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Objetivos de la observación
L
a observación ha sido desde siempre una de las fuentes del co-
nocimiento humano pero es muy reciente su aplicación siste-
mática al servicio de las situaciones educativas. Entendiendo,
como es el caso, la observación de modo lato podemos considerar
tres grandes objetivos: la investigación, la formación y la evaluación.
Ya Agusto Conte señalaba la observación como uno de los cuatro
métodos de investigación, junto a la comparación, el análisis históri-
co y la experimentación. Pero en el terreno educativo es Flanders
(1970) el primero que utiliza la observación de clases para determi-
nar la interacción de profesores y alumnos en el aula. Este autor es-
tudia la observación como “no participante”, es decir, el investiga-
dor-observador se limita a recoger datos sobre lo que ocurre en el au-
la que luego compara con otras clases del mismo profesor o de otros.
Este es el modo tradicional de llevar a cabo la observación y al que
haremos referencia en el presente artículo.
Otro de los objetivos que se puede proponer quien realiza prácti-
cas de observación en clase es el de la formación del profesorado.
Como bien señalan Postic y De Ketele (1988) “la mayor parte de los
programas de formación del profesorado prevén períodos de obser-
vación”, que pueden ser de gran ayuda para profesores noveles o con
poca experiencia, pero que también son provechosos para los profe-
sores experimentados. En este último caso el objetivo puede ser la
Instrumentos de observación
Cuando hablamos de observación de clases casi siempre nos refe-
rimos al método directo, es decir, a la presencia de un observador ex-
terno (normalmente un compañero de la misma materia de enseñan-
za) que asiste a nuestra clase. Este método comenzó a adoptarse en
el mundo anglosajón en los años cincuenta con el fin de que los es-
tudiantes en prácticas aprendiesen a partir de un modelo, que era el
profesor titular.
Para actuar con una cierta eficacia, el observador debe armarse de
una serie de instrumentos que le sirvan para la recogida de datos du-
rante el período de observación. Generalmente se trata de parrillas y
cuestionarios. A modo de ejemplo proponemos en el Anexo un cues-
tionario general para la auto-obsevación de una clase de E/LE. Ade-
más, en Richards y Lockhart (1998) podemos encontrar numerosas
muestras de cuestionarios y parrillas.
En la confección de parrillas y cuestionarios, Openheim (1992) nos
expone una serie de fallos que no debemos cometer durante su ela-
boración: que las preguntas no sean muy largas; no proponer dos
preguntas en un mismo enunciado; no preguntar sobre proverbios,
frases hechas...; evitar la doble negación; no emplear siglas y pala-
bras de jerga; no usar palabras connotadas; evitar palabras ambi-
guas; no utilizar términos valorativos; no usar palabras vacías de sig-
nificado; evitar un cuestionario excesivamente largo.
Otro método, que podríamos denominar “paralelo” al de la obser-
vación directa es el de la grabación en audio o en vídeo de la clase
observada. En este caso contamos con una serie de ventajas respec-
to al método directo: posibilidad de repetición de lo grabado, focali-
zación del análisis de determinados aspectos, transcripción de se-
cuencias, etc. Pero también tiene sus inconvenientes. Uno de ellos es
el que Labov (1969) llama “paradoja del observador”, que consiste en
que el observador nunca sabrá si lo que observa corresponde a una
situación real de enseñanza o si el uso de una cámara o una graba-
dora la está modificando. Desde luego que esto puede ocurrir tam-
¿Cómo observar?
A la hora de llevar a cabo una práctica de observación tenemos que
tener en cuenta una serie de precauciones. Basándome en Richards
y Lockhart (1998) y en mi propia experiencia, expongo algunas de es-
tas precauciones que conviene adoptar antes, durante y después de
la práctica de observación.
• Antes.
- Un observador es un invitado.
- Su función no es juzgar, evaluar o criticar al profesor.
- Es necesario ponerse de acuerdo sobre el cómo, cuándo y por
qué observar con el profesor titular.
• Durante.
- Es importante que el visitante pase totalmente desapercibido.
- El visitante deberá ser agradecido y cortés.
- Tomará notas y recopilará información de forma discreta.
• Después.
- Las informaciones recogidas por el visitante serán privadas y
confidenciales.
- Los visitantes no nombrarán al profesor titular al redactar sus
informes.
- Las informaciones recogidas estarán a disposición del profe-
sor titular si éste lo solicita.
Pero además tendrán que tomarse en consideración otras condi-
ciones como el ambiente en el que se realiza la observación, es decir,
el centro y el aula con sus facilidades y dificultades para desarrollar
la práctica, el número y el tipo de alumnos y, por último, los mate-
riales con los que contamos. Todas las informaciones que podamos
recoger antes de comenzar la observación nos serán de utilidad, no
sólo para salvar los imprevistos que nos puedan surgir durante la
misma, sino también para que, al analizar los datos recogidos, poda-
mos llegar a conclusiones más precisas.
¿Qué observar?
Como ya hemos dicho anteriormente, son muchos los fenómenos
y factores que entran en juego en las clases de lenguas segundas. Co-
mo se ha podido ver hasta ahora, nosotros hemos centrado la obser-
seer todo aquel que pretenda llevar a cabo una práctica de observa-
ción. Se trata de la actitud, el tiempo y la flexibilidad profesional.
Tenemos que adoptar una actitud crítica pero al mismo tiempo
respetuosa hacia nuestra tarea docente y hacia la de los compañeros
que observemos. Además, nuestras críticas, que mejor llamaríamos
consejos, deben ser siempre constructivas y siempre acompañadas
de la cortesía debida.
Uno de los primeros inconvenientes que percibimos cuando pone-
mos en marcha una práctica de observación es el de la cantidad de
tiempo empleado. La preparación, el desarrollo y el posterior análi-
sis de los datos recogidos conllevan un empleo de tiempo que en mu-
chos casos resulta problemático. De ahí que el primer paso, el de la
preparación de la observación, sea decisivo a la hora de ser precisos
y eficaces para “perder” el menor tiempo posible en los otros dos pa-
sos sucesivos. De todos modos, no nos debe desanimar este obstá-
culo ya que una buena práctica de observación puede ser extraordi-
nariamente productiva.
Tanto durante el desarrollo de nuestro período de observación co-
mo durante el análisis de los datos recogidos y la “puesta a prueba
de la propia acción”, como señalan Postic y De Ketele (1988), tene-
mos que adoptar una postura flexible y permeable ante lo que ob-
servamos. Está demostrado que una buena dosis de reflexión sobre
lo que ocurre dentro de las aulas influye decisivamente en la moti-
vación. Por tanto, con la puesta en marcha de prácticas de observa-
ción combatimos eficazmente un peligroso enemigo de todo profe-
sor: la rutina. Poner en tela de juicio nuestra labor docente es algo
imprescindible en el camino de perfeccionamiento continuo que tie-
ne que acompañar a nuestro desarrollo profesional.
Anexo
GUÍA DE AUTO-OBSERVACIÓN
1. Comienzo de la clase.
¿He sido puntual?
¿Me he familiarizado con los alumnos?
¿He recordado lo que hicimos en la clase anterior?
2. Objetivos.
¿He logrado los objetivos que me había marcado?
¿He cambiado de objetivos durante la clase?
¿Han sido adecuados los objetivos para mis alumnos?
3. Programación y puesta en práctica.
¿He preparado la clase de acuerdo con los objetivos?
¿He llevado a la práctica lo que había preparado?
Si he cambiado algo, ¿por qué lo he hecho?
¿Los cambios han sido justificados?
4. Contenidos de la clase.
¿Las actividades han sido efectivas?
¿He intentado integrar más de una destreza en cada actividad?
¿Qué destrezas han practicado los alumnos en la clase?
¿Alguno de los alumnos no ha entendido las instrucciones después de expo-
nerlas?
¿El tiempo para la realización de las actividades ha sido suficiente?
¿El contenido era adecuado para el nivel de los alumnos?
¿Alguna actividad no me ha dado el resultado esperado? ¿La sustituiría por
otra?
¿Los materiales que he usado eran atractivos?
¿Las actividades estaban bien secuenciadas y facilitaban la asimilación?
5. Cierre de la clase.
¿He acabado la clase de forma brusca?
¿He recordado a los alumnos lo que quería que aprendiesen?
¿La clase ha terminado con la sensación de haber completado algo?
¿La clase ha acabado con eficacia, sin tiempos muertos ni actividades de re-
lleno?
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