que creemos que esto no supone una gran diferencia. Pero todas
las pequeñas cosas se suman. Los electrodomésticos de bajo consumo usan entre 2 y 10 veces menos
energía para producir el mismo nivel de funcionalidad. El secar la ropa al aire libre ahora entre 3 y 4
kilovatios/hora por carga, es decir, aproximadamente 2,5 Kg. de dióxido de carbono. Las bombillas
fluorescentes compactas usan cuatro veces menos energía y duran ocho veces más que las bombillas
incandescentes.
Las emisiones de carbono son, por lo general, más altas en las casas situadas en las zonas residenciales de
las afueras. Esto se debe a que la diseminación de estas zonas residenciales requiere mayor cantidad de
energía por persona para infraestructuras públicas, alojamiento así como para transporte privado y
comercial. Las zonas de viviendas urbanas compactas requieren un consumo de energía muchísimo
menor. En las zonas rurales, la mayor dependencia de los productos alimenticios locales, energía y
recursos acuíferos así como los desplazamientos más cortos por carreteras congestionadas suponen un
consumo energético inferior en comparación con las zonas residenciales de expansión descontrolada de las
afueras.
Un número cada vez mayor de organizaciones ayuda a los consumidores a calcular su huella de carbono y
venden vales de compensación que pueden neutralizar las emisiones generadas por usted, su vehículo o su
vivienda. Los vales de compensación de carbono suelen venderse entre 4 y 40 dólares por tonelada
métrica de dióxido de carbono, dependiendo del tipo de vales de compensación y de su efectividad. La
recaudación obtenida se invierte en proyectos que reducen las emisiones de carbono incluidas las energías
renovables, la protección de los bosques y proyectos para el ahorro energético apoyados por
organizaciones líderes en conservacionismo.
Mi dieta y mi huella
Una dieta basada en los alimentos vegetales requiere menos terreno y un menor consumo energético que
una dieta con un alto porcentaje de carne, pescado y lácteos. Un estudio reciente ha revelado que las dietas
vegetarianas bajas en grasas requieren 0,18 hectáreas por persona al año mientras que las dietas altas en
grasas con gran cantidad de carne requieren 0,85 hectáreas puesto que los animales necesitan mucho más
espacio. Y, debido a que la producción cárnica genera deforestación y requiere gran cantidad de energía
para su procesamiento y transporte, también supone un precio más alto en la huella de emisiones de
carbono. A nivel global, se ha calculado que el 18% de todas las emisiones de gas del efecto invernadero
están asociadas al consumo de carne
Kilómetros de alimentos, envasados y dónde compro
Dos variables importantes que afectan a su huella de alimentos son los kilómetros de alimentos (o
kilómetros para la comercialización) y el grado de procesamiento y envasado. Si sus alimentos vienen de
muy lejos (como productos fuera de temporada importados de todo el mundo), requieren gran cantidad de
energía para ser transportados y refrigerados. Si se trata de alimentos muy procesados, envasados en
grandes cantidades de papel, ponen una gran presión sobre los bosques. El adquirir productos frescos
locales de las plazas de abastos y otras fuentes locales o mercados de alimentos naturales reduce esos
impactos.
La transición desde los sistemas alimenticios globales a los locales es uno de los desafíos más importantes
en la era en que se está alcanzando el agotamiento del petróleo, el cambio climático y una creciente
inseguridad económica y política. La producción de alimentos a pequeña escala a nivel local alivia el
ingente impacto medioambiental asociado a la agricultura industrial y representa una fuente esencial de
nutrición para los más necesitados. El Food Security Learning Center (Centro de Aprendizaje para la
Seguridad de los Alimentos) ha descubierto que los jardines o terrenos comunitarios (especialmente
aquellos situados en zonas que dispone de mal suministro) resuelven la imposibilidad de acceso a
productos frescos, lo que los convierte en una pieza crucial para la seguridad en el suministro alimenticio
de la comunidad. Un estudio ha calculado que los jardines o terrenos privados o comunitarios pueden
aportar entre 500 y 1200 dólares americanos de alimentos anuales a la dieta familiar: una gran diferencia
para las familias con ingresos bajos.
Las construcciones ecológicas reducen de forma significativa el consumo de energía, agua y materiales
mediante una ubicación, diseño, construcción, funcionamiento, mantenimiento y métodos de deshecho
ecológicamente sensibles, es decir, el ciclo de vida completo de una construcción. La calefacción solar
pasiva, los dispositivos para el ahorro de agua, los materiales reciclados y otros dispositivos de diseño
ecológicos pueden generar hasta un 30% de ahorro energético, reducir las emisiones de carbono en un
35%, reducir el consumo de agua entre un 30 y un 50%, y ahorrar entre un 50 y un 90% en costes de
eliminación de residuos.
El agua potable que se consume en el hogar requiere energía tanto para su distribución como para su
tratamiento. El agua para uso doméstico también extrae agua de otros usos beneficiosos como la irrigación
o flujos naturales básicos para los peces y los animales salvajes. Todos estos impactos incrementan la
huella ecológica de las viviendas, por lo que ahorrar agua representa una estrategia clave para la reducción
de la huella ecológica. Se ha calculado que mediante la instalación de dispositivos y la adopción de
hábitos para el ahorro de agua como los listados aquí, los hogares pueden reducir fácilmente su huella de
consumo de agua en un 60% o más.
Los productos que se usan para limpiar suelos, alfombras, cuartos de baño y otros elementos de una
construcción o vivienda a menudo contienen sustancias químicas nocivas que pueden tener graves efectos
para la salud humana o contaminar los suministros de agua, la pesca y la vida salvaje, si se vierten por los
desagües, se diseminan por los sistemas de ventilación o se tiran al aire libre. Los daños medioambientales
también pueden producirse durante el desarrollo, fabricación y transporte de esos productos.
Afortunadamente, las alternativas biodegradables y no tóxicas pueden reducir considerablemente o incluso
eliminar por completo esos impactos al tiempo que proporcionan el mismo nivel de limpieza. Por último,
calcularemos la huella de sus bienes y servicios, que incluye el área necesaria para abastecer los artículos
de consumo que usted adquiere y absorber las emisiones de carbono derivados de su fabricación,
transporte y deshecho.
Cuanto más rápido compramos cosas nuevas, más rápido agotamos nuestros recursos y mayor
probabilidad existe de que sobrepasemos la capacidad regenerativa de la Tierra. Por desgracia, la
economía actual está diseñada para convencernos de que realicemos compras frecuentes y que
sustituyamos artículos que se encuentran en perfecto estado de funcionamiento. La obsolescencia
planificada (la fabricación deliberada de productos para que se estropeen pronto) supone un problema
añadido. Para combatirlo, podemos tratar de reparar las cosas en la medida de lo posible y sólo comprar
productos que estén diseñados para durar.
El reciclar nuestros residuos tiene enormes beneficios medioambientales y económicos en lo que se refiere
a la reducción de las superficies de vertederos, reducción en la demanda de materias primas, menor
consumo energético, menor polución del aire y del agua, facturas de recogida de basura más bajas y
productos más baratos. Reciclar una tonelada métrica de papel equivale a salvar a 17 árboles. Se requiere
entre un 40 y un 95% menos de energía para producir artículos con aluminio, cristal, plástico y papel
reciclado que para producirlos con materias primas. Las comunidades de todo el mundo se esfuerzan para
lograr economías con residuos cero en las que los resultados del uso de cada recurso se transforman en
fuentes para otros usos. El objetivo de lograr residuos cero no es simplemente su gestión sino evitar que se
generen desde un principio.
= 1.04 Tierras
There are many simple ways to reduce the footprint you leave on the planet. Learn how to reduce your footprint in each
consumption category-carbon, food, housing, and goods and services-but don't stop there. Amplify your impact by
encouraging others to follow your lead. Engage your friends and community with local and global movements for social
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