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Klare: “La Guerra por los recursos.

El futuro escenario del conflicto global”


Urano TENDECIAS. Barcelona 2003. (Resumen del libro)

Porque son valiosos y confieren poder y riqueza, la disputa por los recursos
deviene en un rasgo cada vez más destacado del panorama mundial y muchas veces
entremezclado con antagonismos étnicos, religiosos y tribales. Plantea un peligro
significativo y creciente de gravedad para la paz y la estabilidad en muchas regiones del
mundo. Con los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra el Trade World Center y
el Pentágono, los EUA han pasado a ser víctimas del conflicto. Por más que el móvil de
los atentados haya sido el derribar la monarquía saudí pro occidental e instalar un
régimen doctrinario islámico, le proporcionaría el dominio sobre la cuarta parte de las
existencias de petróleo remanentes en el mundo. El éxito de esa campaña habría privado a
los EUA de una fuente principal de riqueza y poder. Por este y otros caminos, el designio
norteamericano de asegurar el flujo de crudo ha conducido a esa nación a una
intervención cada vez mayor en las luchas por el poder en la región.
Esas luchas habían empezado allí mucho antes de que se descubriese el petróleo.
Hacía siglo que las tribus y los reinos locales se disputaban los ríos, los puertos, los oasis
de las tierras que rodean el Golfo como el acceso a manantiales y cursos de agua vitales.
A finales del siglo XIX el descubrimiento del petróleo añadió una nueva dimensión a
dicho panorama de violencia, porque a partir de este punto, las grandes potencias
establecieron sus intereses en la región y recurrieron a la fuerza militar con cierta
asiduidad para proteger esos nuevos intereses. Gran Bretaña y Rusia entraron liza y
llanamente y luego Francia, Alemania y EUA.
Cuando Osama Bin Laden y sus secuaces lanzaron su jihad contra los EUA y el
gobierno saudí no buscaban directamente petróleo pero éste desde luego asumió el papel
central en los cálculos estratégicos de aquellos. La familia real saudí consintió durante
decenios que compañias estounidenses extrajeran del reino inmensas cantidades de crudo
que contribuyeron a sostener el largo período de crecimiento económico de la segunda
mitad del siglo XX. La estrecha relación entre los EUA y la familia saudí se forjó durante
los últimos meses de la IIGM. Los dirigentes norteamericanos deseaban asegurarse el
acceso al petróleo en condiciones ventajosas. El presidente F.D. Roosevelt se reunió con
el rey Andel-Aziz ibn Saud y se cree que este ofreció acceso ilimitado al petróleo a
cambio del compromiso estadounidense de proteger a la familia real contra cualquier
ataque interior o exterior. EUA viene siendo desde entonces el valedor principal de
Arabia Saudí.
Este vínculo entre EUA y Arabia Saudí, ha proporcionado considerable beneficios
a las dos partes y le vale a Washington la enemistad de quienes, como Osama Bin Laden,
pretenden derribar esa monarquía y reemplazarla por otro tipo de régimen. El resultado es
que EUA se ha implicado en una serie de lo que parece justo llamar guerra por los
recursos de la región del Golfo, y puesto que la dependencia de ese país respecto del
petróleo no deja de aumentar existen nuevos e inesperados peligros en esa región. La
hostilidad motivada por la presencia de EUA en el Golfo Pérsico, derivada en buena parte
de la inquebrantable voluntad y determinación de Washington del aprovisionamiento del
recurso, revestirá el ropaje y la fraseología discursiva de la religión.
Estados Unidos se ha involucrado en las dinámicas de poder locales de las
cuencas del Mar caspio y del Mar de la China Meridional, regiones donde se intuyen
significativas reservas del recurso conocido como oro negro. En la del mar caspio están:
Azerbaián, Irán, Kazajistán, Rusia, y Turkmenistán. Varias de ellas, como las vecinas
Armenia, Georgia, y Uzbekistán, están desgarradas por conflictos internos para los que
aducen causas religiosas, étnicas y tribales. Las compañías estadounidenses procuran
extraer recursos de esa región conflictiva y las autoridades de los EUA han firmado
acuerdos de colaboración militar con ciertos países seleccionados de la misma, y
organicen periódicas manobras militares conjuntas.
En el mar de China meridional también son varios los estados, entre los que está
China, Malasia, Filipinas, Taiwán y Vietnam, que anuncian pretensiones sobre las
reservas energéticas submarinas. Una vez más, los EUA mueven sus fichas en esa
partida. Las petroleras estadounidenses han iniciado prospecciones en busca de petróleo y
gas mientras que el Departamento de Defensa aprovisiona de armas a los regímenes
amigos de la región. Washington se ha comprometido a garantizar la seguridad de las
expediciones marítimas en la zona, buena parte de ellas son recursos energéticos
transportados hacia Japón, así como defender a Filipinas en caso de agresión exterior.
Estados Unidos no el la única gran potencia estratégicamente interesada en la
disponibilidad y circulación del petróleo. China también, puesto que depende cada vez
más del aprovisionamiento exterior y por su parte, Rusia procura dominar los flujos del
crudo y gas natural emergentes en la región del Caspio. Estas naciones, al igual que EUA,
han suministrado armas a los Gobiernos amigos de las principales regiones productoras, y
en algunos casos han desplegado fuerzas militares. En la medida en que las grandes
potencias identifican su acceso al petróleo con su interés nacional, aumenta el riesgo de
escalada de los conflictos locales hasta convertirlos en conflagraciones regionales de
mayores dimensiones.
El petróleo no es el único recurso crítico que podría depararnos antagonismos en
años venideros. El agua también es susceptible de desencadenar contiendas en las zonas
de abastecimiento escaso y disputado. Algunos países ciertamente son autosuficientes,
como EUA y Canadá en cuestión de agua potable, pero otros dependen de sistemas
compartidos como son los ríos Nilo, Jordán y Éufrates y, al igual que en las zonas del mar
caspio y el mar de China Meridional, se han inflamado en disputas territoriales no
resueltas por la obtención del recurso. Israel y Jordania se enfrentan por el control del río
Jordán desde hace tiempo. Entre Siria y Turquía se han cruzado amenazas bélicas por
causa del Éufrates y se ha de prever que la demanda de agua, aumentará en el futuro por
el crecimiento demográfico y la tendencia al aumento de las superficies de regadío.
El agua, el petróleo y el gas natural atizan la intensa competencia mientras otros
conflictos se incuban en relación con los minerales, las piedras preciosas y la madera para
la construcción, especialmente en los países en vías de desarrollo que no poseen muchas
fuentes de riquezas internas. Las facciones étnicas y políticas que tratan de apoderarse de
los recursos lucrativos, una mina de cobre muy productiva, un yacimiento de diamantes o
una plantación maderera, suelen verse arrastradas a sangrientas luchas intestinas.
Conforme aumenta la demanda de este tipo de recursos, muchos países se deslizan por la
pendiente del endeudamiento y la intensidad del conflicto alrededor de estas zonas no
puede sino aumentar.
La forma que van a revestir las relaciones entre las grandes potencias dependerá
de su grado de compromiso en la coalición para combatir el terrorismo desplegada por la
Administración Bush pero mientras no se encuentre remedio a la rivalidad mundial por
el acceso a las materias primas, la disputa por los recursos seguirá siendo un rasgo
ostensible del entorno de la seguridad internacional.
Durante más de 50 años, desde 1940 hasta 1990 el objetivo que presidió los
EEUU fue la existencia de un sistema internacional de alianzas, capaz de derrocar a la
URSS y los intereses norteamericanos se subordinaron a la doctrina de la contención que
lo abarcaba todo. Desde el final de la Guerra Fria, se contó con menos urgencia en la
necesidad de contar con una extensa red y pasó a un primer plano promover los intereses
de la Seguridad norteamericana. Ninguno ha influido tanto como la necesidad de
promover los intereses o recursos vitales en el extranjero y las industrias dependen cada
vez más de la importación de determinadas materias, con el crecimiento de la economía
estadounidense. La estrategia norteamericana tiene más en cuenta las explotaciones
extranjeras petroleras, la defensa de las rutas comerciales marítimas y la seguridad de los
recursos.
La política de abastecimiento viene siendo un tema central en la política
norteamericana de seguridad, y esto refleja la creciente importancia del poderío industrial
y de las dimensiones económicas de la seguridad. Con el fin de la Guerra Fría, la
estrategia se vuelca al dinamismo económico y el cultivo de la innovación tecnológica.
Sigue considerándose vital para el desarrollo de una nación la posesión de un aparato
militar poderoso pero debe estar equilibrado con una economía fuerte y vibrante. El
objetivo principal de la Administración Clinton fue la expansión estadounidense en el
comercio y en las inversiones internacionales, negociando acuerdos comerciales con
América latina y Asia.
La protección de aprovisionamiento energético era cuestión de primer orden para
la seguridad nacional y están expuestos en el extranjero, a riesgos por los disturbios
políticos. Necesitan ser protegidos y sólo la fuerza militar garantiza la continuidad de los
caudales de crudo, de ahí que las FFAA hayan reforzado la capacidad sistemática de
proteger los flujos internacionales de materias primas esenciales.
La procuración de los recursos asume un lugar central en los asuntos de la
seguridad internacional. Rusia concede una importancia renovada a la seguridad de sus
yacimientos de crudos y minerales así como a sus aguas territoriales. La doctrina militar
aprobada por Putin incluye en el rol de las FFAA, la creación de las condiciones para la
seguridad de las actividades económicas y de los intereses nacionales de la Federación
Rusa en aguas territoriales, en la plataforma continental y en zonas económicas
exclusivas marítimas de Rusia y considera que sus intereses vitales en el mar caspio
alcanzan la misma proporción que EEUU.
Los chinos dirigen sus miras hacia el mar de la China meridional, una región que
contiene grandes reservas de petróleo y gas natural.
Las superpotencias ya no quieren o no pueden, sentenciar las disputas regionales
ni proteger los intereses económicos de sus países aliados, mucho de estos se han visto
obligados a incrementar su capacidad de defensa.
En 1994, la Asamblea General de las naciones Unidad amplió la ZEE a 200 millas
mar adentro, de modo que las naciones que limitan con grandes extensiones marítimas
pueden ejercer facultades ilimitadas en la explotación de los fondos marítimos. Dichas
extensiones han de repartirse con los países vecinos, lo que conduce a discusiones por el
trazado exacto de las divisorias marinas.
Para otros no es el petróleo sino el agua la preocupación principal en las naciones
del norte de África y del oriente próximo, ya que carecen del abastecimiento suficiente de
agua potable para satisfacer la demanda de la población. En estas zonas, las disputas por
el agua son un fenómeno recurrente y violento.
Otras naciones han sido fuente de conflicto por sus piedras preciosas y diamantes,
los bosques y los minerales. Es el caso de los diamantes en Sierra leona y Angola, la
madera en Liberia y el cobre en Nueva Guinea. No es raro que los grupos de poder y las
elites rivales luchen por el control de esas valiosas materias primas, lo cual suele dar
lugar a violentas guerras civiles.
Frente a los acontecimientos en el Mar caspio, EEUU se ha aliado a tres Estados
musulmanes; esto demuestra que el interés por los recursos prevalece por sobre las
afiliaciones étnico-religiosas (Huntington) El estallido de las guerras civiles no disuade a
las compañías energéticas de establecer lucrativas explotaciones en África y negociar
acuerdos eficaces con las elites locales y señores de la guerra. (Kaplan) En cuanto a la
teoría de la globalización, los principales conflictos pueden ser resueltos por los
mecanismos de mercado, pero los gobiernos no han dudado en recurrir a las armas para la
solución de sus intereses vitales entre los que figuran el petróleo y el agua dulce potable
(Friedman)
La desaparición de los conflictos ideológicos???? en el mundo ha puesto en
relieve la lucha por los recursos y la búsqueda de protección de las materias primas es
una de las funciones esenciales de la seguridad que tiene a su cargo el Estado.
Aunque el planeta tiene un volumen grande de agua, sólo el 3% es potable y
buena parte está inmovilizada en casquetes polares y glaciares. El crecimiento
demográfico impulsa la demanda mundial de agua. El manto forestal de la tierra está
desapareciendo a un ritmo del 0,5% por año y en algunos casos se han plantado árboles
pero no a un ritmo suficiente para compensar la desforestación anual y estos son algunos
de los problemas del siglo que se inicia.
Muchos de los conflictos podrán ser negociados pero la negociación y las fuerzas
de mercado no siempre funcionan. Las condiciones acerca de la Seguridad nacional y los
intereses vitales prevalecerán sobre los acuerdos negociados que podrán dejarse de lado
ante los puntos de interés vital y nacional.
La historia humana se caracteriza por una larga sucesión de guerras por los
recursos y después de la IIGM, está quedó eclipsada por la rivalidad norteamericano-
soviética.
La demanda por los recursos aumentará los litigios por la propiedad y acentuará
los enfrentamientos por las materias primas vitales en la era de la post- Guerra Fría. En
este nuevo contexto, las guerras por los recursos no son hechos fortuitos ni inconexos:
forman parte de un sistema geopolítico más amplio interconectado. Los conflictos
internacionales se regían antes por consideraciones ideológicas, en cambio las guerras del
futuro se harán por la posesión y el control de unos bienes económicamente vitales, por
los recursos que necesitan las modernas sociedades complejas para sobrevivir industrial y
tecnológicamente en un mundo globalizado.
Las guerras por los recursos van a ser en los próximos años el rasgo más
característico del entorno mundial de la seguridad.

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