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SEMBLANZA*.
FRANCISCO A. GOMEZJARA.
Sociólogo de la intervención.
(1939-2001).
In memoriam.
El Sociólogo Francisco Aurelio Gómez Jara, nació el 26 de Noviembre de 1939 en
la ciudad de México y falleció el 4 de Febrero del 2001 en la ciudad de México. Fue
docente-investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México entre los años de
1964 y 1997. Laboró en el Instituto de Investigaciones Económicas y en la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales. Fue colaborador de muchas universidades más.
En algún lugar se ha escrito que cuando alguien muere, todos morimos un poco y
eso es cierto, pero cuando ese alguien fue tan cercano duele por partida doble. Francisco
A. Gomezjara, como le gustaba suscribirse, acaba de partir, murió a los 61 años, el 4 de
Febrero de este milenio que empieza y que fue testigo de los innumerables proyectos que
tenía pensado realizar para el presente y los próximos años. Fallece en su plenitud
intelectual y con su muerte, se pierde a uno de los pensadores más importantes de este país.
Para nosotros que conocimos de cerca su pasión y su entrega a la vida, las circunstancias de
su muerte prematura no dejan de indignarnos. El que había escrito tanto sobre la crisis y la
violencia urbana de la ciudad más grande de este planeta, como una cruel ironía, había sido
*
Datos recabados en bibliotecas, archivos personales y directamente de Francisco A. Gomezjara,
proporcionados por Nicolás Pérez Ramírez, así como en el acervo de la autora.
víctima de ella; no queremos pensar en sus últimos momentos porque la indignación se nos
convierte en coraje, en impotencia. y estamos seguros de que lo mismo habría dicho él con
el sentido del humor que lo caracterizaba si en algún remoto momento se hubiera querido
anticipar. Y es que él tan ocupado y repleto de proyectos no daba lugar a pensar en la
muerte ni en las enfermedades, salvo la última vez en que estuvimos juntos, hace pocos
días, cuando recordaba, más en broma que en serio, un incidente que le ocurrió hacía
aproximadamente un año en San Blas, Nayarit, donde estuvo a punto de perecer ahogado.
Tema raro en sus conversaciones, tal vez fue el anuncio de algo que trágicamente ocurriría
a pocas horas, pero nadie lo pudo percibir en su justa dimensión porque a él no le gustaba
hablar de esas cosas.
En uno de sus últimos ensayos “El niño cibernético...” había dicho: “Cuando
hablamos de juego evocamos la idea de libertad, de imaginación y goce, de autonomía y de
azar, como algo propio de la infancia y de los mejores momentos del ocio adulto. También
lo identificamos con los valores de las sociedades hedonistas, en las cuales el bien soberano
es la búsqueda del placer, el cual constituye uno de los ejemplos más claros de autogestión
corporal e imaginativa”, más adelante, hablando del juego como espontaneidad y no
actividad controlada y dirigida a reforzar roles, continuaba diciendo: “la imaginación y la
libertad son sus pilares. Entre ellos se encuentran los juegos de palabras y sonidos, que
tanto han enriquecido la literatura y el arte. Lo mismo se puede decir del juego erótico...”,
con este convencimiento, se definía ante la vida y fue congruente con ello hasta su muerte.
Porque la vida y la obra de un ser humano forman parte de una unidad, las de él estuvieron
marcadas por esa idea de gozo, libertad, creatividad y autogestión, es decir de placer
absoluto. Crítico profundo de la sociedad industrial y lector asiduo del psicoanálisis y de
Marcuse, rechazaba la separación entre trabajo, ocio y juego; entre eros y civilización, de
allí a que lo que realizaba había perdido su connotación de trabajo enajenado pues en todo
lo que hacía había disfrute y realización.
Recordamos las múltiples salidas de campo, los viajes, las verdaderas expediciones
a las muestras internacionales de cine, las largas conversaciones en un café, un restaurante
o un bar; cualquier lugar era el escenario propicio para convertir lo trivial en trascendente,
para develar lo oculto, para construir y teorizar desde los pequeños temas cotidianos hasta
los más importantes acontecimientos de nuestro tiempo y siempre fue con mucha alegría, lo
cual permitía que el tiempo pasara sin notarlo; eran horas de trabajo y charla amena.
Muchas veces discutíamos largas horas sobre algo donde no había acuerdo hasta que por
razones de tiempo había que dejar el asunto pendiente sin conceder pues era de los que
sostenía sus ideas con firmeza. Recordamos una larga discusión sobre el uso de las malas
palabras que tuvimos en las playas de Montevideo hace algunos años: él sostenía que su
utilización empobrecía el lenguaje y que había una carga simbólica de control y violencia
cultural y para soportar sus afirmaciones citaba a múltiples autores, empezamos en
Carrasco y terminamos en un cine del centro de la capital uruguaya; cuando nos
percatamos, habíamos caminando un número importante de kilómetros sin darnos cuenta,
trayecto que a ningún sensato habitante del lugar se le hubiera ocurrido hacer salvo por
razones deportivas. Así era Paco, un mar de conocimiento, de ideas frescas, de discusiones
francas. Alguna vez le preguntamos por qué no usaba reloj ni celulares una persona tan
urgida por vivir y producir, y con su risa transparente acostumbrada nos decía que hacía
mucho tiempo que había decidido no permitir que la racionalidad aplastante de la sociedad
moderna invadiera su privacidad y lo controlara. Su personalidad carismática atraía a
mucha gente, todos querían escuchar su palabra inteligente y él también tenía la paciencia
de escuchar; se entusiasmaba cuando alguien decía algo interesante, lo rescataba y
construía con él o con ella. Pero también se impacientaba ante la necedad y se aburría con
lo trivial. No soportaba las prácticas burocráticas o las ceremonias protocolares de las que
tanto se mofaba; muchas veces prefirió confundirse con la multitud o ir a una buena comida
a ocupar un lugar en un presidium. Formó a muchas generaciones de sociólogos que
fueron sus alumnos o que lo siguieron en su obra y marcó una época en la enseñanza de la
sociología de los 70‟s. atrapada en el estudio teórico de paradigmas sin contacto con los
sujetos, al proponer la praxis de una sociología comprometida con los actores que vinculara
la teoría con la intervención social. El, tan productivo, rechazó sistemáticamente todo
forma de enajenación. Siempre había que aprender algo de su enorme inteligencia; tenía
una lucidez caleidoscópica en donde la realidad se presentaba como una unidad
multifacética, una unidad en movimiento. Informado siempre de los últimos
acontecimientos, lector asiduo del título reciente, de los clásicos, de otros autores
desconocidos por muchos, su capacidad hermenéutica lo coloca, sin lugar a dudas, a la
altura de los mejores pensadores del México contemporáneo. Erudito, se negó a adherir
modas intelectuales para proponer instrumentos propios de análisis, nuevos modelos de
interpretación, para construir categorías y conceptos, para formular nuevas metodologías
de investigación siempre con el rigor científico del sociólogo. Paco jugó un papel muy
importante en nuestra formación como sociólogos: con él aprendimos el oficio, aprendimos
a investigar y nos aproximamos a esa cosa llamada Ciencia Social que tan inalcanzable nos
parecía. Influyó también en nuestro qué hacer cotidiano en esa búsqueda del trabajo directo
con grupos sociales. Aprendimos con él a ser mejores seres humanos y a rescatar el
significado de nuestro cuerpo y nuestra mente. Fue tan cercano y cotidiano a todos que no
solo llegamos a admirarlo más allá de los mitos, sino a quererlo profundamente. Creyó en
nuestra capacidad intelectual como en la de muchos otros, con la sencillez de los sabios,
crecimos con él y publicamos juntos. Fue nuestro compañero-maestro y nos convertimos en
sus mejores amigos de los últimas décadas.
Aportes:
Proponía una Sociología autogestiva que sin negar los aportes del pensamiento
social universal estuviera “Enraizada en la historia latinoamericana y mundial, pero con la
mirada avizorando alternativas”. Señalaba que “su validez estriba no solo en su
aplicabilidad inmediata, en su uso práctico y eficiente, sino también en la reflexión más
amplia, general y abstracta (conceptualmente hablando) sobre el fin y el significado del ser
social en su conjunto” Aunque advertía que “Tal vez engendre utopías y con ellas visiones
regeneradoras”. Y retomando a C. Wight Mills agregaba: “La imaginación creadora
estimularía la utilidad práctica y el „soñar despiertos‟ simultáneamente”. Esta nueva
Sociología estaría “Identificada y comprometida con los sujetos sociales instituyentes o
contestatarios al orden establecido”. Proponía nuevos paradigmas de estudio que abordaran:
En resumen: preocupado por una sociología de la praxis, sentó las bases para una
Sociología de la Intervención con un compromiso con los sujetos sociales: compromiso de
analizar, interpretar sus problemáticas y construir alternativas de solución desde y con ellos.
Datos biográficos:
Francisco Aurelio Gómez Jara, nació el 26 de Noviembre de 1939 en la ciudad de
México, hijo único de Francisco Gómez, marino mecánico de oficio y de América Jara. En
la ciudad de México realizó sus estudios de licenciatura. Su madre se hizo cargo de su
crianza junto a las hermanas de ésta. La relación de Francisco con doña América fue
siempre muy cercana, se disfrutaban como amigos; él bromeaba con ella todo el tiempo en
una suerte de juego horizontal que así como corroboraba el vínculo, también ponía cierta
distancia muy al estilo de él y de su conciente necesidad de independencia autogestiva;
ella, jovial como era, le transmitió la alegría de vivir y el gusto por la buena comida; había
sabido respetar sus espacios, pero penetrar en su mundo de amigos, viajes y proyectos;
recordamos los encuentros con Paco en el pequeño restaurante vegetariano de la calle
Dolores donde le gustaba acudir también con su madre, las largas conversaciones
telefónicas. Ella estaba enterada del último proyecto, dónde y con quién estaba el hijo,
aunque cuando se le preguntaba por él, se limitaba a responder “parece que está haciendo
esto o aquello” para dar la impresión de que vivía en un mundo a parte. Recordamos los
primeros viajes a la India, China y la URSS que Paco realizó llevando a su madre, para
entonces ella tendría ochenta y tantos años, cálculo que acabábamos de hacer juntos,
sorprendiéndonos de la enorme vitalidad de la señora; vivió con él hasta su muerte, en
Jalapa, Veracruz donde Paco pasaba parte de su tiempo después de su jubilación en la
UNAM. Cuando falleció, él decidió incinerarla. Para él que la había asistido en sus
dolencias de los últimos años y que le había demostrado en vida cuánto la amaba, su muerte
no lo tomó por sorpresa, cuentan que no hubo ceremonia fúnebre porque él no creía en esas
cosas y que después del acto, volvió a la oficina, como todos los días, a continuar con sus
proyectos. Los recuerdos que guardó de ella fueron siempre diáfanos.
Formado en la izquierda, Paco militó en las filas del trotskismo por muchos años en
su juventud; fue un crítico de la burocracia soviética y del estalinismo y en sus ensayos de
los 80‟s. se anticipó a la caída del muro de Berlín y a la crisis del socialismo real. La lectura
de los clásicos del marxismo le dio las herramientas conceptuales para el estudio de la
realidad, marcando su distancia con el ensayismo dogmático de las décadas pasadas pero
también frente a las modas intelectuales y la actitud vergonzante de muchos académicos de
ahora frente a los que reivindicaba la vigencia de las grandes categorías de análisis y del
método marxista para el estudio del fetichismo y la enajenación que en su vocabulario
aparecían como “adaptación”, “dominación” y “control”, así como del comportamiento del
capitalismo, las clases sociales y la lucha de clases en el contexto de la globalización. Así lo
demuestran sus estudios sobre transnacionales y también sobre narcotráfico, donde sostenía
que este último no era un problema policiaco, sino que estaba ligado a los ciclos del
capitalismo, debido a que los recursos económicos que en su circuito se generaban,
contrarrestaban la crisis, incrementando el capital financiero.
Amante de los libros, fue un ávido lector de Aristóteles, Platón, San Agustín,
Hobbes, Maquiavelo, Locke, Montesquieu, Tomás Moro, Marx, Engels, Lenin, Trotsky,
Hegel, Kant, Spinoza, Heidegger, Nietzsche, Weber, Comte, Durkheim, Simmel, Paretto,
Merton, Parsons, Freud, Fromm, Skinner, Cooper, Marcuse, Benjamín, Habermas, Frei,
Ilich y muchos otros. Le gustaba la ópera y escuchar música clásica: Bach y Tchaikovski
eran sus favoritos. Asiduo asistente al teatro y al cine, combinaba estas pasiones con su
gusto por la buena comida y los platillos típicos de los lugares que visitaba. Después de
jubilarse en la que había sido su Alma Mater: la UNAM, decidió migrar en parte a
provincia aunque nunca abandonó el D.F., fue a colaborar con la Universidad Veracruzana,
en la ciudad de Jalapa, Veracruz y con el gobierno del estado de Veracruz; estaba
interesado en ensayar un modelo monográfico que lo desarrolló con el apoyo de un
pequeño equipo de jóvenes investigadores del lugar. Llevaba una vida saludable, hacía
largas caminatas por la mañana acompañado de su flamante perro y al caer el medio día,
regresaba, sin prisa. Tomaba sus alimentos y se ponía a trabajar hasta lo que diera de la
noche y muchas veces, hasta altas horas de la madrugada.
Trayectoria académica.
Maestro y conferencista.
A Paco no le gustaban los títulos, se presentaba lacónicamente como Sociólogo e
investigador independiente, sin embargo tuvo una formación consistente y una larga carrera
como docente, investigador, articulista y conferencista.
Iinvestigador.
Colaboró con los periódicos Excelsior, La Jornada, Uno Más Uno, El Día-Metrólopi
y muchos otros de provincia. Participó en programas de radio y televisión: en Canal 11 del
IPN, Canal 22, TELEVISA, en XEUAG de la Universidad Autónoma de Guerrero.
Ponente en Congresos.
Obra:
Dentro de su vasta bibliografía, destacan los siguientes títulos:
4. El movimiento campesino en México. Ed. CNC. 1ra. ed. 1970. / Ed. Centro de
Estudios Agrarios. 2da. ed.
6. Sociología del cine. Con otros autores: Delia Selene de Dios. Ed. SEP-70. 2
ediciones. 1ra. ed. 1973.
10. Oaxaca, una lucha reciente: 1960 - 1978. Con otros autores: René Bustamante,
Cuauhtémoc González Pacheco, Silvia Millán, Francisco José Ruiz Cervantes,
Miguel Lozano. Ed. Nueva Sociología. 1ra. ed. 1978. / Oaxaca, una lucha reciente:
1960 – 1983. Ed. Nueva Sociología. 2da. ed. 1984. Portada: Francisco Toledo.
12. El diseño de la investigación social. Con otros autores: Nicolás Pérez Ramírez,
Silvia Millán, Estanislao Barrera, Eduardo Maldonado; Ricardo Amann. 11
ediciones. Ed. Nueva Sociología. 1ra. ed. 1979. / Ed. Fontamara. 2da. a 11va. Ed.
13. Sociología del desarrollo rural. Con otros autores: Nicolás Pérez Ramírez, Silvia
Ortega, Nahela Becerril, Alejandro Torres Abed, Federico Cruz Castellanos, José
Luís Blanco, Bernardino Mata. Ed. U.A. de Chapingo. 1980.
14. Medicina ¿para quién?. Con otros autores: Miguel Angel Pérez Toledo, et. Al. Ed.
Nueva Sociología. 1980.
15. La lucha por la tierra debe ser contra el capital. Con otros autores: Nicolás Pérez
Ramírez, Silvia Millán, Nicolás León, Jorge Machorro, Ernesto Velásquez, Javier
Orihuela. Ed. Nueva Sociología. 1982.
16. Alternativas a la psiquiatría. Con otros autores: Julio Frenk, John Saxe-Fernández,
Silvia Marcos, Rebeca Medina Freaner, Miguel Angel Pérez Toledo, Francisco
Campbell, Rafael Cárdenas Candiani. 2 ediciones. Ed. Nueva Sociología. 1ra. ed.
1982. / Alternativas a la psiquiatría y a la psicología social. Ed. Fontamara. 2da.
ed. México, 1989.
17. Salud comunitaria. Con otros autores: Roselia Avila, et. Al. 2 ediciones. Ed. Porrúa.
1ra. ed. México, 1983.
18. José Vasconcelos, su vida y su obra. Con otros autores: Enrique Krauze, Raquel
Tibol, Henrique González Casanova. Ed. UNAM. México, 1984.
20. Trabajo social y crisis. Con otros autores: María Luisa Herrasti, Gerardo Pacheco,
Claudio Martínez, Silvia Marcos, Stanislao Barrera, Antonio Paz. Ed. Nueva
Sociología. México, 1986.
21. Las bandas en tiempos de crisis. Con otros autores: Sebastián Apodaca, Israel
López Chiñias, Chucho Mafer, Víctor Parra, Fernando Villafuerte, Gerardo
Pacheco, Jesús Nava Ranero, et. al. Ed. Nueva Sociología. México, 1987.
22. Perú: una luz en el sendero. Con otros autores: Herminia C. Foo Kong Dejo, Henry
Favre, Carlos Iván Degrégori, Camilo Valqui Cachi, Edgar Montiel, Ricardo Melgar
Bao, Washington Estellano. Ed. Nueva Fontamara. México. 1988.
27. Los niños del sexto continente. Con otros autores: Libertad Hernández Landa, Luís
Rodríguez Gabarrón, Nicolás Pérez Ramírez, et. al. 2 ediciones. Ed. Teseo. Jalapa,
Veracruz. México, 1995
28. El trabajo infantil en México. Con otros autores: Silvia Millán, María Teresa Guerra
Ochoa, Luís Rodríguez Gabarrón, Araceli Brizzio de la Hoz, et. al. Ed. UNICEF y
U. Veracruzana. México. 1996.
29. La cruz sobre el cetro. La política de la iglesia en México. Con otros autores:
Arturo Guillemaud Rodríguez. Ed. Teseo. Jalapa, Veracruz. México, 1997.
Títulos en proceso:
Premios y menciones.
Fundador de las empresas editoriales Nueva Sociología, Teseo, la revista
Enfermería Hoy y el Colegio de Sociólogos de Veracruz, fue también acreedor de
reconocimientos, entre los que destacan el Premio Latinoamericano de Ciencias Sociales
“José Revueltas” otorgado por Editorial Posada en 1977 por su investigación Bonapartismo
y lucha campesina en la Costa Grande y la mención honorífica otorgada por la Banca, por
el Diccionario de ecología.
Epílogo.
Deja un importante patrimonio académico en libros, revistas, documentos ficheros
temáticos, infraestructura, etcétera. Sus amigos, cumpliendo su última voluntad, tenemos el
propósito de garantizar que su legado se destine al fomento de la investigación sociológica
y al de la formación de sociólogos. Con este fin, se ha pensado en crear la Fundación
Francisco A. Gomezjara e instituir un premio para el desarrollo de proyectos de
investigación en los campos temáticos y con las metodologías de su autor, así como una
beca para apoyar a estudiantes de escasos recursos que cursen la licenciatura en sociología.