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Poesía de Nezahualcóyotl

Un recuerdo que dejo

¿Con qué he de irme?


¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos

Canto de la huida

(De Nezahualcóyotl cuando andaba huyendo del señor de Azcapotzalco)

En vano he nacido,
En vano he venido a salir
De la casa del dios a la tierra,
¡yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
Que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero…
¿qué es lo que haré?,
¡oh príncipes que aquí habéis venido!,
¿vivo frente al rostro de la gente?
¿qué podrá ser?,
¡reflexiona!

¿Habré de erguirme sobre la tierra?


¿Cuál es mi destino?,
yo soy menesteroso,
mi corazón padece,
tú eres apenas mi amigo
en la tierra, aquí

¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?


¿Obra desconsideradamente,
vive, el que sostiene y eleva a los hombres?

¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
Sólo vivo con la cabeza inclinada
Al lado de la gente.
Por eso me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra.

¿Cómo lo determina tu corazón,


Dador de la Vida?
¡Salga ya tu disgusto!
Extiende tu compasión,
Estoy a tu lado, tú eres dios.
¿Acaso quieres darme la muerte?

¿Es verdad que nos alegramos,


que vivimos sobre la tierra?
No es cierto que vivimos
Y hemos venido a alegrarnos en la tierra.
Todos así somos menesterosos.
La amargura predice el destino
Aquí, al lado de la gente.

Que no se angustie mi corazón.


No reflexiones ya más
Verdaderamente apenas
De mí mismo tengo compasión en la tierra.

Ha venido a crecer la amargura,


Junto a ti a tu lado, Dador de la Vida.
Solamente yo busco,
Recuerdo a nuestros amigos.
¿Acaso vendrán una vez más,
acaso volverán a vivir;
Sólo una vez perecemos,
Sólo una vez aquí en la tierra.
¡Que no sufran sus corazones!,
junto y al lado del Dador de la Vida.
Poneos de pie

¡Amigos míos, poneos de pie!


Desamparados están los príncipes,
Yo soy Nezahualcóyotl,
Soy el cantor,
Soy papagayo de gran cabeza.
Toma ya tus flores y tu abanico
¡Con ellos ponte a bailar!
Tú eres mi hijo,
Tú ere Yoyontzin.
Toma ya tu cacao,
La flor del cacao,
¡que sea ya bebida!
¡Hágase el baile,
No es aquí nuestra casa,
No viviremos aquí
Tú de igual modo tendrás que marcharte.

Canto de primavera

En la casa de las pinturas


Comienza a cantar,
Ensaya el canto,
Derrama flores,
Alegra el canto.

Resuena el canto,
Los cascabeles se hacen oír,
A ellos responden
Nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
Alegra el canto.

Sobre las flores canta


El hermoso faisán,
Su canto despliega
En el interior de las aguas.
A él responden
Variados pájaros rojos.
El hermoso pájaro rojo
Bellamente canta.
Libro de pinturas es tu corazón
Has venido a cantar,
Haces resonar tus tambores,
Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera
Alegras a las gentes

Tú sólo repartes
Flores que embriagan
Flores preciosas.

Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
Alegras a las gentes.

Alegraos

Alegraos con las flores que embriagan,


Las que están en nuestras manos.
Que sean puestos ya
Los collares de flores.
Nuestras flores del tiempo de lluvia,
Fragantes flores,
Abren ya sus corolas.
Por allí anda el ave,
Parlotea y canta,
Viene a conocer la casa de dios.
Sólo con nuestros cantos
Perece vuestra tristeza.
Oh señores, con esto,
Vuestro disgusto de disipa.
Las inventa el Dador de la vida,
Las ha hecho descender
El inventor de sí mismo,
Flores placenteras,
Con ellas vuestro disgusto se disipa.
Soy rico

Soy rico,
Yo, el señor Nezahualcóyotl.
Reúno el collar,
Los anchos plumajes de quetzal,
Por experiencia conozco los jades,
¡son los príncipes amigos!
Me fijo en sus rostros,
Por todas partes águilas y tigres,
Por experiencia conozco los jades,
Las ajorcas preciosas…

Solamente Él

Solamente él,
El Dador de la Vida.
Vana sabiduría tenía yo,
¿Acaso alguien no lo sabía?
¿Acaso alguien?
No tenía yo contento al lado de la gente.

Realidades preciosas hacer llover,


De ti proviene tu felicidad,
¡Dador de la vida!
Olorosas flores, flores preciosas,
Con ansia yo las deseaba,
Vana sabiduría tenía yo…

Estoy triste

Estoy triste, me aflijo,


Yo, el señor Nezahualcóyotl.
Con flores y con cantos
Recuerdas a los príncipes,
A los que se fueron,
A Tezozomoctzin, a Quaquauhtzin.

En verdad viven,
Allá en donde de algún modo se existe.
¡Ojalá pudiera yo seguir a los príncipes,
llevarles nuestras flores!
¡Si pudiera yo hacer míos
los hermosos cantes de Tezozomoctzin!
Jamás perecerá tu nombre,
¡oh mi señor, tú, Tezozomoctzin!
Así, echando de menos tus cantos,
Me he venido a afligir,
Sólo he venido a quedar triste,
Yo a mí mismo me desgarro.

He venido a estar triste, me aflijo.


Ya no estás aquí, ya no,
En la región donde de algún modo se existe,
Nos dejaste sin provisión en la tierra,
Por esto, a mí mismo me desgarro.

Yo lo pregunto

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

Percibo lo secreto…

Percibo lo secreto, lo oculto:


¡Oh vosotros señores!
Así somos, somos mortales,
De cuatro en cuatro nosotros los hombres,
Todos habremos de irnos,
Todos habremos de morir en la tierra…

Nadie en jade,
Nadie en oro se convertirá:
En la tierra quedará guardado
Todos nos iremos
Allá, de igual modo.
Nadie quedará,
Conjuntamente habrá que perecer,
Nosotros iremos así a su casa.

Como una pintura


Nos iremos borrando.
Como una flor,
Nos iremos secando
Aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán,
De la preciosa ave de cuello de hule,
Nos iremos acabando
Nos vamos a su casa.

Se acercó aquí
Hace giros la tristeza
De los que en su interior viven…
Meditadlo, señores,
Águilas y tigres,
Aunque fuerais de jade,
Aunque allá iréis,
Al lugar de los descarnados…
Tendremos que desaparecer
Nadie habrá de quedar.

Estoy embriagado

Estoy embriagado, lloro, me aflijo,


Pienso, digo,
En mi interior lo encuentro:
Si yo nunca muriera,
Si nunca desapareciera.
Allá donde no hay muerte,
Allá donde ella es conquista,
Que allá vaya yo…
Si yo nunca muriera,
Si yo nunca desapareciera.

¿A dónde iremos?

¿ A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:

Aquí nadie vivirá por siempre.


Aun los príncipes a morir vinieron,
Los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
Aquí nadie vivirá para siempre.

Lo comprende mi corazón

Por fin lo comprende mi corazón:


Escucho un canto,
Contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!

No acabarán mis flores

No acabarán mis flores,


No cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
Se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
Se marchitan y amarillecen,
Serán llevadas allá,
Al interior de la casa
Del ave de plumas de oro.

Con flores escribes…

Con flores escribes, Dador de la vida,


Con cantos das color,
Con cantos sombreas
A los que han de vivir en la tierra.
Después destruirás a águilas y tigres,
Sólo en tu libro de pinturas vivimos,
Aquí sobe la tierra.
Con tinta negra borrarás
Lo que fue la hermandad,
La comunidad, la nobleza.
Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra.
En el interior del cielo

Sólo allá en el interior del cielo


Tú inventas tu palabra,
¡Dador de la vida!
¿Qué determinarás?
¿Tendrás fastidio aquí?
¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?
¿Qué determinarás?
Nadie puede ser amigo
Del Dador de la vida…
Amigos, águilas, tigres,
¿a dónde en verdad iremos?
Mal hacemos las cosas, oh amigo.
Por ello no así te aflijas,
Eso nos enferma, nos causa la muerte.
Esforzáos, todos tendremos que ir
A la región del misterio.

¿Eres Tú verdadero…?

¿Eres tú verdadero ( tienes raíz )?


Sólo quien todas las cosas domina,
El Dador de la vida.
¿Es esto verdad?
¿Acaso no lo es, como dicen?
¡Que nuestros corazones
no teman tormento!

Todo lo que es verdadero,


(lo que tiene raíz),
dicen que no es verdadero
(que no tiene raíz).
El Dador de la vida
Sólo se muestra arbitrario.
¡Que nuestros corazones
no tengan tormento!.
No en parte alguna…

No en parte alguna puede estar la casa del inventor de sí mismo.


Dios, el señor nuestro, por todas partes es invocado,
Por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
El es quien inventa las cosas,
Él es quien se inventa a sí mismo: Dios.
Por todas partes es invocado,
Por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.

Nadie puede aquí


Nadie puede ser amigo
Del Dador de la vida:
Sólo es invocado,
A su lado,
Junto a él,
Se puede vivir en la tierra.

El que lo encuentra,
Tan sólo sabe bien esto: él es invocado,
A su lado, junto a él,
Se puede vivir en la tierra.

Nadie en verdad
Es tu amigo,
¡oh Dador de la vida!
Sólo como si entre las flores
Buscáramos a alguien,
Así te buscamos,
Nosotros que vivimos en la tierra,
Mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
Estaremos junto a ti a tu lado.

No enloquece el Dador de la vida,


Nos embriaga aquí.
Nadie puede estar acaso a su lado,
Tener éxito, reinar en la tierra.

Sólo tú alteras las cosas,


Como lo sabe nuestro corazón:
Nadie puede estar acaso a su lado,
Tener éxito, reinar en la tierra.

Canto de Nezahualcóyotl de Acolhuacan


(con que saludó a Moctezuma el viejo,
cuando estaba éste enfermo).

Miradme, he llegado.
Soy blanca flor, soy faisán,
Se yergue mi abanico de plumas finas,
Soy Nezahualcóyotl.
Las flores se esparcen,
De allá vengo, de Acolhuacan.
Escuchadme, elevaré mi canto,
Vengo a alegrar a Moctezuma.
¡Tatalilili, papapapa, achala, achala!

¡Qué sea para bien!


¡que sea en buen momento!
Donde están erguidas las columnas de jade,
Donde están ellas en fila,
Aquí en México,
Donde en las obscuras aguas
Se yerguen los blancos sauces,
Aquí te merecieron tus abuelos,
Aquel Huitzilíhuitl, aquel Acamapichtli.
¡Por ellos llora, oh Moctezuma!
Por ellos tú guardas su estera y su solio.
El te ha visto con compasión,
Él se ha apiadoado de ti, ¡oh Moctezuma!
A tu cargo tienes la ciudad y el solio.

Un coro responde:

Por ello llora, ¡Oh Moctezuma!


Estás contemplando el agua y el monte, la ciudad,
Allí ya miras a tu enfermo,
¡oh Nezahualcóyotl!
Allí en las obscuras aguas,
En medio del musgo acuático,
Haces tu llegada a México.
Aquí tú haces merecimiento,
Allí ya miras a tu enfermo.
Tú, Nezahualcóyotl.

El águila grazna,
El ocelote ruge,
Aquí es México,
Donde tú gobernabas Itzcóatl.
Por él, tienes tú ahora estera y solio.
Donde hay sauces blancos
Sólo tú reinas.
Donde hay blancas cañas,
Donde se extiende el agua de jade,
Aquí en México.

Tú, con sauces preciosos,


Verdes como jade,
Engalanas la ciudad,

La niebla sobre nosotros se extiende,


¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Haces vibrar tu abanico de plumas finas,
lo contempla la garza
lo contempla el quetzal.
¡Son amigos los príncipes!

La niebla sobre nosotros se extiende,


¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Flores luminosas abren sus corolas,
donde se extiende el musgo acuático,
aquí en México.
Sin violencia permanece y prospera
en medio de sus libros y pinturas,
existe la ciudad de Tenochtitlan.
Él la extiende y la hace florecer,
él tiene aquí fijos sus ojos,
los tiene fijos en medio del lago.

Se han levantado columnas de jade,


de en medio del lago se yerguen las columnas,
es el Dios que sustenta la tierra
y lleva sobre sí al Anáhuac
sobre el agua celeste.
Flores preciosas hay en vuestras manos,
con verdes sauces habéis matizado a la ciudad,
a todo aquello que las aguas rodean,
y en la plenitud del día.
Habéis hecho una pintura del agua celeste,
la tierra del Anáhuac habéis matizado,
¡oh vosotros señores!
A ti, Nezahualcóyotl,
a ti, Motecuhzoma,
el dador de la vida os ha inventado,
os ha forjado,
nuestro padre, el Dios,
en el interior mismo del agua.

He llegado

He llegado aquí,
soy Yoyontzin.
Sólo busco las flores,
sobre la tierra he venido a cortarlas.
Aquí corto ya las flores preciosas,
para mí corto aquellas de la amistad:
son ellas tu ser, oh príncipe,
yo soy Nezahualcóyotl, el señor Yoyontzin.

Ya busco presuroso
mi canto verdadero,
y así también busco
a ti, amigo nuestro.
Existe la reunión:
es ejemplo de amistad.

Por poco tiempo me alegro,


por breve lapso vive feliz
mi corazón en la tierra.
En tanto yo exista, yo, Yoyontzin,
anhelo las flores,
una a una las recojo,
aquí donde vivimos.

Con ansia yo quiero, anhelo,


la amistad, la nobleza,
la comunidad.
Con cantos floridos yo vivo.

Como si fuera de oro,


como un collar fino,
como ancho plumaje de quetzal,
así aprecio
tu canto verdadero:
con él yo me alegro.

¿Quién es el que baila aquí,


en el lugar de la música,
en la casa de la primavera?
Soy yo, Yoyontzin,
¡ojalá lo disfrute mi corazón!

Pensamiento

¿Es que en verdad se vive aquí en la tierra?


!No para siempre aquí!
Un momento en la tierra,
si es de jade se hace astillas,
si es de oro se destruye,
si es plumaje de ketzalli se rasga,
!No para siempre aquí!
Un momento en la tierra.

Monólogo de Nezahualcóyotl

Hay cantos floridos; que se diga


yo bebo flores que embriagan,
ya llegaron las flores que causan vértigo,
ven y serás glorificado.

Ya llegaron aquí las flores en ramillete:


son flores de placer que se esparcen,
llueven y se entrelazan diversas flores.

Ya retumba el tambor: sea el baile:


con bellas flores narcóticas se tiñe mi corazón.
Yo soy cantor: flores para esparcirlas
yo las voy tomando: gozad.

Dentro de mi corazón se quiebra la flor del canto:


ya estoy esparciendo flores.

Con cantos alguna vez me he de amortajar,


con flores m corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!

La fama de mis flores, el renombre de mis cantos,


dejaré abandonados alguna vez:
con flores mi corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!

Amo el canto del cenzontle

Amo el canto del cenzontle,


Pájaro de cuatrocientas voces
Amo el color del jade,
y el enervante perfume de las flores;
Pero amo más a mi hermano el hombre.

¿Quién me tomará?

"Quién me tomará?
quién irá conmigo?
Aquí estoy en pie
amigos míos
yo soy un poeta,
desde el fondo del pecho
mis flores y mis cantos
desgrano ante los hombres.

Una gran piedra tajo,


grueso madero pinto
en ella pongo un canto.

Se hablara de eso un día,


cuando yo me haya ido,
del modelo de cantos
que dejo en la tierra.

Allí vivirá mi corazón


allí vendrá de la región de niebla (la muerte)
mi recuerdo y vivirá mi nombre.

Lloro cuando digo


y hablo con mi corazón
Si viera yo la fuente de
donde el canto brota!,
y pudiera trasplantarla a la
tierra y se criara!
Allí viviría mi corazón
allí vendrá de la región de niebla
mi recuerdo y vivirá mi nombre.

La flor de los príncipes


exhalo fragante aroma,
del molde de los cantos que
dejo en la tierra.

Se están uniendo en uno


nuestras flores.

Ya se oye, ya germina mi canto:


esta retoñando mi trasplante de... palabras.
Nezahualcóyotl

"Coyote-Hambriento"

Rey de Texcoco

(1431-1472)

Netzahualcóyotl (1402 – 1472) (náhuatl:Netzahual.cóyō.tl 'coyote


hambriento') fue el monarca (tlatoani) de la ciudad-estado
de Tetzcucoen el México Antiguo.
Nació el 28 de abril (según otras fuentes, el 4 de febrero)
de 1402 en Texcoco (actualmente un municipio del Estado de México) en
la actual República Mexicana y murió en 1472. Era hijo del sexto señor
de los chichimecas, Ixtlilxóchitl, que significa 'flor oscura' (īxtlīl-'oscuro,
negro', xōchitl 'flor') señor de la ciudad de Texcoco, y de la princesa
mexica Matlalcihuatzin, hija del tlatoani azteca Huitzilíhuitl, segundo
señor de Tenochtitlán. Al nacer, le fue impuesto el nombre de Acolmiztli
(náhuatl: Acōlmiztli, 'felino fuerte' )?, pero las tristes circunstancias que
rodearon su adolescencia hicieron que se cambiara el nombre por el de
Netzahualcóyotl que significa «coyote que ayuna», entendiéndose el
ayuno como una forma de sacrificio.
A principios del S. XV el mayor centro de poder en la cuenca de México
era Azcapotzalco, capital de los tepanecas. El señorío tepaneca bajo
Tezozómoc tenía tintes tiránicos, y después de un relativo fracaso
militar, mediante una conspirtación palaciega logró expulsar de Texcoco
y eventualmente, dar muerte a Ixtlixóchitl, padre de Netzahualcóyotl.
Tiempo después éste tuvo la oportunidad de participar en una alianza
con los mexicas, que además de vengar la muerte de su padre, logró
derruir el poder tepaneca.
Una vez que recuperó el trono, Netzahualcóyotl gobernó Texcoco con
valor y sabiduría. Así mismo, ganó reputación de sabio y obtuvo una
justa fama como poeta. Su amplia formación intelectual se traducía en
una elevada sensibilidad estética y un gran amor por la naturaleza, que
quedaron reflejados no sólo en la arquitectura de la ciudad, sino también
en sus manifestaciones poéticas y filosóficas. Netzahualcóyotl llegó a
construir un jardín botánico adornado con hermosas pozas de agua y
acueductos en Tetzcotzingo, donde eran habituales las reuniones de
poetas e intelectuales. Algunos historiadores han manifestado que aun
cuando los acolhuas profesaban el politeísmo, él comenzó a desarrollar la
idea de un dios único, al cual llama Tloquenahuaque. Varios de sus
versos se encuentran actualmente plasmados en los muros del Museo
Nacional de Antropología en la Ciudad de México.
Texcoco o la guerra chichimeca
Desde su infancia y durante su adolescencia, Netzahualcóyotl recibió una
educación muy completa correspondiente a su linaje. Estudió primero en
el palacio con tutores designados por su padre, y más tarde en el
calmecac, escuela de estudios superiores donde asistían los jóvenes de
las clases privilegiadas y gobernantes. De esta forma aprendió la
escritura; los ritos y tradiciones ancestrales de sus antepasados
chichimecas-toltecas; la historia, las enseñanzas y las doctrinas
heredadas por los mexicas y acolhuacanos venidos del norte y las artes
de la guerra y la política, que lo prepararían para gobernar a su pueblo.
Aunque Netzahualcóyotl era heredero nato del reino de Texcoco, no vivía
como un príncipe rodeado de lujos y comodidades, pues en esos años su
padre enfrentaba el asedio de los tepanecas de Azcapotzalco, cuyo
belicoso rey, Tezozomoc, ya había conquistado Tenayuca y Culhuacán, y
ambicionaba extender su imperio hacia la región norte del gran lago. La
intención de Tezozomoc era asesinar al rey Ixtlilxóchitl y a toda su
familia para poder apoderarse del trono de Texcoco. Para entonces, el
reino texcocano se encontraba debilitado, no contaba con aliados
comprometidos, ni tenía las suficientes armas ni el ejército necesario
para sostener una guerra y repeler la invasión.
En 1418, los tepanecas sitiaron la ciudad de Texcoco durante 30 días.
Bajo la amenaza de muerte lanzada por Tezozomoc, el rey Ixtlilxóchitl de
54 años, errante y furtivo, tuvo que abandonar su palacio. Mientras las
huestes de Tezozómoc rastreaban los alrededores de la ciudad para
encontrar al rey y príncipe texcocanos, éstos se refugiaron en las cuevas
de Cualhyacac y Tzinacanoztoc, rodeados de unos pocos leales. No
pudiendo ocultarse allí por mucho tiempo, Ixtlilxóchitl ordenó a su hijo
que se adentrara en el bosque, mientras él y unos pocos hombres
trataban de detener sin éxito el avance de sus captores. Sin embargo,
éstos anticiparon su ataque y lo sorprendieron en el bosque. El príncipe
Netzahualcóyotl, oculto entre las ramas de un árbol, fue testigo de cómo
su padre luchó hasta caer abatido por las lanzas tepanecas.
Luego de presenciar el asesinato de su padre, Netzahualcóyotl, de
apenas 16 años, logró escapar y huyó. Antes había pedido a sus
partidarios que cesaran la resistencia y que, por el momento, se
sometieran a la tiranía de Tezozomoc, mientras él buscaba el apoyo de
otros pueblos y encontraba el modo de liberarlos. Una vez que
Tezozomoc se apoderó completamente de la ciudad, ordenó la captura
de Netzahualcóyotl y ofreció una recompensa para quien se lo entregara
vivo o muerto; sabía que el legítimo príncipe heredero representaba un
peligro pues intentaría liberar a su reino.
A partir de entonces y durante los siguientes dos años, Netzahualcóyotl
enfrentó los momentos más duros y amargos de su vida, en los que tuvo
que hacer acopio de valor, cautela y astucia, para poder eludir el acoso y
las asechanzas de sus perseguidores. Clandestinamente, recorrió varios
poblados con el fin de conseguir aliados y mantenerse informado de los
planes del rey usurpador.
Un tiempo se mantuvo encubierto en Tlaxcala, donde pudo pasar
inadvertido disfrazado de campesino. De ahí se trasladó a Chalco y se
incorporó como soldado al ejército de los chalcas, pero fue descubierto y
encerrado en una jaula. Toteotzintecuhtli, el soberano de esa ciudad, lo
condenó a muerte para congraciarse con el tirano Tezozomoc. Sin
embargo, Quetzalmacatzin, hermano del gobernante chalca, se
compadeció de Netzahualcóyotl y lo ayudó a escapar, cambiando sus
ropas y ocupando su lugar en la jaula. Netzahualcóyotl pudo salir de
Chalco y regresar a Tlaxcala sin ser reconocido; mientras tanto, su
protector fue ejecutado en su lugar, acusado de traición.
Es hasta 1420 cuando concluye ese periodo errante, luego de que las tías
de Nezahualcoyotl, hermanas de su madre y esposas de los gobernantes
de Tenochtitlán y Tlatelolco, solicitaron al rey tepaneca el perdón para su
joven sobrino. A pesar de su recelo y suspicacia, Tezozomoc consintió
que Netzahualcoyotl viviera en Tenochtitlán, ciudad donde el príncipe sin
trono fue afectuosamente recibido.
Durante los siguientes ocho años, gracias a la hospitalidad de su familia
materna, Netzahualcoyotl pudo continuar con su educación y
adiestramiento militar, lo cual le permitió convertirse rápidamente en un
apuesto guerrero; de igual modo cultivó su vocación por las artes y las
ciencias. En esos años, Tezozomoc le otorgó un palacio en Texcoco y le
autorizó a viajar entre las dos ciudades. Sin embargo, Netzahualcóyotl
no había olvidado los sucesos que provocaron su exilio. Como una
pesadilla recurrente, recordaba las imágenes del asesinato de su padre y
aún palpitaba en su interior todo el sufrimiento que él y su familia habían
vivido. Decidido a recuperar su trono, cada amanecer planeaba la
estrategia para cumplir su objetivo. No era un deseo de venganza ni de
ambición lo que lo motivaba, sino un anhelo de justicia. Se sabía
predestinado a cumplir una heroica misión: liberar a su pueblo del
indigno yugo tepaneca.
Para entonces, el viejo Tezozomoc, debilitado y gravemente enfermo,
sospechaba de las intenciones de Netzahualcóyotl y, casi al borde de la
muerte, encomendó a sus tres hijos Maxtla, Teyatzin y Tlatoca
Tlitzpaltzin asesinar al príncipe destronado.
Netzahualcoyotl, al tanto de los malévolos planes de sus enemigos, se
refugió en Tenochtitlán bajo la protección de su tío, el rey Chimalpopoca.
Un año después sobrevino la muerte de Tezozomoc, y Maxtla ocupó su
lugar como soberano de Azcapotzalco. Aunque conocía el propósito de
asesinarlo, Netzahualcoyotl asistió al funeral del patriarca tepaneca.
Ambicioso y traicionero, el heredero de Tezozomoc no estaba dispuesto a
ceder el trono de Texcoco a Netzahualcóyotl, y decidió hacer prisionero a
Chimalpopoca como represalia contra éste por haber ayudado a su
enemigo; al mismo tiempo, envió a un grupo de mercenarios para buscar
y ejecutar al temerario príncipe.
Netzahualcóyotl, desafiando el peligro, llegó a Azcapotzalco para
interceder por la libertad de Chimalpopoca. Maxtla fingió ser
benevolente, pero trató de asesinarlo a traición. Netzahualcóyotl
consiguió salir ileso y escapó hacia Texcoco. Entonces Maxtla preparó
una nueva trampa para eliminarlo. Convenció a Yancuiltzin, hijo natural
del padre de Netzahualcóyotl, para que invitara a su medio hermano a
un banquete y una vez que estuviera solo en su casa lo matara. Sin
embargo, Netzahualcóyotl es advertido del siniestro plan por un amigo y,
para librarse de la muerte, dispuso que un labriego se hiciera pasar por
él para asistir al banquete de Yancuiltzin. Allí, el supuesto
Netzahualcóyotl es decapitado y su cabeza fue entregada como trofeo a
Maxtla, quien creía que al fin había acabado con el invencible príncipe.
Sin embargo, no tardó en enterarse de que Netzahualcóyotl aún estaba
vivo. Enfurecido, Maxtla dio órdenes a sus principales capitanes para que
se dirigieran a Texcoco en busca de Netzahualcóyotl y lo aniquilaran sin
piedad.
De nuevo, el príncipe texcocano tuvo que huir de una feroz persecución.
En múltiples ocasiones logró salir indemne de las emboscadas ordenadas
por Maxtla. Éste, al no poder dar alcance a su escurridizo oponente,
descargó su venganza contra Chimalpopoca y alevosamente lo asesinó,
lo cual daría un drástico giro en favor de Netzahualcóyotl, pues los
mexicas, indignados, decidieron romper su alianza con Azcapotzalco y
nombraron a Izcóatl como su nuevo rey. Esto acarreó que Tenochtitlan
fuera sitiada por Maxtla.
Entre tanto, con gran habilidad diplomática, Netzahualcóyotl consiguió
atraerse los favores de otras ciudades descontentas con la tiranía
tepaneca y organizó un frente común, cuyo peso principal recayó en los
tlaxcaltecas y los huejotzincas. El formidable ejército aliado alcanzó
victorias en Otumba y Acolman antes de tomar Texcoco en 1429.
En seguida Netzahualcóyotl dedicó sus esfuerzos a liberar Mexico y
Tlatelolco. En una cruenta batalla, destruyó Azcapotzalco después de un
sitio de ciento catorce días. Maxtla murió a manos de Netzahualcóyotl,
quien, dispuesto a inaugurar una época de esplendor en el Valle de
México, consiguió sellar un pacto confederal con Itzcóatl, de Tenochtitlán
yTotoquiyauhtzin, señor de Tacuba, pacto conocido como la Triple
Alianza.
Cuando en 1472 falleció Netzahualcóyotl, subió al trono su hijo
Netzahualpilli, quien gobernó la ciudad hasta el año 1516, continuando la
política expansiva emprendida por su antecesor.
Hitos de su gobierno
El gobierno de Netzahualcóyotl no sólo representó un modelo de
gobierno y administración, el rey también emprendió extraordinarios
proyectos de construcción y arquitectura en Texcocoy Tenochtitlán. Tuvo
especial interés por las obras de servicio y ornato, por lo que edificó
presas, acueductos, palacios, templos, monumentos, calzadas y jardines.
Gracias a su visión estética, buscó armonizar los requerimientos de los
sistemas urbanos con las condiciones naturales del medio ambiente.
Además de dirigir la urbanización de su reino, hizo edificar más de
cuatrocientas casas y palacetes para los señores y caballeros de su corte,
cada uno de acuerdo con el rango y los méritos de su habitante. Entre
las grandes obras realizadas por Netzahualcóyotl se encuentra el Templo
Mayor de Texcoco que estaba dedicado a Huitzilopochtli y a Tláloc, y al
cual se ascendía a su terraza superior a través de 160 escalones.
Motivado por su amor por la naturaleza, en los bosques
de Tezcutzingo y Chapultepec, sus lugares de recreación preferidos,
preservó los manantiales y los árboles, condujo el agua por los montes,
introdujo el riego, talló estanques y albercas en las formaciones rocosas,
plantó flores, propagó variadas especies animales y ordenó la
construcción de un zoológico y un jardín botánico. Asimismo destacan los
famosos jardines de su soberbio palacio, así como el portentoso
acueducto erigido en el bosque de Chapultepec para abastecer de agua
potable a Tenochtitlán. Pero lo que es más extraordinario, a solicitud de
su homólogo y aliado Moctezuma I el grande, también concibió y realizó
un dique de piedra y madera (que los españoles llamaron "el gran
albarradón") que sirvió como defensa contra las inundaciones que
afectaban a esa ciudad, y que además impedía que se mezclaran el agua
salada y el agua dulce del gran lago.
Homenajes
Para honrar la memoria de este ilustre monarca prehispánico, se le ha
dedicado una fuente en el Castillo de Chapultepec, diseñada por el
artista Luis Ortiz Monasterio, además de bautizar con su nombre un
municipio y una ciudad del Estado de México.
Igualmente en la Universidad Nacional Autónoma de México se erigió una
sala de conciertos con su nombre.
Su imagen aparece en los billetes de 100 pesos mexicanos, acompañado
de uno de sus poemas más conocidos.
En el año 2005 su nombre fue inscrito con letras de oro en el muro de
honor de la Cámara de Diputados del Congreso Mexicano.
Billete
Este personaje histórico aparece en el billete mexicano con denominación
de 100 pesos; en el anverso del billete se encuentra su rostro con un
muy muy pequeño poema debajo de la imagen con el rostro de
Netzahualcóyotl que dice:

"Amo el canto del cenzontle,


Pájaro de cuatrocientas voces
Amo el color del jade,
y el enervante perfume de las flores;
Pero amo más a mi hermano el hombre"

Fuentes: http://www.los-poetas.com , http://es.wikipedia.org y otras.

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