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lo infra-ordinario

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Georges Perec
Primera edición en francés: 1989
Primera edición en Verdehalago: 2008

Título original: l’infra-ordinaire

Copyrigth © by Georges Perec


publicado mediante acuerdo con Éditions du Seuil

Diseño de interiores: Alfredo Herrera Patiño


Diseño de portada: Claudia Pacheco

D.R. © 1989, Georges Perec


D.R. © 2008, Pilar Ortiz Lovillo, por la traducción
D.R. © 2008, Editorial Verdehalago S.A de C.V.
Alicante 104, col. Álamos, CP 03400, México, D.F.
Teléfonos: 91.16.57.60 al 62
gnomos@verdehalago.com
www.verdehalago.com

ISBN: 968-9103-48-2
lo infra-ordinario
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Georges Perec

traducción de
Pilar Ortiz Lovillo
De viaje por Londres, paseando por Beaubourg o
cruzando la calle de su primera infancia, Georges
Perec describe lo que ve. Inventario de lo cotidiano, su
arte inventa la sorpresa cuando lanza un vistazo sobre
las costumbres conocidas y las maneras de conducirse,
en la mesa o en vacaciones.
Esta recopilación de textos publicados entre 1973
y 1981, será seguida muy pronto por la edición de los
Buenos Deseos que Perec enviaba cada año a sus cono-
cidos.
La Librairie du XXe siècle recopilará, en el futuro, todo
el conjunto de textos dispersos de Georges Perec.
El índice de este volumen fue establecido con la
cordial ayuda de Éric Beaumatin y Marcel Benabou,*
a quienes brindo mi agradecimiento.

Maurice Olender

* Miembros de la Asociación Georges Perec. (Bibliothèque de l’Arsenal,


París).

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¿APROXIMACIONES A QUÉ?

Me parece que lo que más nos atrae siempre es el suce-


so, lo insólito, lo extraordinario: escrito a ocho colum-
nas y con grandes titulares. Los trenes sólo comienzan a
existir cuando se descarrilan, y entre más muertos haya
más importantes se vuelven; los aviones sólo acceden a la
existencia cuando son desviados; los automóviles tienen
como único destino chocar con los árboles: cincuenta y
dos fines de semana por año, cincuenta y dos reportajes;
entre más muertos mejor para los noticieros, lo deseable
es que las cifras no dejan de aumentar. Es necesario que
detrás de los acontecimientos haya un escándalo, una fi-
sura, un peligro, como si la vida sólo pudiera rebelarse a
través de lo espectacular, como si lo convincente, lo sig-
nificativo, fuera siempre anormal: cataclismos naturales o
revoluciones históricas, conflictos sociales o escándalos
políticos...
En nuestra precipitación por mesurar lo histórico, lo
significativo, lo revelador, no dejemos de lado lo esencial,
lo verdaderamente intolerable, lo verdaderamente inadmi-
sible: el escándalo no es el grisú, es el trabajo en las minas.
Los “malestares sociales” no son preocupantes nada más
en periodo de huelga, son intolerables veinticuatro horas
sobre veinticuatro, los trescientos sesenta y cinco días al
año. Los maremotos, las erupciones volcánicas, las torres
que se derrumban, los incendios de los bosques, los túneles

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que se caen, Publicis que se quema y Aranda que habla.
¡Horrible! ¡Terrible! ¡Monstruoso! ¡Escandaloso! ¿Pero
en dónde está el escándalo? ¿El verdadero escándalo?
El periódico no nos dice otra cosa que: “estén tranqui-
los, ya saben que la vida existe, con sus altas y bajas, ya
saben que siempre pasan cosas”.
Los periódicos hablan de todo menos del perio-
dista. Los diarios me aburren, no me enseñan nada; lo
que cuentan no me concierne, no me preguntan ni me
responden mejor a las preguntas que me planteo o que
quisiera plantearme.
Lo que vivimos es lo que pasa verdaderamente, el
resto, todo el resto ¿dónde está? Lo que pasa cada día
y regresa cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente,
lo común, lo ordinario, lo infraordinario, la música de
fondo, lo habitual ¿cómo dar cuentas de eso?, ¿cómo
interrogarlo?, ¿cómo describirlo?
Para qué interrogar a lo habitual. No estamos habi-
tuados a eso. Nosotros no lo interrogamos ni nos inte-
rroga, parece no dar problemas, lo vivimos sin pensar
en ello, como si no llevara consigo ni pregunta ni res-
puesta, como si no fuera portador de ninguna infor-
mación. No es siquiera condicionamiento, es anestesia.
Dormimos nuestra vida en un sueño sin sueños. ¿Pero
dónde está nuestra vida? ¿Dónde está nuestro cuerpo?
¿Dónde está nuestro espacio?
Cómo hablar de esas cosas comunes, cómo aco-
rralarlas antes, cómo apartarlas, cómo arrancarlas a lo
estéril a lo cual permanecen ligadas, cómo darles un
sentido, una lengua: que hablen al fin de lo que existe,
de lo que somos.

10 • • • LO INFRA-
Quizá se trata de construir nuestra propia antropo-
logía: la que hablará de nosotros, la que irá a buscar en
nosotros lo que por tanto tiempo hemos plagiado de
los otros.Ya no lo exótico sino lo endótico.
Interrogar lo que parece tan natural que ya olvida-
mos su origen. Quisiéramos volver a encontrar algo
del asombro que sentían Julio Verne y sus lectores ante
un aparato capaz de reproducir y transportar los soni-
dos. Porque este asombro existió, y otros más, y éstos
fueron los que nos modelaron.
Debemos interrogar al ladrillo, al cemento, al vi-
drio, a nuestros modales en la mesa, a nuestros uten-
silios, a nuestras herramientas, a nuestras ocupaciones,
a nuestros ritmos. Interrogar lo que ha dejado de sor-
prendernos. Es cierto que vivimos, es cierto que respi-
ramos; caminamos, abrimos puertas, bajamos escaleras,
nos sentamos a una mesa para comer, nos acostamos
en una cama para dormir. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo?
¿Por qué?
Describa su calle. Describa después otra. Compare.
Haga el inventario de sus bolsillos, de su bolsa. Inte-
rróguese de dónde proviene el uso y el devenir de cada
uno de los objetos que saque de ellos.
Pregunte a sus cucharillas.
¿Qué hay sobre su papel tapiz?
¿Cuántos gestos hay que hacer para marcar un nú-
mero telefónico? ¿Por qué?
¿Por qué no venden cigarros en las panaderías? ¿Por
qué no?
Me importa poco que esas preguntas sean fragmen-
tarias, apenas indicativas de un método o cuando mu-

ORDINARIO • • • 11
cho de un proyecto. Me importa mucho que parezcan
triviales o fútiles: es precisamente eso lo que las hace
más esenciales que muchas otras a través de las cuales
hemos intentado inútilmente decir nuestra verdad.

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