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UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE PSICOLOGIA

MODULO DE PSICOLOGÍA EDUCATIVA II

TEMA:

Ansiedad: adelantarse al futuro de manera negativa, el “y si”. Los niños tienen mucho por
qué preocuparse.

PROFESORA:

GRACIELA MEZA SIERRA

ALUMNO:

ELÍAS PÉREZ O'connor

II SEMESTRE 2010
Introducción:

El presente trabajo está dirigido a exponer los principales tópicos relacionados con

la ansiedad en los niños y su repercusión en el ámbito académico que dicho factor puede

conllevar. Se abordara la conceptualización, principales características, importancia de

abordaje y algunas maneras de llevar a cabo este en el ámbito de la psicología educativa.

Una idea errónea se presenta al pensar que los niños no tienen nada por qué

preocuparse y sentirse ansiosos.


El miedo, factor constante en el desarrollo

Tal vez, la posición más común que se puede obtener popularmente de lo que puede

ser la ansiedad nos remita a pensar en esta como algo relacionado con los “nervios”, con los

miedos, fobias, temores, traumas, en fin algo patológico que remite a un trastorno

definitivamente negativo para la persona que lo experimenta. Sin embargo lo anterior y

demás abordajes negativos del tema existe una posición desde la cual la ansiedad se ve

desde un punto de vista de desarrollo natural del ser humano.

Es así como María José Madou dice:

“Los miedos constituyen un factor casi constante en el transcurso del desarrollo

humano. La aparición de la ansiedad en los niños, lejos de constituir un rasgo

patológico, indica una evolución en la que podemos observar la conciencia que el

niño va adquiriendo acerca de su propia individualidad, de sus límites y de sus

recursos. El registro de aquello que pueda resultar peligroso es una adquisición

evolutiva fundamental.”

Según lo expresado por Madou la ansiedad puede ser vista como un proceso por el

cual el individuo manifiesta que está desarrollándose, va adquiriendo conciencia de su

propia individualidad.

Para Madou existen distintos periodos en el crecimiento del infante en el cual se

experimentan normalmente miedos y fobias a distintos objetos o situaciones entre las cuales

se encuentran: animales, monstros, fantasmas (2-3 a 6-7 años) e inclusive miedos

existenciales y miedo a la muerte posterior a los 7 años (estos enmarcados a aceptación


social). Estos temores desaparecen con el desarrollo “normal” del niño y cuando esto no

sucede se puede estar frente a un posible caso de trastorno de ansiedad.

¿Cuándo se puede hablar de un trastorno de ansiedad?

Según el DCM IV

A. Ansiedad y preocupación excesivas (expectación aprensiva) sobre una amplia gama de

acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral o escolar), que se prolongan

más de 6 meses.

B. Al individuo le resulta difícil controlar este estado de constante preocupación.

C. La ansiedad y preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas siguientes

(algunos de los cuales han persistido más de 6 meses).

Nota: En los niños sólo se requiere uno de estos síntomas:

1. Inquietud o impaciencia

2. Fatigabilidad fácil

3. Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco

4. Irritabilidad

5. Tensión muscular

6. Alteraciones del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sensación al

despertarse de sueño no reparador)


Otros indicadores a observar

 En general se puede hablar de un trastorno de ansiedad cuando esta interfiere con en

el desarrollo de la vida del niño.

 Adelantarse al futuro de manera negativa

 Generalmente es asociado a miedos, fobias, temores, terrores.

 Aparición frecuentemente de críticas destructivas

 El “y si”, el hubiera.

Clasificación de los trastornos de ansiedad en niños

Ansiedad por separación:

Esta se da al presentarse una ansiedad excesiva, que no tiene coherencia con el

desarrollo maduracional del menor (se debe de tomar en cuenta el entorno, el contexto) con

respecto a las figuras afectivas principales (padre, madre u otros familiares y/o allegados) o

inclusive entornos, casa o cualquier otro lugar que represente estabilidad para el niño.

Características:

 Preocupación excesiva por la seguridad de los padres.

 Miedo a la soledad

 No querer ir a la escuela

 Quejas somáticas ante la separación

 Crisis de angustia

 Insistencia de dormir con los padres


Trastorno de pánico

Se puede presentar de forma inesperada, se encuentra relacionado con la ansiedad

por separación, la fobia escolar y la Agorafobia, la cual es un miedo a vivir una crisis en un

lugar donde no se pueda recibir ayuda, a sufrir un infarto, una crisis o inclusive a hacer el

ridículo.

Trastorno de Ansiedad Generalizada

La principal diferencia con la ansiedad especifica, lo dice su nombre, no existe un

objeto o una situación específica la cual desencadena la ansiedad, sino más bien el

individuo con el trascurso del tiempo va sufriendo de ansiedad producto de distintos

estímulos, situaciones u entornos.

Fobia social

Características:

 Persistente temor por aspectos relacionados con el rendimiento social. (el

¿qué dirán? Y ¿cómo me ven?

 Temor a la crítica y humillación en público

 Temor a personas nuevas

 Se presenta en niños como llanto, berrinche y evitación.

La importancia de abordar la ansiedad en los niños

La importancia de identificar las características de la ansiedad en un niño se deba a

que estudios demuestran que si la ansiedad no se debe a una etapa “normal” de desarrollo
sino a un trastorno de ansiedad, esta no tiende a desaparecer por sí sola, sino que por el

contrario se intensifica.

El padecimiento para un niño de un trastorno de ansiedad repercute en muchos

factores como individuo y uno de ellos indiscutiblemente es el rendimiento escolar, dado

que el funcionamiento neurocognitivo y la ansiedad es bidireccional, es decir, un niño que

presente ansiedad puede tener problemas en ámbitos relacionados con su cognición como lo

puede ser el habla y viceversa.

¿Cómo abordar la ansiedad en los niños?

En primer lugar se encuentra la identificación de la ansiedad que presenta el niño,

para determinar si esta es producto de miedos evolutivos, o si por el contrario se presenta a

niveles desproporcionados o incoherentes con su edad maduracional. Para esto se debe de

tomar en cuenta la crianza del niño, el entorno el momento en que se presenta la ansiedad y

si esta obstaculiza o no el desarrollo del menor.

Según el psicólogo José Antonio Gutiérrez en el abordaje el terapeuta debe de

identificar aquellos comentarios de la persona que denoten ansiedad e inducir a que se

conviertan en comentarios positivos. Esto dado a que las personas ansiosas tienden en

ocasiones a adelantarse al futuro de una manera negativa así como recordar hechos de los

cuales no se encuentran satisfechos y hablar de manera quejumbrosa. Estas personas

utilizan el “y si”, esto en frases como: ¿y si me pasa algo al ir a la escuela? ¿Y si se burlan

de mi? etc.
Es por eso que la terapia debe ir dirigida a eliminar las críticas destructivas (aquellas

que no llevan más que a la depresión) y en pro de las críticas constructivas (las soluciones

que se encuentran al alcance para hacer frente a diversas adversidades.

Con respecto a los padres

Un punto fundamental a la hora de abordar a un niño con ataques de ansiedad, dado

que son la primer contención que el niño busca a la hora de sentirse indefenso o

amenazado.

Lo que un padre debe hacer es ayudar al niño a sentirse seguro pero sin caer en la

sobre protección, sino más bien en el empoderamiento, una opción es reducir la ansiedad

por medio de actividades que fortalezcan la seguridad, todas aquellas en las que el menor se

sienta capaz de llegar a alcanzar lo propuesto.

Los padres no siempre tienen que saber todas las respuestas, es por eso que en un

dado caso que un niño cuestione algo a lo que no se tenga una respuesta, la sinceridad debe

prevalecer y es conveniente decirle al niño que inclusive como adultos a veces no se

conocen el por qué de algunos eventos que suceden.


Conclusión

Pese a que erróneamente se cree que los niños no tiene motivos para estar

preocupados y/o ansiosos la realidad es muy distante, un niño al igual que un adulto puede

padecer de ansiedad tanto debido al “normal” desarrollo como ansiedad debido a un

trastorno y ambas deben ser abordadas en primera instancia por los padres así como por un

terapeuta para así evitar que esta repercuta de manera perjudicial en su vida.

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